STUDIA CROATICA
Año XI – Enero - Junio 1970- Vol. 36-37
EL FRANCISCANO
NICOLAS TAVELIĆ: PRIMER SANTO CROATA
EL PODER COMO
COMPLEJO PSICOLOGICO Y FENOMENO SOCIAL EN LA LITERATURA CROATA DESPUES DE LA
GUERRA
EL CRISTIANISMO Y
EL NACIONALISMO
LOS SACERDOTES CROATAS DEFIENDEN EL CARACTER CROATA DE
ISTRIA
EXPLOTACION,
NEOCOLONIALISMO, O ¿QUE OTRA COSA?
LA INSEGURIDAD DE LA POLITICA NACIONAL EN BOSNIA Y
HERZEGOVINA
EL Dr. ANTE
STARČEVIĆ EN LAS RECIENTES PUBLICACIONES FRANCESAS
IN MEMORIAM DEL
PROF. JOHAN WILHELM MANNHARDT
LA RECIENTE
EXPOSICION DE ZDRAVKO DUČMELIĆ (WILDENSTEIN, 27/4-10/5, 1970)
Luka Brajnović: U Plamenu (En Llamas)
Eugen Beluhan:
Stepinac Govori (Habla Stepinac)
Ante Kadić: From Croatian Renaissance to Yugoslav
Socialism
George J. Prpić: Communism and Nationalism in
Yugoslavia
Ivo Omrčanin: Diplomatische und Politische
Geschichte Kroatiens
Ivo Rojnica:
Susreti i doživljaji 1938-1945 (Encuentros y acontecimientos vividos entre
1938-1945)
Franjo Tudjman:
Velike Ideje i Mali Narodi (Grandes Ideas y Pueblos Pequeños),
Dr. Kvirin
Vasilj: Zašto Vjerujem? — ¿Por qué creo yo?
X Asamblea
General Ordinaria del Instituto Croata Latinoamericano de Cultura
Abogado de la
causa divina y de su pueblo croata. — Reflexiones a los 10 años de su muerte (+
10 de febrero de 1960)
FRANCISCO
NEVISTIĆ
RESULTA un asunto muy delicado escribir sobre cosas y personalidades
religiosas en tiempos netamente antirreligiosos. Nos exponemos al peligro de
ser mal entendidos. Algunos podrían declararnos ignorantes, anticientíficos,
oscurantistas. B. Russell, J. Huxley, J. Rostand —toda una
serie de autoridades reconocidas— son arreligiosos, ateos. Russell, uno de los
talentos matemático-filosóficos más destacados de nuestro siglo, exigía que no
se lo considerase cristiano y escribió un libro: Why I Am not a Christian? —
¿Por qué no soy cristiano? Oponerse a tantas autoridades científicas ¿no es una
osadía de ignorante?
Además, nuestro
subtítulo podría ser calificado de polémico y provocativo, incluso para cuantos
se declaran públicamente católicos. Podrían imputarnos la pretensión de atribuir
a los hombres lo que pertenece sólo a Dios, de elevar los intereses del pueblo
croata a la categoría de una cosa divina sin más, confundir las fronteras entre
los valores universales en su pura autenticidad y los intereses particulares
contaminados, posiblemente, por depravaciones de cualquier índole. Finalmente,
semejante posición resultaría ofensiva para la personalidad de Stepinac, lo que
querríamos evitar a toda costa, pues este extraordinario hombre se eleva por
encima de todas las consideraciones de ese carácter.
Conscientes de
este peligro, trataremos de explicar con más precisión a qué nos referimos y
cuál es nuestra preocupación primordial al empezar a escribir este artículo
dedicado a la eximia personalidad del cardenal Stepinac con motivo del primer
decenio de su muerte.
Por de pronto,
reconocemos también sinceramente motivos utilitarios nacionales. Pero ¿no es
ésta una posición equivocada a priori? El utilitarismo nacional ¿no es causa
fundamental de la confusión axiológica general y de la división
"egotista" tan característica en la crisis de nuestra época? ¿Tenemos
en perspectiva el derecho y la posibilidad de alguna justificación, de invocar
lo que consideramos un valor universal para nuestros particulares fines
utilitarios?
Al pensar en
esto, nos inquietan las investigaciones histórico-culturales del profesor
austríaco F. Heer. "El abogado de la causa divina", como hemos dicho
en el subtítulo, asocia inevitablemente nuestros pensamientos con el
conocimiento y la experiencia del mencionado profesor, referentes al más grave
error y abuso atribuibles a la autoridad eclesiástica y a los dignatarios de la
Iglesia, que se halla en los fundamentos mismos de la "crisis" del
cristianismo. ¿No se esconde detrás de nuestra formulación en el subtítulo el viejo
intento de transferir al hombre la autoridad de Dios, que Heer considera con
toda razón el abuso fundamental de las autoridades en general y de las
autoridades eclesiásticas en especial? [1]
Esto es lo primero que hemos de tener presente al escribir este artículo.
Pero, además,
como hemos dicho al principio, enaltecer a una personalidad religiosa,
significa para muchos tomar posición contra la ciencia, el progreso y la
civilización. La evidencia de esta "verdad" se revela especialmente
ante el hecho de tantos éxitos científico-técnicos —viajes a la luna, imágenes
instantáneas y transmisión de la voz del hombre que camina por Selene, a todos
los puntos de la Tierra, por un lado— y tantas divisiones religiosas, hasta
dentro del propio cristianismo que nuevamente amenazan desdoblar su último
baluarte, a la Iglesia Católica. En lugar de someternos a la razón científica
que está engendrando conocimientos seguros y a la lógica concordancia que surge
de ellos, y que resulta condición indispensable para la tolerancia entre los
hombres, los pueblos y las naciones, nos atenemos a Ias fantasías religiosas
que siembran la intolerancia e instauran el culto de las deidades tribales con
consecuencias de odio y de conflictos sin solución. La batalla milenaria contra
la fe y la religión, por un lado, y la razón, la ciencia y la incredulidad, por
el otro, parece como si tocara a su fin, volcándose inexorablemente en favor de
estas últimas. ¿Cuál es, entonces, la verdad?
La Religión, la
Civilización y el Progreso
La religión,
especialmente la religión cristiana, tuvo siempre dificultades en el decurso de
su vida casi bimilenaria.
A. J. Toynbee nos
relata un caso famoso, acaecido en los albores de la era cristiana, que
caracteriza luego toda la historia del cristianismo. "Al terminar en el
imperio romano la lucha entre la victoriosa iglesia cristiana y la religión
local precristiana, se produjo un célebre incidente en el momento en que el
gobierno imperial, romano-cristiano, estaba cerrando por la fuerza los templos
paganos y suprimiendo las formas paganas de culto en la parte occidental del
imperio. En el curso de esa campaña, el gobierno mandó que se quitaran del
Senado de Roma la estatua y el altar de la Victoria, que colocara allí Julio
César. El vocero del Senado de aquella época, Quinto Aurelio Símaco, sostuvo
una controversia con San Antonio sobre el asunto, y han llegado hasta nosotros
los documentos de esa controversia. Símaco quedó derrotado, no por los argumentos
sino por force majeure. El gobierno sencillamente cerró los templos y quitó las
estatuas. Pero en uno de sus últimos alegatos, Símaco dejó escritas estas
palabras: `Es imposible llegar a tan grande misterio siguiendo un sólo camino.
El misterio de que habla Símaco es el misterio del universo, el misterio de la
relación en que está Dios con el bien y con el mal. El cristianismo nunca
respondió a Símaco. Suprimir una religión rival no es dar una respuesta. La
cuestión planteada por Símaco está aún viva en el mundo actual. Creo que ha
llegado para nosotros el momento de encararla".[2]
No podemos
aceptar esa opinión del historiador británico de que los filósofos y teólogos
cristianos, sus santos y su Magisterio no hayan dado la respuesta. Podríamos
admitirla a condición de decir que esta respuesta no fue comprendida por muchos
y que quedó oscurecida por la vida efectiva de los cristianos, incluso de los
más representativos, pero que no era el testimonio de su verdad cristiana. Pero
sí podemos aceptar la verdad del planteamiento del problema por Símaco, así
como que hubo y hay hasta nuestros días muchos Símacos que piden una respuesta
más clara, más aceptable, más convincente. El hombre científico moderno no se
conforma con que se invoquen ante él la santidad y la autoridad de la Iglesia,
dice un filósofo croata. Pide la justificación de nuestra creencia ante el
juicio de la razón. [3]
Varias veces fue
acusado el cristianismo de ser adversario del progreso y la civilización. Tanto
en la teoría como en la práctica.
Cuando un Jean
Rostand dice, con toda sinceridad, que querría que Dios existiese, pero que él
no puede creer en su existencia, es un nuevo y moderno Símaco que pide razones
para la creencia cristiana.. "Me incluyen entre
los ateos —dijo a un sacerdote francés— y yo lo acepto. Pero ¿qué es un ateo?
En lo que yo no creo es en un Dios personal que miraría, juzgaría, nos
castigaría o daría premios. Pero no tengo ningún derecho a negar a un Dios, que
representaría una especie de sentido de la evolución, una perfección terminada,
entretejida profundamente en el universo..." Claro que una enunciación
así, hecha por una autoridad como la suya, confunde, replantea el problema de
Símaco para todos nosotros. Y hay tantas otras autoridades, desde Einstein, Julián
Huxley senior, Julián Huxley junior, B. Russell hasta el propio J. Rostand que
hablan así.
Para aportar a la
solución de este sempiterno problema se sostuvo una discusión radial entre
Friedrich Heer y Gerhard Szczesny. El último publicó un libro titulado: Die
Zukunft des Unglaubens — El futuro de la Incredulidad, repitiendo en una
forma nueva todos los argumentos contra la fe cristiana a la luz de la
concepción de un hombre no cristiano contemporáneo. Friedrich Heer fue invitado
por una radio alemana para que contestase a Szczesny, quien opina que la crisis
actual del cristianismo es definitiva. "Por cuanto la opinión pública del
mundo occidental insiste en que únicamente la veracidad de los postulados de la
fe cristiana pueda salvar al mundo, ella prolongará forzosamente el tiempo de
la incredulidad y obligará siempre a las nuevas generaciones a la estupidez, la
superficialidad y cinismo". Szczesny mismo explica estas sus propias
formulaciones: "¿Qué es lo que dice. esta afirmación mía? Dice que me opongo a la pretensión
cristiana de dominación religiosa, su concepción del mundo, ética, cultural, o
finalmente, política". Discutiendo, luego, el número o porcentaje de
quienes cumplen con sus deberes cristianos en Alemania, Szczesny agrega:
"No se trata aquí precisamente del número, pero no hay lugar a duda: la
mayoría de nuestros contemporáneos no creen en un Dios personal, o en la
conversión del hombre en Jesucristo, o en el Juicio final y la vida externa. No
obstante la "opinión pública" y las normas de nuestra sociedad no
arrancan desde este hecho sino desde aquella ficción. A la imagen cristiana dei
mundo y al sentimiento cristiano del mundo se otorga una universalidad que no
poseen, pidiendo no obstante el carácter obligatorio de los mismos para
todos".[4]
Si hubiera una
mayoría absoluta de cristianos que cumplieran con su fe, resultaría lógico
exigir el reconocimiento del orden social edificado sobre la base de la
doctrina cristiana. Pero de este modo, contando con esa mayoría que no existe,
a todos cuantos sustentan otra opinión, especialmente a los no creyentes, se
los considera "minoría de locos y malos", aterrorizándolos de tal
manera que no les queda otra alternativa que la de esconder su convicción, o la
de reconocerla y exponerse al "terror". Si se acepta que los
conceptos "cristianismo, humanismo- y religiosidad" son sinónimos
intercambiables, entonces la vida de quienes no participan de esta convicción
es una mera existencia en el mundo "práctico-fáctico".
El prof. Heer
reconoce que hay una crisis del cristianismo en la actualidad, pero le otorga
otro sentido. Su opositor la toma en forma global, acusando al cristianismo en
su totalidad. Heer analiza el fenómeno y encuentra tres tipos o clases de
hombres cristianos que, por su conducta anticristiana, suscitan la impresión de
la crisis general. El primer tipo pertenece a los fanáticos e intolerantes que
reclaman para sí y para su Iglesia toda la libertad posible, proponiendo la
eliminación de cuantos piensan de otra manera, ya que son, por ello mismo,
enemigos del Estado y elementos subversivos. El segundo tipo son los políticos
de la restauración que tratan de identificar públicamente su poder, y el poder
de su partido, con la causa de Dios, de la Iglesia y de la
"humanidad" libre. El tercero representa al "snob" de la
cultura cristiana, que habla de todo, lo enjuicia todo y condena a todos en
nombre de su cristianismo, "sin darse cuenta de que el cristianismo, en
él, se ha convertido desde hace mucho en literatura y habladuría". Estos
tres tipos de cristianos rozan solamente la piel de los fenómenos con una
inteligencia bien afilada, pero sin la "participación interna ni la fuerza
de la fe". "Esta especie de cristianismo mundano revela una hora muy
tardía... Y eso le presta cierto brillo de crepúsculo, pero no lo convierte en
aurora". Heer considera este proceso de crisis actual, de
"liquidación definitiva" como "el proceso de encarnación, de ese
crecimiento de la vida del cristianismo en el mundo que sólo puede producirse
después de la disolución radioactiva de sus elementos confesionales y no
confesionales, de sus ortodoxias y heterodoxias, de sus secularizaciones y
espiritualizaciones que pertenecen a este proceso de vida que es emisión de la
luz" (Strahlung) . Esta muerte de los elementos seculares
forma el humus para una nueva vida y la regeneración del cristianismo[5].
En forma parecida
fueron adversarios de la religión y el cristianismo dos famosos historiadores
británicos: E. Gibbon, del siglo XVIII, y Sir J. G. Frazer. El primero, al describir
el esplendor del imperio romano y su caída, atribuyéndola substancialmente a la
penetración del sentimiento religioso, agregó: "He descrito el triunfo de
la barbarie y de la religión". Frazer, a su vez, ha profundizado y
explicado las ideas de Gibbon. Según él, la penetración de las doctrinas
orientales en el mundo greco-romano, edificado racionalmente, socavó sus
fundamentos. Aquel mundo descancaba sobre las bases firmes de la subordinación
del individuo a la comunidad. "Adiestrados desde la infancia" en el
ideal de subordinación a la comunidad, griegos y romanos no vacilaron en
sacrificarse totalmente cuando llegaba la hora de hacerlo. Si obraron de otra
manera nunca se les ocurrió la idea de justificarse por un motivo distinto al
de la cobardía. Según este historiador, las religiones, especialmente la
religión cristiana, dando la supremacía absoluta a la salvación del alma
individual, despreciaba los deberes con la comunidad de cualquier clase que
fuese. La Civitas mundi no tenía más valor ante la salvación personal que la
obtenida en relación directa con Dios. Así el patriotismo pierde su sentido,
mientras los santos y los enclaustrados se convierten en un ideal. Incluso se
renunciaba a la "perpetuación de la especie" teniendo presente la
vida monástica y el voto de castidad. "El renacimiento del derecho romano,
de la filosofía aristotélica, del arte y la literatura antigua al finalizar la
Edad Media señaló la vuelta de Europa a ideales nativos de vida y de conducta,
a concesiones del mundo más sanas y más viriles. Había concluido la larga
detención de la marcha de la civilización. Había cambiado, al fin, el flujo de
la invasión oriental. Y refluye todavía".[6]
Al citar las
palabras de su gran compatriota, Toynbee acota que, con toda seguridad, los
menos familiarizados con los textos históricos, podrían fácilmente atribuir
estas ideas a A. Rosenberg. Porque la idea de una vida más sana y viril evoca
la teoría nietzscheana y la práctica nacionalsocialista y, podríamos agregar
por nuestra parte, la teoría y la práctica marxista-stalinista.
Toynbee pide a
sus lectores que coincidan con él en el sentido de que nuestra civilización
actual es una civilización postcristiana y "del mismo orden que la
civilización greco-romana precristiana". Por lo que podemos ver
personalmente, no podemos menos que aceptar esta afirmación de Toynbee que, a
su vez, no es otra que aquella idea de Frazer de que "la invasión
oriental" sigue refluyendo. Este reflujo del espíritu oriental significa
para Sir Frazer el retorno al mundo greco-romano, a una civilización más viril,
a una civilización racional de tipo científico-técnico e industrial.
El error
fundamental, según podemos apreciar, consiste en que Gibbon y Frazer,
impresionados por la enorme erudición histórico-empírica y un ingente cúmulo de
testimonios humanos legados por las generaciones que venían, sustituyeron el
inmanentismo histórico del hombre por el transcendentalismo del hombre y la
historia. Tomaron una proyección de la vida humana por la totalidad de sus
proyecciones; la historia como un proyecto de progreso y de bienestar terrenal
por la filosofía, el arte y la religión, como portadoras en sí de una nueva
semilla de vida y de una nueva dimensión que les da sentido.
La alegría de
Frazer por el hecho de que todavía "refluye" la invasión oriental y
renace el mundo greco-romano, es decir, muere el mundo religioso y "de
barbarie" y resurgen el mundo racional y el progreso, demuestra claramente
la insensibilidad del erudito británico por los problemas filosóficos que
pueden dar únicamente sentido a la vida. Ya la misma localización geográfica de
la religiosidad —"invasión oriental"—nos habla claramente del
espíritu arreligioso y afilosófico de Frazer. La religión y la filosofía, para
él, no serían una necesidad universal del hombre, sino una contingencia, un
fenómeno casual, pasajero, la contingencia ligada históricamente a cierta
región del mundo con el oriente. Defendiendo una posición contraria a la de
Gibbon y de Frazer, Toynbee dice que el estado actual de nuestra civilización
puede ser o una "superflua repetición" de lo que han experimentado
los greco-romanos o, peor todavía, el deslizamiento "hacia atrás en el
camino del progreso espiritual". Por el momento, este regreso espiritual
lo podemos encontrar en una especie de universalización del culto de Leviatán,
en la idolatría y las religiones tribales.[7]
Al querer
determinar la fuente de esta idolatría, Toynbee dice: "Hemos estado
viviendo durante cierto número de generaciones, obviamente, del capital
espiritual, es decir, adhiriéndonos a prácticas cristianas sin poseer la fe
cristiana. Y la práctica que no es sostenida por la fe es un bien que se agota,
como hemos descubierto de pronto, para nuestra congoja, en esta
generación".[8]
Este divorcio
entre la práctica formal y la fe cristiana nos obligan, según Toynbee, a una
revisión total de nuestra historia y a una concepción del mundo en general.
Estaríamos impresionados por nuestra civilización secular de hoy, que tuvo su
origen en el genio de Federico II de Hohenstaufen, en el Renacimiento y en el
auge de las ciencias y técnicas modernas, juntamente con la democracia y
nuestro estilo de vida, considerando todo eso como un acontecimiento novísimo y
de magnitud insuperable, mientras en realidad se trata de una repetición del experimento
pagano, de un experimento greco-romano. Si tenemos suficiente energía moral e
intelectual para hacer la revisión de nuestras concepciones actuales, veremos
que no es ésta la novedad sino la novedad del cristianismo, de la
"Crucifixión y sus consecuencias espirituales" que es la que debe
impresionarnos y ocuparnos. En la perspectiva del tiempo histórico, descubierta
por las ciencias modernas, la vida del cristianismo, durante 1900 años, es
comparable a un parpadeo. Hay que considerar "las perspectivas del
cristianismo" también de nuestro futuro, en el futuro de nuestra historia.
Concentrando su
atención sobre este problema, el historiador británico de nuestros días revela
sus dotes de gran historiador que le impiden, si nos atrevemos a decir, ver un cuadro
sinónimo de la vida, dando la preferencia más que a las soluciones
religioso-filosóficas a los esquemas del acontecer histórico. Según él, todas
las catástrofes y cataclismos históricos por el sufrimiento que causan a la
humanidad, hacen madurar una gran y nueva religión.[9]
Al cristianismo y especialmente al catolicismo, por algunos de sus puntos
firmes, se le abren nuevas perspectivas después de la catástrofe de la segunda
guerra mundial y la consecuente crisis intelectual, moral y política en el mundo
entero. Se abre la perspectiva de una síntesis de todas las grandes religiones
superiores, y de sus valores comunes. Pero aun así, nadie está autorizado para
creer que con ello se realizaría el cielo o el paraíso sobre la Tierra.
Contrariamente al optimismo comunista de que, al instaurarse una "iglesia
universal" frente al pluralismo de las "iglesias",
desaparecerían la autoridad, la subordinación y la esclavitud. Toynbee afirma
con reservado optimismo que siempre y en todos los lugares habrá de sobrevivir
algo del institucionalismo de César o de un jefe supremo eclesiástico, porque
la naturaleza humana "tiene una capacidad innata tanto para el mal como
para el bien". Y, mientras Frazer y sus partidarios consideran las
doctrinas de las religiones Superiores como antisociales, destructoras, Toynbee
lo niega categóricamente. El error de Gibbon, Frazer y otros más descansa sobre
una equivocada concepción de la naturaleza de las almas o personas. "Las
personas no se conciben sino como agentes de actividad espiritual; y el único
campo de acción concebible para la actividad espiritual es el de las relaciones
de espíritu a espíritu... Si el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de
Dios, y si el verdadero fin del hombre es acentuar cada vez más su semejanza, el
aserto de Aristóteles de que «el hombre es un animal social» se aplica entonces
a la más alta potencia y meta del hombre: la de intentar llegar a una comunión
aún más íntima con Dios. Buscar a Dios es, en sí mismo, un acto social. Y si el
amor de Dios se transformó en acción dentro de este mundo en la Redención de la
humanidad por Cristo, los esfuerzos del hombre para asemejarse a Dios deben
incluir también esfuerzos por seguir el ejemplo de Cristo mediante el
sacrificio por la redención de sus congéneres... La antítesis entre el intento
de salvar la propia alma buscando y siguiendo a Dios y el de cumplir con el
deber de uno hacia el prójimo es, por lo tanto, enteramente falsa. Las dos
actividades son indisolubles. El alma humana que verdaderamente busca salvarse
es un ser plenamente social como el espartano era semejante a la hormiga, o el
comunista es semejante a la abeja".[10]
Los testimonios
que hemos aducido para probar la existencia o la no existencia de la crisis
religiosa, la oposición o la no oposición de la religión al progreso y la
civilización, los hemos extraído de obras de autores con orientación
empírico-científica, justamente histórica, acentuándose en los pensamientos de
Toynbee las "contaminaciones" de tinte reflexivo y filosófico-teológico.
Para dar valor
más completo a estos testimonios hace falta apelar a la opinión de los
filósofos por vocación. Citaremos sólo a dos de orientación existencialista y a
uno de tendencia religiosa con inclinación mística.
El alemán Martín
Heidegger, aun cuando enmudece ante la metafísica, y ante la salida del
inmanentismo histórico, nos conduce lógica e inevitablemente ante la puerta y
la perspectiva de una vida, llamada por él "vida auténtica".
Analizando el "fenómeno hombre", el agudo pensador alemán, desilusionado
y saturado del progreso —la ciencia y la técnica--, de la vida
"inauténtica" que viene prevaleciendo en el mundo occidental desde el
Renacimiento, descubre dos esferas completamente diferentes de su vida.
Decidiendo obrar en una, inauténtica, el hombre se degrada, desciende al nivel
del mundo circundante, material. Aquí su primordial ocupación no es conocer
sino actuar, operar, asegurarse medios de existencia. Incluso, el conocer no
constituiría ni el interés ni la característica originaria del hombre. La
conciencia reflexiva tarda en llegar, surgiendo entonces la pregunta: ¿Quién
soy yo, arrojado en este mundo sin mi voluntad ni mi saber? Si conozco el
sentido de las cosas del mundo circundante en una medida siempre mayor ¿cómo es
posible que yo no sepa nada acerca del sentido de mi existencia? Si conozco el
sentido del martillo, de la mesa, de la casa, del clavo, del automóvil, etc.,
¿es posible que me esté vedado conocer el sentido de la existencia del hombre?
En medio de este mundo sólo el hombre queda sin sentido. De pronto le invade un
sentimiento que lo aparta de su ambiente. Este sentimiento es la angustia, un
sentimiento específico, diferente del sentimiento del miedo, que siempre se
refiere a algo concreto. Al hombre le angustia la pregunta: "¿Por qué hay
algo y no preferentemente nada?"[11]
Este sentimiento
y esta pregunta nos vacían la esfera de la vida inauténtica, el mundo de
nuestras creaciones técnico-científicas, para buscar algo más, algo que nos
libere de nuestra finitud. de nuestra debilidad, que
nos defienda ante la filosofía sin sentido, ante la muerte que convierte todos
nuestros afanes de la vida inauténtica en valores sin sentido.
El mutismo de
Heidegger ante el misterio de esta esfera de nuestra vida
"auténtica", confunde a algunos, mientras alienta a otros.[12]
Si este profundo
pensador, sin interés en defender cualquier concepción en boga, llega a ver y
diferenciar dos esferas de nuestra vida: una, inauténtica que nos deja
insatisfechos a pesar de sus éxitos visibles, y la otra que nos dice ser
auténtica, propia del ser que piensa, y como una prolongación y complemento
sustancial de la primera, ello nos indica la orientación y, quizás, el camino
hacia un Ser absoluto. Sin intentar develar el misterio de este Ser, Heidegger
demuestra que la necesidad de un camino hacia la develación definitiva no es
una casualidad geográfica como la "invasión oriental" religiosa de
Frazer, sino un misterio y un camino innatos, inseparables, universales de la
naturaleza humana de todos los tiempos y de todas las latitudes del mundo.
Retomando la
vieja idea de Pico de la Mirandola, los existencialistas definen al hombre no
como un ser substancial, terminado, sino como un ente en continuo devenir, en
un hacerse. De acuerdo con una mitologización del principio del hombre en el
universo, Dios le dejó la posibilidad de determinar lo que quiere ser. En esta
elección dentro de varias posibilidades, los existencialistas hallan la
diferencia específica del hombre con los demás entes del mundo. Puede
convertirse en un animal cultivando sus instintos inferiores, o en un ser
celestial si cultiva la razón.[13]
Pero ¿cómo
decidirse y elegir el camino? Ante la vacilación, la abstención y el mutismo de
Heidegger, el filósofo italiano Nicola Abbagnano se decide por la fe, la religión
y la filosofía. Esas tres vías son los caminos de la búsqueda del Ser, del
Valor universal. Analizándose a sí mismo, el hombre encuentra su finitud,
reconoce límites personales y la transcendencia del valor. Pero reconociendo
estos dos momentos, nos encontramos ya en movimiento "hacia el valor; es
ya una búsqueda de él".
En el camino de
esta búsqueda la característica más saliente es la duda.
"La
incertidumbre, el extravío, la dispersión entre alternativas diferentes y
equivalentes, haciendo imposible al hombre su unidad interior y toda verdadera
relación suya con los otros hombres y con el mundo, constituyen la caída del
hombre en el pecado". La duda es como un signo de salvación para el
hombre. La duda es el deseo de "religarse" con algo que posea "unidad
y ser". La duda nos apremia, nos inculca el saber "que el pecado está
ahí, amenazante, y que pueda provocar la pérdida irreparable de nuestro
ser". Allí donde no hay duda no hay capacidad de salir "del extravío,
porque implica la certeza ilusoria de poseer en tal extravío la perfección del
propio ser y de la propia unidad. Esta certeza ilusoria es lo contrario de la
fe que solamente se puede alcanzar a condición de tender más allá de la
dispersión, hacia la unidad y la estabilidad del ser". Abbagnano no
reconoce al hombre como un ser sino como la posibilidad de ser "relación
con el ser". Agrega y explica su posición textualmente: "Si el hombre
fuese el ser y si poseyese por propia naturaleza la unidad y la estabilidad que
son peculiares del ser, la fe en el ser le sería inútil e imposible. Pero esta
fe se afirma como necesaria frente a él a medida que se da cuenta de la
distancia que lo separa del ser y de la posibilidad que su relación con el ser
sea debilitada o quebrantada. Por esta distancia, el ser se le aparece como
deber ser o valor: como aquello a lo cual él mismo debe conducirse y anclarse
para sustraerse al peligro de una caída definitiva. Pero cuando no reconoce tal
peligro y se deja mecer por una seguridad ilusoria, las puertas de la fe se cierran,
porque el ser no se le aparece como deber ser sino como una posesión ya
alcanzada e irrevocable. En tal caso, está más acá de la fe, porque está más
acá de la duda; confunde las apariencias instantáneas de su vida cotidiana, los
arreglos ficticios, la renuncia y la ignorancia con una segura posesión y se
ilusiona de haber llegado a un puerto hacia el cual no se ha encaminado
jamás".[14]
Claro, uno podría
continuar citando textos y autores sin perspectivas de término, defendiendo una
u otra posición al respecto. Pero esta diferencia entre la seguridad ilusoria y
la seguridad real acerca de las cuales razona Abbagnano nos parece que acierta
con la profunda verdad. Especialmente teniendo en vista la queja casi general
sobre la crisis de nuestra cultura y civilización actuales. La seguridad
ilusoria nos cierra en el inmanentismo histórico de donde no hay salida. Los
fracasos y las catástrofes parecen inevitables. El filósofo y místico ruso,
Nicolás Berdiaeff, trata de demostrar, lógica y analíticamente, la imposibilidad
de otra alternativa dentro de la concepción inmanentista de la historia. En su
libro Der Sinn der Geschichte, tomando en consideración la subordinación
y la esclavitud que el hombre padece por parte del poder público y la
organización impersonal y masiva de la empresa industrial moderna, Berdiaeff no
reconoce un progreso y una civilización, digna de ese nombre. Pero considera
los fracasos del mundo renacentista y de la historia moderna, llenos de
sentido. "Este fracaso de la reciente historia no confirma su sinsentido,
no permite edificar una opinión pesimista acerca del destino de la historia. El
tiene un sentido interno en cuanto concibe la historia del mundo como una
tragedia y en cuanto hay que .concebirla así. Si se toma en consideración que
su solución no se encuentra dentro de la historia, sino fuera de su órbita,
entonces los fracasos históricos reciben un sentido interno más profundo y
nosotros empezamos a entender que el sentido de la historia no consiste
propiamente en la solución de sus objetivos en uno u otro de sus períodos"...
"La historia, verdaderamente, es un camino hacia otro mundo, y aquí está
su contenido religioso". Esperar dentro de la historia una solución
perfecta es esperar algo imposible. Este es el conocimiento y el significado
metafísico de la historia. "Si la humanidad no llega a lo que esperaba y
se empieza a sentir Ia carencia de salida del cerco histórico entonces nos
percatamos de que sus objetivos no son realizables dentro del proceso histórico
y comprendemos que sólo una salida transcendente a la historia puede
solucionarlas".[15]
Parecería que nos
alejamos de nuestro tema, pero no es así. Hemos querido demostrar que la
defensa de los valores filosóficos y religiosos no significa estar al lado de
los retrógrados, adversarios del progreso y la civilización. Al contrario,
renunciar a estos valores significa la más peligrosa desviación del hombre en
su camino histórico. La acusación de Frazer de la "barbarie
religiosa" queda así desmentida empírica y teóricamente. La ilusión de
seguridad de quien está ahogándose es la peor de las ilusiones. Los conscientes
del peligro bracean, hacen un esfuerzo y optan por la vía de la salvación. Por
otra parte, todas las observaciones respecto de la actual crisis dentro del
propio catolicismo tampoco deben inducir a conclusiones falsas. El sucesor de
A. Toynbee en la cátedra de historia de la Universidad de Londres, el prof.
Geofrey Barraclough, analizando los cambios espectaculares de nuestra época,
agrega: "La actitud pesimista de considerar todo cambio como algo malo por
el mero hecho de ser cambio, constituye un tema recurrente de la historia, que
ésta se ha encargado de refutar sistemáticamente.[16]
De acuerdo a las
opiniones que hemos tocado, se colige que hubo, hay y habrá catástrofes históricas
con consecuencias que se lamentarán profundamente. Pero las hay de menor o
mayor cuantía, de menor o mayor dolor para el hombre. Si hay una mitigación de
ese dolor en ellas, si hay perspectivas de superarlo, habrá que agradecérselo
al grado de efectividad religiosa en su pura autenticidad. La alegría de Frazer
ante el "reflujo" de la "invasión oriental", en
consecuencia, es la causa principal de una inseguridad general en el mundo de
hoy y de la agudización de los sufrimientos por las catástrofes de las cuales
somos testigos oculares.
Escribir,
entonces, sobre los asuntos religiosos y las personalidades auténticamente
religiosas significa un tema de suma actualidad y. de interés universal. Con lo
dicho, consideramos hallar la justificación general de nuestro tema. Nos resta
ver si hallamos esta misma justificación en cuanto a su parte concreta: el
cardenal Stepinac; la causa divina y de su pueblo.
El autor de estas
líneas conoció personalmente al cardenal Stepinac. Ha pensado muchísimo en él,
ha leído bastante de lo que se escribió sobre él. Al pretender formular un
juicio sobre su personalidad tan extraordinaria no podría menos que repetir que
lo dijo Toynbee acerca de un espíritu tan auténticamente religioso. El cardenal
Stepinac fue "el espartano semejante a la hormiga, o el comunista
semejante a la abeja".
Lejos de las
falsas afirmaciones de Frazer de que el hombre religioso sea un egoísta,
únicamente interesado en la salvación de su alma, el cardenal Stepinac,
auténticamente religioso, sacrificó, literalmente, todas sus energías en aras
de sus semejantes, de sus hombres-hermanos.
Ya en su temprana
juventud —anota Eugen Beluhan — demostró esa su fibra de hombre que se halla
destinado a sufrir por otros. Un día, en la escuela primaria, habiendo tenido
que salir el maestro a una diligencia urgente, dejó a los alumnos solos,
recomendándoles buen comportamiento. Para mayor seguridad — se trataba de un
maestro muy severo — confió a Stepinac la vigilancia, dándole la orden de
anotar a cuantos se comportasen mal. Claro está que, como siempre, los chicos
prefirieron hacer travesuras y provocar griteríos de toda clase. Stepinac iba
anotándolos sobre el pizarrón de la clase. Pero al ver regresar al maestro, y
sabiendo bien que iba a castigar a los "culpables", borró rápidamente
sus nombres. Al preguntarle el maestro quiénes se habían comportado
"mal", permaneció callado. Por negarse a nombrar a sus camaradas, el
maestro decidió castigar al mismo Stepinac, dándole algunos palmetazos en ambas
manos. Así fue como empezó el joven Stepinac a señalar la trayectoria de su
futura vida, sacrificándola íntegramente por su prójimo hasta la muerte. [17]
Este sufrimiento
acrecentó las simpatías y el respeto por el joven alumno. Y, realmente, desde
esa fecha, fue el elegido para toda suerte de humillaciones, persecuciones,
encarcelamientos, y finalmente para el confinamiento desde donde tuvo que
abandonar para siempre este mundo visible y trasladarse a la Eternidad, el 10
de febrero de 1960. Su muerte sumió en luto al pueblo entero de Croacia, a la
Iglesia y a una gran parte del mundo no católico.
Pero veamos antes
cómo este extraordinario hombre fue llamado al servicio sacerdotal y cómo llegó
a constituir un símbolo y un valor universales.
Stepinac se vio
forzado a terminar sus estudios secundarios clásicos apresuradamente en Zagreb.
El estallido de la Primera guerra mundial obligó a la Doble Monarquía —
Croacia, en aquel entonces, formaba parte integrante de la misma (1916) — a
llamar siempre nuevos conscriptos, especialmente entre los jóvenes
intelectuales como posibles oficiales de reserva. A Stepinac se le destinó a la
escuela de aquéllos en Rijeka, para comandar más tarde las unidades croatas de
Bosnia-Herzegovina en el frente italiano. Hecho prisionero, en Italia fue
inscripto como voluntario para combatir al lado de los Aliados en el frente de
Salónica.[18]
Nuevamente en la casa paterna, Stepinac no regresa al seminario. Se dedica
a los trabajos agrícolas en campos de su padre. Se inscribe en la Facultad de
agronomía, pero pronto abandona el estudio y retorna con mayor aplicación a las
faenas ya mencionadas.
Al recibir la
revista Sacerdos Christi, de Zagreb, para el año 1924, donde aparecieron
los artículos de su ex director del orfelinato de la diócesis de aquellas
ciudades, el doctor José Lončarić, escribiendo acerca de la vida del
apóstol de Viena san Clemente Hofbauer, Stepinac se hizo más taciturno. En uno
de sus artículos, sin mencionar a Stepinac, el Dr. Lončarić hizo
justamente una alusión a él. "Durante todo este tiempo, mientras estaba
escribiendo esto, tenía ante mis ojos a un croata, joven de una familia
campesina, católica y decorosa. En la medida en que lo conozco personalmente y
de acuerdo a lo que me dijeron otros y, recientemente, su padre, el muchacho es
bueno, honorable. Deseaba ser sacerdote como lo anhelaban también sus padres —
no sé cuál de los dos más - si el padre o la madre. Pero sobrevino la guerra y
tuvo que marcharse al frente, quedando destruidos así tanto sus planes como los
de sus padres. Pero también en la guerra y en las trincheras permaneció el
joven siendo bueno y devoto de Dios con todo su corazón. Al regresar a su casa,
se quedó en el mundo; pero en el mundo no encontraba la paz, como si no hubiera
en él y para él ni felicidad ni satisfacción. Leyendo la historia del apóstol
de la ciudad de Viena y describiendo los momentos más salientes de su vida, a
menudo pensé si Dios no llamaría también a este joven croata a su santuario, a
pesar de que el azar de la vida lo estaba alejando de él. Pero sabiendo que
esto entra también en los planes de la Providencia, no resulta una osadía
pensar que, al final, este joven terminaría por ser sacerdote...".[19]
El impacto de
estos artículos fue decisivo para el futuro de Stepinac. Viajó a Zagreb,
consultó al padre Loncaric (y éste le reveló el secreto de su madre que, desde
su nacimiento, rezaba diariamente un rosario, para que Dios otorgase a su hijo
la gracia de una vocación sacerdotal). Le comunicó a él mismo su decisión de
regresar al seminario, hizo ejercicios espirituales y volvió a la casa paterna.
Consultados sus padres, que recibieron con alegría esta nueva, Stepinac viajó a
Roma, permaneciendo en el gran colegio Germanicum siete años (1924-1931) hasta
graduarse de doctor en filosofía y teología. El 26 de noviembre de 1930 obtuvo
la ordenación sacerdotal y celebró su primera Misa en la basílica de S. M.
Maggiore. En julio dei año siguiente regresó a su patria y pudo celebrarla en
su aldea natal. En los libros del colegio Germanicum los superiores de Stepinac
anotaron: Optime omino indolis, in omnibus solidissimus, vere pius, in
studiis valde diligens.
¿Resulta, pues,
extraño que su "carrera" eclesiástica fuese rápida y tan
espectacular? Con las calificaciones mencionadas, el Vaticano sabía bien a
quién confiaba la suerte de la Iglesia en una región tan importante y expuesta
a tantos peligros. La experiencia multisecular, la sensibilidad a los valores auténticamente espirituales y, guiada por el
Espíritu, la Santa Sede tenía confianza absoluta en el joven sacerdote. Ya el
23 de julio de 1931 se le designaba jefe del ceremonial de la catedral de
Zagreb. Su desempeño fue ejemplar. L'Ossevartore Romano del 30 de mayo
de 1934 publicó la noticia sobre el nombramiento de Stepinac por el Papa Pio XI
como arzobispo auxiliar de Zagreb cum iure successionis. A los 35 años,
fue el arzobispo más joven del mundo.
Al felicitarle una delegación del clero de Zagreb, encabezada por el obispo
Salis-Seevis, Stepinac contestó: "Mi intención y mi objetivo son claros.
Seguir la doctrina de la cruz y defender la verdad y la justicia sin miedo y de
acuerdo al Evangelio: Dilexi justiciam et odi iniquitatem... Este es mi
lema... Y, así como estaba listo para sacrificar todo por el bien de mi pueblo,
así lo estaba también para trabajar por la Iglesia Católica, que viene
enseñándome desde mi niñez que hay que dar a cada uno lo suyo y amar a los
hombres con un verdadero amor".[20]
La víspera de su
consagración de arzobispo, el 23 de julio de 1934, una multitud de ciudadanos
de Zagreb, con delegaciones de todas las provincias de Croacia, encabezada por
los intelectuales, civiles y del clero, se dirigió a él para expresarle
públicamente su adhesión. Al contestar a Ios numerosos discursos pronunciados
en tal oportunidad, Stepinac dijo entre otras cosas: "Hay en el
arzobispado de Zagreb sacerdotes mucho más valientes y decorosos que yo.
Encontraréis fácilmente muchos varones de experiencia, doctos, devotos y
santos, que de acuerdo a su labor, inteligencia y edad tendrían más aptitud y
más méritos para este cargo de arzobispo de Zagreb; pero no hallaréis jamás a
una que amase más a su pueblo que yo y que estuviera listo a sacrificarse por
su santa fe y la Iglesia Católica".[21]
Con estas
cualidades — in omnibus solidissimus — se lanzó al trabajo. Organizó
cocinas públicas para los pobres, ayudó a los desocupados, visitó a los
enfermos, reorganizó la Acción Católica, fundó nuevas parroquias, consoló y se
solidarizó con todos los que sufrían. Sus peregrinaciones al santuario de María
de Bistrica (duran ya 300 años), sus sermones a los estudiantes, obreros y
profesionales son joyas de una personalidad forjada en el fuego dei Evangelio y
en el contacto con la realidad que, por cierto, no era evangélica. Sólo un
hombre de este temple pudo afrontar tantas adversidades como se cernían sobre
Europa, precursoras de la Segunda guerra mundial. Los judíos fugitivos de
Alemania, primero, y de Polonia después, fueron objeto de sus preocupaciones.
Pero, en realidad, el verdadero drama humano del hombre, del patriota y del
propio sacerdote Stepinac empezó con la extensión de la guerra sobre su patria.
Esclavizados por Belgrado durante más de dos décadas, los croatas proclamaron
su Independencia, que fue saludada también por el arzobispo Stepinac. Aquí se
halla la raíz de todos los males posteriores y las acusaciones más descaradas
contra él, que acabarían llevándolo al "triste proceso" (L'Osservatore
Romano) de 1946 que desembocaría en la "infame condena" a trabajos
forzados de 16 años, dictada por un tribunal popular del mariscal Tito.
Para comprender
mejor las concepciones y la actitud del arzobispo Stepinac durante la última
gran guerra, período crucial de su vida por el cual sus adversarios intentaron
denigrarlo, citaremos fragmentos de sus discursos, pronunciados en aquellos
años y en medio de peligros que le acechaban por todos lados.
