STUDIA CROATICA

Año XI – Enero - Junio 1970- Vol. 36-37

 

EL CARDENAL LUIS STEPINAC.. 2

EL FRANCISCANO NICOLAS TAVELIĆ: PRIMER SANTO CROATA.. 14

EL PODER COMO COMPLEJO PSICOLOGICO Y FENOMENO SOCIAL EN LA LITERATURA CROATA DESPUES DE LA GUERRA.. 17

EL CRISTIANISMO Y EL NACIONALISMO.. 23

Documentos. 29

LOS SACERDOTES CROATAS DEFIENDEN EL CARACTER CROATA DE ISTRIA   29

EXPLOTACION, NEOCOLONIALISMO, O ¿QUE OTRA COSA?. 35

Notas y comentarios. 36

LA INSEGURIDAD DE LA POLITICA NACIONAL EN BOSNIA Y HERZEGOVINA   36

EL Dr. ANTE STARČEVIĆ EN LAS RECIENTES PUBLICACIONES FRANCESAS  38

Cronicas y noticias. 40

IN MEMORIAM DEL PROF. JOHAN WILHELM MANNHARDT. 40

MIROSLAV KRLEŽA.. 42

LA RECIENTE EXPOSICION DE ZDRAVKO DUČMELIĆ (WILDENSTEIN, 27/4-10/5, 1970) 43

MICRONOTICIERO.. 46

Reseña de libros. 48

Luka Brajnović: U Plamenu (En Llamas) 48

Eugen Beluhan: Stepinac Govori (Habla Stepinac) 49

Ante Kadić: From Croatian Renaissance to Yugoslav Socialism.. 51

George J. Prpić: Communism and Nationalism in Yugoslavia. 55

Ivo Omrčanin: Diplomatische und Politische Geschichte Kroatiens. 57

Ivo Rojnica: Susreti i doživljaji 1938-1945 (Encuentros y acontecimientos vividos entre 1938-1945) 59

Franjo Tudjman: Velike Ideje i Mali Narodi (Grandes Ideas y Pueblos Pequeños), 62

Dr. Kvirin Vasilj: Zašto Vjerujem? — ¿Por qué creo yo?. 67

X Asamblea General Ordinaria del Instituto Croata Latinoamericano de Cultura. 74

 


EL CARDENAL LUIS STEPINAC

Abogado de la causa divina y de su pueblo croata. — Reflexiones a los 10 años de su muerte (+ 10 de febrero de 1960)

 

FRANCISCO NEVISTIĆ

RESULTA un asunto muy delicado escribir sobre cosas y personalidades religiosas en tiempos netamente antirreligiosos. Nos exponemos al peligro de ser mal entendidos. Algunos podrían declararnos ignorantes, anticientíficos, oscurantistas. B. Russell, J. Huxley, J. Rostand —toda una serie de autoridades reconocidas— son arreligiosos, ateos. Russell, uno de los talentos matemático-filosóficos más destacados de nuestro siglo, exigía que no se lo considerase cristiano y escribió un libro: Why I Am not a Christian? — ¿Por qué no soy cristiano? Oponerse a tantas autoridades científicas ¿no es una osadía de ignorante?

Además, nuestro subtítulo podría ser calificado de polémico y provocativo, incluso para cuantos se declaran públicamente católicos. Podrían imputarnos la pretensión de atribuir a los hombres lo que pertenece sólo a Dios, de elevar los intereses del pueblo croata a la categoría de una cosa divina sin más, confundir las fronteras entre los valores universales en su pura autenticidad y los intereses particulares contaminados, posiblemente, por depravaciones de cualquier índole. Finalmente, semejante posición resultaría ofensiva para la personalidad de Stepinac, lo que querríamos evitar a toda costa, pues este extraordinario hombre se eleva por encima de todas las consideraciones de ese carácter.

Conscientes de este peligro, trataremos de explicar con más precisión a qué nos referimos y cuál es nuestra preocupación primordial al empezar a escribir este artículo dedicado a la eximia personalidad del cardenal Stepinac con motivo del primer decenio de su muerte.

Por de pronto, reconocemos también sinceramente motivos utilitarios nacionales. Pero ¿no es ésta una posición equivocada a priori? El utilitarismo nacional ¿no es causa fundamental de la confusión axiológica general y de la división "egotista" tan característica en la crisis de nuestra época? ¿Tenemos en perspectiva el derecho y la posibilidad de alguna justificación, de invocar lo que consideramos un valor universal para nuestros particulares fines utilitarios?

