Studia Croatica

 

 

STUDIA CROATICA

Año II, Buenos Aires, enero-marzo de 1961, N° 2

 

COLONIALISMO SOVIETICO Y YUGOSLAVO.. 2

TITOISMO Y CASTRISMO EN LA CIENCIA POLITICA NORTEAMERICANA.. 5

JULIO CLOVIO CROATA, PROTECTOR DEL GRECO JOVEN.. 12

ORIGEN, DESARROLLO Y SIGNIFICADO DE LA AUTOGESTION OBRERA EN YUGOESLAVIA   16

LA ACTUALIDAD DE BOSCOVICH.. 28

LOS HERMANOS MIHANOVICH, FUNDADORES DE LA FLOTA MERCANTE ARGENTINA   31

LAS COSTUMBRES NAVIDEÑAS EN CROACIA.. 35

LEYENDA NEGRA SOBRE CROACIA EN "PREUVES" 41

DOCUMENTOS - MEMORANDUM DEL EPISCOPADO CATOLICO A TITO.. 51

CRONICAS Y COMENTARIOS.. 57

NEGOCIACIONES SOBRE "MODUS VIVENDI" ENTRE YUGOESLAVIA Y SANTA SEDE   57

MURIO EN EXILIO EL ARZOBISPO DE SARAJEVO.. 60

SITUACION DIFlCIL DE LOS MUSULMANES EN BOSNIA HERZEGOVINA.. 62

CONSTITUCION DEL INSTITUTO CROATA LATINOAMERICANO DE CULTURA   65

 


COLONIALISMO SOVIETICO Y YUGOSLAVO

La moción oficial que en la Asamblea General de las Naciones Unidas presentó el premier británico, pidiendo que se someta a discusión el colonialismo soviético, abre un nuevo capítulo en las relaciones internacionales. En tanto se van independizando los ex territorios coloniales de Inglaterra, Francia, Bélgica y Holanda, la Unión Soviética ha sometido y reducido al grado infracolonial a varias naciones europeas, antiguas y civilizadas.

Ahora es el momento para que el mundo libre retome la iniciativa en la guerra fría y ataque al imperio soviético en uno de sus puntos más débiles. La iniciativa de Macmillan es susceptible de darle dinamismo y nuevo sentido a la política exterior del bloque occidental. Ya es hora de hacer una clara distinción - ante la opinión mundial - entre el colonialismo de tipo occidental, que pese a muchos errores y excesos, propios de toda empresa humana, procedió en consonancia con las tradiciones occidentales, y el colonialismo de Rusia. (Por un lado, cabe distinguir entre la dependencia colonial de los países satélites de la Europa Central y Oriental y el clásico colonialismo ruso en Asia, y por otro lado, el colonialismo comunista.)

El destacado político croata y gran líder demócrata, Esteban Radic, tuvo que luchar contra el colonialismo de Servia, país balcánico atrasado. Egresado de la Haute Ecole de Sciences Politiques de París, escribió sobre los distintos aspectos de la ciencia política. Publicó en Zagreb (1904) una obra extensa sobre La Moderna colonización y los Eslavos, definiendo el colonialismo como la intervención y la gestión de los pueblos adelantados y civilizados en los países subdesarrollados con miras a prepararlos para su emancipación política y económica. Cuando la formuló Radic, hace cincuenta años, esa definición hubiera podido parecer demasiado optimista. Las experiencias recientes con las repúblicas africanas comprueban su acierto. Radic admitió también que el papel colonizador ruso en Asia fue constructivo. Mientras tanto, la esclavitud política y la explotación económica que la Unión Soviética impuso a varios pueblos más desarrollados que ella desde el punto de vista cultural, económico, administrativo y técnico, escapa a toda definición seria del sistema colonial. Esos pueblos europeos, satélites de la Unión Soviética, fueron degradados al status infracolonial. Su situación es tan precaria que no sólo tienen envidia a las naciones jóvenes, recientemente independizadas, sino a los pueblos coloniales, por cuanto éstos, si bien en dependencia política y económica, están administrados por los gobiernos que respetan los derechos fundamentales del hombre. Los pueblos coloniales todavía no liberados llevan dos grandes ventajas a las sometidas naciones europeas: se les presentan buenas perspectivas para conquistar, en un tiempo no lejano, su total emancipación nacional y desde ya pueden recurrir a los medios democráticos de lucha, negados rotundamente a las naciones europeas cautivas.

En tanto que el colonialismo soviético está expuesto a la presión moral y la crítica unánime del mundo libre, muchos no se percatan que actualmente existe en Europa otro colonialismo, si bien enano, no por eso menos cruel y opresor. Se trata de Yugoeslavia, conglomerado heterogéneo de naciones, donde la pequeña Servia balcánica, representando apenas la cuarta parte de la población total, sostiene una política de explotación colonial de los pueblos más ricos y más adelantados, en primer lugar Croacia y Eslovenia. No se trata de frases retóricas, sino de tristísima realidad. Desde la constitución del Estado yugoeslavo, toda la política económica estuvo orientada a explotar al máximo las regiones no servias. La moneda del Imperio austríaco fue sustituida por el dinar y canjeada 1:4, en detrimento de la población croata y eslovena. Durante muchos años esas regiones pagaron impuestos dos y hasta diez veces superiores a los que pagaba Servia. La economía croata fue destruida sistemáticamente. Los cargos administrativos y militares se reservaron casi exclusivamente a los servios. Consecuencia ineludible fue el descenso del nivel de vida y de cultura en Croacia y Eslovenia, dotadas de todos los recursos necesarios para una evolución progresista.

La Yugoeslavia comunista sigue la misma política de explotación económica, en escala todavía mayor, por cuanto no existe la empresa libre y toda la economía se halla bajo el riguroso control del Estado. Franc Jeza, economista esloveno y ex colaborador de los comunistas, publicó hace poco en Trieste un interesante libro provisto de datos y estadísticas sacados de las publicaciones comunistas, comprobando la total explotación de Eslovenia y Croacia a favor de Servia y Montenegro.

Por eso, mientras se frenó con éxito la propaganda falaz de Kruschchev en la Asamblea General, es de lamentar que el dictador yugoeslavo haya podido, sin adecuada réplica, atacar a las potencias occidentales como colonialistas e imperialistas, mientras su gobierno ha esclavizado explota a Croacia y Eslovenia. Ocurre, en nuestra era de paradojas, que las naciones que renuncian a sus territorios coloniales, obedeciendo la ineludible ley de la evolución histórica, al prestarle importante ayuda económica y militar, aseguran la vida y el afianzamiento del sistema colonial en Yugoeslavia. Tito, en retribución a la ayuda recibida, ofrece créditos a los países afroasiáticos, mejor dicho, a los extremistas en dichos países que aspiran a eliminar toda influencia occidental y provocar caos que, en última instancia, puede beneficiar únicamente a los soviéticos.

En la era de contradicciones y confusión imperantes, hay gente genuinamente democrática que cree que los comunistas yugoeslavos defienden la independencia nacional contra el imperialismo ruso-soviético. La verdad es que a los comunistas yugoeslavos les importa la independencia nacional en cuanto ella significa el Estado y el Poder, esto es, defienden sus prerrogativas personales y sus vidas. En cuanto a la forma de gobierno, la lealtad a la doctrina comunista y el mantenimiento del predominio servio sobre los demás pueblos de Yugoeslavia, los comunistas de Belgrado no difieren de sus émulos del Kremlin. En la política internacional; Belgrado casi siempre apoya las tesis sostenidas por los moscovitas.

En lo concerniente a la política de opresión nacional y explotación económica, el caso de Yugoeslavia es más flagrante que el de la Unión Soviética. El imperio ruso es obra de siglos, resultado de una larga evolución políticosocial. Forma un mundo aparte como depositario de la tradición de la civilización de Europa Oriental, es heredero legítimo de las formas políticas y culturales del imperio bizantino. El pueblo ruso formó un imperio extenso no sólo por su superioridad numérica, militar y económica, sino también por ser portador del progreso en las vastas zonas asiáticas. El imperio ruso - salvo los países bálticos, ex territorios polacos y en cierto modo Ucrania - presenta una relativa homogeneidad desde el punto de vista cultural, político y religioso. El gobierno soviético renunció, además, a los drásticos métodos de rusificación directa, si bien sigue con el sistema autocrático al que estaban habituados sus súbditos, quienes jamás conocieron las libertades democráticas.

Yugoeslavia, comparada con la Unión Soviética, es un Estado joven, surgido a raíz del desmembramiento de la monarquía danubiana. No es obra de un proceso evolutivo, sino un Estado improvisado, carente de unidad geográfica, económica y cultural. La función de Servia dentro de Yugoeslavia no puede de compararse con el papel de Rusia dentro de la URSS. No existe una superioridad numérica, ni en lo económico ni en lo cultural de Servia sobre los demás pueblos que integran Yugoeslavia. Mientras que el imperio ruso es, hasta cierto punto, homogéneo en cuanto a cultura y religión, Yugoeslavia constituye un territorio heterogéneo desde el punto de vista cultural y religioso. Implica lisa y llanamente la dominación de un país balcánico sobre los países que durante un milenio se desenvolvieron dentro de la sociedad europea occidental. Mientras que Croacia y Eslovenia, como asimismo todos los ex territorios de Austro-Hungría, anexados en 1918 a Servia, son países mayormente católicos -con fuerte minoría musulmana en Bosnia-Herzegovina-, Servia es un país ortodoxo, donde la iglesia nacional ejerce influencia decisiva en la vida política nacional.

Mientras el sistema bolchevique significa, en cierto grado, la continuidad de las tradiciones autocráticas zaristas, los gobiernos dictatoriales de Yugoeslavia, primero monárquico, luego comunista, paralizaron el progreso natural en Croacia y Eslovenia, provocaron un estancamiento, si no atraso, de esas zonas europeas y trabaron la evolución hacia las formas democráticas, tal como se practican en el Occidente, de toda la región balcánica, incluso de la Servia misma. El hecho de que Servia, representando un cuarto de la población yugoeslava, haya podido imponer su dominación a los demás pueblos y a las numerosas minorías nacionales, favoreció y propició el mantenimiento y afianzamiento de los regímenes dictatoriales y coloniales. Yugoeslavia, pues, puede existir únicamente como un Estado dictatorial; la introducción de las libertades democráticas implicaría su disgregación inmediata.

Los imperialismos enanos resultan, en ciertas circunstancias, más peligro que los imperialismos gigantes, cuya expansión descansa sobre una base real. Los pueblos pequeños, con veleidades imperialistas, no pueden realizar sus desmesuradas pretensiones sino mediante una política de intrigas, subversión y aventuras, que encierra gran peligro para otros pueblos y hasta puede amenazar la paz mundial. El expansionismo imperialista de la pequeña Servia comprueba esa aserción. La agitación nacionalista servia contra Austro- Hungría provocó la primera guerra mundial.

Las ambiciones voraces de los imperialistas servios siguen constituyendo un foco permanente de perturbación y conflictos potenciales. Encierran un latente peligro en las zonas adriática, alpina, danubiana y balcánica, propiamente dicha. Son nocivas para los mismos servios, por cuanto diluyen su núcleo nacional y originan contragolpes y reacciones violentas. Los servios incluyen en su territorio nacional hasta las zonas habitadas compactamente por elementos étnicos ajenos que, por otra parte, viven en una continuidad territorial con sus congéneres y connacionales. Así, por ejemplo, "la Vieja Servia" abarca las regiones en que habitan, contiguos a la frontera de Albania, fuertes núcleos de albaneses. Los nacionalistas servios denominan la parte yugoeslava de Macedonia "Servia meridional", si bien se trata de una región donde apenas hay servios, siendo la gran mayoría de la población los macedonios, más allegados a los búlgaros que a los servios por sus sentimientos y tradiciones nacionales.

En las regiones septentrionales de la actual "República Popular de Servia", que denominan "Voïvodina servia" o "Banato servio", los servios son, incluso hoy día, después de la expulsión y exterminio de 500.000 viejos colonos alemanes, una minoría, mientras que en las zonas limítrofes con Hungría y Rumania viven en masas compactas húngaros y rumanos.

Esa zona agrícola-ganadera, la más fértil de toda Europa, fue arruinada por la colonización servia. De la tierra de sus antepasados fueron expulsados, cuando no asesinados, los agricultores alemanes, húngaros y rumanos, quienes, trabajando la tierra con métodos racionales, producían la mayor parte de los productos agrícolas de Yugoeslavia, que incluso disponía de excedentes exportables. Ocuparon su lugar los pastores primitivos y retrógrados del interior de los Balcanes y, la consecuencia lógica fue una rápida merma en la producción agrícola que originó después de la guerra una verdadera hambre, obviada únicamente por la cuantiosa ayuda norteamericana.

De lo antedicho resulta que la escasez crónica que sufre Yugoeslavia no se debe tan sólo a las destrucciones y devastaciones bélicas, y que la tirantez permanente existente en Yugoeslavia no es consecuencia del conflicto entre Moscú y Belgrado, sino derivación de la incesante presión del expansionismo servio sobre la mayoría no servia de la población de Yugoeslavia.

Tito pudo afrontar la presión del Kremlin, que quiso sustituirlo por otros dirigentes comunistas más sumisos, debido a que Yugoeslavia, gracias a la intervención tenaz de los aliados occidentales, no fue ocupada por el ejército rojo. Washington, en ese momento, inauguró la política "del riesgo calculado" para con Tito, dándole cuantiosa ayuda. Al mismo tiempo se esperaba que los Estados Unidos condicionaría, en el momento más apropiado, su ayuda y exigiría de Tito la transformación democrática del país, o se esperaba que el ejemplo de Tito fuera seguido por otro gobierno satélite. Empero, no ocurrió ni una ni otra cosa, sino que Yugoeslavia se comporta cada vez más como un agente del comunismo internacional, y con el disfraz de país neutralista, de llamada tercera posición, penetra en el ámbito afroasiático con mayor facilidad que los agentes declarados del Kremlin.

En su política del "riesgo calculado", parece que los círculos responsables de Washington no han incluido el desengaño de los pueblos sometidos y los efectos morales en las naciones que consideraría EE.UU. rector del mundo libre y custodio de la libertad y la moral internacionales. Si EE.UU., aun arriesgando ciertas posiciones estratégicas, está presionando a sus aliados para que concedan la independencia a los territorios coloniales, lo que a veces para las colonias "liberadas" significa retorno de la vida civilizada al caos y primitivismo de la selva, no resultan claros los motivos que lo inducen a socorrer a Yugoeslavia, donde impera el colonialismo enano de Servia. No se comprende por qué, por un lado, se invierten millones y millones de dólares para liquidar los restos del colonialismo y, por el otro, se regala a Tito cientos de millones de dólares para salvar y afianzar el enano imperialismo colonialista servio.

La liberación de los pueblos cautivos es la obligación moral internacional y la exige el derecho inalienable de esas naciones, por cuanto la libertad y la ética son indivisibles. Sería catastrófico esperar que los soviéticos, en vista de la pasividad occidental, se decidan a denunciar el imperialismo servio para granjearse las simpatías de los pueblos explotados en Yugoeslavia.

Con la creación de Yugoeslavia, la continuidad de la soberanía nacional croata fue interrumpida con medios violentos. Si los pueblos africanos, que a veces carecen de historia, nombre y fronteras nacionales, tienen derecho a independencia nacional y libertades individuales, tanto más ese mismo derecho incumbe a las viejas naciones europeas, de rica herencia histórica y cultural.

 

 


TITOISMO Y CASTRISMO EN LA CIENCIA POLITICA NORTEAMERICANA

Bogdan Radica

 

I

La ciencia política en los Estados Unidos está debatiéndose y busca una salida orientadora de los meandros de la dialéctica comunista. Durante los años de la posguerra, en todas las importantes instituciones docentes norteamericanas se fundaron institutos y secciones para el estudio de los problemas soviéticos y comunistas. En ningún otro país se editan tantos libros, publicaciones, estudios y ensayos acerca de la vida política, social, económica y nacional de la Unión Soviética como en los Estados Unidos. Jóvenes especialistas, que durante o después de la segunda guerra mundial estuvieron en Rusia y Europa suroriental y occidental, a su regreso, en vez de dedicarse al "business", se inscribieron en colegios y universidades, obtuvieron diplomas doctorales y siguen ocupándose de los problemas del mundo comunista, publicando tesis, disertaciones, libros y estudios sobre el comunismo, esforzándose por comprender su filosofía, su teoría y su doctrina. Al lado del estudioso americano, dedicado a los problemas del comunismo, apareció el refugiado de Rusia y de otros países sojuzgados por el sistema comunista, al conocimiento de cuyo mundo él contribuye con su aporte, el que, si bien recibido con prevención y reserva, se incorpora a los esfuerzos tendientes a esclarecer científicamente los problemas del comunismo.

En resumen, todo el esfuerzo señalado y el enorme aluvión de la indagación científica constituyen un fenómeno extraordinario, digno de tenerse en cuenta. Significa, de todos modos, una nueva orientación de la ciencia política norteamericana en cuanto al estudio de las ideas y las corrientes, regidoras de un mundo que desde ya representa la mayor preocupación para los EE.UU. con respecto a su política exterior ,y al empleo de sus fuerzas. Con el correr de los años, los mismos problemas se plantearán a las demás naciones americanas.

Al constatar los esfuerzos crecientes, tendientes a comprender cada vez mayor participación comunista en la dirección del mundo, junto con el progreso soviético en el campo científico y tecnológico, es menester destacar que ese esfuerzo norteamericano no es coordinado ni pragmático, lo que debería ser, sino generalmente indefinido, nebuloso, fuera de la realidad. El hombre de estudio norteamericano, que casi siempre dispone de todo el aparato de la ciencia política de su país, cuyo rasgo fundamental es la objetividad fría, una ciencia concebida en sentido horizontal dedicada a recoger y sistematizar meros hechos, números, cifras y datos estadísticos sacados por regla general de las fuentes comunistas, a través de los cuales la realidad se deforma y diluye en la fluidez de las tesis, planteadas hábilmente; este hombre de estudio a menudo se convierte en víctima de ineludibles malentendidos. Cuando recorre los países bajo dominio comunista, provisto de cuantiosos fondos suministrados por distintas Fundaciones, se detiene en la superficie, rara vez cala hondo en la esencia y la realidad del país respectivo, siendo víctima de la propaganda oficial. Hasta en caso de lograr percibir la diferencia entre la teoría y la práctica comunistas, teme señalarla. Se cuida de ser considerado subjetivo y unilateral, por ser eso, para la ciencia norteamericana, pecado grande e imperdonable. La virtud principal de la ciencia norteamericana sigue siendo el reconocer al adversario todos sus lados positivos. El entablar polémica con el enemigo se considera cosa indigna, ajena a la ciencia.

La ciencia política de los EE.UU. estima que debe ser objetivista y positivista. Todavía subestima las fluctuaciones políticas, como éstas surgen en la historia, y es propensa a considerar toda problemática con criterio económico y materialista. Según las concepciones del científico norteamericano, la economía es el camino más seguro para abordar y enfocar cada situación. Ese camino, tal como lo trazó Charles Beard, tiene mucho en común con las concepciones de los teóricos marxistas, aunque no lo reconozca. Dicho camino, no cabe duda alguna, es el más fácil y más superficial, pues acumulando hechos, colocándolos horizontalmente y en superficie, de modo matemático, se llega a resultados convincentes. El camino de la imaginación y la intuición, el de los imponderables históricos que siempre fueron la clave para conocer y comprender los fenómenos históricos, especialmente en los períodos fluctuantes de las revoluciones, le es desconocido al estudioso norteamericano. El, como si temiera todos esos elementos, que a su vez han formado a los hombres políticos europeos con la fuerza de los hechos políticos, prefiere permanecer en un plano restringido de estudio de los meros hechos, sin investigar sus causas remotas e inmediatas. Su propósito principal es ser objetivo en tiempos en que no existe objetividad, puesto que la revolución está en plena gestación y el globo terráqueo se hallá envuelto por llamas y niebla caótica, de la que nacerá un mundo nuevo, no definido aún.

El resultado de semejante enfoque de la revolución contemporánea no es seguro ni reconfortante. Esta es la razón de que la política norteamericana sea tan indecisa como indeterminada, ya que ella también busca, en primer lugar, la objetividad. En cambio, el marxismo de tipo comunista, si bien objetivista y realista, está dotado de imaginación e intuición, introduce en la vida política pasión y fe y, por último, fundamenta toda su filosofía y su acción sobre el principio de la "inevitabilidad" del derrumbe del capitalismo y de la democracia de tipo occidental, sirviéndose de las masas que conducen las élites restringidas, crueles, frías y maquiavélicas. Ocurre así que en las universidades de Harvard y Yale se estudia, hasta el más mínimo detalle, el desarrollo comunista, y mientras se estima haber encontrado la clave de la solución o comprensión de la crisis en que vivimos, el comunismo nos sorprende con sus saltos y vueltas que salen de los marcos fijados por la ciencia política norteamericana, propensa a la sistematización y la clasificación.

Tomemos el caso de George Kennan, el más perspicaz analista norteamericano, no cabe duda, de la estrategia política ruso-comunista, cuyos análisis se consideran la contribución más autorizada a la ciencia política de los Estados Unidos. Este autor, con su excesiva racionalización de los fenómenos, no sólo crea confusión en los conceptos, sino que quita la voluntad para emprender una acción política, necesaria más que nada a los EE.UU. La objetivización de una revolución en movimiento paraliza la contra-acción de los que habrían de contrarrestarla con el propósito de mantener su puesto en la historia, incluso de preservar su lugar en la geografía del mundo. Por ser característica fundamental de esta nación la complacencia, el adormecimiento frente al enemigo y la creencia, la firme creencia de que el enemigo no es tan terrible ni negro como lo pintan, con su planteo y su desarrollo de la problemática americano-soviética, Kennan desarma desanima y desorienta a la opinión pública y al hombre de acción de los EE.UU. Una nación fundamentalmente no expansionista, que todavía cree en el entendimiento con la Unión Soviética y el mundo comunista, por lo que dejó escapar algunos momentos decisivos en que pudo, disponiendo de armas nucleares muy superiores, contener a la Unión Soviética y el imperialismo comunista dentro de sus fronteras, se vio desarmada moralmente por efecto de la racionalización científica, cuyos portavoces principales son George Kennan y Walter Lipmann. Si bien de criterios opuestos, ellos y sus símiles, lo hicieron todo para desarmar moralmente a la opinión pública, partiendo de la premisa de que el comunismo no es tan peligroso como el nazismo. Mientras pedían medidas radicales frente al nacional socialismo, frente al comunismo asumían la actitud del observador que desea llegar a un acuerdo. Los que surgieron en Norteamérica como opositores radicales al comunismo, identificando el comunismo con el nazismo, perdieron posiciones como políticos o como científicos. El caso de MacCarthy o del senador Knowland, del general MacArthur y de buen número de los publicistas y profesores universitarios -muchos de estos últimos liberales-, es muy significativo, pues fueron barridos por la ola del liberalismo anticomunista[1].

Los intelectuales liberales norteamericanos asignaron al comunismo un puesto en la evolución histórica opuesto al que atribuyeron al fascismo y el nacional- socialismo. Consideran el comunismo como un fenómeno inevitable en la evolución de aquellos países, donde no existían las condiciones para un progreso democrático, económico y nacional. Su oposición al comunismo se reduce a fijarle las fronteras en el espacio. The policy of containement, la política de contención de Kennan, tendiente a detener el comunismo e impedir su desbordamiento por el mundo libre, es una de las pruebas y de las más evidentes de cómo se enfoca la crisis actual. Semejante punto de vista influye para que los políticos norteamericanos y la élite intelectual miren a Rusia fría, objetiva y racionalmente, lo que a su vez paraliza el empuje de una actitud anticomunista que podría cobrar mayor y más vigoroso volumen. Si el comunismo es una nueva religión, como a menudo se dice, entonces la democracia también tendría que volver a sus fuentes irracionales y en lugar de comportarse como un observador pasivo, animar a las masas con nuevas creencias y nuevo proselitismo. La misma situación imperante en Francia entre las dos guerras, cuando Julien Benda exigía el despertar irracional de Ia democracia enfrentada con el nacional-socialismo y el fascismo, impera actualmente en los EE.UU. en relación al comunismo irracional. La objetivización de lo irracional crea la predisposición para la pasividad y es así que los EE.UU., en lugar de ser la fuerza directriz de la revolución democrática en el mundo, se limita a frenar el movimiento democrático en ciertos países, surgido por razones nacionales y económicas.

Las complicaciones económicas en los países subdesarrollados que pasan por su despertar nacional, donde las masas están en movimiento, no las resuelve Norteamérica, sino que las deja explotar por el comunismo soviético.

Mientras tanto, los hombres de estudio norteamericanos observan, investigan, manejan los datos que les proporciona la ciencia, mas se niegan a tomar partido, aunque los comunistas les atribuyen la responsabilidad del atraso existente en el mundo.

Estados Unidos de América no es del tipo de las potencias coloniales europeas de los siglos XVIII, XIX y XX, por cuanto su fuerza principal surge de su propio territorio. Por eso, el comunismo soviético se halla en posición favorable al poder operar con buenas perspectivas en distintas partes del globo. Todo ello, empero, no significa que los EE.UU. no estén en condiciones de resistir y rechazar una agresión. Pero el punto más flojo es que los EE.UU., frente al imperialismo soviético- comunista, toma en cuenta únicamente la agresión del enemigo. Un enfrentamiento radical con el comunismo, incluso el ideológico, se considera en los EE.UU. como el camino inevitable hacia la guerra. Así arguyen Kennan y Lipfimann, seguidos por una larga cohorte de publicistas y analistas políticos, en lugar de ver que la agresión comunista no se identifica siempre con la guerra, que el comunismo aplica una estrategia política con la que puede, evitando la guerra, herir mortalmente al enemigo. La diferencia entre la estrategia comunista y la nacional-socialista consiste fundamentalmente en que el comunismo conquista sin guerra. Y la estrategia norteamericana consiste en acumular armas, cuyo empleo se decidirá políticamente. Dicha decisión política se ve paralizada por la actuación de los analistas políticos, quienes, al juego hábil de la estrategia comunista, responden con concesiones y con racionalización. El racionalizar lo irracional lleva inevitablemente a la guerra o a la capitulación, lo que es lo mismo, por cuanto no puede haber capitulación sin guerra.

II

El titoísmo fue y sigue siendo una de las utopías de la ciencia política norteamericana, que cree poder contrarrestar con su ayuda la estrategia soviético-comunista. El pensamiento de que Tito primero dividiría el bloque comunista y luego lo debilitaría, quedó casi elemento principal de ciencia y estrategia política norteamericana: Mes por mes, nuevos libros y estudios sobre este tema se registran en la bibliografía política americana, mientras que esta gran ilusión ya costó a los ciudadanos de los EE.UU. más de 2.000 millones de dólares. Tengo a la vista los libros aparecidos en los últimos tiempos de calificados autores políticos, quienes residieron algún tiempo en Belgrado con fines de estudio o desempeñaron puestos oficiales. No cabe sospechar que sean simpatizantes comunistas. Los guiaron a abocarse al estudio del problema comunista yugoeslavo motivos científicos y también el deseo de vislumbrar, a través del estudio de la estructura estatal y del sistema político de Tito, en sus fases de desarrollo después de la escisión con Moscú y hasta hoy, una eventual posibilidad de cierta "evolución democrática" del comunismo, como doctrina política y práctica.

El primero en plantear esta tesis fue H.F. Amstrong, redactor de la revista Foreign Affairs, el órgano más autorizado de la política exterior norteamericana, conservador por su mentalidad, quien creyó que Tito organizaría un Estado que serviría de modelo para dislocar el stalinismo, con lo que se debilitaría el bloque comunista. Tesis que apoyó Cyrus Sulzberger en sus artículos del New York Times, por creer en el gran deshielo después de la muerte del dictador Stalin. Si añadimos el nombre de John Gunther, tenemos las principales excursiones de los publicistas en el mundo comunista, supuestamente en disgregación. Sus observaciones y planteamientos resultaron superficiales y algo ingenuos. Disecaban el cuerpo vivo de los pueblos de Yugoeslavia como si se tratase de un material sin relación alguna con el organismo vivo. El problema nacional que Tito no logró resolver, les dejaba indiferentes. Yugoeslavia les era necesaria como antítesis a la tesis stalinista. Eso determinó la política norteamericana de considerable ayuda material al régimen de Tito, en vigor todavía. De este modo, el capitalismo norteamericano se convirtió - la historia ha de decirlo - en el principal respaldo económico para la "edificación del socialismo" en Yugoeslavia. Ni el mismo Carlos Marx pudo prever semejantes contradicciones en el comunismo y en el capitalismo, pero ellas no afectan a los hombres de Estado y publicistas norteamericanos, mientras que Tito sigue explotándolos cuanto puede. En realidad, ocurrió que en tanto el aparato norteamericano llevaba una lucha tenaz contra Stalin, Tito afianzaba su propia posición y exigía de los pueblos de Yugoeslavia testimonios de agradecimiento por haberlos liberado de la presión directa del Kremlin. Tito jugaba entre Moscú y Washington aquel viejo juego balcánico que sus antecesores manejaban en el mismo terreno ya en tiempos remotos, entre Bizancio y la Roma papal. La oposición a Tito, tanto en el país cuanto entre los exilados, si contara únicamente con la política de Occidente, debería, sin quererlo, paralizarse y en definitiva desaparecer.

Como si nadie viera este aspecto del juego político con Tito. Uno de los economistas norteamericanos más serios John Kenneth Galbraith, profesor de ciencias económicas en la Universidad de Harvard, en su diario de viajes por Polonia y Yugoeslavia, Journey to Poland and Yugoslavia[2], nos ofrece un cuadro trágico, cuando no ridículo, sobre la "edificación del socialismo" en Yugoeslavia. Objetivo, desapasionado, dotado del sentido del humor típicamente anglosajón, este profesor conversa con los economistas polacos y yugoeslavos, convencido de que su propósito es únicamente edificar una sociedad en la que el pueblo viva mejor que entre las dos guerras mundiales. Aunque economista, él no se pregunta cómo es posible que después de 15 años y además con la ayuda americana de 2.000 millones de dólares, los súbditos de Tito están lejos de alcanzar el nivel de vida, no de un ciudadano de Alemania Occidental, sino, digamos, de un italiano, a cuyo país EE.UU. regaló capitales mucho menores para su recuperación económica. No se pregunta cómo es posible que EE.UU. debe continuar con los envíos de alimentos al país que entre las dos guerras exportaba cereales y otros alimentos, productos de su tierra. En sus conferencias ante los economistas del régimen, este profesor de la Harvard University se empeña en explicar cómo la opulenta sociedad norteamericana tiende también a la socialización. La historia no vuelve a lo ya pasado. Los comunistas en Belgrado y Varsovia se frotan las manos, mientras que la población sufrida y sacrificada queda perpleja y fuera de sí.

Para hacer el asunto más ridículo aún, aparece el libro del analista político Fred Warner Neal, titulado Titoism in Action[3] (Titoísmo en Acción), lleno de consideraciones extrañas. En primer lugar, el autor, que dispone de toda la documentación sobre Tito, Kardelj, Kidric, Djordjevic, Gerskovic, etc., quiere consternarnos con sus hallazgos. Opina que el comunismo titoísta está retornando no sólo a Bernstein, sino al fabianismo británico. Las concesiones forzosas de los comunistas a los campesinos, Neal las denomina "fabianistas".

Según él, los consejos obreros son el ejemplo evidente de la "propiedad social" y camino seguro a la democratización del capital y de la propiedad. Si bien los titoístas cometen con frecuencia errores y no saben lo que quieren, tienen una idea clara, es decir, Yugoeslavia va seguro hacia el socialismo. El autor se cuida mucho de salir de su torre de marfil y enfrentarse con la realidad; no considera oportuno conversar, por ejemplo, con los campesinos del sector privado y colectivo, entrevistarse con los obreros, con los miembros de los consejos obreros e informarnos cuándo y dónde los obreros se repartieron entre sí las ganancias de la empresa, experimentando así que las fábricas son de su exclusiva propiedad.

El autor no nos dice cuáles son las relaciones entre los dirigentes fabriles y los obreros. Tampoco hace mención de las huelgas revolucionarias, desatadas en Trbovlje (mina de carbón en Eslovenia. N. de la R.), en Dalmacia (provincia croata. N. de la R.). Cuando se refiere al "regionalismo económico", no explica que se trata del descontento sobre la base nacional de la explotación de Croacia y Eslovenia. Incluso cree en el "centralismo demócrata".

Las excursiones del señor Neal fueron costeadas por instituciones y fundaciones norteamericanas. El considera que sus hallazgos son tan importantes y tan exitosas sus gestiones como para que la fundación "Twenty Century" lo enviase a estudiar las diferencias entre el comunismo soviético y el de Tito. Esos "hallazgos" que hacen época, cuestan enormemente; sería mejor construir con ese dinero una aldea modelo de tipo americano, que serviría más al pueblo y aumentaría el prestigio de los EE.UU., que derrocharlo para una objetivización, artificial y ficticia, de la realidad política y económica yugoeslava.

Igual tesis desarrolla, empleando otro camino, Charles P. McVicker en su libro Titoism-Pattern for International Comunism[4] (Titoísmo-Modelo para el Comunismo Internacional), quien recalca cómo el comunismo titoísta, desgajado del dogmatismo soviético, se va a la "liberalización" o aun a "la democracia social". McVicker, quien residía en Zagreb, empleado en el consulado de su país, pudo, aparte de la teoría, estudiar la realidad tal cual la veía diariamente. Limitado exclusivamente al estudio teórico, desarrolló su tesis sobre la premisa de que, a partir de 1949 y especialmente 1950, la concepción de Tito acerca de un Estado monolítico se transformaba gradualmente en la "representación más amplia del pueblo". Según él, los comunistas, en el ejercicio del poder, han "reconocido los derechos individuales", y como para el liberalismo occidental "los derechos individuales" constituyen la ley fundamental, entonces el comunismo titoísta lleva inevitablemente a la democracia. Titoísmo, por lo tanto, no es sino "casa en mitad del camino a la libertad" entre la tiranía stalinista y el "socialismo democrático". La nueva "constitucionalidad" yugoeslava, según surgió de los dos últimos congresos del Partido Comunista, o sea de la Liga de los comunistas[5], prevé la "descentralización", que, mediante las comunas, acabaría por desembocar en "plena libertad funcionamiento del poder. La distribución de los bienes económicos y aplicación de la autogestión obrera constituyen también, para este autor, no sólo signos de la indudable separación del comunismo yugoeslavo del soviético, sino el comienzo de una "democratización" general, que facilitará al pueblo "las libertades más amplias". Al reformar el sistema judicial y limitar la actividad de la policía secreta, los "titoístas" descubren que en Yugoeslavia "el individuo socialista era el factor más importante de la comunidad". Para dar mayor relieve a este cuadro, huelga citar lo siguiente: "Los titoístas procuran establecer la síntesis del pensamiento fundamental liberal occidental con el erróneo axioma marxista según el cual todas las relaciones humanas emanan exclusivamente de las causas materiales".

Al plantear la cuestión nacional dentro del Estado yugoeslavo plurinacional - cuestión ésta que evitan los analistas norteamericanos-, McVicker descubrió, por ejemplo, que "el odio recíproco entre servios y croatas" se siente mucho más entre los exilados que dentro del país y; muy extrañado, destacó que en sus conversaciones con los dignatarios católicos croatas, celebradas en 1950-52, percibió que ellos abogaban por la separación de Croacia y su integración, como Estado soberano en la unión europea lo que sería factible con la ayuda económica de los EE.UU. Tanto él como Neal y Galbraith, no tocan el problema nacional que, en cambio, la Unión Soviética todavía considera instrumento más poderoso de su estrategia en la lucha contra el titoísmo. McVicker, al igual que Kennan, ignora los problemas nacionales mientras analiza la situación interna de la URSS, desconociendo no solamente la lucha nacional de los ucranios, sino de todas las demás nacionalidades incorporadas a la Unión Soviética. Tanto la propaganda oficial como la diplomacia norteamericana se atienen a los mismos principios políticos con respecto a Rusia y Yugoeslavia. Ese medio más eficaz para dislocar el comunismo es desconocido por la ciencia y la política norteamericanas.

La única excepción es el historiador Kohn, quien en su obra PanSlavism y en el prólogo del libro The Soviet- Yugoslav Controversy 1948-58. A Documentary Record, publicado por Robert Bass y Elisabeth Marbury en The East Europe Institute[6], profundizó el problema y destacó que en las relaciones entre Yugoeslavia y Rusia subsistía la vieja lucha nacional, que antes también se libraba en los Balcanes y que el conflicto existente, pero en versión comunista, entre Servia por un lado, Albania y Bulgaria por el otro, no era más que la lucha entre las nacionalidades rivales, manifestada idénticamente en otras circunstancias, sin que la dirección comunista, sea ésta granrusa o granservia, lograse solucionar ese antagonismo irreconciliable.

Según estas premisas y planteamientos expuestos en las obras de los tratadistas políticos y economistas norteamericanos, el destino de los pueblos de Yugoeslavia sigue siendo nebuloso. No sólo que la ciencia política de los EE.UU. no contribuye a que esos pueblos se liberen del yugo comunista, sino que crea prejuicios y falsas convicciones entre el público estadounidense, en el sentido de que la lucha por la liberación sería inútil e infructuosa. La suerte de estos pueblos queda librada, según ella, al proceso histórico. No percibe que la revolución genera contrarrevolución, ya que si el proceso dialéctico es un cambio incesante, por consiguiente el comunismo también tiene su límite en el tiempo (puede ser superado por un fenómeno nuevo más fuerte que él). La ciencia política, con semejantes enfoques, adormece al hombre norteamericano, le quita la voluntad de poner el comunismo en peligro constante y obligarlo a defenderse, aprovechando el mismo proceso dialéctico; le priva iniciativa, única fuerza capaz de evitar la guerra y a la vez exponer el mismo al peligro de debilitamiento.

III

Ultimamente tuve oportunidad de recorrer Africa, el Cercano Oriente, Unión Soviética y Cuba. Mis viajes tenían carácter científico e informativo y en mínima parte turístico. Mi misión era investigar la influencia que EE.UU. ejerce en el mundo actual, y en ese sentido mi viaje cuadraba completamente con una típica investigación norteamericana.

La paradoja es el mejor término que se puede emplear cuando se habla con los representantes de la clase directiva en las partes del mundo extendidas entre EE.UU. y URSS. En las calles de Khartum las fotos de Tito cuelgan de los muros y la gente habla de él con un entusiasmo verdaderamente incomprensible. Nadie se pregunta: ¿Cómo andan las cosas en Yugoeslavia; por qué los problemas nacionales siguen sin solución y amenazan destruir el edificio que Tito levantó, como si fuera castillo de naipes?

¿De dónde, pues tanto interés de esos pueblos por Tito?

Por haber indicado a los políticos de esos países atrasados cuál es la mejor manera de operar entre las dos grandes potencias. Tanto en Sudán como en Egipto, todo el mundo advierte el conflicto existente entre Washington y Moscú y que en él pueden quedar aplastados, y la gente piensa que Tito tuvo razón al orientar la política de su país en sentido neutral, esperando inclinarse al bando victorioso.

El hecho de que Tito siga siendo comunista a carta cabal y que no haya modificado un ápice su régimen interno, a nadie le preocupa lo más mínimo. Les atrae el éxito de Tito en mantenerse en el poder y hasta fortalecerse en el conflicto surgido entre dos bloques mundiales. Cada tentativa mía de ubicar a Tito en su justo lugar fue rechazada por mis interlocutores con la argumentación que esgrime sobre Tito la literatura política norteamericana precitada. Me atrevo a decir que la ciencia política norteamericana ha contribuido más a la elevación de Tito en la fantasía de esos intelectuales que toda la literatura comunista. Incluso la política oficial de Washington, que prestó gran apoyo financiero al experimento de Tito, acrecentó su prestigio en estas partes del mundo. Cuando Tito otorga préstamos al Sudán y Abisinia, cuando construye puertos en las orillas de Siria y Abisinia o envía a sus misiones al Asia y Africa, nadie se pregunta de dónde saca los medios financieros, nadie subraya que Tito realiza todo eso con el dinero norteamericano.

Quienes creían en Washington, al regalar miles de millones de dólares a Tito, que de este modo destruirían el imperio de Stalin, se equivocaron. Con el dinero regalado Tito destruye por todos lados las posiciones norteamericanas: Penetra en ese mundo colonial y atrasado como mentor y consejero. Los pilotos abisinios y sudaneses, en lugar de instruirse en los EE.UU., se instruyen en la Yugoeslavia comunista con el dinero americano y con los aviones americanos. Si bien todo eso lo ve cada norteamericano que trabaja en esos países, no lo ven ni Londres ni Washington.

Tito enseñó a la clase dirigente de esos países el modo de explotar a Occidente sirviéndose de los medios que le regaló este mismo Occidente. Para nosotros los occidentales éste es un conocimiento harto doloroso. Sería más amargo aún si no supiéramos que en "la casa" de Tito todo no va bien y que síntomas que revelan grietas peligrosas en el edificio comunista.