El 31 de
septiembre de 1941 — en el transcurso del primer año de vida de Croacia
independiente — Stepinac pronunció un sermón ante los alumnos de la Academia
militar croata. "No son comunes los casos en el mundo — empezó — que los
alumnos de una Academia militar, es decir, los futuros oficiales, acudan a
conferencias espirituales que terminan por acercarles a la Mesa del Señor, en
el sacramento de la Santísima Eucaristía. Si alguno de vosotros me preguntara
qué distintivos deberían adornar a los futuros oficiales croatas, lo
condensaría en tres palabras: la reverencia ante Dios; la reverencia ante
vuestro prójimo y la reverencia ante vosotros mismos... Por lo tanto, tened a Dios
siempre en vuestros pensamientos, en vuestros corazones y vuestras bocas a fin
de que podáis hablar de El con reverencia y caminar delante de Aquel ante quien
están abiertos todos vuestros pensamientos, palabras, deseos y obras. Aquel
gran guerrero del viejo Testamento y héroe de Israel, David, no rezó sin razón:
Configue timore tuo carnes meas!...".
En cuanto a la
reverencia al prójimo Stepinac dijo: "Porque ¿quién
osaría mirar con desprecio y subestimación a aquel que es la viva imagen del
Dios vivo y esto es cada hombre, esto son todos los hombres sin discriminación
alguna y para los que está escrito: "Qui tetigerit vos, tangit pupillam
oculi mei...". Finalmente, refiriéndose a la reverencia consigo
mismos, Stepinac dijo a los alumnos: "Un ciervo del emperador Tito llevaba
una incisión en sus cuernos con letras en oro, para que nadie osase tocarlo: "Noli
me tangere, Caesaris sum". En vuestras frentes lleváis una incisión
con sello del Dios Creador: ¡Soy de Dios! Sentid, por ello, reverencia ante
vosotros mismos, porque quien se revuelve en el fango, termina en la basura. Si
por el contrario, habrán de adornar vuestras almas con tres distintivos — la
reverencia ante Dios, ante vuestros prójimos y ante vosotros mismos, yo creo,
amados hijos. que seréis motivo de orgullo y utilidad
para la patria".[22]
El 27 de
noviembre del mismo año, Stepinac, después de los ejercicios espirituales para
los capellanes castrenses, pronunció una breve alocución y dijo, entre otras
cosas, lo siguiente: "Al terminar estos ejercicios yo no tendría nada más
que decir, si San Pablo no recomendara con tanta insistencia a su discípulo
Timoteo: ¡Praedica verbum, insta opportune importune!... Pero más que
por vuestra boca, predicad a Jesús crucificado con vuestra vida, porque así es
como se reconoce mejor a los servidores de Dios de acuerdo con las palabras de
san Pablo: "Estos son los que crucificaron su cuerpo junto con sus
pasiones y concupiscencias...".[23]
El 14 de
diciembre de 1943 Stepinac pronunció en la catedral de Zagreb un sermón con
motivo de un nuevo aniversario de la coronación de Pío XII. Allí, en medio de
persecuciones de toda índole — religiosa, nacional, racista, etc. — cuando el
nazismo estaba en el cénit de su poder, Stepinac dijo también lo que sigue:
"Si me preguntáis en qué vemos justamente hoy el enorme valor del papado
sobre la humanidad, podría contestaros: 'En lo que hoy está siendo pisoteado en
todo el mundo; se trata de la defensa de la dignidad de la persona humana, de
la defensa de los derechos de la familia y de los pueblos pequeños y débiles'.
Sí, amados hijos, éste es uno de los errores más grandes de nuestro tiempo; la
dignidad de la persona humana ha decaído a cero. La gente se acostumbró ya, en
la primera guerra mundial, al hundimiento de la moneda y no ve en esto nada
especial. Está acostumbrado también a ver la caída de tantos otros bienes
materiales. Pero con la anulación de la dignidad de la persona humana, y del
valor del hombre, no puede conciliarse ningún cerebro humano normal...
Nosotros, la semana pasada, hemos tenido repetidas veces oportunidad de ver
lágrimas y escuchar suspiros de los varones serios y quejas lastimosas de
mujeres desamparadas a quienes amenaza un peligro semejante sólo por el hecho
de que sus matrimonios no están de acuerdo con la teoría del racismo. Como
representantes de la Iglesia no podríamos callarnos sin renegar de nuestro
servicio... Con todo derecho declaró el Papa Pío XII en su mensaje natalicio:
'Quien desea que la estrella de paz aparezca y permanecía sobre la sociedad humana,
debe rechazar toda esa clase de materialismo que ve solamente en el pueblo un
rebaño de individuos sin lazo interno de conexión, disgregados y destinado,
como si fuese un objeto, al dominio y la arbitrariedad".[24]
Así, firme en su
fe y en su lucha contra toda clase de violencias, Stepinac permaneció a todo lo
largo de la guerra y esperó, inconmovible, el fin de la misma. Los
representantes políticos del pueblo croata, si no fueron muertos, buscaron
amparo en el exilio. Sólo el arzobispo Stepinac permaneció en su puesto como el
más encumbrado representante religioso de los croatas católicos. El comunismo
yugoslavo de carácter granservio esperó 16 meses para encarcelar al arzobispo
Stepinac, desatando previamente una campaña infernal contra él. El odio servio
— en su forma religioso-ortodoxa oriental y del comunismo[25]
— se volcó contra este hombre inerme, servidor de todos en los momentos más
difíciles. Seguro de su rectitud y del amor que ofreció a todos sin
discriminación de credo o raza, Stepinac se hallaba listo para afrontar los
males que iban a precipitarse nuevamente sobre su pueblo.
Llevado ante el
"tribunal", rechaza la defensa y únicamente habla cuando lo considera
indispensable. No le molestan las provocaciones ni por parte de sus jueces, ni
de la turba comunista seleccionada que fue convocada allí para burlarse de él.
A pesar de haberle procesado junto con uno de los directores de Seguridad
pública del régimen del Dr. Ante Pavelić, y a pesar del intento de las
autoridades comunistas de provocarlo al preguntarle si no se avergonzaba de
estar sentado al lado de aquél, Stepinac permaneció fiel a su dignidad, rechaza
tal insinuación y a nadie acusa. Aquel joven Stepinac de la escuela primaria
que había anotado los nombres de sus compañeros que se comportaron mal y los
borró al regresar el maestro para recibir el castigo por ellos, se levanta
nuevamente ante un nuevo "maestro" — el comunismo de tinte servio,
que se arrogaba el derecho a castigar a cada croata con "mal" comportamiento
dentro de su casa propia, es decir, a quienes estaban listos para morir por la
libertad y la independencia de su patria, Croacia, en lucha contra el
comunismo, cuyas filas estaban formadas por el 80% de servios, tratando de
imponer nuevamente la hegemonía servia y el totalitarismo comunista.
Contra todo lo
que se esperaba, Stepinac fue condenado. "Si creéis que este proceso
complace al pueblo croata, dadle la oportunidad de pronunciarse. Por mi parte,
aceptaré su veredicto. He respetado y respetaré siempre la voluntad de mi
pueblo", dijo el cardenal Stepinac ante el tribunal de Tito. Pero, para el
nuevo "maestro", la voluntad del pueblo, especialmente la voluntad
del pueblo croata, no significa nada. La "vanguardia del pueblo
trabajador", considerándose representante auténtico de la nación entera,
impuso un castigo severo, digno de una turba armada, para que el stalinismo
fuese la norma ética más elevada: infundir miedo a todos; y, a los pocos que
levanten la cabeza, entregarles a los verdugos.
"Nuestra
conciencia no podía autorizarnos a reconocer y admitir el fundamento de las
acusaciones formuladas contra el Arzobispo de Zagreb, acusaciones que, según
sabéis, motivaron su condena a una pena muy grave. Además, no podíamos
decepcionar la esperanza y la espera de los católicos del mundo y de un buen
número de no católicos, quienes se enteraron con viva satisfacción de la
elevación a la púrpura de un pastor que es ejemplo de celo apostólico y de
fortaleza cristiana". dijo el Papa Pío XII al
elevarlo, aun condenado, a la dignidad cardenalicia. El Papa Juan XXIII, a su
vez, en el momento de la muerte del prelado en su confinamiento, dijo también
lo siguiente: "Su prolongada tribulación durante quince años de exilio en
su propia patria y la serena dignidad y confianza en su continuado sufrir, lo
han llevado a la admiración y la veneración universales... ¡ Oh !
verdaderamente es una exacta reproducción del buen Divino Pastor, fiel y
edificante, este Cardenal Stepinac que rindió 26 años de episcopado a su
ilustre arquidiócesis, primero con una labor tenaz y muy ferviente de actividad
apostólica y que en los últimos años de presidio doloroso, demasiado largos, ha
acumulado tal riqueza de méritos que el Padre celestial los ha derramado
seguramente como gracia y bendición sobre todas las familias y todos los fieles
de esa Croacia ferviente y piadosa".
El señor Luis S.
Breier, presidente de la Asociación Judía Americana, declaró el 13 de octubre
de 1946: "Este gran hombre de la Iglesia ha sido acusado como colaborador
de los nazis. Nosotros, los judíos, protestamos contra esta calumnia.
Conociendo bien su pasado, podemos decir que desde 1934 y en los años
siguientes ha sido siempre un verdadero amigo de los judíos, lo que no ocultaba
ni en tiempos de la más dura persecución bajo el régimen de Hitler y de sus
satélites. Era uno de los poquísimos en Europa que se levantó contra la tiranía
nazi, incluso cuando más difícil y peligrosa era... Al lado de Su Santidad Pío
XII, Monseñor el Arzobispo Stepinac ha sido el defensor más grande de los judíos
perseguidos en Europa".
También el
mariscal Tito, su máximo verdugo formal, dijo una vez que Stepinac fue
condenado únicamente ante la insistencia de la mayoría ortodoxa (es decir de
los servios, Observación de la Redacción de Studia Croatica). Milovan
Djilas, el segundo por aquel entonces en Yugoslavia, confió al escultor Iván
Mestrovic que consideraba a Stepinac como inocente, pero que tuvo que ser
condenado por razones políticas.[26]
Ya hemos visto,
en forma general, que la religión, en lo substancial, no es contraria al
progreso y la civilización. El cardenal Stepinac, espartano y hormiga en el
campo social, fue un hombre auténticamente religioso, una víctima en aras del
bien para con sus contemporáneos.
Alguien podría
preguntar si, dentro de las concepciones eclesiásticas, era un conservador o un
progresista. Consideramos superflua esta cuestión para quien ha penetrado el
meollo del problema de la religiosidad auténtica. Si el Papa Pío XII,
considerado como "conservador", y el Papa Juan XXIII, considerado
como "progresista", han estimado y enaltecido por igual al cardenal
Stepinac, eso quiere decir que han reconocido en él un valor universal, y lo
que es universal sobrepasa y abarca todas las categorías de tiempo o espacio.
Las formas de la economía, la sociedad o el poder; el gobierno monárquico o
colegiado de la Iglesia se convierten en cuestiones secundarias para los
hombres de esta clase. Cualquier forma de poder es en sus manos un instrumento
para dar testimonio de su bondad, para transferir el Amor universal a cada uno
y a todos cuantos son peregrinos en este "valle de lágrimas" hacia su
destino eterno. Los hombres auténticamente religiosos tienen presente en
cualquier momento aquella sabiduría evangélica: "Et qui utuntur hoc
mundo, tamquam non utantur: praeterit enim figura huius mundi".
Creemos, pues,
que el señor F. Heer no nos considerará sospechosos de pretender conferir a un
hombre lo que pertenece a Dios. No deseamos caer en la repetición histórica de
convertir a un hombre en "instrumentum regni", para poder imponer, en
nombre de Dios, ciertos objetivos inconfesables. Por el contrario, si las
naciones grandes y pudientes destacan a aquellas de sus
"celebridades", que se destacan en el campo de la cultura muscular,
si estas naciones tratan de ratificar de esta manera su superioridad ¿es
posible que nosotros, los croatas, no podamos considerar a hombres de la talla
de un Stepinac como motivo de nuestro orgullo nacional? No como un orgullo vano
--entiéndase— sino como una de las fuentes y razones por las cuales el pueblo
croata tiene derecho a la estima y al reconocimiento de ser libre y vivir
independiente dentro de la comunidad de las naciones civilizadas. Es lamentable
que casi todos aquellos que destacan las virtudes de Stepinac y su valor universal,
olvidan al pueblo croata y al propio Stepinac, como
hijo de Croacia, que dio testimonio de su libertad igualmente que de la Iglesia
y de sus virtudes cristianas.
Aquel hombre —
vere pios — sabía bien que los valores universales se incorporan y viven únicamente
en formas concretas, individuales. La historia de nuestros tiempos reconoce
como un hecho incontestable la existencia de los pueblos y naciones. Sus
relaciones no están bajo el signo de la justicia y del derecho. La fuerza
física y el maquiavelismo se han convertido en norma casi general. Si los
países pequeños carecen de fuerza física suficiente, para respaldar sus
derechos, en vano reclamarán la justicia. A través de diez años de su vida,
nuestra revista intentó demostrar que tal es el caso del pueblo croata. ¿Cómo
podría haber ocurrido que Stepinac, testigo ocular de ese estado de injusticia
en que vivió su nación, no reaccionara en forma adecuada? "Dilexi
justiciam et odi iniquitatem... Este es mi lema", dijo Stepinac en el
momento de su nombramiento de arzobispo de Zagreb. Y de acuerdo a este su lema,
"seguir la doctrina de la cruz" Stepinac, al producirse el primer
contacto con el representate máximo del poder servio sobre Croacia, el príncipe
Pablo Karageorgevic, dio testimonio de su amor por la justicia en una forma
concreta. Después de largos años de persecuciones tiránicas, impuestas por
Belgrado al pueblo croata, los representantes del hegemonismo servio
suscribieron un compromiso, en agosto de 1939, con los representantes
democráticos de aquel pueblo. A pesar de todas las deficiencias de ese
documento, impuesto por la situación internacional — pocos días antes de la
iniciación de la Segunda guerra mundial — el príncipe Pablo quiso palpar
directamente el éxito del mismo y medir su "popularidad" en Croacia,
dirigiéndose a la capital croata, Zagreb. Los secuaces del régimen habían
organizado una recepción solemne. Entre otros actos, se había previsto el
saludo eclesiástico en la histórica iglesia católica croata de San Marcos, en
la plaza homónima. Allí esperaba al príncipe Pablo, servio y de religión
ortodoxa griega, el máximo dignatario de la Iglesia Católica de Croacia, el
arzobispo A. Stepinac. Fiel a su lema — dilexi justitiam et odi iniquitatem
—, Stepinac, esperando ante la puerta principal al exponente del militarismo
servio en aquel momento, dijo: "¡Si! La Iglesia Católica rinde homenaje a
la autoridad y la aureola de esplendor. O mejor: pone su dedo sobre ese
esplendor que rodea a la autoridad testimoniando su origen sobrenatural. Pero
la Iglesia Católica advierte también claramente que el único fundamento seguro
de la autoridad se halla en Dios y en la reverencia a Dios. Si! Separar la autoridad y Dios, despreciando sus
mandamientos, traspasando la competencia y lesionando los derechos ajenos — los
derechos de la Iglesia o los derechos del pueblo —, sea de su propio o de
ajeno, equivale para los representantes del poder temporal talar el árbol sobre
cuyas ramas se está sentado; significa socavar el fundamento sobre que descansa
su propio trono...
"Por ello,
Vuestra Alteza, siento un placer especial en poder saludaros a la entrada de
este vetusto templo que es el testigo secular de aquella conciencia
inexterminable y de aquella fe insuperable en la justicia y equidad que viven
en el pueblo croata. En la puerta de este antiquísimo templo que, por su
experiencia de ocho siglos, ofrece testimonio de que todo intento de pisotear
la justicia y la equidad divinas, así como los derechos del pueblo croata —
esta partícula que, aunque pequeña, forma parte del derecho de Dios, ha
terminado con la derrota de quienes olvidaron que no hay autoridad contra Dios,
eterno y grande, ni contra sus mandamientos...".
La reacción de la
comitiva del príncipe servio fue sumamente negativa. Sólo por la delicadeza del
momento internacional que se vivía no se procedió al encarcelamiento de
Stepinac. Los hegemonistas servios no pudieron entender el lenguaje de un
hombre inspirado por el Evangelio. Para ellos la frase "derechos del
pueblo croata — pequeña partícula del derecho de Dios —" significó un
"crimen laese Maiestatis".
En 1941, el
pueblo croata declaró su Independencia. Stepinac la saludó con toda sinceridad,
porque, como dijo él mismo, el pueblo croata había vivido en la Yugoslavia
monárquica como "un esclavo". Pero ese pueblo no está exento de
pecado. La guerra general y la revolución interna, inspirada por Moscú,
desataron pasiones de toda clase. La minoría servia en Croacia, el principal
opresor del pueblo croata y el positivo instrumento de opresión en manos de los
extranjeros durante más de un siglo, incorporó sus fuerzas al movimiento
comunista para destruir la independencia de Croacia. La reacción nacional tomó,
a veces, formas violentas e inhumanas.[27]
Pero Stepinac,
consecuente con su temple humano y de dignatario eclesiástico, quedó flotando,
entre pocos, en aquel enorme torbellino. Así como antes amonestaba a los
representantes del poder hegemonista servio sobre el pueblo croata, así ahora
no dejó de reprender a las propias autoridades nacionales croatas. En una carta
al ministro del Interior, Stepinac le decía: "Ni concubinas, ni adúlteros,
ni prostitutas deben andar signados con un distintivo cualquiera; y si se
procede así con aquellos que merecerían el desprecio de la sociedad humana,
¿por qué se intenta hacer eso con aquellos que, sin culpa personal, pertenecen
a otra raza?" En otra carta dirigida al mismo ministro del Interior
expresaba: "No resulta extraño que muchos anden preguntando qué diferencia
hay entre los campos de concentración de los bolcheviques y estos nuestros.
¿Podrá el movimiento Ustachi contar con la bendición de Dios si se niega a los
moribundos lo que hasta ahora no negaban otros Estados?". Dirigiéndose
directamente al jefe del Estado de Croacia, Stepinac dijo entre otras cosas:
"Nadie en nuestro Estado desea tanto la felicidad y el progreso del pueblo
y del nuevo Estado como la Iglesia Católica, pero esta felicidad y el progreso
deben depender del acatamiento a la ley natural y a la ley positiva de Dios por
igual sea por parte de los representante del poder o por parte de sus
súbditos... ¡Poglavniče! (Jefe, caudillo, soberano.) Ud. no debe permitir
que los elementos irresponsables y sin autorización alguna lesionen el
verdadero bien de nuestro pueblo. Los pecados contra la naturaleza en nombre
del pueblo y el Estado claman venganza contra el Estado mismo y contra el
pueblo!" [28]
Por esta su firme
posición y su inconmovible actitud, Stepinac hubo de pasar momentos muy amargos
en su propio Estado Independiente de Croacia, a pesar de considerarlo como
principio de la realización del derecho de autodeterminación de aquel pueblo.
Esta amargura iba acrecentándose con el transcurso del tiempo. Al terminar la
guerra con el triunfo del comunismo yugoslavo, Stepinac, calumniado, denigrado,
humillado y expuesto al desprecio público organizado, fue condenado cual si
fuese un criminal, para morir, finalmente, y después de 15 años de cárcel y
confinación, en su aldea natal.
No obstante todas
estas vicisitudes y sufrimientos, Stepinac permaneció inconmovible. Ante el
tribunal comunista, de acusador de las autoridades croatas por sus actitudes
negativas, se convirtió además en el defensor del Estado croata, prescindiendo
de la inminencia y la gravedad del peligro. `No fui «persona grata» ni a los
alemanes ni a los ustachi; no he sido ustachi ni tampoco presté juramento... La
nación entera se había declarado plebiscitariamente en favor del Estado Croata
y yo habría sido un infame si no hubiese sentido el pulso del pueblo croata,
que en la antigua Yugoslavia era esclavo... Todo lo que haya dicho sobre el
derecho del pueblo croata a su libertad e independencia está de completo
acuerdo con los principios básicos enunciados por los Aliados en Yalta y por la
Carta del Atlántico. Si conforme a estos principios, toda nación tiene derecho
a su independencia, entonces ¿por qué se le niega a la nación croata? La Santa
Sede ha subrayado reiteradas veces que tanto las pequeñas naciones como las
minorías tienen derecho a la libertad. ¿No puede, entonces, un obispo o un
metropolitano católico mencionar siquiera este principio? Si hemos de caer,
caigamos por haber cumplio nuestro deber...", dijo Stepinac a los jueces
de Tito.[29]
Este es el
momento más importante en la vida de Stepinac que deseamos destacar de manera
especial. Hay cierta corriente utilitaria y, hasta el mismo L'Osservatore
Romano[30],
que tratan de pasarlo por alto. El derecho a la libertad e independencia de la
nación croata, ha dicho Stepinac mismo, es una parte, aunque pequeña, del
derecho de Dios. Este su universalismo cristiano debe reconocérsele a Stepinac
cuando se trata de defender valores generales y en forma total, pero se intenta
en cubrirlo con un mutismo incomprensible cuando se trata de su aplicación en el
caso concreto croata. Consideramos este procedimiento ofensivo a la
personalidad del Cardenal y a los principios mismos del universalismo
cristiano.
El pueblo croata
necesita del testimonio de Stepinac, porque Croacia sigue soportando una de las
tiranías más duras, sistemáticamente explotadora, dirigida contra su misma
existencia. Invocar el valor universal del ejemplo y el testimonio de Stepinac
en favor del cristianismo e ignorarlo en el caso concreto de su pueblo, es
contrario al espíritu cristiano. Semejante posición involucra una oposición
inadmisible a los valores naturales del hombre y a los de su vocación religiosa
y metafísica. Los derechos a la libertad del pueblo croata son sus derechos
naturales. No han caducado por errores cometidos por su gobierno en tiempos
excepcionales. Si se aplicara este mismo criterio a los demás pueblos y
naciones, ¿quiénes son los que tendrían el derecho a la libertad e
independencia de acuerdo a aquel criterio de San Agustín, según el cual los
reinos grandes son magna latrocinia?
Aquí reside el
"utilitarismo" croata al destacar la personalidad religiosa de un
dignatario eclesiástico, el cardenal Stepinac. Los valores y derechos por los
que el Cardenal da testimonio y ofrece su vida deben ser valores auténticos,
dignos de respeto universal. Presentar un testigo de esta categoría haría honor
a todos y cada uno de los pueblos.
Por eso no nos
extrañan las acusaciones o el silencio de nuestros enemigos. Pero el silencio
por parte de aquellos que tienen la obligación ineludible de iluminar la
totalidad de la vida del Cardenal, en su aspecto humano, sacerdotal y
patriótico, este silencio sí nos llena de extrañeza profunda. Lo consideramos
como una emanación del espíritu puramente diplomático de una vulgar orientación
maquiavélica que no puede redundar en bien perdurable de nadie a pesar del
intento de glorificación del Cardenal. El Cristianismo, esa fuerza creadora
inagotable, no necesita medios falsos para su recuperación de la crisis actual.
Sólo los valores íntegros pueden aportar superar a las dificultades acumuladas.
Esta es la enseñanza de la vida y la muerte de Stepinac, enseñanza de todos los
mártires y santos.
Creemos,
finalmente, haber justificado con toda plenitud nuestro subtítulo llamando a
Stepinac abogado de la causa divina y de su pueblo. Dentro de la causa divina —
el universalismo de concepción y de vida efectiva del Cardenal, su amor y
bondad para con todos — hay lugar para el derecho a la libertad del pueblo
croata. Así lo vio el cardenal Stepinac y así lo defendió con una entereza
digna de un mártir y de un santo.
Por la misma
razón es de creer que el pueblo croata no habrá de esperar mucho para ver a
este su hijo preclaro elevado al altar de los mortales que, por el tesón de su
voluntad, se convirtieron en esta vida en ejemplos de la perfección ética más
elevada que los hace inmortales, incluso dentro del acontecer histórico.
Creemos que, por intermedio de su gloria, el pueblo croata dará un paso más
hacia su libertad.
Con motivo del primer decenio de la muerte del cardenal Stepinac, nuestra
revista y, por medio de ella, el pueblo croata, se adelanta a honrar
reverentemente su memoria.
El día 21 de junio de 1970 fue solemnemente canonizado el primer santo de sangre croata. Por cierto, el pueblo croata —en su mayor parte católico— tuvo muchos mártires y santos que sacrificaron la vida por su convicción religiosa o se destacaron por sus extraordinarias virtudes, irradiando en torno suyo un mensaje de bondad, el elemento más distintivo del hombre en el mundo visible y base fundamental de toda la civilización digna de este nombre. Sólo Nicolás Tavelić ha obtenido este título oficial de la Iglesia Católica, convirtiéndose así en un valor universal del catolicismo. Orgullosa de él, la revista STUDIA CROATICA reproduce a continuación el breve y condensado informe sobre su vida, martirio y culto. El texto es una traducción tomada de una publicación oficial de la Congregación de Ritos (Sacra Rituum Congregatio), editada en Roma en latín e italiano, durante el año 1961.
El pasado nos
dejó escasos documentos sobre el beato Nicolás Tavelić. Pero tenemos una
información lo suficientemente amplia sobre su muerte como para permitirnos
esclarecer e iluminar el curso de toda su vida. Al margen de esta información,
existen otros datos provenientes de la descripción de las condiciones locales
de los lugares en que vivió el beato Nicolás Tavelić, puesto que muchas
personas escribieron sobre él tan copiosamente y con tal conocimiento de causa
que hoy nos resultan accesibles por lo menos los principales hitos de su vida[31].
No dedicaremos aquí mucho espacio a su curriculum vitae. Sólo nos limitamos a
exponer brevemente lo que parece más cierto a fin de resaltar los pasajes más
sobresalientes de su vida.
1) Lugar de
nacimiento. — Llamándose "el Sibenicense", el lugar de su
nacimiento sería la ciudad Sebenico, ya que por haber nacido en esa ciudad y de
acuerdo con las Constituciones de la Orden Franciscana (Ordo Fratrum Minorum),
vigentes en aquel tiempo, era alumno del monasterio sito en ella. Terdes los
autores afirman, empero, que fue alumno del monasterio de Bribir * (bribirensis), extrayendo tal conjetura
de los argumentos de una obra manuscrita de Domingo Zavorovich: Trettato sobre
le cose di Sebenico, pergeñada en el año 1597, Sin embargo nosotros, como
veremos más adelante **
consideramos que no existen argumentos de esta índole en la obra de Zavorovich.
En efecto, él mismo, aunque con menos claridad, eso sí, escribe que el beato
Tavelić fue alumno del monasterio de Sebenico.
2) Su
apellido. — En la Orden, como era costumbre, el beato Tavelić no lleva
su apellido; se le llamaba de acuerdo con el lugar de origen, es decir,
"Sibenicense". Fue Jacobo de Marchia el primero que indicó su apellido:
Frater Nicolaus de Tavelicis de Sebenico. Aquél había visto a dos de sus
hermanos en Sebenico entre los años 1331-1438. Casi todos los escritores
extranjeros aceptaron más tarde esta afirmación, entre otros: Marcus
Ulyssipanensis, Lucas Wadingua, Arturus de Monasterio, etc. Pero los hombres de
pluma, compatriotas suyos, lo llaman Tavilić o Tavelić, sin que
sepamos cuál de ambas formas fue la usada por su familia. El padre Crnica
presenta dos documentos, uno del año 1398 y el otro del 1430 en los que consta
la forma Tavelić, considerando que hay que aceptar esta como la verdadera [32].
3) Su familia.
— Tavelić pertenecía a una familia noble de Sebenico (Šibenik) y en esa
ciudad desempeñaron muchos de ellos los más altos oficios[33].
Federico Antonio Galvani acopió muchas noticias acerca de la misma familia en Il
re d'armi di Sebenico, vol. 29, Venezia 1884-1886. El primer antecesor
conocido fue Bogdan, como opina Galvani, el cual tuvo un hijo llamado Pedro y
considera también la posibilidad de que el beato Nicolás era su hermano es
decir hijo de Bogdan[34].
Careciendo de documentos probatorios no podemos describir la línea genealógica
con certeza ni afirmar tampoco con seguridad si tal noticia es cierta o no. En
efecto, otros autores señalan diferentes líneas generacionales de esta familia[35].
De acuerdo con Parchich, la familia Tavelić se extinguió en 1649 a causa
de una epidemia de peste.
4) Año de su
nacimiento. — Ignoramos en qué año nació el beato Nicolás Tavelić.
Podemos, no obstante conjeturarlo en forma aproximada, admitiendo dos términos
como muy seguros. Sabemos, primero, por la información: relato sobre su muerte
que pereció en manos de los mahometanos el día 14 de noviembre de 1391 y,
segundo, que sus dos hermanos fueron vistos en Sebenico entre los años
1431-1438 por S. Jacobo.
En la época del
beato Nicolás estaban en vigencia las Constituciones Farinerianas de la Orden
Franciscana. De acuerdo con ellas a los frailes no se les consagraba sacerdotes
antes de cumplir 25 años[36]
y les estaba igualmente prohibido confesar fuera de la Orden antes de los
treinta[37].
De ahí que el beato Nicolás, antes de irse como misionero a Bosnia, habría de
tener por lo menos esa última edad. Por otra parte, de acuerdo con la
información sibenicense sobre su muerte, residió 12 años en Bosnia y,
posteriormente, varios años en Palestina. Para llenar este lapso teniendo
presente sobre todo que sus dos hermanos vivieron entre 1431-1438, podemos
decir con cierta seguridad que el beato Nicolás nació alrededor del año 1340.
5) Ingreso a la
Orden. — Por el relato sobre su muerte sabemos que el beato Nicolás fue
hijo de la provincia de Slavonia[38].
Tampoco sabemos cuándo entró en el monasterio ni dónde ni qué estudios terminó.
Es casi seguro que cursó los que estaban prescriptos en la Orden para aquel
tiempo. Primero la filosofía y después la teología. Dado que en la misma época
había estudios generales y provinciales, tampoco podemos afirmar si cursó
alguno de los primeros. Terminados estudios, fue ordenado sacerdote[39].
6) Misionero
en Bosnia. — De su provincia de Slavonia se le envió a Bosnia en calidad de
misionero. Ya al final del siglo XII se había afirmado allí la herejía
denominada en los documentos herejía paterana o bogumila[40].
Para combatirla los Pontífices confiaron el asunto a la Orden de los Hermanos
Predicadores (dominicos), aunque casi desde el principio aparecen también
misioneros franciscanos de la provincia Slavonia[41].
Pero en 1327 el Papa Juan XXII concedió el oficio de inquisidores a los
franciscanos, retirándoselo a los dominicos[42].
Poco más tarde, es decir en 1339 o 1340, Gerardo Odonis, ministro general de
los franciscanos, instituyó para Bosnia un Vicariato aparte[43]
al que llegaban frailes de varias provincias de la Orden para desempeñarse en
oficios de carácter misionero[44].
Así fue también cómo el beato Nicolás abandonó su provincia para trabajar
contra los heréticos de Bosnia.
Ignoramos cuando
fue transferido a esa región. Posiblemente quedó decidido a instancias de los
consejos de Bartolomeo de Alvernia, que en aquella época (1367-1407) buscaba
misioneros[45].
Algunos escritos opinan que el traslado se produjo en 1379[46],
pero no parece seguro. En efecto, en el relato-información sobre su muerte se
dice que residía allí "muchos años" (el ejemplar sibenicense habla de
"12 años" y después en Palestina "muchos años". Sabemos que
murió en 1391 y, para intercalar esos "muchos años" (pluribus annis)
debemos fechar su ingreso en Bosnia quizás alrededor del 1372.
7) Residencia
en Palestina. — Después de haber vivido muchos años en Bosnia, el beato
Nicolás pasó a Palestina. Cuándo y por qué razón, no se dice en los documentos.
Aquí también vivió en la "observancia de la Regla", "muchos
años", lleno de virtudes y devotismo de Dios, obedeciendo a sus
superiores. En Palestina, el día 14 de noviembre de 1391, junto con otros tres
hermanos franciscanos (Deodato de Ruticinio, Pedro de Narbona y Esteban de
Cuneo) fue muerto por los mahometanos a quienes predicaban audazmente que su
religión era falsa y que, en consecuencia, para conseguir su salvación eterna,
tendrían que abrazar el cristianismo. La cruel muerte de estos franciscanos fue
descripta inmediatamente en las cartas dirigidas especialmente a las provincias
de su origen a fin de dejar constancia del acontecimiento. Todavía hoy existen
varios ejemplares de aquellos escritos de modo que por ellos mismos resulta
fácil confrontar el texto genuino de aquella información, puesto que nos
resulta de suma importancia para la canonización. Ella constituye el documento
principal no sólo de su martirio sino igualmente de la vida del beato Nicolás.
En cuanto al culto que se le ha tributado, la mencionada publicación
vaticana dice: "La constancia más antigua del culto al beato Nicolás y sus
compañeros de martirio remonta al comienzo del siglo XV y se conservó en una
Orden manual (Ordinis Fratrum Minorum) de Sebenico de acuerdo a la costumbre de
la Curia Romana. Esta Orden consta en la actualidad sólo de la última parte de
la redacción sibenicense de la Relatio (informe) sobre su martirio a causa de
la pérdida de los demás folios. Aquí reproducimos exactamente lo que expresa,
así como aquello que la copia íntegra de dicha información repite en el siglo
XVII, con excepción de una variante de poco significado: "Fueron
martirizados estos venerables confesores de Cristo el 13 de noviembre y el
mismo día debe celebrarse su fiesta". Desde entonces el culto de este
grupo de mártires no se abandonó; hay que notar sin embargo que en Sebenico,
ciudad natal de Tavelić, se dio importancia especial a este último,
olvidando peco a poco a sus tres compañeros. En efecto, el Tribunal instituido
en Sebenico el 19 de de noviembre de 1880 para reglamentar el culto de Tavelić,
les ignoró y en la decisión del 24 de noviembre de 1881 solamente se le
mencionó a él... La discusión sobre el caso especial "casus
exceptus", llegó a la Congregación Ordinaria el 25 de mayo de 1889 y el
Papa León XIII ratificó la sentencia dictada por los Eminentísimos Cardenales
que encabezaban la Sacra Congregación de Ritos, el 6 de junio del mismo año.
"El 17 de
mayo de 1890, la mencionada Congregación concedió a la diócesis de Sebenico el
Oficio y la Misa del Beato Nicolás. Desde ese momento su culto se difundió por
el territorio de Yugoeslavia (mejor dicho, Croacia, porque en aquel momento las
tierras croatas estaban bajo el Imperio de los Habsburgo. — Obs. de la Redac. de Studia Croatica)
en la cual hoy contamos con numerosos altares e iglesias dedicadas a él.
En el presente,
la fiesta del Beato se celebra en todas las diócesis de Yugoeslavia, en la Orden
de los franciscanos menores y en la Custodia de la Tierra Santa.
"Ante esta
extraordinaria difusión del culto al Beato, el episcopado de Yugoeslavia,
encabezado por el arzobispo de Zagreb, de feliz memoria, Luis Stepinac, más
tarde cardenal (+ el 10 de febrero de 1960) pidió el 14 de noviembre de 1939 a
Pío XII se dignase canonizarlo en 1941 con motivo del XIII centenario de las
relaciones entre los croatas y la Santa Sede. Pío XIII, de feliz memoria,
aceptó la petición con las siguientes palabras ante una nutrida delegación
croata: Quamobrem praeclara in vobis reviviscent Beati Nicolai Tavelicensis
exempla, in quo catholica fides veluti sacra flamma, cuiusque Sanctitatis
consacratio, si ex arcano Dei consilio abvenerit, non minori nos, quam vos,
laetitia afficiet". Como es de común conocimiento, los trágicos
acontecimientos de la segunda guerra mundial no solamente no permitieron
celebrar las festividades de dicho centenario, sino que convulsionaron
profundamente el orden político de aquella región, favoreciendo la instalación
de un régimen hostil a la Iglesia Católica. Los Promotores de la beatificación,
recordando la benevolencia mostrada por Pío XII, no dejaron de alimentar la
esperanza de aquel ya lejano año 1939, por lo cual encargaron a dos franciscanos
croatas reunir y estudiar críticamente el material histórico que pudo obtenerse
todavía, relativo al beato Nicolás. Aquí tenemos entonces el origen de dos
publicaciones: la del padre Antonio Crnica, Historico-iuridica dilucidatio
vitae, martyrii et gloriae B. Nicolai Tavelić, incliti martyris Ordinis
Minorum, splendoris et protectoris gentis croatorum, canonizationi eius
aequipolenti dicata, recurrente triplici anniversario a diffusione cultos eius
et gloriae y la del padre Domingo Mandić Documenta martyrii B.
Nicolai Tavelić et sociorum eius Ordinis Minorum. Las dos obras fueron
editadas en Roma en 1958, incorporándose en este asunto (de canonización).
***
Nuestros lectores
han podido ver citadas estas dos obras en las notas del texto que precede. Son
dos obras de franciscanos croatas de singular erudición, uno de los cuales —el
Dr. Dominik Mandić— es al mismo tiempo el más destacado historiador actual
en historia política de Croacia***. Junto
con el Dr. Antonio Crnica, franciscano éste también, de Dalmacia, han contribuido
así con sus trabajos científicos a la elevación del beato Nicolás Tavelić
a la dignidad máxima de primer santo croata "splendor y protector del
pueblo croata". De esta manera por un lazo más visible, el pasado, la
historia y la cultura de aquel país están inseparablemente ligados a la
civilización occidental, cuyo rasgo fundamental lo constituyen
la libertad de conciencia y de palabra, el respeto a la personalidad humana en
general, cosas que actualmente, y bajo el régimen comunista de Belgrado, están
siendo cínicamente pisoteadas.
Prescindiendo de
lo que el mundo occidental puede pensar de la Iglesia Católica y de sus santos,
podemos decir que sus libertades, innegables distintivos frente a las
sociedades totalitarias y despóticas, son de origen cristiano, como
categóricamente lo afirma A. Toynbee. Es de esperar que el nuevo santo de la
Iglesia Católica aportará más claridad a la
comprensión de Ias dificultades por las que atraviesa el pueblo croata,
avasallado actualmente por un régimen y un gobierno extranjeros, adversarios
incondicionales de la civilización occidental.
VLATKO
PAVLETIĆ
"Hay que
separar de una vez por siempre el poder y la violencia de los anhelos del
espíritu".
IVAN SUPEK (*)
Si la
personalidad del autor es la consecuencia extrema de la actuación recíproca
—aumento acumulativo o disminución— de las diversas fuerzas que operan desde
ella o sobre ella, entonces podemos afirmar con absoluta seguridad que la
literatura de cierto período, en su totalidad, lleva en sí cicatrices de todas
las presiones, rastros de todas las corrientes y huracanes que se agitaban sobre
su horizonte.
La literatura
croata de la posguerra, en consecuencia, es la expresión adecuada de la
realidad objetiva, igualmente cuando trata de acercarse a ella con cautela o
cuando lo hace con rodeos.
Que los
escritores eluden problemas en determinado momento no es sociológicamente de
menor importancia, como signo de dicho tiempo, de la que la tiene la creación
artística de los mismos problemas "tabues". Sin tomar en
consideración todas las componentes sociales y políticas, nos resultaría difícil
comprender de dónde llegan las flechas de diversos sentidos que se entrecruzan
en cada accidente-vivencia individual, las que entretanto, no son otra cosa
sino tangentes de existencia y salvación, ante asaltos y resistencia,
condicionados por diferentes presiones sobre la zona no defendida o no
prohibida que queda a la disposición de los escritores.
Si damos por
verdadera la afirmación de Krleža[47]
de que Lúcifer está más cerca del escritor que su hermano menor Promoteo,
entonces la posición del artista que se expresa mediante palabras en las
situaciones sociales más apremiantes, resulta más difícil, más compleja y
delicada que la del compositor y de los artistas plásticos. Estos encuentran su
expresión en obras que carecen de un mensaje directo o de un desafío a lo
existente; lo más grave que puede ocurrirles es la pérdida de la subvención
material de los órganos estatales para las obras que están pintando o
esculpiendo a la sombra de talleres sostenidos oficialmente, en el silencio de
sus modestas y oscuras boardillas a la espera de días más luminosos y de más
amplia libertad creadora. El escritor, en cambio, para obtener el título de
artista de la palabra, debe tener también la posibilidad de publicar sus
escritos pero ¿cómo va a hacerlo si resulta ya peligroso redactarlos calando en
ellos más hondo de lo permitido? Y siempre se les permite tan poco que ni
siquiera aquellos qua cargan con la cruz vergonzosa del conformismo saben a
ciencia cierta en qué momento caerán bajo su peso o, dicho más concretamente, a
que "amo" podría parecerle que no llevan esa cruz con la suficiente
paciencia y sumisión.
Dentro de las
mismas y limitadas perspectivas del mundo hay hombres conservadores, dogmáticos
y liberales; y, adherirse, en determinado momento, a una de esas corrientes no
significa; por cierto, evitar confrontaciones y conflictos surgidos dentro de
la misma corriente, dentro de sus extremas posibilidades de duda y aberración
como, por ejemplo, entre el ala derecha o la izquierda. La historia de la
literatura universal, especialmente la soviética, es una muestra trágica de los
talentos caídos, hasta genios, por no haber comprendido a tiempo que no era el
momento para publicar. Ignoraron que realmente se ocultaba detrás de los
"slogans" y bajo la superficie de las constantes deformaciones de las
ideas y principios originalmente puros y revolucionarios como lo son el
humanismo, la libertad y la liberación de clases e individuos. La revolución
devora no sólo a sus hijos, sino que a menudo anula el propio sentido que le ha
dado vida. Pero sin este sentido como condición fundamental, y sin los demás
requisitos de una creación libre, los escritores se verán obligados a elegir
entre escasas posibilidades: cuidar su vida, perdiendo lo humano o, cuidar lo
humano, arriesgando la vida. O, finalmente, desilusionados, conformarse con su
suerte, aceptando la muerte por decisión propia (Esenin, Maiakovski, Fadeev) o
mediante la "ayuda" de los órganos del poder (Bebelj, Pilnjak y
otros) a menos que desean producir permanentemente, mecánica y apologéticamente
fetos muertos. Las limitaciones y el miedo al dogma staliniano, impuesto por la
fuerza brutal constituyen la fuente, sin duda alguna, de la obsesión de terror
de muchos escritores soviéticos contemporáneos en el cuarto decenio del siglo XX.
En lugar de la revolución permanente de Trotzki, rechazada con razón, en la
Rusia Soviética, Stalin logró implantar el miedo permanente a que también él
sucumbió de acuerdo a la vieja verdad de que quienes infunden miedo a muchos, a
su vez temen a muchos. Hallándose en una situación semejante, los escritores
soviéticos sólo pudieron existir a condición de desempeñarse como apologistas
de aquella sociedad y obedeciendo ciegamente al Partido, puesto que los
heréticos (hasta cuando son soñadores) desaparecen inesperadamente del
escenario vital. Si algunos de ellos sobrevivieron, fue gracias a su abstención
por iniciativa propia, mientras otros supieron desarrollar a tiempo y afilar su
capacidad de autocensura hasta límites insospechables. El miedo, personificado
en ese censor, se esconde en el alma de cada escritor. Tal es la imagen que
quita el sueño y la realidad objetiva de la atmósfera descripta, verbigracia,
por Mihailo Bulgakov en el prólogo y el epílogo de su obra satírica La Isla
Purpúrea, condenada y desenmascarada en nuestros días por A. Solzenicin en
la polémica sostenida con los miembros de la Comisión Directiva de la Liga de
escritores, defensores burocratizados y representantes de la verdad unicolor.