Al pensar en esto, nos inquietan las investigaciones histórico-culturales del profesor austríaco F. Heer. "El abogado de la causa divina", como hemos dicho en el subtítulo, asocia inevitablemente nuestros pensamientos con el conocimiento y la experiencia del mencionado profesor, referentes al más grave error y abuso atribuibles a la autoridad eclesiástica y a los dignatarios de la Iglesia, que se halla en los fundamentos mismos de la "crisis" del cristianismo. ¿No se esconde detrás de nuestra formulación en el subtítulo el viejo intento de transferir al hombre la autoridad de Dios, que Heer considera con toda razón el abuso fundamental de las autoridades en general y de las autoridades eclesiásticas en especial? [1] Esto es lo primero que hemos de tener presente al escribir este artículo.

Pero, además, como hemos dicho al principio, enaltecer a una personalidad religiosa, significa para muchos tomar posición contra la ciencia, el progreso y la civilización. La evidencia de esta "verdad" se revela especialmente ante el hecho de tantos éxitos científico-técnicos —viajes a la luna, imágenes instantáneas y transmisión de la voz del hombre que camina por Selene, a todos los puntos de la Tierra, por un lado— y tantas divisiones religiosas, hasta dentro del propio cristianismo que nuevamente amenazan desdoblar su último baluarte, a la Iglesia Católica. En lugar de someternos a la razón científica que está engendrando conocimientos seguros y a la lógica concordancia que surge de ellos, y que resulta condición indispensable para la tolerancia entre los hombres, los pueblos y las naciones, nos atenemos a Ias fantasías religiosas que siembran la intolerancia e instauran el culto de las deidades tribales con consecuencias de odio y de conflictos sin solución. La batalla milenaria contra la fe y la religión, por un lado, y la razón, la ciencia y la incredulidad, por el otro, parece como si tocara a su fin, volcándose inexorablemente en favor de estas últimas. ¿Cuál es, entonces, la verdad?

La Religión, la Civilización y el Progreso

La religión, especialmente la religión cristiana, tuvo siempre dificultades en el decurso de su vida casi bimilenaria.

A. J. Toynbee nos relata un caso famoso, acaecido en los albores de la era cristiana, que caracteriza luego toda la historia del cristianismo. "Al terminar en el imperio romano la lucha entre la victoriosa iglesia cristiana y la religión local precristiana, se produjo un célebre incidente en el momento en que el gobierno imperial, romano-cristiano, estaba cerrando por la fuerza los templos paganos y suprimiendo las formas paganas de culto en la parte occidental del imperio. En el curso de esa campaña, el gobierno mandó que se quitaran del Senado de Roma la estatua y el altar de la Victoria, que colocara allí Julio César. El vocero del Senado de aquella época, Quinto Aurelio Símaco, sostuvo una controversia con San Antonio sobre el asunto, y han llegado hasta nosotros los documentos de esa controversia. Símaco quedó derrotado, no por los argumentos sino por force majeure. El gobierno sencillamente cerró los templos y quitó las estatuas. Pero en uno de sus últimos alegatos, Símaco dejó escritas estas palabras: `Es imposible llegar a tan grande misterio siguiendo un sólo camino. El misterio de que habla Símaco es el misterio del universo, el misterio de la relación en que está Dios con el bien y con el mal. El cristianismo nunca respondió a Símaco. Suprimir una religión rival no es dar una respuesta. La cuestión planteada por Símaco está aún viva en el mundo actual. Creo que ha llegado para nosotros el momento de encararla".[2]

No podemos aceptar esa opinión del historiador británico de que los filósofos y teólogos cristianos, sus santos y su Magisterio no hayan dado la respuesta. Podríamos admitirla a condición de decir que esta respuesta no fue comprendida por muchos y que quedó oscurecida por la vida efectiva de los cristianos, incluso de los más representativos, pero que no era el testimonio de su verdad cristiana. Pero sí podemos aceptar la verdad del planteamiento del problema por Símaco, así como que hubo y hay hasta nuestros días muchos Símacos que piden una respuesta más clara, más aceptable, más convincente. El hombre científico moderno no se conforma con que se invoquen ante él la santidad y la autoridad de la Iglesia, dice un filósofo croata. Pide la justificación de nuestra creencia ante el juicio de la razón. [3]

Varias veces fue acusado el cristianismo de ser adversario del progreso y la civilización. Tanto en la teoría como en la práctica.