Empero, consuela el hecho de que por doquier hay verdaderos amigos de Occidente que rechazan los presupuestos y fundamentos de la ciencia política norteamericana. Cuando critican a los EE.UU., no se oponen a sus recientes realizaciones económico-sociales. Critican a Norteamérica por no aprovechar debidamente sus posibilidades ilimitadas para realizar una profunda revolución económico-social en esos países, donde se siente su influencia económica y política.

Esos yerros de los EE.UU. se sienten en todas partes del mundo. Yo diría que consisten en la falta de comprensión de los grandes cambios sociales y económicos que se están produciendo en el mundo y que antes fueron solucionados con tanto éxito en Norteamérica. El derroche de cuantiosos subsidios materiales a varias partes del mundo sin el acompañamiento de una política amplia y definida con determinados motivos económico-sociales, que tendría su positivo impacto sobre las clases descontentas, especialmente sobre los intelectuales, ocasiona serios perjuicios a los EE.UU. Diría que aquí precisamente está la culpa de los intelectuales norteamericanos por su actitud pasiva en cuanto a la política exterior de su país.

Lo que acabo de decir se refleja en gran medida en Cuba. Para mí, el encuentro con Cuba fue más que una sorpresa. A menos de tres horas de Nueva York me enfrenté con una situación que se asemejaba más a la Yugoeslavia de Tito de 1945 que a lo esperado por mí[7]. Si bien se dudaba que Fidel Castro fuera comunista, vi con claridad que todo su experimento era dirigido por los marxistas, siguiendo las huellas de los soviéticos y las de Tito. Creo que era imperioso mejorar la situación de la población rural. No obstante, me parece que el camino de colectivización es erróneo e innecesario. Estados Unidos invirtió elevadas sumas de dinero en Cuba y el nivel de vida no es tan bajo como los describen los propagandistas oficiales, que del antiyanquismo hacen cuestión de vida o muerte para su revolución. Cada país del norte o sudeste europeo se sentiría muy feliz y contento si tuviera en su vecindad a una nación como los EE.UU. ¿qué es lo que no daría, por ejemplo, en el caso dado, Polonia o Finlandia?

Castro, en cambio, está creando la psicosis de odio contra EE.UU., reorganiza la defensa, mantiene al país y a un pueblo pacífico en tensión, como si EE.UU. estuviese por cometer una agresión armada de un momento a otro. Si, supongamos, el presidente de Finlandia provocara de este modo y todos los días al gobierno soviético, es seguro que no quedaría ni dos días en el poder. Castro, sin embargo continúa con amenazas, provocaciones, calumnias y desafíos, organiza el ejército y la milicia como si algún conflicto bélico fuese a estallar y, lo que es todavía más trágico, solicita la ayuda de los soviéticos, quienes se afianzaron así a veinte millas de distancia de las costas de Estados Unidos.

En Cuba están operando los comunistas rusos, chinos y yugoeslavos, ofreciendo cada uno su receta comunista. Hoy en día se dan múltiples paradojas, pero ésta con seguridad supera a todas. El experimento económico - social de los EE.UU. lo desconocen por completo los intelectuales cubanos. Lo rechazan, además, sin conocerlo. Antes, los intelectuales de los países pequeños miraban hacia París, Londres, Berlín y Washington buscando no sólo la experiencia política sino también las formas del progreso social, económico cultural. Hoy miran lo que hace Tito, Khruschchev y Mao Tse-tung. Y para que la tragedia sea completa, esas actitudes se fundan en lo que se dice y escribe en Londres y Washington sobre Tito, Khruschev y Mao Tse-tung.

Hablando en Cuba con los partidarios de Castro, tuve que escuchar cuentos inverosímiles sobre Tito, divulgados no precisamente por los emisarios de Tito, sino por las publicaciones norteamericanas de carácter científico. Cuando intentaba rectificar las opiniones desacertadas y falsas, entonces me venían con los juicios de algún renombrado autor político norteamericano, leídos en revistas calificadas como lo son Foreign Affairs e incluso Problems of Communism, publicaciones éstas de las que no se puede decir que sean de tendencia izquierdista, ya que reflejan las opiniones y puntos de vista más autorizados de los Estados Unidos. Es así como EE.UU. socava y destruye los cimientos de su política. De hecho, menos se puede reprochar al hombre de negocios norteamericano si busca la ganancia dentro del estilo clásico capitalista, cosa imposible ya en su país, que a los intelectuales norteamericanos cuando escriben y discuten sobre los problemas que no entienden.

Es preciso reflexionar y escribir sobre esa ilogicidad que no perjudica únicamente a los EE.UU., los pueblos de Yugoeslavia y al pueblo de Cuba, afectados directamente por el titoísmo y el castrismo. Hay peligro para otros países también, incluso la América latina. En Cuba pudo comprobarse que los emisarios de Tito aconsejan a los propagandistas de Castro prestar apoyo a los movimientos revolucionarios similares, que la prensa yugoeslava sigue con atención, alienta y no oculta sus simpatías.

Antes señalaba también los errores fatales de la ciencia política norteamericana por su apreciación del comunismo ruso y el yugoeslavo, pero nunca antes me había percatado de cuán terribles son esos errores como en este viaje desde el Africa Occidental, a través del Cercano Oriente y hasta Cuba, que está a las puertas de Estados Unidos.

La sociedad norteamericana, desde el New Deal rooseveltiano hasta hoy, bajo los gobiernos demócrata y republicano, ha realizado una profunda revolución económica y social, asegurando a las masas obreras tan alto nivel de vida como ningún otro sistema pudo ofrecerles. Sin embargo, de esas conquistas obreras no se sabe nada en Cuba y todavía menos en Ghana o Sudán. Lo que se sabe sobre esta revolución resulta superficial y deformado, por cuanto a los intelectuales norteamericanos les interesa más cómo actúan "los consejos obreros" de Tito que las conquistas obreras en EE.UU. Por último, el error mayor que comete la propaganda oficial norteamericana es poner al capitalismo como alternativa al comunismo, en lugar de la libertad y la justicia social, como si el sistema capitalista de tipo clásico no estuviese muerto ya, incluso en Estados Unidos.

Acerca de Cuba, podemos decir también: si la revolución social que pretende llevar a cabo bajo el signo marxista tenga repercusión en toda la América latina, sería trágico si se procede así únicamente para llevar la contra a Estados Unidos, ya que es obvio que los comunistas de todo el continente sudamericano concentrados en Cuba, no conseguirán ofrecer a las masas la liberación política y económica que éstas necesitan. Además, si semejante revolución se hace bajo la tutela de la Unión Soviética y con la ayuda del comunismo mundial, el pueblo de Cuba será explotado y sacrificado a los cálculos del gran juego de la política internacional y sus intereses supeditados a la lucha entre las grandes potencias. Rusia no da su dinero en vano. Penetra allí donde el clima revolucionario le es propicio; no la guían motivos idealistas o altruistas, y esos países le sirven de instrumento para su política mundial, tendiente a excluir a los EE.UU. y al bloque occidental. De este modo, las aspiraciones de los países subdesarrollados a mejores condiciones económicas y al equilibrio social son sacrificadas a los intereses de la política mundial. Quienes miran esas relaciones con fanatismo como Castro, derriban los cimientos de lo que hubiera podido ser una beneficiosa reforma social y económica.

IV

Antes de concluir quisiera poner de relieve el artículo de Lewis S. Feuer, profesor de filosofía de la California University, publicado en la revista New Leader[8], en el cual se refiere con criticismo a algunos puntos de vista básicos de los analistas norteamericanos sobre la política soviética. "Durante la generación pasada, los sociólogos se esforzaban por pintarnos el cuadro de la Unión Soviética. Sean cuales fuesen las diferencias entre ellos, el análisis de la Unión Soviética partía de una premisa fundamental. Ellos suponían que la evolución de la sociedad soviética estaba esencialmente determinada por las necesidades internas ... ¿Cuál fue el impacto de semejante cuadro de la realidad soviética en la política exterior norteamericana? Un cuadro falso, presuponiendo la realidad, nos impide afrontar un problema en consonancia con nuestros propios intereses. Los sociólogos crearon un cuadro de la Unión Soviética como si se tratara de una especie de la Totalidad Poderosa, de un cosmos político, como lo es el Absolutum hegeliano, inmóvil e inmanente... Cierto sentido imprescindible derívase de los escritos de nuestros especialistas en materia soviética. No paran mientes en que el carácter inmanente de la revolución soviética quita la posibilidad de una política exterior creadora. Niegan que la política exterior norteamericana pueda contribuir a la orientación de la sociedad soviética hacia una alternativa más liberal. En opinión de nuestros analistas de asuntos soviéticos no existen alternativas históricas reales."

Me parece que nadie en los EE.UU. ha planteado este problema mejor que Feuer, calando hasta su fondo. Los sociólogos, escritores políticos y economistas norteamericanos, perdidos en los sinuosos meandros de la dialéctica comunista, sin percatarse de la diferencia entre la teoría y la realidad comunista ! en los países bajo dominio de la hoz y el martillo, renuncian a la posibilidad de plantear una alternativa al comunismo. El que está un tanto iniciado en el proceso del acontecer histórico, sabe que sin las alternativas adecuadas no se producen cambios en el mundo, y sin ellas es imposible resguardar los propios intereses nacionales. Lo dicho no vale sólo para los tiempos de paz, sino especialmente para los períodos revolucionarios. La fuerza del comunismo no emana de su valor intrínseco sino de la ausencia de nuevas ideas y de acción de Occidente, de la impotencia de la élite intelectual y política para idear nuevas alternativas. Por eso cede la iniciativa exclusivamente a los dirigentes comunistas, tanto la iniciativa como la alternativa. Corroída por el historicismo y propensa a objetivizar cada fenómeno irracional en la historia, la ciencia política norteamericana se debate en crisis. Hasta tanto no se supere esa crisis, será difícil creer que recuperaremos la iniciativa y la alternativa.

El presente cuadro, negativo y sombrío, cambia súbitamente cuando uno llega a Rusia. Si después del viaje citado no hubiese visitado a la Unión Soviética, habría vivido convencido de que el final del siglo XX podría ser llamado: la era comunista y que las fuerzas de la libertad habían llegado a su término. En el mes de mi estada en Rusia, hablando con la gente sencilla y con los intelectuales en su propio idioma, advertí que en la Unión Soviética el comunismo está casi muerto. En mis conversaciones con la gente rusa vi que el comunismo como filosofía y como realidad no despierta ninguna ilusión ni entusiasmo ni satisface las aspiraciones de los habitantes de la Unión Soviética. Mis investigaciones comprobaron mis convicciones anteriores de que el comunismo es una aberración que puede entusiasmar a los intelectuales que no lo han probado en la práctica y no a los pueblos con los que el comunismo experimenta.

Aún más, en la Unión Soviética me di cuenta de que la experiencia norteamericana se busca, estudia e imita allí más que la experiencia comunista. Cuando en Occidente escuchamos no sólo a los comunistas sino a los neutrales, que nos dicen que el sistema norteamericano está perimido y no se adecúa más a las aspiraciones económicas y sociales del hombre contemporáneo, debemos ir a Rusia para experimentar lo contrario. El hombre ruso y soviético reclama una sola cosa: alcanzar el nivel de vida del hombre norteamericano. Sabíamos que los pueblos europeos ocupados después de la guerra por los soviéticos; los que están actualmente bajo el dominio comunista, constituyen el adversario potencial más peligroso para el imperialismo soviético. Sin embargo, saber que los pueblos de Rusia rechazan el comunismo, tiene efectos alentadores. Los pueblos sometidos, víctimas del imperialismo soviético, no pueden comprender el hecho de que los EE.UU. con sus fuerzas ilimitadas no sea capaz de desenmascarar las mentiras del comunismo. Lo esencial es que eso tampoco lo entiende el hombre ruso. Cuando se derriben las barreras y se elimine el telón de acero que separa a dos mundos, seguro estoy de que entonces la luz de día dispersará las sombras y desaparecerán los fantasmas. Entonces alguien se acordará y limpiará las bibliotecas de todas las tesis y antítesis, de todas las disertaciones doctorales sobre los problemas de un mundo que con su sangre está pagando los errores de los intelectuales occidentales, sus construcciones arbitrarias, carentes de sentido y de realismo.

 

 


JULIO CLOVIO CROATA, PROTECTOR DEL GRECO JOVEN

Branko Kadic

En la historia del Quattrocento y Cinquecento figuran los nombres de algunos destacados pintores y escultores croatas que abrieron nuevos capítulos en el arte renacentista. Esos creadores plásticos dejaron obras en las que se reflejan los rasgos particulares de su origen; el substrato étnico se manifiesta en el estilo y el acento peculiares de sus esculturas o pinturas. Desde el siglo XV, Croacia estaba empeñada en una larga y sangrienta lucha, como guardián de Occidente contra las invasiones de los osmanlíes. Inter armas silent musae y este clima bélico permanente distaba mucho de favorecer el florecimiento de las bellas artes y de la cultura en general. Por eso los hombres de talento artístico buscan refugio en Italia, foco principal de la cultura europea en aquella época. Entre la gran pléyade de sobresalientes artistas, cuyas obras perduraron por siglos, figuran los escultores Francisco Vranjanin (Francesco Laurana) Juan Duknovic (Giovanni Dalmata) los pintores Jorge Culinovic (Giorgio Schiavone) y Andrea Medulic (Andrea Meldolla Schiavone). Las obras de estos grandes maestros renacentistas se conservan actualmente en las iglesias, pinacotecas, museos, galerías y colecciones de Italia, Francia, Alemania, Austria, España, Portugal, Inglaterra, Croacia y Hungría.

Francísco Vranjanin (Laurana) - nacido en Vrana, Dalmacia, en 1420 o 1425 y muerto en 1502 - es conocido por sus medallones, varias esculturas de Virgen con el niño en brazos y de bustos femeninos. Participó en la decoración escultórica del arco de triunfo de Alfonso de Aragón, en Nápoles. Son célebres sus esculturas de Beatriz y Eleonor de Aragón, Catalina Sforza y de otras celebridades de las cortes renacentistas.

Juan Duknovic (Giovanni Dalmata) - nacido alrededor de 1440 en Trogir, Croacia, fallecido hacia 1516 - trabajó para los papas, los cardenales y grandes de Italia. Fue sustancial su aporte en la construcción de la tumba del papa Pablo II y de varias magníficas esculturas conservadas actualmente en las grutas vaticanas. Dejó, además, numerosas obras en la corte del rey húngaro-croata Matías Corvino, quien se había rodeado de artistas renacentistas y literatos humanistas. Su delicado lirismo e intenso dinamismo se conjugan conformando una síntesis escultórica armoniosa.

El pintor Jorge Culinovic (Giorgio Schiavone) nació en Skradin en 1433-36. Trabajó en Dalmacia y en Padua. Murió en 1505. Sus lienzos se conservan actualmente en National Gallery, de Londres; en el museo Jacquemart-Andrés, de París; en la Pinacotea turinense, en el Museo de Berlín, en la Sacristía Capitular de Padua, en el museo Correr, de Venecia; en Rijksmuseum, de Amsterdam; en la Galería Walters, de Baltimore, y en la Galería de la Academia Carrara, de Bérgamo. La característica principal que lo distíngue de sus coetáneos es su plasticismo acentuado, casi frenético, y el extraordinario equilibrio de formas y colores.

Andrea Medulic (Andrea Meldolla Schiavone) - nacido en Zadar, Croacia, alrededor de 1503 y muerto en Venecia en 1563 - ocupa un puesto de honor en la pintura veneciana del Cinquecento. Por sus significativas innovaciones en la interpretación de la luz, la atmósfera y la materia pictórica, Medulic es considerado como precursor, en ciertas soluciones, de Tintoretto, Basano y el Greco. Tanto Medulic como Culinovic figuran en la historia de la pintura bajo el nombre Schiavone. En aquella época en Italia se denominaba a la gente, venida de Croacia, indistintamente, como schiavone, croata, dálmata o ilirio.

Además de los cuatro nombrados creadores del Renacimiento, cabe señalar la magnífica obra del arquitecto Luciano Pranjanin (Laurana), autor de los palacios del rey de Nápoles y del duque d'Urbino, luego las esculturas de Jorge Dalmatinac (Giorgio da Sebenico), de las que se destacan la loggia municipal y los hermosos portales de las iglesias de San Agustín y de San Francisco, en Ancona.

En esa galería de insignes maestros croatas durante el Renacimiento, ocupa lugar especial el miniaturista Julio Klovic (Giulio Clovio) - 1498-1578-, pintor "nulli secundus", protector del Greco.

Julio Klovic nació en 1498 en Grizane, en el litoral croata. Fue bautizado con el nombre Jorge, que luego en Italia cambió por Julio[9]. Es más que seguro que Klovic adquirió los primeros conocimientos humanistas y de dibujo en algún convento de Croacia. Muy joven se trasladó a Venecia, donde su talento excepcional le valió la admiración y la protección del cardenal y gran mecenas Mariano Grimani. En Venecia conoció a fondo la pintura de Ticiano. Durante los tres años que pasó en Venecia, Klovic decoró numerosos sellos, escudos, medallas y se consagró íntegramente al arte de la miniatura. Luego, en 1524, después de pasar varios años en Roma, fue llamado por el rey húngaro-croata Lodovico II, de la dinastía polaca Jagello, casado con María, hermana del emperador Carlos V. En su corte ejecutó varias obras preciosas en miniatura. Tomó parte en la catastrófica batalla de Mohac (1526), en la que los turcos derrotaron a las tropas cristianas, cayendo en el campo de batalla el mismo rey Vladislao. Toda la Europa Central quedó arrasada y presa de terrible pánico a causa del incontenible avance de los conquistadores osmanlies. Klovic decide volver a Italia, único refugio para los artistas y literatos. Llegado a Roma, le tocó presenciar su saqueo por las tropas alemanas, españolas e italianas de Carlos V. Hasta Klovic fue maltratado, robado y despojado de todo. Fue a Mantua, donde decidió entrar en las órdenes. En 1531 renuncia al hábito y, con la autorización pontifical, vuelve a la vida de sacerdote secular. En Mantua decoró con miniaturas para su protector el cardenal Grimani el Evangeliario, el Liber commentariorum in epistulam S. Pauli ad Romanos y las rimas del poeta Petrarca. En el año 1538 regresa a Roma, llamado por el Papa Pablo III. Contrae relaciones amistosas con Vittoria Colonna y con las destacados humanistas. De esa época datan sus miniaturas en el Codex priscae romanae psalmodiae. Tiene por alumno al conocido pintor portugués Francisco de Holanda, quien hizo índice de sus obras. Desde 1546 lo encontramos al servicio del poderoso e influyente cardenal Alejandro Farnesio. Vive en su soberbio palacio, construido por Miguel Angel, y se codea con todos los insignes renacentistas y humanistas de la época, residentes en Roma.

El mismo año, ilustra para su protector un misal latino con numerosas y fantásticas miniaturas y termina, después de nueve años de asidua labor, el devocionario Horae Beatae Mariae virginis, su obra maestra "che rimane uno del piú preziosi monumenti delle arti che si ammirino in Europa" [10]. Al final de este libro de oficios está la dedicatoria al cardenal Alejandro Farnesio: "Julius Clovius Macedo monumenta haec Alexandro Farnesio Cardinali, Domino suo faciebat. MDXLVI".

Klovic solía firmar sus pinturas como Clovio, Glovis, Clovius, croata, croatus, croatinus, de Croatia y a veces illyricus y macedo. Para mayor claridad, huelga señalar que su mecenas y patrocinador, el cardenal Farnesio, era gran clasicista y admirador apasionado del Alejandro Magno de Macedonia, y llamaba a Klovic macedo (macedonio), identificando erróneamente los vocablos croata e ilirio con macedonio[11]. El cardenal Farnesio patrocina Collegium Illyricum, hospicio croata en Roma, del 1565 al 1568. El devocionario Horae Beatae Mariae virginis, joya de la miniatura europea, se conserva en Pierpont Morgan Library, Nueva York.

Durante su estada en el palacio Farnesio, Klovic iluminó y decoró varios libros y manuscritos, entre otros, la Divina Comedia, de Dante, la vida de Francisco María de Montefeltro Della Rovere IV y la vida de Federico de Montefeltro escrita por el croata Jerónimo Mucijo. Al mismo tiempo decoró, con ayuda de sus alumnos, la historia romana de Pablo Orsini. En 1551 lo encontramos en Florencia, en la corte de Cósimo de Medici, quien hizo cuanto pudo por tener a su servicio a iluminador tan famoso como Julio Klovic.

Su vida es bastante andariega, sujeta a los vaivenes políticos. En 1554 vive en Parma y ejecuta trabajos para el emperador Carlos V y Felipe II. Tres años después vuelve a Florencia y en 1560 se halla nuevamente en Roma al servicio del cardenal Farnesio. De ese tiempo datan muchos trabajos de Klovic de carácter religioso; mitológico y profano, entre otros el cuadro de Judita, pintado para Margarita, duquesa de Austria, y la biografía de Carlos V, decorada con miniaturas por encargo de Felipe II. Ya muy célebre y cotizado en toda Europa, recibe numerosos encargos y ejecuta trabajos para Juan III, rey de Portugal. Trabajando así infatigablemente, con la vista afectada y agotado, después de haber viajado de una ciudad a otra, enseñando y pintando y haciendo obras de caridad, muere en Roma, en 1578, a la edad de 80 años, Julio Clovio de Croatia, pictor nulli secundus, in quo diligentia in minimis maxima, según reza la inscripción en su tumba de mármol negro y estatua blanca en la iglesia romana San Pietro in Vincoli.

La obra del miniaturista Julio Klovic es extensa y rica en variedad temática. En su época fue considerado como el mejor iluminador. Su coetáneo, el renombrado historiador G. Vasari, en su obra sobre las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos del renacimiento, lo define como "el pequeño y nuevo Miguel Angel". Las miniaturas de Klovic significan el apogeo de la pintura en formas minúsculas y al mismo tiempo su decadencia. Con el invento de la imprenta, la decoración de manuscritos, misales, códigos, devocionarios, etc., perdió su importancia y la miniatura desaparece poco a poco durante el siglo XVII. Los historiadores contemporáneos, si bien niegan la paternidad a cierto número de obras antes atribuidas a Klovic, reconocen que fue un técnico perfecto, de fecunda imaginación e inagotable invención y que conseguía maravillosos efectos decorativos.

Klovic, cuyos dibujos reproducían los grabadores más afamados de Europa, solía inspirarse en sus realizaciones pictóricas en los lienzos de Miguel Angel y Rafael, trasponiendo sus monumentales composiciones en el formato minúsculo de sus miniaturas. La decoración florida y la frondosa ornamentación marcan el comienzo del barroquismo e implican la decadencia del genuino arte de la miniatura.

Cuando hacia 1560, Doménico Theotocopuli, llamado luego el Greco desembarca en Venecia, el septuagenario Ticiano saborea su triunfo y en la pintura veneciana dominan el Veronés, eI Tintoretto, el dálmata Andrea Medulic (Schiavone), el de las formas patéticas y atormentadas, Jacobo da Ponte, el Basano. El Greco compartía con A. Medulic la pasión por la música y, con otros pintores, ambos formaban un círculo de amigos muy unidos. En opinión de J. F. Willumsen[12], la influencia de Medulic sobre el Greco se nota especialmente en las telas siguientes: Muerte de Juan Bautista, Adoración de los Reyes Magos y Milagro de Pentecostés, por la elegancia, espontaneidad y libertad de expresión.

Disponemos de pocos datos exactos en lo que concierne a la vida del joven candiota en Venecia y el itinerario que siguió Doménico para trasladarse a Roma. Tampoco se sabe cuándo y dónde conoció a Klovic, su futuro protector. Lo cierto es que el 16 de noviembre de 1579 Klovic escribe de Roma a su mecenas el cardenal Alejandro Farnesio, que residía por entonces en Viterbo:

"Acaba de llegar a Roma un alumno de Ticiano, un joven candiota, el cual, a mi parecer, es del pequeñísimo número de aquellos que sobresalen en pintura; y entre otras cosas ha hecho un autorretrato que ha llenado de admiración a todos los pintores presentes en Roma. Yo desearía vivamente colocarlo bajo Vuestra Santa Ilustrísima y Reverendísima Protección, siendo solamente necesario ayudarlo a vivir, alojándolo hasta que logre salir de su penuria. También os ruego y suplico tengáis a bien escribir a vuestro mayordomo Co Ludovico, para que le haga dispensar en ese Palacio una de las habitaciones de arriba. Vuestra Excelencia hará así una buena obra, digna de ella y yo le quedaré muy agradecido. Besándole las manos con reverencia, soy de Vuestra Ilustrísima y Reverendísima Eminencia el muy humilde servidor. Don Julio Clovio."

El llamado de Klovic en favor del joven cretense fue escuchado y Alejandro Farnesio lo alojó en uno de los "camerini" de su palacio, aún no terminado del todo. Por el inventario del mobiliario del Palacio Farnesio en Parma (hacia 1680) , se sabe que el cardenal había comprado cuatro telas del Greco, atribuidas por error a Klovic. Esta pinturas, son un retrato de "Giulio Clovio", "Muchacho soplando una brasa", "La curación del ciego" y "El retrato de una dama"[13].

El retrato aludido de Julio Klovic, pintado en 1573 - que reproducimos en este número - se halla en el Museo Nacional de Nápoles y existe una copia en la Colección Curzon. Raimond Escholier se refiere, en la obra citada, a tela del joven Doménico Theotocopuli, en estos términos:

"Aunque ejecutada en Roma, esta pintura, de colorido totalmente veneciano, concilia las influencias del Tintoretto y del Ticiano. Clovio tiene setenta y cinco años; cabellos más blancos que grises, frente con estrías rosadas, cejas castaño claro, párpados enrojecidos, ojos escleróticos, con blefaritis, lágrimeantes (luego la mayoría de los ojos pintados por el Greco tendrán lágrimas), y Vasari cuenta que Clovio sufría de una enfermedad de los ojos, debida al mismo tiempo a la edad y a la práctica de la miniatura; nariz fuerte, caída, sensual mirada gris un poco mordoré, lúcida, penetrante, labio delgado y rojo, barba gris, cuello blanco, jubón negro con cortas manguitas.

"Del mismo modo que el cuerpo está comprimido - lo que es muy poco del Greco - las manos no están alargadas. Esas manos, largamente torturadas, se deben a una sabia ejecución; se observa en ellas el juego de las venas y la circulación de la sangre, sobre todo en la mano izquierda, que sostiene el libro iluminado, el "Officio della Vergine", la laboriosa obra a la cual Clovio consagró tantos años. La manera es aquí totalmente veneciana, sombreada, cortada y muy empastada en los claros."

Además, en el lienzo Purificación del Templo, que el Greco pintó en 1572 y que se conserva actualmente en el Instituto de Arte en Minneapolis EE.UU., figuran en primer término los retratos de cuatro pintores, sus padres espirituales: Klovic, Ticiano, Miguel Angel y Rafael (reproducidos en el presente número de Studia Croatica). Es evidente que el Greco ha aprendido de Klovic, si no el retrato, el arte de la miniatura, del que nos ha dejado algunas obras tardías[14]. Con respecto a ese tema, R. Escholier escribe:

"En todo pintor de iconos hay miniaturista y si se piensa en los orígenes bizantinos de Theotocopuli no debemos admirarnos de encontrar en su obra tantas delicadas iluminaciones. La amistad que le testimonió Clovio no dejó sin embargo de influenciarle. En la efigie que trazó del "Macedonio", el paisaje irreal, tempestuoso, montañoso, rojizo y azulado, que se descubre a la derecha a través de una ventana totalmente convencional, presenta todas las cualidades y todos los defectos de una miniatura italiana de esa época. Mejor aún el tríptico de Módena hace pensar mucho más en Giulio Clovio que en el Greco. Es una serie de iluminaciones, de un color a menudo desconcertante, como el de tantas obras antiguas entregadas a los malos restauradores científicos de la Italia contemporánea." [15].

Dado que la juventud del Greco es todavía un enigma y los datos sobre su origen y llegada a Italia son escasos, como asimismo las referencias sobre su estada en Roma, y dada la fama universal que en nuestro siglo adquirió su pintura, circuló durante los últimos cuatro decenios, en casi todas las biografías del autor del Entierro del Conde de Orgaz, una carta atribuida a Clovio considerada como valioso testimonio revelador del misterio del pintor toledano. En esa carta se habla de su carácter huraño, de su solitario humor, de su deseo de silencio, de su sed de meditación que le llevaba desde entonces a rodearse de tinieblas. Esa carta inexistente y que Klovic había dirigido a un amigo de Split, Croacia, escrita en "antiguo croata", rezaba:

"Ayer visité al Greco para dar con él un paseo por la ciudad. El tiempo estaba muy hermoso, con un sol primaveral delicioso que alegraba a todo el mundo. La ciudad entera tenía aire de fiesta. Cuál no fue pues mi estupor al entrar en el taller del Greco y encontrar las cortinas de las ventanas tan completamente corridas que apenas se podía distinguir los objetos. El Greco estaba sentado en una silla sin trabajar ni dormir. No quiso salir conmigo rporque la luz del día turbaba su luz interior."

Esa supuesta carta de Klovic debería encontrarse en los archivos de la Biblioteca Municipal de Split. Estamos en condiciones de aclarar la mistificación y el origen de la patraña, que luego circuló en muchos libros y revistas como documento auténtico: El manuscrito no figura en los archivos de la Biblioteca Municipal de Split, ni tampoco lo conocen sus bibliotecarios e historiadores del arte. La mistificación se originó del modo siguiente. En 1924, un estudiante de bellas artes en la Academia de Munich sorprendió la buena fe, tal vez para congraciarse, de su profesor Hugo Kohrer, conocido biógrafo del Greco, contándole que había descubierto en la biblioteca de Split el original del diario de Klovic, escrito en el antiguo croata y le ofreció la traducción del trozo relativo al encuentro de Klovic con el Greco. El buen profesor alemán, creyendo disponer de un nuevo y valioso documento sobre el misterio del Greco; se apresuró a publicar el texto ofrecido en la revista "Kunstchronik und Kunstmarkt", Nos. 47-48, de septiembre de 1925, no obstante las advertencias de Arturo Schneider, profesor de historia del arte en la Universidad de Zagreb, de que todo eso era muy sospechoso. Desde ese año circuló esa carta apócrifa en muchas biografías, historias del arte, monografías y ensayos sobre la vida del Greco.

Atentos a la verdad histórica, hemos considerado que los datos referidos tienen interés para el lector de habla castellana. Sin embargo, dicha carta apócrifa ni quita ni añade nada a las relaciones amistosas que imperaban entre Julio Clovio; croata, y el extático pintor toledano, cuyo magnánime protector era.

Buenos Aires

 

 


ORIGEN, DESARROLLO Y SIGNIFICADO DE LA AUTOGESTION OBRERA EN YUGOESLAVIA

Tihomil Radja

En la historia se da a menudo el caso de que las verdaderas causas de conflicto entre individuos, grupos y pueblos enteros se disfracen con un ropaje ideológico. La lucha entre los príncipes eclesiásticos y seculares durante la Reforma es un ejemplo clásico del enmascaramiento de las verdaderas causas de discordias y antagonismos. En los tiempos que corren, topamos con muchos casos semejantes. Menudean, sobre todo, en la órbita comunista. Los conflictos "ideológicos" entre Moscú y Pekin no son sino lucha por el predominio entre dos imperialismos. En el conflicto Moscú-Belgrado se trataba, entre otras cosas, del predominio en los Balcanes, desde el momento en que Belgrado pretendió atraerse, en 1947, la Bulgaria de Dimitrov.

La prueba concluyente de que en ese tiempo no existían diferencias ideológicas entre Moscú y Belgrado nos la suministra el V Congreso del Partido Comunista Yugoeslavo, celebrado apenas un mes después de haberse publicado la famosa resolución del Cominform. Todas las declaraciones y resoluciones del Congreso reflejan lealtad a la práctica soviética y sus logros, y lamentan la "resolución injusta del Cominform", etc. Entre las masas partidarias, la escisión se produjo en torno a otra alternativa quedar fieles a Tito o a Stalin: es decir, sobre una cuestión puramente personal. Los comunistas yugoeslavos fueron, entonces como antes, los imitadores más radicales del sistema soviético. Apenas a fines de 1949, bajo la creciente presión soviética, los comunistas yugoeslavos empezaron a invocar la doctrina de Marx-Engels- Lenin, enfrentando su "protestantismo" a la interpretación ortodoxa de Stalin de los clásicos marxistas. Según estas nuevas interpretaciones, acecha a cada Estado socialista en su evolución al comunismo el peligro del capitalismo estatal. Para evitarlo, es imperioso llevar a la práctica las tesis de Engels sobre "la extinción del Estado" aplicar el lema de Marx "fábricas a los obreros" y realizar los postulados de Lenin contra la burocracia. Stalin -de acuerdo con esas interpretaciones- inauguró el capitalismo del Estado en la URSS, transformó el Estado en ídolo. Para evitar eso y todas las consecuencias ulteriores, era necesario emprender otro camino, siguiendo las enseñanzas auténticas de los clásicos marxistas. El conflicto cobró así carácter ideológico.

Por otro lado, era preciso deshacerse del modelo soviético por motivos puramente prácticos. Una aplicación estricta de los modelos económicos soviéticos, como asimismo los contrastes inherentes y los errores de una economía colectivista y centralista, llevaron la economía de Yugoeslavia al colapso. El presupuesto nacional no podía cubrir por más tiempo el despilfarro y las pérdidas espectaculares de la industria, mientras que la colectivización produjo una mengua catastrófica en la producción agrícola. En 1950 amenazaba el hambre, evitada a último momento con la ayuda norteamericana.

Según la doctrina marxista- leninista, la práctica es el mejor juez de la teoría, que en Yugoeslavia se reveló desastrosa. Por consiguiente, había que modificar la teoría a raíz de la práctica negativa, sin afectar los fundamentos del poder totalitario El problema planteado era en sí contradictorio. ¿Cómo reconciliar la descentralización de la economía y del poder con las prerrogativas totalitarias del Partido y el papel dominante del Estado - "el aparato de opresión"? ¿Cómo, además, democratizar un régimen colectivista-totalitario sin socavar al mismo tiempo el absolutismo de un partido único? Este problema dominaba en el VI Congreso del Partido celebrado en Zagreb en 1952. En torno al mismo problema se produjo, más tarde, nueva escisión en el Partido. Mientras que Milovan Djilas y otros concebían a los recién creados Consejos obreros como comienzo de un proceso general de liberalización y el abandono del absolutismo partidario, Tito, Rankovic y los demás consideraban a esos Consejos como "cinta transportadora" del Partido y del Estado, ajustada a las nuevas circunstancias. La censura y la condena subsiguiente de Djilas debían ser las pruebas concluyentes de que el Partido quería gobernar en forma totalitaria como hasta entonces, aunque en una atmósfera modificada de "descentralización", "autogestión social" y "extinción del Estado".

Según esa concepción, "la autogestión obrera" debió quedar y quedó bajo el rígido control del Partido, que le fija los límites e imprime su contenido. Así y todo, en el comienzo hubo vacilaciones en fijar los límites de la "coexistencia" entre el Partido y la autogestión obrera. El mismo Tito, en el VI Congreso, dijo al respecto "que el deber del Partido es educar ideológicamente y cuidar que la autogestión social se desarrolle de modo natural". Sin embargo, desde 1955 el Partido viene invadiendo cada vez más los Consejos obreros mediante la participación creciente de los comunistas en los órganos de la autogestión obrera. En ese período, el número de los comunistas en las empresas alcanzaba al 13%, mientras que su participación en los órganos de la autogestión llegaba al 40% [16].

Dicha tendencia prevaleció en el nuevo Programa de la Liga de los comunistas yugoeslavos, aprobado en el VII Congreso, reunido en 1958 en Ljubljana. En ese programa fue determinado el lugar apropiado de la organización sindical en cada empresa, donde debe "actuar con más intensidad que antes", y sobre todo "coordinar los intereses dentro de la misma clase - obrera" [17]. La organización sindical resulta ser, como se verá más adelante, el representante del Partido dentro de cada empresa. Por su intermedio, el Partido vigila atentamente que el desenvolvimiento de los Consejos obreros no salga de los cauces fijados y límites trazados por el mismo Partido. En ese sentido, en el Programa de 1958 quedan precisados los límites y las facultades de la autogestión obrera[18].

Otro instrumento con que el Partido controla la autogestión obrera es la llamada comuna, a la vez órgano del poder estatal y célula básica económico-social del sistema comunista yugoeslavo. Como la organización sindical es el tutor partidista y político de la autogestión obrera en la empresa, así la comuna es su órgano superior jurídico- administrativo.

Desde 1950 se han promulgado varias decenas de leyes, decretos y resoluciones, en virtud de los cuales las comunas y el poder central se encargan de la dirección de la "autogestión obrera". Las leyes y los decretos más importantes, son: Ley fundamental acerca de la gestión en las empresas económicas estatales, del 26 de junio de 1950 (Boletín Oficial, 43/50); Ley sobre la dirección de la economía planificada (íd., 58/51); Ley sobre la elección de los consejos obreros (íd., 1 /52); modificada dos veces (íd., 5/52 y 8/56); Ley constitucional sobre el ordenamiento social y económico (íd., 3/53); Decreto sobre la fundación de empresas (íd., 5.1 /53), renovado varias veces (íd., 3/54, 43/54, 47/54, 13/55 y 19/56); Decreto-ley sobre la liquidación de las empresas, promulgado en 1953 y modificado en 1956; Decreto-ley sobre la administración del capital básico (íd., 8/54), renovado repetidas veces (íd., 25/54, 32/54, 7/55, etc.); Ley sobre los juzgados económicos (íd. 31/54); Decreto sobre la distribución del ingreso total de la empresa (íd., 10/56), modificado (íd., 55/57); Decreto sobre salarios obreros (íd., 11/56 y 18/57), luego modificado (íd., 55/57); Decreto sobre la administración del capital circulante (id., 24/57); Ley relativa al capital fijo (íd., 52/57); Ley sobre el aporte a la comunidad de los ingresos de las empresas (íd., 52/57); Ley sobre los recursos de la empresa (íd., 52/57); Ley sobre el aporte de los ingresos personales obreros a los presupuestos (íd., 54/ 57/), luego renovada (íd., 14/58 y 25/58); Ley sobre la contribución obrera para la vivienda (íd., 57/55), renovada luego (íd., 54/57); Decreto relativo a la distribución del ingreso neto de la empresa (íd., 14/58); Ley sobre las relaciones obreras (íd., 7/58); Resolución sobre los ingresos mínimos de los obreros (íd. 52/58); Decreto sobre la escala salarial y el escalafón obrero (íd., 6/59) . Asimismo, están en vigor muchos decretos más, referentes a los bancos, los planes sociales, el comercio exterior, los precios, etc., que infieren directamente en el "autogobierno" obrero.

La mera enumeración de los decretos, leyes y resoluciones evidencia en qué medida el Estado está controlando la "autogestión obrera" y cuán ilusorio es el vocablo "descentralización", desde que todas las leyes y todos los decretos citados fueron promulgados por el poder central del Estado. Por lo tanto, no se vislumbra posibilidad alguna de la "decadencia del Estado". Todo lo contrario, leyes y decretos del poder central se multiplican cada vez más. No hace mucho al "parlamento" de Belgrado fue presentado un nuevo proyecto de ley sobre la distribución de los ingresos (ver órgano del Partido Comunista "Borba" del 16/2/60), es decir, el problema más sensible de cada sistema económico y especialmente bajo las condiciones de "autogestión".

Sin embargo, según la ley constitucional de 1953, existe la posibilidad de la decisión directa de la clase obrera, como conjunto, en todos los instrumentos legales referentes al sector económico, tanto en los niveles locales como en el nivel supremo. Por esta ley se instituyeron los Consejos de productores en todos los niveles, desde la comuna hasta la Asamblea Nacional Federal. Dichos consejos deberían desempeñar la función que ejerce la "cámara alta" en todos los sistemas parlamentarios bicamerales. Son elegidos por los obreros de cada empresa por votación directa y, por lo tanto, desde el punto de vista constitucional y administrativo, la clase obrera decide directamente acerca de la "autogestión", inclusive en el nivel del poder legislativo central. Ahora bien; esa cámara parlamentaria, al igual que la otra, dentro del sistema de un gobierno totalitario, desempeña la función de una máquina sufragadora. Votan por los candidatos propuestos por el poder ejecutivo federal y su presidente es al mismo tiempo secretario general del Partido y comandante supremo de las fuerzas armadas. A mayor abundamiento, basta hojear la prensa oficial y otras publicaciones. Así, por ejemplo, de la revista "Ekonomska Politika", del 8/10/1960, se desprende que "los diputados del Consejo de productores habían planteado la cuestión de discutir la ley referente al nuevo plan quinquenal, mientras éste estaba todavía en su fase preparatoria, para influir eventualmente sobre su estructuración definitiva" (lo subrayado es del autor) . En cuanto a esas relaciones en los niveles más bajos, o sea comuna-empresa, hallamos muchos casos idénticos en la prensa oficial. En el diario "Borba" (órgano del Partido Comunista) del 8/10/1960, se puede leer "que los miembros de los Consejos obreros de muchas empresas declaran no tener sobre qué discutir en las reuniones, puesto que todas sus resoluciones acerca de las inversiones y salarios deben adecuarse a los criterios de los órganos comunales". Esos casos no son excepciones; son práctica generalizada.