Pero estos temas son los arquetípicos dentro de la literatura rusa, bien
conocidos por Gogol y tan caros a Dostoievski: El Gran Inquisitor y el pequeño
censor.
En la literatura
croata contemporánea el primero en observar el fenómeno del fantasma staliniano
en ese campo de la vida espiritual que engendra la desolación fue Krleža,
nuestro escritor más destacado y revolucionario. En su novela Al borde de la
razón, a lo largo de un capítulo entero, desenmascara el dogmatismo en toda su
estrechez mental, exigiendo que se reconozca que también "el claro de luna
puede constituir una visión del mundo". Y por otra parte en el Banquete en
Blitva ofrece la imagen reconocible de la Yugoeslavia monárquica como una
cárcel de pueblos e individuos estilizada hasta configurar una visión universal
de la verddad en eterno conflicto. En esta obra, Krleža demuestra la
incompatibilidad de la ideología estatal formativa con la del humanismo; pinta
la ambición inescrupulosa del representante del poder estatal, quien, no sólo
verbalmente, sino también con sus procedimientos y con todo su ser y vida
entera niega a las personalidades ilustres de los revolucionarios activos y los
heréticos contemplativos. Continúa analizando este autor el tema del ovillo
ensangrentado del poder que no se detiene ante nada, humillando y aniquilando a
todo lo humano. En su drama Areteo vigoriza ese viejo tema con una nueva
modalidad, proyectando en el tiempo para hacer más destacable la verdad de que
la humanidad se eleva muy despacio y avanza lentamente, resultando así que
todavía hoy a menudo habla el gorila sediento de sangre con forma de hombre a
través del receptor telefónico.
Como vemos, la
consecuencia más evidente de la opresión es la evasión. Se producen varios
retrocesos: el más natural sería el de eludir el miedo al peligro, a la
obediencia y al conformismo. No menos frecuente es la táctica de avestruz que
esconde la cabeza en la arena para no ver aquello que no puede dejar de
condenar. De ahí surge una clase de etatismo y —a veces, en condiciones donde
falta la libertad— un l'art pour l'art apolítico y tolerado. Cuanto más lejos
de la realidad, tanto mejor. O la apologia o el escapismo. Es posible que la
suerte asegure a alguien la gracia de representar el papel de bufón de la Corte
o del herético oficialmente sostenido, pero todo esto es para confundir a los
ingenuos. En condiciones de injusticia, no hay leyes sobre las que quepa
consolidar la salvación de nadie. Cuando los escritores de Yugoeslavia
preguntaron a Leonid Leonidov por la suerte de Pilnjak así como sobre los
motivos de su muerte, este destacado escritor soviético contestó que era un
fuego de azar el hecho que ante ellos no estuviese sentado en ese momento
Pilnjak para contestar la misma pregunta formulada a Leonid Leonidov. El
círculo, en todo caso, está cerrado.
Sobre este mismo
suceso dio impávidamente su testimonio Solženicin. Ranko Marković ofreció
en la literatura croata un brillante símbolo de esta ambigua situación,
doblemente limitada. Su novela El Abrazo testimonia una dilatación compleja del
miedo que actúa perniciosamente sobre la creación artística. pero
a la vez comprueba, que, dentro de condiciones de insuficiente libertad, los
escritores pueden decir algo acerca, de lo que los oprime recurriendo a un
lenguaje específico de alegorías y símbolos. La alegoría, sin duda, puede dejar
un testimonia de su tiempo de la sospecha general en una forma más eficiente
que las realizaciones estéticas de muchos escritores que lo captan
directamente. La narración indirecta, además de lo que dice claramente, expresa
también, entre líneas, el clima que no se menciona en forma clara. Los
escritores dan rodeos, invocan en su ayuda el pasado, especialmente cuando,
privados de la posibilidad de levantar (simbólicamente) su puño ante las
autoridades que fríamente dirigen y calculadamente vigilan los comportamientos
de sus súbditos, deseando lograr el control hasta de sus pensamientos más
recónditos y oprimidos. Si concebimos la literatura no sólo como una especie de
reflejo sino también como una compensación personal, entonces lógicamente se presenta
la necesidad de que el artista hipersensible, angustiado por el miedo, sin
revelar sus coordenadas, empieza hablar sobre el miedo sin insistir en su
acusación. Imagínense al hombre que, presa del espanto, en lugar de huir, se
acerca a la fuente de su miedo con la intención desesperada de superarlo. Por
lo menos uno de los dos: si no a la fuente de miedo, entonces al miedo mismo.
La situación resulta muy arriesgada pero psicológicamente, bastante
comprensible: ¿A dónde debe huir quien no tiene dónde huir? Por otra conducta
inesperada ¿puede el ratón confundir y hasta asustar al gato? R.
Marinković ofreció su solución: ¡el abrazo!
En su obra de
este título ha creado una situación bizarra para ilustrar el motivo fundamental
de la disminución creativa del escritor que vive y trabaja bajo una fuerte y
permanente opresión. Sólo le queda el comportamiento de la gallina: escarbar en
la basura y buscar eventualmente algo valioso entre lo que carece de
importancia. Marinković da comienzo a su obra con una escena del escritor
asustado, que observa al mundo por el agujero de la cerradura de su pieza. Con
él está tambien su Doble por profesión y miedo, quien se dispone a escribir,
pero no puede. Su imaginación se paraliza por el terror ante el tema principal,
el más grande y únicamente importante. Por eso simula que le interesa lo que
resulta realmente secundario, sin interés. Se arrastra como perro con la cola
escondida husmeando las esquinas, parándose ante las puertas de los negocios y
escuchando charlas sin sentido en la peluquería. Por fin, su atención osa
detenerse ante el tema del poder y precisamente ante el inspector del monopolio
estatal. Alentado por esta primera incursión, se enfrenta en el paso siguiente
con un órgano del poder: el gendarme. Resurge asi la originaria y eterna
oposición de todos los regímenes totalitarios: la de la autoridad y la de los
intelectuales. "Mira, pues, a estos intelectuales: cada uno ve algo doble.
Y son la peor canalla" — "Pero no son todos así. Hay personas decentes
también entre ellos. Vea cuántos libros están escribiendo, y todo de memoria !" — "Son canalla, te lo digo. Les
interesa el pueblo como a mí tu abuela que murió hace tiempo. Sí, los libros.
Pero ¿qué hay en elles? Cinco, seis mentiras. Y sólo para engañar y rebelar al
pueblo pacífico. Si, escribirían ellos en sus libros que yo soy un perrazo y tú
un perro, y esto es todo. En seguida te endilgará cinco, seis mentiras luego
que advierta que eres un hombre del pueblo".
Una de las
deformaciones fundamentales de la opresión es la mentira. Todo descansa sobre
el engaño, caracterizando la mentira también las relaciones entre individuos
casi exclusivamente. Sin mentira no es posible vivir, como lo repetía
Dostoievski, para quien "la vida y la mentira son sinónimos". Marinković
describe sus observaciones sobre "nuestro hombrecillo", que por haber
mentido tanto, decide no mentir más y sí decir la verdad. Ateniéndose a la
sabiduría de "nuestro hombrecillo", Marinković empieza a hablar
también en Zagreb, haciéndolo tan indirectamente y con tantos rodeos que, por
fin, termina por hablar directamente y sin circunloquios. El escritor,
desdeñado por falta de caracteres firmes, no puede resistir más y se acerca
cautelosamente al objeto que le causa el miedo: al gendarme cual si fuese la
viva encarnación del poder, rústico y brutal. Se aproxima a él de espaldas e,
impelido por un instinto interno y difícilmente comprensible, lo abraza como si
jugase diciendo: ¡Adivina, quién soy! El gendarme se dio cuenta rápidamente de
que era el escritor, "el librero", como dijo, sin comprender de qué
se trataba en realidad y lo sacudió para liberarse de su abrazo. El escritor
mira al cañon-dedo de acero del revólver y no cede. Le resulta claro que ya no
hay posibilidad de retroceder, porque la violencia no bromea ni cuando parece
bromear, igual que el gendarme que, a la manera de un zorro, intenta apaciguar
al escritor. El gendarme alaba al intelectual, a los libros, a las escuelas...
Como nunca lo había hecho antes de este abrazo. Pero el escritor sabe bien que
del adulador puede esperar solamente lo contrario de lo que expresan sus
palabras, por lo cual no afloja el apretón de sus brazos. Cuenta entonces al
gen-darme un cuento, lo conmueve hasta las lágrimas, pero no hay retroceso; con
el poder el hombre no puede gastar bromas ni acercarse a él sin ser castigado.
Al final del cuento continúa la confesión: "Estás llorando por invenciones
fantásticas, pero matas por lo que pasa. Estás llorando a un hombre ficticio,
al ladrón, a pesar de tu condición de gendarme, pero al hombre vivo y real que
inventó para ti al ladrón y a Gina y el cuento, que evocó dos lágrimas humanas
de cocodrilo... tú matarías a este hombre como a un perro. ¡
Y pretendes además que te deje! ¿Por qué no tienes compasión conmigo?
¿No soy quizás yo un infeliz? ¿No me empujó la mala suerte por solo el hecho de
existir tú, a esta extrema y máxima desgracia, debiendo morir asi junto contigo
porque no te puedo creer? Asustabas a mi fantasía, disipabas y devorabas mis
oraciones mientras estaban por nacer en mi cabeza, me envenenabas todas las
fuentes del pensamiento... Mi fantasía vagaba escondida, mientras tu te pavoneabas por el mundo; huyó de ti, de lo que
realmente eres y de lo que sucede por tu culpa, escondiéndose en peluquerías,
quioscos, bailando alrededor de las piernas de los viejos ridículos, los
mendigos, mendigando ella misma un pedazo de vida al margen de la realidad.
Pero esto aquí, esto asi... en el último abrazo, esto no pudo imaginarlo y
ahora, mira, esto sucede y no lo puedo escribir más. Debo tenerte apretado y
morir..."
Nos preguntamos,
lógicamente, ¿a dónde apuntan el escritor y su Doble —en realidad el escritor
en su condición de narrador y en su calidad de héroe de los cuentos? ¿Por qué
hizo todo ésto? ¿Por qué no desistió desde el principio? El mismo razona: Si.
¿No pude quizás? Lógicamente, sí pude desistir. Pude volver a oír lo que está
contando el "šjor" [48]
Bepo en su peluquería, mirar que está haciendo el inspector de monopolio
estatal en el quiosco; pude inclinar la cabeza para la bendición de San
Nicolás, pax tecum..., ocuparme de hombres-juguetes, hombres-hormigas que
asustan a Manchas Negras, que carcomen letras negras, que pasean por nuestras
oraciones. Si que pude... Pero, ¿no he visto acaso la bala destinada a mí y a
la Muerte en el dedo-índice del monstruo que había acallado su respiración en
el guante? He visto la Mancha Negra, que goteó sobre la vida y la devoraba en
la oscuridad; he visto como creció de una gota negra y devoró la vida en la
oscuridad de la noche de un cocodrilo por sus trescientas fauces, teniendo en
cada una ciento trece dientes. Con treinta y tres mil dientes y, además,
novecientos colmillos, dientes-cuchillos, tenazas para suplicios de los sueños,
martillos para romper pensamientos, de los cuales caen afuera, como espirales
de un cerebro del cráneo roto, las ideas formuladas en oraciones todavía
calientes, vivas y temblorosas, descargando en la misma treinta y tres mil
miedos, apuntando contra la misma treinta y tres millones de muertos.
Me inundó una ola
irritada de tinta no escrita, sin ser transportada y convertida en palabras, en
rayos de lenguaje, me entró por los ojos y me borró la vista con una esponja de
oscuridad. Ciego, como Sansón, abracé las columnas de mi tema
: miedo y muerte. Ella está aquí, en mis manos adormecidas, en el dolor
de mis extremidades de autor... Pronto se precipitará sobre mi...
Te la lego a ti, sospechoso, a ti asustado por Mancha Negra, a ti que te
escondes en las peluquerías, escuchando a "šjor" Bepo, que te ocupas
de hormigas, masticas las palabras, paseando por las líneas... Yo no lo puedo
escribir ya; ante mí se extiende un océano de tinieblas y una noche sin
fin..."
Este era un
tremendo desafío al Espanto de cien dientes, que se comportaba como si no
hubiera entendido absolutamente nada. Así terminó el abrazo milagroso de
Marinković, sin consecuencias. Pero sólo a condición de no haber sido,
intencionalmente, comprendido.
Después del
enfrentamiento universal de un poder abrumador y la medida muy limitada de la razón
humana en El Abrazo, se impone la necesidad de traducirlo todo al lenguaje
político y, al propio tiempo, aplicarlo a situaciones totalmente determinadas
en que nos hallábamos durante la época del stalinismo y la primera fase de la
lucha contra aquél. Fue lanzado un término —el culto de la personalidad— para
señalar el poder acumulado por alguien que detenta todas las prerrogativas. Se
trata, pues, de la dictadura personal. Para ello era necesario que una persona
sobresaliera por encima de sus dimensiones humanas y se convirtiera en un mito.
De ahí la expresión "el culto de la personalidad", indicando
justamente el proceso de mitización. Los individuos tienen miedo realmente y,
para mantenerlos en ese estado por más tiempo, el poder extiende a todas partes
su dominio para que la opresión resulte siempre más agobiadora. Y, por otro
lado, los "súbditos", asustados alcanzan a ver a este poder más
grande de lo que realmente es ("El miedo tiene ojos grandes") cayendo
así víctimas de una mitomanía. En ello encuentran una especie de
autojustificación: cuanto mayor sea el miedo, tanto más comprensible y
aceptable resultará el miedo total que nos paraliza todos los órganos del
movimiento. La víctima queda librada a su suerte como hipnotizada, está lista
para hacer todo cuanto se le ordene. ¿Qué es lo que deben hacer los escritores
en tales condiciones?
Si les queda por
lo menos algo de la libertad indispensable para escribir narraciones
indirectas, alegóricas, eligen un tema correspondiente de la historia y la mitología.
En la literatura croata Mariano Matković**
recurrió a la herencia de la antigüedad: al Heracles, como al principal
personaje de su drama de este título.
El primer
objetivo de un escritor en situaciones de esta índole es despertar a los
espíritus de su semiparalización, lo que sólo resulta posible si destruye ante
sus ojos humanos las dimensiones míticas del poder con un golpe de puño,
pulverizando el monumento de piedra levantado en su honor. Matković hizo
en esto todo lo posible. Llevó a la escena el drama de aquel Heracles que ya no
desea seguir siendo un ente mitológico y que está ansiando las alegorías de la
vida común de los hombres, un drama, en consecuencia, de los desilusionados que
no encuentran más nada en su ídolo. El Heracles es una desmitización planeada,
pero, a la vez, el intento de evitarnos ser víctima del odio hacia el opresor:
él es también únicamente un hombre y, lógicamente, está sujeto a muchas
debilidades humanas. Los conflictos dramáticos, específicos de las relaciones
en una sociedad imbuída del culto a la personalidad, tienen en la
interpretación de Matković, su anverso y su reverso presentados de tal
manera que su obra no trata solamente de la "desheraclización" de la
masa y de la vida "heraclizada" en general, sino también de la
situación del propio Heracles, a quien constantemente le ponen un espejo ante
los ojos que lo engrandece enormemente, lo aumenta mitológicamente. Hace falta
un espejo semejante para todo el poder que ciegamente goza de sus ilimitadas
prerrogativas. Porque, mirándose en un espejo común, no comprendería a tiempo
lo que pasa, ni abandonaría la posición de responsabilidad que no puede
desempeñar adecuadamente. Matković, en consecuencia, ha visto el problema
del poder absoluto desde el ángulo visual mítico, reduciendo este tipo de
personalidad a la medida humana y, diferenciándose así de Marinković,
quien elevó a un vulgar gendarme abrazado por el autor, a la altura de un
símbolo y, hasta de un mito.
Es interesante
destacar que todos los textos de la literatura croata de posguerra en los que
se analiza el fenómeno del poder son extraterritorializados, mitologizados o
proyectados en la historia (como, por ejemplo en el drama Monumento a
Demóstenes, de Kušan, o en la figura de policía en Los Pacifistas,
de Dončević, cuyas actividades se desarrollan en la Yugoeslavia
monárquica). El más consecuente en la substancialización del problema fue y se
mantuvo Matković, quien en La Herencia de Aquiles retomó ya conocidos y
caracterizados tipos de la mitología antigua, interesándose en lo esencial: en
qué medida el poder mitológico lleva la causa en sí mismo y cuánto depende su
influencia de las condiciones objetivas y especialmente de la receptividad de
las masas. El fenómeno de poder es muy complejo, pero en él dos factores son
decisivos: la minoría que gobierna y la mayoría que obedece. En la actuación
recíproca (reforzándose o debilitándose) de engaños y autoengaños,
Matković intentó descubrir aquellas fuerzas ciegas de la historia que
escapan a la razón, pero que, por lo mismo, pesan más en la zona irracional de
la conciencia colectiva, permitiéndole elegir inconscientemente, no raras
veces, la peor vía para su propio futuro.
Tratando el
problema de la negación de la razón que se reitera tan a menudo allí donde se
instala un poder absoluto, debemos mencionar algunas obras más de
Marinković, ya que este escritor ha ido más lejos y penetrado más hondo en
el enigma del miedo de los "súbditos" en toda Ia literatura croata
—con excepción del Opus de Krleža—. En la obra titulada Benito Floda fon
Reltih, Marković evoca la asociación de Mussolini e Hitler (anagrama
de Reltih) penetrando en la zona patológica del poder, mientras dentro de la
estructura especial de su novela Cíclope abarcó el miedo en su totalidad en el
ambiente dictatorial del siglo XX, después de haber buscado un alivio previo al
concentrado químico mordaz del tema: la autoridad y la política, suavizándolo
con el humor o destruyéndolo con la ironía (Las Estrellas Oseas y El Carnaval).
Entre los
representantes del grupo "Krugovaši" (del Círculo=krug) Slobodan
Novak y Antonio Šoljan exponen más a menudo y en forma más sugestiva su
posición respecto al poder. La diferencia entre ellos reside en que Novak saca
consecuencias extremas encerrándose en el castillo inexpugnable de su
inconformismo y en que se defiende con armas de ironía y sarcasmo, mientras
Šoljan, a su vez, acepta el juego en que el mismo es jugador asi como el objeto
por que se juega, objeto sobre que la autoridad ejerce su poder, y el sujeto
que, en un análisis lúcido busca los puntos débiles del mismo cuando se
convierte en su propia autosuficiencia. Šoljan, en su drama en un acto Montaña
(presentado por televisión) pero puesto también en escenarios teatrales,
presenta, en forma de una especie l'art pour l'art, al poder que, dentro de su
pro-pia euforia, llega hasta desproporciones patológicas de deshumanización. El
argumento del drama está ubicado lejos de nuestros meridianos, pero las paralelas
y las comparaciones no son en modo alguno casuales. Partiendo un poco desde el
sinsentido de la vida de Camus, Šoljan, en un cuartel militar recóndito de
Sudamérica, descubre una montaña blanca y milagrosa como símbolo y objeto, a
veces, de las acciones y los esfuerzos humanos que en si mismos y por si mismos
no tienen sentido alguno. Se trata de una prueba de fuerzas propias, de
esfuerzo de Sísifo (el caso cuando el capitán Herrera acepta una empresa,
sabiendo de antemano que era superior a sus esfuerzos y que no le era
necesaria). Pero a Šoljan no le interesaba exclusivamente la suerte de Herrera,
tomada como ilustración de la inseparabilidad entre la necesidad y la
imposibilidad de los esfuerzos humanos, sino ante todo como la presentación del
fenómeno paradójico del nuevo comandante García, escrupuloso servidor de toda
autoridad, de todo gobierno, pero también un depravado representante del poder
en las situaciones cuyas claves él mismo tiene en sus manos. Es interesante que
también Šoljan, en este momento del poder absoluto de García, se dé cuenta de
la deformación natural que se produce en los hombres obsesionados por la
ambición de mando que los lleva inexorablemente hacia el mal y los coloca al
servicio del oscurantismo y la deshumanización. El mensaje de Montaña, de
Šoljan, es una mezcla de desesperación y de desafío: "Subimos sin
esperanza, sin premio, sin sentido; subimos por nuestra pequeña y humana
satisfacción de no haber sido pisoteados y aplastados; subimos en vano y
justamente por eso". Herrera cae muerto en la meta después de haber subido
la cima en tiempo récord, y el coronel García vive inhumanamente una de sus
derrotas más humanas. El "Triunfo" del poder absoluto resulta a la
vez, en este caso también, signado por una vergüenza absoluta frente a la
superioridad espiritual de la víctima.
La misma
superioridad del vencido queda destacada bajo la forma de un diálogo socrático
en La Ascensión de Galileo, de Šoljan (una escena radiofónica). La conocida
trayectoria histórica de Galileo fue captada por Šoljan para su tesis a priori
relacionada con el parentesco fatal, demoníaco e inevitable de verdugo y
víctima, de traidor y traicionado, de detractor y denigrado, de juez y de
condenado. Idea esta conocida ya en el Abrazo de Marinković, pero aquí
notablemente superada por el éxtasis interno de Galileo consciente de no
sentirse culpable y de no tener motivo alguno de temor ni, tampoco, la
necesidad de defenderse. Aludiendo al desprecio del poder por la verdad y a esa
tesis de que el pueblo no tiene necesidad de ciencia sino de sus resultados, el
autor llega audazmente a la amarga conclusión de que todos esperan de él que
busque su salvación por el arrepentimiento en lugar de continuar la lucha por
la verdad. Como una de las salidas posibles de este dilema, podríamos recordar
el antiguo apodegma de que el cobarde muere antes de su muerte, mientras los
valientes eligen el lugar, el momento y la causa de su muerte. En la Montaña se
contrapone al poder absoluto un caprichoso sinsentido, mientras en la Ascensión
de Galileo, la voluntad y el amor por la verdad superan en el futuro la
voluntad de poder dentro de la efímera brevedad de su éxito.
En el reciente y
más expresivo texto del drama El Palacio de Diocleciano de Šoljan, la
historia del poder personal ha sido llevada a una claridad todavía más
meridiana y aun, diría, extrema. Mi afirmación se justifica porque el círculo
queda cerrado, tomando en consideración que esta historia empieza como
tragedia, continúa como drama y termina como farsa. En efecto, El Palacio de
Diocleciano es la "farsa histórica", imbuida inspiradamente de
observaciones agudas sobre los hombres y el mundo. El Palacio representa para
DiocIeciano lo que representa el mundo para Dios: una enorme y grandiosa
empresa, pero ¿con qué resultado? La pregunta no tiene carácter divino, sino
totalmente humano.
La desaparición
de lo humano —la deshumanización del mundo moderno y tecnócrata— lo que han
constatado muchos filósofos y poetas, Šoljan lo explica escénicamente por la
ausencia de los símbolos encarnados para el pueblo: el Palacio está terminado,
pero ya no hay gente. Faltan los que lo edificaron y, también, aquellos para
quienes fue edificado. En el escenario permanecen solamente el emperador
buscando ai heredero en un niño que está matando a un lagarto, y su cantante,
una especie de bufón de la Corte, el sabio que espera el fin, indisolublemente
ligado con el patrón-tirano. La situación ya conocida: el abrazo del poder
narcisista de Marković con la razón que ama la verdad.
Šoljan no repite,
empero, en este caso ni aproximadamente las características del poder o del
autócrata de Abrazo de Marković, o de sus piezas ya mencionadas La Montaña
o La Ascensión de Galileo, porque Diocleciano está sumido en duda hasta tal
punto que la voz de su cantante se le representa como la voz de su propia duda
y de su conciencia no ahogada. Por eso permanece escuchando con el deseo de no
obtener ninguna justificación. En efecto, Diocleciano la busca para todo,
mientras el cantante sólo encuentra el sinsentido y lo baladí. Contemplando el
Palacio piensa inevitablemente en las víctimas innecesarias, mientras
Diocleciano considera que aquellos que fueron sacrificados en el edificar el
Palacio dieron así el sentido a sus vidas que, de otra manera, habrían resultado
frustradas. El cantante, en cambio, califica de pura vanidad la aspiración
hacia el poder, la voluntad de ese poder que todo lo pisotea, dirigida a un
objetivo que se ha fijado ella misma, sin ser comprendido por nadie, obligando
a los súbditos a enormes sacrificios con el "slogan": ¡Todos por el
Palacio y el Palacio para el emperador! El cantante está inspirado por un
motivo más hondo. Al preguntarle, si sacrificaría la vida por el emperador,
contesta: sacrificaría al emperador por la vida, si fuese posible. Los
emperadores pasan, el mundo queda. El mundo es siempre más fuerte; más fuerte
que quienes intentan cambiarlo.
Šoljan quiso
decir cosas muy serias en sus farsas, y expresar una idea muy importante: que
las autoridades cambian, pero los "slogans" continúan siendo siempre
los mismos. Lleva al escenario a los comerciantes que venden las palabras y,
que en caso necesario, pueden vender a los hombres; compran y venden todo
cuanto necesita el emperador, ofreciéndose en la venta a sí mismos en primer lugar.
Aquí Šoljan abre nuevas posibilidades y nuevas perspectivas. No es que el poder
confisque o expropie todo; quiere pagar, comprar pero con la condición de que,
al final, todo habrían de pagarlo los compradores. En
esto radica la variante farsesca de la dialéctica o —como lo deduce
ingeniosamente Šoljan del nombre de Diocleciano— de la "dioclética".
En efecto, la maldición del poder: cuanto más se impone a otros, tanto menos
goza de si mismo. Los procedimientos a que recurre, las empresas a que invita
quedan "camuflados" por el verbalismo demagógico, mientras sus
fuentes verdaderas arrancan de lo irracional. Cuando te mandan a edificar,
edifica y no preguntes nada; cuando te dan la orden de destruir, destruye y no
preguntes por qué. Los que detentan poder gobiernan sin dar explicación de sus
decisiones. Por eso odian a quienes buscan el sentido, las razones, la
justificación o la aclaración — odian a los intelectuales. El poder y el
intelecto no van juntos.
Šoljan lo sabe
bien y por eso ha reunido al emperador y al cantante, al potentado y al poeta,
a un fanático un tanto ingenuo y a un escéptico previsor. Uniendo los extremos
opuestos quiso conseguir lo que necesariamente surge de la conexión de los
opuestos, como, por ejemplo, en las tensiones eléctricas. Y lo ha conseguido : su farsa alivia el espíritu como al arbolito
navideño adornado con estrellas chispeantes que si bien no disipan la oscuridad
con su luz concentrada, si se oponen a ella con su constante chispear. Una se
apaga, otra se enciende y, así la oscuridad nunca es total. Aquí Šoljan hace
saltar su última chispa: todo es relativo y todo se repite, pasando nuevamente
de la farsa al drama y la tragedia.
Las mencionadas
obras de la literatura croata después de la última guerra demuestran, en forma
sorprendente, que la opresión engendra la resistencia de acuerdo a la ley de
acción y reacción: cuanto más grande es la opresión, tanto más fuerte la
resistencia. El tema del miedo y el fenómeno del Poder se convirtieron de los
elementos de restricción de la libertad creadora en el material digno para
reelaboración artística. Restringiendo la libertad a los escritores se los
inspira para visiones excepcionales, polifacéticas. Digo polifacéticas, porque
la resistencia del escritor recuerda el complejo característico de Edipo, a
condición de substituir a la madre por la libertad y al padre por el poder.
(Traducido de Kritika,
N° 6, Zagreb, 1969). (V. Pavletić es el presidente de la Asociación de los
escritores de Croacia).
TOMISLAV
ŠAGI-BUNIĆ
EL NACIONALISMO,
igual que el racismo, es tildado en la encíclica Populorum Progressio de
Paulo VI como obstáculo en el camino de la construcción de un mundo más justo.
El Concilio consideró incluso oportuno advertir a los cristianos cuidarse del
"nacionalismo exagerado" (Decreto sobre misiones, art. 15 6),
mientras que Paulo VI se expresó negativamente en varias oportunidades sobre
él. La problemática relacionada con el nacionalismo no está borrada del orden
del día en el mundo actual. Muchos cristianos desean al respecta una mayor
claridad, tanto más cuanto que ese término no se usa siempre en el mismo
sentido.
Este se infiere
ya del criterio adoptado por el Concilio, que no repudia al nacionalismo lisa y
llanamente, sino al nacionalismo exagerado. Es sumamente importante que los
cristianos tengan en nuestro país (Croacia) ideas claras sobre esos problemas,
por cuanto existen ciertos "gravámenes" históricos en ese sentido.
¿Cuál es la relación entre el cristianismo y la nación, qué posición ideológica
debe adoptar el católico ante ese complejo problema o mejor dicho: qué
decisiones vitales toma el católico al respecto para vivir una existencia
auténticamente cristiana, una vida realmente de Cristo en su tiempo y su
espacio concretos?
¿Puede ser
nacionalista el católico?
Este problema no
puede concebirse como mera respuesta a la pregunta: ¿puede el católico ser
nacionalista, paladín del nacionalismo? Especialmente en nuestro país se hace
preciso abarcar esa cuestión en toda su amplitud, o, si cabe, en su totalidad,
aunque sea en forma sintética. Los problemas son de índole universal y queda
entendido, en parte, hablaremos en forma general, en términos válidos para la
cristiandad entera y para todos los pueblos, pero como nos preocupa la claridad
en nuestro país y como los conceptos son más comprensibles explicados con
ejemplos, nadie ha de extrañarse que tengamos ante la vista, ista, en primer
lugar, al pueblo croata.
El concepto
primero y primordial que debemos considerar es que el cristianismo no puede ser
identificado con una nación y que se trata de una realidad de orden superior
que trasciende todos los pueblos, recluta sus adeptos en todas las naciones y
crea una comunidad de carácter distinto a la nacional. El cristianismo se
manifiesta coma un pueblo aparte, el pueblo de Dios, pero ese (pueblo, como
tal, carece de patria terrena, cree en la conquista de la patria definitiva y
eterna hacia la cual se encamina y que se halla en Dios. La Iglesia es la
comunidad de quienes creen en Cristo y, en nombre de Cristo se reúnen en torno
a su misterio para —vi-viendo con fe la comunión con Cristo— realizar su vida
en la tierra de tal modo que alcancen la unión sempiterna con El en el reino de
Padre.
Es obvio, pues,
que el cristianismo presupone pueblos con sus patrias respectivas; el
cristianismo va al socorro a los pueblos para que quienes creen en el
llamamiento de Dios vivan en una forma nueva. Los pueblos no son algo
sobrenatural, sino el producto de la naturaleza y de la historia; en cierto sentido
se moldean así mismos, crecen merced a sus propias fuerzas creadoras. La
Iglesia es un don especial de Dios, otorgado tras la muerte y la resurreccción
del Hijo de Dios como una gracia sobrenatural del cielo, como la participación
concedida a los hombres en la vida de la Divina Trinidad, Padre, Hijo y
Espíritu Santo. Ningún pueblo puede apropiarse de la Iglesia ni someterla ni
identificarse con ella ni convertirla en mero instrumento de sus intereses ni
renunciar presuntamente a todos sus intereses nacionales en favor de la
Iglesia. En todo caso cuando algo de eso acontece o se pro-clama caemos en una
gran confusión que puede perjudicar únicamente a la auténtica verdad y a la
realidad y que significa un retroceso en el crecimiento de los valores y que por
último atenta contra el Evangelio y contra Dios.
El cristianismo, una realidad de orden superior a la nación
Por lo tanto no
se puede identificar el cristianismo y el catolicismo con la croaticidad, no
cabe decir que la Iglesia Católica es equivalente al pueblo croata, que no
puede ser croata quien no es católico y, especialmente, quien no es católico
activo y práctico. Resulta esto tan evidente que no merecería comentario de no
haber habido lamentablemente, entre los católicos en Croacia, semejantes confusiones
en el pasado y existir acaso quienes incurren todavía, en ese error, que no
favoreció ni el fortalecimiento de un catolicismo vivo y auténtico como vida
con Cristo en la fe, ni el genuino progreso de la nación croata.
No es nuestra
intención aquí formular cargos contra los que, de buena fe, incurrían en esa
confusión de conceptos, tratando de respaldar la croaticidad con el catolicismo
o viceversa, o simplemente deseando emular a quienes, sin considerar las
consecuencias, acusaban a los católicos de no ser buenos croatas por pertenecer
a una Iglesia universal.
Creemos necesario
esclarecer tales ambigüedades y declarar que consideramos que todos son hijos
de su (patria, Croacia, prescindiendo de su relación con la Iglesia Católica y
que, como católicos, nunca deberíamos eludir las consecuencias que se derivan
de ese hecho también para nosotros.
Si la Iglesia se
identificase con un pueblo y tratase de expulsar de él a cuantos no son fieles
efectivos, traicionaría su propia naturaleza, dejaría de ser la Iglesia
ascendente, confirmaría que, como Iglesia, posee su patria aquí, en la tierra,
imposibilitaría su propio crecimiento espiritual normal en virtud del llamado
divino dirigido a todos los hombres y se limitaría sólamente al desarrollo
biológico de acuerdo a la reproducción del género humano. Pues un hombre se
hace miembro de la Iglesia en virtud del bautismo y no de su nacimiento.
La Iglesia, por
su carácter, debe sentirse siempre en cada pueblo como la parte ungida de
gracia de ese pueblo que sabe que, en el orden sobrenatural, le es enviada no
para negarlo como :pueblo, someterlo o dividirlo, sino
para establecer en él en libertad y con todos cuantos lo quieren el núcleo que
vive el amor divino, dispuesto a ayudar a todos, sin perjuicio a nadie.
No puede haber el nacionalismo cristiano
De lo antedicho
se deduce claramente que no puede haber un nacionalismo cristiano o católico.
Alguien, sin duda, dirá que los hubo y que tuvieron fuerte apoyo por haber
constituido vigorosos movimientos. Así, por ejemplo, tenemos L'Action Française
(fundada en 1898), como un movimiento netamente católico-nacionalista (y,
además, monárquico) inspirado por Charles Maurras. Aquí hay un malentendido. No
sin razón hubo entre los líderes de la Acción Francesa declarados ateos que no
admitían la transcendencia divina.
No se puede negar
que la religión, cristiana, como hecho histórico, penetró hondamente en el
substrato de ciertas naciones como realidades históricas. Es cierto que el
catolicismo significó para ciertos países el factor determinante en el proceso
de su formación. Sería ridículo ocultarla Pero a condición de entenderlo
rectamente. Debemos saber distinguir, diferenciar las cosas en su naturaleza
intríseca.
Aquí no puede
ayudar la distinción hecha por algunos teólogos entre la religión como producto
del genio creador del hombre y el cristianismo como revelación divina. No cabe
duda que las religiones paganas fueron y siguen siendo muy nacionales y hasta
tribales. Buscando a Dios y queriendo establecer el contacto con El, los
pueblos crearon las formas religiosas íntimamente unidas a su peculiaridad
nacional y a su capacidad creadora, determinadas por su genio nacional. El
cristianismo no es una religión natural de ese tipo, surgida como un esfuerzo
humano para llegar a Dios, sino la venida de Dios hacia el hombre, el
llamamiento de Dios, su holocausto, la entrega de Dios mismo al ser humano. Sin
embargo, el cristianismo como don divino, como Evangelio divino, como acción
salvadora de Dios no rechaza ni elimina las formas religiosas creadas por el
pueblo, sino que las acepta, las purifica, se encarna en ellas, posibilita el
desarrollo ulterior de la actividad popular en el campo religioso, encauzada
solamente ahora en la dirección recta hacia Dios sin el peligro (o por lo
menos, con menor peligro, según la vigilancia cristiana en cada pueblo) de
desviaciones o devaneos.
Es obvio que, en
ese sentido, el cristianismo en general y el catolicismo en particular, como
revelación divina encarnada en las formas creadas por un pueblo antes de
abrazar el cristianismo (por ejemplo, muchas costumbres populares) o inspiradas
en el ya adoptado y vivido misterio cristiano, pueden constituir un elemento
importante, incluso decisivo, en la totalidad de los valores y bienes que
forman la patria espiritual y —en cierto aspecto— hasta material de un pueblo.
En ese sentido, el cristianismo puede considerarse como punto de partida del
nacionalismo o como un componente del patriotismo, pero en tal caso no se trata
ya del cristianismo en su verdad auténtica, sino de las formas concretas en que
el cristianismo se hubiera encarnado. Es entonces cuando se corre el (peligro
de que quienes plantean de ese modo el problema ensombrezcan para ellos y para
los demás la esencia intrínseca del cristianismo e imperceptiblemente se
desvíen y no vivan en el cristianismo genuino sino en los esquemas vacíos e
incapaces de traducir lo auténtico y esencial en el mensaje de Cristo. En tal
caso, tendríamos sólo un valor nacional; pero, por un malentendido, se le atribuye
el valor trascendental que pertenece al cristianismo en sí, degeneraria en ese
fanatismo que a veces origina tragedias y, hasta, catástrofes nacionales y aún
para todo el género humano.
Es evidente que
esos valores religioso-nacionales, entendidos de tal modo, deben interpretarse
más bien como valores nacionales que religiosos, aunque en el
(primer sentido creados por el genio nacional bajo la inspiración cristiana.
Por eso no cabe excluir del marco de la conciencia nacional y de los valores de
ese tipo los demás que surgen tal vez fuera del cristianismo, que tienen otras
raíces distintas y otras inspiraciones como por ejemplo —si tal es caso— del
islamismo o de una corriente filosófica y de una inspiración artística sin
derivación directa del cristianismo.
De lo expuesto
parece derivar claramente que el catolicismo tanto menos puede (pretender ser
base exclusiva de la concincia nacional o el punto de partida inspirador del
nacionalismo cuanto más se lo vive intensamente como una revelación y la
comunión con Cristo; y corre mayor peligro de tornarse nacionalista a medida
que se lo considere como una religión análoga a las demás, fruto del genio
creador del hombre en Ia incensante búsqueda de Dios. Es evidente que el
cristianismo no puede existir en una forma pura, sin ser moldeado en formas
concretas, pero mostrándose siempre vivo y conciente de su esencia, no correrá
el peligro de nacionalisarse.
La Iglesia no puede imponerse por la fuerza
Se infiere, pues,
de lo dicho que lo que se llama la patria del pueblo croata no puede concebirse
sin aportes del mismo pueblo, enriquecidos por la fe católica, pero tampoco sin
los aportes y los lazos espirituales y culturales con otros pueblos por
intermedio de la Iglesia Católica. Lo que no significa en absoluto que la
Iglesia Católica puede negar los demás elementos constitutivos o identificarse
con el pueblo. Dicha Iglesia halló ciertos valores —incluso religiosos— en el
pueblo evangelizado y, a lo largo de los siglos, trató de ayudarlo en su
crecimiento espiritual, de unir a sus hijos en la vida de Cristo, haciéndolo
con mayor o menor éxito, con mayor o menor habilidad, con mayor o menor
autenticidad cristiana y cometiendo también omisiones y errores. Por ello forma
parte de ese pueblo, sin ser el pueblo como tal, y no puede imponerse a él por
la fuerza ya que no es esa su misión. Debe tratar de servir a ese pueblo y si
hoy hubiese cambiado ciertas relaciones, tampoco puede ni debe actuar para
dividir a aquél, sino convertirse en un factor desinteresado de concordia y armonía
dentro de sus posibilidades y en la medida en que lo permita su propia
naturaleza que es la de predicar el amor divino y la libertad humana para el
desarrollo y la madurez individual. Y esto en el pueblo croata coma en los
demás que abrazaron sus doctrinas. Los miembros de esa Iglesia debería tener
conciencia de que lo que se llama la patria del pueblo croata está integrado
también por valores y bienes inspirados en otras fuentes espirituales que
lograron enraizarse en aquel pueblo y dieron a la comunidad nacional croata un
carácter específico. La Iglesia Católica dejaría de ser universal si llegase a
encerrase en un exclusivismo en que no viese y reconociera esos restantes
valores de distinta procedencia.
Si el
cristianismo tiene la misión peculiar de unir a los hombres y establecer un
orden especial para la vida de la comunidad en forma distinta a la de la
comunidad nacional, que no equivale a decir que los cristianos hayan de quedar
al margen de su pueblo, sin interés ni responsabilidad por su patria terrenal
y, sobre todo, tampoco quiere decir que el cristianismo, por no identificarse
con la nacionalidad, es un antagonista o una opositara de la nacionalidad. La
Iglesia Católica es una comunidad de hombres que en cada pueblo se reúnen en
torno de Cristo para vivir según la religión en el amor de Cristo y al servicio
del prójimo hasta el día de la venida de Cristo. Mas esos hombres no viven en
el aire, en un espacio vacío, en una región abstracta. No difieren de los demás
compatriotas ni por lo que se refiere al territorio, ni por el idioma, ni por
las instituciones políticas (cfr. la Epístola a Diogeneta), sino que participan
en la vida de su pueblo e igualmente en su responsabilidad, son necesariamente
solidarios en la creación de bienes y valores imprencidibles para todos.
Como hemos visto
al comienzo, el nacionalismo resulta sospechoso a los ojos de los católicos,
pero no lo es el amor en sí a la patria y al pueblo, no es sospechoso el
patriotismo, sino más bien un deber de todos los fieles cultivar el amor al
suelo patrio, aunque sin fanatismo ni exclusivismo según enseña el Concilio (GS
art. 75,4).
Por nacionalismo
entendemos aquí la teoría y el movimiento originado por ella que considera que
la nacionalidad es en cierto sentido el bien supremo al que hemos de
sacrificarle todo y que justifica el crimen y la injusticia cometidos en su
nombre. El nacionalismo, entendido así, diviniza a la nación (como lo hizo el
nazismo de Hitler); es un afán de dominar a otros pueblos y la creencia de que
el egoísmo nacional y el poder de la nación constituyen el supremo bien, en
cuyo nombre es lícito pisotear no sólo los valores del pueblo propio sino los
de los demás pueblos. En virtud de tal nacionalismo se exigen al pueblo propio
—y, por supuesto, a sus clases oprimidas— enormes sacrificios para fortalecer
el prestigio interno mediante la creación de un poderoso ejército con miras a
atemorizar a los vecinos o con fines de conquista; o se recurre a otros
procedimientos que no sirven al bien común, pero sí a la fatuidad nacional. Tal
es el nacionalismo de un ¡pueblo que se apodera de
territorio o de bienes ajenos, o que trata de avasallar a otros pueblos en lo
económico, cultural, político o incluso en lo nacional, suprimir su identidad
nacional, absorberlo y desnacionalizarlo. No importa que esos actos se realicen
en forma abierta o disimulada, ni que se esgriman lemas y estribillos sobre las
nuevas estructuras, sobre la creación de unidades estatales más fuertes, sobre
"el nuevo orden" o sobre la liberación del colonialismo, etc.
