Mateo Martinic: La inmigración croata en Magallanes LA INMIGRACION CROATA EN MAGALLANES
MATEO MARTINIC
[continuación]

Es harto probable que para la época Paravic haya tenido un pequeño comercio o despacho, situado en "buena esquina como expresaría un verso popular de la época referido a las diversiones y atractivos que ofrecía la Colonia. Así el primer croata inmigrante, fue también el primero en instalarse con un almacén de esquina, iniciando una tradición que con el correr de los años ratificarían otros inmigrantes de esa nacionalidad.

Además de sus actividades de cazador-traficante de pieles y de comerciante, Mateo Paravic hubo de ser contagiado con la fiebre aurífero en la Colonia a raíz de los hallazgos de placeres en la sierra Boquerón (Tierra del Fuego) por la expedición del teniente Ramón Serrano Montaner, de la Armada de Chile. En efecto, el nombre de Mateo y el de su hermano Simón figuran entre los primeros treinta y seis manifestantes de pertenencias en 1881. Así fue como ambos iniciaron un laboreo junto con tantos otros que esperanzados creyeron ver en la serranía fueguina un nueva California. Productiva o no la faena aurífera, el hecho es que al parecer ella fue abandonada por Mateo en 1882, quien para entonces se sintió tocado por el frenesí colonizador pastoril que se había originado entre los hombres emprendedores de Punta Arenas, a contar de 1880, luego que la introducción de ovejas malvineras mostró sus bondades en la tierra firme patagónica.

De tal modo su nombre aparece mencionado en los oficios gubernativos como peticionario de tierras en la zona de Cabeza del Mar (1882) y como postulante al arrendamiento de campos en San Gregorio, dos años después. Es probable que haya intentado alguna crianza ovejera precaria en el primero de los lugares nombrados durante el lapso que medió, entre ambas fechas, empresa que debió abandonar al parecer hacia fines de 1884 para retornar a la aventura del oro, esta vez con su sobrino Simón Juan. Marcharon ambos hacia Zanja a Pique, en la vecindad del cabo Vírgenes, donde para entonces el naufragio del vapor Arctique había permitido el descubrimiento casual de oro aluvional en las barrancas costeras, provocando en tiempo breve un avalancha de buscadores hacia dicho lugar. Al cabo de un par de meses los dos Paravic retornaron con una cosecha de tres kilos de metal y que estimaron magra en comparación con lo que había tocado a otros...

Todavía habría una tercera aventura de nuestro inmigrante en pos del dorado metal. Esta la emprendió hacia 1887 en la parte atlántica de Tierra del Fuego, en la vecindad del cabo Espíritu Santo. Allí Paravic y demás asociados en la empresa realizaron laboreos sin mayor fruto, debiéndose enfrentar, aunque sin consecuencias, con los hombres del ingeniero Julio Popper que celosamente cuidaban de sus pertenencias ubicadas en el inmediato territorio argentino.

Al promediar la década de 1880 el movimiento económico que se insinuaba por doquier en el territorio magallánico, motivaba una expansión del tráfico marítimo para atender tantas como variadas necesidades de la colonización. Fue de este modo que Mateo Paravic, como buen hombre de mar que era, acabaría ejerciendo la actividad de armador, a lo menos en el último lustro de su vida, pues es conocida su propiedad sobre la goleta Victoria. Esta embarcación registró un intenso movimiento de fletamento durante los primeros meses de 1889, habiéndose realizado el postrer viaje al estuario del río Santa Cruz en marzo de aquel año. Allí la goleta naufragó y en el siniestro perdió la vida su capitán y armador Mateo Paravic, por rara coincidencia en el mismo lugar donde un cuarto de siglo antes tocara por vez primera tierra patagónica.


El segundo inmigrante croata que hubo de arribar a Magallanes fue Pedro Zambelic, oriundo de Boka Kotorska, en Dalmacia, y marino de profesión. Debió hacerlo entre 1871 y 1872, habiendo llegado por la vía de Buenos Aires.

Nada se sabe sobre su actividad inicial pero hay fundamento para suponer que pudo embarcarse ocasional o periódicamente como tripulante o piloto en alguna embarcación velera afectada a la caza de lobos. Para 1875 ya se encontraba sólidamente establecido en la Colonia y disponía de algún patrimonio, lo que le permitió contraer nupcias con la inmigrante francesa María Virginia Clerc el 20 de marzo de aquel año.

Es harto probable que para entonces tuviera en explotación un pequeño hotel, o más propiamente una posada, con despacho de licores como lo señala el aludido poema popular y lo confirmaron después algunos conspicuos personajes extranjeros que se hospedaron en cosa de Zambelic, como Julius Beerbohm en 1877 y el grupo de arístocratas ingleses encabezado por lady Florence Dixie, en 1879.

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Edición electrónica: Studia Croatica, 1998
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