Todas las circunstancias políticas, jurídicas y administrativas del desenvolvimiento de la "autogestión obrera" comprueban que la evolución de los Consejos obreros no tiende a la democratización y a la "extinción del Estado". Esas circunstancias son contradictorias a los principios de autogobierno y democracia. El totalitarismo y la "democracia directa" son incompatibles, la dictadura y la autonomía son irreconciliables, por cuanto la "autogestión" no puede existir sin el poder real y efectivo de los cuerpos autónomos. El Partido Comunista, empero, nunca y con nadie ha compartido el poder, ni tampoco en la llamada "autogestión obrera" en Yugoeslavia.

Los primeros indicios de la autogestión obrera aparecen en 1945. Tratábase de comisiones obreras, creadas por decreto gubernamental (Boletín Oficial, 54/46). Sus competencias fueron circunscriptas al asesoramiento de la dirección de la empresa con miras a aumentar la producción. La ley fundamental acerca de las empresas económicas estatales de 1946 (íd., 62/46) se refiere también a las comisiones obreras y a su derecho a bregar por las mejores condiciones de vida y de trabajo.

Según la ley precitada, es el Estado el que designa al director de la empresa. Este dirige la empresa en conformidad con el plan centralista del Estado, con las leyes del poder ejecutivo y las instrucciones del ministerio respectivo. El director es responsable del cumplimiento del plan prefijado y detallado en todos sus pormenores de producción y comercialización: se fijaba con anticipación el monto de la producción, el precio, la calidad, variedad de los productos, la mano de obra, salarios, etc., hasta se designaba a los proveedores de materias primas y a los compradores de los productos elaborados. El plan debía ser ejecutado en su volumen y en su valor, lo que llevaba a situaciones absurdas durante el proceso de fabricación (así, por ejemplo, una fábrica de cemento, para ejecutar el plan prefijado en su "valor", traía la arena de los lugares más alejados). Paralelamente, crecía el número del personal improductivo, pues los campesinos fueron obligados a buscar trabajo en las fábricas. Al mismo tiempo, la agricultura se ahogaba por la colectivización forzosa, lo que trajo las consecuencias señaladas y determinó el cambio ineludible en la vida económica del país.

Obedeciendo las instrucciones del Consejo Económico y de la Federación Sindical se fundaron, a fines de 1949, los primeros Consejos obreros en 215 empresas grandes, integradas por 8.000 obreros. A mediados de 1950 esa cifra se elevó a 520 y 14.328, respectivamente.

En la misma época fue promulgada la ley fundamental (26/6/1950) acerca de la gestión obrera en las empresas económicas estatales "en consonancia con los principios socialistas, según los cuales, los mismos productores deben dirigir la economía y de acuerdo con los principios del autogobierno democrático" ("Borba", 29/6/1950) . Según esa ley, son el director y el colectivo obrero (collectif ouvrier) quienes dirigen la empresa a través de sus órganos: el Consejo obrero y la Comisión Directiva. El proceso de producción está a cargo del director, asesorado por técnicos.

A. - COLECTIVO OBRERO

Según la precitada ley fundamental "las empresas económicas estatales, como asimismo toda la riqueza nacional las dirigen, en nombre de la comunidad social, los colectivos obreros dentro del plan económico estatal y en base a los derechos y deberes fijados por las leyes y otros instrumentos legales" (art.1). A continuación se dice "que el colectivo obrero realiza esa dirección a través de los consejos obreros y de las comisiones directivas de las empresas" y, que los colectivos obreros eligen y disuelven a los consejos obreros. En la empresa de hasta 30 obreros el colectivo obrero constituye a la vez el Consejo obrero. Esos derechos del colectivo obrero entran en vigor desde la fundación de la empresa y legalmente son inalienables, salvo en los casos previstos, como, por ejemplo, la quiebra de la empresa, etc. Aparte del derecho de elegir y absolver al consejo obrero, al colectivo obrero le incumbe también el derecho de voto en los referéndums en al empresa y el derecho de voto consultivo en la Asamblea de productores. Quedan enumerados así todos los derechos de los obreros.

Según la letra de la ley, pues, el "colectivo obrero" dirige y administra "la empresa económico estatal" y la "riqueza nacional" en nombre de la comunidad social. Se impone el interrogante: ¿quién es el propietario? ¿Pueblo, Estado o la comunidad social? ¿En qué relación jurídica se halla el colectivo obrero frente al propietario? ¿Cuál es la relación jurídica del colectivo obrero frente a la empresa?

En la legislación básica de Yugoeslavia no están definidas todas esas nociones jurídicas. No se sabe quién es propietario, quién mandatario, quién usufructuario, etc. Al parecer, esa imprecisión es intencional, por cuanto había que precisar con términos jurídicos que el propietario es el Estado y de ese modo admitir implícita y formalmente el carácter estatal-capitalista del ordenamiento social. Resulta así que la posición jurídica del colectivo obrero no está fijada por la ley lo que tiene sus razones, ya que de otro modo una posición jurídica del colectivo obrero precisada y determinada con claridad, disminuiría la posibilidad, por lo menos en su aspecto formal, de los procedimientos arbitrarios a que recurren los órganos estatales. El colectivo obrero no es, pues, ni propietario ni mandatario, y lo principal es que no disfruta del "status" de persona jurídica. Unicamente la empresa posee la personería jurídica. Si la autogestión fuera un autogobierno verdadero, entonces el colectivo obrero debería gozar de derechos mucho más amplios y precisos, algo parecido a los derechos de los accionistas en las sociedades anónimas y de los cooperantes en las sociedades cooperativas. Además, el Consejo obrero, tan pronto queda elegido, se independiza del colectivo obrero, y por lo tanto no cabe hablar de "democracia directa" en las empresas. Por otra parte, eso resulta incompatible con la gestión compleja de la empresa, e insistir sobre "la democracia directa" se vuelve mera demagogia.

Con respecto al derecho a voto, la ley fundamental dice "que el Consejo obrero se elige por voto igual, directo y secreto" (art. 11), "en base a la lista de candidatos única, propuesta por la organización sindical o por un número determinado de obreros" (art. 12). El derecho de voto, activo y pasivo, le incumbe a todo obrero con 18 años cumplidos. Ultimamente se nota la tendencia a otorgar el mismo derecho a los menores de 18 años. El número de los obreros proponentes de la lista de candidatos debe comprender como mínimo el 1/10 del colectivo obrero. Aunque la ley admite dos o más listas de candidatos, en la práctica la propone casi siempre la organización sindical. En las elecciones de los Consejos obreros de 1953, en 573 de las 4.758 empresas había dos listas; en el año 1954, en 689 de las 5.324 empresas; en el año 1956, 862 de las 5.989 empresas; en el año 1957, 198 de las 6.314 empresas, y en 1958, 189 de las 6.618 empresas. En el año 1959 no hubo elecciones, como tampoco en 1955. Para el año 1960 los datos definitivos no están todavía sistematizados[19]. En los demás casos, la lista de candidatos fue presentada por la organización sindical, coincidiendo con su papel cada vez más importante en el control de la empresa por cuenta del Partido Comunista.

En cuanto al derecho a referéndum, el colectivo obrero puede únicamente; aprobar o desaprobar la propuesta. Carece del derecho de ser iniciador de referéndum. El resultado de la votación en el referéndum es obligatorio para todos los órganos directivos de la empresa. Precisamente por eso se celebra raras veces y desaparece poco a poco. Conforme con la declaración de Djuro Salaj, dada en 1957 en el Congreso de Consejos obreros en Belgrado, durante el año 1956 se registraron en Yugoeslavia tan sólo 160 referendums que "resultaron ser justificados siempre" - añadió Salaj-, es decir, habían aprobado todo lo que pedía el Partido. Sobre el referéndum y su uso, "Ekonomska Politika" del 30/5/1960, escribió: "La extensa encuesta organizada por el instituto de la autogestión social de Zagreb demostró fehacientemente que son muy escasos los referendum en la forma como se los planteaba al comienzo y que esa modalidad de la decisión directa está decayendo de año en año. De las 432 empresas donde se realizó dicha encuesta, se celebraron referendums únicamente en 104, a saber: 116 en 1956, 155 en 1957 y 95 en 1958. Asimismo, son pocas las empresas que tienen reglamentada la organización del referéndum.

La organización sindical es, por regla general, la iniciadora del referéndum: Los problemas más delicados, como ser salarios y repartición de las ganancias netas de la empresa, no suelen figurar en el referéndum respectivo. Una vez, empero, se dio tal caso en la fundición Sisak, en 1958, al decidir la Comisión Directiva invertir las ganancias netas en construcción de viviendas para los dirigentes de la empresa. Tal decisión suscitó malestar entre los obreros, pues durante más de cuatro años no habían percibido ni un dinar del fondo de salarios no distribuidos. El Consejo obrero resolvió elevar la cuestión al referéndum y el colectivo obrero votó por la distribución igualitaria de fondos disponibles. La resolución fue aprobada, procediéndose de conformidad. Acto seguido, el órgano central del Partido, "Komunist", en su edición del 23/2/58, criticó acerbamente al Consejo obrero de la fundición por haber cedido a las presiones "de tendencias burguesas de una parte del colectivo obrero".

Como se infiere, el referéndum es indeseable y por esa razón está desapareciendo. En cambio la Asamblea de productores suele convocarse con mayor frecuencia y sus resoluciones y conclusiones no son obligatorias para los órganos directivos. Según las normas vigentes, debería convocársela cada tres meses. No obstante, no ocurre tal cosa y no abarca a todas las empresas.

En tres años (1956-1958) se celebraron Asambleas de productores en sólo 674 empresas, a saber: 1.238 en 1956, 1.541 en 1957 y 1.196 en la primera mitad de 1958 [20].

Comentando esos datos, "Ekonomska Politika" (N° 374, p. 543); escribe: "Cuando se trata de la Asamblea de productores es difícil encontrar la empresa donde están reglamentadas todas las cuestiones de esa jurisdicción. Las Asambleas son convocadas generalmente por las organizaciones sindicales y a veces los órganos de autogestión. Es evidente que la convocatoria más frecuente de esas Asambleas - lo que prácticamente significa ampliación de la participación más directa de los obreros en la dirección de la empresa - contribuiría al fortalecimiento de la autogestión obrera, si los órganos de esa autogestión estuviesen obligados a convocarlas y si se estipulase, por lo menos en los reglamentos de cada empresa, cuáles son los problemas que deben debatirse y quienes deben dar la iniciativa." El artículo citado lleva por título "Los referéndums desaparecen, crece el número de las Asambleas de productores". Mas de dicho artículo no se colige que al mismo tiempo aumenten las competencias de las Asambleas de productores. Por ello, no es de esperar que a la par crezcan el número y las competencias, por estar en contradicción entre sí.

El cuarto y último derecho del colectivo obrero consiste en poder revocar al Consejo Obrero. Es correlativo al derecho de elección, siendo aún más arbitrario. Aquí también la organización sindical es la que juega el papel principal. Uno de los casos característicos fue la revocación del Consejo obrero en la fábrica Ghetaldus, de Zagreb, en 1957. El Consejo obrero de dicha empresa, había despedido a varios operarios superfluos, incapaces e impopulares - todos afiliados al Partido - con el consentimiento de la organización sindical. El Partido, pues, toleró tal proceder, por desprenderse así de unos sujetos molestos, aunque tal vez meritorios como guerrilleros. Mas, cuando esa práctica cobró; mayores proporciones contra los miembros del Partido en las empresas, entonces la organización sindical, por orden expresa del Partido, convocó apresuradamente la Asamblea de productores, donde, claro está, se tomó la resolución de disolver al Consejo obrero[21].

De todo lo antedicho se deduce que el colectivo obrero puede hacer uso: de sus facultades legales únicamente mientras coincida con la línea partidaria, de lo que se encarga la organización sindical.

Huelga destacar la inutilidad de la organización sindical en un sistema de autogestión obrera, si bien formal. Los miembros del colectivo obrero son también afiliados al sindicato. Ellos eligen al consejo obrero y a los dirigentes sindicales. "II s'agit donc lá d'organes qui ne peuvent pas avoir d'intéréts de classe opposés, et la direction syndicale ne peut se poser devant le conseil ouvrier comme représentant de classe des ouvriers." [22] Por consiguiente, dos órganos de la misma clase obrera y dentro de la misma jurisdicción. Según la ley, la organización sindical no constituye un órgano de autogestión, pero práctica y políticamente dirige la empresa, porque sigue Bozicevic, "cependant, ils peuvent avoir, et cela arrive fréquemment, des opinions divergeantes sur certaines questions concernant l'entreprise". (Op. cit.) Si es exacto que el colectivo obrero a través del Consejo obrero dirige la empresa y si corresponde en la práctica también que el Consejo obrero depende de él, entonces al colectivo obrero: le compete decidir toda vez que surja conflicto entre él y el Consejo obrero, su órgano. No es necesaria la mediación de la organización sindical. La iniciativa podría ser tomada por un número determinado de miembros del colectivo: obrero. Así se procede, de hecho, en muchas empresas obreras en los países capitalistas, especialmente en Francia.

Esas comunidades de trabajo (commuté de travail) no están afiliadas a los sindicatos, por ser completamente innecesario, si bien debido al "cerco capitalista", se sienten solidarias con muchas acciones políticas de la clase obrera y de los sindicatos[23]. La comunidad es propietaria de los medios de producción y como tal decide en todo soberanamente y administra a través de sus órganos elegidos. No hace falta ninguna otra organización sindical que proteja los intereses de los comunitarios ante los órganos directivos, ya que éstos dependen de la comunidad. Surgido el conflicto, los comunitarios votan y la voluntad de la mayoría es acatada no sólo por los órganos directivos, sino por todos los comunitarios.

¿Por qué, pues, en Yugoeslavia - donde los obreros formalmente se autogobiernan - los colectivos obreros no deciden, en última instancia sobre los asuntos contenciosos, acatando a la vez la voluntad de la mayoría? El Partido, sin embargo, no lo puede permitir, por cuanto tiene adheridos tan sólo el 13% de los integrantes de los Colectivos obreros y, por consiguiente, quedaría siempre en minoría. El Partido, es verdad, puede quedar en minoría también cuando a través de la organización sindical celebra referéndum o convoca la Asamblea de productores. Mas no debe olvidarse que el colectivo obrero no puede convocar esos cuerpos y que detrás de la organización sindical están el Partido y el Estado -aparato de la opresión". La organización sindical no es un factor legal como tampoco, constitucionalmente, el Partido es el órgano del poder estatal. Sin embargo, la organización sindical dirige la política de la empresa en su carácter de "cinta transportadora" del Partido - ese factor no declarado en la constitución. El colectivo obrero tiene que elegir, revocar, debatir lo que quiere y como lo quiere el Partido, igual que en los comicios parlamentarios u otras elecciones en Yugoeslavia.

B. - CONSEJO OBRERO

Según la ley fundamental, el número de los miembros del Consejo obrero varía entre 15 y 120, según la estructura y la importancia de cada empresa. En las empresas con menos de 30 obreros, todo el personal integra el Consejo obrero. Los miembros del Consejo eligen al presidente en la primera reunión después de la votación. Las reuniones se celebran por lo menos cada seis semanas. El presidente está obligado a convocar al Consejo obrero a pedido de la organización sindical, del director, de la comisión directiva o de un tercio de miembros del mismo Consejo (arts. 10-12 de la Ley fundamental). El quórum lo constituye el 51% y las resoluciones se toman por mayoría de votos. El gerente y los directores pueden participar en las reuniones. De acuerdo con el art. 23: "El Consejo obrero aprueba los planes básicos y el balance, toma resoluciones relativas a la administración de la empresa y a la ejecución del plan económico, elige, revoca y absuelve a la comisión directiva de la empresa ..., aprueba la gestión de la comisión directiva efectúa la distribución de fondos que están a disposición de la empresa es decir, del Colectivo obrero." La ley sobre las relaciones laborales, de 1957, incluye en las facultades del Consejo obrero la cuestión de las relaciones laborales. Al respecto, el Consejo obrero decide directamente o por intermedio de una comisión creada ad hoc. Sus facultades fueron ampliadas repetidas veces en lo que atañe a la participación en la fijación de la política inversionista, en cuanto a la decisión sobre la fusión con otras empresas, en lo concerniente a la compra y venta del capital fijo, constitución de nuevas empresas, al derecho de fijar los lugares de trabajo y de aprobar la escala salarial y el escalafón obrero de la empresa.

En los párrafos precedentes queda descripta la modalidad de elecciones de los Consejos obreros y puesta de relieve la parte desproporcional de los comunistas en esos cuerpos, tres veces superior a su número relativo en las empresas. Con todo, en las empresas con menos de 30 obreros no se da tal desproporción por la sencilla razón de que a menudo carecen de organización partidaria. Eduardo Kardelj, vicepresidente del gobierno federal yugoeslavo, en un discurso pronunciado en Zagreb, criticó la ausencia de la organización partidaria en 1.228 empresas en Croacia propiamente dicha[24]. Eso quiere decir que el Partido debe controlar cada Consejo obrero, ya que de otro modo se vería privado de sus prerrogativas en la empresa.

Más aún, en los últimos años se viene afianzando la tendencia de que los comunistas una vez elegidos, se convierten en miembros inamovibles de los Consejos obreros, aunque, conforme a la ley, el mandato vale únicamente por un año, siendo reelegible tan sólo un tercio del Consejo anterior. El número de los reelegidos en su mayoría afiliados al Partido, variaba en los primeros años entre 30 y 40% [25].

En los últimos años el número de los reelegidos crece. Así por ejemplo, "el 40,2% de los miembros de los Consejos obreros elegidos en 1957 figuraban antes repetidamente en ese órgano; en 1958, el 44,1% de los miembros de los Consejos obreros son "viejos"; los datos, aún incompletos, recogidos con posterioridad de las elecciones de 1960, confirman que se ha ido aún más lejos: 48 % figuraban los años anteriores en el mismo órgano de autogestión" [26]. Además disminuye paulatinamente la participación de los productores directos en los Consejos obreros que legalmente deberían integrar las tres cuartas partes. "En ese órgano de la autogestión obrera también se nota cada año menor número de miembros empleados directamente en la producción: 76,4 en 1957, el año siguiente 75,5% y en las últimas elecciones no alcanza los tres cuartos." [27]

Las facultades del Consejo obrero son amplias y, no obstante, él no dirige la empresa. Prácticamente, ello sería imposible a razón del número de los miembros y las reuniones periódicas. El Consejo debería ser una especie de "legislativo" y de control en la empresa. Aprueba o desaprueba las proposiciones de los órganos directivos. Legalmente, influye fundamentalmente sobre la dirección de la empresa sin dirigirla. Por lo tanto, de acuerdo con el texto legal, incluso en el nivel de los Consejos obreros, no existen elementos de la democracia directa, sino únicamente la posibilidad de aprobación o desaprobación retroactiva.

El usufructo de las facultades legales está supeditado a las limitaciones reales, administrativas y de otra índole. Por ejemplo, el plan básico de la empresa, es decir, el plan de producción, carece de sentido si la empresa no dispone de recursos para su realización. Todos los medios financieros se hallan centralizados en Belgrado, en el Banco Nacional, banco de Inversiones y Fondo General de Inversiones. Para todo empréstito, la empresa ha de conseguir previamente la aprobación y, garantía del comité popular de la comuna respectiva y luego presentar solicitud ante las instituciones crediticias. Ahora bien; los recursos de los bancos son limitados también, por cuanto el plan económico estatal los había distribuido ya por sectores y empresas.

En 1958, el Banco de Inversiones recibió 13.302 pedidos de crédito y aprobó solamente 7.675 [28], lo que significa que se concedió crédito a los sectores y a las empresas ya previstos en el plan económico. Por otra parte, las onerosas cargas financieras de las empresas no les permiten autonomía financiera alguna. En 1958, los recursos financieros globales a disposición de las empresas industriales importaban 42,3 millones de dinares[29], y había 2.710 empresas semejantes (Index, 4/60), lo que significa 15,5 millones de dinares por empresa. Sin embargo, como se verá más adelante, con ese mismo fondo había que cubrir otros gastos. La situación de las empresas empeora en cuanto a la compra de materias primas y otros materiales. Según una encuesta del Banco Nacional, realizada en abril de 1959, de las 508 empresas sometidas a la encuesta, 344, o sea el 70%, no están en condiciones de enjugar los créditos obtenidos para materias primas con los ingresos que quedan a disposición de la empresa[30]. Casos parecidos hay muchos y todos ellos evidencian que no puede haber autogestión obrera sin autonomía financiera.

En cuanto al balance de la empresa, depende de la aprobación del Consejo de productores, es decir, de la cámara alta de la Asamblea nacional federal, a cuyo funcionamiento ya nos hemos referido. Por otra parte, el presidente presenta el balance y puede, como se verá luego, suspender toda resolución del Consejo obrero. Caso parecido lo tenemos también en la distribución de los fondos de la empresa, en la política de inversión, en la decisión sobre la fusión con otras empresas, etc. Con respecto a la fusión con otras organizaciones económicas, no hace mucho fue promulgada la ley sobre las asociaciones en la economía. De acuerdo con ella, el permiso para asociarse depende de las cámaras de los respectivos sectores económicos. Para la industria, por ejemplo, es competente la Cámara Industrial Federal, con sede en Belgrado.

Desde luego, hay ciertas facultades del Consejo obrero que son reales, como el cuidado para que el plan prefijado se ejecute perfecta y totalmente. Mas eso entraña obligación y deber antes que una función directiva. La facultad real atribuida a los Consejos obreros se refiere a cuestiones de orden laboral. En la mayoría de los casos, de tales problemas se ocupan comisiones especiales, influenciadas por el director de la empresa. Eso se refleja de los datos publicados por Vjesnik en mayo de 1960, según los cuales en 1959/60, en 23 distritos de Croacia, que totalizan 127.000 obreros, fueron despedidos 31.000, de los cuales 10.000 lo fueron a pedido del director, aunque esos despidos no fueron legalmente justificados.

Luego la fijación de los salarios es también de competencia del Consejo obrero, si bien sujeta a dos limitaciones fundamentales. La primera es la resolución sobre los ingresos mínimos del obrero, dictada en 1958 [31], por la que se estableció el salario promedio para todos los sectores económicos, garantizados por el Estado, aun cuando la empresa respectiva sea deficitaria. El promedio general alcanza a 12.000 dinares por mes (20 dólares, según el curso oficial). Por la misma resolución se ven afectados los escalafones y escalas salariales, que deben guardar relación con los salarios mínimos fijados. Otra restricción es todavía más radical, a saber: los comités populares de las comunas aprueban o desestiman todas las escalas salariales de las empresas bajo su jurisdicción territorial. Ese problema se tornó muy agudo el año pasado (1959), al rechazar los comités populares todas las escalas salariales elaboradas. En algunas fábricas el clima se hizo muy tenso y hubo amenazas de parar el trabajo (la fábrica Prvomajska, en Zagreb).

Ultimamente, esas escalas salariales van siendo sustituidas gradualmente por premios por mayor rendimiento, que no es otra cosa que el trabajo según las normas prefijadas. Está en elaboración un nuevo proyecto de ley referente a la distribución de los ingresos entre la empresa y la comunidad. Ya el número exagerado de esas leyes, decretos, resoluciones y reglamentos traba el funcionamiento normal, tanto de la empresa como de los Consejos obreros. Estos cambian constantemente, mas no en sentido de ampliar la autonomía y satisfacer las verdaderas aspiraciones obreras.

En ese sentido resulta característica la resolución aprobada en el Primer Congreso de los Consejos obreros, celebrado en 1957 en Belgrado. En ella se exige, entre otras cosas:

-Que los Consejos obreros distribuyan, en forma independiente, los ingresos de la empresa;

-Que se les conceda mayor libertad en la administración del capital básico y la amortización;

-Que los Consejos de productores (cámaras altas) puedan participar directamente en la toma de decisiones relativas a la distribución de la renta nacional y las ganancias del Estado, a la fijación de los objetivos de la política económica y respecto a todas las cuestiones que afectan al obrero.

En la misma resolución se reclama también la codificación de la legislación laboral y, por último, la delimitación legal de los derechos de la comuna con respecto a las empresas económicas[32].

Durante los tres últimos años, ni uno solo de dichos pedidos fue satisfecho. Tal vez, la proyectada ley sobre la distribución de los ingresos traiga innovaciones en ese sentido. Ateniéndonos a las experiencias pasadas, esa ley - ; será nueva en cuanto a su forma, mas el contenido quedará el mismo, por cuanto la estructura totalitaria desemboca necesariamente en el centralismo, que a su vez resulta incompatible con los principios de autonomía.

C. - COMISION DIRECTIVA DE LA EMPRESA

Aparte de las funciones y facultades ya indicadas, al Consejo obrero le asiste el derecho de elegir la comisión directiva, otro órgano de la autogestión obrera.

En su primera sesión, el Consejo obrero elige, mediante voto secreto, a la Comisión Directiva, integrada por 3-11 miembros inclusive el Director (gerente). El es legalmente miembro de la Comisión Directiva. Los dos tercios de los componentes deben ser productores directos. El mandato es válido por un año y un tercio únicamente es reelegible. Nadie, salvo el Director, puede integrar la Comisión Directiva más de dos años. Al Director, pues, se le garantiza la continuidad en relación a los demás integrantes de la Comisión Directiva, lo que es muy importante en cuanto a la marcha de la empresa. La Comisión Directiva elige de su seno al Presidente, quien no puede ser el Director. La mayoría simple constituye quórum y las decisiones son válidas por la mitad de votos más uno.

Según la Ley fundamental, la Comisión Directiva elabora, por un lado, todas las propuestas que competen al Consejo obrero y referentes a las líneas básicas de la política de la empresa.

Así, la Comisión Directiva elabora los proyectos de los planes básicos, de la organización interna de cada empresa, propone los puestos de trabajo, decide sobre los reclamos de los obreros despedidos, propone los técnicos, etc. Por otro lado, las funciones de la Comisión Directiva se concentran en la producción, la productividad y las condiciones de trabajo. Se ocupa de la racionalización del trabajo, de la rebaja de costos, reprime el despilfarro, se encarga de la protección técnico-higiénica en el trabajo, etc. Además, lleva la responsabilidad de "la ejecución del plan y de la administración correcta de la empresa" (art. 27 de la Ley fundamental).

Es un signo característico el hecho de que cada día figuran menos productores directos en ese órgano. En las Comisiones Directivas elegidas en 1957 había 67,5% de productores directos[33]. La proporción de los afiliados al Partido Comunista en las Comisiones Directivas es aún mayor que en los Consejos obreros. Luego, la presencia del Director en la Comisión Directiva puede influir e influye vigorosamente sobre su actuación.

La Comisión Directiva funciona como una especie de secretariado en la elaboración de propuestas que presenta al Consejo obrero. Se trata más o menos del trabajo que efectúan los especialistas y todo depende del grado de libertad del Consejo obrero para tomar decisiones. Además, todas las proposiciones de la Comisión Directiva pueden ser desestimadas por el Director, quien en última instancia falla sobre la legalidad de todos los actos de la empresa. Luego, si en su opinión la Comisión Directiva está funcionando con lentitud e irregularidad, el Director puede asumir sus facultades.

Las demás funciones de la Comisión Directiva se reducen a procurar obtener una mayor y mejor producción, y en ese sentido debe exigir el esfuerzo máximo de los obreros. Empero, desempeña una función significativa, que ef decidir sobre los reclamos de los obreros despedidos y de los no aceptados. Desde luego, aquí también el Director tiene derecho de apelación a la Comisión Directiva y se sobreentiende que su apelación prevalecerá sobre la queja del obrero despedido.

La Comisión Directiva tiene asimismo a su cargo "el buen desenvolvimiento de la empresa" y "es responsable de la ejecución del plan". La primera formulación es muy amplia e imprecisa, encierra mucho y nada. La segunda es incompleta, ya que quien soporta la responsabilidad de la ejecución del plan debería detentar todas las facultades durante el proceso de su realización. Ambas formulaciones no se refieren a la evolución integral de la empresa, sino sólo al proceso interno de producción. Todos los demás asuntos técnicos, comerciales y financieros son de competencia del Director.

Jurídicamente, pues, la Comisión Directiva participa en la gestión de la empresa, sin que ese derecho le sea asegurado expresamente por la ley. Las atribuciones del Director se entrelazan con los derechos de la Comisión Directiva. La ley resulta muy imprecisa en cuanto a deslindar competencias, lo que permite al Director con arbitrariedad "juzgar sobre la legalidad de todos los actos" de la Comisión Directiva, invalidar, si fuese necesario, sus decisiones y, por lo tanto, él solo dirige y maneja la empresa.

D.- EL DIRECTOR DE LA EMPRESA

De hecho, el Director no constituye un órgano de la autogestión obrera, sino un órgano estatal en la empresa, lo que se deduce claramente tanto de la forma de su elección cuanto de sus facultades.

Una comisión mixta, integrada por igual número de delegados del Consejo obrero y del comité popular de la comuna, llama a concurso para cubrir el puesto de Director. Dicha comisión propone a su candidato al Comité popular de la comuna, que lo aprueba o rechaza. En caso de que el concurso quede desierto, entonces el Comité popular de la comuna designa al Director[34].

En caso de que el Director no regentee la empresa según las normas y las leyes en vigor o cuando la empresa no cumple con sus obligaciones para con el Estado o arroje pérdidas sensibles, debido a la incapacidad del Director, entonces el Consejo obrero puede proponer a la Comisión Directiva el despido del Director. La Comisión Directiva, que integra también el Director, puede aprobar o rechazar la propuesta del Consejo obrero. Si la acepta, entonces decide la comisión paritaria, igual que en la elección del Director, y la resolución definitiva e inapelable la toma el Comité popular de la comuna. Lo asombroso de ese procedimiento es que la Comisión Directiva puede rechazar la propuesta del Consejo obrero, aunque jurídicamente es un órgano de ese Consejo. Eso quiere decir que "el poder ejecutivo" puede rechazar la propuesta del "poder y legislativo", lo que no es norma en la práctica parlamentaria y menos aún en una entidad autónoma.

En ambos casos, pues, el Comité popular de la comuna tiene la última palabra. El Consejo obrero no está facultado para reclamar o apelar. Al contrario, si el Comité popular de la comuna no aprueba la propuesta de la comisión mixta y estima que el conflicto Director- Consejo obrero podría perjudicar a la empresa, entonces está facultado para disolver al Consejo obrero y convocar a nuevas elecciones. De este modo los derechos del Consejo obrero están a merced del criterio arbitrario de la comuna, que es un cuerpo político - administrativo.

El procedimiento descripto de la elección y revocación del Director está en contradicción con los principios de autonomía y de democracia. ¿Por qué el Estado y el Partido temen confiar la elección del Director al Consejo obrero? Desde el punto de vista de clase, todo temor debería estar excluído. El Consejo obrero es el órgano del colectivo obrero, de la clase obrera. No caben, por lo tanto, contrastes sociales y económicos en el seno de una misma clase. El Consejo obrero se elige sobre la base a la lista de la organización sindical y como promedio el 40% de sus integrantes son afiliados al Partido. Constituyen, desde luego, minoría numérica, pero los 60% restantes no comparten los mismos anhelos, no están organizados, no se sienten respaldados por el Estado, el Partido y la policía, como lo es la minoría comunista. Existen, a buen seguro, razones importantes para no haber procedido de otro modo.

En primer lugar, la base legal asaz amplia de la autogestión obrera podría servir de asidero jurídico a las tendencias anticomunistas dentro de la colectividad obrera. Esa tendencia resultaría tanto más peligrosa en cuanto se propagaría dentro de la legalidad y cada medida represiva se tornaría harto impopular y nociva a la propaganda interna y externa del régimen. Por ello, el Partido tuvo que restringir incluso las atribuciones meramente formales de los Consejos obreros. No cabe esperanza de una innovación liberal en esa materia, ya que "si bien habría que pensar en la ampliación de los derechos de los colectivos obreros, también en ese terreno debería quedar la ingerencia de la comunidad" - escribe "Ekonomska Politika" en su número del 5/12/59. Norbert Veber, diputado en el consejo federal de productores, escribió ya en 1952 en el diario comunista "Borba", que "el Director no puede ser elegido por el, colectivo obrero, sino por el Consejo obrero" [35]. En los siete años transcurridos desde entonces no se hizo un solo paso adelante.

En segundo lugar, los dirigentes de la Liga comunista son conscientes de que su partido ya no es lo que era antes: una organización política combativa, revolucionaria y abnegada. Hay un derrumbe ideológico y moral. La lucha por los cargos sustituyó a la lucha de clases; la mentalidad burguesa suplantó a la solidaridad proletaria. En las empresas, dicha relajación se manifiesta en los antagonismos sordos y declarados y rivalidades extremas entre los comunistas por los puestos. El factor económico prevalece sobre "la línea partidaria". Los intereses personales dominan a los del Partido; los intereses locales prevalecen sobre los generales, y los de cada nacionalidad sobre los "federales". En la Sexta Sesión Plenaria del Comité Central de la Liga Comunista Yugoeslava, realizada en 1956, se quejaba Mato Dugonjic de que los comunistas habían dominado con relativa facilidad la técnica de dirigir una empresa, pero habían descuidado completamente el aspecto político de la autogestión.

Por todo lo expuesto, el Partido no pudo dejar la elección del Director a los colectivos obreros o los Consejos obreros, puesto que las "cintas transportadoras" del poder estatal resultan más seguras que las partidarias. En este engranaje, el Director es el eslabón más importante y un factor decisivo. Ese factor debe quedar segura e infaliblemente en manos del Partido y del Estado, que no renuncia a su poder totalitario. En el comienzo de la autogestión obrera, en 1952, el 92% de todos los Directores eran miembros del Partido[36] después ese porcentaje no disminuyó, por cierto.

Como la forma de elección del Director prueba con claridad que él no es el órgano de la autogestión obrera, así también sus facultades desmienten esa pretensión de la propaganda oficial. Según la Ley fundamental el Director dirige, en el proceso de producción, la ejecución del plan prefijado y maneja todos los negocios de la empresa, ateniéndose a los decretos y leyes, a las órdenes de las autoridades superiores y a las instrucciones de la Comisión Directiva de la empresa. El es responsable "del cumplimiento de leyes, decretos y otras normas legales y de órdenes de los órganos del Estado" (art. 36). El Director negocia y firma los contratos y convenios, distribuye el capital en circulación (materias primas, fondos a corto plazo, etc.). Cada contrato es válido tan pronto lo aprueba el Director. "El Director representa a la empresa ante los órganos del Estado, como asimismo en los asuntos legales con las personas físicas y jurídicas" (art. 37). El Director propone al Consejo obrero el nombramiento y despido de obreros y empleados. En caso de disentir con la decisión del Consejo obrero, puede apelar a la Comisión Directiva. En ambos casos, es el Director quien estipula el convenio con los obreros. "El Director determina el puesto y clase de trabajo a cada obrero y empleado. Son responsables ante el Director por su desempeño en la empresa" (art. 39). "El Director puede suspender toda decisión del Consejo obrero o de la Comisión Directiva si ella contradice la ley y debe informar al respecto al órgano competente del Estado" (art. 40). "El Director puede tomar todas las medidas conducentes a la ejecución del plan y arrogarse las atribuciones de la Comisión Directiva, si ésta no las tomó a tiempo" (art. 40).

Según el inciso citado del art. 36, "el Director es responsable del cumplimiento de leyes, decretos, otras normas legales y de órdenes emanadas de los órganos del Estado", lo que quiere decir que no es responsable del cumplimiento o incumplimiento de las instrucciones de la Comisión Directiva o de las resoluciones del Consejo obrero. El derecho exclusivo a concertar contratos - convenios y representar la empresa ante terceros faculta al Director a manejar a su albedrío todos los asuntos financieros y comerciales del establecimiento, sin obligación de rendir cuenta a los órganos de autogestión.

Ningún contrato está supeditado a la "ratificación" por parte de los órganos del autogobierno. Más aún: el Director puede asumir las funciones de la Comisión Directiva y á fallar sobre la legalidad de todos los actos y decisiones de la empresa. Aquí el poder discrecional del Director es máximo. En caso de conflicto, ni la Comisión Directiva ni el Consejo obrero tienen otro recurso legal que interponer reclamo ante el Comité popular de la comuna. Sólo una facultad importante no se halla en manos del Director, o sea la cuestión de nombrar y despedir a los obreros. Empero, conforme queda expuesto en el capítulo relativo a los Consejos obreros, en la práctica el Director ejerce también ese derecho.

Todas esas facultades asignadas al Director interfieren demasiado en las atribuciones y competencias de los órganos legítimos de la autogestión obrera. Si bien hay un montón de reglamentos relativos a la autogestión, nunca fueron delimitadas las funciones de cada órgano. Eso no es una omisión casual, sino consecuencia inevitable de las facultades del Director como factor principal de autogestión. No está en relación de dependencia ni de igualdad frente a los demás órganos. Está por encima de ellos y por esa causa no se ha podido al mismo tiempo fijar la posición del Director como un órgano de autogestión de iguales derechos y retener sus decisivas funciones administrativas. De ahí la imprecisión de todos los textos legales en materia laboral. La confirmación de nuestra opinión puede encontrarse en las publicaciones especializadas de carácter oficial. "Si bien la empresa es orgánicamente parte constitutiva de la comunidad, si bien los Consejos obreros dirigen la empresa, teniendo en cuenta los intereses y los fines del conjunto, sin embargo, surgen de vez en cuando las tentativas de proceder con miras egoístas, de burlar las leyes y descuidar los intereses de la comunidad. El Director debe impedir tales tentativas, aunque existe la responsabilidad colectiva de los órganos de autogestión o del colectivo obrero como conjunto. De la legalidad de todos los actos, el Director lleva la: responsabilidad y, por consiguiente, él no es únicamente el órgano ejecutivo " más responsable en la empresa sino también el funcionario público." [37]

DISTRIBUCION DE LOS INGRESOS

A lo largo de la presente exposición hemos señalado los límites legales reales de la autogestión obrera, su funcionamiento práctico y el marco político en que se desenvuelve. Para completar este análisis habría que examinar detenidamente todas las demás circunstancias de las actividades de los Consejos obreros en la economía de Yugoeslavia comunista. Antes que nada habría que analizar el sistema de precios y el papel del mercado dentro de una economía planificada, luego otras restricciones formales en cuanto a la adquisición v el empleo de materias primas, obtención de créditos, comercio exterior, etc. Todos esos factores revisten gran importancia en la autogestión obrera. Además, debería examinarse el papel de distintos servicios, como ser: inspección de trabajo, mercado, control financiero, contralor de libros contables, etc. En una palabra, habría que analizar toda la ingente maquinaria de una economía centralista planificada. Si bien un análisis detallado de todos esos factores contribuiría a la ilustración exhaustiva del papel de los Consejos obreros, el alcance del presente estudio no lo permite.

Por otro lado, un estudio de la autogestión obrera en Yugoeslavia, sintético que sea, distaría mucho de ser informativo sin el análisis de los elementos e instrumentos de los ingresos nacionales en el plano global y en el nivel de empresa.

Ese tema requiere un estudio aparte que, como tal, sobrepasa los límites del presente trabajo. Por lo tanto, nos referiremos a los rasgos fundamentales de ese problema en relación directa con la autogestión obrera.

La repartición de los ingresos implica el problema básico de la economía política de toda sociedad. Su carácter depende de los factores objetivos, como ser el grado del desarrollo económico y de su estructura. Depende, asimismo, de factores subjetivos, o sea de la voluntad, factor principal de distribución. En nuestro caso, ese factor es el Estado, mientras que en otros casos los son el Estado y una clase social conjuntamente, o una sola clase social, como lo era en las primeras décadas del sistema capitalista. Dado que en nuestro caso la distribución global depende exclusivamente del Estado, lo primero que abordaremos será la repartición general del ingreso nacional en Yugoeslavia.