Todos esos fines
pueden alcanzarse —o intentar alcanzarse— sin una opresión nacionalista, sea
propia o ajena, sin imponer su dominio a otro país, sin descartar los valores
nacionales y culturales de otros pueblos, sin recurrir a procedimientos
vergonzosos que atentan contra la dignidad individual y nacional. Los hombres y
los pueblos deben tender a esos objetivos en libertad y de común acuerdo; acaso
sus anhelos sean menores, pero se alcanzarán con mayor éxito y con mayor
dignidad humana. Un nacionalismo como aquél debe ser repudiado, es indigno del
hombre y, sobre todo, ni concuerda con la visión cristiana del hombre no con su
filosofía.
La presencia de la Iglesia
Por ello
preferimos hablar de patriotismo antes que de nacionalismo, aunque no quepa
condenar el vocablo nacionalismo si por él se entiende un empeño por el
desarrollo justo y la libertad del pueblo propio y el ajeno, que no sea
propenso a cometer injusticia o a imponerse egoísticamente dentro de sí mismo,
sino que tiene el propósito de engrandecer a su país solidariamente con otras
naciones. En este caso, trátase de "nacionalismo sano", de que habló
Pio XII.
Podemos aplaudir
—aunque parezca paradójico— lo que dice Friedrich Heer: "El cristiano, el
católico europeo es el católico francés, español, polaco, irlandés, inglés,
croata, alemán italiano, o no existe". El cristianismo y la Iglesia no son
conceptos abstractos, sino una comunidad concreta y viviente de hombres, y por
ello deben encuadrarse en un pueblo, en una comunidad nacional. El cristianismo
no consiste en abrazar intelectualmente una idea —lo que podría considerarse
como un acto no determinado por cierta patriar—; es la convivencia de un grupo
humano en un lugar determinado; es, por ejemplo, la acción litúrgica y de ahí
que no puede sin arraigar en un suelo, ser formado y enriquecido por una
cultura concreta, estar impregnado de ideas y sentimientos propios, es decir
por la patria. Puede empezar como la planta injertada, como un aporte foráneo,
pero no crecerá sin enraizarse en el nuevo suelo hasta convertirse en una parte
integrante de él. La patria, el pueblo, la nación —conceptos tan relacionados
entre sí pero diferentes— designan realidades complejas, necesarias al hombre
para poder vivir y desenvolverse como hombre, sentirse él mismo, un ente no
sólo aceptado sino que también acepta a los demás, seguro, arraigado, provisto
y rodeado de suficientes bienes, valores y atenciones, ansioso de comunicarse
con otros, feliz creador y útil, de realizarse y contribuir al bien común, de
sentirse protegido por los demás y alegre de proteger a sus prójimos.
No es mi
intención pormenorizar lo específico de cada una de tales nociones, ni precisar
la diferencia de esas realidades del Estado. Baste señalar que éste —por encima
de lo que ya posee la patria— disponga de autoridad, o sea del poder y de la
fuerza apara asegurar la conservación y la promoción de todos los valores que
con-forman el patrimonio nacional. El Estado cuenta con la independencia
política, soberana o limitada (ej. gr. el Estado en el marco de una federación
de Estados) mientras que la nación carece de ello o, por lo menos, aspira a
conseguirlo.
La Iglesia y la patria
Para la Iglesia,
por más que nos parezca extraña, privan el pueblo y la patria sobre el Estado.
La Iglesia Católica, a lo largo de su historia, no tomó siempre en debida
cuenta ese hecho fundamental *. La función de Estado es el progreso
libre de los hombres, incluso la de facilitar y ayudar al progreso individual.
Una persona no puede desarrollarse adecuadamente sin su patria, sin su pueblo,
sin los valores y los bienes que implican esos conceptos. El Estado puede y
debe fortalecer su poder y autoridad en la medida en que lo requieran la
defensa de otros Estados y sus apetitos egoístas, para asegurar la libertad y
crear las condiciones necesarias para esa libertad cívica y económica de todos
los ciudadanos (y de todas patrias si se trata de un Estado plurinacional).; más ese fortalecimiento de la autoridad estatal nunca
debe constituir un fin en sí. El fin del Estado es el progreso del hombre y,
por tanto, de la (patria, por cuanto aquél se desarrolla dentro de ésta. El
Estado puede incrementar los medios de coacción, pero nunca para subyugar a sus
compatriotas o someter a otros países, sino para proteger a los ciudadanos de
los abusos ajenos o para contribuir al desarrollo de la patria. Nunca para
oprimir, siempre para liberar. La Iglesia necesita en ese aspecto también la
ayuda del Esta-do para protegerla de eventuales opresiones y asegurarle la
libertad. Pero la vida de la Iglesia no se desenvuelve en el Estado, sino en la
patria, no en el marco de la autoridad y de las actividades propias del Estado,
sino en la vivencia de los valores y bienes que constituyen la esencia de un
pueblo.
Por ello la
Iglesia, siendo una comunidad organizada en el plano supranacional, debe
aspirar y lograr enraizarse hondamente en el pueblo, en la patria. Esto vale
ciertamente, para los titulares de los cargos respectivos en la comunidad
eclesiástica. Tal vez pueda justificarse que ciertos cargos dentro de la
jerarquía eclesiástica en un pueblo sean ocupados por extranjeros hasta que la
comunidad cristiana respectiva progrese y madure, pero no cabe mantener por
siglos a un pueblo en un grado de inmadurez y humillarlo al no confiar los
puestos de responsabilidad a sus hijos.
Creo que es
correcto reconocer que, en ese sentido, la Iglesia Católica no procedió siempre
en forma adecuada en el caso de pueblo croata; basta acordarse de la
nacionalidad de los altos prelados en el siglo pasado, incluso de los
arzobispos de Zagreb, ya que se tomaba más en consideración la autoridad
estatal que las aspiraciones legitimas del pueblo. Si hoy otros hijos de
nuestra patria común señalan a los católicos croatas ese hecho, no es necesario
forzar su defensa en desmedro de la sinceridad y la realidad histórica. Hace
falta reconocer la verdad y procurar que el hecho no se repita.
Hay desde luego
otros elementos que igualmente exigen que la Iglesia, en el nivel de su
organización, debe arraigarse en la patria, debe ser
la parte viva del pueblo. Ser parte integrante del pueblo no equivale a estar
acorde con cuanto acontezca en aquél, o siquiera con lo que una parte de ese
pueblo emprenda o haga; aunque se afirme que lleva el sello de lo
auténticamente nacional y popular, puede no responder al verdadero interés del
país entero. No coincidir con el bien supremo de la humanidad. La Iglesia que
convive con el pueblo defenderá con mejores resultados todas las causas nobles
cuando aquél la sienta competentrada con sus genuinos intereses y no la vea
obligada a recurrir a los compromisos que no responden a verdad evangélica ni
testimonian el amor y la justicia de Cristo.
Patria, ambiente de la libertad madura
Los católicos
deben sentirse solidarios con su pueblo, deben —precisamente para ser buenos
católicos— convivir íntimamente con la comunidad nacional, amar sinceramente a
su patria. Ser miembro de la Iglesia de Cristo como tal, como comunidad
escatológica que busca su última finalidad en Dios y cree conseguirla, es lo
que facilita —si se es sinceramente tal miembro en el Cuerpo de Cristo y no
instrumento para fines anodinos— el amor desinteresado a la totalidad del
prójimo y la gozosa colaboración común para perfeccionarse y constituir a un
pueblo en el medio más apropiado para lograr toda suerte de beneficios y
hacerlos llegar a cada individuo.
El católico
siempre cuidará que el engrandecimiento de su patria no sea a costa de la
destrucción o el despojo de la ajena, pero tampoco podrá considerarse un hombre
íntegro y cristiano si esquiva las responsabilidades que le corresponden en su
propio país. A la patria la llamamos madre, pues de hecho equivale al regazo
materno en el que se crece con calor, amparo y seguridad. De ahí que en ella
encuentre el medio para ser un cristiano libre, y aceptar como hombre libre y
con decisión consciente, el amor divino. Cierto que se puede ser cristiano
igualmente en la cárcel, pero lo normal es responder al Llamamiento divino
dentro de esa plena libertad que sólo se encuentra en la patria.
Consecuentemente, todo cristiano, dentro de la misión que desempeña, debe
contribuir a aumentar el bien común que hará que sus hermanos sean más libres y
capaces para tomar decisiones independientes.
Indudablemente,
esto es válido también para los bienes económicos, para el desarrollo económico
de la comunidad, que, por cierto, constituye uno de los supuestos más
importantes de la libertad. Subrayo este aspecto de la patria, este elemento de
la comunidad nacional porque algunos cristianos son propensos a no valorarlo
correctamente, o relegarlo. Si bien no estamos completamente de acuerdo con el
papel que los marxistas atribuyen a ese factor, tampoco debemos dejar de
reconocer el aporte extraordinario que, en ese sentido, significó el
pensamiento marxista. El cristiano no puede considerarse como ese extraño
dentro de su patria que sólo reclama derechos o se queja de que estos le son
negados o que es indiferente y oportunista, sino que debe luchar a través de
todos los medios legales y lícitos por esos derechos a fin de poder participar
siempre, en todo lugar y en pie de igualdad, en la creación de valores y
acumulación de bienes que habrán de repartirse equitativamente. Los cristianos
han de ser los primeros en fomentar la cooperación cívica, aunque ésta sea una
tarea ardua debido a las hondas discordias que se produjeron en nuestra patria.
La amistad no quiere decir debilidad, ni tampoco se traduce en meros reproches,
sino que entraña una audacia prudente y una paciente tenacidad.
Los cristianos y la cultura nacional
Un cristiano
tampoco puede sentirse indiferente ante los problemas idiomáticos de su pueblo **, puesto que el idioma es el
instrumento principal que facilita la cohesión del cristianismo en una
comunidad religiosa. La litúrgia y la teología, la predicación y la catequesis
son inconcebibles sin el idioma y su poder comunicativo. El cristianismo como
comunidad viva dentro del pueblo —lo que, en primer lugar, es cálido para el
croata en su fase evolutiva actual y cuando los medios técnicos no han llegado
todavía, a todas las capas sociales— debe desempeñar un papel principalísimo en
la promoción de ese valor esencial del conglomerado nacional, especialmente en
la liturgia, ya que precisamente las masas populares enriquecen su propio
idioma mediante los ritos litúrgicos. La lengua como instrumento del espíritu
nacional y depósito de la tradición como base para el desarrollo cultural,
reviste tanta importancia, tanto en la actualidad como en el futuro, que la,
familia cristiana debería temer su propia muerte si ese idioma se adulterase o
extinguiese, puesto que le faltaría el elemento principal para transmitir la
tradición; y con el estancamiento del desarrollo idiomático o la posibilidad de
una confusión lingüística le resultarían imposibles el progreso intelectual y
el confrontamiento teológico con los sustanciales problemas contemporáneos,
carecería de la luz necesaria para iluminar a la comunidad cristiana y,
eventualmente, a los demás que se interesarán por adquirir esos conocimientos.
No cabe enumerar
aquí todos los valores nacionales sin los cuales el cristianismo no puede vivir
ni desarrollarse en su plenitud. Mencionaremos tan sólo, por ejemplo, las artes
plásticas, la poesía y la literatura, y de un modo especial, la música.
Respecto de todas esas disciplinas, los cristianos católicos tendríamos mucho
que decir. Todas ellas son imprescindibles para el desarrollo de la vida
cristiana, y en todos esos sectores, los cristianos en cuanto tales —y con su
inspiración cristiana— fueron siempre creadores activos. En esta hora de la
reforma litúrgica nos resultan indispensables talentos musicales a fin de crear
un nuevo repertorio dentro de la vida litúrgica cristiana. En la música no hay
dogma, no debemos tampoco atenernos únicamente a lo viejo, es menester crear
cosas nuevas en forma tal que aquélla se con-vierta en parte integrante de
nuestra patria: Croacia. Sin un contacto vivo y dramático con la música, contemporánea
croata no parece probable un surgimiento renovador y vivificante de la música
litúrgica. Si actualmente nuestra música atraviesa por una fase de transición
y, según algunos, incluso por una extrema desolación, tal vez un empeño audaz y
la búsqueda constante de una renovación en el campo de las armonías litúrgicas
contribuiría en algo a las creaciones musicales del pueblo croata.
El elemento profético
Muchos creen que
el papel de los cristianos dentro de la vida de un pueblo es necesariamente
conservador, es decir: favorable al mantenimiento, a toda costa, de lo viejo.
Tal suposición sería exacta si el cristianismo fuese únicamente una religión
natural. Forma parte de la esencia de las religiones ser conservativas,
sacralizar y resguardar los valores dentro de formas que fosilizan rápidamente.
El cristianismo, en cambio, es en su médula profético; se muestra descontento
con lo alcanzado, aspira siempre a lo mejor y nunca juzga lo suficientemente
vivas y auténticas sus realizaciones. Cree siempre que pueden mejorarse y
superarse. En Croacia, ese cristianismo no es bastante vivo e inquieto. El
Concilio nos sacudió. Depende de los fieles cristianos, y en primer lugar, de
los jóvenes que nos convirtamos en un cristianismo vivo —no sólo contribuyendo
a los bienes y valores nacionales contemporáneos, ya realizados— sino que
marchemos con audacia hacia el porvenir y creemos nuevos bienes, sin temor a
ayudar a cuantos deseen crear, crecer y contribuir al bienestar del pueblo. Es
el cristianismo que renunció a su estabilidad y se moviliza para alcanzar
prosperidades nuevas y buenas...
Los cristianos deben ser patriotas
El cristianismo
debe ser patriótico y popular, y los cristianos buenos patriotas. Siempre
teniendo presente, claro es, la totalidad de la familia humana y sin perseguir
o proteger falsos intereses propios que atenten contra los justos de la
humanidad o de otro pueblo. El cristiano dará también muestras de amor a su
patria cuando deba corregirla, criticarla, señalar sus debilidades, omisiones,
o, a veces, procederes deshonrosos. El cristiano sabe que es falso el dilema: o
la religión o la nación, pues no puede haber fricciones entre ambas cuando los
problemas se plantean correctamente. Caben, por supuesto, tensiones, equívocos
y malentendidos, mas fitos nunca deben solucionarse con premura cual si se
tratase de contradicciones insalvables; es menester proceder con paciencia y
con amor, que son, por excelencia, las virtudes cristianas. La Iglesia Católica
puede ser oprimida, atacada, perseguida en una nación. En ese caso, debe
defenderse, pero nunca de modo tal que ponga en cuestión otros auténticos y
verdaderos valores de la patria, especialmente la libertad de todos los
integrantes del pueblo. Las tensiones deben ser superadas con sinceridad, con
una pronta disposición al diálogo y llevando valientemente la cruz como lo hizo
Cristo. '
(Este artículo
fue publicado en el periódico quincenal Glas Koncila (El vocero del
Concilio), número del 16/VI/1969, Zagreb, Croacia.
Tomislav Šagi-Bunić es uno de los más destacados teólogos croatas en
la actualidad. Era un íntimo colaborador del cardenal Šeper en el Concilio
Ecuménico Vaticano II, cuyas opiniones progresistas, pero moderadas, no
pudieron escapar a la atención pública y de los padres conciliares. En mérito de
estas opiniones y las demás virtudes del sacerdote y teólogo, el cardenal Šeper
fue nombrado en 1968 el prefecto da la Congregación para la Fe. Para el
reconocimiento de los méritos personales del padre Šagi-Bunić, el S. Padre
Paulo VI lo nombró en 1969 para formar paute de la Comisión Central teológica
dentro del organismo eclesiástico mencionado, pudiendo considerárselo como el
más alto foro doctrinario de la Iglesia Católica. Šagi-Bunić es
actualmente decano de la Facultad de Teología de Zagreb.
Con satisfacción
especial anotamos este acontecimiento que honra altamente al pequeño pueblo
croata.
Informe ante la
Comisión Aliada de 1946
La revista italiana Il Borghese ha publicado el 22 de
febrero de 1970 el, artículo "L'Italia e la prossima crisi
jugoslava", cuyo autor es Piero Buscaroli. Partiendo de un hecho cada vez
más evidente de la actual crisis general de la Yugoeslavia comunista,
Buscaroli, intencionalmente, complica y oscurece el problema nacional croata en
aquel complejo de factores que hacen el trasfondo de dicha crisis. Pero el
propósito principal del autor es reavivar las pretensiones ilegítimas italianas
a la costa oriental adriática, patria milenaria del pueblo croata. Buscaroli
menciona expresamente a Istria como una de las cuatro provincias que Italia
habría perdido al finalizar la segunda guerra mundial.
Para que los lectores de Studia Croatica puedan notar lo infundado del
artículo de Piero Buscaroli, reproducimos aquí un documento de valor
internacional, referente al carácter étnico croata y esloveno de Istria.
Confiamos en que la opinión pública mundial no permitirá jamás la repetición de
una proclama semejante a la del gobernador italiano —Dr. Giusepe Bastianini— de
la Dalmacia croata durante la última guerra mundial bajo ocupación italiana,
cuando el 12 de abril de 1942 en Zadar dijo enfáticamente qua de allí (es decir
de Dalmacia, Obs. de la Redacción de SC) deben emigrar todos quienes no quieren
reconocer la cultura italiana, la moral romana, el idioma italiano y el hecho
"del retorno del león armado de San Marcos". — Redac. S. C.).
El día 19 de
marzo de 1946, a las 22 horas y 45 minutos, se presentaron en Pazin (Istria)
ante la Comisión Aliada, y permanecieron hasta las dos de la madrugada los
sacerdotes Božo Milanović, Tomo Banko y Leopoldo Jurca en representación
del clero croata de Istria, organizado en el "Colegio sacerdotal de San
Pablo para Istria". Ante una larga mesa del ayuntamiento se hallaban
sentados los delegados de los gobiernos inglés,
norteamericano, soviético y francés. En total 17 personas. Ese día presidió el
representante inglés.
Tras el saludo
los sacerdotes tomaron asiento y fue leída el acta referente al carácter
secreto del interrogatorio. El presidente de la Comisión, después de
corresponder a su saludo, se refirió a dicha acta y les preguntó cuántos y a
qué sacerdotes representaba el "Colegio Sacerdotal de San Pablo para
Istria". El presidente del Colegio, Tomo Banko, respondió: "Es una organización
gremial de todos los sacerdotes croatas de Istria y de los clérigos eslovenos
que actúan en la zona croata de Istria".
PREGUNTA. — ¿ Cuántos sacerdotes integran el Colegio?
RESPUESTA. —
Cincuenta y dos.
P. — ¿No hay
entonces más curas croatas y eslovenos en Istria?
R. — Hay además
doce eslovenos en la parte eslovena de Istria; en total sesenta y cuatro.
P. — ¿Cuántos son
por todo en Istria?
R. — (Según lo
convenido previamente, empezó a contestar el Rev. Božo Milanović) Ciento
cincuenta y dos.
P. — ¿Por lo
tanto, hay en Istria ochenta y ocho sacerdotes italianos?
R. — Es verdad,
pero nosotros representamos el 75% de todas las parroquias istrianas y la
mayoría de las mixtas. O sea, en Istria hay 132 parroquias netamente croatas, 1
italiana y 23 mixtas, que comprenden sólo a las que cuentan con más del 10% de
otras nacionalidades. Por consiguiente, de todas las parroquias y capellanías
en Istria 75% son croatas, 12% italianas y 13% mixtas.
P. — ¿Vale decir
que un sacerdote atiende varias parroquias?
R. — Así es;
muchos de ellos, croatas, atienden dos o tres.
P. — ¿Podrían
facilitarnos una lista de las parroquias de Istria?
R. — Desde luego;
las tenemos aquí en varias copias, en croata, inglés, ruso y francés.
Los integrantes
de la Comisión fueron gratamente sorprendidos y recibieron sendas copias con
evidente satisfacción. El presidente de la Comisión recalcó que esa lista
revista para ellos gran importancia y los comisionados la hojearon, y uno de
ellos inquirió:
P. — ¿Cómo
incluyeron Sovinjak entre las parroquias croatas si, de acuerdo al censo de la
población de 1945, hay en Sovinjak más de 200 italianos de un total de 300
habitantes?
R. — Porque
sabemos que algunas familias, si bien registradas como italianas, son de
nacionalidad croata y porque es público y notorio que Sovinjak es parroquia
croata.
P. — Hemos oído
que los fascistas persiguieron a muchos sacerdotes croatas. ¿Cómo es que en
vuestra organización figuran 52 miembros?
R. - Durante el
primer año (1919) del dominio italiano, a raíz de las persecuciones, tantos
sacerdotes croatas tuvieron que pasar ya a Yugoeslavia que 60 parroquias de esa
nacionalidad, pasaron a manos de curas italianos que, inmediatamente
introdujeron su idioma en las iglesias y los despachos parroquiales. Luego siguieron
las persecuciones y muy pocos sacerdotes croatas permanecieron en Istria.. Nuestra organización mandaba alumnos a los seminarios
italianos y cuidó de que conservasen su conciencia nacional. De ese modo
formamos a nuevos sacerdotes en Istria. Por ello, de los 52 integrantes de
nuestro Colegio la mayor parte son jóvenes.
P. — ¿Aumentó el
número de vuestros sacerdotes después de la guerra?
R. — No, salvo
cinco recientemente ordenados.
P. — ¿Desde
cuándo existe el Colegio sacerdotal de San Pablo para Istria?
R. — Desde 1920;
más tarde, su actividad fue suspendida debido a la persecución fascista. Lo
renovamos en agosto último con la aprobación de las autoridades eclesiásticas y
civiles.
P. — Según el
censo de la población de 1921, en Istria había 90.000 croatas y 250.000
italianos. ¿Qué sabéis sobre el particular?
R. — Fue
precisamente al revés: alrededor de 90.000 italianos y 250.000 croatas. En Zona
Julia entera había cerca de 600.000 eslavos --o sea 350.000 eslovenos y 250.000
croatas.
P. — ¿Cómo
obtuvieron esa cifra?
R. — Sobre la
base de las estadísticas eclesiásticas.
P. — ¿La Iglesia
hizo algún censo de la población?
R. — Cada tercer
o cuarto año las diócesis publicaban una nómina de sus feligreses y sacerdotes.
En dicha nómina se consignaba también el número de habitantes de cada
parroquia.
P. — ¿En qué
forma se publicaban esos censos?
R. — En forma de
libro, de formato normal.'
P. — ¿En esos
censos se designaba la nacionalidad?
R. — En el de la
diócesis de Trieste, que hasta 1919 abarcaba también la actual diócesis de
Fiume, excepto esa misma ciudad, los lugares y las aldeas croatas venían
designados con la ortografía croata y los italianos con la ortografía italiana.
De ese modo se sabe dónde habitan los croatas y los eslovenos y dónde los
italianos. En la diócesis de Goricia es fácil determinarlo, por cuanto allí hay
parroquias mixtas.
P. — ¿Quién
publicaba ese censo y cómo recogía los datos?
R. — El obispado
publicaba oficialmente la nómina de sus parroquias y de sus sacerdotes,
mientras que los datos los recibía de los párrocos.
P. — ¿Según qué
criterio determinaban los párrocos la nacionalidad?
R. — De acuerdo
con el idioma hablado en familia. En muchas localidades, los fascistas
obligaban a los padres a hablar con los hijos en italiano, so protexto de que
los chicos pudieran entender a sus maestros en la escuela. En esas familias,
los padres hablaban en croata y los hijos en italiano, por lo menos hasta que
crecían, pues entonces usaban la lengua de sus progenitores. También en esos
casos el idioma de la familia era el criterio para determinar la nacionalidad.
P. — ¿Los
sacerdotes iban de casa en casa preguntando qué idioma usaban?
R. — No era
necesario, ya que los párrocos están frecuentemente en contacto directo con sus
feligreses al visitar a los enfermos, al bendecir las casas, etc., de modo que
los conocen bien.
P. — ¿Este censo
se refiere también a la Istria occidental?
R. — Sí, hasta
Novigrad (Cittanova).
El delegado ruso.
— ¿Cómo registraban a los sin confesión?
R. — No los hay
entre nosotros.
P. — ¿Podríamos
conseguir un censo eclesiástico de Goricia?
R. — Para las
diócesis de Trieste y Poreč se lo podré dar mañana mismo. Con ello tendrán
el de toda la Istria, pero se puede colegir la nacionalidad simplemente por el
viejo censo (anterior a 1918), de la diócesis de Trieste que hasta entonces
incluía también la de Rijeka (Fiume), salvo la ciudad homónima. Aquí en Pazin,
tengo el correspondiente a la diócesis de Trieste de 1918 y 1940 y el de la
diócesos de Poreč de 1918 y 1923.
Los integrantes
de la Comisión Aliada evidenciaron gran interés y agradecimiento por conseguir
esos censos atribuyéndoles especial importancia.
P. — ¿Sabéis en
qué forma se publicó el censo de la población de 1921?
R. — Los
empleados italianos iban de casa en casa y anotaban lo que querían, mientras
los croatas no podían controlar sus registros. Por mucho tiempo, el resultado
no fue publicado, de modo que la población no lo tomaba en cuenta ni tenía la
impresión de que hubiese sido realizado. La prensa italiana jamás se refirió a
dicho censo.
P. — ¿Lo sabe en
forma directa o indirecta?
R. — Leía siempre
con suma atención los peri&dicos italianos en busca de alguna referencia o
comentario al respecto. No encontré noticia alguna. Por otra parte, no
insistimos tan sólo en los datos estadísticos sobre la nacionalidad de la
población de Istria, sino todavía más en el área poblada por cada nacionalidad.
Nosotros ocupamos en Istria el 80% del territorio, según podrán deducirlo por
la lista de las parroquias y capellanías croatas, italianas y mixtas que
acabamos de entregarles. Los croatas habitan Istria en forma compacta hasta la
costa, y los italianos solamente aquí y allí, como islotes entre nosotros.
P. — ¿Bajo el
dominio italiano gozaban de libertad, idiomática en las iglesias?
R. — Ya dije
antes que en el primer año del dominio italiano en 60 parroquias croatas fue
impuesto en forma exclusiva el idioma de aquel país por intermedio de los
sacerdotes italianos. En las islas istrianas, desde tiempos remotos, la liturgia
se oficiaba en el idioma antiguo eslavo, pero en los primeros años del gobierno
italiano ese idioma fue prohibido y substituido por el latín. En cuanto a Ios
sermones, las cosas eran así : donde había curas
italianos se predicaba en su lengua y donde había croatas, en croata, pero
tropezando con grandes dificultades y a menudo con la condición de pronunciar
el sermón también en italiano durante la misma misa.
P. — ¿Tuvieron
que pronunciarlo primero en italiano o en croata?
R. — Primero en
italiano y luego en croata. En algunas aldeas, como por ejemplo en Motovunski
Novaci, la gente salía del templo durante el sermón en italiano, pero los
carabineros los obligaban a volver.
Los integrantes
de la Comisión se miraron extrañados.
El presidente
preguntó. — Si he entendido bien, ¿el oficio religioso debía celebrarse en
latín y lo demás en un idioma moderno?
R. — Sí, así fue.
P. — ¿Podía
impartirse la enseñanza religiosa en croata?
R. — Sólo durante
el primer año bajo el gobierno italiano pudo hacerse en el idioma materno o
hasta que hubiese alguna escuela croata. La mitad de nuestras escuelas
primarias fue abolida ya el primer año de dominio italiano, y el resto corrió
igual suerte pocos años después. La escuela secundaria no la teníamos bajo
Italia.
P. — Acerca de
las escuelas disponemos de datos exhaustivos y quisiéramos volver al tema de la
enseñanza religiosa.
R. — Quiero
agregar que en Italia, después del concordato, los sacerdotes no podían
impartir la enseñanza religiosa en las escuelas. En las viejas provincias
italianas los párrocos podían cada año visitar dos veces la escuela para
controlar a los maestros encargados de la enseñanza religiosa. En cambio, aquí
las autoridades obligaban a los párrocos a ir a la escuela e impartir la
enseñaza religiosa. Lo hacían con el propósito de italianizar a los alumnos.
Pero los sacerdotes croatas rehusaron contribuir a la desnacionalización de sus
compatriotas mediante la enseñanza religiosa y la impartían exclusivamente en
los templos. En su labor, fueron acosados y perseguidos a menudo. Con ese
motivo muchas veces enviamos delegados con memoriales al Vaticano, generalmente
sin éxito. La Santa Sede tenía las manos atadas, pues podía empeorar la
situación de la Iglesia en toda Italia por nosotros. Además, es preciso tener
en cuenta que no había clero superior de nacionalidad croata, ya que en virtud
del concordato entre la Santa Sede y el gobierno italiano, estipulado en 1929,
ni un solo sacerdote podía ser designado cura u obispo sin la previa aprobación
del gobierno italiano. Por ello únicamente podían ser designados obispos de
nacionalidad italiana y considerados nacionalistas por el gobierno de aquel
país. Nosotros, los croatas, en Italia fuimos divididos en cuatro diócesis.
P. — ¿Dónde está
la sede de vuestro Colegio y dónde vive su presidente?
R. — Señalé con
la mano al rev. Banko. Entonces los integrantes de la Comisión Aliada se
inclinaron con respeto. El presidente de la Comisión pidió disculpas a los
sacerdotes presentes por haberles demorado tanto tiempo e interrogarlos
detalladamente, pues sus datos eran muy valiosos para el cometido de la
Comisión.
P. — ¿En las
iglesias de la zona A se puede usar libremente el idioma esloveno e italiano?
R. — Sí, pero en
Trieste se presta poca atención a las predicaciones en esloveno.
P. — ¿Se debe
ello a la falta de sacerdotes de ese idioma?
R. — No, sino a
que en ciertas iglesias no se puede predicar en esloveno. Asimismo, en la
ciudad de Pula no se pronuncia un solo sermón en croata. (La Comisión manifestó
su extrañeza).
P. — ¿Pueden
nombrarnos las parroquias de Trieste y sus alrededores?
R. — Las
encontrarán en la nómina de ellas que les entregaré mañana. Agregó que de las
23 parroquias mixtas de Istria en que se pronuncia el sermón en dos idiomas
sólo se hace en cinco de aquéllas, mientras que en las 18 restantes todavía
queda excluído el uso de la lengua croata.
La Comisión se
mostró sorprendida y pidió la nómina de las cinco parroquias con el sermón
bilingüe. Se las cité y los comisionados tomaron nota. Luego les informé que
los periódicos y los prefectos italianos en varias audiencias se negaban a
llamarnos croatas y reconocernos como tales, sino que nos denominaban
"istriani", "carsi", etc., y generalmente nos apodaban con
el nombre "alloglotti".
El presidente de
la Comisión dejó seguidamente en libertad a los demás integrantes para formular
preguntas si así lo deseaban. El delegado francés inquirió por qué habíamos incluído Buzet entre las parroquias croatas toda
vez que, según los datos estadísticos de 1945, había allí 240 italianos y 170
croatas.
R. — A esa
parroquia no pertenecen tan sólo las casas cercanas a la iglesia sino muchas
otras aldeas que son croatas y totalizan más de 4.000 habitantes. Por lo tanto,
el número de italianos no alcanza ni el 10% de la totalidad de los feligreses.
P. — ¿Podría
usted nombrarnos algunas de esas aldeas?
R. — La nómina de
todas ellas la encontrará en el libro que le entregaré mañana.
M. Mosley,
delegado norteamericano, preguntó a su vez: ¿Cuándo fue fundada la asociación
de San Mohor y qué clase de sociedad era?
R. — Es una
Sociedad literaria y fue fundada en 1924. Antes imprimíamos libros aquí, en
Pazin, donde teníamos nuestra imprenta. Pero los italianos de esta ciudad la
destrozaron en 1919 y 1920. Rompieron las máquinas y desparramaron los
carácteres de tipografía por la calle, donde durante un mes podía recogerlos
quien quisiera menos nosotros. Más adelante fundamos la Sociedad de San Mohor
como una cofradía religiosa con la aprobación eclesiástica, ya que las
autoridades civiles no nos permitieron fundar asociaciones de otra índole.
P. — ¿Les
autorizaban imprimir libros?
R. — A fin de
conseguir más fácilmente el permiso, trasladamos la imprenta a Trieste. Allí,
superando grandes obstáculos, pudimos publicar varios libros. Pero impusieron
la censura de éstos después de ser impresos, y sin la aprobación previa no
podíamos salir de la imprenta. Por varios meses hubimos de esperar la
aprobación indispensable. De ese modo nos retenían los calendarios hasta que
transcurriera el tiempo propicio para su venta. Un libro de cuentos fue
secuestrado por contener los nombres de los autores croatas. Una vez aprobado
el libro en Trieste, los carabineros en Istria obstaculizaban su distribución. El rev. L. Jurca, presente aquí, fue multado con 500 liras
por distribuir libros a los socios.
P. — Ustedes tres
estuvieron en una o en varias parroquias. Por lo tanto, ¿conocen la situación
imperante en una jurisdicción más amplia?
R. — Servimos en
varias parroquias.
El presidente
preguntó. — Los representantes del clero, teniendo en cuenta el memorándum que
acaban de entregarnos, ¿tienen algo que agregar?
R. — En la época
de la lucha nacional bajo el Imperio austríaco, los políticos croatas
confeccionaron la nómina de los italianos, radicados en Istria desde hace
tiempo. Eran 24.000.
Que los italianos
provienen generalmente de los eslavos lo prueban sus apellidos, cambiados por
los fascistas.
El carácter
croata de Istria lo comprueban también los nombres croatas de la totalidad de
los campos, valles, montes, ríos, etc., usados igualmente por los italianos.
Los croatas y los
eslovenos poseen en Istria su poesía popular, sus cuentos, trajes típicos,
costumbres peculiares, etc., lo que no tienen los italianos de aquella región.
Nuestro pueblo
padeció tanto bajo el dominio italiano que preferiría morir a volver a depender
de Italia y creo que todos los considerarían como su mayor desgracia.
Sostenemos que el
Adriático es la frontera natural entre Italia y Croacia. Istria se halla
ubicada en la orilla oriental del Adriático. Donde termina el Adriático y
desemboca el río Soča (Isonzo), allí está desde tiempos remotos el linde
étnico entre los eslavos y los italianos cohabitando en el territorio
inniterrumpido.
Istria
constituye, también, una unidad geográfica y económica e inseparable de
Croacia.
(Traducido de Bakarska
Zvona — Las Campanas de Bakar, N° 7, octubre-noviembre de 1968, Bakar,
Croacia).
El Dr. Bruno
Tandara, "diputado" en el Consejo de República en el Sabor (Dieta) de
la República Socialista de Croacia, al defender a políticos de la Croacia
meridional (Dalmacia) contra los ataques dirigidos a los mismos por los
representantes del centralismo de Belgrado con motivo de su crítica pública
sobre la explotación en general y, especialmente, del distrito de Imotski —uno
de los 16 más subdesarrollados en Croacia—ha escrito también lo siguiente:
"En la
República Federal Croacia hay 16 comunas subdesarrolladas. Estimando el proceso
de cada una de ellas desde el punto de vista del ingreso nacional per cápita,
distrito de Imotski, con sus 1.630 dinares nuevos por cabeza, pertenece a los
más atrasados en el país. He aquí algunos datos que cobran por sí mismos un
carácter acusatorio. No quiero decir que la comunidad no demuestre interés por
esta parte de la Re-pública Socialista de Croacia, pero los resultados
conseguidos son muy magros en comparación con la participación de aquel
distrito en la acumulación nacional yugoeslava de capital. La comuna tiene
alrededor de 50.000 almas. De este total, el 4% trabajan dentro del territorio
de aquella. Es probable que los obreros de Imotski lleven la delantera en la
lista de emigrados, puesto que 8.000 de ellos trabajan en el extranjero. La
parte de población que queda en la comuna, se dedica a la agricultura
extensiva. En un tiempo, hubo dos ramas fundamentales de este cultivo: La
viniviticultura y el tabaco. La viniviticultura fue "minada" por
medio de la importación de vinos de los países occidentales. (Si se diera la
misma "protección" a la industria nacional de automóviles, nuestro
popular "Ficho" * habría
expirado ya hace mucho tiempo). El tabaco es monopolio del Estado, pero sus
cosechas confirman claramente que su rendimiento era mayor durante el gobierno
del emperador Francisco José I de Habsburgo ****.
La Federación (es decir el centralismo de Belgrado. — Obs. de
la Red.) hace entrar en sus arcas anualmente por rubro
"tabaco" de Imotski 4 mil millones de dinares viejos. Además, como ya
he dicho, 8.000 obreros de Imotski están trabajando en los países de moneda
convertible. Esos obreros envían a sus familiares el dinero por conducto de las
llamadas asignaciones internacionales de divisas. Nuestro sistema sobre
aquellas se halla organizado de tal manera que los bancos pagan a los
interesados de acuerdo al precio del mercadp nacional interno. Los
especialistas dicen que nuestros obreros en el exterior giran anualmente
alrededor de 150 millones de dólares. De esta suma corresponden 12 millones de
dólares a las remesas de los obreros de Imotski. Nuestros especialistas han
dicho públicamente que los bancos pagaban 1,750 dinares viejos por dólar. Con
ésta operación de retención es evidente que los bancos están ganando 500
dinares por dólar. Multiplicando 500 por 12 millones llegamos a la gruesa suma
de 6 mil millones de viejos dinares. Dicho en términos populares, el banco ha
ganado a costa de 8.000 obreros de Imotski un bocado muy suculento. Si ahora
agregamos el importe obtenido por el tabaco, la suma alcanza entonces
proporciones fantásticas para la gente de Imotski. Así es, en efecto, si
tenemos presente que la Federación (el centralismo de Belgrado. — Obs. de la Redac.) ha percibido en un
año 10 mil millones de dinares viejos de una de las más pobres comunas en Yugoeslavia.
He leído también que la comunidad (se entiende política yugoeslava. —Obs. de la Redac.) desde la terminación
de la guerra hasta hoy, ha invertido en el desarrollo de Imotski sólo 2 mil
millones de dinares viejos. Tenemos un acueducto solamente ,en
la propia localidad y carecemos de carreteras asfálticas para unirnos con el
resto del mundo, mientras gran número de nuestros alumnos no terminan su
"Osmoljetka" (escuela primaria de 8 años) porque faltan las
condiciones necesarias'".
Después de haber
revelado estos datos muy elocuentes de por sí, el Dr. Tandara agregó: "Si
esto no es explotación, ni tampoco un sistema de neocolonialismo, ¿qué es
entonces?"
(Traducido de Croatian
Voice (Hrvatski Glas), Canadá, del 21 de enero de 1970).
Mientras en
Eslovenia va en aumento el descontento popular con Yugoeslavia como Estado y se
agudiza la crisis yugoeslavo-búlgara en torno al problema macedonio, en Bosnia
y Herzegovina crece la inquietud por los problemas básicos político-estatales
todavía pendientes. Sabre las tensiones políticas derivadas del problema
nacional se publicó en Sarajevo, a mediados de
diciembre de 1969, un informe acerca de Ias deliberaciones que mantuvo el Comité
Central de la Liga Comunista de Bosnia y Herzegovina los días 13. de noviembre y 11 de diciembre de 1969. De dicho informe
trasciende una gran preocupación de los dirigentes partidarios a causa de los
antagonismos nacionales debido a las influencias croatas y servias. Refleja
también la inestabilidad de la situación política interna en Yugoeslavia al
mismo tiempo que los generales servios hacen actos demostrativos en las partes
occidentales del país y los servicios centrales de seguridad están suprimiendo
la magra libertad de prensa, amordazando a los intelectuales y reimplantando el
clima del terror y la inseguridad. Del informe referido cabe colegir que el
expansionismo servio apunta actualmente a Bosnia y las regiones allende el río
Sava.
Tras "condenar
la difusión de la intolerancia nacional" en Bosnia y Herzegovina, el
documento del Comité Central de la Liga Comunista de esas dos regiones subraya
(Vjesnik, 15/XII/1969, Zagreb): "Ultimamente resurge en forma
pública y alarmante las viejas ideas y pretensiones en relación con Bosnia y
Herzegovina. Por ejemplo, los círculos nacionalistas en Servia arguyen que, al
haberse perdido Macedonia y Kosovo, es preciso luchar «para no desprenderse
igualmente de Bosnia que es .servia, y debe ser conquistada no sólo desde el
río Drina sino también desde el Sava». Por otra parte, los grupos nacionalistas
en Croacia cuentan, últimamente, con expertos para los problemas de Bosnia y
Herzegovina, Estos se «preocupan» por el nivel de estudios, por la suerte de la
«Bosnia croata» y «por los musulmanes croatas». Del mismo modo que en el
•pasado, hallan apoyo en los círculos reaccionarios, en los nacionalistas y en
los restos de «enemigos de clase» en Bosnia y Herzegovina. Hay intentos
encaminados a tergiversar el sentido de nuestra lucha en contra del
nacionalismo y el chovinismo servio, croata, musulmán u otros en favor de la
constitución de la república federal de Bosnia y Herzegovina como una comunidad
de pueblos iguales, cual si esta lucha fuera dirigida contra otra república y
contra la unidad de Yugoeslavia. El Comité Central condenó enérgicamente
también otros fenómenos dogmáticos y burocrático-etatista acusándolos de
favorecer a Ranković y al Informburó.
"El Comité
Central de Bosnia y Herzegovina recalca que las fuentes del nacionalismo se
hallan en la contradicción de nuestro propio desarrollo, en las actividades de
los restos del enemigo de clase y en los fenómenos nacionalistas en otras
repúblicas que repercuten en nuestra realidad. Por ello el Comité Central considera
que la Liga Comunista y otras fuerzas progresistas deben ineludiblemente
emprender una acción ideológico-política sistemática para combatir esos
fenómenos del nacionalismo y del chovinismo, así como el de sus agentes.
"Puesto que
algunos opinan que Ias relaciones de nacionalidades en Bosnia y Herzegovina son
complejas, presuntamente debido al problema pendiente del carácter nacional de
la población musulmana, cabe destacar también en esta oportunidad que la Liga
Comunista y los pueblos de aquella república borran del orden del día ese
problema en la forma siguiente: mediante la constitución y los documentos
expedidos por la Liga Comunista u otras organizaciones políticas de la
república. En los informes anteriores del Comité Central de la Liga Comunista
se dijo al respecta: «La práctica demostró lo nocivas que resultan las
distintas formas de presión insistente del período precedente para que los
musulmanes se definiesen nacionalmente como servios o como croatas,
respectivamente, pues como quedó patente anteriormente y la práctica socialista
lo corrobora, los musulmanes constituyen un pueblo a parte".
Este informe
oficial reconoce, pues, que los servios ejercen gran presión tendiente a
liquidar a la actual república de Bosnia y Herzegovina, anexarla a, Servia y
convertir a los musulmanes en una minoría aislada. Analicemos brevemente ambos
fenómenos.
Al subrayar la
actitud "de los elementos nacionalistas de Servia", quienes, al
perder Macedonia y Kosovo, "luchan por Bosnia, que no debe perderse,
porque Bosnia es servia", y al relacionar esa política agresiva con
"los fenómenos dogmáticos, burocrático etatistas, favorables a
Ranković e Informburó", los dirigentes comunistas en Bosnia y
Herzegovina advierten a la opinión pública que esos elementos quieren liquidar
a esa república. En los planes granservios no figuran ya Macedonia y Kosovo y
la expansión apunta ahora al oeste, hacia Dalmacia, Lika e Istria, a través de
Bosnia y Herzegovina. Los círculos granservios reconocen así que en su opinión
aquella república es de carácter transitorio y que "siendo comarca
servia" debe ser anexada a Servia. Eso constituye hoy un serio peligro ,para Bosnia y Herzegovina, mientras que sobre la
república de Croacia se cierne una amenaza similar. Los dirigentes comunistas
de Bosnia y Herzegovina no podrán salvaguardar a su república si siguen
insistiendo en la política actual que significa dar la primacía a la llamada
federación, y subordinar a Bosnia y Herzegovina al centralismo granservio.
Admiten que actualmente corre peligro el pequeño margen de libertad del que su
república disfruta. La salida es una sola: la revisión a fondo de las
relaciones no sólo en ésta sino en las demás repúblicas mediante la
transferencia de la soberanía estatal del Estado central a cada una de las repúblicas.
Esa revisión puede lograrse mediante acuerdos y en colaboración can las demás
repúblicas amenazadas, así como con los representantes de Servia. Atacando a
los croatas y a la república de Croacia, los dirigentes comunistas de Bosnia y
Herzegovina agravan no sólo la posición croata, de por sí débil, sino su propia
posición. Con una acción mancomunada de los musulmanes croatas y servios de
Bosnia y Herzegovina para la protecciún de su tierra y la mayor independización
de los poderes centrales en la administración, la economía, el ejército y la
vida cultural puede crearse una base sólida para el ulterior desarrollo
político.
Intimamente
ligada a ello se haya también la fuerza política de la población musulmana,
calificada como pueblo o como comunidad religiosa, que se siente croata o
servia o nacionalmente indefinida. En las circunstancias políticas actuales,
los musulmanes son declarados oficialmente como pueblo y se los enfrenta con la
población croata y servia. Con ello, quedaron aislados y constituyen una
minoría sin perspectiva de realizar su voluntad política. Por un lado la
política servia aspira a dominar en Bosnia y Herzegovina y anexarlas a Servia,
y por el otro, la política, inspirada por Belgrado, tiende a difamar e
imposibilitar la colaboración de los católicos y musulmanes que en esta
república constituyen la mayoría. Una solución realista, favorable tanto a
Bosnia y Herzegovina como a sus vecinos, consiste en el pleno reconocimiento
del derecho de los musulmanes de Bosnia y Herzegovina a decidir por sí mismos
la cuestión de su nacionalidad, libres de ingerencias y presiones por parte del
aparato centralista federal. El reconocimiento de ese derecho debe coincidir
con la transferencia de la soberanía estatal de la federación a las repúblicas
respectivas, que más tarde, arreglarán libremente sus relaciones sea en un
marco federal, confederal o como unidades estatales separadas.
Tales soluciones
se imponen hoy en vista de la aguda crisis estatal de Yugoeslavia, causada
desde dentro y desde fuera. Esos problemas no pueden resolverse can los actos
provocativos de los generales servios y mediante el recrudecido terror de los
servicios de seguridad estatal. Por el contrario, todo eso aumenta una tensión,
susceptible de desembocar en nuevas explosiones y catástrofes.
Suiza, 1970.
Con motivo del
atentado perpetrado el 18 de febrero de 1968 contra la embajada yugoeslava en
París, el hebdomadario parisiense de tendencia izquierdista Le Nouvel
Observateur, en su número 172 del 28/2 - 5/3 1968, publicó el artículo de
Francois Caviglioli, colaborador permanente de la rubrica "Notre
Epoque", titulado: Les Oustaschi du boulevard Delessert, y con el
subtítulo: "L'attentat contre l'ambassade de Yougoslavie a fait un mort et
19 blessés. Est il fait des extrémistes qui ont pour slogan «Dieu au Ciel, les
Croates sur terre»?"
A partir del
tercer renglón del mencionado artículo de Caviglioli leemos: "Un jour
d'avril 1895, Ante Starcevitch sort du ministère de l'intérieur, à Vienne. Sous
son bras, un dessier: l'Austriche-Hongrie promet l'indépendance à Croatie et
mise sur les Croates pour mater les Serbes. Ante Starceyitch est un avocat de
Zagreb. Les Austrichiens l'ont choisi pour gagner ses compatriotes à la
nouvelle idée impériales. Ante Starcevitch va devenir le théoricien du
nationalisme croate, de la supériorité du peuple croate sur les Serbes, les
Bosniaques, les Slovènes — «Dieu au ciel, les Croates sur terre». Ce será le slogan des extrémistes croates". A continuación
el autor destaca que entre los primeros escritos de Starčević y el 18
de febrero de 1968 corrió mucha sangre y hubo numerosas intervenciones
extranjeras y de servicios secretos en los complicados asuntos balcánicos; hoy
en día Croacia tiene su lugar, su autonomía política y económica en la
federación yugoeslava. No hay ya nacionalistas croatas en Croacia, pero sí los
hay en Alemania, Italia, Francia, Sud Africa, Estados Unidos, etc. En forma de
una conversación con un imaginario fray Ljubo, ex franciscano, enumera el señor
Caviglioli, una tras otra, sus creaciones fantásticas con el único fin de
demostrar las supuestas consecuencias desastrosas de la doctrina política de
Starčević no sólo en la actualidad, sino también durante la segunda
guerra mundial. El mismo fray Ljubo "...est tellment angélique qu' on se
demande comment il a pu tuer une cinquantaine d'enfants serbes, à Dvor-M-Uni,
pendant l'étè de 1941". Ante Pavelić es el hombre para quien sus
cocineros preparaban la pasta de ojos humanos; el duque de Spoleto distribuyó
títulos y jubilaciones, mientras Croacia permanece un país pobre y sometido a
un régimen y estructura tribales.
Estos son,
sintéticamente, los ejemplos que sacamos del artículo de Caviglioli, publicado
a cinco columnas y con dos fotografías (una, del atentado de Marsella y otra de
Ante Pavelić, en cama, después del atentado perpetrado contra él en Buenos
Aires, con la siguiente leyenda: "Ante Pavelic A Madrid (1959) — Des pâtés
d'yeux humains").
El señor F.
Caviglioli, probablemente, se ruborizaría si supiera que Ante
Starčević, en 1895, tenía ya 72 años, que estaba enfermo, que el 26
de julio de 1895 hizo su testamento y el 28 de febrero de 1896 murió en Zagreb;
que nunca fue abogado sino que trabajó en varios estudios jurídicos; que jamás
recibió servicio alguno por parte de la corte imperial y que fue uno de sus
adversarios más exarcebados, algo menos indispuesto hacia Hungría, pero tanto
más inconciliable con la idea y la realidad del Compromiso húngaro-croata del 1868;
que asimismo fue adversario de los servios, a quienes no consideraba como un
pueblo aparte, sino como un elemento integrante del pueblo croata; con la ayuda
de aquéllos el ban Khuen-Hedervary, impuesto al pueblo croata por Viena a
propuesta de Budapest, gobernó a Croacia durante 20 años a fin de
"pacificarla" (desde 1883 a 1903).
Starčević
es el fundador del Partido croata del Derecho, organizado en 1861. Sus
partidarios quisieron tratar directamente con el emperador sin tomar en
consideración ni a Austria ni a Hungría. De allí el slogan "Dios y los
croatas", lo que debería traducirse en francés: "Dieu et les
Croates", con el significado real de que en Croacia no deberían gobernar
ni Viena ni Budapest, ni alemanes ni húngaros, sino sólo Dios y los croatas.
La sorpresa de
Caviglioli sería todavía más grande si, por un milagro, pudiera saber que
justamente Ante Starčević fue quizás el más grande devoto del pueblo
francés en toda Austro-Hungría. Basta citar solamente lo que dijo en el
periódico Sloboda (Libertad) el 25 de junio de 1879 en un artículo
titulado: "Príncipe Luis Napoleón" (se trata del príncipe Eugène
Louis Jean-Joseph, hijo único de Napoleón III, quien pereció en Sud Africa).
Allí Starčevič dijo: "Nos conmueve la muerte de Luis Napoleón no
porque se trate de un pretendiente francés, sino porque, con él, la causa noble
perdió a su protector. Hubiera subido o no al trono, con su sólo e insistente
empeño de tratar de convertirse en un digno heredero de las tradiciones de su
familia, se habría hecho ya merecedor de ello en la lucha por la libertad del
pueblo. Tales tradiciones están contenidas en una de las ideas más saludables
para el pueblo que conoce la historia. Idea que, por ser consustancial con la
misma naturaleza humana, persistirá en la vida de los siglos venideros: la idea
de la nacionalidad. Lo que está unido por la naturaleza de su origen, por el
mismo idioma y las costumbres, por los propios interesas, debe fundirse en una
unidad estatal; y, si su pasado no es común, debe serlo su futuro. Entre los
textos que dictó al conde Las Casas en la isla Santa Helena, es fácil colegir
qué grandes planes abrigaba, en este sentido, Napoleón I. Y así como éste quiso
liberar y unificar a los pueblos —el croata y el polaco— así su sobrino ayudó a
liberar y unir a Italia. Nosotros los croatas de aquel miserable (es decir de
los Habsburgo — Obs. del autor de estas líneas) que debe agradecernos a
nosotros su misma existencia no encontramos otra salvación —desunidos,
desnacionalizados, envenenados— que en aquella idea napoleónica. Y esa no es
otra que la del Partido del Derecho (croata). (Ver: Dr. Blaž Jurišič, Ante
Starčević — Escritos seleccionados, Zagreb, 1943, pág. 532).
Si el señor
Caviglioli conociera algo de la historia política croata sobre la que escribe,
debería declinar enérgicamente sugestiones según las cuales Starčević
estaría ligado con los acontecimientos de la última contienda mundial, no sólo
con los que acaecieron, sino especialmente con los que no han sucedido y que
Caviglioli toma por consumados. La leyenda negra se convierte siempre con
tiempo en más negra y, cuando no se le puede añadir ya nada más, uno se
pregunta con asombro "¿Sabemos que Curzio
Malaparte escribió acerca del «canasto de ojos humanos encima del escritorio de
Ante Pavelič», pero ¿quién inventó aquello de los cocineros que
prepararían el pasta de ojos para Pavelić? ¿Podría decirnos el señor
Caviglioli de dónde extrajo este dato tan precioso?"
Quizás el señor
Caviglioli no tenga tanta culpa de su posición y su visión de la personalidad
de Ante Starčević. Probablemente leyó la publicación parisiense L'Histoire
Pour Tous que, en su número 15 del 15 de julio de 1961, publicó el artículo
de Jo Franchal, Terreur sur les Balkans — Trois générations de conspirateurs.
Entre obraá mentiras históricas escribió también aquel señor la siguiente:
"L'agitateur croate Starcevitch fonda un groupe terroriste, le Parti du
Droit, dont le programme ne visait rien de moins qu'à créer un vaste Etat
Croate englobant taus les territoires situés entre l'Allemagne et la Grèce. Le
caractère outrancier de cette doctrine ne lui attira pas un grand nombre de
partisans, mais ceux qu'il rallia étaient tous de fanatiques qui n'hésitaient
pas à utiliser la bombe et le poignard pour propager leur idéss". Si el señor
Franchal se enterara casualmente de que la mayoría de los autores de la
creación de Yugoeslavia antes de 1918 surgió de las filas del Partido del
Derecho (Frano Supilo, Ante Trumbič, Ante Pavelič [el dentista], para
mencionar sólo algunos de ellos y conocidos fuera de loa límites de Croacia) es
posible que él mismo revocaría su oración: "l'agitateur croate Starcevitch
fonda un grope terroriste, le Parti du Droit..." y las demás, o las
cambiaría fundamentalmente, o las omitiría. Así, por ejemplo, el mencionado
señor debería saber algo sobre el conflicto idiomático entre los croatas y los
servios que estalló en la mitad del siglo pasado y que cristalizó en la idea
gran-servia de- Vuk Karadjic y la gran-croata de Ante Starčevič,
negándose recíprocamente uno y otro no sólo a reconocer el idioma propio sino
también la misma existencia nacional, mientras algunos croatas rechazaban,
incluso, su nombre de croatas, denominándose ilirios y yugoeslavos per el amor
de concordia con los servios inmigrados en tierras croatas durante las
invasiones otomanas, quienes rechazaron ambos apelativos, ateniéndose
firmemente a su nombre servio. Si Franchal conociese sólo este hecho, podría
probablemente entender la formulación de Starčević "la raza
eslavo-servia" con la que no pensó en primer término caracterizar a los
servios, sino también a los croatas, y en particular a aquellos que renunciaron
a su nombre croata. De acuerdo con la opinión de Starčević, todos los
pueblos tienen a sus "eslavoservios", porque este concepto lo formó
de las palabras "sclavus" y servus", que contienen en sí mismo
el significado, de la doble servidumbre. El propio Starčević describe
a los "eslavo-servios" de la siguiente manera Quiénes son los
eslavoservios? Quien conoce a Austria, debería conocer también a los
eslavoservios, las criaturas que aceptan defenderla. Quien conoce a los
eslavoservios, debería conocer igualmente a Austria, detrás de cuyo gobierno se
hallan ellos. Los eslavoservios son la basura de un pueblo, una especie de
hombres que se venden a quienquiera y por el precio que quiera, y que a cada
comprador le ofrecen Croacia; una especie de gente que cualquiera puede
comprar, si no se consigue más, por un plato de lenteja: gente por la cual, a
quien pertenece, representaría una vergüenza menos para Austria y los gobiernos
malos, semejantes. Una especie de hombres a quienes, aun entre los más
destacados, sólo reservaría un gobierno honesto la tarea de limpiar las pipas;
gente que está por su propia naturaleza contra todo lo bueno, célebre, majestuoso
y que parecerían haber jurado borrar de la superficie de la tierra al pueblo
croata, hallándose empeñados en este propósito. Estos hombres eslavoservios,
estas fuerzas están trabajando en Croacia para Austria". (B. Jurišić,
Op. cit., pág. 535).
Repitiendo una
vez más las calumnias desde el período de la segunda guerra mundial, Franchal
acota que Starčević había fijado ya los objetivos de los, ustachas,
es decir "exterminar a los servias" a quienes consideraba "une
race mûre ¡pour la hache".
Tenemos la
impresión de que alguien, de manera sumamente descarada, engaña al periodismo
histórico francés. Hemos dicho ya que Starčević no pudo predicar la
exterminación de los servios porque los consideraba parte integrante del pueblo
croata. En este sentido no coincidían con él incluso sus partidarios, mientras
él mismo, por su parte, decía que resultaba imposible obligar a nadie a ser lo
que no desee ser. La mencionada frase se halla en un contexto completamente
diferente, y con un sentido completamente diferente. La hallamos en su
disertación ¡Al eslavismo o al croatismo? (Zagreb,
1867). En ella Starčević toma la posición ante la idea de
paneslavismo, considerándola perniciosa para Croacia, y dando las razones al
respecto. El Dr. Mile Starčević, uno de sus parientes, dijo lo
siguiente acerca de la concepción paneslava de Starčević: "Si
alguien, a pesar de todos los hechos que él opone al paneslavismo, está soñando
con la hermandad eslava y su unión, ése "está maduro para el manicomio o el
hacha". Y no hay que olvidar que, en aquella época, cuando
Starčević escribió tal frase, fueron los croatas quienes defendían y
soñaban más con la idea paneslava que los servios en Croacia.
Por medio de una
carta del 13 de noviembre de 1961 pusimos en conocimiento del señor Alain
Decaux, director de la revista L'histoire Pour Tous de algunas aberraciones,
del señor Jo Franchal, solicitándole que nos indicase las fuentes de las cuales
extrajo el autor del artículo dichas afirmaciones. "De ne pouvoir nous les
citer —dijimos en tal oportunidad— nous ne pourrons que conclure que sa propre
imagination en a fait lés frais", creyendo que el autor, ignorando el
asunto, había confundido las personas y las épocas, como pudo verse bien por
nuestra carta.
Los señores
Decaux y Franchal tuvieron que poseer una razón especial para no contestar a
nuestras observaciones. Posiblemente, tenían plena confianza en la persona
cuyas obras e informaciones le sirvieron de fuente al autor del mencionado
artículo. Quizás, no estaríamos lejos de la verdad, si supusiéramos que el
autor intelectual de esta denigrante calumnia acerca de la personalidad de Ante
Staréevié fuera el profesor de la Universidad de Belgrado —Víctor Novak—
colaborador del periódico Medjunarodna Politika (Política
Internacional), mediante el cual Belgrado propaga en varios idiomas
"informes" anticroatas en todos los campos de las ciencias sociales.
Así, por ejemplo,
el profesor Novak en su reciente obra Vuk i Hrvati (una edición especial
de la Academia Servia de Ciencias y Artes, Belgrado 1967, pág. 645) en las
páginas 307/8 dice: "El amor inspiraba al joven Starčević, el
odio engendró al enemigo del yugoeslavismo y eslavismo, al destructor -de la
hermandad y la unidad de los servios y los croatas. Toda su ulterior y consecuente
actividad contra Austria, no disminuirá, desgraciadamente, la grave
responsabilidad que recae sobre él como personalidad histórica y a pesar de las
glorificaciones idolátricas después de su muerte, cuando su ideología, bajo la
forma de un franquismo (*) se
reduce a la monstruosidad que podemos encontrar únicamente en una
interpretación de la ideología de Starčević inspirada por una clase
de paroxismo más horrendo; de una ideología de carácter sacral y de una fuerza
aniquiladora de todo cuanto se le oponía con anterioridad —en la interpretación
hecha durante el tiempo de la victoria «del padre de la Patria», Ante
Starčević, es decir, durante la aparición fatal del Estado
independiente de Croacia. La ideología de Starčević necesitaba
justamente 20 años para manifestarse en tremendas orgías y cosechar
innumerables víctimas, ensangrentadas y martirizadas, doquier el yugoeslavismo
y el servismo quisieron prolongar su vida".
Basta un análisis
sintáctico de este texto para ver que el profesor de Belgrado fue guiado más
por el odio que por la razón, como suele serlo siempre en sus escritos cuando
se trata, por ejemplo, de Stepinac, del Vaticano, del Estado Independiente de
Croacia, etc. desde 1952 en adelante. No hay lugar para la duda de que
Movimiento ustaschi ha retomado la idea de la independencia estatal de Croacia
de la idealogia de Starčević, pero una vez conseguida esta
independencia, resulta claro que dentro de su poder no pudo darse cabida al
yugoeslavismo ni al servismo en el sentido en que lo entienden el Prof. Novak y
Ios hegemonistas servios: el yugoeslavismo y el servismo como adversarios
inconciliables de la independencia de Croacia. Acusar a Starčević por
las atrocidades cometidas en el conflicto entre el yugoeslavismo y el servismo ¡por un lado, que trataron de someter al pueblo croata a la
dominación servia de Belgrado, y las formaciones legales y legitimas de las
fuerzas armadas croatas, por otro, no es una acusación justa ni justificada
desde ningún punto de vista y menos todavía digna de un profesor universitario.
Starčević defendió el derecho de la autodeterminación del pueblo
croata, fundándolo en su propia historia y de acuerdo a la nueva ideologia de
nacionalidades. Nadie puede eslabonar su ideología y su personalidad con los
hechos acaecidos en una época contraria al espíritu liberal y humanitario de
Starčević. El Prof. Blaž Jurišić dice al respecto: "El
principio actual de conducción y de los sistemas autoritarios no estarían en
acuerdo con su gusto; en este sentido él no podría ser considerado como moderno".
Creemos, en
consecuencia, que una parte de los medios de comunicación cultural de Francia
poco o nada sirve al renombre francés. La barbarie bálcanica que se está
infiltrando allí desde Belgrado es digna de desprecio por parte de todos los
hombres de buena voluntad y del espíritu orientado hacia la verdad, y la
objetividad histórica. Lamentamos que estas contaminaciones balcánicas de
mentira produzcan un efecto tan nocivo para esa verdad y objetividad históricas
justamente por intermedio de ciertas publicaciones francesas. Para el ser
racional —que es el hombre—no hay pecado más vergonzoso que el cometido contra
la verdad.
MILAN
BLAŽEKOVIČ
El 10 de setiembre de 1969 falleció en Freiburg im Breisgau el profesor Dr.
D. Johann Wilhelm Mannhardt, a la edad de 86 años. El profesor Mannhardt dedicó
toda su vida a la etnografía, la preservación de grupos étnicos y la
comprensión mutua de los pueblos, como también al problema de la relación armónica
entre el pueblo y el Estado.
Para llenar tal
finalidad realizó varios viajes por todo el mundo. En ocasión del efectuado por
América del Sud —especialmente invitado por el Instituto Croata Latinoamericano
de Cultura pronunció una conferencia en el Club Cultural Croata-Argentino el 11
de setiembre de 1961, acerca del tema "Europa étnica y su órbita". A
partir de esa fecha, el Instituto y la redacción de Studia Croatica
mantuvieron relaciones con el profesor Mannhardt mediante el canje de esta
revista con Europa Ethnica, de la cual era cofundador y coeditor, junto
con Guy Héraud (Estrasburgo, Francia) del "Mouvement Fédéraliste
Européen", Povl Skadegard (Dinamarca), actual secretario general de
L'Union Fédéraliste des Communautés Ethniques Européenes" y el Dr. Theodor
Veiter (Feldkirch y Viena, Austria).
Además de su colaboración en la fundación de
"Südosteuropagesellschaft" (Sociedad de la Europa suroriental), el
profesor Mannhardt era creador de una peculiar institución —Deutsche Burse zu
Marburg— en la que la juventud de todas las regiones de Alemania y la de los
grupos étnicos alemanes residentes en otros países europeos, convivían durante
un semestre con sus profesores y educadores. Mediante "Ethos y
Pathos" llegaban a formar una. comunidad nacional
a pesar de las diferencias regionales de la educación, la religión, los
conceptos políticos, los estudios y temperamentos. Esta comunidad pudo
sobrevivir los tiempos más difíciles de la pre-guerra, de la guerra e, incluso,
de la posguerra.
A los alumnos y
colaboradores de la mencionada Institución se debe la publicación de artículos
y discursos, en parte inéditos, del profesor Mannhardt en 1965, bajo el título
Bausteine zur volkswissenschaft (Piedras fundamentales para la Etnografia), con
motivo de su 80 aniversario, al que se adhirió también nuestro Instituto y la
redacción de Studia Croatica.
¡Que estas líneas
sirvan de testimonio y de recuerdo a la personalidad del Prof. Mannhard,
infatigable luchador por el bien de los pueblos!
El prestigioso
diario de Buenos Aires La Nación en su Suplemento Literario de 26 de
abril de 1970, que cuenta con la colaboración de los más destacados escritores
europeos y sudamericanos, publica una nota sobre la descollante figura del
escritor izquierdista croata Miroslav Krleža que a continuación transcribimos.
Señalamos que la
letra Ž de su apellido debe pronunciarse como la "j" de Jean en
francés o "g" de George en inglés.
Miroslav Krleža,
nacido en Croacia en 1893, época en que esa región pertenecía al imperio
austro-húngaro, se sitúa entre los primeros escritores yugoeslavos y se lo
menciona como integrante de la tradición literaria de la Europa Central, en la
que figuran también Rilke, Kafka, Musil, Severo Broch. La•traducción al francés
de su libro No juego más (publicado por Ed. du Seuil), ha .renovado el
interés por este escritor múltiple, novelista, poeta, dramaturgo y polemista.
Su posición disidente le ha acarreado los conocidos calificativos de
"desviacionista", "trotsquista", "pequeño
burgués". No juego más fue publicada en 1938,
cuando comenzaban las aberraciones del régimen de Stalin. El protagonista,
heterodoxo y sacrílego, es un abogado, que pierde su, situación, su familia,
sus bienes, y va a parar a diversas prisiones y, finalmente, a un instituto
psiquiátrico. Ante el ataque de sus enemigos, el abogado en desgracia no se
defiende, no sigue las leyes del juego, no les hace el juego a sus verdugos, no
juega más El personaje anónimo de esta novela se asemeja al de El retorno de
Felipe Latinoviez, el artista solitario que siente, ya en 1932, la
"náusea" de la vida, de la que hablairá Sartre en una novela famosa,
llamada precisamente La náusea. Krleža ha definido su posición con estas
palabras: «Para poder cumplir su deber con honestidad, el escritor necesita ser
en cierto sentido un disidente, incluso un derrotista, tanto con respecto del
Estado y de las instituciones, como con respecto de la nación y las
autoridades»".
Como en ocasiones
anteriores también la reciente exposición de los cuadros de este pintor croata
atrajo la atención del público y de los círculos culturales de Buenos Aires.
Zdravko Ducmelic,
nacido en Croacia, inició sus estudios de pintura en la Academia de Artes de
Zagreb, los continuó en la Academia de Bellas Artes en Roma y les dio término
en la Academia Real de San Fernando, en Madrid. Este talentoso pintor llegó así
a la República Argentina como un artista ya hecho y con una técnica per-f
eccionado. Por eso su primera exposición en Buenos Aires y en las demás grandes
ciudades de la Argentina despertó interés por él como talentoso
artista creativa.
La actividad
pictórica de Ducmelic se inicia en los días de los tremendos torbellinos de la
segunda guerra mundial llevando en sí durante primera fase creativa, las
características esenciales de la pintura de aquella época y de una realidad muy
dura. El artista no logra todavía liberarse de esas vivencias clavadas
tempranamente y al comienzo de su carrera artística, en su mente sensible y
creadora. Al escribir sobre la pintura de Z. Ducmelic, Julio E. Payró dice
entre otras cosas: "Impresionaron sus primeras creaciones por un acento
poéticó y desgarrador que no deja de ser característico de los artistas de la
Europa Central envueltos en un incube de la guerra y, quien más, quien menos,
tributarios del sombrio expresionismo germánico ejemplificado por las
xilografías de Nolde, Kirchner, Rohlfs o Schmidt-Rottlutt".
Después de su
llegada a la Argentina, las realizaciones artísticas de este pintor tan
productivo, se caracterizan, fuera de los rasgos ya mencionados, por
incursiones momentáneas en el campo de lo abstracto y un renovado retorno a la
pintura figurativa. Es ésta una característica muy común entre la pintura
contemporánea que apareció después de la segunda guerra mundial. En conflicto
con la nueva realidad y el mundo, impulsado por el anhelo de expresar el
espíritu del tiempo —un profundo drama espiritual que vive el hambre de
nuestros días—, Ducmelic no reacciona con desesperaciones y protestas sino
retirándose y amparándose en su solitaria e imaginaria realidad, una realidad
un poco triste, empero fuertemente vivida y humana. Asimilando muchos elementos
y posibilidades técnicas de su pintura anterior en sus nuevas producciones,
Ducmelic no retrocede hacia el pasado. Sus recientes cuadros manifiestan su
deseo de expresar aquella realidad reconstruida y modificada. Lo logra y da con
ello un gran paso adelante. Siendo pintor y al mismo tiempo poeta* el espectador
halla,en muchas telas de Ducmelic las vivencias, los
estados y las tendencias anímicas de un mundo muy alejado, cerrado y
difícilmente accesible. En forma inmaterial, el espacio representada y
determinado por líneas y planos geométricos, y la figura del hombre, la mujer y
el niño, colocados en ese espacio lleno de misticismo y de recuerdos, continúan
siendo el tema de los cuadros de Ducmelic. El color, siempre limpio y fresco,
destaca y acentúa el ambiente metafísico y místico de sus cuadros. Por ser fuerte
y muy sensible, los cuadros recientemente expuestos por Ducmelic ofrecen un
testimonio visible de la independencia y la libertad cada vez más amplias de su
autor, sin concesiones a la norma o estilo.
Una vista panorámica de las opiniones sobre la última exposición de Z. Dučmelić, en el periodismo de Buenos Aires.
La Editorial
Vertiente, Mendoza, acaba de publicar un lujoso álbum de recientes pinturas de
Zdravko Ducmelic con 6 reproducciones a todo color y 15 en blanco y negro. A
modo de prólogo figura un meduloso y sintético estudio del profesor Adolfo Ruiz
Díaz sobre las distintas etapas que atravesó el pintor. Como dicho trabajo fue
publicado como primicia en nuestra revista (ver Studia Croatica, año 1968,
vol. 28-31, pp. 139-41 sería de más cualquier comentario. Por último, la
monografía a la que nos referimos contiène una escueta nota biobibliográfica
acerca del artista plástico croata, radicado en la República Argentina.
Desde 1965
Ducmelic es artista estable de la conocida Galería Wildenstein de Buenos Aires,
donde expone periódicamente sus trabajos.
La última
exposición de sus cuadros en dicha Galería (del 27 de abril al 10 de mayo de
1970) mereció juicios muy elogiosos de la prensa argentina, que en parte
transcribimos a continuación :
El diario La
Nación en su Suplemento Literario del 10/5/70 reprodujo su notable trabajo
titulado "Cuerpos y espacios imaginarios".
El crítico
artístico del diario La Prensa (9/5/70) dice entre otros conceptos:
"Al de por
si muy vasto campo de la pintura se le agregaron en los últimos tiempos
manifestaciones tan dudosas como para tornarlo más complejo, tanto como para
obligarnos a preguntar, cuando se mencionaba a la pintura, de qué pintura se
trataba. Es por esa causa que al referirnos en el título de este comentario a
"pinturas" de Ducmelic consideramos necesario comenzar el análisis
aclarando que este autor es pintor en el más hondo sentido del calificativo.
"Dumelic
está en el pais desde hace 20 años; llegó desde Croacia, donde había nacido...
Recordamos sus primeras muestras y recordamos la calidad de sus trabajos de
entonces, en los que había tenido el ponderado buen gusto de evitar lo
meramente panfletario al ref erirse a la guerra, tema que es lógico admitir que
en esos momentos no pudiera soslayar.
"En la
exposición de óleos y témperas que inauguró en la galería Wildenstein nos
muestra un conjunto de obras que estimamos es lo mejor de su trayectoria; su
capacidad artesanal ha llegado a un nivel excelente, y la comunicación que
obtiene en sus imágenes es emocionante. Con respecto a su artesanía estimamos
conveniente señalarle que ha llegado a un punto que no le conviene
exceder".
El crítico del
rotativo vespertino de Buenos Aires, La Razón, se expresa:
"...Pero la soledad y la angustia que pinta Ducmelic están cargadas de
espiritualidad, de una fe y una esperanza que en vez de angustiarnos realizan
en el contemplador el doble proceso de vaciarle el alma y de apoderarse de ese
espacio con su tiempo. Por otra parte se impone hablar de la técnica del
artista, que se evidencia perfecta pero no se hace notar; no hay ostentación de
virtuosismo; es más, se solaza en ocultar la sabiduría de un pintor maduro, que
domina el instrumento con que se expresa, y tiene la suficiente dosis de
humildad e inteligencia para que la materia no. silencie las voces del
espíritu. La muestra que está realizando en Wildenstein es una acabada
demostración de un artista quo, seguro de su verdad, la pone de manifiesto sin
grandes aspavientos, como quien conversa de las cosas metafísicas que le
suceden todos los días en su provincia".
El semanario Confirmado
(del 6 al 12 de mayo de 7970, p. 59) titula su. comentario
"El huésped del secreto" y dice:
"Hay una
estirpe secreta, más allá de las fáciles individualizaciones, de habitantes
alucinados del misterio, alquimistas sin sueño, obsesidos viajeros de las
raíces más recónditas del tiempo, de los nombres, de las claves, de la materia,
habituales camaradas, en fin, de los costados de adentro de la realidad,
visible o invisible. A ella pertenece Zdravko Ducmelic, como los cabalistas,
como lord Dunsany, como Lovercraft, para nombrar sólo algunos cofrades de la
desterrada legión. Y la exposición que el pintor croata, radicado en la
Argentina desde hace muchos años, está realizando en Wildenstein reivindica
para él esa filiación siempre dramática.
"Su muestra
actual es, indudablemente, la más reveladora de todas las que, en los últimos
quince años, ha realizado en el medio local, la que mejor define el sentido
último de su experiencia... En ocasión de su exposición en la misma sala, de
mayo de 1968, decíamos: «Desde que llegó al país su obra se mostró
pictóricamente seria, densa. Pero acaso se le imponía una anécdota que había
vivido demasiado de cerca como protagonista, perturbándolo. Justificaba la
referencia su obra anterior, dramática, agresiva, enjuiciante, desesperada,
sombría, envuelta en el clima de la tragedia europea que acababa de vivir. Pero
después parecería que Ducmelic hubiera invertido la dirección de su 'mecanismo
expresivo: si antes lo obsesionaban las referencias al mundo exterior, el
choque con la realidad circundante, la tragedia que estaba viviendo la
humanidad, la angustia por encontrar una salida, lo fueron poseyendo otros
elementos. No ya de afuera hacia adentro, sino de adentro hacia afuera.
"Extremando
ese proceso, Ducmelic ha llegado a esta pintura suya de ahora. Desdeña el
documento exasperado, margina las referencias de un tiempo y un espacio
inmediatos, desciende a regiones donde actúa exclusivamente la memoria total,
donde lo que ha sido y lo que será se confunden en una misma y reveladora forma
de manif estarse.
"Lo importante es que en la pintura de Ducmelic no hay artificio, no
hay fáciles ni previsibles abracadabras literatoides. El color, la forma, la
materia, no son los sirvientes de una simbologia que por su carácter concita
epidérmicamente a la imaginación y a la fantasía. Son partes indivisibles de la
realidad que revelan, están hechas de su misma esencia. Y si inquietan como lo
hacen, si sobrecogen a veces con la índole extraña de su silencio o de su luz,
si provocan tanto vértigo sus desiertos o sus espacios vacíos —su azul es ciertamente infinito— es porque todo ese material no está
hecho, sino es, aunque para comprobarlo haya que comprometerse con todo ese
riesgo. Actitud a la que es difícil sustraerse, como a la poderosa tentación de
sus abismos".
El semanario Periscopio
(Buenos Aires, mayo 5, 1970, pp. 58-59) entrevista al artista y vierte juicios
conceptuosos sobre sus obras. Ducmelic confiesa al crítico :
"Odio los
parangones, las comparaciones, el juego erudito de los parecidos, por que así
se borra lo que creo esencial: el misticismo, una especie de ingenuidad ela,
borada".
"Obviamente,
Ducmelic no es un artista cuya obra goce de la comprensión popular. (Ni
siquiera el tamaño me podría ayudar», sonríe. Es que sus telas van disminuyendo
de superficie con los años, y sus dimensiones se adentran más y más en cada
composición. «La guerra, la represión, la violencia, la destrucción siempre
existirán. Mi pintura más que rebeldía viene a ser una resignación».
"Un detalle
curioso, que subraya aún la presencia de las despojadas telas que penden de las
paredes de la Galería Wildenstein: la reaparición de Ducmelic, un sombrío pacifista,
sacerdote de la resignación, se produce en un regresivo instante de la
humanidad. Su desesperanzado mensaje se inserta fácilmente en una situación en
que, sin signos aparentes que lo produzcan, el hombre se repliega, recurre a
símbolos negativos, como si estuviese invadido por su ancestral temor a Dios'.
Francisco J.
Orlich, ex presidente de Costa Rica desde 1962 a 1966 (y fallecido el
29/10/1969), era de origen croata. La revista "Studia Croatica" y el
Instituto Croata-latinoamericano de Cultura, así como otras organizaciones
croatas en la Argentina mantenían con el desaparecido presidente contactos
personales y por correspondencia. Su muerte representa gran pérdida no sólo
para su patria, Costa Rica, sino también para la "patria de sus
ascendientes", como llamó él, personalmente, a Croacia en una carta
dirigida a nuestro Instituto.
El Dr. Franjo
(Francisco) Pušković, médico ginecólogo croata, residente en la ciudad de
Paraná, República Argentina, presenció en los meses marzo y abril del año en
curso a tres congresos médicos internacionales. Pasando por la República de
Costa Rica, depositó una ofrenda floral sabre la tumba del recién desaparecido
Don Francisco Orlich y pronunció una conferencia sabre: "Tratamiento de
las Ginecopatías Brucelares" ante los participantes del VI Congreso
Centroamericano, dedicado a Ginecologia y Obstetricia. De ahí el Dr.
Pušković se dirigió a Nueva York, donde presentó al VI Congreso Mundial de
Ginecdagía y Obstetricia dos de sus trabajos: "Incidencias de Tricomoníasis,
Monilíasis y Gonococcia en Calla:, — Cervicopatías
basadas en 1200 casos del Servicio de Ginecología del Hospital San Martín"
en Paraná, como también: "Brucelosis en Ginecopatías".
El Dr. Stjepan
Cvitkovic es el médico más joven en la Argentina. Se recibió el 6 de diciembre
de 1969 en la Universidad de Buenos Aires a los 19 años. El periodismo y la
televisión locales dedicaron digna atención a este talentoso joven, cuyos
padres llegaxón a la República Argentina después de la última guerra mundial.
De acuerdo a las declaraciones del joven profesional, se dedicará al estudio de
la cancerología. Anotamos este éxito croata, deseando que los propósitos
científicos del talentoso joven alcancen grandes objetivos, de acuerdo con sus
antecedentes intelectuales.
El prof. Dr. Fran
Bosnjakovic, ex rector de la Universidad croata de Zagreb, uno de los
especialistas más destacados en el campo de la termodinámica, ha recibido el 26
de febrero de 1970, junto con el científico francés A. Mondiez, la medalla de
oro, distinción del gobierno francés instituida para premiar los trabajos
científicos en el campo del calor. Con tal motivo, el Dr. Bosnjakovic fue
agasajado por varias entidades científicas europeas. Con anterioridad había ya
recibido una distinción semejante por parte de la Asociación de Ingenieros
Alemanes, puesto que fue allí, en Alemania donde se desempeñó como profesor de
termodinámica en la Universidad de Stuttgart. Sus trabajos científicos abarcan
todos los campos de esa especialidad, como ser la gasificación de combustibles
sólidos, de la materia plasmática, etc. El Dr. Bosnjakovic sigue siendo
profesor honorario de la Universidad de Zagreb, Croacia.
La Facultad de
Teologia de Zagreb, con motivo de celebrar el 300 aniversario de su existencia,
que es al mismo tiempo el primer núcleo de la Universidad croata, ha
distinguido el 12 de marzo de 1970 a siete destacados teólogos y filósofos con
el título de doctor honoris causa. Los distinguidos son los siguientes: el Dr.
Franz König, arzobispo y cardenal de Viena; el Dr. Franjo Kuharic, ordinario de
la Arquidiócesis de Zagreb, cuya sede sigue vacante después de la nominación
del cardenal Franjo Seper como jefe de la actual Congregación para la doctrina
de la Fe; el Dr. fray Carlos Balić, profesor del Antonianum y de la
Universidad de Letrán en Roma como también presidente de la Academia Mariana
Internacional; el prof. Dr. Wilhelm Keilbach, oriundo de Croacia, ex decano de
la Facultad de Teologia de Zagreb y actual profesor en la Universidad de Munich
y presidente de la Sociedad Internacional para la Psicología de la Religión; el
Dr. Ivan Ostojic, profesor de teología en Split; el Dr. Mijo Skvorc, jesuita y
uno de los más destacados predicadores en Croacia, y el padre Antonio
Zaninović, dominico y director de la Biblioteca dominicana en Dubrovnik.
La Universidad de
Zagreb, cuyo núcleo original fue la Facultad de Teología, ahora separada de la
misma por "no ser la teología una disciplina científica", como lo
afirma el Dr. Ivan Supek, marxista y actual rector de la Universidad, ha
distinguido también a diez renombrados científicos internacionales con el
título de doctor honoris causa. Son los siguientes: Lev Andrejevic Arcimovic,
profesor de Leningrado; Ernest Bloch, filósofo marxista; David Cuthberston,
profesor escocés, especialista en nutrición; Giacomo Devoto, uno de los
lingüistas más destacados de este siglo; Werner Heisenberg, premio Nobel,
especialista en mecánica racional de los cuantos; Dorothy Crowfoot Hodgkin,
premio Nobel y especialista en estructuras moleculares de las substancias
biológicas activas; Román Jakobson, lingüista; György Lukács, destacado
filósofo marxista húngaro; el prof. Nikolaus Pevsner, historiador de arte y
arquitectura y prof. André Vaillant, eslavista francés. Y, para que los nuevos
doctores se sintiesen bien, en la misma oportunidad un título idéntico fue
conferido al mariscal Tito. Felicitaciones al nuevo doctor, a su promotor,
profesor Dr. Vladimiro Brajkovic, especialista en derecho marítimo ¡si la
memoria no nos falla!
El padre Tomo
(Tomás) Markovic, ex profesor del gran colegio jesuita de Travnik, uno de los
más conocidos folkloristas croatas, murió el 6 de febrero de 1970 en Caracas,
Venezuela. Ha publicado una serie de artículos, dedicados al folklore croata.
Se mostró particularmente activo dentro de la colectividad croata en Venezuela.
R.I.P.
El Dr. Milovan
Gavazzi, profesor de la Universidad croata de Zagreb, ha recibido en mayo
pasado en Viena el "Premio Herder", de 10.000 marcos alemanes,
instituido para galardonar a los hombres más merecedores por la afirmación y
propagación de la cultura europea. Gavazzi es un conocido etnólogo de fama
internacional. Colabora en revista científica de Berlín, Wiesbaden, Londres y
Estocolmo. Sus obras más conocidas son: Reseña etnográfica de los croatas;
Análisis Cultural de la Etnografia Croata; La Constitución Etnográfica de la
aldea croata; La Suerte de la Vieja Herencia Eslava en la Vida de los Eslavos
del Sur, etc.
Las autoridades
comunistas yugoslavas han prohibido en el curso del año pasado la publicación
de Hrvatski Knjizevni List - Gazeta Literaria Croata, periódico de la
sociedad literaria TIN. Hasta fines del año pasado habían aparecido 18 números,
conquistando simpatías y adhesiones entre los croatas en la Patria esclavizada
como también de los exilados. A su director, Zlatko Tomicic, presidente de la
mencionada sociedad TIN, las mismas autoridades le retiraron el pasaporte y
prohibieron su salida al exterior. Este periódico era la única publicación que
tenía en su título nombre croata. A pesar de los obstáculos de toda clase que
se le ponían por parte del gobierno comunista, el periódico había acumulado más
de 30.000 abonados. Así, Tito dio una prueba piás de su "liberalismo"
y de "hermandad y unidad" de "sus" pueblos.