Para el análisis de esa distribución tomaremos el año 1958, pues los datos correspondientes a los años subsiguientes no están todavía sistematizados. El cuadro se nos presenta así, en cifras redondas[38]:

Ingreso nacional total ................1.834 billones dinares

Ingresos netos personales...........809,4 billones dinares

Fondos estatales y otros.............927,3 billones dinares

Impuestos del sector privado.......97,3 billones dinares

En consecuencia, casi el 44% de los ingresos totales nacionales queda a disposición de la población, mientras que del 56% restante dispone el Estado. El mismo año, la población era de 18.000.000 habitantes, lo que significa que los medios disponibles per capita alcanzaban a 45.000 dinares. Al convertir esa suma en dólares, sin seguir el curso oficial del Fondo Monetario Internacional que fija la relación 1 dólar = 300 dinares, sino el curso de 1 dólar por 400 dinares, correspondiente al poder real adquisitivo conforme a los análisis de los economistas yugoeslavos[39], entonces dichos recursos importan 112,5 dólares por año. En esos recursos está incluido también el autoconsumo de los campesinos. Por lo tanto, el poder adquisitivo por habitante no llegaba a 112,5 dólares por año.

La distribución global del ingreso nacional refleja fielmente por sí misma el papel del Estado en ese terreno. De los medios disponibles del Estado, unos 800 billones son reservados al Poder central, sin contar el importe de 165 billones recaudados en concepto de amortización, del que dispone el Poder central. El resto corresponde a los presupuestos y fondos locales, asignándose 42.684 millones a los fondos de empresas.

La distribución de los ingresos globales provenientes del sector socialista de la economía de 1957-60 (1er. semestre) , presenta el siguiente cuadro:

 

1957

1958

1959

1960 (1er. sem.)

Estado

57 %

64 %

59 %

57 %

Sueldos

27 %

22 %

23,6 %

23 %

Seguro social

10,5 %

8 %

8,5 %

8 %

Fondos de empresas

5,5 %

6 %

8,9 %

12 %

 

100 %

100 %

100,6 %

100 %

(Los ingresos globales significan la recaudación total en concepto de la mercadería vendida y de los servicios, menos los gastos materiales y menos la amortización)[40].

Para tener una idea cabal acerca de la distribución y del desarrollo económico de la Yugoeslavia comunista, es menester establecer la incidencia de sueldos en la estructura de los precios globales de venta de la economía en conjunto del sector estatal. Este es el esquema respectivo:

 

Incidencia de sueldos neto en estructura de precios

Incidencia de sueldos bruto (más el seguro social) en estructura de precio

Incidencia seguro social en sueldos bruto

1953

6,1%

6,8%

11%

1954

6,7%

9,2%

27%

1955

5,9%

8,4%

30%

1956

6,0%

8,6%

31%

1957

6,1%

8,4%

28%

1958

6,2%

8,4%

27%

1959

6,9%

9,3%

26%

1960 (I-VIII)

6,1%

8,2%

26%

La estructura de los precios de venta es un índice muy importante de la política de distribución. Su análisis siempre atraía la atención de los economistas, inclusive la de Marx. En el caso de Yugoeslavia, ese análisis revela que la incidencia de sueldos es muy baja, cinco, seis y hasta siete veces menor que la misma incidencia en las economías de los países capitalistas más adelantados. Es verdad que la incidencia baja de los sueldos está condicionada por el desarrollo económico, pero en nuestro caso el factor político reviste suma importancia[41].

La distribución de los ingresos globales, reflejada en el nivel de empresas, arroja el cuadro que figura en la página siguiente.

De acuerdo a ese cuadro distributivo, a cada empresa correspondería 6.800.000 dinares, calculando que a fines del año respectivo había en el sector socialista 16.560 empresas (Indeks, 4/60). Considerando que el total de los empleados en el sector socialista en 1959 llegaba a 2.263.000 (Indeks, 8/60) , y si dividimos por este número el fondo de sueldos del mismo año, el salario promedio mensual resulta de unos 17.400 dinares. En dicho importe se hallan incluidos todos los ingresos provenientes "del fondo de salarios no distribuidos", es decir, la parte de las utilidades de empresas que se reparte entre los obreros, como asimismo la suma ganada por el trabajo extra.

De los datos indicados surge con claridad:

a) que la distribución global se dicta desde centro y no favorece el consumo personal de las masas trabajadoras;

b) que la distribución en el nivel de cada empresa se establece con anticipación por el plan y otros instrumentos económicos- fínancieros;

c) que la acumulación social y el sistema crediticio son netamente centralistas;

d) que, por consiguiente, la llamada autogestión obrera carece de la imprescindible autonomía financiera, uno de los requisitos fundamentales de todo m género de autonomía.

Que semejante distribución no sirve de aliciente a los obreros ni estimula mayor rendimiento lo prueba el hecho de que las normas pertinentes varían constantemente.

Estructura de egresos de las organizaciones económicas en 1959 [42] (en Millones de dinares)

Gastos por adquisición de materiales

5.304.374

Amortización

158.968

Sueldos y salarios

472.142

Seguro social

158.270

Intereses sobre créditos para el capital en circulación

63.211

Intereses sobre el capital básico

39.887

Intereses sobre el fondo del capital circulante

27.392

Renta sobre tierras

4.338

Impuesto sobre el monto de operaciones

199.439

Contribución a los fondos especiales

16.642

Contribución a la construcción de vivienda

39.552

Contribución a los gastos generales de la Nación

268.340

Impuesto a los réditos

79.138

Otros egresos

9.822

Contribución al fondo de reserva

31.077

Contribución a fondos de empresas[43]

113.910

 


6.986.502

No hace mucho se elaboró un proyecto de ley sobre la nueva distribución de utilidades netas para dotar "al mecanismo de la distribución de marco legal" [44]. Según ese proyecto "el sindicato debería ejercer influencia política en la determinación de una política correcta en materia de distribución de utilidades" [45], sin descartar la ingerencia del Comité popular de la comuna en este problema vital. El carácter centralista de la distribución global quedó inmutable, de modo que la nueva ley no aportará nada substancial.

***

No es difícil deducir de todo lo expuesto precedentemente que el desarrollo futuro de la autogestión obrera no presenta perspectiva alguna. Quedará estancada y paralizada como hasta la fecha, desgastándose en las contradicciones inherentes a todos los sistemas totalitarios. Por lo tanto, resulta ilusorio hablar de la autogestión obrera en economía hasta tanto rija el centralismo económico, basado en la omnipotencia del Estado y del Partido comunista, hasta tanto domine la dictadura en la vida política y exista el sistema totalitario, basado en terror y opresión.

En cambio, la autogestión obrera presenta mayores posibilidades en los países democráticos y capitalistas, por ser más fácil refrenar a los ricos en beneficio de la comunidad que en los países dictatoriales y totalitarios.

 


LA ACTUALIDAD DE BOSCOVICH

Pedro Marcelic

El astrónomo, matemático y físico Rogerius Josephus Boscovich nació, hace 250 años, en 1711 en Dubrovnik-Ragusa, República que logró mantener su independencia y soberanía desde el Medievo hasta la llegada de los ejércitos de Napoleón.

Ciudad-Estado de Dubrovnik, situada sobre el borde oriental del Adriático, supo hacer frente, durante siglos, a sus dos poderosos vecinos, la República véneta y el Imperio otomano, con la sola arma que estaba a su alcance: su diplomacia.

En el período entre los siglos XV y XVII los turcos invadieron y sojuzgaron casi la totalidad de las tierras habitadas por los croatas. Además de Dubrovnik y otras ciudades de costa croata, solamente una pequeña franja alrededor de Zagreb, que se denominaba "reliquiae reliquiarum olim inclyti Regni Croatiae", pudo contrarrestar la avalancha otomana. Es por eso que las letras croatas florecieron principalmente en Dubrovnik que, además de independencia, gozaba de riquezas conquistadas por su flota mercante[46]. Estas letras estaban impregnadas de latinidad en tal medida que aún en el siglo XVIII, cuando en otras partes ya el latín había sido reemplazado por los idiomas nacionales, muchos poetas de Dubrovnik lo usaban a la par del idioma materno. Los habitantes de las "Reliquiae" manifestaban la misma propensión, a pesar de la ancha cuña otomana que los dividía que la Ciudad-República, y ellos emplearon el latín coma idioma oficial en su parlamento (Sabor) hasta el año 1848.

El siglo XVIII, que empezó con decisivas victorias cristianas sobre los turcos, fue muy próspero para Dubrovnik. Su flota mercante agregó nuevas riquezas a las ya acumuladas y el siglo de las "luces" irradiaba nuevas ideas a esta ciudad fronteriza.

En este ambiente nació y creció Boscovich, hijo de comerciante. A la edad de 15 años entró en la orden jesuítica y se alejó pronto de su patria para cursar la escuela superior de la orden en Roma. Allí; terminados sus estudios, actuó como docente y luego como profesor en la escuela superior de la Orden. A la edad de 25 años publica su primer trabajo, un estudio sobre las manchas solares. Esta publicación, como casi la totalidad de sus obras, está escrita en latín. El estudio mencionado v otros tratados más amplios, sobre trigonometría esférica, sobre la naturaleza de las cantidades infinitamente pequeñas, introducidas en la matemática por Leibniz y Newton, le aseguraron, aun antes de su trigésimo aniversario, reputación de astrónomo y matemático eminente.

Por eso se le confió, junto al jesuita La Maire, la medición de la exacta longitud del meridiano terrestre, tarea en que se ocupaban muchos matemáticos y geómetras de Europa y que determinó la adopción de la nueva unidad de longitud: el metro. Mientras se dedicaba a este trabajo inventó un nuevo estativo para los instrumentos ópticos muy semejante al que casi un siglo después, independientemente, construyó Gauss.

Durante su estada en Italia, entre los años 1736 y 1756, publicó diez obras, algunos de cuyos títulos mencionamos: De viribus vivis (1745); De lumine (1748); De aestu maris (1747); Elementa matheseos universalis (en tres tomos, 1754); De lege virium in natura existentium (1755), etc., pero se ocupó al mismo tiempo de problemas técnicos, así, por ejemplo, del avenamiento de "los pantanos Pontinos.

En el año 1757 emprende viaje a Viena, donde ante la corte Imperial ha de representar a Lucca en un pleito con Toscana. Sin embargo, además de esta misión diplomática oficial Boscovich se consideraba -en éste y otros viajes-, representante inoficial pero permanente de su país, porque a pesar de pasar casi toda su vida fuera de su pequeña patria, mantuvo siempre vínculos muy estrechos con sus hermanos y su ciudad. Lo demuestran sus numerosas cartas, conservadas en el archivo de Dubrovnik, dirigidas a sus hermanos, escritas en el idioma materno: el croata. Así, en una carta escrita durante su estada en Viena, Boscovich hace mención de un desfile de las tropas imperiales, al que asistió y en el que participaron "nuestros croatas".

En Viena se dedicó también a solucionar algunos problemas técnicos que le plantearon los arquitectos imperiales, y fue allí que publicó su obra más importante: Philosophiae naturalis theoria redacta ad unicam legem virium in natura existentium (1758), a la que nos referiremos más adelante.

Dos años más tarde visita a Francia para pasar luego algunos meses en Inglaterra, donde lo nombraron miembro de la "Royal Society". En esta época escribió una obra científica en verso: "De solis ac lunae defectibus" que dedicó a dicha academia. Luego viajó a Polonia y Turquía para efectuar observaciones astronómicas y publicó un diario de sus viajes.

En el año 1763 es profesor de matemáticas en la Universidad de Pavia; pero pronto acepta la invitación del gobernador austríaco de Milán, donde se dedica a la construcción del observatorio astronómico de Brera y dicta cursos de astronomía y óptica. En Milán concibe la idea de un experimento óptico que decidiría sobre la conformidad de las dos teorías con las que se trataba de explicar la naturaleza de la luz, la corpuscular y la ondulatoria, que entonces y hasta nuestros días, estaban en pugna.

No llega a efectuar este experimento, pues por razones personales abandona a Milán y en el año 1773 se radica en Francia, cuya ciudadanía adquiere. Hasta el año 1782 desempeña las funciones de director de óptica de la marina francesa, pero en esta fecha, por razones de salud y por discrepancias con los enciclopedistas, especialmente con D'Alambert, vuelve a Milán. Allí se dedica a la redacción de una obra sobre óptica y astronomía. Sin terminarla, muere en el año 1787.

Los pocos títulos citados, de su mucha más amplia obra, indican por sí solos que todos los problemas actuales de las ciencias físico- matemáticas del siglo XVIII, están tratados en sus obras. Pero Boscovich no era solamente un "hombre de ciencia" al estilo imaginado por nuestro siglo. Su personalidad era mucho más rica. Así su disposición de escribir versos latinos sobre todo tema, lo señala como un humanista, uno de los últimos, sin duda.

A. Huxley lo designa astrónomo- cortesano. Es cierto que Boscovich era asiduo a círculos cortesanos y diplomáticos, pero esta circunstancia no puede disminuir su prestigio científico. ¿No era acaso de la misma disposición el rasgo de uno de los más grandes genios, G. W. Leibniz?

De todos modos, este anacrónico latinista y hombre de mundo supo concebir ideas que excedían el horizonte de sus contemporáneos. En efecto, los conceptos vertidos en su "Philosophiae naturalis, etc." son todavía actuales o, mejor dicho, se hicieron actuales casi doscientos años después de su publicación. Mientras que las demás obras de Boscovich pueden hoy día interesar solamente al historiador de la ciencia, en la obra citada se desarrollan ideas que, como dice Niels Bohr[47], influyeron profundamente las nuevas ideas sobre la constitución de la materia.

En rigor, esta obra no expone una teoría física en el sentido moderno, porque para ello carece de bases experimentales. Las partículas elementales de que habla Boscovich no podían estar sujetas a experimentos de laboratorio hasta nuestro siglo. En el siglo XVIII ni siquiera la existencia de tales partículas podía demostrarse. Tampoco los físicos del siglo XIX estaban en condiciones de juzgar en qué medida las especulaciones ontológico- matemáticas de Boscovich, corresponden a la realidad física. Apenas nuestro siglo atómico pudo apreciar el valor científico de su hazaña.

Boscovich de ninguna manera es el divulgador de la física de Newton, como lo afirman algunas enciclopedias. Sus conclusiones, exactas o no, están al margen de la física de Newton, ya que Boscovich afirma:

a) Que la ley de gravitación de Newton es válida sólo para las distancias terrestres con las que damos en nuestra vida diaria y para las distancias astronómicas, pero no para los diminutos espacios correspondientes al tamaño de las supuestas partículas. Estas, según Boscovich, están sujetas a fuerzas repulsivas y atractivas alternativamente según sus distancias, siempre que se trate de distancias atómicas; al llegar a distancias del orden macroscópico, las partículas ejercen una fuerza atractiva solamente, de acuerdo con la ley de Newton. Tal comportamiento está matemáticamente definido con la "curva de Boscovich".

b) Que las supuestas partículas elementales no poseen extensión espacial, sino son virtuales puntos geométricos desde los cuales actúa la fuerza de repulsión o atracción.

c) Que cualquier movimiento es relativo y que es imposible diferenciar entre movimiento absoluto y relativo.

Como ya se dijo, a estos planteos les faltaba en el siglo pasado, la base experimental y por lo tanto no podían considerarse como principios científicos. Así ocurrió que ciertas ideas de Boscovich fueron aceptadas y ensalzadas ya mucho antes de la era atómica pero no por físicos, sino por un filósofo que odiaba la materia: Federico Nietzsche: En su obra "Jenseits von Gut und Böse" Nietzsche asigna a Boscovich la misma trascendencia que a Copérnico, porque, como él dice, mientras Copérnico nos enseñó no creer en nuestros sentidos, arrancando la tierra de su aparente inmovilidad, Boscovich desmaterializando el átomo nos liberó de la última ilusión de nuestros sentidos: la materia.

Entre los físicos, el primero fue Lord Kelvin que, al principio del siglo, señaló la importancia de los conceptos de Boscovich para la física del átomo, en sus "Baltimore Lectures", subrayando: "Debemos volver a Boscovich y pedirle nos explique la diversidad cualitativa de las distintas substancias químicas mediante diferentes leyes de fuerza entre diversos átomos".

Esta afirmación, hecha en la época en que la física atómica estaba naciendo quedó confirmada medio siglo después por el hecho de que al presente se están traduciendo al inglés las obras principales de Boscovich a requerimiento de muchos físicos. Es que, como dice L. L. White, miembro de la Royal Society, métodos de Boscovich poseen más bien las características del siglo XX que las de los siglos XVIII y XIX y por eso solamente hoy pueden comprenderse y apreciarse. Por eso, Boscovich pertenece a la clase de los grandes que en el tortuoso camino del pensamiento humano lograron dar algunos pasos en la dirección correcta.

La Plata

 


LOS HERMANOS MIHANOVICH, FUNDADORES DE LA FLOTA MERCANTE ARGENTINA

Branko Kadic

Uno de los propósitos de la revista Studia Croatica es ilustrar el aporte considerable de los inmigrantes croatas al progreso cultural y económico del hemisferio occidental y estudiar los vínculos, pasados y presentes, entre Croacia y las repúblicas sudamericanas. Por ser los croatas un pueblo marítimo por excelencia, no podían estar ausentes de la gran empresa qué significaba el descubrimiento del Nuevo Mundo y su colonización sucesiva. Las corrientes inmigratorias europeas hacia los países de ultramar se intensificaron en la segunda mitad del siglo pasado. Impulsados por móviles distintos, también miles de croatas abandonaron sus hogares en busca de nuevos horizontes que se vislumbraban en las lejanas y vastas regiones americanas. A lo largo de 100 años, más de un millón de inmigrantes croatas se radicó en los países de ultramar y su contribución al progreso y la prosperidad, tanto de los Estados Unidos como de la América latina, fue relativamente muy alto y ; apreciable. Entre las filas de esa masa inmigratoria surgieron figuras descollantes en distintos campos de la actividad humana y la obra que realizaron merece la gratitud de los respectivos países. Estas vez nos ceñiremos a la labor; de los hermanos Nicolás y Miguel Mihanovich, dos figuras sobresalientes en la historia de la flota mercante argentina, cuyos fundadores e incansables forjadores fueron. Esos hombres de trabajo, selfmademen, genuinos pioneros, Ilegaron al estuario del Río de la Plata de las rocosas y soleadas costas dálmatas, en Croacia.

Para comprender cabalmente la vocación de navegantes, armadores y empresarios de los hermanos Mihanovich, cabe ilustrar el pasado marítimo de su patria chica, Dubrovnik (Ragusa). Enclavada en la costa oriental del Adriático, protegida contra los invasores con gruesas murallas, Dubrovnik era Ciudad-Estado, una república marítima a semejanza de Venecia y Génova, abolida por Napoleón en 1808. Habitada por los croatas y abarcando apenas 1.000 kilómetros y contando, cuanto más, con 70.000 habitantes, la república ragusina, puesta bajo la protección de San Blas, llegó a ser gran potencia marítima durante los siglos XV, XVI y XVII. Los barcos ragusinos, exhibiendo el estandarte de San Blas, navegaban por todo el Mediterráneo, llegando hasta los puertos del Atlántico y del Mar del Norte. Los armadores y mercaderes de Dubrovnik tenían instaladas sus agencias, factorías, colonias y depósitos en todos los puertos principales de Italia, Francia, España, Inglaterra y del Mediterráneo oriental, dominado por los otomanos, como asimismo en los Balcanes. En el período de su mayor prosperidad económica, la flota ragusina disponía de 70 grandes barcos (carabelas, galeras, caracas y galeones), un centenar de barcos medianos y varios centenares de barcos pequeños, y era superior a la de Venecia, que en la misma época, a mediados del siglo XVI, tenía como máximo cuarenta barcos grandes. La forma peculiar de ciertas carabelas ragusinas dieron origen a la expresión poética del idioma inglés "argosy", que significa una nave galana y con carga preciosa. El conocido historiador francés Fernand Braudel, en su obra magistral El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II (Fondo de Cultura Económica, México, 1953), subraya reiteradamente la importancia marítima y comercial de la república de Ragusa; "...inaudita fortuna de los grandes navíos ragusinos, cuya amplitud no se ha encargado nunca de poner de manifiesto en la historia general..." (íd., p. 125); "El asombroso e inverosímil predominio de los barcos ragusinos, con su enorme tonelaje" (íd., p. 364); hacia 1550 "los barcos de Ragusa aseguran los transportes de trigo y sal de Sicilia y las travesías largas en dirección a España, el Atlántico y el Levante". El mar Tirreno casi llegó a ser entonces "un lago ragusino" (íd., p. 97).

En la Ciudad-Estado de Dubrovnik, regida por instituciones políticas estables, florecieron artes y cultura. A semejanza de Atenas, Florencia y Venecia, su elite intelectual fue al mismo tiempo su elite política.

De ese ambiente marinero con arraigadas tradiciones de navieros y navegantes de espíritu emprendedor, hidalguía y probidad que caracterizan a los habitantes de la costa croata, provienen los hermanos Mihanovich, cuya luminosa trayectoria pasamos a describir en forma sucinta.

Nicolás, el mayor de los hermanos Mihanovich, nació el 21 de enero de 1848 en Doli, pequeño y pintoresco pueblo, próximo a Dubrovnik, en el seno de una modesta familia de marineros y viñateros. Ya de niño aprendió a manejar con destreza los remos, maniobrar el timón, recoger las velas; se inició en el manejo de motores, así como carenar y construir embarcaciones. Pasó por temporales adriáticos y jónicos, llegó a distinguir los vientos propicios de los adversos y fraguó su recio carácter en el duro quehacer marítimo. Sin cumplir trece años se embarca como grumete navegando por el Adriático y el Mediterráneo y llega en 1867 a Montevideo como tripulante de la fragata inglesa City of Sydney. Desembarca, y no encontrando mejor ocupación, sale para el Paraguay, que en esos momentos se hallaba en guerra, circunstancia favorable al tráfico fluvial por el intenso movimiento de tropas, pertrechos y provisiones. El gobierno argentino no decreta la requisición del material flotante, sino que todos los servicios de viajes y abastecimiento se hacen por contrato. El joven Mihanovich se dedica en el Alto Paraná a operaciones de compraventa, a transporte de provisiones que efectúa en un pequeño bote. Junta unos cuantos pesos, con los que llega a Buenos Aires en 1868, hospedándose en la fonda Adriática, propiedad de un compatriota de Dalmacia. Su primera intención fue regresar a su pueblo natal y comprar un buquecito más grande que el que poseía su padre, barco Ilamado Trabakula Fortunata. Lo disuadieron su coterráneos, todos marineros de raza y fuste, presentándole las ilimitadas posibilidades que ofrecía la República Argentina, tierra de promisión, a los hombres de tesón y espíritu emprendedor.

La Argentina entra en un período de franco progreso y si bien en las diversas líneas fluviales están admitidos los pabellones extranjeros en igualdad de condiciones, nace el cabotaje nacional de servicios regulares y con capitales de importancia.

Buenos Aires, hoy uno de los puertos más importantes del mundo, de dilatadas y profundas dársenas, numerosos desambarcaderos y amplios depósitos, era en aquella época un muelle de madera que databa del período colonial. Los barcos de ultramar fondeaban en la rada, alejada de la ciudad, y el traslado de los pasajeros, equipajes y mercadería se efectuaba en carros de dos ruedas, denominados carretillas, durante grandes bajadas, o en canoas, falúas, ballenas y chalanas, cuando la altura del río lo permitía.

Nuestro futuro gran armador traba relación amistosa con el genovés Juan Bautista Lavarello, que se ocupaba del transporte de pasajeros desde la rada exterior con embarcaciones llamadas balleneras, y pronto se asocia con él. Trabajó algunos años de lanchero y patrón de remolcador, hasta 1875, en que se inició como armador, arrendando tres remolcadores ("Buenos Aires", "Kate" y "Jeny") a la firma Antonio Matti y Piera.

Muerto trágicamente su socio, Juan B. Lavarello, N. Mihanovich se casó con su viuda, doña Catalina Balestra de Lavarello, madre de seis hijos. Fundan un hogar patriarcal y cristiano al que se sumarán, con el correr de los años, otros seis hijos, que forman la docena: Mihanovich los unos, Lavarello los otros. Además del cariño y del entendimiento mutuos, se unen los barcos y de este modo aumenta la potencialidad de la flotilla que comanda y dirige Nicolás Mihanovich, ayudado y secundado por su hermano Bartolo.

El historiador de la flota mercante argentina, vicealmirante T. Caillet-Bois, en su ensayo histórico Nuestra Marina Mercante (Boletín del Centro Naval, Nos. 477, 478 y 479, Buenos Aires, 1929), reseña así la asidua e infatigable labor de quien pronto sería un gran empresario naviero y armador:

"Un detalle pintoresco de las actividades portuarias de entonces nos da la clave del éxito de Mihanovich. Fuera de los muelles, a los que sólo podían atracar embarcaciones de escaso calado, Buenos Aires no era más que una gran rada, sin más puerto de cabotaje que el Riachuelo; éste se comenzaba a dragar, pero su barra tenía aún poca agua y daba acceso a los barcos únicamente cuando había creciente. Era, pues, frecuente ver cantidad de pataches y pailebots amontonados frente a la barra en espera de agua. Cuando el río crecía, el viento era SE., es decir, contrario a la entrada, de modo que ésta tenía que hacerse a remolque sobre la barra y luego a la sirga (para lo cual por mucho tiempo se mantuvo despejada la ribera sur del Riachuelo). Los remolcadores, por su parte, estaban atentos al cambio de tiempo para acudir al servicio de los pataches.

"Pues bien, don Nicolás, que era entonces patrón de uno de aquéllos y que vivía siempre sobre el bajo, frente al agua, se despertaba invariablemente a las dos de la mañana para observar el tiempo. Si su instinto le comunicaba la creciente, dirigíase al galpón que servía de cuartel a la gente de remolcadores, despertaba silenciosamente a su botero, se trasladaba no menos silenciosamente a bordo, levantaba presión y era el primero en presentarse al cardumen de los pataches. Cuando llegaban sus rivales, él se llevaba ya en el bolsillo dos o tres viajes, y está demás decir si se acreditó con esto entre la clientela de veleros, para los que era de la mayor importancia entrar a descargar cuanto antes.

"Hacia entonces adquirió importancia la inmigración y hubo períodos de más de mil pasajeros por día, los que eran llevados al muelle en vaporcitos y remolcadores. El servicio se pagaba peso oro por cabeza, hasta que Mihanovich cerró trato con el gobierno por 0,60.

"El hecho fue que antes de los dos años los vaporcitos arrendados habían pasado a ser de su propiedad. Matti y Piera habían quebrado y los remolcadores estuvieron un momento embargados e inmovilizados por el banco acreedor. El perjuicio era general, y la situación se resolvió a satisfacción de todos, haciéndose cargo de los barcos el hombre indicado, don Nicolás, que hubo de erigirse poco menos que a la fuerza en financista, asociándose otros capitales, entre ellos el del Banco Carabassa, que fue su firme apoyo."

Se asocia con sus compatriotas Gerórimo Zuanich y Octavio Cosulich, y con los capitales aportados se compraron los vapores Sol Argentino, el Montana, el Satélite y el Enriqueta. La sociedad giraba bajo el nombre Nicolás Mihanovich y Cía. hasta 1888, en que don Nicolás pagó la parte correspondiente a sus socios y quedó único dueño.

Con la conquista del Desierto (1879) se ensancha el inmenso territorio argentino a la explotación agrícola-ganadera y se construye la vía férrea hasta Bahía Blanca. N. Mihanovich, visionario y pionero, organiza la navegación mercante regular en la costa sur hasta Bahía Blanca y Patagones, destinando para el nuevo servicio quincenal el vapor Toro, de 500 toneladas, y muy luego añadirá el Watergeus; de 1.500 toneladas, para el transporte de materiales destinados a la construcción del muelle provisorio del Ferrocarril del Sur (hoy General Roca).

En etapas sucesivas Mihanovich absorbe la mayor parte de las distintas flotas establecidas. Lanchas y remolcadores pasan a sus manos. Encarga nuevos vapores: el Dalmacia (500 ton.) y el Austria (1.000 ton.). En 1887 establece, con el vaporcito Ráibido, su primer servicio de pasajeros a Colonia y al Carmelo, ciudades uruguayas. En esa época se produce una aguda rivalidad entre las empresas navieras, que compromete la resistencia económica de su compañía. Recurrimos nuevamente a la exposición documentada del vicealmirante T. CaiIlet-Bois:

"Hacia entonces iníciase un período de espectacular y ruinosa competencia, imitando las famosas carreras del río Hudson, entre dos fuertes empresas que dominan el tráfico fluvial, las Mensajerías Fluviales y la Platense. Por un peso o dos podíase viajar de Buenos Aires a Montevideo, en condiciones de lujo, banquete corrido, licores, vinos generosos a discreción, trato de nabab, etcétera"

"La primera en saltar es la Platense (1894), que con un capital de 1.250.000 pesos oro entra a liquidarse. La adquiere en gran parte don Nicolás Mihanovich en o 92.000 y entra a hacer frente no sólo a las Mensajerías, sino también a otras empresas como las de Giuliani y Balparado. Su adversario más temible es Saturnino Ribes, dueño de las Mensajerías, quien ha adquirido un vapor nuevo y lujoso especialmente para esta guerra.

"Frente a frente los dos gladiadores, Mihanovich que no se dormía y Saturnino Ribes que no cerraba el ojo; aquél tiene la idea, genial entonces, ya que no se conocían aún los trusts ni cartels, de proponer un arreglo en que, ambos saldrían favorecidos. Así se hace: Mihanovich renuncia al Río Uruguay y Ribes abandona las aguas del Paraná.

"Poco después fallece Ribes y sus herederos, no conformes con el convenio, reabren las hostilidades. Pero para entonces Mihanovich se ha afianzado, Reforzando su flota con la de Giuliani, comprada en o 40.000. La guerra resulta desastrosa para sus adversarios y las flotas de las Mensajerías y de Balparado pasan a incorporar a su vez a la empresa Mihanovich. La primera costó o 450.000."

Con el progreso general que se registra en la Argentina a fines del siglo Pasado y la era de prosperidad que marca el comienzo del siglo actual, el cabotaje fluvial y marítimo cobra suma importancia. Se construyen nuevos puertos, el tráfico se vuelve más intenso y las actividades de Mihanovich, van en constante aumento. En 1909 lleva el capital de la flota a o 1.800.000. La gran empresa naviera se transforma en la Compañía de Navegación Nicolás Mihanovich, Ltd. Es una compañía anglo- argentina, con directorios en Londres y Buenos Aires, ambos presididos por el fundador. Cuenta ahora con 350 barcos a vapor o motor y cubre diversas líneas para carga, pasajeros, excursiones, etc., en los ríos de la Plata, Paraná, Uruguay, Paraguay y Alto Paraná. Opera sin competencia digna de mención y dispone, además, de 68 remolcadores y 200 lanchas de distinto tonelaje.

Don Nicolás no se limita únicamente a las actividades navieras pues actúa en directorios de varias empresas, entre ellas "Campos y Quebrachales de Puerto Sastre", "Grandes Molinos Porteños", "Introductora de Productos Austro-Húngaros", "Banco de Italia", "La Positiva', "La Orhídrica", "Frigorífico La Blanca", etcétera.

En octubre del año 1918 se retira de los negocios y vende sus acciones (o 1.400.000). En esa época, la compañía naviera que había fundado y desarrollado, era dueña también de varios buques de ultramar. El personal estaba integrado por 5.000 tripulantes y empleados, en su mayoría oriundos de Dalmacia, provincia croata del Adriático. Mihanovich los tomaba por ser diestros y hábiles marineros, laboriosos, emprendedores y probos. En la chimenea de todos los barcos figuraba la insignia de la compañía: una "M" sobre fondo rojo, tan conocida en el Plata. Se había cumplido, por fin, el sueño juvenil de Nicolás Mihanovich, que, ya anciano, solía contar a sus nietos. Una vez se quedó dormido haciendo el servicio de pasajeros y soñó: las aguas grises del estuario eran auzadas en todas direcciones por grandes barcos, en cuyas chimeneas se leía letra M y eran suyos. Con la voluntad férrea y el trabajo tesonero consiguió, al cabo de los años, transformar su sueño en realidad, echando los sólidos cimientos de lo que es hoy la flota mercante argentina.

Miguel Mihanovich, nacido el 6 de octubre de 1862 en Doli, fue llamado por su hermano Nicolás y, a los 12 años apenas, llega a Buenos Aires en 1874. Los primeros años los pasó trabajando y estudiando de noche. Luego embarcó como comisario a bordo de un vapor, propiedad de su hermano, que hacía el recorrido de Buenos Aires a Bahía Blanca. En 1889 creó la compañía de navegación La Sud Atlántica, dedicada al tráfico entre Buenos Aires, Bahía Blanca y Patagones, que constituye la línea argentina más antigua de cabotajes fuera del estuario del Río de la Plata. En 1907, esta compañía construyó un importante muelle en Carmen de Patagones y pocos años después contaba con nueve vapores, 18 lanchas y 2 remolcadores. Esta compañía contribuyó mucho al progreso de la Patagonia, estableciendo los primeros servicios regulares entre la metrópoli argentina y las regiones patagónicas. En 1909, La Sud Atlántica se transformó en sociedad anónima, estableciendo los primeros servicios argentinos de pasajeros y carga hasta Río Grande y Porto Alegre, en el sur del Brasil. Suyos eran también los primeros barcos argentinos en llevar la carga de trigo y harina hasta Río de Janeiro y volver con el cargamento de yerba mate, maderas y bananas. A mediados del año 1920, Miguel Mihanovich cede todas sus acciones a la Compañía Argentina de Navegación Nicolás Mihanovich y se retira de los negocios.

Se desligó desde entonces por completo de los negocios navieros, en los que, de modestos comienzos, durante 81 años de ruda labor e intensa dedicación, llegó a ocupar, junto a su hermano, el primer lugar en la marina mercante argentina, como uno de sus creadores ,y forjadores, llevando el progreso a muchas poblaciones y creando considerables fuentes de trabajo y producción en el país. Por haberse forjado en el trabajo, supo gratificar generosamente a su personal y, al vender la compañía de vapores, repartió entre sus empleados y tripulantes la suma de o 75.000 oro en concepto de premios y retribuciones extraordinarias.

***

Cábenos, ahora, destacar otro rasgo característico de los hermanos Mihanovic: su hombría de bien, su caballerosidad y su generosidad. Nicolás, severo y recto, más bien taciturno y ensimismado, donó los fondos necesarios para la instalación de la Sociedad de Socorros Mutuos Austro- húngara y el edificio de la legación de su país. Cuando el obispo de Temnos, monseñor Miguel de Andrea organizó su gran colecta de beneficencia, hizo edificar con fondos de su peculio las casas del barrio obrero que lleva su nombre. Era benefactor asiduo y generoso de muchas entidades de beneficencia en Buenos Aires. Su hermano Miguel, aunque self-made-man aprendió, además de croata y castellano, italiano, portugués, francés e inglés. Adquirió amplios conocimientos de cultura general y por su modestia, discreción e hidalguía, fue muy estimado en los círculos sociales de la capital argentina. Formó parte de los directorios de las siguientes instituciones: Patronato de la lnfancia, Liga Argentina contra la tuberculosis, Sociedad de Educación Industrial, Institución Mitre, Centro Naval, etc. Además, don Miguel hizo importantes donaciones a las instituciones culturales, sanitarias y caritativas de Croacia. Ayudó también con una importante suma de dinero a Hrvatski Radisa - organización croata que se ocupaba de protección, promoción, enseñanza y orientación profesional de los aprendices obreros- de la que era miembro honorario. En 1923 fundó un importante legado para el mejoramiento cultural, sanitario .y económico de su pueblo natal, Doli, y de otras aldeas de la región ragusina, al que luego contribuyó su hermano Nicolás. Murió el 6 de marzo de 1938.

Don Nicolás, debido a la obra realizada y a sus cualidades personales, se acreedor de muchas distinciones. El emperador Francisco José de Austria lo designó cónsul honorario y le otorgó el título de Barón, transmisible a sus herederos. Los soberanos de Rusia e Inglaterra lo condecoraron también. El Rey de España le confirió la Cruz de Segunda Clase de la Orden del Mérito Naval y la Encomienda de la Orden de Alfonso XIII. En 1929; a los 83 años de edad, murió Nicolás Mihanovich. En el Paraguay existe un pueblo que lleva su nombre.

Ultimamente, el gobierno argentino ha encargado un buque fluvial que será afectado al tráfico entre Buenos Aires y la ciudad uruguaya de Colonia. Podrá transportar hasta 700 pasajeros y 50 automóviles. La nueva unidad llevará el nombre de Nicolás Mihanovich, en homenaje al creador de la flota fluvial, quien, según lo expresa la comunicación oficial, "sintetiza los esfuerzos de armadores y tripulaciones para consolidar los intereses argentinos en el ámbito naviero".

En síntesis, los hermanos Mihanovich eran trabajadores infatigables, emprendedores, verdaderos pioneros, a la par que hombres de bien, caballeros a carta cabal y mecenas. Eran buenos patriotas croatas y forjadores de la Argentina. Honraron igualmente a su patria de origen, Croacia, y a su patria adoptiva, la Argentina.

Buenos Aires.

 

 


LAS COSTUMBRES NAVIDEÑAS EN CROACIA

Pablo Tijan

Sería imperdonable equivocación considerar al cristianismo en los países bajo régimen comunista como algo perdido o, por lo menos, en vías de desaparición, y equivocación semejante lo sería, aun admitiendo la persistencia de la fe en las almas cristianas, que la vida religiosa fuera totalmente oprimida hasta el punto de que la celebración de las Navidades se hiciese imposible. En realidad, los éxitos de los regímenes comunistas en este terreno son insignificantes, sobre todo en los países de fuerte tradición católica, y se reducen, por regla general, a lo exterior, a la práctica del culto público, pero la interior vida religiosa continúa con intensidad, a veces con más rigor en los hogares y en las iglesias. Antes que de la derrota, deberíamos hablar de la victoria de aquellas bravas gentes que saben enfrentar con valentía a las autoridades ateas e incluso obligarlas a claudicaciones. Si bien la Navidad no es ya fiesta oficial en Croacia, sin embargo, ella se celebra en las iglesias y en los hogares, la alegría se refleja en los rostros hasta de los que están obligados a acudir a su puesto de trabajo, pero en traje de fiesta y la solemnidad del día es fácil de percibir en las calles y en los lugares públicos. De ahí no es difícil el paso para introducir oficialmente la fiesta del "Tío Frío" o la de la "Alegría Infantil", que caen el primero de enero y no son otra cosa que la capitulación del régimen ante la fuerza de la fe y las tradiciones populares. Los comunistas se dan por satisfechos, dialécticamente, con la terminología, pero la sustancia se les escapa de las manos y es como antes, cristiana y popular.

La fiesta litúrgica de Navidad se extendió, desde tiempos inmemorables, fuera de la iglesia de muy diversas maneras. El motivo de este fenómeno consiste no sólo en la magnitud del Misterio religioso, sino también en el elemento humano que está comprendido en el concepto cristiano de la Navidad. En primer lugar, hay en ello el misterio de la Maternidad Virginal y el calor familiar. A esto se une el elemento de pastoreo, hombres sinceros e ingenuos, que en las posteriores creaciones literarias se funde con el género pastoril y renacentista. Un motivo romántico viene con los Reyes Magos, igual que con el asesinato herodiano de los Inocentes. Por eso, la Navidad es la fuente de inspiración de un sinfín de costumbres religiosas y populares, lo mismo que de la producción poética y artística que enlazan la vida del pueblo con la de la Iglesia representando una ampliación de la fuente litúrgica de la Navidad.

La mayor parte de las costumbres navideñas croatas las podemos encontrar también en otros pueblos europeos, en una u otra forma o modalidad sólo que como tales se han cristalizado en el pueblo croata, representando de tal modo en su conjunto una originalidad No importa que varias de estas costumbres tengan origen pagano - lo tiene también la misma fiesta eclesiástica que es la transformación cristiana de la antigua fiesta romana del Sol naciente-, porque la religión cristiana, si en verdad quiere ser una religión popular, sólo puede arraigar profundamente en el alma de las masas a través de las costumbres. Precisamente, lo mejor de la religiosidad croata está íntimamente vinculado con la vida popular.

Las costumbres navideñas croatas se distinguen de las de la Europa Occidental y Central por la mayor abundancia del elemento primitivo de la región del hombre con la naturaleza. Por lo demás, son muy variadas: sobre el subestrato preeslavo se produjo una transformación espiritual y cultural por obra del cristianismo, luego se sobrepusieron los estratos culturales mediterráneos en el Sur y los germánicos o centroeuropeos en el Oeste y el Norte de Croacia.

Simplificado de este modo el esquema del objeto de nuestras consideraciones, intentaré dar una visión general de las costumbres navideñas croatas, haciendo resaltar lo típico lo característico y lo general, y prescindiendo de descripciones sistemáticas de fiestas por pueblos y regiones.