El señor Juan
Rojnica, vicepresidente del Instituto Croata Latinoamericano de Cultura, Buenos
Aires, ha pronunciado una conferencia en el Rotary Club de Olivos el día 19 de
mayo del año en curso. En esta oportunidad Rojnica, hablando del caso cubano en
presencia de los representantes cubanos en el exilio, y ante un distinguido
público, expuso también los sufrimientos del pueblo croata bajo el régimen
comunista yugoslavo, apelando a los rotarios del mundo entero y a los hombres
amantes de la libertad para que ofreciesen su ayuda concreta en la lucha de los
dos pueblos —el cubano y el croata— contra el comunismo, porque ya no bastan
"palabras bonitas". También en el momento de despedirse de la República
Argentina, los señores ing. Torrientes y el Dr. Martínez Márquez, cubanos, en
el hotel City, el 22 del mismo mes, el señor Rojnica, invitado especial por los
cubanos, tomó la palabra durante la cena, prometiendo su ayuda moral y material
a los nuevos intentos de liberación cubanos. La prensa local ha prestado su
atención a la presencia de los mencionados señores y a las palabras de nuestro
compatriota Rojnica.
Biografía
novelada del beato Nicolás Tavelić, Roma 1969, edición de la Postulatura
de su canonización.
El autor de esta biografía novelada de Nicolás Tavelić, primer santo
oficialmente reconocido de Croacia, no es desconocido por el público lector
croata como tampoco por el español. En este último idioma fueron publicados
algunos pasajes de sus Cuentos desde Niñez y en la revista Nuestro Tiempo
más de treinta de sus ensayos literarios. Es redactor de la rúbrica literaria
en la revista Mundo de Barcelona. De sus obras profesionales — es
profesor en la Universidad de Navarro— fueron editadas las siguientes:
Tecnología de la Información, El Lenguaje de las Ciencias y Deontología
Periodística.
L. Brajnović
nació en Kotor (Boca de Cataro, Croacia) el 13 de enero de 1919 y ya de
estudiante se dedicó al periodismo y la literatura. Su primera biografía
novelada fue publicada en Zagreb en 1945. Estaba dedicada a la vida y obra del
pintor barroco croata: Tripo Koljaca, nacido en Perast, localidad croata en
Dalmacia. Brajnović empezó su carrera literaria como poeta. Muchas de sus
poesías se hallan diseminadas en varios periódicos y revistas de Croacia. En el
exilio publicó dos libros de poemas: Smirene Zemlje (Tierras Calmadas) y
Na Pragu Radosti (En el Umbral de la Alegría).
La novela U
Plamenu (En Llamas), como lo podemos ver por el anuncio literario, fue
escrita en 1965 con el deseo de acercar al público lector "a una
personalidad de la historia croata y franciscana". Esta novela en
realidad, es "la visión, forjada por el autor, de la vida y la muerte del
beato Nicolás Tavelić, quien pereció hace casi seis siglos en Jerusalén
como martir franciscano, croata".
No falta originalidad de concepción del autor. Imbuido de los sentimientos
y el amor por su principal personaje, prefiere un estilo sencillo aunque
correcto, de claridad expresiva y relatos sin complicaciones. El desarrollo de
los acontecimientos fluye vivo y naturalmente, aquí y allá con auténtico
entusiasmo, lo que constituye el verdadero valor de esta biografía novelada y
le da personalidad y realismo interno. Con sincero afán informativo, al
escribir su obra, se sirvió de todo el material histórico obtenido, pero siendo
éste escaso, decidió suplirlo con el entusiasmo poético y visiones de un
verdadero escritor y poeta. Gran parte de esta novela biográfica fue escrita en
esta forma con abundante fantasía, sólida, fácil y espontaneamente, cuidándose
el autor de que su expresión fuese siempre adecuada a la idea expresada de una
manera siempre más perfecta. Todo ello confiere autenticidad y sinceridad a su
narración. El estilo del autor es tan natural que para el lector resulta
difícil separar "la visión del escritor" de lo que es realmente
verdadero en la vida del santo.
Continuando su
tarea de escritor después de haber abandonado a su patria, Croacia, y viviendo
en el ambiente cultural de España, donde su talento pudo enriquecerse con nuevo
estímulo e inspiraciones para sus creaciones literarias, ésta novela biográfica
del beato Nicolás Tavelić —ahora santo— debido a la pluma de L.
Brajnović, constituye un valioso aporte no sólo a la Iglesia Católica y a
su patria, Croacia, sino también a su notable OPUS literario.
mr.
Valencia 1967,
pág. 525).
El autor de este
voluminoso trabajo es un sacerdote católico croata de la arquidiócesis de
Zagreb y que vive actualmente en España. El padre Beluhan se dedicaba a sus
tareas parroquiales durante la jefatura espiritual del entonces arzobispo
Aloysius Stepinac. De ahí que tuviese la oportunidad de conocerlo personalmente
y apreciar su extraordinario valor de hombre, de croata y de sacerdote
investido de la máxima autoridad dentro de la jerarquía eclesiástica del pueblo
croata. A fin de contribuir al esfuerzo de otros muchos en un intento de
documentar la vida y la obra de aquel Pastor a quien el papa Juan XXIII comparó
con la imagen del Pastor Divino, el autor puso su mayor acento en los
documentos provenientes directamente de manos de su arzobispo. Son las cartas,
las homilías, las declaraciones, los circulares u otros escritos episcopales.
Esta
documentación —verdadero tesoro del pensamiento religioso y teológico—abarca
318 páginas de la presente abra. Quien desee conocer y desentrañar la
personalidad extraordinaria dei cardenal Stepinac en todas sus dimensiones,
necesitará leerla y estudiarla atentamente. Desde esta documentaciás habla un
hombre —trágico ante los ojos de los mortales—pero hombre
santo ante la visión de los que miran más allá y por encima del mundo
material y transitorio. La fe inconmovible, viva y efectiva, capaz de mover
montañas; el amor por el hombre que sufre, sea por males físicos o morales; la
defensa de los desemparados, que llega hasta el autosacrificio y la
identificación con aquellos —estas son las ideas y Ios valores que emanan de
esa documentación auténtica— debida al espíritu y la mano del mártir Stepinac.
Se nos hace imposible comprender a un intelectual o un creyente común de
nuestros días desinteresado por la vida, la suerte y el ejemplo del cardenal
Stepinac, puesto que su eximia personalidad y sus aspectos múltiples condensan
y resuelven los problemas más graves del conflicto entre la libertad y la
dignidad humanas con el rpoder totalitario en sus expresiones más inhumanas. Su
encuentro con el nazismo y, posteriormente, con el comunismo, significa el)
choque de la civilización con las formas más abominables de la barbarie. Parece
surgir una corriente de opiniones que tienden a olvidar actualmente aquella
realidad que martirizó al cardenal Stepinac, entregándóse a la vana ilusión de
poder armonizar el conflicto —civilización y barbarie— con el abandono de
ciertas posiciones liberales de orden material y olvidando sus raíces
profundamente metafísicas y religiosas. La comprensión de las necesidades
ajenas y el amor al prójimo si; pero la orientación general, la concepción del
mundo y la vocación metafísica del hombre debe corres paralelamente sin
claudicaciones.
En la primera
parte de su obra el autor nos relata la vida de Stepinac. Nacido en una aldea
croata en una familia económicamente bien acomodada, numerosa en hijos y muy
religiosa, Luis Stepinac debe terminar precipitadamente sus estudios
secundarios para incorporarse al ejército de la Doble Monarquía, de la cual era
parte integrante en aquel entonces (1916) su patria, Croacia. En el frente, donde
comandaba unidades croatas de Bosnia y Herzegovina, fue hecho prisionero. Al
terminar la guerra, regresa a la casa paterna sin poder decidirse a continuar
su preparación para el sacerdocio que había empezado antes de la guerra, ni
otros estudios profanos. Leyendo una serie de artículos de su ex director en el
orfelinato del arzobispado de Zagreb, en los que describió la vida de san
Clemente Hofbauer, apóstol de Viena, hizo alusión, sin nombrarlo, a L. Stepinac
a quien conocía como un joven extraordinario por su bondad. El ex soldado
Stepinac decidió entonces regresar al seminario. Durante siete años estudió en
Roma, recibiéndose de doctor "en filosofía y teología (1931). No pudieron
sus superiores pasar por alto las cualidades extraordinarias del nuevo alumno.
Poco después de su regreso a Croacia —entonces Yugoeslavia— Stepinac fue
nombrado jefe del ceremonial de la catedral de Zagreb. En 1934 se le nombró
arzobispo auxiliar, cum jure successionis, del entonces arzobispo Dr. Antonio
Bauer. Muerto monseñor Bauer, desde 1938 se encarga de la administración y la
misión pastoral de una de las más grandes diócesis del mundo. Las condiciones
son muy adversas. El pueblo croata se halla privado de los derechos más
elementales, humanos y nacionales bajo la lictadura servia de Belgrado; en el
orden interno la desocupación y la pobreza, mientras desde el exterior amenaza
la guerra. Las vicisituades provocadas por el conflicto bélico que pronto
sobrevino, posibilitaron la proclamación de la independencia de Croacia. Pero
sobre la misma vigilan acechantes las potencias del Eje y contribuyen a
socavarla los movimientos subversivos del comunismo internacional y de la
minoría nacional servia. Las persecuciones y atrocidades mutuas tomaban
proporciones cada vez más grandes. Los ojos del pueblo convergían en el
arzobispo. De los creyentes y los no creyentes. Unos, con confianza absoluta, y
otros, para aprovechar el prestigio de la Institución para sus fines
inconfesables. Stepinac no pudo negar a nadie en desgracia su comprensión
humana. Pero, ayudando a unos descontenta a otros y viceversa. Nadar en aquel
torbellino exigía un hombre iluminado. Conservar intacto su patriotismo croata,
su fe religiosa y su alta dignidad, y ofrecer ayuda a los adversarios de esos
valores, ponía a prueba las virtudes más altas de un mortal. Y Stepinac supo
imponerse a todas esas contrariedades. Si, es verdad, el comunismo servio
triunfante, que durante la guerra recurrió a su autoridad para protegerse
contra el rigor adversario, lo encarceló, intentó denigrarlo y lo condenó a 16
años de trabajos forzados. Pero el mundo católico de todo nuestro planeta
defendía su inocencia coma en ningún caso similar de la historia eclesiástica,
encabezado por L'Osservatore Romano. Su inocencia fue reconocida también
por los más ferozmente perseguidos en aquella época histórica: por los
representantes del pueblo judío. Incluso, Tito y Milovan Djilas en persona
tuvieron que reconocerla, excusándose por la persecución de Stepinac —uno por
la "mayoría ortodoxa" y el otro por razones de Estado—. Ello no
obstante, Stepinac murió confinado en su aldea natal el 10 de febrero de 1960,
sin investirse con la púrpura cardenalicia con que lo había distinguido el papa
Pio XII ni regresar a su sede de arzobispo de Zagreb, digna del hijo más
preclaro de su pueblo en el siglo XX. Pero su vida, sus sufrimientos, sus
sacrificios y su muerte representarán la victoria en el futuro sobre el éxito
momentáneo de sus verdugos.
En estos días, la
Santa Sede canonizará al primer santo croata, a un franciscano de Croacia
meridional — Nicolás Tavelić — pero no pasará mucho tiempo —es nuestra
creencia firme— sin que se canonice al cardenal Stepinac, un testigo
incomparable de la vocación sobrenatural del hombre en el instante histórico en
que esta vocación se está negando y, al propio tiempo, cuando sentimos la
frustración general de una civilización de la abundancia.
El lector de la
presente obra se siente muy agradecido a su autor por haberlo llevado a las
fuentes mismas de la sabiduría religiosa y ponerle en contacto directo con
aquel hombre extraordinario que era el cardenal Stepinac.
Buenos Aires.
FRANJO
NEVISTIĆ
(Ed. Mouton, La
Haya, Holanda, 1969, pág. 301)
El presente volumen comprende una serie de ensayos y estudios literarios e
históricos del eslavista Ante Kadić, profesor de literaturas e idiomas
sureslavos y de literatura contemporánea rusa en la Universidad de Indiana,
EE.UU. Todos los trabajos incluídos, con excepción de Literary currents in
socialist Yugoslavia fueron publicados previamente en distintas revistas y
publicaciones especializadas de Norteamérica y Europa o forman parte de los
simposios de varios congresos, celebrados en el Nuevo y el Viejo Mundo sobre
los temas eslavísticos.
La labor
investigativa del profesor A. Kadić, movida únicamente por el amor a la
verdad e in usam scientiae, es vastamente conocida en los círculos
especializados y apreciada por su seriedad, sólidos conocimientos y nuevos
aportes. El resultado de su sistemático estudio son numerosos ensayos,
críticas, notas, referencias, en primer lugar, sobre temas de literatura y
cultura croatas, publicados en las revistas del ramo de las universidades
norteamericanas y en los periódicos de los emigrados croatas. Kadić es,
además, autor de los siguientes libros: Modern Yugoslav Literatures,
(Berkeley, University of California Press, 1956, pág. 212); Croatian Reader
With Vocabulary (Berkeley, University of California, 1957); Contemporary
Croatian Literature, 1895-1959 (Ed. Mouton & Co., La Haya, 1960, pág. 96); Croatian
Reader With Vocabulary (Ed. Mouton & Co., La Haya, 1960, pág. 276); Contemporary Serbian
Literature (Mouton & Co., La Haya, 1964, pág. 104) y del libro del
epígrafe, publicado el año pasado. Cabe acotar aquí que la conocida editorial
holandesa. Mouton Publishers goza de gran crédito por sus ediciones de libros y
estudios sobre temas eslavísticos.
En el primer
ensayo del libro que comentamos, The Croatian Renaissance (reproducido en
versión castellana bajo el título "La literatura renacentista croata"
en Studia Croatica, Nro. 4(9) año III, 1962, pág. 287-308), Kadić
en forma sintética y exhaustiva presenta los comienzos, la eclosión y el
florecimiento de las letras croatas en las ciudades de la costa adriática
durante los siglos XV y XVI, distinguiendo con celo científico los elementos
comunes a las literaturas clásicas e italiana contemporánea y los aportes
vernáculos. "Debe destacarse que las mejores páginas en. la literatura renacentista croata son precisamente aquéllas
en Ias que se hallan presentes el lenguaje y el espíritu nativos",
concluye Kadić en su enjundioso trabajo, seguido por una interesante
referencia a San Francisco Javier y Marcos Marulić (1450-1524),
"padre de la literatura croata" y gran filósofo cuya obra De
Institutione bene beateque viventi (1506) era muy conocida y leída durante la
Contrareforma. Resulta que San Francisco Javier (1506-1552), jesuita español,
apellidado el apóstol de las Indias, al emprender su misión evangelizadora por
el Lejano Oriente llevaba consigo entre contados libros la referida obra del
humanista croata. Dicho libro fue entregado en 1594 al Colegio de Jesuitas de
Madrid "con todas sus páginas absolutamente limpias, sin ésas notas marginales
que dañan a tantos otros libros, pero que en este caso hubieran resaltado aún
más esta preciosa joya". Después de 1894 se perdió el rastro de esa
reliquia que algunos suponen destruida durante el incendio del Convento de los
Jesuitas de Madrid en 1931.
***
Las figuras de
Jorge Križanić (1618-1683) y del obispo José Jorge Strossmayer
(1815-1905), precursores y apóstoles de la unión de las Iglesias eslavas
disidentes, cobran mayor relieve en nuestra era ecuménica y atraen la atención
de los estudiosos debido a su gran visión, que scbrepasan los límites de su
patria, Croacia. Kadić dedica sendos trabajos a esas figuras visionarias y
controvertidas y arroja, en base a los nuevos documentos, esclarecedora luz
sobre sus intenciones, su vida y obra. Se ocupa de los años de formación de
Križanić -hasta 1658, de la situación imperante en aquel entonces en
Croacia, reducida a Reliquiae reliquiarum olim inclyti regni Croatiae,
Dalmatiae et Sclavoniae. Pone de relieve su fervor patriótico y apostólico,
relata sus fracasados intentos de conseguir el retorno de los hermanos
separados al redil común de la Iglesia Católica. En el memorándum que
Kadić transcribió textualmente de los ar-chivos
vaticanos, dirigido en 1641 a Mons. Francesco Ingoli, secretario de la
Congregación de la Propagación de la Fe, el joven sacerdote croata desarrolló
sus ideas y Planes sobre su misión en Rusia. Križanić enfoca el problema
de la unión no sólo desde el punto de vista misionero y eclesiástico, sino
también lingüístico, político, socio-económico y cultural. Atribuía la
separación de la Iglesia rusa a las contingencias históricas y sostenía la
importancia del rito oriental y del uso de la lengua eslava en la liturgia. Dos
siglos después sostendrá la misma tesis el filósofo ruso y apóstol de la unión
Vladimir Soloviev. Križanić fue el precursor del paneslavismo, pero era
occidentalista y el primer erudito católico en exponer los lazos religiosos
entre Ias dos Iglesias. Sufrió innúmeras contrariedades, desengaños e
incomprensiones, pero fue "uno de esos gigantes providenciales dispuestos
a sacrificarse por sus convicciones". Su visión del desarrollo político y
del destino religioso y sus conocimientos de los rusos, son material de estudio
muy útil y valioso.
En el ensayo
Vladimir Soloviev y el obispo Strossmayer, Kadić describe minuciosamente
las relaciones entre el filósofo ruso, propugnador de la unión eclesiástica
entre católicos y ortodoxos, y el prelado croata J. J. Strossmayer quien,
siguiendo los pasos de Križanić y con el apoyo de su íntimo amigo el
historiador Francisco Rački, acogió con entusiasmo los esfuerzos
ecuménicos de Soloviev. Strossmayer hizo todo cuanto estaba a su alcance por
ayudar a Soloviev en su magnífica, si bien poco realista, empresa, y el fracaso
de su plan no afectó el respeto mutuo y la amistad que se profesaban.
"Soloviev y Strossmayer eran Visionarios proféticos, preocupados de cómo
superar la fatal separacioón religiosa de los eslavos sin esperar de su
eventual reconciliación privilegios unilaterales". Kadić enmarca a
ambos adalides de la reunificación elesiástica en el contexto histórico, los
ubica en su tiempo, hace referencia a sus contactos personales y epistolares y
subraya los innumerables obstáculos que se erigían frente a sus ideas,
especialmente por par-te de la jerarquía ortodoxa rusa y servia.
El primer tomo
del libro de Soloviev La Historia y el futuro de la teocracia fue publicado en
Zagreb en 1887, mas su difusión fue prohibida en Rusia. Strossmayer se sentía
feliz por el hecho de que su pequeña nación estuviese promoviendo la
reconciliación de los cristianos y exclamó con orgullo: "La vasta y
poderosa Ru-sia reconocerá un día el gran servicio que la pobre y sufrida
Croacia le prestó precisamente en el momento en que Rusia estaba languideciendo
en una situación de lo más precaria". Pero tanto Strossmayer como Soloviev
estaban decepcionados, por cuanto el problema crucial de la unión eclesiástica
no fue comprendido ni en Occidente ni en Rusia. Las concepciones utópicas de
Soloviev merecieron el siguiente juicio del papa León XIII: "Bella idea,
ma fuor d'un miracolo, è cosa impossibile". En la introducción a su obra
maestra La Russie et l'Eglise Universelle, escrita en Zagreb, capital de
Croacia, y publicada en París en 1889, dos años antes de morir, Soloviev dice
textualmente: "Cuál es vuestra palabra, pueblos de la palabra (pueblos
eslavos)? Vuestra masa no lo sabe todavía, pero potentes voces surgidas de
entre vosotros lo han revelado ya. Hace dos siglos, un sacerdote croata lo
anunció proféticamente y, en nuestros días, un obispo de igual nación lo ha
proclamado repetidamente con admirable elocuencia. Lo que dijeron los
representantes de los eslavos occidentales, el gran Križanić y el gran
Strossmayer, sólo requiere un simple amén de parte de los eslavos orientales.
Este amén vengo a decirlo en nombre de los cien millones de cristianos rusos,
en la firme y plena confianza en que no me desautorizarán". Kadić
concluye que Strossmayer murió (1905) persuadido de que la misión de Soloviev
fue providencial y de que un día la Cristiandad unida rendirla cálido homenaje
a ese gran profeta ruso y a cuantos compartieron su visión y su fervor.
***
En el ensayo
sobre el poeta popular croata fray Andrés Kadić Miošić (1704-1760),
el autor destaca la importancia de su poemario La plática antena del pueblo
croata, su rápida y sostenida difusión entre las masas populares y su
influencia sabre la historiografía búlgara, el autor anónimo de la Historia de
Zograf, como asimismo en Dositeo Obradović, fundador de la moderna literatura
servia y Vuk Karadžić, recolector de la poesía popular de los pueblos
sureslavos. Gracias a Kadić Miošić la Europa romántica conoció la
magnífica y riquísima poesía popular croata.
Es muy conciso el
perfil literario que Kadić traza del narrador humorista croata Slavko
Kolar (1891-1963), un cronista de chispa y talento del escenario político y
social de Croacia durante tres décadas. Afirma con razón que una docena de
cuentos de Kolar figuran entre los mejores en la prosa contemporánea croata.
***
Miroslav Krleža
(n. 1893) es el más conocido e infuyente escritor izquierdista croata. Creador
multifacético (novelista, cuentista, dramaturgo, poeta, crítico, ensayista y
polemista) y figura discutida, es traducido a casi todos los idiomas europeos.
Individualidad de rasgos inconfundibles, con sus sucesivas ideas
revolucionarias y revisionistas, Krleža constituye el verdadero pilar de la
literatura izquierdista croata, sostiene acertadamente Kadić en su acabado
e imparcial trabajo titulado Los atormentados visionarios de Krleža.
Krleža no se
volvió ateo y materialista leyendo a Marx sino a Feuerbach, Schopenhauer,
Darwin y Nietzsche. En 1939 publicó una virulenta diatriba contra el realismo
socialista "ortodoxo", sostenido en Yugoeslavia, entre otros, por
Milovan Djilas, ferviente partidario de los métodos stalinistas. En 1952
condenó todas las variantes del zdanovismo y abogó por el individualismo en la
creación literaria y por la "inmaculada y falible inspiración". Hace
dos años inspiró y encabezó el manifiesto de los escritores e instituciones
culturales croatas en defensa del idioma literario nacional croata contra las
imposiciones arbitrarias del gobierno centralista de Belgrado. Los dirigentes
comunistas, si bien reconocen su innegable aporte a la causa comunista, lo
consideran un individualista terco e incorregible y un herético. Kadić
analiza a fondo algunas obras de Krleža, especialmente las referentes a las
figuras históricas, a saber: Cristo, Salomé, Cristóbal Colón, Miguel Angel y
Lenin. En todas esas obras los protagonistas son héroes, visionarios,
individuos atormentados y angustiados que dudan de la validez de sus fines y de
la capacidad de las masas para seguirlos. Krleža nunca atribuyó un papel rector
al proletariado, aunque evidencia siempre comprensión y gran simpatía por los
obreros y los campesinos, especialmente en sus cuentos El dios croata Marte
y en su libro de poesía Baladas de Pepito Kerempuh. Es interesante
anotar que si bien Krleža es reconocido como ideólogo y el primer escritor
comunista, el gobierno de Belgrado prefirió promover la candidatura al premio
Nobel de literatura del novelista Ivo Andrić, ex embajador del régimen
monárquico dictatorial, por el simple hecho de que en sus obras sostiene la
tesis de que Bosnia y Herzegovina son tierras servias. Aquí también el
imperialismo del pueblo gobernante en la Yugoeslavia comunista privó sobre la
ideologia y la justicia. Kadić afirma "que Krleža nunca dejó de
inquirir, dudar, desilusionarse de todo y de todos. Parece tener éxito cuando
describe a sus protagonistas luchando con el tentador, pero no cuando coloca a
alguien sobre el altar en lugar del Dios cristiano. Semejante postura de
veneración no cuaja con su mentalidad nihilista. Convence más mientras destruye
los viejos templos que cuando erige a los nuevos".
***
En su documentado
trabajo The French in the "Chronicle of Travnik", Kadić,
con envidiable erudición y método analítico, compara a los principales
protagonistas de la novela "Sucedió en Bosnia" (tal el título de su
versión castellana), de Ivo Andrić, premio Nobel de literatura de 1961.
Señala coincidencias e inexactitudes que se presentan en la novela de
Andrić entre las figuras reales e históricas de dos diplomáticos franceses
enviados por Napoleón a Travnik, y lo que agregó la fantasía y la inspiración
del autor. Se trata de un estudio comparativo e histórico digno de todo elogio,
escrito can la seriedad de un auténtico investigador.
El libro que
señalamos nos ofrece a continuación un excelente panorama de las corrientes
modernista y surrealista en la literatura servia. Los modernistas, bajo el
impacto de la literatura francesa y sobre todo la de Apollinaire, Péguy,
Marinetti, Maiakovski, Poe, Whitman, Gérard de Nerval, Rimbaud y Mallarmé, eran
al principio antimilitaristas y con inclinaciones
revolucionarias, mientras que los surrealistas, más jóvenes, eran puros
teóricos y su producción literaria de escaso valor. Se separaron en 1929,
cuando el rey Alejandro Karageorgević proclamó la dictadura; los
surrealistas se afiliaron al Partido Comunista y los modernistas apoyaron la
dictadura y luego el movimiento chauvinista servio chetnik. Kadić, a
renglón seguido, se ocupa de cada uno de los integrantes de ambos grupos
antagónicos, valoriza su obra, describe el ambiente reinante y ofrece un cuadro
informativo y crítico a la vez de la creación literaria servia.
En el ensayo
"Corrientes literarias en la Yugoeslavia Socialista" el autor reseña
la literatura contemporánea de cada pueblo integrante del conglomerado estatal
yugoeslavo (Croacia, Servia, Eslovenia, Macedonia) desde la implantación del
régimen comunista en 1945 hasta hoy. Es preciso tener presente que Yugoeslavia
es un Estado heterogéneo, compuesto de varios pueblos con distintas y a veces
opuestas tradiciones históricas y culturales y diferentes lenguajes. Hay cuatro
idiomas literarios con sus correspondientes literaturas y lectores. Durante el
primer período de posguerra (1945-1950), "bajo la presión rusa, fue
impuesta la doctrina del realismo socialista y la literatura estaba totalmente
al servicio de los fines políticos" del Partido Comunista. La poesía y la
narrativa obedecían a la técnica de blanco y negro, cantando loas a las
"cualidades sobrehumanas" de los guerrilleros comunistas y pintando a
sus opositores como bestias. El segundo período, desde 1950 hasta hoy, se
caracteriza por una "liberalización" gradual, lo que no quiere decir
que "los dogmáticos hayan desaparecido". Por supuesto, en ambos
periodos podían escribir y publicar únicamente los escritores adictos al régimen
comunista o de acusadas tendencias izquierdistas. No se tolera ninguna voz
disidente u opositora, especialmente en Croacia. Ultimamente con "medidas
administrativas" quedó suprimida la revista mensual Hrvatski književni
List (La Gazeta Literaria Croata) que evocaba las tradiciones culturales
croatas y defendía los legítimos derechos económicos y sociales de su pueblo,
explotado como una colonia en provecho de Servia y otras "repúblicas
socialistas subdesarrolladas".
En este capítulo
final de su importante obra Kadić nos brinda un panorama objetivo y
conciso de distintas corrientes literarias, de sus representantes y obras en
Croacia, Servia, Eslovenia y Macedonia. Utiliza el riguroso método del crítico
e historiador literario. Ultimamente, según el margen de libertad que les
permite el régimen dictatorial, muchos escritores se esfuerzan por seguir la
vieja tesis de M. Krleža, según la cual un escritor lucha por el progreso
únicamente cuando obedece a los dictados de su conciencia. Por otra parte,
tenemos contradicciones chocantes. Mientras, por ejemplo, en Servia un Miloš
Crnjanski, escritor rabiosamente nacionalista pudo volver del largo exilio, ser
rehabilitado, ver sus libros reeditados y convertirse en el ídolo de muchos
jóvenes escritores servios, en Croacia, destacados escritores patriotas están
condenados al silencio absoluto, y ni siquiera después de su muer£é puede
hablarse de sus obras. De ahí la reacción espontánea que reflejó fielmente
Petar šegedin cuando afirmó en la revista Praxis (1962) "que el
deber más sagrado de un intelectual izquierdista, sobre todo si es miembro de
una pequeña, «amenazada» nación, consiste en mantener vínculos íntimos y ser
responsable para con su pueblo".
En opinión de
Kadić, las literaturas de los pueblos de Yugoeslavia, superado el oscuro
periodo de la inmediata posguerra, son hoy alentadoras y prometedoras como en
el período 1918-1941, aunque no puede afirmarse con certeza que han alcanzado
el nivel de la preguerra.
Hasta ahora, con
raras excepciones, las reseñas de las literaturas de los pueblos de Yugoeslavia
publicadas en el exterior fueron financiadas por los regímenes de Belgrado y
servían a fines políticos. Kadić se atiene rigurosamente a los criterios
científicos, estéticos y literarios y, descartando todo influjo partidista,
busca la verdad y la expone sine ira et studio. En ello consiste el valor
intrínseco y objetivo de sus obras que, despojadas de todo espíritu o tendencia
restrictivos, ofrecen un cuadro real y verídico de la vida cultural y literaria
de los pueblos que, contra su voluntad, forman "la híbrida y
heterogénea" comunidad estatal que se llama Yugoeslavia y que equivale a
la servidumbre y la explotacin individual y nacional de varios de ellos.
Buenos Aires
BRANKO
KADIĆ
Separata del Balkan
Studies, vol. 10, Nro. 1, Thessaloniki (Grecia) 1966, pág. 23-50.
Quienes prestaron crédito durante veinte años a la propaganda oficial
yugoslava de que ya no existía un problema nacional en aquel país se verían
sorprendidos por la decisión del comité central de la Liga de Comunistas de
Yugoslavia, con fecha de 19 de julio de 1966, según la cual fue destituido
Alejandro Rankovic, jefe de Seguridad Pública; después, por la Declaración
sobre la denominación y la posición del idioma literario croata, 16 de marzo de
1967, y, finalmente, por la reunión del Comité Central del Partido Comunista de
Croacia, celebrada a mediados del mes de enero le 1970, cuando fue excluido del
mismo Milos Zanko —uno de los defensores de las concepciones centralistas y
conservadoras a expensas de la república croata—, y de todas las funciones
partidarias y privado de su mandato en la Asamblea Federal donde se desempeñó
como vicepresirente.
A pesar de que el
artículo El Nacionalismo y el Comunismo en Yugoslavia fue escrito en 1968 y,
para su publicación en 1969 fue actualizado por su autor agregándole un
"post scriptum" referente a los acontecimientos en Checo-Eslovaquia,
el periódico Balkan Studies llegará a sus lectores en momento oportuno,
pues este número (vol. X, n. 17) esclarece los antecedentes de las
deliberaciones del Comité Central del Partido Comunista de Croacia, de enero
del año en curso. Estas, según nuestro parecer, constituyen la forma más
reciente de las exteriorizaciones "nacionalistas" en Croacia, pese a
los ataques al nacionalismo y chauvinismo —sea croata o yugoslavo— por parte de
todos los oradores que participaron en dicha reunión.
En una serie de
subtítulos, el autor describe los "comienzos del Partido Comunista de
Yugoslavia", dejando entrever sus primeras luchas internas a favor o en
contra de la táctica leninista de aprovechamiento de las cuestiones nacionales,
defendiendo, primero, el derecho de autodeterminación del pueblo y la secesión,
para adoptar definitivamente, en 1935, la concepción federalista de Yugoslavia,
rechazando el derecho de secesión. Al establecerse el Estado comunista mediante
una victoria militar con la ayuda de los aliados occidentales en mayo de 1945,
se halló la solución de las cuestiones nacionales en la organización de seis
repúblicas previstas en la Constitución del 30 de enero de 1946. Mientras
tanto, la expulsión del Komintern en 1948 y la ayuda posterior por parte de
Occidente, han posibitliado el nacimiento del "comunismo nacional" y
el "titoismo" por un lado, pero también cierta liberalización del
régimen por otro, lo que a su vez contribuyó a la reaparición de la cuestión
nacional hasta entonces acallada. "Los cambios operados en la década de
1950-1960" involucran el abandono de la planificación socialista central
que caracteriza a los Estados del bloque soviético y la adopción de un nuevo
tipo de la administración de la sociedad mediante los consejos de obreros. En
1952 la denominación del Partido fue cambiada por la de Liga de Comunistas de
Yugoslavia, mientras que mediante una reforma constitucional de enero de 1953
(La Ley Fundamental), Yugoslavia se convirtió en "democracia
socialista", "La reconciliación con Moscú" en 1955, la condena
de Stalin por Khruschov y la disolución del Komintern en 1956, y, más tarde, la
rebelión húngara y la polaca del mismo año, aceleraron la desintegración de la
estructura monolítica del comunismo por doquier, dando motivo a la reaparición
del nacionalismo: del albanés, en cuanto a Kosovo-Metohia, y del macedonio,
inspirado por los comunistas búlgaros. "Después de la proclamación de la
nueva Constitución" del año 1963, cuando la "República Popular
Federativa de Yugoslavia" se convirtió en la "República Federativa Socialista
de Yugoslavia", la cual, a pesar del derecho expresamente establecido de
cada pueblo a la autodeterminación e incluso del derecho de secesión, no pudo
encontrarse la solución a la cuestión nacional, se empezó, en Eslovenia, con la
crítica abierta de la explotación política y económica de la República de
Eslovenia y del yugoslavismo falso como un tipo de "mitomanía
nacional", mientras por la parte croata se oyeron reproches por el
burocratismo y por la distribución injusta de los fondos federales en favor de
Servia a expensas de las dos repúblicas más desarrolladas —Eslovenia y
Croacia—. En el campo filosófico, aparece durante 1965, en Zagreb, un grupo de
fuerzas nuevas dando al marxismo una nueva interpretación —el humanismo
marxista— en su periódico Praxis. La reforma económica, inaugurada en el mismo
momento, hizo posible una critica mas libre no sólo en
lo referente a la "opresión nacional" sino también en cuanto a la
"explotación económica". En la "cuarta reunión plenaria y,
después de ella", el todopoderoso jefe de la UDBA (servicio de seguridad)
fue acusado como representante del chauvinismo servio y adversario de la
reforma económica y por ello destituido el 1° de julio de 1966. En el quinto
plenario realizado en Belgrado el 5 de octubre de 1966, la Liga de Comunistas fue
reorganizada de tal manera que su Comité Central se dividió en dos cuerpos: La
presidencia de 35 miembros y el Consejo Ejecutivo de 11 miembros; la función
del secretario general fue suprimida.
La aparición de
la "Declaración sobre la denominación y la posición del idioma literario
croata" no es solamente una cuestión lingüística sino un conflicto
espontáneo entre el nacionalismo croata y el servio dentro de las filas del
movimiento comunista —recalca el autor, preguntándose qué pasará al desaparecer
Tito. ¿Quién será su sucesor? ¿Tendrán la capacidad de mantener la integridad
del país? Una de las ideas finales del profesor Prpic es: "Si continúa el
desarrollo actual, es factible que Yugoslavia se convierta, en el futuro
próximo, en una confederación de seis repúblicas. Más tarde, algunas de ellas
podrán decidirse por su plena independencia. Este desarrollo significaría el
fin de Yugoslavia y del comunismo en aquella parte de Europa". Sea como
fuere, hay que buscar una solución pacífica porque es de esperar que aquellos
pueblos hayan aprendido algo de su historia borrascosa —opina el autor en su
breve pero muy escueta descripción de los momentos esenciales en la existencia
y el desarrollo de dos décadas del comunismo y el nacionalismo en Yugoslavia.
Tomando justamente
en consideración esta enseñanza del "pasado borrascoso", creemos que
ha llegado el momento, en el mundo como en nuestra Patria, para una exposición
objetiva del período de la segunda guerra mundial, es decir para una
interpretación de lo acaecido a la luz de los intereses políticos también delos
adversarios vencidos y no solamente de los vencedores. Opinamos que aquel
periodo de guerra no podemos —ni brevitatis causa— señalarlo como "cuatro
años de caos, la ocupación extranjera y la tremenda guerra civil" (pág.
28). Tal parecen las cosas desde el punto de vista de "la lucha
libertadora nacional" del Partido Comunista de Yugoslavia y de sus aliados
occidentales. Este punto de vista no es exacto, y es contrario a los hechos. La
Yugoslavia monárquica no sólo "desapareció tras unos pocos días",
sino que dejó de existir de facto y de iure de acuerdo a la posición
interpretativa en el territorio de un nuevo sujeto de derecho internacional al
restaurarse el Estado Independiente de Croacia. No es admisible extender el
concepto de ocupación a la presencia del ejército alemán o italiano en Croacia,
porque esas fuerzas tenían el carácter de aliado en un país amigo (análogamente
a como la presencia del ejército norteamericano en Sur Vietnam). Por eso,
tampoco podemos hablar de la ocupación de Yugoslavia en su totalidad, sino sólo
de la ocupación de una parte de la Yugoslavia monárquica. Desde el apunto de
vista de la existencia del Estado Independiente de Croacia, en su calidad de un
sujeto de derecho internacional, resulta inexacto considerar la guerra en su
territorio como guerra civil, tratándose en realidad de una parte de la guerra
mundial general. Un elemento en este de una guerra civil podría entreverse sólo
en aquella parte de los objetivos políticos de las fuerzas armadas de los
guerrilleros o de los chetniks y que se refiere a la negación del derecho de
secesión de Croacia en 1941. Pero también esta parte de los objetivos de guerra
y de paz de las fuerzas yugoslavas está cubierta por la "lucha contra el ocupante
y sus satélites", encuadrándose así en la guerra mundial general.
El único hecho en
aquella región que no permite diferentes explicaciones ni desde el punto de
vista político ni jurídico es el caos. El surgimiento del mismo y su breve
descripción fue la que dio el prof. Prpic en su artículo Cincuenta años de
Yugoslavia (Firty Years of Yugoslavia, América, Vol. 17 del
26/4/1969, pp. 499-502) donde, luego de la descripción de la caída y la
disolución de Yugoslavia dijo: "De una manera verdaderamente balcánica
sucedió la lucha entre los guerrilleros del Partido Comunista de Yugoslavia
("Tito y sus hombres aparecieron en el campo de batalla inmediatamente
después del ataque alemán a Rusia Soviética en junio de 1941"); los
ustachi y domobrani croatas, los chetniks servios encabezados por Draza
Mihajlovic, los nacionalistas eslovenos, albaneses y, al mismo tiempo, los
ejércitos alemanes, italianos (hasta 1943), búlgaros y húngaros. Lógicamente,
la breve descripción del acontecer histórico no refleja siempre la verdadera
imagen del estado de cosas, pero hay que asentir con el autor cuando dice
"que aquél fue un verdadero infierno, peor que todas las revueltas durante
el dominio turco".
A pesar de todo,
no es posible ponerse de acuerdo con el autor cuando —en la línea de la
historiografía yugoslava y aliada, equipara a Croacia con Montenegro ("Los
Estados independientes fueron proclamados en Croacia y en Montenegro"), o
a Ante Pavelic con Milan Nedic, degradando a Croacia al mismo nivel que Servia en
el sentido jurídico-estatal ("Ante Pavelic, el revolucionario croata, fue
jefe de Croacia. Milan Nedic conductor (jefe) de Servia"). En efecto, en
el período entre 1941-1945, Servia y Montenegro no fueron sujetos de derecho
internacional como lo fue Croacia, por lo menos en la mitad de la comunidad
internacional dividida en aquel momento. Opinamos que hoy deberíamos llevar más
la cuenta de todo aquel complejo de problemas y empezar con la revisión de los
juicios formulados exclusivamente desde el punto de vista de una sola parte en
conflicto desde 1939 hasta 1945.
Milan
Blažeković
(La Historia
diplomática e histórica de Croacia, Neckargemund, 1968, Kurt Vowinckel Verlag,
Alemania.
Ivo Omrcanin es
profesor de idiomas modernos en la Universidad de Indiana University,
Pensilvania. Ha publicado varias obras en italiano, latín, alemán, inglés y
croata. En el presente volumen, de 190 páginas, abarca la historia política y
diplomática de Croacia, empezando desde la llegada de sus habitantes a la
Península Balcánica en el siglo VII a.C. hasta nuestros días. Al exponer todos
sus acontecimientos, el Dr. Omrcanin trata de subrayar en cada instante la
cooperación de Croacia en su calidad de sujeto independiente del derecho
internacional.
La obra se halla
dividida en dos partes. La primera se ocupa del advenimiento de los croatas a
su actual patria y de la creación de ese Estado con Ia propia dinastía nacional
autóctona. La segunda se inicia en el año 1102, oportunidad en que después de
haber perecido su último rey nacional en la batalla con los húngaros, los
croatas establecieron con éstos un pacto especial —Pacta Conventa—, creándose
una comunidad política de rasgos peculiares —unión personal—. En esta parte
abarca también la relación posterior con Austria, así como el período en
Yugoslavia —tanto monárquica como comunista— y la breve etapa de la segunda
guerra mundial, cuando los croatas consiguieron provisoriamente restaurar su
Independencia.
A título
informativo para quienes ignoran el origen de los croatas y desde qué época se
hallan instalados en su espacio histórico y étnico actual, el autor relata su
acceso a la Península Balcánica, trata del origen, el nombre y la formación de
la Gran Croacia, para aludir, luego, a los primeros contactos que tuvo con
Bizancio y el Occidente, especialmente mediante su conversión al cristianismo,
y su bautismo y un contrato con la Santa Sede en el siglo VII, recalcando que
"este contrato importante constituye la base de todo el derecho estatal
croata".
A continuación,
el autor describe con amplitud la historia del Estado croata y de sus reyes
nacionales entre el siglo VII y el XII. Leyendo estas páginas vivimos la
ascensión y la caída de aquella dinastía nacional y, al propio tiempo, la cada
vez más completa incorporación de Croacia al mundo occidental.
Al analizar la
relación húngaro-croata, el Dr. Omrcanin no omite la oportunidad de destacar
que aquélla era una relación entre dos Estados independientes.
Atenido a la
limitación del espacio disponible para su obra, el autor se ha visto precisado
a condensar los acontecimientos de los dos períodos, cada uno de 400 años,
primero dentro de la comunidad con los húngaros y, más tarde, éstos y los
austríacos. A pesar de esta forzada condensación, consiguió el autor exponer
todo cuanto los croatas hubieron de soportar en la defensa de su independencia
dentro de las comunidades estatales con que tuvieron que pactar en el decurso
de la historia con otras naciones, hasta ir perdiendo poco a poco su
independencia y perderla completamente frente a Yugoslavia en 1918.
Dedica el autor
atención especial en esta parte de su trabajo al reino de Bosnia y a la
república de Dubrovnik, dos creaciones estatales croatas que se conservaron
aparte y al margen de las demás tierras croatas.
En cambio,
muestra escaso interés en la formación del Estado de los Servios, los Croatas y los Eslovenos, así como en la lucha de dos
decenios por los croatas dentro de Yugoslavia. Achaca el autor ese motivo al
hecho de que el pueblo croata perdió todo vestigio de su independencia y
autonomía, cayendo así en una condición en la que no podía tener tampoco
historia diplomática y política independientes.