Partiendo del Misterio de la Encarnación, que siempre preside todas las fiestas y todas las costumbres en torno a la Navidad y que tiene su más perfecta expresión espiritual y artística en la liturgia, las características principales de las Navidades croatas pueden reducirse a esos cinco puntos cardinales:

1. La adoración del recién nacido Niño Jesús.

2. La conmemoración de los difuntos.

3. Prácticas para defenderse del mal, conservar la salud y asegurar prosperidad y la abundancia de la economía.

4. Sortilegios, predicciones y adivinaciones del futuro.

5. Reparto de aguinaldos.

Las fiestas navideñas y su forma de celebración en Croacia tienen al del religioso, un gran significado moral y social. A la mesa de Nochebuena no se sientan sólo los miembros de la familia, sino también los criados, los obreros y los pastores, además alguno que otro mendigo o viajero, porque ante la humildad del Señor que quiso nacer en un establo, no hay lugar para las diferencias sociales, por lo menos en la Noche sagrada. En muchos lugares, por ejemplo en Bosnia y Hercegovina, los antiguos enemigos se reconcilian, se estrechan las manos espontáneamente y se besan, olvidando las querellas y las injusticias anteriores. Los pobres reciben regalos. Si alguien no tiene carne para asar se encontrará siempre un vecino o un pariente que se la traiga porque Navidad es fiesta de amor y de abundancia.

El ciclo de las costumbres navideñas empieza generalmente con la festividad de Santa Catalina (25 de noviembre), cuando cesan las fiestas ruidosas y opulentas para que los feligreses se preparen debidamente para la llegada del Señor. El ayuno y la abstinencia se respetan casi siempre en su primitiva pureza y austeridad. Durante el adviento hay, algunas fiestas menores de auténtico sabor familiar y otras que señalan etapas en preparación de la fiesta principal. De las primeras las más características son los tres últimos domingos de Adviento que el pueblo croata de Bosnia y Dalmacia dedica sucesivamente a los niños (Djetinci), a Ias madres (Materice) y a los padres (Ocici). La costumbre existe también en algunas otras regiones croatas y es muy anterior al recién introducido "día de la Madre'. En ese día, los festejados reciben felicitaciones de sus familiares y tienen que rescatarse con pequeños regalos: los niños con frutas, las madres con frutas y pasteles, y los padres con aguardiente y carne.

El día de Santa Bárbara (4 de diciembre) empiezan los preparativos caseros. Se aparta el cerdo o el carnero que ha de ser sacrificado para las fiestas y desde entonces se le cuida mejor y se le ceba. El mismo día se siembra en algunos platillos un poco de trigo para que en la Nochebuena haya en casa algo de fresco verde. En algunos lugares se hace lo mismo el día de Santa Lucía.

Con la fiesta. de Santa Lucía (13 de diciembre) empiezan los "doce días" que nos separan de la Navidad. Cada uno de ellos está destinado para un trabajo particular y una práctica especial. El conjunto del número doce posee ya un significado mágico. La predicción del tiempo para el año siguiente se deduce del tiempo de estos doce días, cada uno de los cuales corresponde a un mes del año venidero. El mismo día se hacen varios sortilegios para adivinar el futuro, sobre todo con respecto al matrimonio de las muchachas casaderas. Este día las mujeres no deben coser, porque, según las creencias en algunas regiones, les dolerían los dedos. Santa Lucia es también ocasión para cortar la leña que se quemará los días festivos.

El día de Santo Tomás (21 de diciembre) está destinado a la matanza de la res previamente seleccionada y, para cribar la harina con la que se harán los pasteles y los dulces rituales. Cada familia trata de preparar cuantas comidas puede porque una parte se regalará a los pobres y, a los necesitados.

El día de Nochebuena está lleno de labores caseras, preparativos, ceremonias y oraciones. Todo el mundo se levanta antes de salir el sol, después se reza una larga oración y se desean mutuamente Felices fiestas venideras todo eso acompañado de frases rituales y pequeñas libaciones de aguardiente. Luego a trabajar todo el mundo, porque en una gran familia hay tareas para todos, incluso para los niños. Mientras las mujeres trabajan en la cocina, los hombres se dedican a las faenas propias de su sexo. Primero adornan casas, establos, campos y cementerios con ramitas verdes de muérdago, yedra o laurel, o de cualquier otro arbusto o árbol que en esta época tenga hojas verdes. El significado de este verde fresco se explica simbólicamente como portador de la fuerza juvenil que pasará a los. hombres y a los animales. La costumbre fue ya conocida en las remotas épocas romanas.

Como se ve las costumbres de este día reúnen en sí componentes de tinta antigüedad y de muy variada procedencia. Según las más recientes investigaciones, las principales y las más numerosas tradiciones son aquellas que guardan alguna relación con el culto de los antepasados. Aquí entran las velas que se encienden solemnemente, en memoria de los difuntos durante la cena de Nochebuena. Lo hace el jefe de la familia que, terminada la cena, introduce un trozo de pan navideño en el vino y deja caer una gota de este vino sobre la llama de la vela. Según la dirección del humo quiere saberse quién ser el primero que morirá el año próximo o si habrá muerte o no en la familia.

Pero la luz, igual que el fuego que antes poseía la Facultad defensiva contra los espíritus malignos, puede convertirse en un símbolo cristiano de esperanza y de alegría por la Luz de la Redención que Cristo nos trajo. El viejo Simeón recibió a Jesús como "la luz que iluminará a los gentiles", y los santos padres Cipriano y Ambrosio llaman a Jesucristo "Sol". Los croatas de Bosnia y Herzegovina, que durante el dominio otomano fueron instruidos por los hijos de San Francisco conservando con extraordinaria pureza la doctrina cristiana, ponen esta Noche tres velas en vez de una y las llaman "Trinidad" como símbolo de la Santísima Trinidad.

Desde tiempos muy antiguos, se conocen platos con carácter fúnebre en la Nochebuena: judías (que como tales existían también en la Roma antigua), miel, nueces y pescado. En algunas regiones croatas se deja un poco de la cena y de la bebida expresamente a los difuntos.

La paja como elemento de las costumbres navideñas está extendida por el ámbito eslavo sobre todo en aquellas regiones que no conocen el badnjak. El padre de familia trae la paja a casa y la esparce por el suelo, por la mesa, por las sillas y por encima de otros muebles. Acompaña sus movimientos con fórmulas mágicas referentes a la salud de los familiares, a la fecundidad del ganado y a la fertilidad de los campos, pero hoy en día se le da a la paja significación cristiana y en ella quiere verse aquélla en que reposó el Niño Jesús en el pesebre. Muchos comen y duermen esta noche o varios días y noches seguidos sobre esta paja, y los niños juegan en ella alegremente, porque esto trae salud y buena suerte. Pasadas las fiestas principales, la paja se pone debajo del ganado en los establos o se esparce por los campos con el mismo fin. El origen de esta costumbre, que conocen bien algunos otros pueblos europeos, no está aún esclarecido satisfactoriamente. Unos quieren ver en ella un resabio del culto de los difuntos, que descansan esa noche con sus familiares vivos sobre esa paja, y otros, el residuo de la hierba que antiguamente se ponía a los espíritus divinos para que comiesen junto con los familiares, lo que no parece muy probable.

Una de las más características costumbres de los croatas y otros eslavos meridionales igual que de algunos pueblos europeos, es la de traer y encender badnjak. Hay dos tipos de badnjak: unos con la rama de un árbol que se coloca junto a la pared exterior de la casa o en el alero, y otros con unos troncos de un metro o un metro y medio de largo, que se trae a la casa y se enciende en el hogar. El primer tipo está extendido en el Norte, el segundo en el Sur. El del que se corta el badnjak es generalmente la encina. El jefe de la familia lo coloca y enciende con solemne ceremonia. El badnjak arde todos los hasta el Año Nuevo o hasta la fiesta de los Reyes Magos. A veces se trata al badnjak como a un ser vivo y se le pone al lado un poco de pan y agua. Se le rocía con vino y trigo, se le unge de aceite y se le habla. Por eso, algunos etnólogos veían en él una especie de fetiche. Otros, lo explicaban desde el punto de vista del culto solar: el badnjak debe proporcionar la luz y el calor en la época en que el sol es más débil. Otros lo explican a su vez, como un fenómeno análogo al árbol de mayo, conocido entre los pueblos germánicos y los eslavos, que lo recibieron de los alemanes. Por fin, los hay que en esta costumbre ven el culto de los difuntos. Las almas de los difuntos vendrán esta noche a la casa, se reunirán y se calentarán en torno al fuego. De ahí que se ponga a su lado comida y bebidas.

De todas maneras la costumbre de badnjak fue recibida por los eslavos meridionales, después de la llegada al Sur, de otros pueblos mediterráneos que ya la conocían, como una buena parte de Italia, de Portugal y de España. Es interesante que la primera noticia de esta costumbre figura en un documento del obispo español Martín de Braga, de la segunda mitad del siglo VI que prohibe que el tronco en el hogar se rocíe con vino y se cubra con frutas en ocasión de la Navidad. Luego, existía tal costumbre en la Francia meridional, en Inglaterra y Alemania, como en el resto de los Balcanes, mientras es desconocida entre los eslavos orientales y occidentales. En las provincias septentrionales de Croacia se puede observar la tendencia a la desaparición de los badnjak, sustituidos por el árbol de Navidad.

El uso de árbol de Navidad apareció primero en Alemania a principios del siglo XVII, y desde allí se difundió por todos los países protestantes, luego en Baviera y en Austria. Después llegó a los eslavos católicos, pero no antes de principios del siglo XIV. Desde éstos pasó a Rusia y a Servia. Antes se adornaba con pasteles en forma de hostia que eran el símbolo de los dones eucarísticos, y con frutas, como símbolo de la vida. Hoy en día prevalecen los adornos de producción industrial en las ciudades, pero en el campo persisten todavía frutas y dulces y, en algunas regiones, también los regalos, que luego se descuelgan. Generalmente, debajo del árbol se pone el Nacimiento de cartulina troquelada. Nacimientos artísticos o de confección casera hay pocos. Al lado del Nacimiento se colocan los regalos para los familiares y los amigos de la familia, si no cuelgan del árbol. El árbol de Navidad se coloca también en las iglesias por encima del Nacimiento y, a veces, ambos lados del altar mayor y allí queda, igual que en las casas particulares, hasta el día de los Reyes.

La leyenda pía quiere ver en el árbol de Navidad aquel árbol que germinó de la boca de Adán y que después fue la cruz de la Redención. En realidad, se trata de una vieja tradición del símbolo de la energía vital que se renueva cada año. Hay etnólogos que lo explican como reminiscencia de unos antiquísimos ritos agrarios, y otros que, a su vez, lo consideran como continuación de la costumbre de los antiguos romanos, que, al final del año, para festejar las Calendas, colocaban en sus casas árboles verdes colgando en ellos lucecitas y productos del campo.

Sin embargo, esta costumbre romana de festejar las Calendas se ha conservado en todos los pueblos eslavos y bajo el mismo nombre, en forma de Kolede, entre los croatas. En croata significa esta palabra la ronda que se hace por el pueblo y la canción ritual que en tal ocasión se canta.

La costumbre, en su sustancia, es una herencia de la última época de la comunidad preeslava, luego fue desarrollada por separado en cada pueblo eslavo, revistiendo carácter religioso o popular, según los influjos culturales. Consiste en unas rondas que hacen los mozos del pueblo yendo de una casa en otra y cantando canciones rituales en forma de felicitación y de buenos deseos por la prosperidad de la casa, del ganado y del campo. Por su actuación reciben aguinaldos, generalmente en especie, pocos en metálico. El dueño de casa tiene que agasajarlos con comida y bebida, y bendecirlos.

La misma costumbre ha sido comprobada en algunas provincias de Francia y tiene el común origen romano. Según las explicaciones de los etnólogos, la idea de esta costumbre es el deseo de la abundancia, la salud y la prosperidad en la Familia y en todo lo que una Familia posee, mientras que para otros el turnarse de las gentes jóvenes representa el cambio de las generaciones y la renovación de la solidaridad entre la gente en el mismo territorio.

En la Croacia septentrional estas rondas se llaman betlehemari - belenistas - y las hacen los niños, llamados también pastores, porque llevan un belén iluminado con una estrella y con Las figuras del Misterio, mientras que de pastores hacen ellos mismos, llevando en las manos varas altas y cantando villancicos. También ellos felicitan las Pascuas y por eso reciben aguinaldos.

Todas estas costumbres y usos de que venimos hablando, pueden celebrarse también el día de Navidad, los días siguientes o el de Año Nuevo, e incluso repetirse, hasta la fiesta de los Reyes Magos. La causa de esta inestabilidad está en que muchas costumbres navideñas son anteriores a la celebración de la Navidad, remontándose a la celebración del Año Nuevo, y como estas fiestas han cambiado de fecha en el curso de la Historia, ocurre que varios elementos vinculados a ellas se han confundido.

Prendiendo otra vez el hilo de la descripción del día de Nochebuena, llegamos al momento de la cena. Esta es precedida por largas y excepcionales oraciones por los vivos y los. muertos, por el ganado y por las cosechas. Luego se come. Los platos son todos a base de ayuno o abstinencia, en que no faltan: los típicos platos eslavos de judías, nueces, miel y pescado.

Los animales también tienen que comer bien esta noche. Su comida se bendice igual que los establos. A veces se les preparan unos panes rituales en forma de animales. Existe la creencia, muy difundida también en Francia, "de que los animales hablan esa noche, pero no está bien escucharlos. Puede ocurrir alguna desgracia. El amo procurará que se les trate y cuide bien estos días.

Después de la cena se asa el cordero o el cerdo para el día siguiente mientras los niños juegan con los regalos y las mujeres se divierten con varias prácticas de magia. Se trata de adivinar el tiempo para el año que viene, por ver si alguna moza saldrá casada de la casa, si habrá muerte o enfermedad en la familia, etc.

En algunas regiones las muchachas funden el plomo y de sus formas intentan averiguar lo que las espera en el año próximo. En otras provincias esto se hace en la vigilia de la Epifanía o en la Noche Vieja. Hay roscones igual que en España; a quien le toca algún objeto con poder mágico amasado en él, será feliz el año entero y tendrá mucho dinero. Según el largo de la paja que se extrae debajo del mantel se apreciará la altura de las espigas o del cáñamo.

En la espalda del cordero o del cerdo sacrificado está el secreto de todo lo que espera a una familia el año próximo, y el padre de familia lo explica según puede o sabe ayudándose de unas fórmulas mágicas. Para ver la Fecundidad "de los animales domésticos se hacen saltar chispas del badnjak y tanto como salten chispas, ellos se multiplicarán. La ascuas del badnjak tienen poder protector contra los espíritus malignos igual que sonidos estridentes, como por ejemplo el restallar del látigo, un disparo de escopeta o un cañonazo. Lo mismo vale de los sabores fuertes. Por eso se come mucho el ajo.

Todo eso, naturalmente, no se toma en serio, sirve más bien de diversión, pero se practica, porque así lo hacían los antepasados, y las tradiciones están muy arraigadas en el pueblo croata. Sin embargo, pronto se pasa al canto de villancicos y se prepara para la Misa de Gallo.

Es casi una norma que a la Misa de Gallo debe asistir toda la Familia. En casa quedan sólo los ancianos y los niños muy pequeños con un hombre mayor. Es de una belleza única e indescriptible ver cómo se acerca la gente a la iglesia parroquial. El paisaje está generalmente cubierto de nieve y por los estrechos senderos desde todas las direcciones se acerca la gente por grupos, llevando cada uno una antorcha o una linterna. Se oyen villancicos y disparos de escopeta, sofocando el susurro de las mujeres que rezan el rosario. En la iglesia siguen cantando villancicos, sosteniendo velas o linternas encendidas. Terminada la Misa de Gallo, en muchas regiones de profundas tradiciones católicas, la mayoría se queda asistiendo a las dos misas siguientes, y luego se encaminan a la casa felicitando de paso por las Pascuas a los amigos y los parientes. La gente se besa, se felicita y pide mutuamente perdón por sus faltas en el pasado año. Uno a otro se desean que la paz de Dios reine entre nosotros.

Poco a poco, mientras se está llegando a casa, amanece el día grande, alegrado por muchas y sinceras felicitaciones y enhorabuenas, de gracias y de deseos y obsequios para todo el mundo. Este día nadie se queda sin un obsequio sin una atención por parte de otros.

En casa, después de largo ayuno y al cabo de tantos y agotadores trabajos y preparativos, reina la calma. El amo reparte a sus familiares los primeros bocados del asado navideño. El primer día generalmente no se esperan visitas ni se va a otras casas. Es el día de mayor recogimiento familiar.

Sin embargo, hay un personaje, el primer visitante y congratulante, que debe venir a cada casa y se le recibe ritualmente con ceremonias establecidas. Es un hombre - sería mala señal si la primera visitante fuera una mujer de buena salud, fuerte y designado por el padre de la familia, o el mismo se ofreció para tal papel, que viene a la casa como portador de la felicidad y de la buena suerte. Apenas haya entrado y pronunciado las primeras frases de felicitación debe sentarse en una silla junto a la puerta, si no, las gallinas no pondrían huevos. Luego el amo echa sobre él granos de trigo, se le obsequia con regalos y durante todos los días él es el huésped de honor.

Los días siguientes se pasan en el campo como días festivos. Es invierno y no hay grandes trabajos. Además, muchos paisanos llevan nombre de Esteban y de Juan, y, por tanto, celebran su onomástico. Estos días están dedicados a las visitas mutuas y a las grandes y opulentas comidas.

El día de San Juan es cuando se saca la. paja de la casa y se pone en los establos, en los campos y los huertos, también en las ramas de los frutales, para que la cosecha sea de lo más abundante.

El día de los Inocentes es la fiesta de los niños. En algunas regiones celebra este día en vez del segundo domingo de Adviento. A los niños da unos golpecitos con una vara en la planta de los pies. Esto lo hace, generalmente, una vieja vecina, que es obsequiada por este servicio. Mientras el niño recibe los golpes rituales, se le dice: "crece, crece" o "crece en lo largo y en lo alto, lo que explica perfectamente el sentido de esta costumbre. Las "inocentadas" al estilo español no se practican ese día, sino el uno de abril.

En la Noche Vieja se repiten la mayor parte de las costumbres y de las prácticas mágicas de la Nochebuena, igual que el día de Año Nuevo, que se parece mucho a la Navidad. Se acaban poco a poco los asados y los pasteles navideños, la alegría sale del hogar y, se expande por el pueblo y por los lugares públicos.

El ciclo navideño termina con la Epitanía o fiesta de los Reyes Magos. La noche de los Reyes Magos no tiene en Croacia el mismo significado que en España o que la Befana en Italia. Los niños y los mayores recibieron sus regalos en las ocasiones anteriores. Los trajo San Nicolás o Santa Lucía, o el mismo Niño Jesús en la Nochebuena.

Los feligreses también asisten a la bendición del agua y la traen a casa en cántaros para luego rociar y bendecir con ella la casa, las cuadras, los animales domésticos, la huerta y los campos. Un poco de agua bendita se da a beber al ganado y, en algunas regiones, también la bebe la gente.

Así termina en Croacia el período de las más intensas fiestas de todo el año. La época es propicia: las casas están repletas de géneros alimenticios, productos de la propia economía, y el invierno impide el trabajar en el campo o en el bosque. Es el período de descanso, de sosiego y de vida familiar.

En nuestro esbozo de las costumbres navideñas croatas hemos hecho resaltar, según nuestro propósito, sólo lo más típico y lo más difundido. Naturalmente, hay muchas otras costumbres merecedoras de mención y descripción, porque, aun insignificantes y de un ingenuo sabor pagano, llevan en sí el recuerdo de la ya lejana infancia y de su poesía que, para nosotros que estamos fuera, no volverá jamás y que allí, en su propio terreno, tiene supervivencia aun a costa de muchos cambios e innovaciones. Así, en Backa, entre los Bunjevci croatas, el futuro yerno viene por primera vez a la casa de su novia el día de la madre, y la futura suegra le regala una toalla. En Dalmacia, el verde fresco no puede ser el del álamo, porque, según la leyenda, en este árbol se ahorcó Judas, y tampoco de algún arbusto con espinas, porque de las espinas fue hecha la corona de Jesús. Tales costumbres y creencias son infinitas y es imposible enumerarlas.

Surge claramente de nuestra disertación que todas estas costumbres, creencias, sortilegios y usos de los croatas en el período navideño, provienen de muy variadas fuentes, que son de distinta antigüedad y que en su principio a veces tuvieron otros significados, o sea que se trata de un sincretismo sobre cuya existencia los especialistas están de acuerdo. Las disensiones se originan cuando pretenden explicar estos fenómenos. Unos afirman el manismo, es decir, la prevalencia del culto de los difuntos; otros se inclinan hacia el magismo, especialmente a los elementos de la llamada magia inicial, que tiene tanta importancia en el principio del Año. Otros, muy pocos, buscan en este complejo elementos lunares, y los últimos advierten los elementos solares, precisamente en los días que el Sol nace joven e invicto. Habrá un poco de todo eso, pero es indudable que por encima de todas las supersticiones está la fe cristiana en el recién nacido Niño Jesús que vino a redimir a la Humanidad de las tinieblas del pecado. La mayoría de las costumbres navideñas croatas tiene ya el significado cristiano aunque éste sea secundario, pero la instrucción religiosa tiende a todas las tradiciones populares, sin necesidad de suprimirlas, porque si estos usos, por medio de símbolos, expresan el deseo de protegerse del mal y procurar la bendición de Dios, especialmente en el tiempo de Navidad, son aceptables por la doctrina cristiana.

Las fiestas navideñas tienen en el país croata marcado carácter de cordialidad. Estos son los días de la alegría familiar y fraternal. Esta alegría abraza a todos y nadie debe sentirse excluido, ni los mismos enemigos. Son días de Confortación espiritual. El amor familiar es destacado, los vínculos amicales reforzados, la aldea entera se convierte en una gran familia cristiana, olvidando los vecinos sus disensiones. Este ritmo del noble amor navideño se extiende a los animales domésticos, a los que se trata con especial atención colindante con la ternura. Especialmente se subraya la preocupación por el feliz porvenir del hombre, por la fecundidad de los animales y por la fertilidad del campo.

La preocupación de gran valor educativo es la preocupación por el porvenir, enemiga de la pereza y de la despreocupación, lo cual supone un cerebro que piense y unas manos que trabajen. El trabajo concorde de todos los miembros de la comunidad o de una gran familia conduce a todos hacia el bienestar. Estas altas cualidades de las costumbres navideñas croatas rejuvenecen y confortan a las gentes en sus sufrimientos y en sus afanes de cada día.

Igual que en otros pueblos cristianos del Sur o del Este de Europa también en el pueblo croata los motivos navideños han sido una inagotable fuente inspiraciones para el arte. La literatura medieval croata está llena de peque as poesías y misterios que se representaban en las catedrales o en los claustros de los monasterios y conventos. Leyendas y visiones, poesías y dramas con temas navideños fueron a veces los primeros productos literarios que del latín pasaron a la lengua vernácula y marcan el principio de la literatura nacional.

Las canciones y los villancicos son numerosos y por regla general datan de lejanos tiempos. En Croacia toman su origen del coral romano y el melos popular. Las melodías originadas por influjo del coral romano son serias y graves, con visible carácter de creación artística, mientras que las melodías populares son mas libres, más vivas y más flexibles. Pero todas se distinguen de otras canciones religiosas por una ternura y una ingenuidad propias del carácter lírico del pueblo. Junto a estas canciones hay otro grupo, el de las originadas bajo las influencias musicales de otros pueblos europeos occidentales, en las cuales las hay verdaderamente majestuosas.

Magníficamente han descrito y cantado las fiestas de Navidad muchos poetas y literatos de todas las épocas de la literatura croata. La pintura, las artes plásticas y decorativas, desde la monumental catedral románica de Trogir, en Dalmacia, hasta la nueva catedral de Djakovo, en Eslavonia, testimonian de la predilección de los croatas por los motivos navideños. El mismo interés artístico que perdura por los siglos alcanza su punto máximo en la maravillosa serie de relieves con motivos bíblicos de nacimiento y de maternidad tallados en madera por el genial escultor croata Ivan Mestrovic.

Esos son los recuerdos de las Navidades croatas. El fatal telón de acero nos impide entrar en contacto directo con el pueblo croata en el país y observar de cerca su vida íntima durante estas grandes fiestas cristianas. No obstante, sabemos que la mayor parte de las costumbres siguen practicándose y que ante la forzada industrialización y la modernización de la vida de Croacia, país hasta ahora preponderantemente agrario, tienden a desaparecer las creencias populares y las supersticiones, pero que, en cambio se está robusteciendo cada vez más la profunda fe cristiana en el único Dios Omnipotente, en su Justicia y en la victoria final del Bien sobre el Mal. El pueblo, que supo conservar sus tradiciones y su fe a través de los siglos y durante las grandes calamidades históricas, sabrá también salir victorioso de estos últimos sufrimientos y entonces podrá exclamar libremente en voz alta:

íGloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!

Madrid

 

BIBLIOGRAFIA

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Laufer O., Den Weihnachtsbaum in Glauben und Brouch, Berlín, 1925.

Schnneeweis, E., Die Weihnachtsbräuche der Serbokroaten, Viena 1925.

Gavazzi, M., Godina dana hrvatskih narodnih obicaja, II, Zagreb, 1937

Gavazzi, M., Badnak; Bozicni obicaji, en Hrvatska Enciklopedija, ts. II-III, Zagreb, 1941-42

Markovic, T.,S.J., I costumi natalizi in Bosnia ed in Herzegovina, en Croazia Sacra, Oficium Libri Catholici, Roma, 1993.

 

 


LEYENDA NEGRA SOBRE CROACIA EN "PREUVES"

Ivo Bogdan

"Quelques auteurs, notamment Friedrich Engels, ont en effet signalé le róle contrerevolutionnaire, liberticide et fratricide que les Croates semblaient appelés à jouer dans l'histoire moderne."

Manes Sperber, Preuves, Nro. 109.

En la prestigiosa revista Preuves (París, marzo 1960, pp. 60-65), patrocinada por el Congreso por la Libertad de Cultura, el señor Manes Sperber publicó, a raíz de la muerte del Dr. Ante Pavelic, un artículo bajo el título: Mort d'un contemporain. Dicho artículo contiene datos inexactos e insultantes apreciaciones no sólo sobre el mencionado político croata, sino sobre el pueblo croata como conjunto, tanto en el presente como en el pasado.

Se sabe que las colaboraciones publicadas en Preuves no comprometen al Congreso como institución, sino a los autores respectivos. Sin embargo, el hecho de que en esa revista de destacados intelectuales, que por principio repudia toda clase de prejuicios, especialmente los nacionalistas, y defiende la causa de las víctimas inocentes del comunismo totalitario, hayan tenido cabido juicios tan crueles sobre un pueblo subyugado, que en la Yugoeslavia comunista está expuesto a doble opresión, política y nacional, impone la réplica en esta publicación, cuyo propósito primario consiste en el análisis objetivo y desapasionado de la problemática croata. Tal réplica es tanto más necesaria cuanto que se trata de la divulgación de la leyenda negra sobre Croacia, en su forma más vil, lanzada a rodar y sostenida por los opresores de antaño y actuales del pueblo croata. Destacamos que no nos lleva el ánimo de polemizar, ya que no ponemos en tela de juicio la buena fe de los editores ni del autor mismo. Queremos únicamente señalar dónde está la verdad y de dónde provienen los prejuicios que afectan tanto el honor y la libertad del martirizado pueblo croata.

I

Recordamos al autor, un marxista austríaco y partidario de una corriente de la moderna psicología, de la época anterior a la segunda guerra mundial, cuando visitó a Zagreb, capital de Croacia. Nuestros "comunistas de salón" lo festejaron y, elogiaron de modo desacostumbrado. De su artículo se colige que en aquella oportunidad sus informantes, entre otros, eran también los representantes autorizados del partido comunista yugoeslavo.

Conocemos también a Manes Sperber como autor de ensayos en los que enfoca los problemas más bien como ideólogo y moralista que en comentador político. Ese rasgo implica el peligro de seleccionar e interpretar los hechos en apoyo de determinada postura ideológica. Por eso el autor, en su nota sobre Croacia, tiende a aceptar lisa y llanamente ciertos cargos fabricados por los comunistas y por los círculos granservios, cuyo fin no es saldar cuentas con un político muerto y con un régimen pasajero, sino descalificar al pueblo croata, su verdadero adversario, que está luchando por su libertad.

El croata es un pueblo políticamente desheredado, despojado de su gobierno propio y de sus representantes diplomáticos. Su historia y su realidad actual son descritas a veces en forma intencional e inexacta. Mas nadie, como M. Sperber, ha formulado hasta ahora un juicio tan negativo. El autor hace caso omiso del hecho de que los croatas estén privados actualmente, por un régimen totalitario, de sus derechos y libertades fundamentales. Mientras que al referirse al cardenal Stepinac, a pesar de su postura ideológica, vacila en dar por comprobadas y verídicas las calumnias comunistas y servias[48], no procede con el mismo criterio cuando se refiere al oprimido pueblo croata. Detrás del cardenal Stepinac estaba la gran influencia moral de la Iglesia Católica mientras que el pueblo croata está casi solo en su gran tragedia.

Al aceptar sin reserva alguna la Leyenda negra sobre Croacia -fabricada y fomentada, como todas las leyendas negras, por los que se ensañaron contra las víctimas de esas leyendas-, el autor apoya una de las más terribles opresiones: la granservia y comunista; está respaldando a la peor especie de los imperialismos enanos, que el mismo director de Preuves, François Bondy, califica en una conferencia pronunciada en Buenos Aires (noviembre 1960), como causante principal de la trágica situación imperante en la Europa central y oriental con todas sus implicaciones con respecto a la alarmante situación europea y mundial. Destacó con razón F. Bondy que los imperialismos enanos habían heredado todos los defectos de sus predecesores, los Imperios austríaco y turco.

La predisposición de M. Sperber a dar fe a la "leyenda negra emana de su mentalidad, que le hace permeable tanto a los anticuados prejuicios de la izquierda europea de mediados del siglo pasado como a la propaganda actual de los comunistas yugoeslavos (quienes, dicho sea de paso, actúan como sostenedores del imperialismo enano servio). Al mismo tiempo se halla acaso, bajo el impacto de los prejuicios de ciertos círculos vieneses sobre Croacia, que los expertos austríacos han interpretado con frecuencia erróneamente.

Lo más penoso en todo eso es que M. Sperber esté tal vez convencido de haberse desprendido de todos los prejuicios de la clase dirigente de la Viena imperial y considere oportuno citar a Engels, quien criticaba a los croatas en primer lugar por haber coadyuvado a salvar a Austria en el año revolucionario de 1848. De hecho, Engels había repetido, un tanto suavizadas, las invectivas de su correligionario Carlos Marx lanzadas contra Rusia y especialmente contra los "eslavos austríacos", considerándolos partidarios del paneslavismo en función antigermana.

Al citar a Eugels, Manes Sperber añade algunos granos de su propia cosecha, calificando a los croatas no sólo como contrarrevolucionarios y liberticidas, sino que atribuyó a Engels y Marx, respectivamente, el calificativo de "fratricidas", por oponerse - eso se desprende del curso ulterior de su exposición a la unión forzosa e indeseable con sus "hermanos eslavos", los servios. Marx, como patriota alemán, aborrecía de rusos y todos los eslavos, considerándolos, sin excepción, como exponentes del imperialismo ruso y, además, como revolucionario, despreciaba profundamente en el plano ideológico a la Santa Rusia autocrática.

Atacaba a los eslavos austríacos tanto por ver en ellos a potenciales aliados rusos como a causa del apoyo que prestaban a Austria en su oposición al movimiento nacional pangermano. Por lo tanto, ni Marx ni Engels podían acusar a los croatas de fratricidas" por su oposición al gran imperialismo ruso y al imperialismo enano servio, puesto que pensaban lo contrario y consideraban a los eslavos austríacos como clientes potenciales, hasta activos, de la Rusia zarista.

En pos de la verdad, huelga destacar que Engels y Marx no estuvieron solos en enjuiciar de este modo el papel desempeñado por los eslavos austríacos. Hasta en nuestros días se puede encontrar uno que otro destacado eslavista alemán que en lo tocante a los pueblos que integran el grupo lingüístico eslavo parte de las premisas de un racismo lingüístico. De la similitud idiomática deducen la identidad de origen y de cultura y en nuestra época, sobre los mismos supuestos, elaboran la teoría de la comunidad de intereses políticos. Sucedió así que se consideraba hasta a los pueblos eslavos de tradición occidental - cultural y políticamente mucho más afines a sus vecinos occidentales: austríacos, húngaros, italianos y alemanes que a los rusos y los servios - como aliados peligrosos del imperialismo ruso que entonces esgrimía argumentos religiosos (ortodoxia) y nacional (paneslavismo) con tanta habilidad como actualmente se sirve de la idea comunista. A causa de esos arraigados prejuicios, la evolución de las relaciones en la Europa Central tomó curso equivocado en detrimento de toda Europa Occidental.

Marx y Engels, atacando a los eslavos austríacos como "antirrevolucionario" y "liberticidas", por defender a Austria frente al militarismo prusiano, no pudieron prever el curso de los acontecimientos, una vez desmembrada la comunidad danubiana. Pero, en nuestros tiempos, mientras los socialistas europeos están revisando las mismas bases del marxismo, se plantea el interrogante: ¿a quién sirve si, en vista de la experiencia recogida y en presencia del gran imperialismo de Rusia y el imperialismo enano de Servia, se insiste en los juicios accidentales de Marx sobre los eslavos austríacos?

¿Cómo se puede repetir las invectivas de Marx y Engels habiéndose comprobado que los croatas ni son ni pueden ser los exponentes de la política rusa? Resulta todavía más absurdo llamar a los croatas "fratricidas" por oponerse al abrazo "fraternal" ruso o servio, contrario a las previsiones marxistas.

¿No es eso sostener las premisas de los expansionismos ruso y servio, y seguir las erróneas deducciones de ciertos autores sobre la presunta comunidad de origen y cultura de los eslavos occidentales y orientales en los ejemplos en que los espíritus ilustrados están rectificando las aserciones inexactas de la historiografía, afectada por los prejuicios nacionalistas y con este fin se forman las comisiones internacionales?

¿Es justo y razonable sostener las teorías sobre una hermandad peculiar eslava de la que tanto abusan los comunistas rusos y yugoeslavos con el propósito de justificar su política de opresión de pueblos enteros?

¿Cómo ratificar los juicios injustos y truculentos emitidos en el signo de esas teorías perimidas sobre un pueblo que actualmente está despojado de todos sus derechos y en los foros internacionales lo representan sus opresores?

Lo más revelador en todo eso es que el ideólogo M. Sperber haya lanzado sus invectivas contra Croacia humillada y oprimida, llevado, al parecer, por el deseo de proveerse de argumentos para negar al cardenal Ottaviani el derecho a protestar contra la política de coexistencia actual en el mundo, que significa la esclavitud para tantos pueblos, de modo que no se puede hablar de paz sino de consentimiento y la coexistencia con el asesino impune. La muerte piadosa del Dr. Ante Pavelic, producida en Madrid y las noticias sensacionalistas acerca de los funerales solemnes casi nacionales, con la presunta participación de varios ministros españoles, le sirven de pretexto para exponer los sucesos ocurridos en Croacia durante la última guerra del modo más tétrico posible e imputando a la Iglesia Católica su participación en esos acontecimientos, y para acotar a cuenta del cardenal Ottaviani, secretario de la Suprema Congregación de Santo Oficio, mientras éste protesta contra la coexistencia con criminales comunistas: Eso es desesperadamente verdad pero no es serio pues el cardenal habla en la sombra de sus Pavelic y de sus Franco.

No deseamos entrar en la controversia entre los católicos que sostienen los principios del humanismo teocéntrico y los agnósticos, partidarios del humanismo antropocéntrico, que evidencia lo que el historiador y filósofo inglés Christopher Dawson llama "la división interna de Europa, producida por un intenso proceso de criticismo revolucionario que aferra a todos los aspectos de la cultura occidental" y que a fondo aprovechan todos los adversarios de Occidente. Los exilados croatas lamentan enormemente si en esta discusión, en busca de efectos polémicos, se llegó a responsabilizar al pueblo croata entero por los sucesos que constituyen un episodio relativamente insignificante en el cuadro general de la última conflagración mundial, durante la cual se cometieron crímenes espeluznantes en los grandes países europeos, que desde siglos encabezan el progreso general, pero bajo el impacto de la revolución nihilista pasaron por aberraciones increíbles.

II

Con cuanta parcialidad adopta Manes Sperber las argucias y tretas de los adversarios de Croacia y del mundo libre, resulta claramente de sus afirmaciones de que los croatas durante la pasada guerra mataron sistemáticamente "a las minorías desarmadas", si bien se sabe que se trataba de venganzas y represalias recíprocas durante las encarnizadas luchas entre adversarios bien armados. Llamar a los chetniks servios o a los partisanos (guerrilleros) comunistas "minorías desarmadas", por cierto, no es serio. No se puede imputar toda culpa a los croatas, si se sabe que esas luchas y sus lamentables excesos son consecuencia directa de la inclusión forzosa de Croacia en un estado balcánico, operada en 1918. El mismo autor cita algunos datos referentes a la opresión servia entre las dos guerras - es decir, en tiempos de paz-, mas sus prejuicios le impiden calificar a aquella resistencia croata a la política granservia de genocidio físico y mental, como lucha por la libertad de Los pueblos. En aquel entonces, los croatas habían organizado, bajo la égida de Esteban Radic, un grandioso movimiento democrático y humanitario, único en su género en el sureste europeo. Los gobiernos autocráticos servios procuraban ahogar ese movimiento a sangre y fuego. No es de asombrarse, pues, que los croatas hayan luego reaccionado vigorosamente y, por ende, no se les puede tildar de "liberticidas", si en realidad lucharon por la libertad. Tampoco se les puede calificar de "fratricidas" por haberse opuesto a la opresión de "sus hermanos eslavos", los servios, si se sabe que el líder demócrata croata Esteban Radic luchando contra los gobiernos dictatoriales de Belgrado, luchaba a la vez por la libertad de los campesinos y obreros servios y también por eso fue asesinado por los gobernantes servios durante una sesión parlamentario en Belgrado.

Nos abstendremos de replicar a tantas aserciones inexactas de M. Sperber en cuanto al período de guerra, ya que no queremos hacer apología de ciertos personajes y facciones. Las mencionamos tan sólo, por cuanto todas esas deberían servir al autor como argumento de que eran la expresión genuina del nacionalismo croata; aún más, "del atrasado resurgimiento nacional croata". Dichos argumentos, provenientes del arsenal propagandístico servio y comunista, se prestan a interpretaciones tendenciosas de la historia croata, al insinuar que la conciencia y la lucha nacional croatas son de fecha reciente, o mas bien obra de propaganda extranjera, dirigida contra Yugoeslavia y contra los pueblos eslavos con mayor precisión, obra del fascismo y el socialismo alemán. La única concesión, si bien meramente verbal que el autor hace a los croatas, es cuando habla del renacimiento nacional croata, atrasado por cierto, pero renacimiento. Renacimiento, ya que evidentemente existe una historia de la edad de oro, de la grandeza de un reino milenario. Por consiguiente, la conciencia nacional croata no es obra de la propaganda extranjera.

A continuación, el autor cita tópicos del todo inexactos e insultantes sobre el pasado croata, lanzados a rodar por los opresores de los croatas - principalmente servios y comunistas - para fundar su tesis sobre su presunto papel libertador para con los croatas.

Tanto rusos como servios conciben el eslavismo de acuerdo con sus tesis mesiánicas y antioccidentalistas de los eslavófilos rusos. Para ellos, el único y auténtico eslavismo nacional es la expresión de las tradiciones culturales y políticas rusobizantinas y serviobizantinas. Cuando los eslavos de tradición occidental - polacos, checos, eslovacos, croatas, eslovenos - afirman sus culturas nacionales como una variante propia, nacional, reflejo de la cultura occidental en opinión de los rusos y los servios eso significa desviación y alejamiento del eslavismo auténtico; aún más, la traición a sus hermanos y prestación de servicio al enemigo, es decir, a Occidente. Según esas interpretaciones del eslavismo en sentido de un antagonismo irreconciliable entre el Oriente y el Occidente europeos, el pasado del pueblo croata se reduce a servicio continuo de los enemigos hasta el día feliz en que los croatas, liquidado el "enemigo hereditario" - el Imperio austro-húngaro - se vieron "liberados", primero por la monarquía servia en 1918 y luego, en 1945, por los comunistas, apoyados por Rusia. Eso se califica "liberación", si bien en ambos casos se trataba de una política de opresión y sojuzgamiento tendiente no sólo a dominar las regiones anexadas, sino a desnacionalizarlas, lo que se puede calificar como una forma del genocidio mental. La desnacionalización débese conseguir eliminando todas las tradiciones y concepciones occidentalistas de los croatas e imponiendo un ideal cultural ajeno; con medidas coercitivas.

No queremos afirmar que los rusos y los servios procedan con perfidia al interpretar de este modo sus relaciones con los eslavos occidentales. "El ruso cree libertar cuando conquista, servir a fines más altos cuando subyuga", afirma un autor, quien, por otro lado, evidencia grandes simpatías por los rusos[49].

Sin embargo, un autor occidental como M. Sperber, no debería compartir la opinión de los rusos y servios acerca de la opresión de otros pueblos, no obstante sus eventuales simpatías ideológicas por el "rol revolucionario" de Rusia y Servia. Su reseña de la historia croata implica la verdadera "ley negra", fabricada con el propósito de justificar las usurpaciones de Viena y Budapest, luego las de Servia, sobre la cual hilvana una conmovedora "leyenda dorada", como contraste al papel histórico de Croacia.

En verdad - escribe M. Sperber-, ese reino que existió de 924 a 1202 casi jamás habría sido independiente, habiendo sido los bizantinos húngaros, venecianos, austríacos, según la época, sus soberanos o suzerains, ahora protectores ahora opresores. Los señores croatas feudales actuaban en mayoría de los casos al servicio del extranjero. No les iba a la zaga la población croata.

Las palabras croatas y pandurs significaban en todas partes guerreros que combatían ferozmente por los reyes y emperadores y por las causas que de ningún modo eran las de ellos. Los croatas estaban subordinados a los extranjeros también en el ámbito cultural. La clase dominante no bilingüe. Además del croata, hablaba y escribía en el idioma de la nación dominadora: el italiano, húngaro o alemán.

Sperber concluye que es comprensible que, a causa de la larga dominación húngara, haya surgido en los corazones croatas un presunto odio hacia los húngaros y austríacos, pero no entiende el odio a los servios.

¿Qué separa pues, a esos pueblos que tienen en común un mismo origen, una misma lengua y durante siglos, la zadruga, institución comunitaria fundamental de estos pueblos campesinos? Según todo, parecen ser destinados a formar una sola nación, si bien los croatas -al igual que los eslovenos- son católicos y no ortodoxos como los servios, cuya Iglesia ha conservado autocefalía desde 1220.

La explicación de esa actitud "incomprensible" de los croatas, M. Sperber la halla no sólo en el supuesto papel liberticida de los croatas de acuerdo con la disposición antirrusa y antiaustríaca de Carlos Marx, sino en el supuesto papel fratricida de los croatas en el sentido de las concepciones eslavófilas y antioccidentalistas.

III

Antes de referirnos a este capítulo de reseña de M. Sperber, creemos necesario señalar por lo menos las inexactitudes de mayor relieve contenidas en la breve exposición. De haber consultado cualquier obra documentada sobre la historia de Croacia, hasta los manuales de historia, publicados en la Yugoeslavia comunista[50], hubiera constatado que el reino de Croacia no duró hasta 1102, sino hasta 1918, por cuanto dentro del sistema dualista de Austro- Hungria, Croacia había preservado sus derechos soberanos, si bien limitados. En relación de una dependencia completa, casi colonial, llegó apenas en Yugoeslavia como víctima principal del imperialismo enano servio. Tampoco los croatas de religión islámica estaban tan subordinados en el Imperio turco, puesto que el bajalato de Bosnia gozaba de privilegios especiales[51].

Los croatas llegaron a principios del siglo VII a la provincia romana Dalmacia como foederati del imperio romano. Luego, por corto período, eran vasallos del imperio de Carlomagno, organizando muy pronto su reino independiente con reyes nacionales de la dinastía Trpimirovic, tan independiente como los demás reinos de la época.

En aquella época no pudo darse ningún vínculo vasallático con Austria o Hungría, puesto que el reino húngaro se formó dos siglos después y apenas en el siglo XVI Croacia se asoció con Austria. Tampoco estaba Croacia en relación de dependencia con Venecia o bajo su dominación. Los venetos ejercían periódicamente el poder supremo sobre una que otra ciudad libre de la costa croata y, luego, durante las guerras turcas, los habitantes de Dalmacia mancomunaron sus fuerzas con las de Venecia en la lucha contra los osmanlíes reconociendo la autoridad de Venecia en la misma medida que una parte de Montenegro, Albania y Grecia. En las relaciones con el Imperio bizantino, antes de escindirse Europa en areas políticas, culturales y religiosas, Croacia constituía, de acuerdo con las naciones medievales, un reino independiente. Luego, Croacia, al igual que Hungría, no formaba parte del Sacro Imperio, vinculándose únicamente con ese imperio a través del monarca, primero Sigismundo I, de la dinastía Luxemburgo (1587-1487), luego una serie de monarcas de la dinastía Habsgurgo (1527- 1918).

Extinguida la dinastía nacional, Croacia entra en 1102 en unión personal con Hungría, en base a un pacto libremente concertado, llamado Pacta Conventa. Esa relación, con el correr del tiempo, evolucionó en una unión real, sin haber sido nunca los croatas súbditos húngaros. Aún más, ese vínculo estaba tan equilibrado que, extinguida la dinastía húngara de los Arpad los croatas entronizaron a los reyes de la dinastía Anjou de Nápoles (1901-86), reconocidos luego por los húngaros, polacos y lituanos. Al quedar derrotados en 1526 los ejércitos del reino croata-húngaro, que durante un siglo contenían las embestidas del Imperio osmanlí, que procuraba llegar hasta el Tíber y el Rin, los croatas eligieron por rey, en 1527, a Fernando I, hermano de Carlos V, buscando apoyo en la Europa Central y España. En su elección procedieron en forma independiente de los húngaros quienes forzaban a su propio candidato, Juan Zapolia, pero prevalecieron los partidarios de Fernando I, archiduque de Austria, rey de Bohemia y Croacia. Así se fundó la monarquía danubiana bajo el cetro de los Habsburgos. Esa coalición de pueblos de cultura accidental, con el apoyo marítimo de España, Venecia y el papado, logró contener la penetración. de los osmanlíes, cumpliendo con todo éxito su misión histórica. En los tiempos en que ya se venía formando el Estado moderno y se fraguaba la conciencia nacional, esa comunidad constituía el modelo de una colaboración constructiva supranacional en servicio del superior bien internacional.

En las cruentas luchas contra los osmanlíes, que duraron 400 años, Croacia y Hungría fueron los países más afectados. La capital de Hungría era durante 150 años sede del bajá turco y es un disparate afirmar que los húngaros ejercían dominio sobre Croacia. Los caballos turcos jamás pisaron la capital croata, mas Croacia fue reducida a reliquiae reliquiarum olim inclyti regni Dalmatiae, Croatiae ac Slavoniae. Croacia había perdido la mayor parte de su territorio nacional, cayeron centenares de miles de combatientes, mucha gente fue llevada al cautiverio turco y la ola de los refugiados llegó hasta Dunquerque, en Francia. Todavía hoy existen colonias croatas en Italia meridional, en Austria, Hungría y Eslovaquia. Al mismo tiempo, ciertas regiones de Croacia fueron pobladas por los elementos nómades balcánicos, de religión ortodoxa, con los que se formó la actual minoría servia en Croacia. Cierto número de croatas, adherentes a la secta patarena, al quedar bajo el dominio turco, abrazó la religión islámica y de este modo integró la clase dominante en el imperio turco, ocupando los más altos puestos militares y administrativos. Concluida la reconquista, Croacia no era ya un país compacto en lo nacional y religioso como antes, país del que durante el Renacimiento surgió toda una pléyade de humanistas insignes y artistas de renombre europeo.

Pese a todas las adversidades, los croatas conservaron sus libertades constitucionales. Los monarcas. antes húngaro-croatas (1102-1526). luego los Habsburgos, residían fuera de Croacia. El poder directo lo ejercían el ban (vicerey) y la Dieta croata, integrada por la nobleza, los representantes de la Iglesia y de las ciudades libres. La Dieta dictaba leyes, decidía sobre paz y guerra y fijaba impuestos. El ban era jefe del gobierno y comandante supremo del ejército y obligatoriamente tenía que ser ciudadano croata. Estando el rey lejos, se decía con toda razón: el ban es rey de los croatas.

En Croacia, como asimismo en todo el Occidente cristiano, el latín fue durante siglos el idioma de la Iglesia Católica y de la cultura, y al mismo tiempo lengua oficial para los húngaros y los croatas y luego para los país asociados a la monarquía de los Habsburgos. El latín se empleaba en el parlamento croata hasta 1848, año en que se declaró oficial el idioma croata. A partir del Renacimiento, los croatas cultivaban las letras también en el idioma nacional, alcanzando su siglo de oro en Dubrovnik. Además, los croatas gozaron del singular privilegio otorgado por la Santa Sede, o sea desde más de un milenio emplean la antigua lengua eslava en la liturgia de rito romano en varias diócesis en la costa adriática. Merece destacarse que incluso en el Imperio turco los croatas de religión islámica se servían del idioma croata, de malo que a veces en la misma Constantinopla el croata era idioma diplomático[52].

El presente es el cuadro verídico de las relaciones de Croacia con los países asociados hasta los tiempos modernos, que originaron la "leyenda negra", apropiada también por Manes Sperber.

Los Habsburgos empiezan a lesionar los derechos constitucionales de Croacia en la época en que, en toda la Europa, se robustece el poder central del estado territorial en detrimento de los señores feudales. La nobleza croata y húngara, a veces los nobles austríacos también, se oponía solidariamente a esa tendencia centralista. Los nobles croatas y húngaros defendían a la vez sus privilegios y prerrogativas y los derechos constitucionales de los reinos respectivos, invocando, entre otros documentos, la Bula de Oro (1222) del rey húngaro-croata Andrés II, que era la verdadera Magna Carta Libertatum de esos dos reinos. Todavía hoy, tanto tos croatas como los húngaros, glorifican como su héroe nacional al ban croata, conde Pedro de Zrin, decapitado en 1671 por oponerse a los abusos dinásticos. Sumamente enérgica y exitosa fue la resistencia a la política centralista de José II, el representante más destacado del absolutismo ilustrado en Austria, quien intentó imponer el alemán como idioma oficial a todos los países bajo el cetro de los Habsburgos.

IV

La epopeya nacional croata fue vivida, de hecho, en la época moderna, durante las guerras con el Imperio turco, que a veces cobraban caracteres trágicos por pelear, a menudo, en ambos lados las croatas: católicos contra musulmanes. La escena más conmovedora de ese drama se desarrolló en 1566, cuando el ban croata Nicolás Subic de Zrin, llamado Leónidas de la Cristiandad defendía la fortaleza estratégica Szigeth, defendiendo la marcha sobre Viena de Solimán el Magnífico. Durante el largo asedio Solimán murió amargado.

El verdadero comandante del ejército turco era el gran visir, el famoso Mohamed bajá Sokolovic (Socobi), de origen croata[53].

En casos excepcionales, guerreaban los croatas fuera de su patria, por ejemplo, durante las guerras religiosas en Alemania, luego en Italia durante la campaña napoleónica. Ciertos contingentes croatas del territorio incluido en el Reino Ilirico creado por Napoleón, enrolados en la Grande Armée, merecieron grandes elogios por parte del Corso, quien los llamó los mejores soldados del mundo, por cierto no por su crueldad o falta de disciplina castrense. En la última guerra mundial, un destacamento de soldados croatas se unió a los patriotas franceses en la lucha contra los invasores hitleristas y no hace mucho, en honor de los croatas caídos, fue colocada una lápida recordatoria en Dôme des Invalides, lo que no debe interesar a Manes Sperber, pero si a los redactores y editores de Preuves.

Los croatas participaron en las guerras fuera de su patria raras veces y siempre contra su voluntad. La Dieta croata, verdadero detentor de la soberanía nacional, protestaba siempre ante las autoridades militares austríacas, destacando que su obligación era luchar únicamente contra los invasores turcos y completar la gloriosa gesta de la Reconquista croata. Sin embargo, no era posible evitar su participación periódica en dichas guerras, por cuanto la zona fronteriza entre Croacia y el Imperio turco constituía una unidad administrativo-militar peculiar, regida directamente por las autoridades militares austríacas. En esa zona todos los adultos eran eo ipso soldados. No rigiendo en aquel entonces el servicio militar obligatorio, Austria podía en esa zona militarizada movilizar prestamente a gran número de soldados aguerridos en los encuentros fronterizos con los destacamentos turcos. Se los empleaba en acciones mas peligrosas como comandos contemporáneos. Se sobreentiende que en las guerras religiosas, ya por sí crueles, los soldados extranjeros no eran populares en Alemania y que sus excesos fueron exagerados y generalizados tendenciosamente para empañar a Austria. Con el correr del tiempo, esa campaña denigratoria repercutirá en la misma Austria, especialmente durante el absolutismo ilustrado, cuando los croatas se opusieron con vigor a los intentos de germanización.

En otro orden los croatas, siendo católicos, no podían ser indiferentes a esas luchas y la política de la Dieta croata de esa época estaba orientada a conservar la unidad religiosa y, por ende, política tan necesaria mientras el enemigo acechaba desde sus fronteras. Luego, defendiendo los intereses dinásticos, los croatas fueron leales hacia su monarca, es decir, se comportaban como patriotas según las nociones de aquella época, si bien hoy son republicanos. Como defensores y guardianes del "limes" oriental de nuestra civilización occidental, se mostraron leales no sólo hacia su patria sino hacia toda la cristiandad occidental. Para sus súbditos la monarquía de los Habsburgos, que al mismo tiempo eran emperadores del Santo Imperio, reyes de España, gobernadores de Italia y dueños de casi toda América, era protectora de los intereses occidentales.

Ese rasgo fue intuido también por A. T. Toynbee, quien dice expresamente: "...la monarquía danubiana de los Habsburgos, que desde el punto de vista de Londres o París no era sino una entre otras potencias provincianas en un mundo occidental políticamente dividido, tuvo todas las apariencias y propiedades de un Estado universal occidental a la vista de sus propios súbditos y también a la de aquellos de sus vecinos y adversarios no occidentales contra quienes sirvió como "caparazón" o escudo para el cuerpo total de la Sociedad Cristiana Occidental, cuyos miembros dispersos siguieron siendo ingratos beneficiarios de la misión ecuménica de la Monarquía" [54].

Por consiguiente, M. Sperber pudo sacar la conclusión insultante de que las peleaban por sentir placeres morbosos en las crueldades bélicas, únicamente por desconocer la epopeya nacional croata con rasgos de una Cruzada, que, desgraciadamente, se desarrolla, en parte, en la época moderna, y por interpretar erróneamente el papel histórico de su patria, Austria.

La circunstancia de que a la sombría historia de Croacia contrapone, como contraste luminoso la "leyenda de oro" acerca de los servios, como luchadores constantes por la libertad, nos obliga a señalar un hecho poco conocido. Las autoridades austríacas, pese a las protestas de la Dieta croata, colonizaban la zona militarizada con los tránsfugas balcánicos, de religión ortodoxa, cuyos ascendientes forman hoy la minoría servia en Croacia. Esos tránsfugas integraban a veces regimientos enteros que peleaban en Alemania bajo el nombre croata[55]. De sus excesos se responsabiliza a los croatas, aunque sería más justo enjuiciar la responsabilidad de sus comandantes austríacos. Los soldados croatas no peleaban como mercenarios, a diferencia de los súbditos de otros países europeos y nadie, por ejemplo, incrimina a todo un pueblo por loa excesos y atropellos de los Landsknechte[56].

V

La tesis de Manes Sperber sobre la dominación extranjera en Croacia es reflejo de las anacrónicas interpretaciones nacionalistas. colaboración multisecular supraestatal entre los países danubianos. concepciones tuvieron su eco también en la literatura política croata, si actualmente sus defensores los ideólogos rusos y servios, paneslavistas y yugoslavos, antes monárquicos hoy comunistas, todos antioccidentalistas. Ahora bien, entre croatas nunca surgió un antagonismo feroz hacia sus vecinos tales y si se produjeron conflictos y luchas en la época moderna, éstos eran nada mas que la expresión de antagonismos nacionales de la época respectiva.

No se puede considerar con ese criterio las relaciones croata-servias y, por analogía, las polaco-rusas. Todos esos pueblos pertenecen al mismo tronco lingüístico. Por ende, de acuerdo con las teorías del racismo lingüístico, deberían formar con los demás pueblos eslavos una unidad política y cultural aparte. Los conflictos eventuales se reducirían - según ese criterio - a las diferencias nacionales, a semejanza de las que existen, por ejemplo, entre los pueblos neolatinos entre franceses y españoles. Pero, entre croatas y servios no existen tan sólo diferencias nacionales sino que los divide el hondo antagonismo, reflejo del dualismo cultural del continente europeo.

Los servios son ortodoxos orientales y tienen su Iglesia nacional, hecho éste de suma importancia para poder comprender su antagonismo hacia los croatas católicos. De ahí, dos mentalidades diferentes, dos concepciones opuestas del papel del pueblo, la Iglesia, del Estado y de sus recíprocas relaciones. Los servios no conciben el Estado nacional como Nación-Estado como en el Occidente, sino como Iglesia-Nación. El hecho de que los croatas pertenecen a la Iglesia occidental universal y en parte a la comunidad religiosa islámica también universal, para los servios significa que los croatas no pueden ser miembros iguales de un mismo Estado o de la nación yugoeslava. Miembros de la nación con todos los derechos pueden serlo únicamente los que profesan la fe ortodoxa. La imposibilidad de una transacción política entre croatas y servios surge, pues, de sus opuestas tradiciones culturales y políticas. Idéntico caso se da con los rusos y los polacos.

Es bien claro que el problema no se circunscribe a las diferencias religiosas, reflejo de la diferente orientación cultural que arranca del cisma religioso entre Bizancio y Roma, entre Occidente y Oriente europeo, respectivamente. Las diferencias religiosas no pudieron impedir la unidad nacional de los pueblos occidentales (Alemania, Holanda, etc.). Mas trátase de naciones occidentales que tras dolorosas experiencias aprendieron a practicar la tolerancia religiosa e ideológica. Por otra parte, el catolicismo y el protestantismo, no obstante sus diferencias dogmáticas, son dos formas del cristianismo occidental. La integración nacional y hasta la colaboración supranacional caben únicamente donde anteceden las tradiciones culturales comunes. En cambio, no es dable entre los grupos étnicos, desarrollados en civilizaciones diferentes. Una vez más recurrimos a A.J. Toynbee, quien, a la formación de Estados por el estilo de Yugoslavia, bajo el signo del principio occidental de la nacionalidad de las naciones que han sido nutridas, hasta ahora, por dos civilizaciones diversas", la calificó como un "audaz experimento de la alquimia política" [57].

Toynbee escribió esas líneas entre las dos guerras, cuando todavía no se preveían los resultados definitivos de la situación creada por los Tratados de 1919, que él denomina con ironía "nuevo orden", pero que ahora, después de tantos experimentos desacertados, sería más apropiado denominar "nuevo desorden".

Croacia es una de las naciones más afectadas por ese desorden surgido de teorías frívolas e infundadas, según las cuales la similitud o identidad lingüística determinaba eo ipso la comunidad cultural y nacional de los pueblos, desconociéndose por completo las insalvables diferencias culturales o se daba un significado trascendental a zadruga, la supuesta institución comunitaria básica en Croacia y en Servia, sin mayor importancia.

Comprendemos el entusiasmo de Manes Sperber por las instituciones "comunitarias", mas la teoría que presenta la convivencia de varias familias congéneres como instituciones típicas eslavas, pertenece al inventario del romanticismo europeo. Esa institución nunca asumió proporciones amplias ni entre croatas ni entre servios. Desaparece, al adoptarse en las aldeas el sistema monetario en lugar del trueque de bienes naturales y al introducirse el derecho de sucesión según las nociones liberales del Código civil (1853).

"Toda la organización de zadruga, lejos de representar el tipo prístino, original de la comunidad familiar de origen eslavo, constituye con mayor verosimilitud una organización de carácter netamente militar" [58], que ya había aparecido en los límites del Imperio romano y luego en la función defensiva contra los turcos.

VI

Lo que escribe M: Sperber sobre las supuestas luchas pluriseculares y permanentes de los servios contra los turcos, cuadra con las narraciones legendarias de la época romántica. El autor contrapone esa "leyenda dorada" de la lucha libertadora servia a la "leyenda negra" del servilismo croata. Sometidos al yugo turco y separados de la Europa cristiana tras la terrible derrota de Kosovo (1389), esos yugoeslavos (eslavos del sur) ortodoxos nunca habían cesado luchar por la libertad que habrían de reconquistar, etapa por etapa, a precio elevado de su sangre.

Huelga destacar, como contraste, que M. Sperber ignora totalmente los cuatro siglos de la resistencia croata a los turcos, cosa un tanto rara, por cuanto esa lucha constituye una pase esencial de la historia de su patria: Austria.

La liberación de los países balcánicos de la larga dominación turca no fue tanto el fruto de su propia resistencia cuanto la consecuencia de los esfuerzos bélicos del Occidente europeo y los errores de los sultanes, quienes se extralimitaron en sus conquistas. Los osmanlíes habían organizado su poderío militar dentro del Imperio bizantino, donde servían como tropas auxiliares. Luego cobraron tanto ímpetu que asumieron la herencia política del Imperio bizantino y establecieron la Pax Ottomanica en todo el ámbito de la civilización bizantina. Las discordias políticas, las querellas eclesiásticas y la total decadencia moral contribuyeron al derrumbe de Bizancio, que, por otra parte, prefirió la dominación turca a la reconciliación con Roma. "Prefiero ver sobre la puerta del templo de Santa Sofía el turbante de Murad que el sombrero cardenalicio son las palabras del arconte Notaros algunos años antes de la caída de Constantinopla. El partido turco prevaleció no sólo en Bizancio, sino antes en Servia. Nicolás Jorga, el historiador rumano, constató que los servios lucharon en el asedio de Constantinopla al lado de los turcos y que un soldado servio había decapitado a Constantino XI Paleólogo y regaló su cabeza a Mohamed II. Es un hecho conocido que los genoveses y los venecianos defendían con más arrojo a Constantinopla que los mismos griegos bizantinos. No se conoce tanto que en la batalla de Kosovo pelearon más los croatas y húngaros que los servios, quienes pactaron con los turcos, pese a que la batalla terminó sin decisión. Con quien no querían pactar era con el occidente cristiano. El historiador servio Stanoje Stanoojevic escribe: "La Iglesia servia reconoció la autoridad de los turcos y pactó con ellos". Se operó una sólida simbiosis entre los conquistadores turcos y los cristianos ortodoxos y esta resignación y actitud asumida perduró hasta la decadencia del Imperio turco. La liberación de los países balcánicos del yugo turco fue en primer lugar obra de los cristianos occidentales y de transacciones entre grandes potencias y en segundo lugar la consecuencia de la lucha emancipadora de esos países. Por ende, la separación de Servia de la Europa Occidental no se debe a la ocupación turca.

La leyenda sobre la resistencia heroica de los servios fue creada a posteriori. Marko Kraljevic símbolo de esa gesta inventada, murió como vasallo turco peleando contra tos cristianos occidentales. No han sido, pues, los servios quienes no cesaron de luchar por la liberación de los países cristianos del dominio turco, sino los croatas, los húngaros y otros pueblos occidentales.

VII

Si un autor austríaco plantea así la famosa Cuestión de Oriente, no es de extrañarse que adopte las interpretaciones servias y rusas con respecto a la situación balcánica antes y durante la primera guerra mundial. Servia, que con el apoyo ruso había desplegado gran actividad conspirativa y terrorista, tendiente a derribar la Monarquía danubiana, fue presentada como víctima inocente de Austria. Los croatas, en cambio, son culpables por haber luchado en las filas del ejército austríaco contra Servia y M. Sperber no se pregunta si han podido obrar de otro modo y por qué lucharon contra Servia muchos servios, súbditos del emperador Francisco José.

"La leyenda negra" sobre los croatas no sería completa si el autor, limitado a declarar que los croatas eran conquistadores por como sus antepasados que habían ayudado a aplastar la revolución húngara en 1844, sino que hubo de añadir que los regimientos croatas al servicio de Francisco José sembraban a veces el pánico en el país del pueblo hermano, asesinando a los habitantes de las aldeas y de las localidades que acababan de ocupar.

Habituado a presenciar tantas atrocidades cometidas por las dictaduras de izquierda y de derecha, el lector contemporáneo podría dar fe a los alegatos de un austríaco contra el comportamiento del ejército de su país en la Primera guerra mundial. Sin embargo, no es difícil hacer distingo entre Austria y un país balcánico. Hasta los autores servios se expresan con más respeto .que él sobre el ejército austríaco. Sería oportuno que el señor Sperber se interiorice de la conducta de los soldados servios que invadieron a Croacia como "libertadores" después del derrumbe de Austro-Hungría y como "hermanos eslavos", aplicando sus métodos de castigo, apalearon duramente a más de 100.000 croatas, introdujeron el culto oficial de los bandidos y atentadores, y erigieron para honrarlos estatuas y monumentos públicos.

VIII

Si bien nuestra réplica se alargó un tanto, antes de concluir nos referimos al "papel liberticida y fratricida" que, según la acusación de Engels, el autor atribuyó a los croatas, durante la revolución húngara de 1848 y la primera guerra mundial, respectivamente.

Ambos problemas se relacionan con el papel desempeñado por la monarquía danubiana en los tiempos modernos. Si la comunidad danubiana fue capaz salvar a la Europa occidental del peligro turco ¿Podría o no desempeñar análogo papel en momentos que la política del equilibrio europeo estaba por quebrarse a cansa de la ascensión de Prusia y de Rusia? ¿Servir los intereses europeos para los que era más útil prestar ayuda a Prusia contra Austria y luego fomentar las ambiciones de Rusia y Servia que perseguía la desmembración del imperio austro- húngaro, o procurar preservar esa comunidad danubiana y transformarla es un verdadero commonwealth de pueblos libres?

De la respuesta a estas preguntas dependerá ponderar la actitud de los croatas y demás pueblos eslavos, que en 1848 defendían al imperio austríaco del pangermanismo y peleaban en la última conflagración mundial contra las ambiciones rusas y servias.

Con la experiencia de los imperialismos enanos de algunos Estados herederos de Austro- Hungría, surgidos entre las dos guerras mundiales y que allanaron el camino a Hitler y Stalin, no es difícil estar de acuerdo con numerosos estadistas y tratadistas políticos quienes estiman que era imprescindible, después de la primera guerra mundial, una colaboración económica, defensiva y política entre los pequeños pueblos de la Europa central. Eso confirma a posteriori lo acertada que fue la actitud de los eslavos austríacos en 1898. En dicho año, mientras delegados de los Estados alemanes estaban deliberando en Francfort sobre la unificación de Alemania, en Praga se habían reunido los representantes de los eslavos austríacos y se declararon contra las tendencias pangermanistas y a favor de la monarquía danubiana. El doctor Prantisek Palacki, distinguido patriota e historiador checo, de religión protestante, definió así esa postura: "Si el Imperio de Austria no existiera desde hace tiempo; deberíamos apresurarnos a crearlo en el interés de Europa, en el interés de la humanidad" [59]. Los movimientos nacionales de los eslavos austríacos eran guiados por un espíritu humanitario, liberal y democrático, siendo constructivos desde el punto de vista europeo.

La izquierda revolucionaria europea de aquellos tiempos veía en el movimiento antiaustríaco de los nacionalistas alemanes y magiares la rebelión contra el principio de la legitimidad dinástica. Por ello, consideraban reaccionaria la actitud de los eslavos austríacos, aunque ellos luchaban por ideales nacionales y democráticos. Por encima de los motivos que los impulsaban, quienes entonces abogaban por la destrucción de Austria, actuaban, de hecho, por le roi de Prusse, al igual que quienes, 75 años después, en vez de reformar su estructura interna, dictaron la desmembración de la monarquía danubiana, preparando el terreno para las invasiones de Hitler y Stalin y el establecimiento de Estados comunistas satélites.

En opinión de los húngaros de 1848, la alianza circunstancial entre la dinastía y los eslavos austríacos era peligrosa y aprovecharon las victorias de Prusia para afianzar su predominio, dentro del sistema dualista, en la parte húngara de la monarquía, aunque constituían apenas la mitad de su población total. Luego, por temor a los eslavos, propiciaron la alianza austro-germana, y en la política interna, respaldados por Berlín, hicieron malograr todos los esfuerzos tendientes a reconocer los derechos nacionales a los eslavos austríacos y a reestructurar la mouarquía sobre la base federal.

Los nacionalistas revolucionarios magiares de 1848 presumían que todos los territorios de la Corona húngara formaban el Estado nacional de los magiares. Los mismos derechos que reclamaban de Viena los denegaban a otros pueblos. Kossuth, al mismo tiempo que envió ultimatum a Viena reclamando por los derechos de su patria, contestó a los delegados que reclamaban los derechos de Croacia: "La espada decidirá" [60]. En el convulsionado año 1848, contra los húngaros no lucharon solamente los croatas, sino eslovacos, checos, rumanos y servios. Es verdad, también, que Kossuth luego, como asilado político, abogaba por la confederación de los pueblos danubianos, con exclusión de Austria.

En el año 1848, los croatas lucharon también por sus derechos constitucionales y nacionales y ese año triunfó en Croacia la revolución nacional y democrática.

En ese año, la milenaria Dieta croata, se transformó en un parlamento moderno; los croatas designaron a su propio gobierno a despecho de Viena y Budapest emanciparon a los siervos, introdujeron la lengua croata como idioma oficial en vez del latín, rompieron todos los vínculos políticos con Hungría, salvo la persona del rey, y ese estado de cosas se prolongó hasta 1866. Los insignes coetáneos como Camilo Cavour, destacaban en aquellos tiempos que los croatas luchaban por la libertad. Luego, el historiador inglés George Macaulay Trevellyan se referirá a los acontecimientos de 1848 con las palabras siguientes: "Austria pudo vencer a sus súbditos rebeldes en parte con la ayuda rusa, en parte porque los parlamentarios magiares, guiados por Kossuth, no querían tratar a los demás pueblos de Hungría mejor que a los pueblos sometidos. Ese trato empujó a los eslavos y romanos al amparo de los déspotas eses. Los admiradores ingleses y americanos consideraron a Kossuth en su posterior exilio como héroe, lo que en parte él era. Pero, tal vez nadie, como él, después de Robespierre, ha hecho tanto daño a la causa liberal. Desvió la idea nacional magiar del liberalismo al chovinismo. La oligarquía húngara, derrotada en 1848, pactó en 1866 con sus enemigos austríacos, haciéndose cómplice del predominio de dos pueblos, que llevó la monarquía al abismo final" [61].

Después de la gloriosa revolución húngara de 1956, desencadenada contra la tiranía comunista y soviética, hablar sobre la revolución de 1848, sin las reservas ineludibles, como lo hizo Sperber, no es correcto. Al mismo tiempo, el autor pasa por alto el hecho de que fueron precisamente los servios que se destacaron luchando contra la revolución de 1848 para poder presentarlos como paladines consecuentes de la libertad en contraste con los croatas "liberticidas".

En 1848, el patriarca servio Rajacic bendijo las tropas del ban croata Jelacic nombrado por el emperador generalísimo de las tropas austríacas, cuando marchó contra los húngaros. Los servios de Voïvodina[62] conducidos por Stratimirovic, entablaron combates encarnizados con los insurrectos húngaros y en mérito a ello el emperador otorgó un estatuto especial a la "Voïvodina servia" [63]. La guerra de la minoría servia de la Hungría meridional, con fuerte apoyo del reino servio, vasallo entonces de los sultanes otomanos, llevada contra los magyares, había cobrado "carácter de una cruel guerra de razas" [64], y el conflicto con los croatas era sólo un lamentable incidente dentro de los 800 años de convivencia relativamente armoniosa y pacífica.

IX

De lo antedicho acerca del significado histórico de la comunidad danubiana proviene que los croatas en la primera guerra mundial no combatieron "por cuenta ajena".

Además, los croatas no desearon ni provocaron esa terrible guerra pues tras el absolutismo (1849-1860) y el dualismo (1866- 1918), una parte de la inteligentsia croata había perdido esperanza en una transformación radical de la monarquía que actuaba cada vez más como brilliant second de Alemania prusianizada. No obstante ello, los croatas desconfiaban de las actividades conspirativas y terroristas de Servia, que ambicionaba anexarse regiones croatas. Los servios, alentados por la Rusia zarista, perseguían la desmembración del Imperio austríaco para apoderarse de las provincias croatas Bosnia-Herzegovina, incorporadas por resolución del Congreso de Berlín a Austro-Hungría, por cuanto constituían, con las demás provincias croatas, un conjunto histórico, geográfico, económico y nacional. Pese a una fuerte minoría de la población ortodoxa que, al identificar la religión con nacionalidad se considera servia, esas provincias cuentan también hoy con mayoría de los croatas católicos y musulmanes[65].

Servia se arrogaba además otras regiones croatas y reclamaba salida al Adriático, lo que significaba la anexión de territorios netamente croatas, de Montenegro y de Albania. Austria se oponía a esos planes expansionistas de la pequeña Servia que, por cierto, rozarían lo absurdo, de no ser que detrás de ellos estaba Rusia con sus ambiciones de heredero del Bizancio. Liquidada alevosamente en 1908 la dinastía Obrenovic, crimen que por su atrocidad suscitó repudio universal[66], llegaron al trono servio los Karageorgevic, agentes declarados del imperialismo ruso, y desde entonces se intensificó la acción subversiva en las regiones croatas, que culminó con el asesinato del príncipe heredero Francisco Fernando, perpetrado en Sarajevo en 1914, en complicidad con los gobiernos servio y ruso. Al heredero del trono de los Habsburgos le atribuían planes conducentes a la supresión del sistema dualista y la creación de tercera unidad (Croacia con Eslovenia) con derechos iguales a los de Austria y Hungría. Eso hubiera significado la consolidación de la situación y el fin de las intrigas rusas y servias. Durante la primera guerra mundial, Nicolás Pasic, presidente del gobierno servio en exilio, declaró al embajador italiano, conde Carlo Sforza, sobre esos designios del heredero al trono austríaco Francisco Fernando: Fue la única vez en mi vida que tuve miedo[67].

Desgraciadamente, en los últimos decenios, la política de la monarquía dependía de Berlín, provocando reacción negativa tanto entre las potencias accidentales como entre los eslavos austríacos. Por eso no era posible, en los momentos decisivos, salvar la comunidad danubiana y, además, las potencias victoriosas no se daban cabal cuenta del peligro que se cernía sobre Europa a raíz de la revolución bolchevique. Los croatas, vecinos de Servia, expuestos a las invasiones euroasiáticas, pudieron intuir el peligro que se avecinaba mejor que los estadistas de las metrópolis occidentales. Lo mismo sucedió en la primera y la segunda guerra mundiales.

Los croatas, por su ubicación geográfica y las circunstancias políticas, sin la menor posibilidad de elegir entre los dos bloques occidentales, se hallaron en las dos guerras mundiales al lado de las Potencias Centrales y en estas guerras fratricidas entre las naciones europeas que terminaron con el papel rector de Europa en la política mundial, lucharon por la propia existencia y por los intereses europeos contra los invasores orientales mientras que Servia, por concurso de circunstancias especiales y como agente del expansionismo ruso, se halló en otro bando.

Muchos adversarios de Austria veían claro durante la primera guerra mundial que los soldados croatas no combatían como "conquistadores por cuenta ajena", sino por la defensa de su país, sobre todo cuando Rusia y Servia aprobaron el Pacto de Londres que estipulaba la cesión de la costa croata, chantaje vergonzoso ése que encontró la oposición enérgica del presidente Wilson[68].

X

Todos los pueblos acusan rasgos positivos y negativos, en la historia de cada pueblo hay páginas luminosas y oscuras. Así y todo, cada pueblo tiene derecho a la vida en libertad y dignidad. Por eso, el pueblo croata -ni mejor ni peor de otros pueblos- tiene derecho y obligación de repudiar las ofensas infundadas y reclamar que no se preste apoyo moral a sus opresores. Lo que más debe lamentarse es que se insiste todavía en los tópicos e interpretaciones desaliñados y contradictorios con el ideario del Congreso por la Libertad de la Cultura. Se lanzan calumnias contra los croatas por haber defendido sus propios ideales y por haberse sacrificado durante siglos por el superior bien internacional, debido a su peculiar posición geográfica en la frontera del mundo occidental. Esa contribución a los intereses superiores es lo que precisamente están propagando hoy los espíritus esclarecidos.

Si se aboga por una organizada solidaridad internacional para salvar la libertad huelga entonces deshacerse de los viejos prejuicios ideológicos y abstenerse de críticas injustas e insultantes de otros pueblos.

Podemos constatar con satisfacción que el nuevo espíritu de la solidaridad internacional eliminando los prejuicios nacionales, se está afirmando constantemente en el mundo occidental gracias también a los esfuerzos loables de los intelectuales agrupados en torno al Congreso por la Libertad de la Cultura. ¿Por qué proceder a la inversa cuando se trata del ocupado y oprimido pueblo croata?

Queremos destacar que los croatas no sienten odio a los servios. Mientras destacamos nuestra orientación y tradiciones occidentalistas frente a la órbita bizantino-rusa de los servios, no lo hacemos como si esa división fuera nuestro cuatro ni emitiremos juicios valorativos sobre otras civilizaciones. Si hemos resistido durante siglos las invasiones provenientes del Oriente, con el apoyo de los pueblos occidentales, hemos conservado nuestra identidad nacional y cultural. No pedimos ningún premio especial por los sacrificios aportados, mas es justo exigir que esos sacrificios no sean interpretados como "acciones vergonzosas por intereses ajenos".

Por último, abrigamos la esperanza de que nuestras relaciones con los servios mejorarán con el tiempo, como sucedió con el mundo islámico. Aunque hemos peleado durante cuatro siglos contra las invasiones y ocupación de los no osmanIíes teníamos odio y supimos valorar la capacidad de la clase del Imperio otomano, que realizó una de las empresas más vigorosas de todos los tiempos.

Muchos croatas de Bosnia que abrazaron la fe islámica, desempeñaron altas funciones en el imperio turco y conservaron el idioma croata como asimismo una típica institución occidental, es decir, la nobleza feudal hereditaria. El sentido político de los turcos se puso de relieve en nuestros días, cuando liquidado ya el Imperio otomano, adoptaron la institución del Estado nacional y las otras formas políticas y culturales del mundo occidental, otrora antagónico. El adversario de ayer más peligroso de la Europa occidental es hoy el miembro más firme de la comunidad defensiva del Occidente frente a la amenaza de un nuevo imperio euroasiático, aún más poderoso.

Los croatas tampoco sienten odio hacia los rusos y sí la compasión por no haber conocido nunca la libertad.

Sin la fusión forzosa de Croacia con Servia en 1918 y en 1945, es más que probable que esos dos países practicarían entre sí la política de buenos vecinos en beneficio mutuo. La indeseable unificación de elementos tan heterogéneos en el conglomerado yugoeslavo, con predominio de los servios, causa de los permanentes conflictos y disensiones nacionales, facilitó a los comunistas la toma del poder en 1945. Sin esa unión innatural y forzosa, operada ilegalmente y con la aplicación del derecho de autodeterminación nacional, Croacia actualmente figuraría entre las naciones occidentales libres. Además, la imposición brutal de las formas culturales y políticas, que corresponden a las tradiciones bizantino-ruso-servias, actúa como un injerto doloroso en el cuerpo nacional croata.

Creemos, empero, que los servios no son guiados por malos designios cuando proceden de acuerdo con sus tradiciones y sus criterios valorativos. No se debe descartar la posibilidad de que, con el tiempo, prevalecerán en Servia también las concepciones occidentales, tal como sucedió en Turquía y en algunos otros países de Europa, Asia y Africa, que durante siglos pertenecían a otras civilizaciones. Para los croatas, esa eventualidad implicaría gran alivio, ya que saldrían de la actual zona de encuentros y conflictos de civilizaciones antagónicas. Hasta tanto no se realice ese lento proceso histórico, el derecho inalienable de los croatas es luchar contra su inclusión en un Estado balcánico, regido por concepciones políticas ajenas, con un ideal cultural opuesto. Ese Estado, además, no niega sólo los derechos y las libertades nacionales, sino también individuales. Mientras perdure esa situación, la lucha nacional croata no es tan sólo la lucha de un país desheredado por su independencia, sino algo mucho más importante: es la lucha por la libertad misma y como tal contribuye a los esfuerzos de toda Europa y de todo el mundo libre.

Lamentamos, pues, como croatas, europeos e integrantes del Occidente, la aparición de la "leyenda negra" sobre Croacia en las páginas de "Preuves", publicación a la que, por ser víctimas del comunismo totalitario, expresa nuestro agradecimiento por su consecuente y valiente defensa de los valores del mundo libre y por su abierto repudio de todos los prejuicios.

Buenos Aires

 

 


DOCUMENTOS - MEMORANDUM DEL EPISCOPADO CATOLICO A TITO

Los obispos y arzobispos católicos de Yugoeslavia, reunidos en pleno del 20 al 23 de septiembre de 1960 en Zagreb, aprobaron unánimemente un memorial, dirigido al gobierno comunista de Belgrado. En los considerandos subrayan que dicho memorial fue elaborado a raíz de las sugerencias oficiales, "de las reiteradas declaraciones de las autoridades competentes yugoeslavas de que el gobierno yugoeslavo desea una pronta normalización de relaciones entre la Iglesia y el Estado", lo que redundaría en beneficio mutuo. "Por eso el Episcopado católico está dispuesto a ofrecer, por su parte, pleno apoyo a todos los esfuerzos sinceros, a fin de encontrar y realizar un modus vivendi, realmente positivo y duradero".