Idéntica
parquedad observamos en el capítulo dedicado a la restauración de la
independencia de Croacia en 1941. Pero, no obstante, Omrcanin no omite
mencionar a los Estados que habían reconocido la existencia de aquel país como
sujeto de derecho internacional.
La obra trata al
final la situación de Croacia dentro de Yugoslavia comunista. Hace la
afirmación de que los comunistas han matado a 500.000 croatas y de que el
balance total de las pérdidas humanas durante e inmediatamente después de la
guerra es de alrededor de 1.000.000.
Termina el autor
su libro con observaciones de carácter bastante noble y un tanto sentimental:
"Esta es la historia trágica de uno de los pueblos civilizados más
antiguos de Europa, y de un país que siempre permaneció independiente desde los
tiempos en que en el Irán constituía un Estado federal, es decir, desde el
siglo X a. C. hasta nuestros días. Este pueblo pertenece, por su cultura y su
historia, a la Europa occidental. No pide otra cosa que justicia. Igualmente
para sí como para los demás. El pueblo croata reclama su independencia no sólo
sobre la base de su derecho histórico, sino también sobre la del derecho de
autodeterminación, proclamado y reconocido internacionamente. En este punto
coinciden todos los croatas".
La obra ostenta
múltiples citas que vigorizan y confieren validez a la exposición del autor.
Deben mencionarse numerosas notas y una amplia bibliografía, incluyendo además
una tabla cronológica de los reyes croatas, tanto pertenecientes a la dinastía
nacional croata como a las demás.
Escrita con
carácter informativo y seriedad, a pesar de ciertos puntos débiles y
discutibles inevitablemente, resultará de gran utilidad para todos cuantos
deseen interiorizarse de los acontecimientos principales de la historia croata.
B. L.
Munich, 1969.
Edición de la Biblioteca de la Revista Croata, pág. 270.
A pesar del gran
número de políticos croatas exilados durante y después de la segunda guerra
mundial, la literatura política de la emigración croata no abunda en obras de
memorias y autobiografías. Tal es así que el prof. George J. Prpic, de la John
Carroll University, en su reciente bibliografía de "Las Publicaciones
Croatas en el Extranjero después del Año 1939" (The Croatian Publications
Abroad After 1939 - A Bibliography, Cleveland, Ohio, pp. 66) no pudo asignar a
tales obras un capítulo separado, registrándolas en el general de
"Libros".
Por ello, el
público lector croata acogió con benevolencia la aparición del volumen
Encuentros y acontecimientos vividos entre 1938-1945 que su autor —en términos
de una breve introducción (pp. 15-16)— ha escrito, en primer lugar, con destino
a la juventud croata en la patria misma, esa que desconoce la verdad verdadera
acerca de los sucesos de la pre-guerra y de la guerra, puesto que a través de
la enseñanza escolar, la propaganda y una falsa interpretación de los
documentos, los comunistas han logrado crear una imagen engañosa de aquellos
sucesos y darles un significado tergiversado. Así, pues, la obra que reseñamos
y que, juzgándola por su título, debería ser un libro de memorias, resulta ser
una obra de historia en cuanto a la descripción de los acontecimientos
políticos de un determinado período del pasado, una obra de memorias, en lo que
se refiere a las fuentes del conocimiento de los hechos y la participación
personal del autor en los mismos; y finalmente, una obra con propósitos
didácticos, en cuanto a sus fines.
Las cuatro partes
en que se divide van precedidas por un prólogo (pp. 5-12), escrito por el
periodista croata Ivo Bogdan, e intitulado "La escena, el protagonista y
el autor del drama". Este prólogo explica al lector el significado y la
delicada situación política de la parte dinárico-adriática de la Croacia
meridional, con Dubrovnik (Ragusa) como centro, y que es el teatro de los
principales acontecimientos descriptos y de los cuales el autor, junto con sus
amigos y colaboradores, ha sido protagonista de una manera bastante conspicua.
La primera parte (pp. 19-52) abarca la actividad política del autor y de
sus correligionarios, nacionalistas croatas, mientras se sucedían los
acontecimientos políticos y constitucionales como: las elecciones del 11 de
diciembre de 1938, la caída del premier M. Stojadinovic el 4 de febrero de
1939, el compromiso Macek-Cvetkovic y la creación de "Banato de
Croacia" en vísperas de la segunda guerra mundial, el comienzo de ésta y
su extensión a Yugoslavia como consecuencia del golpe de Estado en Belgrado del
27 de marzo de 1941, el colapso de la misma y la proclamación de la
independencia croata, o sea la creación del Estado Independiente de Croacia.
En la segunda
parte (pp. 55-101), el autor describe los acontecimientos y sus experiencias
personales desde el día de la proclamación de la independencia, o sea, el 10 de
abril de 1941, hasta el 7 de septiembre del mismo año, fecha en que los
efectivos militares italianos comienzan la "reocupación" de la II y
III zona de la región litoral del Estado Independiente de Croacia, lo que, en
la opinión del autor, significó la liquidación del Estado croata en dicha
región de su territorio. Aquí se relata el desarme del ejército yugoslavo por
parte del pueblo croata, especialmente por la juventud, las primeras matanzas
de los croatas en la aldea Struge, cerca de Capljina y en Ilici, cerca de
Mostar, perpetradas por los cetniks servios el 13 de abril de 1941 (p. 60), la
llegada de las tropas alemanas a Dubrovnik el 17 de aquel mes y de las
italianas durante el mismo día, y las primeras insurrecciones, especialmente
con posterioridad al ataque alemán contra la USSR, y los primeros contactos y
claudicaciones de las autoridades militares italianas con los insurrectos
servios y comunistas.
Sin embargo cabe
advertir que, si el libro está empeñado en difundir la verdad entre la juventud
croata en la patria, el autor no ha explicado suficientemente la creación de
las referidas zonas, el carácter provisorio de la "ocupación" de la
II zona, así como también las atribuciones del "ocupante" y la
participación del gobierno croata en todo este desarrollo bélico tendiente a
sofocar la rebelión que se expandía en aquellos distritos en los cuales las
tropas italianas estaban estacionadas, brindando protección a los insurrectos.
Sin explicación precisa, queda la impresión de que los comandantes de las
tropas italianas, después de la firma de los "Tratados de Roma" del
18 de mayo de 1941, podían pasar por alto al gobierno croata, obedeciendo tan
sólo las órdenes recibidas de Roma. Tal impresión sería equivocada, pues todas
las medidas introducidas fueron aprobadas, aunque de mala gana, por el gobierno
croata a pedido o requerimiento del gobierno italiano por vía diplomática.
La tercera parte
(pp. 105-151) abarca el período entre el 7 de septiembre de 1941 hasta el 8 de
septiembre de 1943, o sea hasta la capitulación de Italia, período en que el
autor estaba en las filas del ejército croata y pudo observar de cerca la
clandestina pero evidente alianza de los efectivos italianos con los de los
cetniks servios y guerrilleros comunistas yugoslavos. Esta parte abunda en
material documentario y fotográfico de la colaboración mencionada en
detrimento. de la independencia y consolidación del
flamante Estado croata. En efecto, a fin de esquivar el pedido de Alemania de
aportar ayuda para el frente del Este europeo en invierno de 1942, los
italianos posibilitaron a los guerrilleros el libre paso de Montenegro a
Croacia, fomentando la rebelión y justificando así su presencia en Croacia y,
por ende, su negativa respecto al pedido alemán. El autor describe numerosos
casos de asesinatos de croatas, especialmente de sacerdotes por parte de los
comunistas y de los cetniks, mencionando los nombres de las víctimas, lugar y
fecha del suceso así como también en varios casos los nombres de los
comandantes de las unidades enemigas que cometieron actos criminales. No hay
que extrañarse que, por parte de los croatas, hubiera represalias. Unas fotos
de la colaboración de los cetniks con los italianos se las proporcionó al autor
el Dr. E. Bodoira el 10 de junio de 1965, quien mandaba una compañía de
bersaglieri en la región Vrgorac, Makarska-Zagvozd-Biokovo, donde los cetniks
degollaron 400 hombres, mujeres y niños. Este mismo oficial italiano reconoce
que la culpa de la tragedia de Croacia la tiene Italia (p. 116). En la página 131
el autor reproduce una parte del texto de una carta de un oficial italiano a
sus familiares en Padua: "Hemos logrado sembrar la discordia entre los
ustashas y los cetniks, los ustashas y los guerrilleros, los guerrilleros y los
cetniks de tal manera que se están exterminando entre sí, así que es de esperar
que muy pronto podrán ustedes trasladarse a nuestra hermosa Dalmacia".
Para contrarrestar la táctica de los italianos, el autor concibió la idea de
organizar a los "insurgentes croatas", o el "guerrillero
croata", a fin de combatir a los italianos y a sus aliados dentro de
Croacia, sin trabas impuestas por la alianza oficial ítalo-croata, por la cual
el gobierno croata estaba frenado en sus acciones. Sin embargo, la idea no fue
aceptada ni por los círculos oficiales ni por los políticos opositores del
Partido Campesino Croata, a los cuales el autor había confiado su idea.
La cuarta parte
(pp. 155-238) se refiere a los acontecimientos marcados por la capitulación de
Italia el 8 de septiembre de 1943 y la retirada del ejército y del gobierno
croata hacia el Oeste emprendida el 6 de mayo de 1945 y concluida con la
extradición de los mismos por parte de los ingleses a los comunistas yugoslavos
el 15 de mayo de 1945, lo que entre las matanzas en el lugar y los asesinados
en las "marchas de muertes" costó a la nación croata unas 200.000
víctimas. Después de la descripción del desarme de los efectivos italianos como
consecuencia de la capitulación que no tomó de sorpresa a las autoridades
croatas, como dice el autor, por lo que pudieron actuar sin pérdida de tiempo,
en esta parte se relatan varios combates con los guerrilleros comunistas
quienes se apoderaron de una considerable parte de armamentos italianos gracias
a la confabulación ya mencionada entre los comandantes de ese país y los
guerrilleros de Tito. Sin embargo, el papel hasta entonces jugado por los
italianos con respecto a los cetnik servios, siguieron jugándolo los alemanes
para ganar su colaboración en la lucha contra los comunistas, lo que en muchos casos
provocó descontento de los militares croatas y hasta dio motivo a una severa
protesta diplomática croata en Berlín al cometer los alemanes, junto con los
cetniks, la matanza de unos 700 croatas en la comuna de Poljice (p. 178). En
las páginas 218-225 describe el autor la última y dramática batalla en frente
del río Ilova, librada por la "División del Diablo" bajo el mando del
general alemán Reinicke y demás unidades croatas que terminó con la victoria,
pues impidió decididamente a las fuerzas comunistas la toma de la capital
croata, Zagreb. El autor expresa la esperanza de que los croatas guardarán para
siempre el recuerdo del general Reinicke, gran amigo de los croatas, que fue
capturado después de terminada la guerra, enviado a Belgrado por los aliados y
fusilado. Muchos son los pormenores relatados en este capítulo, de carácter
nacional en general o personal, que en definitiva terminaron con la muerte de
muchos o el exilio de pocos, entre los cuales se hallaba el autor.
Las páginas
241-270 contienen las reflexiones y pensamientos del autor en torno a los
problemas de la nación croata en el presente, bajo el régimen comunista
dirigido desde Belgrado, tanto en la patria coma en el exilio.
Aunque hemos de
discrepar con el autor en cuanto a algunas de sus generalizaciones o sus
juicios y opiniones acerca de ciertas personalidades de la vida política de
Croacia en la época que nos ocupa, de todos modos tenemos que coincidir con él
en lo que respecta a la constatación de algunos errores políticos que severamente
censura y critica a fin de que se evite su repetición en el futuro.
El libro de Ivo
Rojnica nos proporciona implícitamente, a través de sus experiencias
personales, sus decepciones y humillaciones, sus éxitos y triunfos, una imagen
de la realidad política y militar de Croacia vista desde el Sur con
proyecciones hacia el Norte, o sea hacia el centro político Zagreb. En tal
sentido este libro es, quizás, el único en su género en la literatura política
croata de la posguerra, y en este sentido, representa un empeño digno de
imitación por los demás defensores de la independencia de la nación croata.
Milan
Blažeković
Zagreb, 1969,
pág. 546.
El autor de este
libro es un ex guerrillero de Tito, que llegó luego a general y finalmente a
profesor de Historia en la Facultad de Ciencias Políticas en Zagreb. Durante
cierto tiempo fue presidente del Instituto para la investigación histórica del
movimiento obrero en Croacia. Ha publicado una serie de libros de carácter
histórico, político y filosófico. La presente obra es más bien una compilación
de varios ensayos y conferencias pronunciadas durante los últimos años de su
actividad, que se desarrolla al margen de la vida oficial del comunismo
yugoeslavo. El Dr. Tudjman es considerado como uno de los desviacionistas más
pronunciados entre los intelectuales de la Liga de comunistas yugoeslavos, en
su rama croata. El pecado original de sus pensamientos consistiría en la lucha
contra la hegemonía servia y por la igualdad del pueblo croata dentro del
conglomerado de pueblos que presenta el Estado yugoeslavo.
Su ex compañero
de guerrilla, el ya famoso Milovan Djilas, antes de decidirse a escribir su
última obra La Sociedad Imperfecta, acota que primero buscaba el título
para las ideas que lo atormentaban durante su vida de solitario en la cárcel,
adonde lo enviaron los compañeros con quienes soñaba y con quienes luchó por
una sociedad mejor. Atenidos a esto, nos parece que Tudjman tuvo que pensar
cuál sería el título que correspondería mejor al núcleo esencial de sus ideas y
conocimientos históricos. Por eso su obra presente es una obra de tesis: las
grandes ideas políticas sirvieron y siguen sirviendo como pretexto ideal para
que los grandes pueblos puedan someter, dominar y explotar a los pequeños.
Actualmente es un
lugar común el resquebrajamiento del monolitismo comunista. Igualmente el
teórico que el práctico. El punto donde se producen mayores roces entre el
oficialismo soviético y el desviacionismo de esa línea es, justamente, la
Yugoeslavia comunista. Las mutuas acusaciones no tienen término. Hay
"armisticios" temporales, pero con renovada reanudación de la guerra
fría, de acuerdo a las condiciones del desarrollo de la política internacional.
Uno de los
reproches más comunes formulados por los soviéticos a los yugoeslavos es su
pretendido abandono del criterio clasista del marxismo al enjuiciar la marcha
de la política nacional e internacional. La presente obra de Tudjman representaría
un tópico especial en este sentido, aun cuando él mismo señala desviaciones
soviéticas, más graves todavia, al defender su ortodoxia marxista.
Si quisiéramos
sintetizar la experiencia y los conocimientos del estudio histórico de Tudjman
podríamos citar a Nietzsche: "¿Quieres una palabra para designar este
mundo?, ¿Una solución a todos sus enigmas?... Este mundo es la voluntad hacia
el poder y nada más". Esta idea del filósofo alemán parece haber ejercido
una influencia decisiva sobre Tudjman, a pesar del rechazo de la filosofía de
aquél en conjunto.
Tudjman extrae
sus conocimientos mediante el análisis de la lucha por la independencia de los
pequeños pueblos eslavos durante el último siglo. Las dos grandes ideas son el
paneslavismo y el socialismo.
La primera en sus
dos aspectos —como el rusoeslavismo y austroeslavismo— quedó un sueño en cuanto
a la pretendida libertad nacional de los pequeños países eslavos, sirviendo
únicamente a los grandes para intentar imponer su voluntad. El paneslavismo
surgió como reacción al pangermanismo romántico alemán y éste a su vez como
reacción contra el nacionalismo francés en su forma napoleónica. Fueron los
pensadores eslovacos Kollar, Šafarik, Stur y Herkel quienes dieron vida y su
denominación a este movimiento, cuya misión fue la de reunir a todos los
pueblos eslavos en una unidad política gigante que sirviese de contrapeso al
pan-germanismo y fuese garantía de las peculiaridades de cada uno. Herkel había
estampado la frase: "Unio in literatura inter omnes Slaves sive verus
panslavismus". De aquí también la denominación de este movimiento como una
unión federal ideada para todos los eslavos.
El primer intento
de realizarla se produjo en el Congreso paneslavo de Praga en 1848. Su promotor
fue un hombre político e historiador croata —Ivan KukuIjević Sakcinski— y
los organizadores fueron checos. Pero esta primera reunión constituyó también
el primer fracaso. La idea encontró una gran oposición, dentro del propio mundo
eslavo, y también en su contorno humano no eslavo. La oposición entre polacos y
rusos fue tal que los segundos no enviaron delegados al Congreso. Y los polacos
se declaraban solidarios de los magiares, oponiéndose hasta a la unión de la
Dalmacia croata con Croacia, mientras todos los eslavos occidentales, especialmente
los checos, temblaban ante la posibilidad del surgimiento de una monarquía
zarista ortodoxa y despótica rusa. Por eso Palacky y Havliček defendieron
hasta el último momento a Austria, si bien, organizada federalmente. Los
polacos idealizaban su catolicidad y se consideraban a sí mismos como el núcleo
en torno al cual deberían agruparse los eslavos en contra del despotismo
"mongólico" de Rusia. Además, el desarrollo histórico y cultural de
los eslavos ocidentales y orientales hizo patente la idea de Ia
irreconciliabilidad entre ellos. La enemistad servio-búlgara por causa de
Macedonia, y la de los servios y croatas por Bosnia - Herzegovina se agregaba
ai antagonismo de su carácter nacional, forjado en diferentes condiciones y
bajo otros influjos históricos y culturales.
Mas para dar el
golpe de gracia a este intento contradictorio en sí mismo, se presentaba la
oposición alemana-magiar en Austria, que no cedía sus posiciones
hegemónico-privilegiadas. Después del revolucionario año 1848, esta pugna llevó
al Compromiso alemán-magiar de 1867, formándose la Doble Monarquía y
ratificando la supremacía de aquellas dos nacionalidades sobre los pequeños
pueblos eslavos. Desde ese momento se debilita la idea austroeslava, y toma la
delantera la corriente rusófila. Ya en 1867 los rusos convocaban el segundo
Congreso paneslavo. Pero los polacos no concurrieron. Homjakov, Katkov, Pogodin
y Danilevsky fueron sus promotores e ideólogos. La religión ortodoxa y el
idioma ruso tuvieron que desempeñar el papel principal dentro del paneslavismo
nuevo. Danilevsky se mostraba especialmente defensor implacable de la
"civilización eslava" a parte, elogiando hasta a los turcos que no
permitían a los eslavos del sur el contacto con la civilización occidental, perniciosa
para aquélla. En Croacia, Ante Starčević se oponía con energía al
paneslavismo de todas clases, puesto que ello significaba solamente la
disgregación de los pueblos pequeños, especialmente del croata. El Obispo
Strossmayer propagaba la idea yugoeslava como la continuación de la idea
paneslava dentro de un sector limitado. Sus intentos quedaron sin efectos
positivos. El catolicismo croata y la ortodoxia servia oriental no encontraron
una posibilidad de acercamiento, mientras que, políticamente, las ideas yugoeslavas
no hallaban eco en el pueblo esloveno, servio y búlgaro.
El
austroeslavismo tuvo otra corriente --la socialdemócrata de B. Bauer, Adler,
Renner, etc.—. Tampoco ésta tuvo éxito. La falta de
una definición adecuada sobre el concepto de soberanía de los pueblos y el
prevalecimiento del concepto centralista fueron causas de que no se pudo atraer
a los pueblos eslavos en los que aún no se había desarrollado una conciencia
nacional moderna.. Sólo en 1914 Lenin acertó a definir adecuadamente el
concepto de autodeterminación nacional: "Por autodeterminación de los
pueblos entendemos su separación estatal de otras comunidades nacionales, o
sea: la formación de un Estado nacional independiente". El autor agrega
que esta definición resultó tan exacta que hasta hoy no se le ha hecho ninguna
observación justificada. Si, Lenin —dice Tudjman— prevé las formaciones
supranacionales en el sentido de una solidaridad proletaria internacional, pero
también la burguesía aduce razones suficientes para una integración en el plano
supernacional. Además —acota—, la idea de integración proletaria, por el
desviacionismo stalinista, degeneró en la antítesis del derecho a la
autodeterminación de los pueblos. Los casos del partido soviético, polaco y
yugoeslavo lo confirman sobradamente. El centralismo de unos u otros fue el
obstáculo principal para la igualdad, y la soberanía de los pueblos y las
minorías nacionales, y esto causó crisis general del marxismo.
A la luz de esa
idea centralista tanto en el período burgués, como en el ¡proletario,
Tudjam dedica especial atención al caso eslovaco y croata. Las potencias
vencedoras de la primera guerra mundial fueron organizadoras y defensoras de la
Europa de Versalles. Se consideró a los checos y los servios como columna de
aquel orden injusto. Por eso los croatas se integraron en el movimiento
campesino de Esteban Radić, mientras los eslovacos en el movimiento
clerical. El movimiento obrero padecía una "crisis seria" por no
haber tomado una correcta posición leninista can respecto al derecho de
autodeterminación de los pueblos. Además, la Rusia soviética vivía casi en una
especie de cuarentena política sin posibilidad de ofrecer una ayuda necesaria.
Por ese motivo, los pueblos oprimidos: croatas, eslovacos, eslovenos,
montenegrinos y macedonios, aun contra su voluntad, tuvieron que admitir la
ayuda de las potencias revisionistas.
La sorprendente
victoria de Hitler en un limpio juego democrático que impresionó a todo el
mundo, tuvo su causa principal en la canalización de los sentimientos nacionales
alemanes que los comunistas y la socialdemocracia no supieron aprovechar. A
pesar del peligro natural, que representaban la ideología y el revisionismo
nacifascista, los líderes de los pueblos oprimidos, especialmente del croata y
eslovaco, al no poder contar con la ayuda de las democracias occidentales cuya
ideología era la suya, se encontraron en una difícil situación. Las potencias
democráticas defendían el statu quo y las revisionistas ofrecían isu ayuda.
Tras una vacilación muy comprensible, una parte de sus líderes, pasando por
alto el peligro nazi, aceptó la ayuda de las potencias del Eje "por
considerar que los intereses nacionales están por encima de todos los
ideológicos o, mejor dicho, también los pueblos pequeños deben tener en cuenta
hechos consumados en la contienda de las potencias grandes", dice Tudjman
textualmente.
La actitud de la
Rusia soviética y la Tercera Internacional era cambiante, de acuerdo a la
situación internacional. Al principio, defendía, el revisionismo contra la
Europa de Versalles, pero al surgir el peligro nacifascista se pusieron al lado
de los defensores del statu quo. Claro que en el primer período despertaron las
esperanzas de los pueblos oprimidos, especialmente del eslovaco y el croata
(nos parece pura suposición del autor. Obs. de la
Redac. de S. C.), mientras en el segundo, tales
esperanzas se convirtieron en ilusiones. Se ha demostrado ya que no basta la
explicación teórica, dogmática y a priori del marxismo. Es necesario asegurar
el acceso a los problemas prácticos, partiendo, en primer término, de la
cuestión de ¿a qué pueblo o nación pertenece cierto movimiento obrero?
"Los ejemplos checo-eslovaco y yugoeslavo muestra claramente que, a pesar
de la aceptación general de la teoría de Lenin acerca del derecho de
autodeterminación de los pueblos, la realización de ese principio dentro de los
Estados multinacionales, se muestra el problema más complejo y discutido".
No hubo más coincidencias leninianas entre la lucha libertadora de los pueblos
y la lucha por el socialismo.
Los movimientos
nacionales se convirtieron en fuerzas de reserva de la revolución proletaria,
pero también pueden éstas convertirse en adversarias. Los movimientos obreros
sólo darán su apoyo a los de liberación nacional a condición de coincidir eon
los intereses de la revolución proletaria y del socialismo. Identificados éstos
con la Rusia soviética y con su política exterior, los movimientos obreros de
las demás naciones se halaron en una situación ambigua y sumamente difícil. El
pacto Hitler-Stalin y la consecuente disolución del partido comunista polaco
confundieron también al partido comunista francés ante la invasión alemana. Aun
cuando Tudjman intenta justificar ese procedimiento soviético teniendo presente
la situación internacional general, concluye que tal cúmulo de hechos se
convirtió más tarde en un principio. "Así se convirtió el
internacionalismo revolucionario en el mesianismo de la Rusia soviética".
Podríamos repetir aquí una cita del autor en otro lugar de su obra. El historiador
francés Jules Michelet había escrito: "Ayer nos dijo (Rusia): «yo soy el
cristianismo». Mañana nos dirá: «yo soy el socialismo»". Desde aquel
momento, disuelta la Tercera Internacional, los partidos comunistas nacionales
se consideraron simplemente órganos de ayuda de la política ruso-soviética.
Esta crisis del
comunismo internacional fue superada con la proclamación de la Carta Atlántica
y la adhesión posterior soviética a la misma, porque los pueblos se agruparon
detrás de la nueva coalición, esperando la realización de sus ideales
nacionales contra la opresión impuesta ya por las potencias del Eje. Pero hubo
muchas desilusiones. El centralismo staliniano inaugurado ante el peligro nazi
y reforzado durante la guerra, continuó también después de ella. Pero justamente
la guerra ha demostrado que la lucha de liberación nacional y la del socialismo
eran inseparables. Hasta aquí no cabe disentir mucho con Tudjman. El
paneslavismo y el internacionalismo socialista quedaron grandes deseos y nada
más.
Pero pasando al
caso concreto de Croacia y al papel que desempeñó en el partido comunista
yugoeslavo, el autor olvida muchas de las cosas dichas y se convierte en un
auténtico historiador marxista-clasista y en un partidario yugoeslavo
integralista. A pesar de haber reconocido la justificación plena de la lucha
del pueblo croata contra el centralismo y hegemonísmo servios en la Yugoeslavia
monárquica bajo la jefatura de los líderes del movimiento campesino, la
impotencia absoluta del comunismo en el pueblo croata y la semijustificación,
hasta podríamos decir, la justificación completa de los líderes croatas al
aceptar la ayuda nacista por razones de realismo político nacional, Tudjman
esgrime todos los argumentos posibles para defender la actuación de su partido
al empezar la lucha contra los "ocupantes" nacifascistas y sus
colaboradores "quislings".
Reconoce que
Croacia tenía cierto status del Estado, pero los comunistas -4.000 organizados
y 30.000 simpatizantes— iniciaron la lucha contra la realización —precaria y
débil eso sí—de la independencia de Croacia, subordinándose al centralismo más
severo del stalinismo y al centralismo de Belgrado. No obstante de reconocer el
hecho de que todos los jefes "burgueses" —servios, croatas,
eslovenos, montenegrinos, macedonios — habían aceptado la disolución definitiva
de la Yugoeslavia monárquica; los comunistas croatas, junto con los servios y
eslovenos emprendieron la guerra por la restauración de la Yugoeslavia
proletaria-socialista. Contra su experiencia —quizás en aquel momento no la
tenía— de las ideas grandes y los pequeños pueblos, Tudjman y sus
correligionarios seguían creyendo en "ideas grandes": el
yugoeslavismo y el socialismo, ya claramente fracasados en la época precedente.
Creyendo, acaso,
en la inocencia original del proletariado, aceptaron una lucha sumamente
cruenta contra la mayoría absoluta de su pueblo. Las ideas grandes estaban
reservadas para ser realizadas por su proletariado. La vida efectiva de la
posguerra demostró igualmente la falsedad de esta concepción. Belgrado instauró
un centralismo de opresión nacional políticamente, y una "clase
nueva" socialmente, lo que amenaza con desmoronar nuevamente aquel Estado
como un castillo de naipes, y haciendo especular a los soviéticos con someter a
todos a su mando despótico y anular todas Ias semilibertades que se habían
conseguido en la pugna interna, producida entre la clase dirigente comunista y
como consecuencia también de la lógica división de sus pueblos, formados
durante más de un milenio en diferentes ambientes político-culturales.
Solo en vista de
esta lucha intestina de los comunistas yugoeslavos, adecuada a las diferencias
nacionales y dirigida para obtener posiciones siempre más independientes para
sus naciones, podríamos entender la glorificación de una serie de violencias en
Croacia: los ataques de los comunistas croatas contra los estudiantes, las
primeras formaciones militares en defensa de la independencia de Croacia en
1941, la destrucción del correo central, etc., que culminaron en la afirmación
de que la Croacia de entonces se había convertido en el baluarte inexpugnable
del movimiento guerrillero comunista, así como de que, actualmente, en Croacia,
vive la mayor parte de los hombres condecorados con las más altas distinciones
en aquella guerra "de liberación nacional y del socialismo", como la
denomina y arguye Tudjman.
Interesante
resulta la parte del libro dedicada a las teorías filosófico-éticas acerca de
la guerra. Al autor no le falta cierta erudición ni el empeño de demostrar la
falsedad del punto de partida de las teorías idealistas y aprioristas de
justificación filosófico-ética de Ias guerras. Pero por otro lado, al oponer a
ellas la concepción marxista que se arroga el derecho de una concepción
científica de la explicación de los conflictos bélicos, Tudjman pasa por alto
gran parte de lo esencial de las teorías premarxistas, simplificándolas ,para
resaltar más lo que considera especifico y superior en su concepción marxista.
Pero estudiándolo con la objetividad y la calma de un científico, Tudjman debe
reconocer que este análisis científico de la guerra, y el intento marxista de
eliminar divisiones de clase, así como las causas de las guerras han fracasado.
El conflicto ruso-chino, ruso - yugoeslavo, ruso-albanés, servio-croata, etc.,
ofrecen las pruebas más elocuentes de la falsedad de aquella concepción
marxista.
Tudjman enfoca el
problema alemán con objetividad bastante satisfactoria, destacándolo como el
problema central de Europa. Si este problema pone en peligro nuevamente a los
pueblos europeos y al mundo, no se puede acusar solamente a los alemanes y a su
educación tradicional que hasta Thomas Mann había aceptado como normal, sino,
en primer término, a los vencedores de la segunda guerra mundial, especialmente
a Norteamérica y la Rusia Soviética cuyas ideas, ambiciones y neoimperialismo y
hegemonismo mantienen divididas no sólo Alemania sino incluso a toda Europa.
Esta última, para recobrar la jerarquía que perdió en la última guerra durante
la subsiguiente lucha de los pueblos coloniales por su independencia, debe
liberarse de la tutela ruso-norteamericana y formar su unidad sin consideración
por la diferencias de los sistemas de gobierno o el
tipo de organización social.
Hay que reconocer
que el autor analiza críticamente la posibilidad de realización de la unión
europea. Pero, a pesar de todos estos factores, internos y externos —los
contrastes internos europeos y las influencias y pretensiones ruso-americanas—,
el autor cree en un futuro europeo bajo el signo de su unidad. La experiencia
común: intentos de sojuzgamiento recíproco, la pérdida de las colonias, el
nacionalismo de los pueblos pequeños que no se concilian con ninguna clase de
subordinación y aceptan la colaboración únicamente sobre la condición de
igualdad y soberanía, deberían asegurar el camino hacia la unificaión europea,
elevando aquellos pueblos nuevamente al nivel que les corresponde dentro de la
política iñternacional. En este sentido actúa también el crecimiento de la
potencia china, que limita el poder ruso o americano en el lejano oriente. No
carecen de interés sus referencias en este sentido al futuro de Francia, por
ejemplo, y de China. Esta última tiene todas las posibilidaes de elevarse a una
potencia de primera magnitud, mientras que Francia no tiene ya perspectiva
alguna de serlo. Lo mismo vale para cada una de las naciones europeas. Un
realismo así debería empujarlas hacia su unidad y la jeraquía que teben ocupar
nuevamente de acuerdo a las nuevas realidades internacionales. Todo eso y
siempre de acuerdo con la misión de las Naciones Unidas.
Al terminar la
lectura de este libro, abarcador de muchos temas y escrito con espíritu de
"coexistencia activa", que es el estribillo principal del mariscal
Tito, uno se pregunta inevitablemente, primero: si el autor estribó conscientemente
aceptando la tesis de ese gobernante, eliminando todos los factores de la
política nacional croata que no se miran a través del prisma marisxta
yugoeslavo o si esta exposición de los problemas aún en esta forma bastante
crítica en cuanto al hegemonismo servio, no es el fruto inevitable de una
realidad que no resulta propicia para la libertad del pensamiento y, menos aún,
para la actuación del pueblo croata y de sus intelectuales. La segunda pregunta
que se impone, por lo menos al terminar la lectura del último ensayo de este
libro —Europa entre oriente y el occidente— es, si el autor cree todavía en los
criterios del materialismo histórico al interpretar la historia en general.
"Pero — dice textualmente— par no ser siempre idénticas las condicones
históricas y por desempeñar los elementos irracionales desentrañables y de
carácter subjetivo y caprichoso un papel a veces más decisivo en el acontecer
histórico, las consideraciones de esta índole (el futuro de la unidad europea y
del mundo. — Obs. de la Redac. de
S.C.) quedan en la esfera de las puras conjeturas y
las suposiciones..."
Al despecho de
todas las claudicaciones del autor en cuanto a la interpretación de la historia
con un sentido marxista y a pesar igualmente del silencio que se impone sobre
muchos puntos de la reciente historia croata —hasta el de mencionar el caso de
la muerte misteriosa de Andrés Hebrang, uno de los más destacados comunistas
croatas que pereció en la cárcel de Tito por oponerse al hegemonismo servio—,
es interesante conocer los pensamientos del autor. Vacilante y contradictorio a
veces, pero sobre su mundo ideal, sobre su experiencia de estudioso, aún cuando
escribe contra las grandes ideas en su significado del pretexto de
subordinación de los pueblos pequeños, guarda siempre una u otra convicción
íntima que le hace, inconscientemente, víctima de las grandes ideas. Su
yugoeslavismo, su creencia en el slogan "hermandad y unidad" en la
actual Yugoeslavia comunista y, finalmente, en la unión europea y mundial confirman
cuanto venimos diciendo. Mientras su creencia en las dos uniones últimas son
proyecciones de deseos, la primera —la yugoeslava— es ya una realidad tremenda.
La idea yugoeslavo-socialista, como una edición especial de grandes ideas, no
se ha desempeñado bien ni en su calidad de idea de liberación nacional ni en su
carácter de grande idea libertadora de clase. La opresión del pueblo croata es
total y de clase obrera en general también.
FRANJO
NEVISTIĆ
(Madrid, 1969,
pág. 266)
El Dr. Kvirin
Vasilj es el filósofo y pensador más original, más profundo y más
"revolucionario" de la emigración croata. Su obra abarca, además,
varios volúmenes que representan entre sí un Opus que merece una atención
especial por su amplitud, por la actualidad de sus ideas y por la
extraordinaria capacidad del pensar abstractivo de su autor. Incluso podríamos
hablar de un sistema filosófico propio del Dr. Vasilj. Se inició con el libro
Análisis y Síntesis del Hombre (Chicago, 1958, 446 pp.), editó posteriormente
Teorías Trinitarias ante el Juicio de la razón (pp. 131); Los Fundamentos del
Conocimiento de la Realidad (Madrid, 1966, pp. 714) y, ahora, la obra a que
dedicamos estas líneas, sin mencionar numerosos artículos en varias revistas.
Para valorar la importancia de esta serie de publicaciones por su originalidad
y su carácter de innovación, sería necesario estudiar a fondo, en primer
término, Los Fundamentos del Conocimiento de la Realidad. Sin ahondar de su
teoría del conocimiento, las ideas de Vasilj les parecerán a muchos escasamente
ortodoxas ,para un franciscano y sacerdote católico y
difícilmente conciliables con la filosofía católica tradicional. Pero no
obstante los juicios que se le han formulado y podrían formulársele en este
sentido, nos parece, que la ortodoxia de Vasilj es integral. Su fe y su
apasionado pensamiento para hallar racionalmente la justificación de aquella,
ocupan y agotan toda su personalidad en sus múltiples aspectos del hombre de
honda vocaciún de pensador y de creyente.
Justamente, el
libro del epígrafe constituye la justificación de la fe del autor, sin
pretensión de convertirla en una justificación general de la creencia religiosa
para los cristianos .Tratando de esgrimir argumentos y razones en favor de su
propia fe, Vasilj atribuye a su obra un carácter exploratorio, investigativo,
alejándose de la corriente común de la filosofía católica, cuyos frutos nos
caen en beneficio, dice, como "un premio ajeno, elaborado sin nuestra
participación ni mérito".
Procediendo así,
recalca desde el principio su deseo de guardar la independencia ante cualquier
autoridad. "No es la autoridad —dice— la fuente de la verdad, sino que la
autoridad se funda en la verdad..." "Un cristiano sin sentido crítico
puede causar más daño al renombre del cristianismo que un no cristiano sin
aquel sentido".
Reconociendo el
valor básico de la experiencia científico-empírica, el autor dice:
"Ninguna fe o creencia, que no continuaría orgánicamente el conocimiento
de la realidad puede tener justificación ante las exigencias de la razón
humana. En tales condiciones, aquélla terminará, temprano o tarde, como una
ilusión temporaria".
A pesar del
carácter exploratorio y de justificación personales, el autor reconoce que
siempre tiene presentes las objeciones del científico contra el cristianismo.
Por eso, al contestarlas mediante la exposición de los principios generales del
conocimiento de la realidad y del conocimiento cristiano, en particular,
defiende indirectamente al cristianismo y a los cristianos en general. Del
mismo modo que en el campo físico, si alguién hablara de un fenómeno contrario
a la constante de masa-energía en el universo, expresaría alga imposible, así
también un cristiano divagaría si afirmara algo que estuviese en contradicción
con el conocimiento de la realidad en general y la realidad cristiana en
particular.
El cristiano debe
abandonar el cristianismo si se convence de que carece de la verdad
transcendente, independiente de nuestro pensamiento, pero debe también
abrazarlo si, en su investigación, encuentra aquella verdad trascendental.
Resulta sumamente interesante la formulación del autor al decir: El hombre que
defiende una concepción del mundo físico contra la concepción cristiana olvida
que el cristianismo se relaciona con el mundo físico-material de manera análoga
a la relación de la teoría de la relatividad con la ley de la gravitación de
Newton. Agrandando nuestra experiencia, la ley de Newton se relativiza y pierde
su valor en un viaje interplatenatario.
Las dificultades
comienzan ya desde aquí. El planteamiento del autor es claro y trata de
eliminar del camino de la investigación todos los presupuestos sin critica. Pero al intentar erigir su edificio, empiezan
aquéllas. O, por lo menos, un inexperto lector, empieza a sentir que se
despiertan sus dudas, sus inseguridades y que pierde la confianza en el
conductor por el laberinto de tan graves y decisivos problemas humanos,
envueltos en oscuridades y misterios.
Intentaremos
aclarar nuestra propia impresión. El autor, como ya hemos visto, trata de
justificar la concepción cristiana madiante la experiencia y el conocimiento de
la realidad porque únicamente así podrá presentarse legítimamente ante la razón
científica. El cristianismo —afirma — se basa en la experiencia, pero "los
principios de su experiencia... se prolongan en la infinitud". Con esto,
el cristianismo no niega la realidad de la experiencia física ni tampoco su
valor, sino que las supera y agranda infinitamente. En tal sentido el Dr.
Vasilj acota: "Ahora, lo ilógico del científico consiste en no aceptar, en
nombre de su experiencia limitada, ninguna posibilidad de otra super o
metaexperiencia. Para probar la validez do sus aposiciones fundamentales, el
cristianismo debe necesariamente servirse de algunos principios de la
experiencia, Pero ésta, por la naturaleza misma de las cosas, es diferente de
la experiencia física..." "El cristianismo, en su esencia, es la
metafísica sobrenatural del hombre... Pero esto no quiere decir separar el
orden natural del sobrenatural, si éste tiene una realidad transcedente...
Además, si el orden sobrenatural constituye una realidad, entonces el orden
natural no corresponde ya a su idea inmanente. Este no existe como no existiría
sin su conexión con el mundo sobrenatural".
Pero ¿cómo es
posible conocer esta unión? Si la experiencia cristiana, o sea, la experiencia
metafísico- - sobrenatural, supera infinitamente a la experiencia física ¿no es
ya una experiencia totalmente nueva, separada de la de la física, algo
específicamente diferente y para nosotros, hombres científico-empíricos,
inalcanzable?
El Dr. Vasilj nos
contesta provisoriamente más como teólogo que como filósofo, postulando un
orden sobrenatural, por-individual y colectiva, y con la realidad de la muerte,
es la tragedia del hombre. La postulación de un orden sobrenatural, diría el
científico, no asegura su existencia. Tanto más cuanto aue nuestro autor
agrega: "Si el orden sobrenatural constituye cierta realidad, nosotros no
poseemos el conocimiento del mismo sobre la base de nuestra experiencia
personal. Este orden permanece para nosotros como un objeto de nuestra
fe". Sin embargo —dice Vasilj— este orden no tendría para nosotros ningún
significado ni valor "si su actuación no se manifestara también en el
orden físico. Esa debe ser la finalidad de la realidad sobrenatural".
Por el momento,
el Dr. Vasilj, suponiendo la interferencia de un elemento sobrenatural en la
vida del hombre, coloca a éste en el orden natural, atribuyéndole capacidad
'para distinguir el concepto natural y el desarrollo de la naturaleza humana en
él con el crecimiento real de la misma. "De la eventual diferencia entre
estos dos órdenes... surgirá el argumento en pro de la realidad de un orden
sobrenatural", dice textualmente.
El lector se
consuela al avanzar en la lectura de la presente obra. La razón científica no
se conforma con suposiciones. El Dr. Vasilj lo sabe perfectamente. En el
capítulo: La idea de la religión natural y la sobrenatural, el autor dice:
"La religión significa la expresión más perfecta del ansia del espíritu
humana hacia su inmortalidad. Pero el hombre sabe soñar también bellos sueños y
tejer mitos, por lo cual surge la pregunta: Si la religión significa eventualmente
una bella ilusión ¿de dónde proviene (arranca) nuestra inclinación a sacrîficar
las perspectivas físicas de nuestro ser por una teleraña metafísica "sin
un contenido firme y el apoyo en la realidad?" Si la religión natural
tiene su justificación en el tejido de mitos e ilusiones para sobrellevar con
más facilidad las dificultades de la vida real, se hace necesario ver también
si podemos hallar justificación Para la religión sobrenatural, que nos abre
perspectivas mu-cho más profundas". ¿Existen algunos hechos en el orden
físico que aquélla podría invocar como confirmación de su valor
interno?.." Promete aquélla realizar una nueva Tierra y un nuevo cielo,
colocando en ellos otras leyes... Los cementerios y los museos son la única
inmortalidad prometida por la Tierra a la vida". Su promesa de la
felicidad y paraíso, a diferencia de los sistemas de felicidad humanos, abarca
no sólo al hombre del futuro, sino también al presente y a aquél del pasado
como si no hubiera fallecido. ¿Ilusión y el conjunto de las ideas vacías o un
orden con el sentido trascendental en posesión de la verdadera realidad
metafísica? Este es el problema fundamental, decisivo y de más grande
envergadura al que la religión sobrenatural debe dar respuesta.