El Episcopado estima necesario ya en el primer párrafo "sentar un criterio principista", de modo que su actitud "no pueda entenderse e interpretarse erróneamente". Es decir, negociar en nombre de la Iglesia puede únicamente la Santa Sede. "El que detenta el poder soberano en la Iglesia Católica no es un obispo o un grupo de obispos sino la Santa Sede, o sea Su Santidad el Papa como sucesor del príncipe de los apóstoles, San Pedro el apóstol. Por consiguiente, el Episcopado católico no es competente para entablar negociaciones decisivas con el Estado sobre la normalización de las relaciones mutuas entre la Iglesia y el Estado y menos todavía concertar un acuerdo definitivo concerniente a ese problema. Por la constitución divina de la Iglesia eso compete exclusivamente a la Sede Apostólica, es decir al Santo Padre como jefe supremo visible de la Iglesia Católica en su totalidad."

Lo que puede el Episcopado es únicamente "tomar parte en la preparación de la situación", pues, "para tramitar y aún más, para llegar a un término feliz de esas negociaciones, se requieren preparativos metódicos bastante largos a fin de intercambiar puntos de vista y eliminar paulatinamente tantas diferencias y criterios opuestos".

El Episcopado, con tal objeto, "propone ciertas sugerencias en cuanto al procedimiento más apropiado que, en su opinión, propiciaría una atmósfera de confianza mutua, la que a su vez permitiría negociaciones oficiales". Eso sería factible incluso ateniéndose a la Constitución que garantiza la libertad religiosa, y a la Ley sobre la posición jurídica de las comunidades religiosas, en cuanto estos textos legales "fuesen en teoría interpretados con liberalidad y en la práctica aplicados con buena fe". Sin embargo, las autoridades no observan las leyes, "de modo que el Episcopado se ve más que obligado a señalar, mediante el memorial, esos hechos incongruentes".

A continuación, el Episcopado formula sus cargos en 18 puntos, que transcribimos en traducción textual, pues se trata de un documento conmovedor, redactado con moderación y circunspección, y que refleja más que todos los demás informes, cuan precaria y trágica es la situación de la Iglesia Católica bajo el régimen comunista de Tito.

I

"La Ley (referente a la posición jurídica de las comunidades religiosas N. de la R.) en sus arts. 6 y 7 prescribe expresamente que nadie puede prohibir a los ciudadanos participar de los ritos religiosos. Desgraciadamente, aaín hoy, al cabo de tantos reclamos interpuestos por los representantes eclesiásticos, hay maestros y profesores que presionan a ojos vistas sobre los alumnos para que no vayan a la iglesia y no asistan a lo ritos religiosos, amenazándoles, en caso contrario, con malas notas o con la calificación negativa de conducta u otras represalias. Esa presión a veces se extiende incluso a los padres de los alumnos, amenazándoles con cesantías, suspensión de jubilaciones o de otro beneficio legal, si siguen admitiendo que sus hijos presencien el culto religioso. Eso evidentemente contradice la Ley y el Episcopado solicita que no se permita más tales procederes por parte de las autoridades respectivas.

Luego, no obstante que la Ley se refiere con liberalidad al derecho de todos los ciudadanos de practicar su culto religioso, muchos obreros y empleados, especialmente los docentes, o no se atreven, o lo hacen sigilosamente, a visitar las iglesias, contraer matrimonio religioso o bautizar a sus hijos. Se han dado casos en que muchos docentes fueron despedidos por cumplir con sus deberes religiosos. Es evidente que esas personas viven en la convicción de que para ellos la libertad religiosa existe sólo sobre el papel y no en la práctica. La causa de tal psicosis no puede ser otra que el proceder manifiestamente ilegal de muchos jefes, quienes a menudo amenazan con represalias administrativas muy severas a sus subordinados en caso de usar del derecho legal al cumplir con sus deberes religiosos. El Episcopado señala esos hechos penosos pidiendo que se ponga enérgicamente término a tales atropellos.

Hace dos años, los obispos habían señalado en una memoria los tristes hechos ocurridos en Bacina, cerca de Ploce, en Dalmacia. Allí, los dos sacerdotes que habían acudido a la iglesia parroquial para celebrar el oficio, fueron agredidos solapadamente, maltratados y expulsados del pueblo, sin que hayan podido entrar en el templo. Eso implica una lesión palpable del principio fundamental de toda libertad religiosa. Desconocemos si se tomó alguna medida tendiente a impedir en el futuro tales agresiones físicas contra los sacerdotes.

II

Conforme al principio básico de la libertad religiosa, la ley en el art. 16 subraya especialmente que las personas "que se encuentren en hospitales, hogares de ancianos, internados y otras instituciones similares, pueden, dentro del orden interno, practicar su culto y que a su pedido pueden ser asistidas por el sacerdote". íDisposición buena y razonable! Mas, lamentablemente, esa disposición legal, tan clara y categórica, a menudo no se lleva a la práctica. En muchos colegios los alumnos prácticamente no pueden ir a la iglesia. Pueden hacerlo sólo corriendo riesgo muy grave. Con frecuencia se obstruye y hasta impide con medidas burocráticas que el sacerdote asista a los enfermos graves en los hospitales y hogares de ancianos. En consecuencia, no raras veces la gente muere en los hospitales sin el consuelo religioso, si bien lo piden y lo ansían.

Aún más difícil resulta la situación de los conscriptos en los cuarteles y de los penados en las penitenciarías, por estar sometidos a especial disciplina. Hubo casos en que por la fuerza les arrebataban devocionarios u otros objetos de culto que guardaban y se les impedía hasta los rezos individuales.

Por lo menos, cuando se cierne el peligro de muerte, debería permitirse a los penados recibir el sacramento de los moribundos. El sentimiento humanitario más elemental exige que ante la muerte se satisfaga todo deseo justificado de la persona. Y para los fieles moribundos no existe deseo más justificado que ponerse en paz con su conciencia antes de morir. Deberfase, pues, a pedido de un penado gravemente enfermo, llamar al sacerdote de afuera para administrarle los santos sacramentos o, por lo menos, permitir que lo haga el sacerdote detenido en el mismo establecimiento.

A los soldados en los cuarteles debiera permitírseles en los días festivos asistir libremente a los ritos religiosos si así lo desean. La disciplina castrense, a buen seguro, no sería afectada por eso. Por el contrario, eso repercutiría favorablemente tanto entre los soldados como entre sus familiares y en todo el pueblo.

III

El art. 13 de la ley expresa que los ritos religiosos, practicados colectivamente, pueden celebrarse con libertad en las iglesias y otros locales públicos, mientras que el artículo anterior, el 12, se refiere a la práctica de los ritos religiosos en domicilio particular, a pedido de los fieles.

Entre los ritos que a pedido de los fieles se celebran en sus hogares figura la confesión de las personas ancianas, inválidas y enfermas. Desde tiempos antiguos tales personas, careciendo el pueblo de su iglesia, se reunían en una casa determinada y el sacerdote las confesaba. Su confesión no constituye ningún rito colectivo, pues cada uno se confiesa en secreto. Se reúnen todos en una casa porque cada uno debería mandar a un familiar para acompañar al sacerdote, lo que significaría gran pérdida del tiempo de trabajo.

Pese a que esa costumbre de confesión data de tiempos remotos, ciertos jueces de los tribunales de faltas, interpretando las disposiciones existentes en forma burocrática, imponen castigos a los sacerdotes que intervienen en esas confesiones. Consideran, muy arbitrariamente, confesiones individuales como ritos colectivos. Procediendo así, esos jueces crean descontento entre los fieles en perjuicio del interés general.

IV

Atentos a los principios de la libertad religiosa y de la libertad de conciencia, pedimos se permita a los empleados, obreros y estudiantes observar facultativamente los días festivos que no caen en domingo. Eso vale, en primer lugar, para el día de Navidad. Se trata de un número ínfimo de fiestas -para los católicos sólo diez en el año. En las fábricas y en la administración pública eso se podría organizar de modo que los obreros y empleados de distintas confesiones se reemplacen recíprocamente y, si fuera necesario, la pérdida de horas de trabajo podría compensarse con horas extras impagas.

V

La Ley, en su art. 4°, establece el principio de separación de la escuela e Iglesia. No vamos a discutir ahora si conformaría más los deseos de la mayoría abrumadora de los padres una ense6anza religiosa en las escuelas, aunque facultativa, como es el caso en Polonia. Cábenos, empero destacar que si la ley no admite la enseñanza religiosa en las escuelas, entonces sería justo prohibir que en ellas se imparta la propaganda antirreligiosa. Las escuelas son propiedad del pueblo y la mayoría de nuestro pueblo cree y educa en religión a sus hijos. Afecta perniciosamente a las almas inocentes de los niños que la enseñanza escolar contradiga a la educación familiar. Por eso, especialmente los maestros de las escuelas primarias, deberían atenerse a su cometido y enseñar a los alumnos a leer y escribir, sin tratar los problemas metafísicos, los del origen y la razón de la existencia, para los que carecen además de los estudios específicos.

Si bien la ley no permite la enseñanza religiosa en las escuelas, el art. 4° dice expresamente que se la puede impartir en las iglesias, es decir, en otros locales. La ley no especifica que la enseñanza religiosa es permitida únicamente en las iglesias parroquiales. Hay pueblos distantes varias leguas de la iglesia parroquial y los niños no pueden caminar hasta la parroquia para asistir a la enseñanza religiosa. A ellos, pues, debe serles impartida en la iglesia de su pueblo. Sin embargo, algunos tribunales de faltas castigan severamente a los sacerdotes imponiéndoles multas o encarcelándolos por haber impartido enseñanza religiosa en las capillas de los poblados, si bien lo hacen por orden de las autoridades eclesiásticas superiores.

Asimismo, en algunas localidades los jueces de los tribunales de faltas penan a los sacerdotes desprovistos de consentimiento escrito del padre y de la madre para impartir a su hijo la enseñanza religiosa. Sin embargo, la ley, si bien requiere el consentimiento de los padres, no especifica que ese consentimiento conste por escrito. De ese modo los jueces, ampliando ellos mismos la ley vigente, se arrogan facultad legislativa.

Ocurre incluso que los padres niegan haber dado la declaración escrita, alegando que su hijo habría falsificado su firma, resultando condenado el sacerdote inocente.

Además, la dirección de algunas escuelas hacen todo lo posible para, contrariando la ley, obstruir la libertad de la enseñanza religiosa. Recurren a las amenazas en su agitación contra la enseñanza religiosa. Exigen de los escolares marchar de la escuela a la casa y no les permiten ir directamente a la parroquia contigua a la escuela y ahorrarse así tiempo y esfuerzo. A los que se dirigen de la escuela a la parroquia se les llama la atención. Suele ocurrir también que durante la clase de enseñanza religiosa la dirección de la escuela organiza varios actos para que los escolares se queden y no asistan a la clase de enseñanza religiosa. Semejante proceder está en franca contradicción con el principio de la libertad religiosa e infringe las disposiciones legales.

VI

En el art. 4° de la Ley se reconoce a las comunidades religiosas el derecho de fundación y dirección de los seminarios. El Estado controla únicamente la labor de esas escuelas conforme al art. 18 de la ley. No se justifica, por lo tanto, cuando se requiere de los seminarios que adecuen la educación de los seminaristas al sistema y programa docente de las escuelas del Estado y de los internados. Es completamente diferente la vocación de los que se educan en los seminarios y la de los alumnos de las escuelas estatales. Los seminarios tienen su carácter específico, esto es, preparan a los candidatos para el servicio religioso, y por consiguiente su educación debe estar impregnada con los principios ascéticos de la Iglesia.

Para que la Iglesia pueda usufructuar el derecho que, por lo demás, la ley le reconoce debe poseer los edificios necesarios, es decir, seminarios. Sin seminarios es inútil hablar del derecho de la Iglesia de fundar escuelas para formación de los sacerdotes. En consecuencia, es imprescindible la devolución a la Iglesia de todos los seminarios, juntamente con los campos de deportes, huertas y granjas que, mientras la Iglesia dispuso de ellas, servían para la formación de nuevos sacerdotes y monjas. La Iglesia no puede renunciar ni renunciará a los seminarios, pues eso significaría su desaparición. Por ello, la devolución de los seminarios constituye una de las condiciones fundamentales para la normalización de 'las relaciones entre la Iglesia y el Estado.

Paralelamente, habría que modificar el art. 22 de la ley relativa a la posición legal de las comunidades religiosas, que prevé la clausura del seminario en virtud de una orden judicial a raíz de un hecho punible, que es el abuso de la enseñanza religiosa.

Para prevenir esos eventuales abusos caben otras medidas muy eficaces, sin necesidad de recurrir a una medida tan excepcional, susceptible de interpretaciones arbitrarias. Por otra parte, no es justo que toda la comunidad cargue con las consecuencias de la infracción eventual de uno u otro miembro de la institución educativa. Tampoco se clausuran las escuelas del Estado si uno de los profesores o alumnos comete hecho punible.

VII

Por los mismos motivos debería devolverse a las órdenes y las congregaciones religiosas, tanto masculinas como femeninas, sus conventos y monasterios, que fueron confiscados y loe que servían para su vivienda personal. Sin esos edificios no se concibe su existencia. Dado que las órdenes y las comunidades religiosas pueden existir según la Constitución y la ley, por consiguiente debería entregrárseles sus conventos con las respectivas adyacencias.

Lo mismo vale para aquellos anexos de las escuelas y los hospitales de los religiosos, expropiados u ocupados, que servían exclusivamente como casa-vivienda de religiosos y religiosas. Según la ley sobre la vivienda. les asiste el derecho a la habitación correspondiente en su propia casa. Huelga, pues, verificar qué servía, en tales edificios, a los fines específicos conventuales y qué para vivienda de los religiosos, para separarlo y ponerlo nuevamente a disposición de las comunidades religiosas como su propiedad.

VIII

En general, deberían ser devueltos a la Iglesia como su propiedad todos los bienes nacionalizados o expropiados que antes, mientras la Iglesia disponía libremente de ellos, servían a los fines religiosos, como ser: casas parroquiales, curias de los obispos y canónigos, hogares de los sacerdotes y salas de catequización. En caso de estar destinados a fines profanos, habría que desocuparlos y ponerlos a disposición de la Iglesia, por lo menos en la medida a ésta necesaria, conforme a los criterios objetivos, considerándose también su carácter de derecho público y representativo. El remanente de las viviendas podría, de acuerdo mutuo, ponerse a disposición de los comités populares u oficinas de locaciones, con la reserva de que en su uso debe tenerse en cuenta también su carácter sacral y ponerlos a disposición de la Iglesia en el caso de necesitarlos.

IX

Siguiendo el mismo tema, habría que definir con mayor precisión y tal vez complementar la ley sobre la nacionalización de los edificios de alquiler y terrenos de construcción del 28/12/1958, de modo que los seminarios y las escuelas religiosas no pueden ser en ningún caso nacionalizadas y que, por lo tanto, no los afecte el art. 28 de dicha ley. Por analogía, también el art. 74 de la referida ley debe ser interpretado de modo que no sólo se puede sino se debe devolver a la Iglesia los edificios que antes servían de casas parroquiales obispales y otros edificios, si son imprescindibles para la Iglesia. La misma disposición debería aplicarse también a los edificios de los seminarios y de los conventos, pues, como queda dicho, la Iglesia sin esos edificios e institutos no puede existir ni desempeñar su misión espiritual. Por eso la Iglesia nunca renunciará a esos edificios e institutos de su propiedad, sino que seguirá reclamándolos insistentemente hasta que los obtenga. En interés, pues de las relaciones pacíficas entre la Iglesia y el Estado deben ser exentos de toda nacionalización esos edificios en la ley aludida, en términos claros.

X

Asimismo, es absolutamente necesaria la devolución a la Iglesia, como su propiedad, de todo edificio destinado al culto religioso (iglesias y capillas) que anteriormente haya servido a ese propósito y actualmente, sin el consentimiento de la Iglesia, esté destinado a fines profanos. Es menester desocuparlos inmediatamente para que puedan servir a su primitivo propósito.

XI

Además, la Iglesia debe gozar de libertad para la reparación, ampliación y construcción de iglesias y casas parroquiales. Los órganos subalternos deberían, al otorgar esos permisos, proceder libremente, especialmente cuando se trata de las iglesias destruidas o dañadas durante la guerra. Tampoco honra al país que los turistas extranjeros, al pasar junto a esas iglesias en ruina después de 15 años de terminada la guerra, las fotografíen.

XII

En lo referente a los cementerios, incluso ahora, cuando en la mayoría de las repúblicas han sido declarados posesiones comunales por acción unilateral y sin consultar a la Iglesia, debería garantizarse a la Iglesia los derechos fundamentales y tradicionales sobre los cementerios de propiedad eclesiástica. Incluso en los nuevos cementerios del Estado debería respetarse la costumbre tradicional de que ciertas partes se destinen a las confesiones reconocidas y garantizar por ley el derecho del acceso de los sacerdotes a los cementerios para que puedan oficiar en los entierros religiosos según la liturgia respectiva. Asimismo, se debe permitir a los sacerdotes servirse de las capillas de los cementerios para celebrar los ritos en las fechas establecidas para recordar a los difuntos. Por lo tanto, no cabría la prohibición de construir tales capillas en los cementerios que están por fundarse, según está fijado en la ley relativa a los cementerios de la República Popular de Bosnia y Herzegovina del 20/3/1960, en su art. 3°.

XIII

La Iglesia no puede desempeñar debidamente su misión sin los libros de registro.

Deberíase, pues, devolver a la Iglesia lo más pronto posible los registros confiscados, por cuanto constituyen su propiedad. Los registros civiles tuvieron tiempo suficiente como para copiar para su uso los registros eclesiásticos.

XIV

La Ley sobre la posición legal de las comunidades religiosas, en el art. 20, expresa que quienes se preparan para el sacerdocio gozan de los derechos reconocidos a los demás estudiantes. Ateniéndose a dicho artículo el Episcopado vería con agrado que las autoridades facilitaran a los seminaristas el traslado en los transportes del Estado y la atención médica en los hospitales estatales en idénticas condiciones favorables que a los demás estudiantes, por tratarse mayormente de hijos de padres pobres. El Episcopado se sentiría también complacido si, en lo que respecta al servicio militar, los seminaristas fuesen equiparados a los estudiantes de las escuelas nacionales. Por otra parte, el Episcopado espera con sobrada razón que los seminaristas no sean sometidos durante el servicio militar a presión alguna ni se intente desviarlos de la vocación que libremente hayan elegido.

XV

La ley, en su art. 3°, reconoce a las comunidades religiosas el derecho de imprimir y divulgar la prensa religiosa. El reconocimiento de ese derecho es de importancia fundamental para la auténtica libertad religiosa. La prensa se ha hecho hoy cotidiana necesidad de cada hombre y la Iglesia no podría cumplir con éxito su misión espiritual sin este vehículo moderno. El Episcopado verifica como un hecho negativo que el estado de la prensa católica en Yugoeslavia es más que desastroso. En tanto que en el territorio de la Yugoeslavia de preguerra, menos extensa que la actual República Popular Federal de Yugoeslavia, se editaban más de 150 periódicos, actualmente se editan apenas una que otra publicación mensual. Lo poco que se edita de literatura católica se hace en forma primitiva, con mimeógrafo. Hasta los manuales religiosos más necesarios pueden imprimirse en cantidades restringidas y superando grandes dificultades.

Para que la Iglesia pueda gozar del derecho reconocido en el art. 3° de la ley, debería por lo menos disponer de una imprenta. Antes de la guerra, la Iglesia tenía varias imprentas, mas todas fueron nacionalizadas. Deberíase, al menos, devolver una de esas imprentas a la Iglesia o permitirle adquirir una en el extranjero, para que pueda sin trabas imprimir los libros litúrgicos, de enseñanza religiosa, ascéticos, especialmente los devocionarios y cánticos religiosos para uso de los fieles. Para que tal imprenta pueda trabajar con éxito se debería permitir a la Iglesia ocupar en ella a su personal, es decir, a los monjes o las monjas. En vista de que una imprenta sola no podrá atender todos los pedidos, haría falta que también las imprentas del Estado aceptaran los encargos eclesiásticos en las mismas condiciones que cualquier otro material literario. No se debería tolerar que ciertos consejos obreros rechacen imprimir libros de carácter religioso, cuando la Iglesia, según la ley, tiene derecho a ello.

XVI

El Episcopado comprueba con satisfacción que actualmente ningún obispo está encarcelado y que el número de los sacerdotes detenidos es pequeño, como asimismo que los procesos incoados contra sacerdotes no son tan frecuentes como antes. Sin embargo, en ciertas regiones los jueces del tribunal de faltas a menudo citan y castigan a los sacerdotes -en porcentaje mucho mayor que a los integrantes de otras profesiones- y casi siempre por actos de carácter netamente religioso: sermones, catequización y confesión de los fieles.

Cabe el temor justificado de que los jueces del tribunal de faltas estén aplicando incorrectamente la ley y dicten sentencias sin fundamento. Algunos de esos jueces obran como si siguieran la norma no escrita de que el sacerdote es culpable siempre que se lo denuncie, y así, aunque el sacerdote aporte muchos testimonios favorables, los rechaza a priori y se da fe sólo a los testimonios de uno u otro testigo de cargo, a menudo muy sospechoso.

A veces puede fe ocurrir que individuos inconscientes inducen premeditadamente a sacerdotes a bendecir su enlace matrimonial sin el documento del casamiento civil previo, alegando haber "olvidado ese certificado en casa y no poder esperar, pues la comitiva está reunida y en casa los espera el banquete, de modo que no pueden aplazar la ceremonia. Esos casos no podrían suceder si la ley responsabilizara en primer lugar a los interesados y en el segundo al sacerdote por haber realizado el enlace antes del casamiento civil, o por haberse traído el niño al bautismo antes de haber sido inscripto en el Registro Civil.

Salta a la vista que en ciertos casos el juez del tribunal de faltas que condena a sacerdotes a prisión para la expiación del castigo espera hasta las grandes fiestas religiosas como Navidad y Pascua de Resurección, y entonces se les dirige la citación para el cumplimiento de la condena, de modo que los feligreses se quedan sin sacerdote en esas grandes fiestas. Tal proceder suscita entre los fieles descontento e indignación comprensibles, pues consideran que ellos mismos están condenados al quedar sin el habitual servicio divino en tales fiestas.

XVII

Especialmente, habría que acabar con toda presión por parte de los órganos estatales o locales en lo que respecta a las llamadas "asociaciones profesionales de sacerdotes". Eso, en cuanto a la disciplina sacerdotal, es de exclusiva competencia eclesiástica, y en cuanto a los sacerdotes como ciudadanos, la cuestión de su convicción personal y libre.

XVIII

Según la constitución de la Iglesia Católica, su jefe supremo es el Santo Padre en calidad de sucesor del príncipe de los apóstoles, San Pedro. La libertad religiosa implica que los católicos pueden comunicarse sin traba alguna en las cuestiones espirituales y religiosas con su jefe supremo. Eso vale particularmente para los obispos, responsables personalmente ante el Papa de la administración de sus diócesis. Es absolutamente necesario facilitar a los obispos que puedan libremente comunicarse con el Santo Padre, no sólo por escrito, sino visitarlo personalmente, sobre todo cada cinco años, pues según las normas del derecho canónico, tienen obligación de acudir personalmente a Roma y efectuar allí lo que se llama "visitatio ad limina". A tal fin se debería otorgar pasaporte a todos los obispos sin excepción cada vez que deben por obligación oficial acudir al Santo Padre en Roma. Comprobamos lealmente que en los últimos tiempos casi todos los obispos han conseguido los pasaportes ara la visita "ad limina".

Sería deseable, además, que los sacerdotes y los fieles puedan obtener, sin dificultades, pasaportes para asistir a las grandes peregrinaciones a los santos lugares como ser Jerusalén, Roma, Lourdes, etc., y a las grandes manifestaciones religiosas, como los congresos eucarísticos internacionales. Todas esas medidas serían en general bien acogidas."

Los obispos, después de señalar en 18 puntos "ciertas incorrecciones" de los órganos estatales en la aplicación de las prescripciones legales relativas a la libertad religiosa como principal impedimento obstructor de la normalización de relaciones entre la Iglesia y el Estado concluyen su memorial pidiendo "se eliminen lo más pronto posible" dichas incorrecciones. El presente documento fue expedido en Zagreb el día 2 de septiembre de 1960 y refrendado por todos los obispos.

 


CRONICAS Y COMENTARIOS

NEGOCIACIONES SOBRE "MODUS VIVENDI" ENTRE YUGOESLAVIA Y SANTA SEDE

A principio de octubre de 1960, el gobierno comunista yugoeslavo, por intermedio de su agencia noticiosa, informó que se establecieron contactos con el episcopado católico con la mira de normalizar relaciones entre la Iglesia y el Estado, por primera vez desde la ruptura de relaciones diplomáticas con el Vaticano, producida en 1953. Los obispos reunidos en conferencia anual a fines de septiembre en Zagreb, capital de Croacia, a raíz de la sugerencia del gobierno, puntualizaron sus exigencias en una memoria entregada al gobierno de Belgrado. El gobierno, a su vez, extendió al arzobispo católico de Belgrado un documento definiendo su postura con respecto a dicha memoria. Ambos documentos fueron llevados al Vaticano los primeros días de noviembre. A1 mismo tiempo viajaron a Roma varios obispos de Croacia.

Esas noticias hallaron gran difusión en la prensa occidental, reflejando más bien los comentarios tendenciosos de los voceros del gobierno de Belgrado, ya que todavía no se habían publicado los documentos respectivos y los círculos eclesiásticos se mantuvieron muy reservados. Debido a la importancia que reviste este problema y dada la confusión reinante, provocada deliberadamente por los comunistas yugoeslavos, se impone una reseña sucinta de lo ocurrido, fundada en los datos publicados, los antecedentes y las informaciones reservadas y fidedignas. Además, disponemos dei texto íntegro del memorial de los obispos, que reproducimos textualmente en versión castellana como primicia (págs. 81-6).

El problema implica un carácter principista por tratarse de las negociaciones de la Iglesia: 1) con un gobierno comunista y 2), con un Estado en que predominan ortodoxos y que desde su formación, en 1918, trata a los millones de católicos como ciudadanos de segundo orden.

***

La primera noticia sobre las negociaciones la dio, el 7 de octubre del año pasado, la agencia noticiosa yugoeslava Tanjug, cuando anunció que el arzobispo de Belgrado, monseñor Ujcic, había visitado al comisario para las cuestiones religiosas, señor Radosavljevic. "El arzobispo Dr. Ujcic -decía la noticia- explicó la memoria que fue adoptada unánimemente por todos los obispos en conferencia obispal plenaria, celebrada en Zagreb del 20 al 23 de septiembre y en los últimos días elevada al Consejo Ejecutivo Federal (gobierno yugoeslavo. N. de la R.). En dicha memoria se pone de relieve el deseo del Episcopado de contribuir a la normalización de relaciones entre la Iglesia y el Estado, y en ese sentido se formulan ciertas sugerencias y proposiciones. El Episcopado considera que la Constitución y la ley relativa a la posición jurídica de las comunidades religiosas sirven de base sobre la cual pueden desarrollarse las relaciones entre la Iglesia y el Estado, de acuerdo con el principio de la libertad de conciencia y del credo religioso. Radosavljevic, durante la entrevista con el arzobispo Ujcic, ponderó como positivo ese esfuerzo del Episcopado católico y declaró que su memoria sería considerada atentamente por el Consejo Ejecutivo Federal".

Ese comunicado motivó interpretaciones unilaterales y tendenciosas que presentan el problema de tal modo que la Iglesia aparece como falta de buena voluntad. Durante los últimos 15 años, caracterizados por la constante persecución de la Iglesia Católica, el gobierno comunista sostenía que la Iglesia no deseaba la normalización de sus relaciones con el Estado por motivos manifiestamente políticos. Recién ahora, percatándose de que sus supuestas intrigas políticas resultaron infructuosas, quiere llegar a un entendimiento, lo que, de hecho, significaría la capitulación ante el régimen comunista y la resignación frente al Estado yugoeslavo, que favorece a la Servia ortodoxa.

Esa maniobra propagandística encaja dentro de la política comunista, que nunca dejó de acusar a la Iglesia Católica como fuerza oscura y reaccionaria al servicio de los intereses antipopulares y de las potencias enemigas e imperialistas. Se formulaban cargos en ese sentido no sólo contra varios obispos, sino contra la Santa Sede. En idéntica argumentación se motivó la ruptura de relaciones con el Vaticano en 1953.

El propósito de los dirigentes comunistas yugoeslavos es mostrarse ante servios y ortodoxos como defensores incondicionales de la unidad nacional de Yugoeslavia, un Estado heterogéneo desde el punto de vista religioso, cultural y nacional, en el cual las divisiones culturales, nacionales y políticas coinciden con las religiosas. Los servios ortodoxos, elemento dominador, si bien una minoría, son partidarios acérrimos de la comunidad yugoeslava, ya que en el Estado yugoeslavo ven a Servia ensanchada. Los croatas, por el contrario, mayormente católicos, al mismo tiempo se oponen al régimen totalitario comunista y procuran liberarse de la dominación servia y restablecer su propio Estado, que existió más de un milenio hasta 1918, cuando Croacia fue ilegalmente incorporada al Reino de los servios, croatas y eslovenos que, luego, en 1929, por decreto del rey dictador, fue denominado Reino yugoeslavo (eslavos del sur), y en 1945 por los comunistas República Federal Popular de Yugoeslavia. Tanto en la Yugoeslavia monárquica como en la comunista subsistía un desacuerdo fundamental entre los gobiernos respectivos - dominados por el elemento servio- y la opinión pública croata. Para los gobernantes era subversivo todo lo que vigorizaba la conciencia nacional croata, y para los croatas cobra carácter negativo todo lo que favorece la política de los gobiernos, que siempre fueron anticroatas y, además, anticatólicos y antidemocráticos.

Indudablemente, la situación de la Iglesia Católica, que en Yugoeslavia tiene su principal apoyo en las regiones croatas, se torna muy delicada. Por un lado, la Iglesia, fiel a su doctrina tradicional, no se inmiscuye en las luchas políticas, no crea ni destruye Estados y, por el otro, en los Estados en que se practica la discriminación religiosa y nacional y se reprimen las libertades cívicas se producen movimientos solidarios entre los perseguidos, lo que indirectamente incrementa el potencial de resistencia de la misma Iglesia.

Así y todo, la Iglesia Católica, dedicada a su misión espiritual, procura incluso con el régimen comunista encontrar condiciones propicias para el cumplimiento de su alto cometido. No se ajustan, pues, a la verdad aquellos comentarios periodísticos dirigidos que recalcaban que no antes del fallecimiento del cardenal Stepinac, ilustre defensor de la libertad y de la política reconciliatoria de Juan XXIII, había sido posible allanar el camino para la negociación. Unicamente el corresponsal de Herald Tribune, Barret Mc Gurn -por lo que sabemos-, ha enfocado correctamente ese problema en su despacho de Roma, fechado el 17 de noviembre, destacando que Tito no quiso dejar en libertad al jefe de la Iglesia Católica en Yugoeslavia y que el Vaticano no pudo acceder a tratativas mientras Stepinac permaneciese en presidio. No eran, pues, ni el Vaticano ni el Arzobispo Metropolitano de Croacia quienes ponían obstáculos, sino el gobierno comunista de Tito que, en el período entre 1945- 48, mientras se sentía totalmente respaldado por Moscú, no sólo que perseguía abiertamente a la Iglesia Católica, sino que se obstinaba a separarla de Roma o destruirla completamente. Luego, cuando la supervivencia de Tito dependía de la ayuda occidental y viéndose sus secuaces obligados a contemporizar con la opinión pública, el gobierno comunista, si bien le convenía, no podía substraerse a su política persecutoria contra los católicos, sin grave riesgo de enemistarse con los servios, quienes coincidían con los comunistas en su política de persecución de los croatas y de los católicos, considerados enemigos inflexibles no sólo del comunismo sino también del Estado que perpetúa la hegemonía servia. El cardenal Stepinac se convirtió en el símbolo de la resistencia a esa política persecutoria comunista y servia.

El cardenal Stepinac, valeroso defensor de los derechos de la Iglesia y leal a su patria croata, fue un prelado prudente e intérprete fiel de las intenciones y la doctrina de la Santa Sede. Como patriota simpatizaba con la lucha de su pueblo por la libertad y la independencia, pero como el jefe responsable de la Iglesia de su país no vaciló, de acuerdo con la práctica de la Iglesia, reconocer el gobierno comunista establecido. El 4 de junio de 1945 incluso se entrevistó con el dictador Tito en procura de hallar un modus vivendi con las autoridades comunistas. A1 comprobar que el gobierno comunista concebía esa cooperación de modo inaceptable para la Iglesia (proponían, entre otras cosas, fundar la Iglesia Católica nacional sin reconocer la autoridad suprema del Papa), los católicos se aprestaron a resistir. En esa lucha sorda Croacia dió un gran número de mártires. Puesto que Stepinac ha sido considerado incondicionalmente fiel a la Santa Sede, 16 meses después de terminada la guerra se maquinó un proceso monstruoso, acusándoselo de supuestos crímenes durante la guerra. La Santa Sede comprendió y apoyó la actitud heroica de Stepinac y de sus feligreses. Para recompensar dignamente sus eminentes méritos, como también testimoniar a su entera nación gran benevolencia (son las palabras de Pío XIII pronunciadas en el Consistorio secreto del 12/1/1953), el Arzobispo presidiario fue elevado a la dignidad cardenalicia. A raíz de tal gesto excepcional, Tito rompió las relaciones diplomáticas con el Vaticano, poniendo de manifiesto que existía un conflicto fundamental entre el gobierno comunista de Yugoeslavia y la Iglesia Católica universal y no sólo entre uno que otro prelado y el régimen.

De ese estado de cosas son responsables exclusivamente los dirigentes comunistas yugoeslavos, es decir, su política anticatólica y anticroata. El cardenal Stepinac, incluso durante el Proceso, había declarado repetidas veces: "Nadie piense que quiero la guerra que las autoridades actuales entablen conversación con la Santa Sede. La Iglesia no favorece dictadura, mas no se opone a un entendimiento honrado con quienquiera... Si hay buena voluntad, puede llegarse a un entendimiento y la iniciativa corresponde a las actuales autoridades...".

Aunque Tito declaró el 16 de diciembre de 1952: "El Vaticano lleva una política imperialista. La política del Vaticano y la de Italia se complementan mutuamente. El gobierno italiano contribuye a la dominación vaticana propagando la reacción en el mundo, en tanto el Vaticano apoya las aspiraciones imperialistas de Italia contra Yugoeslavia" y el día siguiente anuncia la ruptura con el Vaticano, seis obispos visitaron unos días después, el 8/1/1953, al dictador yugoeslavo, quien los recibía - según la comunicación oficial- para "discutir con ellos el deseo del gobierno de arreglar las relaciones entre el Estado y la Iglesia Católica de acuerdo con la Constitución y conversar sobre diversas cuestiones relativas a la ruptura de relaciones diplomáticas entre Yugoeslavia y el Vaticano". Hubo también otra entrevista el 23/4/1953. Todo fue en vano, pues los comunistas no deseaban un entendimiento, sino la capitulación. El punto más espinoso era el pedido de los obispos de que las negociaciones se entablaran entre el Vaticano y Belgrado, en tanto los comunistas presionaban para entablar tratativas directas con el Episcopado y recurrían a extorsiones sobre las asociaciones de sacerdotes de carácter sindical para que desahuciaran a sus obispos.

El gobierno comunista yugoeslavo simula desconocer las condiciones mínimas de la jerarquía católica imprescindibles para un modus vivendi. Sin embargo, esas condiciones fueron dadas a conocer al gobierno yugoeslavo en la nota de la Secretaría del Estado del Vaticano, N° 9.414/52, que el gobierno yugoeslavo se negó a recibir el 15 de diciembre de 1952. En la nota quedan resumidos los cargos y los postulados formulados por la Santa Sede. En el capítulo V de ese importante documento han sido puntualizados "los derechos a los que la Santa Sede no puede renunciar y cuyo desconocimiento haría infructuosas las conversaciones eventuales con el gobierno yugoeslavo".

El gobierno yugoeslavo estaba al tanto pues, de las condiciones del Vaticano, pero no quiso negociar con la Santa Sede, esperando sacar ventajas tratando directamente con el Episcopado, sujeto a toda clase de presiones, que no han sido pocas. El obispo Carevic fue asesinado sigilosamente y su cadáver encontrado en un pozo. El obispo Simrak, insigne historiador, murió encarcelado a consecuencia de las torturas y falta de atención médica. Los obispos Cule y Celik sucumbieron a las torturas y agresiones físicas. También el cardenal Stepinac murió prematuramente en presidio. Varios obispos fueron condenados a cárcel. Otros fueron agredidos y heridos durante sus visitaciones pastorales. El obispo Vovk fue rociado con nafta y le prendieron fuego. Se salvó por un pelo. En el destierro murieron el arzobispo Saric y el obispo Garic. Actualmente se hallan encarcelados numerosos y prestigiosos sacerdotes, expuestos al más riguroso régimen carcelario, torturados y humillados. Los que pasaron por los penales comunistas, y son varios centenares, o murieron o son hoy día despojos humanos.

Con todo eso, los obispos no han claudicado. Permanecieron fieles a la Santa Sede. Rechazaron todas las sugestiones de entenderse directamente con el gobierno, prescindiendo del Vaticano. Eso lo comprueban también los corresponsales occidentales en sus despachos recientes. Ello se infiere también del memorial del Episcopado, que destaca en su primer párrafo: 1), que fue el gobierno quien sugirió las negociaciones y 2), que la única instancia competente y meritoria para tratar y concluir acuerdo es la Santa Sede.

Los cargos y las condiciones, resumidas en 18 puntos del memorial, coinciden casi íntegramente con la puntualización de los derechos a los cuales la Santa Sede no puede renunciar y cuyo desconocimiento haría infructuosas las negociaciones eventuales con el gobierno yugoeslavo, aducidos en la nota del 15/12/1952. Las condiciones del memorándum no tienen carácter de un anteproyecto para un acuerdo eventual, sino que son -como lo subrayan los obispos- condiciones previas para crear un clima favorable que luego facilitaría las negociaciones oficiales para llegar a un entendimiento eventual entre el Estado y la Santa Sede.

El hecho de que en la memoria se enumeran las principales infracciones a la libertad de la Iglesia Católica y se comprueba que estas lesiones contradicen la Constitución vigente y la Ley sobre las comunidades religiosas, ha sido intencionalmente mal interpretado. Es notorio que dichos atropellos concuerdan con las prácticas de los gobiernos comunistas que formalmente garantizan las libertades, pero no se atienen a los textos legales. Por eso, es una evidente tergiversación del sentido de las enunciaciones del Episcopado cuando el gobierno comunista, en su comunicado oficial, sugiere que la invocación de la Constitución y de las leyes implica el reconocimiento de la bondad de tales textos legislativos, pues en el mismo memorial los obispos piden la reforma de ciertas leyes.

A raíz de semejantes informaciones oficiales, el corresponsal del New York Times, muy indulgente por regla general con el régimen yugoeslavo, en su nota del 17/11/1960 desvirtúa esas aseveraciones: Sin embargo, se ha subrayado (en los círculos eclesiásticos. - Nota de la R.) que ese paso no quiere decir que los obispos retroceden. El Consejo Obispal está reclamando, según se declaró, que el gobierno haga cumplir ,sus propias leyes, que garantizan la libertad religiosa. Los obispos se quejaron de que las autoridades locales venían violando los derechos de la Iglesia, garantizados por la Constitución. La implicación era que Belgrado no había hecho nada para detener tales violaciones. No se trata, pues, de reconocer las leyes sino de señalar de que no las respeta el mismo gobierno, que con las autoridades locales forma un todo indivisible.

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¿Cuáles son las probabilidades de llegar a un modus vivendi?

Con motivo del viaje del Arzobispo de Belgrado a Roma, adonde se trasladaron cuatro obispos más, la prensa informó, a mediados de noviembre, que "pese a las dificultades existentes", cabía esperar algún resultado. Empero, la mera noticia acerca del nombramiento eventual de un Delegado Apostólico en Yugoeslavia que, como es sabido, no inviste función diplomática, fue calificada por el portavoz del gobierno comunista yugoeslavo como "una especulación infundada". Si bien Tito quería provocar un impacto favorable en la opinión occidental en el momento de gestionar cuantiosos créditos, tanto en Washington como en las capitales europeas, resulta obvio que "las dificultades existentes" son serias, lo que además concuerda con nuestras informaciones reservadas y fidedignas.