Pero ¿cómo puede
hacerlos? "A la religión sobrenatural sólo le cabe asegurar su realidad
mediante las leyes de la superexperiencia, es decir, mediante la experiencia de
la realidad sobrenatural. El hombre, a su vez, sólo conoce las leyes de su
experiencia natural". Si la religión sobrenatural —opina el autor— es una
realidad, aquélla debe penetrar de alguna manera en el orden físico y ser
accesible a nuestra experiencia. Por eso —recalca él mismo— la necesidad y la
importancia de conocer clara y funda-mentalmente "las leyes de (nuestra) experiencia
natural" a fin de que podamos "reconocer las realidades de la
superexperiencia mediante la lógica de los contrarios" y ubicar los hechos
sobrenaturales "dentro del acontecer histórico". Buscando "el
puente" entre lo natural y lo sobrenatural, si esto último tiene valor,
Vasilj pide con suma insistencia a los teólogos cristianos el más completo y
profundo conocimiento del acontecer natural.
Sin ello se
atribuirá a Dios lo que debemos atribuir a los seres naturales. Así se comete
el grave error del supranaturalismo, que es el más grande enemigo de la
religión sobrenatural. De esta confusión de órdenes, natural y sobrenatural,
han procedido graves errores y procedimientos desde los tiempos de Galileo, que
causaron al cristianismo un desprestigio del cual no se ha recuperado por
completo hasta hoy. "De aquí el extraño fenómeno de que en el ambiente
cristiano, los no cristianos hayan desarrollado (practicado) algunas virtudes
naturales que, entre los cristianos permanecieron en estado de raquitismo. La
sobrenaturaleza presupone la naturaleza, la ennoblece y eleva a un nuevo nivel
de realidad. Esto no obstante, los cristianos, con excepción del comienzo del
cristianismo, no fueron siempre los primeros en realizar la justicia social ni,
tampoco, en definir y promover los derechos civiles del hombre, hechos que
fueron motivo de que muchos rehusasen el cristianismo. No es posible creer en
la vocación sobrenatural del hombre si la sobrenaturaleza no afirma en él las valores naturales sino que, más bien, nos niega. Es
necesario, en consecuencia, depurar la idea sobrenatural y el concepto de la
naturaleza, porque todo cambio del uno por el otro obstaculiza inevitablemente
el conocimiento de la sobrenaturaleza a pesar de su valor trascendente".
El autor reconoce
una parte legitima al movimiento litúrgico-pastoral
del movimiento ecuménico y reformista de la Iglesia la actualidad pero agrega,
que el cristianismo necesita, ante todo, una re-elaboración científica para que
pueda ser-vir a aquellos fines. A falta de este requisito, el culto exterior
puede convertir-se en superstición. "Yo no creo —agrega seguidamente— que
la humanidad esté tan herida y disgregada y que, en consecuencia, los hombres
no aceptasen las verdades sobrenaturales si estuviesen suficientemente convencidos
de que aquellas representan una validez real".
Vasilj opina que,
a la vista del progreso científico general, la elaboración científica de una
visión de vida cristiana tradicional no satisface al hombre moderno. Los
pensadores cristianos no tenían la libertad necesaria en este sentido, aún
cuando el Evangelio pide y presupone la aceptación libre de su enseñanza.
"Si en el decurso de la historio los hombres de la Iglesia hubieran
demostrado mayor sensibilidad por los derechos de conciencia del prójimo,
gozarían hoy de más prestigio en el mundo". Consciente del valor de la
libertad, Vasilj continúa: "La verdad no tiene miedo al error, por ser más
fuerte que no-verdad... Para la verdad no son buenos aliados ni la fuerza
física ni, tampoco, la de carácter moral". No obstante, los motivos más
perfectos que posee el cristianismo para defender la libertad, los filósofos
modernos descubrieron esta verdad con anterioridad a los teólogos". Son
graves los daños causados por esta actitud de la Iglesia. Los reconoce hoy ésta
sinceramente, pero esta libertad se halla todavia bastante restringida por -la
autoridad eclesiástica en el campo de la investigación teológica.
De aquí surge
cierto historicismo teológico que pretende que el cristianismo ha producido
algunos genios excepcionales, que pronunciaron, en estos dos campos, la última
palabra sin necesidad de un desarrollo ulterior... "No es posible suponer
que el Evangelio podría cortar y detener, con su doctrina sobre el fin sobrenatural
del hombre, el desarrollo natural de la humanidad en su conocimiento y dominio
de las fuerzas físicas, porque la sobrenaturaleza, por su sola idea, amplía y
perfecciona a la naturaleza sin aniquilarla". Por eso acentúa el autor,
una vez más, que el objetivo de su libro tiende a ofrecer razones
justificativas de su credo personal, a esgrimir también inmediatamente
argumentos contra las objeciones del científico actual. A Bertrand Russell le
considera, en este sentido, como al más representativo. A través de su libro
¿Por qué no soy cristiano?, el recién desaparecido sabio británico le parece el
más inteligente y sincero adversario del cristianismo.
Analizando el
caso de Russell, el Dr. Vasilj se plantea a sí mismo la pregunta, de si no le
castigará Dios por haber creído en Jesús de Nazaret, que se decía hijo de Dios
y Dios mismo. Según Russell, Cristo exige de nosotros odiar nuestra propia
vida, y nuestra familia, para realizar algún ideal "vacío"; pero no
es posible ver en esta exigencia la voluntad de Dios, que ha ligado fatalmente
mi vida con la Tierra. "¿De dónde arrancaría el derecho de Jesús de
Nazaret a elevar su voluntad por sobre la voluntad de Dios, tratando de cambiar
el orden natural de acuerdo con sus deseos y anhelos subjetivos?" Contra
el pesimismo anticristiano de Russell, Vasilj pregunta: "¿Quién, de
acuerdo con su idea, posee una visión más alta de vida: el Evangelio, que en la
vida física descubre tan sólo el germen de la vida real con una posibilidad de
crecimiento y desarrollo infinitos, o Russell, que ve en la vida un árbol
definitivamente desarrollado y destinado a morir para siempre?..."
"Si conozco a Cristo, que aconsejaba abnegación y sacrificio, debo conocer
también al Cristo que predicaba la vida y la resurrección", dice Vasilj.
Pero antes de
creer en Cristo, hay que demostrar la existencia de Dios. A fin de preparar al
lector para tarea tan difícil, ardua e indispensable para el ser humano,
nuestro autor analiza con profundidad sorprendente la relación entre la verdad
real y subjetiva, reproduciendo, brevemente sus fundamentales posiciones
filosóficas de carácter noético. Orientado hacia el realismo noético, el Dr.
Vasilj analiza el primer acto de nuestro conocimiento que, en su unidad
constituye y abarca la percepción sensorial de las cosas y la intuición
intelectual que descubre su ser. El ser de las cosas y sus calidades sensibles,
"en cuanto tienen un valor real, no constituyen dos estamentos diferentes
de la realidad de un ente, sino dos diferentes respuestas del hombre a la
actuación de una y la misma realidad. Sostenemos esto contra la escuela de
Aristóteles.
Por otro lado, la
intuición intelectual del ser y la percepción sensorial de las cosas no
constituyen dos elementos del mismo conocimiento, sino, a su vez, dos
diferentes respuestas a dos diferentes posibilidades de actuación de una y la
misma realidad. Sostenemos esto contra Kant y su escuela". Subrayando la
diferencia entre el conocimiento intelectual y la percepción sensorial,
"nosotros, dice Vasilj. solamente reconocemos
como verdadero conocimiento al conocimiento intelectual... Sólo a causa de que
el conocimiento intelectual transciende las percepciones sensoriales; el hombre
está en condicies de conocer la realidad de algunas cosas de las cuales no
tiene, o no puede tener, percepción sensorial... Además —dice— nosotros
distinguimos los conocimientos sintéticos sobre la base de la experiencia y los
conocimientos sistoles [49]*
sobre la base del pensar, que tiene valor real. En consecuencia, no oponemos
los conocimientos sistoles a los juicios analíticossino a los conocimientos
sintéticos. Los conocimiensistoles a los juicios analíticos sino a los de dos
conocimientos previos con valor real".
Recapitulando sus
principios de conocimiento, Vasilj plantea su problema de la siguiente manera:
"La cuestión fundamental es si la religión en general, en sus elementos
esenciales se basa sobre conocimiento originario de la realidad y,
especialmente, si la religión tan llamada revelada puede afirmarse ante el
tribunal de la razón humana".
El hombre moderno
no rechazaría a Cristo, si supiera que Dios estaba a su lado o si El mismo
fuese Dios. Vasilj cita el caso del sabio francés Jean Rostand, quien declaró
que seguiría a un superhombre y aceptaría su doctrina si éste creciera como el
fruto de la evolución humana. Por eso nuestro autor insiste repetidas veces en
la necesidad de una elaboración científica del cristianismo, sin obstaculizar
la investigación y delimitar la libertad para hacerla. Luego se dirige contra
fanáticos que se adhieren a una doctrina sin esfuerzo intelectual personal.
"Si esta clase de hombres se apoderan de la autoridad y el poder,
persiguirán a sus adversarios como a criminales intelectuales. Les inquietan
las opiniones contrarias porque la suya descansa sobre una opción de la voluntad,
y que podría haber sido completamente contraria, si hubieran nacido en otras
condiciones.
Por eso, nosotros
no otorgamos nuestra confianza a la convicción de nadie, si este en nombre de
ella, persigue y maltrata a los demás. Un Platón, un Sócrates, un Aristóteles,
un Pascual o un Leibnitz nunca habrían maltratado a quienes no aceptaran su
folosofia. Por eso —agrega nuestro autor— miro con sospecha cualquier
concepción de la vida que se apoye en la espada. La verdad tiene en sí misma
suficiente fuerza y valor para ser aceptada par los hombres de buena voluntad,
sin necesidad de buscar para ese fin aliados sospechosos". No podemos
simplemente condenar a los que no creen en Cristo sin examinar sus razones, ni
tampoco en e! momento en qne demostramos la nulidad de
sus razones que, para ellos, subjetivamente, tenían el valor de una verdad
indiscutible.
Mas para creer en
Cristo, hay que demostrar la existencia de Dios. El misterio de Cristo
Dios-hombre podrá aclararse únicamente después de haber comprobado la existencia
de Dios.
En este capítulo
—El conocimiento de Dios— el Dr. Vasilj manifiesta en forma más acentuada su
originalidad, su audacia y peculiaridad de pensador. Rechaza las pruebas
tradicionales de Santo Tomás y de Aristóteles considerándolas superadas por la
ciencia moderna. Rechaza igualmente la demostración de la existen-cia de Dios
sacada de la actuación de los seres del mundo. Especialmente el argumento del
"motor inmovil". A los teólogos que aceptan este argumento, coma
también el de la finalidad del mundo físico o moral dentro del hombre, les
llama teólogos físicos que atribuyen a Dios la actividad de los factores
físicos o que, dan por supuesto, lo que deberian demostrar primero —la
finalidad del universo.
Nuestro autor
tiene un solo argumento racional para la existencia de Dios. Todo lo que se
puede producir de una manera sintética, es decir, un acontecimiento des-pués de
otro, lleva en sí el carácter de finitud y tiene su principio en el tiempo. Por
el contrario, todo lo que no podemos realizar de esta manera sintética
representa un acontecer eterno. "Si la actuación... de los seres naturales
es inseparable de su existencia y, si la totalidad del acontecer en el mundo es
finito, de aquí se deducirá necesariamente que el ser de los agentes naturales
tienen su principio en el tiempo. En otras palabras, los entes naturales fueron
creados en su ser spor un Ser en sí... "Este es el único argumento que
puedo ofrecer a mis lectores y a mí mismo", dice el padre Vasilj. Luego
analiza su validez con sutileza extraordinaria. "Poseemos dos categorias
fundamentales para nuestro conocimiento de los seres naturales: 1) Todo ente
tiene su propio ser y 2) todo ente actúa con la totalidad de su ser... El
principio de la actuación de los entes naturales tiene un valor general...
La actuación de
los entes naturales se funda directamente en su ser. Por eso, hasta que no
pueda yo demostrar la posición de que el mismo ser de los entes naturales tiene
su principio en el tiempo, no tengo ningún derecho lógico o real para explicar
el acontecer en la naturaleza, invocar la existencia de Dios... En otros
términos, es necesario demostrar la finitud temporal de los entes naturales en
su ser. De aquí resulta la inevitable necesidad de analizar con suma atención
el concepto de la finitud y la idea de la infinitud. Sin un análisis de estas
dos ideas-conceptos, la metafísica como ciencia no es posible. El principio
profísico de causalidad: Todo cambio real de un ser supone un contacto dinámico
de este ser con otro, y la posición sobre la finitud de todas Ias cantidades
sintéticas, son dos conocimientos fundamentales sobre los que descansa la
metafísica".
Claro que no
podemos entrar en los detalles de las deducciones de nuestro autor.
Necesitaríamos para ello un espacio mayor. Mas no podemos omitir la refutación
de la posición aristotélica por nuestro autor, cuando dice: "Nosotros
fundamos la primera premisa para; demostrar la existencia de Dios en la
posición de que todo ente actúa con la totalidad de su ser. A esta posición se
le opone, per defectum, el principio de movimiento de Aristóteles: «todo lo que
se mueve, por otro se mueve» y, per excesum, del materialismo dialéctico: «toda
cosa constituye una unidad inseparable de los elementos contradictorios». Por
eso sometemos aquí al análisis la validez de sus principios. Si existe sólo un
hecho seguro de la experiencia que está en contradicción con ellos, carecen de
validez real".
Contra los
filósofos y teólogos que todavía consideran válida la posición aristotélica, el
padre Vasilj aduce el principio físico de la inercia. Un cuerpo cualquiera se
mueve indefinidamente en el espacio libre o está inmóvil relativamente, a menos
que una fuerza desde fuera cambie su estado..." Este principio contradice
la posición aristotélica. Para no capitular ante esta oposición, los secuaces
de la filosofía del estagirita declaran que la ley aristotélica del movimiento
es una ley metafísica, mientras la ley de inercia es una ley física. El Dr.
Vasilj concluye: "...No es posible seguir la filosofía de Aristóteles y no
aceptar su física, coma tampoco sería lógico seguir su física y rechazar su
filosofía... Resulta vano el intento de salvar la filosofía de la naturaleza en
Aristóteles, proclamando sus principios cual "principios metafísicos"
—como si tuviera el validez en el campo a que no alcanza la experiencia—
mientras en el campo de la experiencia carecen de valor, siendo así que el fin
y la función de la filosofía de la naturaleza es elaborar los principios más
generales del conocimiento de la realidad. En consecuencia: Si un principio
ontológico más general no tiene validez para el conocimiento de los agentes
físicos, tampoco tiene valor real en general".
"Si todo lo
que se mueve es movido por otro",entonces
el.movimiento no podría tener principio. No obstante, el movimiento en el mundo
es un hecho, por lo cual el principio: Todo lo que se mueve es movido por otro,
carece de valor real". Si el principio aristotélico no lo tiene, ¿qué
podemos decir del principio contradictorio, formulado por los materialistas
dialécticos de que todo lo que se mueve se mueve por si mismo? Se trata de la
ley denominada "autocinesis". Según la misma, todos los entes son el
"campo" de una oposición de elementos contradictorios. Pero este
principio —dice nuestro autor— está en conflicto directo con el principio de
física: un cuerpo cualquiera se mueve indefinidamente en cierta dirección en el
espacio libre o se halla inmóvil relativamente, si no actúa sobre él una fuerza
desde fuera. Este principio —dice Vasilj — tiene validez general: para el carro
que no se mueve sin caballo y para el automóvil que no se mueve sin
combustible; mientras el principio del movimiento dialéctico no se puede
aplicar a ninguno de los dos casos. Vasilj reconoce la existencia de los
movimientos internos, pero éstos no significan un cambio de entes, mientras los
movimientos exteriores producen su mutación. En el primer caso, un ente
conserva su identidad, en el otro no. Los dialécticos confunden el significado
relativo del concepto de ente con su significado absoluto, lo que provoca a su
vez la confusión de la actuación de los entes, proveniente de diferentes planos
de su actuación.
En efecto, según
nuestro autor, la doctrina aristotélica prolonga la inmersión del ente en el
mundo exterior de los entes en forma infinita y, en el caso del materialismo
dialéctico, esta inmersión infinita se produce en el interior del ente, lo que
es evidentemente imposible, porque en el primer caso buscaríamos en la inifidad
dei mundo exterior el principio del movimiento, y en el segundo, en la
infinidad interior porque, para moverse has-ta la más mínima partícula del
mundo material, se necesita la existencia de opuestos desde la infinitud, lo
que resulta otra vez imposible.
Además, nuestro
autor, atribuyendo toda la actividad en el universo a los seres naturales, cree
que ha conseguido dos objetivos: Dios no se degrada a la categoría de un agente
natural, si Dios es la bondad absoluta, el mal que encontramos en el mundo no
debemos atribuirlo ni a El ni a un dios malo. Los entes del mundo actúan
espontáneamente por su naturaleza tomada en su totalidad. Pero se nos impone la
inevitable pregunta: ¿No es igual que Dios haya creado a los
ente con una naturaleza que actúa espontáneamente y produce los males en
el universo, o que Dios haya puesto a los entes y su ser en movimiento coma
opinó Aristótels? El Dr. Vasilj dice que el mal se produce por la unión o la
separción de los entes de acuerdo a la unión o la separación que no les
corresponde. Pero ¿de dónde surge (nace) este abuso si los entes actúan de
acuerdo a las leyes de su ser y de su existencia creadas por una fuerza
totalmente extraña y fuera de su alcance, hasta preexistente a su aparición en
el tiempo? Posiblemente, el autor de estas líneas no haya captado el sentido
del pensamiento del Dr. Vasilj referente a este problema.
Asegurada la
existencia de Dios, el autor demuestra la espiritualidad y la inmortalidad del
alma humana, encontrando en ella un ser especial, específicamente diferente del
mundo material. Por eso el hombre anhela casi instintivamente la eternidad, ya
que ésta se halla insita en su naturaleza. Trata luego el objetivo final del
hombre, que puede consistir únicamente en un objetivo metafísico, adecuando a
su naturaleza espiritual-personal.
Tomado coma
auténtico el Nuevo Testamento, única fuente histórica de conocimiento de la
doctrina de Cristo, Vasilj, en una detallada polémica con Bertrand Russell,
demuestra su divinidad y la autenticidad de su doctrina metafísicosobrenatural. Especial atención dedica al problema de la Trinidad,
elaborando una nueva doctrina, a la que no podemos dedicar más espacio aquí.
Con distinciones muy finas, que hace entre él elemento natural y personal en la
personalidad de Cristo, nos parece que el Dr. Vasilj facilita el acceso menos
desconfiado de quien no está familiarizado con esta doctrina del cristianismo,
llena de misterio.
El problema de la
relación de la fe y el saber es otro tema al que debemos dedicar alguna mayor
atención. Afirman algunos —dice— que la seguridad de la fe debe ser más fuerte
que la de un saber por experiencia. El padre Vasilj no acepta esta afirmación.
Conocemos el mundo físico-real mediante la intuición intelectual, mientras
conseguimos el conocimiento de la existencia de Dios mediante juicios sistoles,
una serie de juicios que tienen valor real, trascendente.
A la dificultad
que se objeta de que un hombre común no podría tener un conocimiento de Dios,
Vasilj contesta: "De eso no se sigue que el conocimiento del hombre común
no tendría un carácter originario y verdadero del saber". La vida
transciende la ciencia, y no solamente los procesos vitales en el cuerpo.
Nosotros "sabemos" digerir el alimento a pesar de no conocer los
procesos químicos de la digestión. De idéntico modo el conocimiento espontáneo
procede en cada hombre a su conocimiento científico. La lógica no ha creado el
pensar lógico, sino el pensar lógico y la lógica. Tal es el caso de todas las
demás ciencias".
El padre Vasilj
resuelve el problema del carácter científico de la teología con la respuesta a
esta pregunta: "¿Es posible la teología como ciencia? En toda ciencia
—dice— hay que distinguir su parte lógica interna de su valor transcendente.
También las ideas puras pueden convertirse en objeto de indagación
científica... Si una supuesta teología mantiene la coherencia interna de sus
ideas, posee un carácter científico formal. Si, además, está en condición de
demostrar la validez real de sus principios y los datos sintéticos de que hace
uso, entonces posee también validez material y real".
Como cree haber
demostrado la existencia de Dios, la espiritualidad y la inmortalidad del alma
humana, es natural y lógico para el autor que el esfuerzo humano que trata
estos problemas tenga un carácter científico.
En cuanto a la
relación entre religión y civilización, el padre Vasilj ilumina el problema con
una visión muy adecuada: "Si existe el mundo metafísico, está en relación
con el mundo físico como el Sol con la Tierra. La vida sobre la Tierra posee
cierta autonomía. Pero, a pesar de todo, depende totalmente de la energía solar
en su dimensión física". Vivir exclusivamente en forma física significa un
grave eror que produce pésimas consecuencias. Negar a la religión a pesar de
tener validez real, resulta, el mayor, el más grande mal que el hombre puede
cometer. De aquí nuestro autor deduce ideas de suma actualidad. Los cristianos
no deben perseguir a los materialistas dialécticos, como tampoco éstos a Ios
cristianos. "La ley del respeto a la personalidad humana exigen que
expongamos nuestras razones serenamente y con dignidad. Si las mías contienen
la verdad, vencerán sobre la falsedad. Pero el solo hecho de que alguien emplee
la espada para probar la validez de su convicción, demuestra que no se trata de
un hombre de buena voluntad".
Al reproche
dirigido contra los hombres religiosos que no se rebelaban suficientemente
contra la injusticia, confiando en las reparaciones en otro mundo, Vasilj
opone: "A veces, este sentimiento los convertía en luchadores sin
entusiasmo por la realización de ese postulado. Es posible que hayan sufrido
por ello innecesariamente penurias, persecuciones y pobreza; en consecuencia,
mientras en cierto modo reconocemos una falta de desarrollo de ese sentimiento
jurídico en algunos hombres religiosos que creyendo en la justicia eterna
creían que el orden jurídico debería realizarse en el orden físico sin sus
esfuerzos y trabajo, señalamos al mismo tiempo que la segunda alternativa de
una justicia humana exclusiva es mucho más peligrosa y más tremenda, porque
significa un ideal inalcanzable para el hombre..." Conocida es la imagen
aristotélica de la justicia humana. La compara con la telaraña que enreda a las
moscas y deja pasar los grandes pájaros. "Si el hombre asume por sí mismo
la realización de la justicia en el mundo, por solo este hecho se expone al
peligro de cometer innumerables injusticias. Basta tener presente los crímenes
cometidos por los materialistas dialécticos donde se han apoderado del poder
físico".
A continuación,
el autor recalca el hecho de que los "librepensadores" del mundo occidental
vuelquen sus simpatías en mayor grado hacia los materialistas dialécticos que
hacia los cristianos. "Estos — dice el autor— dan pruebas de que piensan
«libremente», pero no de que piensan «real y verdaderamente». Además, un hombre
irreligioso considera como bien supremo su bien propio, mientras para el hombre
religioso este bien transciende al hombre, dándole un carácter absoluto y
sagrado. Los hombres sin religión elevan asi el egoísmo al pedestal de la norma
suprema de sus obras".
El libro que reseñarnos
aborda también los problemas tratados en la Encíclica Humane Vitae. El criterio
básico para orientarse en ese cúmulo de problemas debe ser la dignidad de la
persona humana. Las opiniones en conflicto deberían profundizar bien este
concepto para ver si tal dignidad es de origen divino o puramente físico. Este
conocimiento ofrecerá una visión totalmente distinta a favor de una concepción
de la dignidad cristiana. Pero los cristianos, especialmente sus dignatarios,
tendrán que cuidarse de no imponer su autoridad por el hecho de desempeñarse
como prelados, sino tratando de sentirse cristianos y practicar su
cristianismo.
Es absolutamente
acertada la afirmación de nuestro autor al refutar la aseveración de B. Russell
de que la astronomía moderna haya desmentido la tradicional concepción del
hombre como ente supremo y como objetivo interno del universo, puesto que ha
revelado su pequeñez y debilidad. "Pero la astronomía —dice el Dr. Vasilj—
no existe independientemente de los astrónomos. De aquí se sigue lógicamente
que el hombre, al descubrir la grandeza del universo, descubre también su
grandeza propia". El descubridor no es en modo alguno menor que lo
descubierto. El universo no se conoce a sí mismo. El espíritu del hombre no es
producto de los agentes naturales. Es un ser por sí mismo y no un producto, un
cambio de otro ser. Consecuentemente el autor rechaza la teoría de la evolución
como una hipótesis dialéctica relativa a la aparición de la vida en la Tierra
en general. Los agentes naturales y el hombre no pueden y no podrán producir la
vida de una manera sintética, porque la vida es un nuevo ser totalmente
diferente de la materia. El hombre puede y podrá cambiar las condiciones e
introducir modificaciones en las formas vitales, pero no podrán crear la vida.
La síntesis artificial del virus Phi X 174 no es un argumento contra esta
afirmación. Primero, existe la duda acerca de la naturaleza del virus, segundo,
se sabe como seguro que la multiplicación de virus depende del contacto con
organismos vivientes.
La vida, el
hombre, el espíritu humano son seres nuevos que descubrimos en el mundo
visible, pero seres que dependen en su existencia de un ser absoluto que los ha
creado. La naturaleza y el hombre mismo no podrán jamás crear nada. La creación
está reservada a Dios de una manera absoluta. Esta es la enseñanza fundamental
del Dr. Vasilj, fundada sobre las razones de una investigación apasionada,
profunda e inquietante de un pensador de alto vuelo y de una vocación auténtica
de filósofo. Lástima que su obra, escrita en croata, no sea accesible al gran
público internacional, aficionado a esta clase de estudios. Los especialistas,
estamos seguros, confirmarían nuestra opinión de que se tratara de una obra y
de un autor que no aparecen todos los días.
F. M. N.
El 12 de febrero
de 1970 se efectuó la décima Asamblea General Ordinaria del Instituto Croata
Latinoamericano de Cultura en Buenos Aires, oportunidad en que fue elegida la
siguiente Comisión Directiva:
Presidente: Dr.
Francisco Nevistić; vicepresidente: Juan Rojnica; secretario: Milan
Rakovac; tesorero: Dr. Božidar Latković; vocales: Dr. Radovan
Latković, Dr. Pedro Vukota y Branko Kadić; Comisión Revisora: Dr.
Milan Blažeković y Dr. Ivo Hühn.
[1] F. Heer, Terror Religioso, Terror Político (Barcelona
1965. p. 7): "En efecto, toda la historia del terror puede ser entendida,
según uno de sus rasgos característicos como un intento de pasar a manos del
hombre, a modo de instrumenti regni, el poder original de la divinidad".
[2] A. J. Toynbee, El Cristianismo entre las Religiones
del Mundo (Emece Editores, S.A., Buenos Aires, 1960, pág. 140).
[3] K. Vasilj. Zašto Vjerujem? — ¿Por qué creo?, (Madrid,
1968, pág. 260).
[4] Heer, Gerhard Szczesny, Glaube unce Unglaube
(Munchen, 1960, pág. 22/3).
[5] F. Heer, Gehhard Szczesny, Op. cit., pág. 14/15.
[6] Arnold J. Toynbee, La Civilización Puesta a Prueba,
trad. castellana (Emece Editores, Buenos Aires, 1960, pág. 172, 3, 4 y ss.).
[7] A. J. Toynbee, Op. cit., pág. 172. Además ver: Aldous Huxley, Unser. Glaube, Stockholm,
1939, pág. 31: "Gegen Ende der zwanziger Jahre setzte die Reaktion einweg
von der leichten Philosophie allgemeiner Sinnlosigkeit und hin zu den harten,
grimmigen Theologien nationalistischer und revolutionarer Götzenanbetug: Es
wurde wieder Sinn in die Welt gebracht, aber nur stellenweise. Das Weltall als Ganzes blieb
auch weiter sinnlos. Einige Teile jedoch, wie die Nation, der Staat, die
Klasse, die Partei, wurden mit Bedeutung und höchsten
Wert ausgestattet... Wir haben uns selbst als
Mitglieder hdchst sinn — und wertvoller Gemeinschaften inmitten eives sinnlosen
Weltalls gedacht — vergotteter Nationen, vorgottlichter Klassen und wessen
nicht noch. Und well wir so
gedacht haben, ist die Wiederaufrüstung in votem Schwung, wird der
wirtschaftliche Nationalismus immer heftiger, der Kampf rivalisierender
Propaganden immer hitziger und ein allgemeiner Krieg immer
warhsch.enlicher" (Hacia el fin de la segunda década empezó la reacción
con el slogan: lejos de la filosofía superficial del sinsentido y atrás a las
teología duras y furiosas del culto de los ídolos de carácter nacionalista y
revolucionario. Así ,se devolvió nuevamente el sentido
al mundo, pero sólo aquí o allá. El universo, como totalidad, permaneció sin
sentido. Algunas partes, sin embargo, como la nación, el Estado, la clase, el
partido, fueron cubiertas con sentido y un supremo valor... Nosotros, como
socios, nos hemos creído a nosotros mismos como comunidades del mayor sentido
en medio de un universo sin sentido — las naciones divinizadas, las clases
divinizadas y que sé yo qué más. Y, justamente porque hemos pensado así, el
rearme está en pleno ímpetu, el nacionalismo económico siempre más duro, la
batalla de las propagandas se halla en competencia, siempre más ardosa y una
guerra general se nos aparece siempre más verosímil).
[8] A. J. Toynbee, La Civilización Puesta a Prueba (pág.
179).
[9] Aquí Toynbee, sin mencionar a Nicolás Berdiaeff, repite sus
ideas, formuladas en el libro: El sentido de la historia (Der Sinn der
Geschichte), TYibengen, 1947; pág. 17, donde el autor dice, que todas las
catástrofes históricas, con un giro brusco, incitaron a los hombres a pensar
más profundamente, a buscar nuevas explicaciones de la historia. Así, por
ejemplo, San Agustín escribió su filosofía de la historia después le la caída
del imperio romano. Así también la primera filosofía de la historia que
conocemos —el libro del profeta Daniel— está íntimamente ligada con la
catástrofe del mundo judío. Así se ha procedido también después de la
revolución francesa y las guerras napoleónicas. Por su parte, Raymond Aron en
su gran obra Paz y Guerra entre las Naciones repite la misma idea: "Los
tiempos de disturbios incitan a la meditación. La crisis de la ciudad griega
nos ha legado la República de Platón y Ia Política de Aristóteles. Los
conflictos religiosos que destrozaban a la Europa del siglo XVII hicieron
surgir con Leviatán y el Tratado Político, la teoria del Estado neutral... En
el siglo de la Revolución inglesa, Locke defendió y aclaró las libertades
civiles...", etc. (pág. 19).
[10] A. J. Toynbee, La Civilización... (pág. 187, 8).
[11] M. Heidegger, Einfuhrung in die Metapfysik (Tubingen,
1953, pág. 1): "Cada uno será alcanzado en cierto momento por el poder de
esta pregunta, sin saber bien qué sucede. En un instante de desesperación, por
ejemplo, cuando deseparece todo el peso de las cosas y se oscurece todo
sentido, surge esta pregunta". O ver: M. Heidegger, Kant y el problema de
la metafisica, traducción española (México, 1954, pág. 204,5): "Es posible
desarrollar la finitud en el ser-ahí, siquiera como un problema, sin una
"supuesta" infinitud"? ¿De qué índole
es esta "suposición"? ¿Qué significa la infinitud así "puesta"?
¿Logrará la pregunta que interroga por el ser salir fuera de esta problemática
con toda su importancia elemental y su amplitud? ¿O somos acaso víctimas de la
locura de la organización, la agitación y la velocidad a tal grado que ya no
podemos ser amigos de lo esencial, de lo simple y lo constante — "amistad
(filia) que es la única que nos orienta hacia el ente como tal, y de la cual
surge la pregunta por el concepto del ser (sofia), que es la pregunta
fundamental de la filosofía?"
[12] Sofía Vanni Rovigni, Heidegger (Brescia, 1945) : "La filosofía di Heidegger è una negazione
dell'intelligibilità dell'essere o una rinuncia ad affermarla?... L'instinto
conosce solo sotto l'aspetto di utile — nocivo, l'intelletto le conosce per
quello che SONO. Ora, per conoscere le cose in se stesse, ocorre mettere in
certo modo fra parentesi il significato que esse assumono per noi... apunto per
che il significato puramente strumentale delle cose è proiettato da noi".
La filosofía comienza cuando nos asombra el mundo acallando nuestros impulsos,
cuando casi salimos de él mirándolo a la cará en su "pura entidad",
dice S. Vanni. Luego, agrega: "D'altra par-te se l'ente fosse totalmente
ininteligible, non desterebbe stupore perche ci sarebbe totalmente ignoto.
Desta stupore ciò que è manifeso, ma solo fino a un certo punto que cela dietro
a sè ancora del mistero; desta stupore ciò che ha una inteligibilità aurorale,
que fa presentire, pur senza manifestarla ancora, più chiara luce" (pág.
97, 98. 100).
[13] E. Cassirer, Individuo y cosmos en la filosofía del
Renacimiento (Buenos Aires, 1960, pág. 115).
[14] Nicola, Abbagnano, Filosofia, Religión, Ciencia,
traducción castellana, (Buenos Aires, 1961, pág. 62, 3, 4 y 5).
[15] Nicolai Berdiaeff, Der Sinn der Geschichte (El sentido
de la historia), edición alemana (Tubingen, 1949, pág. 269, 291 y ss.)
[16] G. Barraclough, Introducción a la Historia Contemporánea
(Madrid, 1965, pág. 291)
[17] Eugen Beluhan, Stepinac Govori (Habla Stepinac),
Valencia, 1967, pág. 20, 21.
[18] E. Beluhan, Op. cit. pág. 23: "Examinando
comparativamente las fechas, se verá que la ofensiva de Salónica tuvo lugar el
2 y 3 de septiembre de 1918 cuando el ejército austríaco se retiraba de Servia
y que, el 14 de diciembre, fue proclamado y reconocido por los Aliados el «Reino
de los Servios, los Croatas y los Eslovenos». Stepinac fue liberado del campo
Nocera Umbra el 6 de diciembre y trasladado a Macedonia, de lo qua podemos
concluir que núnca luchó contra sus compatriotas de la Doble Monarhía en el
frente de Salónica". Destacamos esta porque en Studia Croatica, N°
1, pág. 31, se escribió: "Muchos ultrapatriotas servios que siguen al ex
rey Pedro Karageorgevic y tildan a Stepinac de enemigo del pueblo servio
estaban fuera de peligro y con buen sueldo mientras él combatía en las trincheras
del frente de Salónica". El padre Beluhan no indica la fuente de su
información, y ello nos impide saber con seguridad cuál de las dos afirmaciones
es exacta: la suya o la de Ivo Bogdan.
[19] E. Beluhan, Op. cit., pág. 25, 6.
[20] E. Beluhan, Op. cit., pág. 42.
[21] E. Beluhan, Op. cit., pág. 47, 8.
[22] E. Beluhan. Op. cit., pág. 309, 10, 11 y 12.
[23] E. Beluhan, Op. cit., pág. 314.
[24] E. Beluhan, Op. cit., pág. 456, 78.
[25] Cyrus L. Sulzberg, A Long Row of Candels, donde
encontramos también lo siguiente: "Los servios ortodoxos de toda
afiliación partidaria se acercaban a mí murmurando: «Stepinac debe ser
ahorcado. Fue él quien aprobó la matanza de millares de servios». Los croatas
—en realidad, todos homogéneamente romano-católicos— me llevaban a rincones
seguros sursurrándome: «Ud. debe saber antes de ver al arzobispo, sin
consideración de lo que dicen de él, que nosotros lo admiramos; es un gran
héroe del pueblo y no hay que creer en ninguna denigración de las que le están
echando al rostro. El es nuestro mártir». Citado según B. Radica, Recuerdos
Amargos, en Croatian Voice, N° 47, año 1969, Winippeg, Canadá. Creemos
que no es posible caracterizar mejor el ambiente. El odio servio ortodoxo,
disfrazado parcialmente por el comunismo, fue criterio supremo de acuerdo al
cual se procedió al terminar la última guerra con el Cardenal y con su pueblo
croata.
[26] Para todas estas citas ver: Studia Croatica,
número 1, pp. 39, 41, 44.
[27] Herbert Butterfield, El Cristianismo y la Historia,
Buenos Aires, 1957, en la página 43 dice textualmente: "La verdad es que
si se quitan de la sociedad ciertas frágiles barreras, muchos hombres
respetables durante toda una vida se transformarán por completo al descubrir
las cosas que podrían ejecutar impunemente. Los débiles, que antes se mantenían
en sus carriles debido a cierto equilibria social, no vacilarán en recurrir al
crimen. Se producirla un estado tal de cosas que personas que nunca sintieron
deseos de robar se dedicarían sin reparos al saqueo y al pillaje. Una huelga
policial prolongada, una situación revolucionaria... el regocijo con motivo de
la conquista de un país enemigo, ponen descubierto el lado peor de la
naturaleza humana en personas hasta entonces, guiadas y suavizadas por las
influencias de una vida social normal, y que sólo habían mostrado ente el mundo
un aspecto respetable".
[28] E. Beluhan, Op. cit., pág. 78, 79, 80.
[29] Studia Croatica, Nro. 1 pág. 41,
1960.
[30] Fiorello Cavalli, Il Card. Luigi Stepinac, Arcivescovo
di Zagabria nel decimo anniversario del pio transito, en L'Osservatore Romano,
N° 34, p. 3, del 11/2/1970.
[31] B. POLONIJO: B. Nikola Tavelić i njegovo doba (El
Beato Nicolós Tavelić y su época, Zagreb 1939.
D. MANDIĆ: Documenta Martyrii b. Nicolai Tavelić et sociorum cies
Ordinis Minorum, Roma 1958;
A. CRNICA: Historico-iuridica dilxeidatio vitae,
martyrii et gloriae Beati Nicolai Tavelić, incuti martyris Ordinis
Minarum, splendoris et protectoris gentis Croatorum, canonisation eius
aequipolenti dicata recurrente triplici anniversario a diffusione cultus eius et
gloriae, Roma 1958.
* Otra pequeña ciudad croata en Dalmacia.
** En dicha publicación del Vaticano, los autores remiten
al Documento XIV de su ya precedentemente mencionada publicación oficial, donde
se analiza la parte del texto de Zavorovich, referente al tópico en cuestión y !puede verse que también este autor admite en forma
indirecta que b. Tavelić pertenecía al monasterio de Sebenico. — (Nota de
la Red. de S. C.).
[32] A. CRNICA:Op. cit., pág. 24 y s.
[33] B. POLONIJO: Op. cit., pág. 22 y s.
[34] F. A. GALVANI: Op. cit., Vol. I,
pág. 199 y s.
[35] A. CRNICA: Op cit., pág. 13-17.
[36] Archivum Franciscanum Historicum, Vol. XXXV, pág. 110.
[37] Ibidem, pág. 207.
[38] Regionem ab Histria usque ad Albaniam et a mari Adriatico usque ad Danubium
saec. VII-XIV Slavoniam appellant. Ab ea prima Fratrum Minorum in paeninsula
Balcanica provincia nomen accepit, cf. P. Čapkun, De organisatione curiae pastoralis Franciscanorum
apud Croatorum gentem, Sebenico 1940, pág. 22 y s.; D. Mandić, Documenta
martyrii, pág. 36, Nro. 6.
[39] A. CRNICA: Op. cit., pág. 36-42.
[40] De hac haeresi iam multi scripserunt, sed quid revera
fuerit adhuc no est clarum, cf. A. Crnica, Oz. cit., pág. 45-58. (Recomendamos
para este fin: Dominik .Mandić, Bogumilska Crkva Bosanskih Krstjana (La
Iglesia Bogumila de los cristianos de Bosnia), Chicago 1962. (Esta, monumental
obra de 500 páginas, nos parece, ha dilucidado en forma definitiva el carácter
de esta herejia. — (Nota de la Redacc. de Studia Croatica).
[41] I. RUPČIĆ: Entstehung der
Franziskanerpfarereien in Bosnien und Herzegovina und ihre Entwiecklung bis zum
Jahre 1878, Breslau 1937, pág. 18 y s.
[42] E. FERMEDŽIN: Acta Bosniae 1892, pág. 22, N° 123.
[43] Analecta Franciscana, Vol. III, Ad Claras Aquas 1897,
pág. 528; Fermediin: Chronicon Observantis provinciae Bosnae Argentinae S.
Francisci Seraphici, Zagreb 1890, pág. 6 y s.
[44] Analecta Franciscana, Vol. III, pág. 529; I. B.
RUPČIĆ: Op. cit., pág. 25 y s.
[45] D. MANDIĆ: Bl. Nikola Tavelić i njegovo
proglašenje svecem, en Hrvatski Kalendar (Calendario Croata), Chicago 1952,
pág. 81-92.
[46] A. CRNICA: Op. cit., pág. 42.
*** Ver: Studia Croatica, Vol. 32-35/69: D. Žanko, Dominik
Mandić: La personalidad y su obra cultural, pág. 16-42.
* El Dr. Ivan Supek es rector de la Universidad de Zagreb,
capital de Croacia.
[47] Miroslav Krleža es el escritor de más renombre
actualmente en Croacia. Muchas de sus obras están traducidas a varios diomas:
alemán, francés, inglés, italiano, etcétera.
[48] "šjor" en la Croacia meridional (Dalmacia)
quiere decir signor del italiano, señor en español.
** Recientemente abucheada por los estudiantes croatas con
motivo de ejecutarse su última obra teatral, de carácter conformista con el
Partido y Belgrado.
* — ¿Privan el pueblo y la patria sobre el Estado? Si
cronológica e históricamente, pero no y axiológicamente. La patria carece de
autoridad o sea del poder y la fuerza necesarios para asegurar la conservación
y la promoción de todos los valores que constituyen la personalidad nacional.
El Estado nacional es la forma más perfecta de la vida de un pueblo. La Iglesia
no puede quedarse en un nivel inferior. (Obs. Red. S.C.)
** El autor alude aquí a la imposición del idioma servio a
los croatas; cfr. Studia Croatica, N° 24-27, año 1967, pág. 3-31 — (N. de la
Redacción).
* Un pequeño tipo de automóvil "Fiat" que se
fabrica en Servia.
** Dalmacia fue la parte integrante de la Doble Monarquia
después de la caída de Napoleón. Francisco José I no la incorporó a las demás
provincias croatas a pesar del derecho histórico-étnico croata.
* Apodo de una fracción del Partido del Derecho encabezado
por el Dr. José FRANK (1844-1911) desde el año 1890.
[49] El autor denomina "juicios sistoles" (syn
stellein del griego), los que Kant denomina juicios sintéticos a priori. Vasilj
considera que esta clase de juicios jamás puede ser totalmente a priori.
Resultan siempre parcialmente a posteriori y parcialmente a priori.