Al parecer, el gobierno comunista pretendía en primer lugar obtener un éxito inicial, es decir, difundir las noticias de que existen posibilidades de llegar al primer acuerdo entre un gobierno comunista y el Vaticano. Para comprobar que el comunismo titoísta está en condiciones de tratar con el Vaticano -lo que no pudo el gobierno de Gomulka-, el gobierno comunista yugoeslavo hizo conocer su actitud por escrito al monseñor Ujcic para su transmisión a la Santa Sede. Ese documento -según pudimos saber- fue elaborado después de largas discusiones en la comisión ministerial especial, presidida por Eduardo Kardelj, ideólogo N°1 del régimen. Todavía no disponemos de su texto, mas a estar a informaciones reservadas, su contenido es tal que se duda de la buena voluntad del gobierno comunista yugoeslavo de llegar a un acuerdo verdadero. Parece que el gobierno ofrece, por el momento, concesiones mínimas: 1) No obstaculizaría la enseñanza religiosa en las iglesias, pero no permitiría que se la imparta en las escuelas; 2) No clausuraría los seminarios que todavía existen, pero tampoco admitiría que se reabran los ya clausurados (que son la mayoría); 3) Ofrece a los obispos, canónigos y a los profesores de teología sueldos mensuales sin que los obispos !o hayan peticionado; 4) La Iglesia no sería cargada con impuestos tan onerosos como los actuales, que en realidad constituyen pillaje; 5) El gobierno se abstendría de nacionalizar los edificios eclesiásticos, pero se niega a devolver los ya confiscados, que son muchos; 6) El gobierno niega haber ejercido presión para que los sacerdotes participasen en las asociaciones de carácter sindical contrariando las directivas de los obispos, y ofrece el seguro social y facilidades económicas, incluso a los sacerdotes no afiliados a dichas asociaciones; 7) El gobierno no devolvería las imprentas católicas confiscadas y permitiría sólo la adquisición de una imprenta chica con recursos eclesiásticos, que además no podría instalarse ni en la c3pital de Croacia ni de Eslovenia. En líneas generales, el régimen promete observar rigurosamente las leyes relativas a la libertad religiosa, lo que contradicen los rechazos contenidos en los 7 puntos citados.

En síntesis, el gobierno comunista ofrece ciertas ventajas personales, pero no cede absolutamente nada en las cuestiones fundamentales para la Iglesia, como lo es la educación de la juventud y la formación de nuevos sacerdotes. Se trata tan sólo, de las promesas sin garantía alguna. En cuanto a las ventajas económicas ofrecidas al clero, los comunistas quieren evidentemente debilitar sus lazos con los feligreses, que hasta ahora atendían las necesidades económicas de sus sacerdotes y hacer que el clero dependa económicamente del Estado comunista.

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Aparte de que no caben relaciones normales entre la Iglesia Católica y un régimen totalitario comunista, existen otros precedentes desalentadores en el pasado de Yugoeslavia. Ese Estado heterogéneo nacional y religiosamente es dominado por los servios ortodoxos, quienes, sabiéndose minoría, sienten amenazada su hegemonía, en primer término, por los católicos croatas. En ese sentido es más que revelador el intento fracasado del gobierno monárquico de celebrar un concordato con la Santa Sede. Asesinado en Marsella, en 1934, el rey dictador Alejandro I de la dinastía servia Karageorgevic, la dictadura panservia pasaba por un trance difícil debido a la firme oposición de los croatas. El gobierno, llevado por razones de política interior y exterior, estimó oportuno entenderse con el Vaticano. El concordato, firmado el 25/7/1935, ha sido aprobado por el parlamento apenas en 1937. Aunque el parlamento fue un instrumento dócil del gobierno, votaron 264 diputados en favor y una fuerte minoría de 128 diputados en contra del concordato. Pero la última palabra la tuvo la Iglesia servia, que se opuso abiertamente al principio de igualdad religiosa para los católicas cuyo número ascendía al 38%, cuando los ortodoxos totalizaban el 42 %, incluidos casi ,dos millones de macedonios y montenegrinos ortodoxos, quienes se oponen a la supremacía de la Iglesia servia. El Santo Sínodo de la Iglesia servia ortodoxa, en carta de 13/10/35, dirigida a los regentes, expresaba la actitud siguiente: "La Iglesia ortodoxa servia debe conservar su posición de Iglesia del Estado y cualesquiera otras Iglesias deben ser toleradas por el Estado, al igual que en otros países ortodoxos vecinos, Grecia, Bulgaria y Rumania." Desde luego, los representantes de la Iglesia servia olvidaban que Yugoeslavia no es un país ortodoxo como Bulgaria y Grecia (la Constitución rumana garantizaba a los católicos la igualdad con los ortodoxos mayoritarios) , ya que la mayoría de la población está integrada por los adeptos de otras confesiones. La jerarquía eclesiástica ortodoxa, al igual que sus feligreses servios, concebían entonces y hoy la Yugoeslavia como Servia engrandecida y gobernaban las regiones no servias como si fueran colonias. Cuando el parlamento aprobó el concordato, el Santo Sínodo lanzó el anatema contra los diputados servios que lo aprobaron. El concordato, en consecuencia, nunca fue ratificado.

En aquel entonces, el prestigioso diario liberal checo "Narodny Politika" (6/8/1937), hizo el siguiente comentario: "Esta Iglesia (servia) olvida que el concordato con la Iglesia Católica ha sido concluida en interés de la unidad de Yugoeslavia. El concordato con Roma era una necesidad del Estado. Si la alta jerarquía de la Iglesia servia no es capaz de comprenderlo, entonces resulta evidente que no desea ni la unidad de Yugoeslavia ni la reconciliación con los católicos croatas."

Que en Yugoeslavia comunista también se favorece a la Iglesia servia, lo confirma fehacientemente el informe del lugarteniente de Tito, ministro del interior Rankovic, presentado en julio de 1956 ante la Asamblea Federal Popular: "Las relaciones entre el Estado y la Iglesia ortodoxa, especialmente el Santo Sínodo, son cordiales. Muchos obispos ortodoxos mantienen vínculos estrechos con las autoridades del gobierno y los sacerdotes ortodoxos colaboran activamente con las autoridades locales... La única comunidad religiosa con la cual no se ha podido llegar a acuerdo alguno. a colaboración alguna. es la Iglesia Católica: no hay comprensión por parte de la jerarquía ni por parte de sus sacerdotes... Por su propaganda, acogida sin reservas, no sólo por todos los diarios católicos. sino también por ciertas agencias extranjeras, el Vaticano no hace más que agravar esta situación..."

***

Todos esos antecedentes comprueban de sobra que son grandes las dificultades, desacuerdos y criterios opuestos a que se refieren los obispos en su memoria. Es muy difícil, pues, que se llegue a un modus vivendi realmente positivo y duradero.

Si continúan las tratativas, pese a todo ello, debemos atribuirlo, en parte, a la actitud principista de la Iglesia, que procura agotar todos los medios para mejorar las condiciones en que se cumple su misión espiritual y, en parte, a las dificultades del gobierno comunista, muy débil en el interior y cada vez más dependiente de la ayuda directa e indirecta de Occidente. Por eso, los comunistas yugoeslavos se ven impelidos a tener en cuenta la opinión pública del mundo libre. Fue superada la época en que los jefes yugoeslavos subestimaban la influencia social de la religión en Croacia y en el mundo occidental.

 

MURIO EN EXILIO EL ARZOBISPO DE SARAJEVO

El día 16 de julio de 1960 falleció en Madrid Mons. Juan Evangelista Saric, arzobispo de Sarajevo, Metropolitano de Bosnia-Herzegovina, a la edad de 89 años, después de 14 años de destierro. El fallecido prelado era un pastor ferviente y meritorio, un destacado prohombre nacional, hombre de letras y poeta.

Había nacido en Bosnia el 27 de setiembre de 1871, en la "época turca", siete años antes del Congreso de Berlín, que autorizó a Austria- Hungría a ocupar Bosnia y Herzegovina, hasta entonces bajo el dominio otomano. Procede de una antigua familia de Bosnia, de Dolac, cerca de Travnik, sede de los visires. Pertenecía a la primera generación del clero bosníaco, educado en los institutos docentes, fundados y perfectamente organizados por la recién instituida arquidiócesis de Sarajevo (1881). En realidad, se trataba de renovación de la antigua diócesis de Bosnia, que data del siglo XI, de la época del reino croata medieval y luego del reino de Bosnia, derribado por los turcos en 1463, quienes decapitaron al último rey de Bosnia, Esteban Tomasevic. La reina madre Catalina se refugió en Koma, legando su reino a la Santa Sede (1478).

Durante el dominio turco (1463-1878) en Bosnia no existía la jerarquía eclesiástica. Los turcos, pese a la opinión contraria divulgada en el Occidente, practicaron cierta tolerancia religiosa, dando preferencia siempre al islamismo. Los franciscanos, que habían quedado junto a su grey, consiguieron en 1482, del Mohamed II el Ahadnama, un documento confinando los privilegios, otorgados únicamente a las personas soberanas, de modo que la provincia franciscana en Bosnia se denomina todavía "Estado del orden franciscano".

Así y todo, la situación de los católicos en el Imperio otomano fue difícil, puesto que el Papa recicla fuera de los límites del Imperio, a diferencia del Patriarca de Constantinopla, súbdito turco y jefe de los cristianos ortodoxos. Además, los Papas fueron los promotores principales de las Cruzadas contra los turcos y los croatas congéneres de sus vecinos bosniacos católicos eran los combatientes más tenaces en las guerras entre el Islam y la Cristiandad. De ese modo los católicos de Bosnia se convirtieron en diáspora y los musulmanes, ex patarenos bosníacos, en mayoría, hasta que se radicaron en Bosnia los ortodoxos, elemento balcánico, favorecido por los turcos en tal grado que a veces obligaban a los católicos, privados de su clero, a renegar del catolicismo y hacerse cismáticos.

Apenas durante la administración austríaca (1878-1918) la situación de la Iglesia Católica en Bosnia mejoró sustancialmente. La jerarquía católica fue nuevamente organizada, integrada por el Arzobispo de Sarajevo y los obispos sufragáneos en Banja Luka y Mostar. El primer arzobispo de Sarajevo, Mons. José Stadler, ex profesor de filosofía en la Facultad de Teología de la Universidad Nacional de Zagreb desplegó gran actividad organizadora. Instituyó nuevas parroquias, fundó varios institutos docentes, seminario menor y mayor, dirigidos por los jesuitas y además organizó florecientes establecimientos educativos femeninos. Su gran mérito es haber educado, en breve plazo, al clero lugareño, pues tuvo que empezar por el clero, llegado de otras regiones croatas, de Austria y hasta de Francia (la gran abadía trapista cerca de Banja Luka). Considerable era su actividad en el terreno religioso y cultural como asimismo su labor editorial. Estimado en Viena y buen patriota croata, ejercía considerable influencia en la vida pública, de modo que el catolicismo en Bosnia progresaba, lo que a su vez favorecía al pensamiento nacional croata. Merced a su infatigable actividad como también a la asidua labor de los franciscanos, el número de los católicos se triplicó. En 1940, en Bosnia y Herzegovina había más de 700.000 católicos. Ese aumento rápido se debía principalmente al crecimiento demográfico vegetativo, uno de los más altos en Europa (20 por mil anual)

Monseñor Saric pertenecía a la primera generación de ese clero bosniaco; contando apenas 25 años fue designado canónigo del Capítulo Metropolitano. Por sus dotes literarias fue encargado de varias publicaciones, y a la edad de 37 años consagrado como obispo auxiliar. En 1922 -ya súbdito yugoeslavo- fue nombrado arzobispo de Sarajevo, sucediendo a Mons. Stadler. Desempeñó su nueva función como buen pastor, hijo fiel de la Santa Sede, prelado abnegado y muy activo. Acrecentó el número de parroquias, edificó nuevas iglesias, reforzó las escuelas católicas, desplegó gran actividad editorial, promovió las asociaciones de la Acción Católica e hizo que Sarajevo se convirtiese en un foco importante de la vida católica en Croacia.

En las demás regiones croatas se hizo popular gracias a su labor literaria y patriótica. Publicó una serie de libros de poesía y tradujo muchos libros al croata, entre otros la Sagrada Escritura.

Su labor patriótica se puede valorizar únicamente teniendo en cuenta la situación turbulenta en Bosnia, en la que fueron disparados los primeros tiros de la primera guerra mundial, a raíz del asesinato del heredero al trono austro- húngaro, Francisco Fernando, en el año 1914.

La Bosnia actual es un conjunto geográfico relativamente nuevo, pues la mayor parte de Bosnia durante casi un milenio constituía la parte central del reino de Croacia. El territorio de Bosnia, propiamente dicha, integró primero el reino de Croacia, luego fue el reino vasallo húngaro-croata hasta la conquista de los otomanos, quienes ensancharon sus límites hasta el mar Adriático. Como queda dicho, durante el imperio turco aparecen en Bosnia grupos ortodoxos, que actualmente constituyen la minoría más numerosa el 40%. Si bien esos ortodoxos constituyen una minoría y Bosnia forma parte integrante de Croacia desde el punto de vista geográfico, histórico, étnico y económico, Servia había desplegado gran agitación a raíz del Congreso de Berlín, procurando convencer a la opinión europea de que se le había infligido gran injusticia por no habérsele anexado Bosnia. Ese problema originó violento antagonismo entre servios y croatas, que hasta entonces se toleraban y ayudaban mutuamente.

Los jefes eclesiásticos ortodoxos, adversarios empedernidos de la política austríaca en Bosnia, identificando la Iglesia con la nacionalidad, ayudados por Servia y Rusia, hacían intensa propaganda con el fin de servizar a toda la población ortodoxa. En cambio, el clero católico se solidarizó con los patriotas croatas y observó actitud leal hacia las autoridades, disconforme, sin embargo, con la absurda política de condominio austro-húngaro en Bosnia, en perjuicio de los intereses nacionales croatas.

Con la formación del heterogéneo Estado yugoeslavo, con el predominio de Servia, llegaron los días difíciles, tanto para los católicos como para los musulmanes de Bosnia. La Iglesia nacional servia estaba favorecida y privilegiada como Iglesia del Estado, mientras los croatas -musulmanes y católicos- sufrían persecución, acusados de ser exponentes austríacos incriminación que luego, en 1945, renovada la Yugoeslavia, les formularían los servios comunistas, agregando que eran colaboracionistas en razón de que defendían la independencia de Croacia.

En semejantes circunstancias era difícil distinguir siempre entre la lucha nacional y la religiosa. El fallecido arzobispo Saric, defensor consecuente y valiente de los derechos de la Iglesia, fue respetado por todos los croatas como gran patriota y denunciado por los servios por sus supuestas actividades subversivas. Eso marcó el principio de las duras pruebas que esperaban a la Iglesia en Bosnia. Durante la segunda guerra mundial, los servios desencadenaron una violenta represión contra los croatas, sobre todo en las zonas mixtas, y lo mismo hicieron los comunistas en cuanto a los católicos y musulmanes de Bosnia. El programa de la resistencia nacionalista servia era la restauración de Yugoeslavia en su papel de gran Servia. Para ello era necesario exterminar a los croatas de religión católica y musulmana de las regiones mixtas y de este modo asegurar la mayoría servia en Bosnia. El programa de genocidio se hallaba en su fase inicial de ejecución, asumiendo tales proporciones que incluso el gobierno británico tuvo que elevar su mas decidida protesta, si bien le interesaba la guerra de guerrillas. Ya en el curso de la guerra fueron asesinados numerosos sacerdotes católicos y quemadas varias iglesias por los chetniks servios.

La tragedia llega a su colmo con la toma del poder por los comunistas, apoyados por el nacionalismo servio. Las represalias se hacen, en verdad, bajo slogans antifascistas, sin ser por eso menos horrendas. La situación se hizo tan crítica que el buen pastor Saric no pudo permanecer al lado de su grey, ya que se cernía sobre su vida no sólo la cárcel, sino torturas y humillaciones tremendas, que terminarían con su muerte. De modo que se vio obligado a buscar refugio en la zona austríaca ocupada por los ingleses y luego en España, país donde vivió modestamente, alejado de todas las actividades públicas, dedicado a escribir libros de carácter religioso. También Mons. Garic, O.F.M., obispo de Banja Luka, tuvo que dejar su diócesis y exilarse en Austria, donde murió. El único obispo en el territorio de Bosnia y Herzegovina que quedaba era Mons. Cule, de la diócesis de Mostar. Los comunistas lo detuvieron y torturaron reiteradas veces. En un incidente de transito, montado ad hoc, se quebró ambas piernas. Mons. Celik, nuevo obispo de Banja Luka, aunque pletórico de salud, fue perseguido y torturaron reiteradas veces. Las escuelas católicas fueron suprimidas y los conventos e institutos de monjas disueltos. La prensa y las sociedades católicas se vieron prohibidas. En la arquidiócesis de Sarajevo en 1956 hubo 50.000 católicos menos que antes de la guerra y esa diócesis, como hemos destacado, acusa un crecimiento demográfico extraordinario. El reverendo Dragun, en su libro Le Dossier du candinal Stepinac (París, 1959, p. 71), publica datos de los que se colige que los comunistas mataron por lo menos a 10.000 católicos en esa diócesis. En la diócesis de Banja Luka la situación de los católicos es todavía más precaria. La cifra de los católicos rebajó de 140.000 a sólo 40.000.

La muerte de Mons. Saric, prominente representante de la jerarquía eclesiástica, ocurrida en el destierro, lejos de su grey y de su querida patria, simboliza los sufrimientos de la Iglesia en Croacia y especialmente en Bosnia, donde los croatas, católicos y musulmanes, son perseguidos no sólo por motivos religiosos, sino también por razones políticas, ya que los gobernantes comunistas tienden a transformar esa estratégica y rica provincia en región de carácter nacional servio y culturalmente balcánico. Cobran sentido peculiar, pues, las últimas palabras del anciano Arzobispo pronunciadas en su lecho de muerte: Todos mis sufrimientos los ofrezco al Señor por mi querida Croacia.

 

SITUACION DIFlCIL DE LOS MUSULMANES EN BOSNIA HERZEGOVINA

A raíz de la penetración del Imperio otomano, quedaron en las países balcánicos fuertes núcleos de población musulmana. En los Estados nacionales de los cristianos orientales, formados durante el siglo pasado, esas minorías fueron en parte exterminadas y en parte expulsadas. Sólo en las posesiones que Turquía perdió en nuestro siglo (Albania, Macedonia, Kosovo y Metohia) se conservaron núcleos de religión islámica, si bien en situación precaria, excepción hecha de Bosnia-Herzegovina, ocupadas por Austro-Hungría en 18ï8 por resolución del Congreso de Berlín y luego anexadas en 1908. En dichas provincias, los musulmanes constituyen casi un tercio de la población total. Entre esos musulmanes apenas hay ascendientes de los antiguos conquistadores turcos, ya que pertenecen al grupo étnico croata y hablan el idioma croata. Por haber sido la clase política dirigente durante la conquista turca y haber gozado de privilegios especiales bajo el Imperio otomano les era muy difícil orientarse en la nueva situación y se produjo inmigración en masa a Turquía, que todavía sigue. En nuestros días, quienes más emigran son los musulmanes de Macedonia.

Su recelo y oposición a la ocupación austríaca disminuyeron paulatinamente, gracias a la inobjetable administración del país mandante y al impacto psicológico, producido por las guerras balcánicas (1912-13), de modo que los musulmanes de Bosnia en la primera guerra mundial figuraban como las tropas escogidas del ejército del Imperio austro-húngaro, aliado a la sazón de Turquía.

Desmembrada la monarquía danubiana y establecida Yugoeslavia, bajo el control servio, esos núcleos se enfrentaban con dificultades mucho mayores. Como es sabido, el Estado medieval servio fue absorbido por el Imperio turco y los servios se vieron despojados de todos los derechos sociales y políticos. A medida que decaía el poder otomano se intensificaba la lucha emancipadora de los cristianos balcánicos, que constituían mayoría abrumadora. Esa lucha en Servia se libraba bajo el signo de un mito vengativo contra los conquistadores turcos. El nuevo Estado servio identificaba religión con nacionalidad y, por lo tanto, apenas se toleraba a las minorías religiosas. Los musulmanes, "enemigos hereditarios", fueron exterminados o expulsados.

Servia integró a Yugoeslavia sin desprenderse de esa mentalidad. Hubo destacados políticos servios que pensaban seriamente en exterminar y expulsar a todos los musulmanes del territorio yugoeslavo. Trágicas secuelas de semejantes planes siniestros fueron las matanzas en masa de los musulmanes, perpetradas por las huestes del general nacionalista servio Draza Mihailovic durante la última conflagración mundial.

Así y todo, en el período entre 1918 y 1929, durante un régimen seudodemocrático y antes de implantarse la real dictadura panservia, los musulmanes habían logrado organizarse políticamente, solidarios frente al peligro común. Conquistaron ciertos derechos, pero quedaron económicamente arruinados a causa de una injusta reforma agraria, mientras que sus instituciones religiosas soportaban fuerte presión y un control rígido del gobierno, dominado por el grupo servio.

En el curso de la última guerra, los musulmanes de Bosnia y Herzegovina combatían solidarios con sus hermanos católicos por el Estado nacional croata. Dada la circunstancia de que viven mezclados con los ortodoxos servios, su situación, finalizada la guerra, se agravó hasta tal punto que hubo intentos de exterminarlos lisa y llanamente. En la última fase de la guerra, los comunistas, por motivos proselitistas, dieron cierta protección a la población musulmana frente a las masacres de los nacionalistas servios. Además, Bosnia y Herzegovina fueron constituidas como "repúblicas populares" dentro de Yugoeslavia. Mientras las demás "repúblicas populares" fueron formadas según el criterio nacional, Bosnia y Herzegovina hacen excepción, por cuanto no existe una nacionalidad bosniaca. En esas provincias vive la mayoría étnica croata con una nutrida minoría servia y hubiera sido lógico incluirlas en la "república popular de Croacia" dándoles un status de autonomía, semejante al de Voïvodina, incorporada a Servia. Los comunistas argumentaron que esa división, perjudicial para los intereses nacionales de Croacia, era una medida encaminada a proteger mejor los intereses de los musulmanes en una "república", en la que integran un tercio de la población, que si las hubieren anexado a Croacia, donde constituirían apenas el 15% de la población. Se trataba, de hecho, de una maniobra favorable a la minoría servia en Bosnia, que cubre todos los puestos importantes en las instituciones políticas y económicas locales, con el apoyo incondicional del poder central de Belgrado. La división artificial de bosniacos en servios, croatas y "musulmanes" - quienes no son ni pueden ser más que un grupo religioso- sirvió únicamente para asegurar el predominio de la minoría servia sobre los croatas católicos y musulmanes, artificialmente separados.

Vista la realidad, resultan ilusorias todas las promesas comunistas de que la situación de los musulmanes mejoraría en la república de Bosnia y Herzegovina. Detentado todo el poder por la minoría servia los musulmanes son perseguidos y expuestos a toda clase de presiones, a causa del odio tradicional de los servios. Su situación sería mucho más favorable de ser incorporados gozando de amplia autonomía, a la república de Croacia, donde los católicos sienten solidaridad nacional con los musulmanes, de modo que las diferencias religiosas no cuentan y, además, los croatas comparten las ideas pluralistas del Occidente, y por ende los distintos religiosos no obstan a la integración nacional y política.

Si bien la influencia de los croatas en la "República Popular de Croacia" es muy relativa, ya que en un Estado dictatorial comunista el poder lo detentan el gobierno central y el partido comunista con estructura centralista -en ambas instancias el predominio servio es evidente-, la situación de la comunidad religiosa musulmana es todavía más difícil, si cabe, que la de la Iglesia Católica. Las represiones eran tan violentas que, por temor a las represalias, gran parte de los musulmanes se declaró, en el censo de 1948, "nacionalmente indefinidos", ya que el gobierno comunista identificaba su conciencia croata con la "colaboración nazi". Esa declaración implicaba incluso una alta conciencia cívica, pues se favorecía y preciaba a los contados musulmanes que se declararon servios.

Tan pronto llegaron al poder, los comunistas eliminaron a los miembros prominentes de la comunidad religiosa islámica y especialmente a los destacados por sus ideales croatas y su actividad religiosa. A la vez fue suprimida la organización política de los musulmanes y sus representantes huyeron al extranjero, o fueron asesinados u obligados a inactividad total.

Luego se impuso a la comunidad religiosa islámica directores dóciles al régimen. Eso era posible desde que ya en la Yugoeslavia monárquica esa comunidad funcionaba, en virtud de las leyes dictadas por el Estado, sujeta al control estatal y gozando de una autonomía muy restringida. Los funcionarios religiosos musulmanes no tienen la posición del clero católico dentro de su comunidad. De la dirección de esas comunidades suelen participar los fieles comunes, lo que en condiciones excepcionales facilita que el Estado imponga a sus candidatos.

Tal es la razón de que el papel de los verdaderos y auténticos jefes religiosos musulmanes se torne más dificultosa. En los primeros años no cabía esperar apoyo moral o material del mundo islámico, lo que es posible actualmente, dado que Tito procura estar en buenas relaciones con muchos países islámicos y ganarlos para su política "de coexistencia activa y positiva", para poder exhibirse, dentro y fuera del país, como un importante factor en la política internacional.

Así y todo, los comunistas encarcelaron al presidente del Consejo de la Comunidad Religiosa Islámica para Montenegro, Husein ef. Redzepasic, un anciano de 75 años. Fue detenido el 27/IX/1960 y acusado de haber calumniado a las autoridades estatales y partidarias en un informe dirigido al embajador del Pakistán. Se le acusó también de haber pronunciado "un discurso incendiario contra los dirigentes y las autoridades", con todo no haber sino recomendado a los nuevos imanes estar en guardia ante la doctrina materialista del comunismo, contraria a las enseñanzas del Corán (Bosanski Pogledi, Londres, octubre 1960).

Huelga recordar también las represalias que los comunistas tomaron contra la organización "Jóvenes Musulmanes", fundada antes de la guerra como exteriorización de solidaridad con el movimiento panislámico. En ciertos distritos contaba con la adhesión total de los musulmanes. Según los datos de Bosanski Pogledi -publicación musulmana bien informada-, los comunistas disolvieron en seguida esa organización, sus fundadores fueron muertos, obligados a inactividad o desaparecieron. Sin embargo, ya en 1946 se pudo comprobar que dicha organización seguía actuando clandestinamente. En 1947 se reestructuró en células de tres y en 1948 su organización pasó las fronteras de Bosnia y editó publicaciones clandestinas. Aunque su actividad fuera principalmente de índole religiosa, los comunistas la presentaron como instigadora del odio religioso y persiguieron sistemáticamente a sus miembros. En 1947 se montaron varios procesos y en 1949 las medidas persecutorias se intensificaban tanto que los organizadores principales fueron detenidos, condenados a muerte o encarcelamiento. Uno de los principales cargos fue que intentaban establecer contacto con las comunidades religiosas islámicas fuera de Yugoeslavia.

La enseñanza religiosa de la juventud tropieza con obstáculos insalvables. De 200.000 escolares musulmanes, únicamente 1.900 asisten a la enseñanza religiosa, en mezquitas. En ese aspecto son muy significativos los datos que el Ulema Medzilis para 1960 expuso ante el Congreso de la Comunidad Religiosa Islámica. En el tercer capítulo de su informe consta que la enseñanza religiosa está prohibida en 10 distritos y en 14 localidades se puede impartir sólo en las mezquitas, una hora cada tres meses. Faltan manuales y la comisión oficial no aprobó todavía el texto propuesto. En algunas ciudades la enseñanza religiosa está prohibida provisionalmente, so pretexto de que las mezquitas carecían de calefacción y de útiles escolares, pero fue desestimada la solicitud de impartir la enseñanza religiosa en otros edificios pertenecientes a la comunidad religiosa. En el capítulo IV del citado informe, se dice: "En territorio de Bosnia y Herzegovina hay aún 239 mezquitas cerradas (y 102 escuelas), de las que 112 escapan al control de las instituciones religiosas, por cuanto dichas mezquitas se destinan a depósitos, cines o gimnasios."

Un golpe tremendo fue asestado a la Comunidad religiosa islámica con la ley de nacionalización de todos los edificios habitables, propiedad de la fundación religiosa musulmana (Vakuf). Con los ingresos de esas casas, que durante siglos donaban los fieles musulmanes a fines religiosos, se mantenían las mezquitas y las instituciones docentes. La Comunidad religiosa islámica quedó sin recursos materiales y la administración de las fundaciones fue disuelta. También fueron suprimidos los Ulema Medzilis que inspeccionaban y controlaban la vida religiosa y cultural de esa comunidad.

Gran indignación provocó, tanto entre los musulmanes como entre los católicos croata, la nacionalización del instituto de Gazi Husrevbeg, en Sarajevo, que ya en 1945 fue requisado para la instalación de la Facultad de Filosofía y Letras. Esa "medresa" histórica era el único colegio secundario islámico en Yugoeslavia. Un grupo de 70 rnusulmanes distinguidos de Sarajevo, capital de Bosnia, dirigió una nota al dictador yugoeslavo Tito pidiendo la devolución del edificio. Se les contestó que se dirigieran al jefe religioso supremo, Reis el Ulema. La acción fracasó y sus iniciadores experimentaron las medidas represivas de la policía política.

En conexión con dicha iniciativa, Bosanski Pogledi (Londres, octubre 1960) publica un documento muy interesante, sacado del país clandestinamente por un empleado de la Comisión Religiosa ante el gobierno central de Belgrado. Trátase de un informe confidencial sobre la intimidación de los iniciadores de la nota precitada, que tuvo vasta repercusión y por lo tanto no procedía tomar represalias públicas. Se calificó como un hecho particularmente negativo el informe sobre la situación de la Comunidad religiosa islámica, entregado a una delegación afgana, así como la tentativa de establecer contacto con los musulmanes en Egipto.

Un grupo de intelectuales musulmanes exilados de Bosnia está por entregar unos 20 documentos, acompañados de memoria explicativa, a las Naciones Unidas y a los gobiernos de los países islámicos e importantes organizaciones islámicas. Entre otros hechos, alegan que el presidente de la Comisión Religiosa para Bosnia-Herzegovina es un ex oficial de la siniestra y temible policía política, quien debe aprobar todo nombramiento de hodza (sacerdote musulmán). El controla a los peregrinos a la Meka y el año pasado, de 174 candidatos, sólo dio permiso a 35.

Dado que los comunistas yugoeslavos se esfuerzan por ejercer su influencia en los países islámicos de Asia y Africa, concediéndoles créditos, enviando a técnicos y haciendo regalos principescos (con el dinero que les proporcionan los gobiernos occidentales) , esa acción de los musulmanes exilados podría atenuar la situación de sus correligionarios en Yugoeslavia y al mismo tiempo arrojaría verdadera luz sobre los dirigentes comunistas yugoeslavos, quienes simulan ser los paladines de la libertad de los pueblos islámicos contra las potencias occidentales.

 

CONSTITUCION DEL INSTITUTO CROATA LATINOAMERICANO DE CULTURA

El 14 de diciembre de 1960 quedó constituido en Buenos Aires el Instituto Croata Latinoamericano de Cultura, con la finalidad de difundir en la América latina los logros culturales de Croacia e informar sobre la realidad actual, política, religiosa, económica y cultural, como asimismo estudiar los vínculos pasados y actuales entre la nación croata y las repúblicas latinoamericanas.

En la asamblea constituyente se aprobaron los Estatutos y se eligió la siguiente Comisión Directiva: Presidente: Dr. Bozidar Latkovic; Vicepresidente: Prof. Daniel Crljen; Secretario: Dr. Milan Blazekovic; Tesorero: Dr. Angel Belic; Vocales: Juan Rojnica y Dr. Juan Hühn; Comisión Revisora: Srecko Karaman y Dr. Radovan Latkovic.

Los Estatutos prevén socios activos, corresponsales, benefactores y honorarios. Dado su carácter, el Instituto, dentro de sus posibilidades, suministrará datos e informaciones a quienes interesan los problemas relacionados con el pasado y el presente de Croacia. El Instituto tiene su sede en: 25 de Mayo 140, p. 2°, of. 17, Buenos Aires.

 



[1] Empleamos intelectuales liberales en su acepción norteamericana, la que en América equivaldría a izquierda liberal.

[2] Harvard University Press, Cambridge, Mass., 1958.

[3] University of California Press, Berkeley, 1958.

[4] St. Martin's Press, New York, 1957.

[5] El programa de la Liga de los Comunistas Yugoeslavos, redactado y aprobado por el Séptimo Congreso en Ljubljana (22-26 de abril de 1958), acaba de traducirse al inglés "en la versión autorizada". La traducción fue hecha por Stojan Pribicevic, quien fue redactor de la revista "Fortune". La publicación lleva por título "Yugoslavia's. Way-The Problem of the League of the Communists of Yugoslavia" (Ed. All Nations Press, New York, 1959) . Encontramos en el prólogo: "Ahora, por primera vez, tenemos traducido al inglés el programa completo de lo que en el Occidente se llama "Titoísmo", en la Unión Soviética y en China "revisionismo' y en Belgrado "la interpretación y aplicación auténtica del marxismo dentro de las circunstancias en Yugoeslavia".

[6] Prospect Book, New York 1958.

[7] El autor de estas líneas fue por unos meses, en 1945, jefe de prensa en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Yugoeslavia de Tito, de la que regresó desde EE.UU. Al ver que era la dictadura comunista lo que se fraguaba, aprovechó la primera oportunidad para exilarse ese mismo año.

[8] Número del 26/1/1959.

[9] Vasari, Le vite de' piú eccelenti pittori, scultori e archittetori, Trieste. 1862.

[10] Rosini, Storia della Pittura Italiana, Pisa, 1839-1847, T.V, Cap. VII.

[11] Ivan Kukuljevic Sakcinski, Julio Klovio, Ed. Matica Hrvatska, Zagreb, 1878, p.20

[12] Le jeunesse du peintre El Greco, París, Ed. Cres, 1927.

[13] Raimond Escholier, El Greco, Ed. Schapire, Buenos Aires; 1938, pp. 30-31.

[14] Ludwig Godscheider, El Greco, Ed Phaidon Paris, 1949 p 7

[15] R. Escholier, id, p. 31.

[16] J. Cazi, Los comunistas en la autogestión obrera, Komunist, 8/55.

[17] El Programa, pp. 278-280.

[18] El Programa de la Liga de los comunistas yugoeslavos, pp. 159, 274-5, etc.

[19] Ekonomska Politika, 25/6/1960 y los datos de que dispone el autor.

[20] Ekonomska Politika, del 80/5/1960.

[21] Vjesnik, del 3 al 14 de noviembre de 1957.

[22] I. Bozicevic Questions actuelles du socialisme, París, 1959, N° 53.

[23] Ver documentación: Communauté de travail "Boimondau", en Valence, dép. Dromme, Francia.

[24] Vjesnik, mayo 1960.

[25] Statisticki Bilten, 137 1959.

[26] Ekonomska Politika, N° 442, 1960.

[27] Ibid.

[28] Annales de l'Economie Collective, Nos. 547-550, 1959.

[29] Statisticki Bilten Narodne Banke N° 2, 1959.

[30] Ekonomska Politika N° 378, 1959

[31] Boletín Oficial, N° 52, 1958.

[32] Borba, 28/6/57.

[33] Ekonomska Politika, 17/9/1960.

[34] Decreto sobre la constitución de empresas, Boletin Oficial, 51, 1953.

[35] Borba, 21/1/1953.

[36] Borba, febrero 1952.

[37] Ekonomska Politika, N° 401, 1959.

[38] Statisticki Godisnjak (Anuario Estadístico), 1960, p. 105.

[39] Ekonomska Politika, 7/11/1959, p. 1139.

[40] Boletín Estadístico del Banco Nacional de Yugoeslavia, N° 2/58, 2/59 y 9/60.

[41] Las cifras y los datos estadísticos suministrados por el Banco Nacional no coinciden por cierto con la estructura real de precios, no son idénticos, pero tampoco difieren sustancialmente y de ellos se sirven los analistas económicos del régimen comunista

[42] Boletin Estadístico del Banco Nacional, 2/60.

[43] A ese fondo ingresan no sólo los medios de libre disposición de la empresa, de cuyo destino debería decidir el Consejo obrero, sino también fondos de inversión, partidas no imputadas, recursos financieros del fondo de capital circulante y dinero del fondo de consumo común. Es imposible hallar datos más precisos sobre la composición detallada de ese fondo. Una cosa es segura y es que las relaciones varían incesantemente y que los fondos de libre disposición de la empresa están supeditados tanto a la disposición administrativa como a las directivas políticas del sindicato

[44] Borba, 5/11/1960.

[45] Ibid.

[46] La prosperidad de Dubrovnik-Ragusa dejó rastros hasta en el idioma inglés, indicando argosy un barco con muy rica carga.

[47] En una carta dirigida a la Academia de Zagreb.

[48] Preuves (junio 1960, N° 112), publicó bajo el título “A propos de Mons. Stepinac”, una carta de Louis Siefridt, en la que cita hechos favorable al gran justo y mártir que lo fue el cardenal Stepinac.

[49] Walter Schubart, Europa y el alma de Oriente, Madrid, 1947, p. 199.

[50] Dr. Ferdo Culinovic, Drzavnopravna historija jugoslavenskih zemalja XlX y XX vijeka, I y II knjiga Zagreb, 1959.

[51] Dr. Ferdo Culinovic, ídem, Vol. I, pp. 293 y 595.

[52] Fernand Braudel, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la Epoca de Felipe II, Ed. FCE, México, 1953, II. p. 304.

[53] Fernando Braudel, id., I, p. 574; II, p. 335

[54] A. J. Toynbee, Estudio de la Historia, Compendio de los vols. I-IV, Buenos Aires, 1952, p. 421.

[55] "El rasgo más original de este sistema es el asentamiento, a lo largo de la frontera, de numerosos campesinos servios...". F. Braudel, id., II, p. 77. Los autores servios destacan el carácter servio de la Marca Militar de Croacia. Demisir Tosic, Srpski nacionalni problemi (Los problemas de la nación servia) , París, 1952, p. 36.

[56] Louis Madelin, de la Academia Francesa, refiriéndose al ejército de uno de los más poderosos reinos, de la Francia de Luis XIV, escribe sobre los ejércitos europeos de aquellos tiempos: "El rey de Francia, que desde hacía siglos, por grado o por fuerza no dejaba de combatir, jamás había tenido ejército -quiere decirse, ejército organizado... soldados, reclutados a la ventura, eran naturalmente, en tesis general, detestables... Como no pagaban bien a soldados, no podían exigir de ellos ninguna disciplina; la moral de aquellos desgraciados allá se iba con su facha; no se mantenían si no era saqueando, desertaban a troche y moche y, terminada una campaña de tres meses, se iban por bandadas... A los soldados ni se les alimentaba antes de batalla, ni se les cuidaba después, y ello aumentaba indisciplina, que se volvía fabulosa" (Los grandes servidores de la Monarquía, Buenos Aires, 1947, páginas 151-2)

[57] A.J. Toynbee, Estudio de la Historia, Buenas Aires, 1953, vol. II, p. 195.

[58] Dr A. Dabinovic, Hrvatska drzavna i pravna povijest, Zagreb, 1940. pp. 332-336.

[59] Jacques Ancel, Slaves et Germains, París, 1947, PP 125-7.

[60] Jacques Ancel, op. cit., p. 124.

[61] George Macaulay Trevellyan, British History of the Nineteenth Century, p. 293

[62] Provincia de la Hungría meridional entonces, ahora en Yugoeslavia territorio autónomo dentro de la República Popular de Servia.

[63] Jacques Ancel, op. cit., p. 124; Paul Henry, Le probleme des nationalités, París, pp. 147-8.

[64] Rudolf Kiszling, Die Kroaten, Granz- Köln. 1956, p. 56.

[65] Estadística oficial yugoeslava, Libro IX, Población según su nacionalidad, Belgrado, 1954. Según el censo de 1948, parcial con respecto a los croatas, en el territorio de la República Popular de Bosnia-Herzegovina, en 1948, había 44% servios.

[66] "Au dehors, l'éloignement et le dégo-t pour ce pays: l'horrible attentat du 11 juin avait mis la Serbie au ban des nations civilisée. Les officiers italiens renvoyaient au roi Pierre leurs décorations serbes; l'Angleterre ne voulait plus avoir aucun rapport avec ce peuple sauvage et sanguinaire et rappelait son représentant à Belgrade, l'Autriche-Hongrie réprouvait violemment le crime commis et se tenait préte à en recueillir les fruits". Louis André: Les Etats Chretiens des Balkans depuis 1815, París, 1918, p. 174.

[67] Carlo Sforza, Jugoslavia-Storia e ricordi, Milano-Roma, 1948, p. 73.

[68] R.W. Seaton Watson, Kako je postala Jugoslavija (Cómo se hizo Yugoeslavia), Nova Europa, Zagreb, 1927. Libro XV, N° 1, P. 17.