Cuando un Jean Rostand dice, con toda sinceridad, que querría que Dios existiese, pero que él no puede creer en su existencia, es un nuevo y moderno Símaco que pide razones para la creencia cristiana.. "Me incluyen entre los ateos —dijo a un sacerdote francés— y yo lo acepto. Pero ¿qué es un ateo? En lo que yo no creo es en un Dios personal que miraría, juzgaría, nos castigaría o daría premios. Pero no tengo ningún derecho a negar a un Dios, que representaría una especie de sentido de la evolución, una perfección terminada, entretejida profundamente en el universo..." Claro que una enunciación así, hecha por una autoridad como la suya, confunde, replantea el problema de Símaco para todos nosotros. Y hay tantas otras autoridades, desde Einstein, Julián Huxley senior, Julián Huxley junior, B. Russell hasta el propio J. Rostand que hablan así.

Para aportar a la solución de este sempiterno problema se sostuvo una discusión radial entre Friedrich Heer y Gerhard Szczesny. El último publicó un libro titulado: Die Zukunft des Unglaubens — El futuro de la Incredulidad, repitiendo en una forma nueva todos los argumentos contra la fe cristiana a la luz de la concepción de un hombre no cristiano contemporáneo. Friedrich Heer fue invitado por una radio alemana para que contestase a Szczesny, quien opina que la crisis actual del cristianismo es definitiva. "Por cuanto la opinión pública del mundo occidental insiste en que únicamente la veracidad de los postulados de la fe cristiana pueda salvar al mundo, ella prolongará forzosamente el tiempo de la incredulidad y obligará siempre a las nuevas generaciones a la estupidez, la superficialidad y cinismo". Szczesny mismo explica estas sus propias formulaciones: "¿Qué es lo que dice. esta afirmación mía? Dice que me opongo a la pretensión cristiana de dominación religiosa, su concepción del mundo, ética, cultural, o finalmente, política". Discutiendo, luego, el número o porcentaje de quienes cumplen con sus deberes cristianos en Alemania, Szczesny agrega: "No se trata aquí precisamente del número, pero no hay lugar a duda: la mayoría de nuestros contemporáneos no creen en un Dios personal, o en la conversión del hombre en Jesucristo, o en el Juicio final y la vida externa. No obstante la "opinión pública" y las normas de nuestra sociedad no arrancan desde este hecho sino desde aquella ficción. A la imagen cristiana dei mundo y al sentimiento cristiano del mundo se otorga una universalidad que no poseen, pidiendo no obstante el carácter obligatorio de los mismos para todos".[4]

Si hubiera una mayoría absoluta de cristianos que cumplieran con su fe, resultaría lógico exigir el reconocimiento del orden social edificado sobre la base de la doctrina cristiana. Pero de este modo, contando con esa mayoría que no existe, a todos cuantos sustentan otra opinión, especialmente a los no creyentes, se los considera "minoría de locos y malos", aterrorizándolos de tal manera que no les queda otra alternativa que la de esconder su convicción, o la de reconocerla y exponerse al "terror". Si se acepta que los conceptos "cristianismo, humanismo- y religiosidad" son sinónimos intercambiables, entonces la vida de quienes no participan de esta convicción es una mera existencia en el mundo "práctico-fáctico".

El prof. Heer reconoce que hay una crisis del cristianismo en la actualidad, pero le otorga otro sentido. Su opositor la toma en forma global, acusando al cristianismo en su totalidad. Heer analiza el fenómeno y encuentra tres tipos o clases de hombres cristianos que, por su conducta anticristiana, suscitan la impresión de la crisis general. El primer tipo pertenece a los fanáticos e intolerantes que reclaman para sí y para su Iglesia toda la libertad posible, proponiendo la eliminación de cuantos piensan de otra manera, ya que son, por ello mismo, enemigos del Estado y elementos subversivos. El segundo tipo son los políticos de la restauración que tratan de identificar públicamente su poder, y el poder de su partido, con la causa de Dios, de la Iglesia y de la "humanidad" libre. El tercero representa al "snob" de la cultura cristiana, que habla de todo, lo enjuicia todo y condena a todos en nombre de su cristianismo, "sin darse cuenta de que el cristianismo, en él, se ha convertido desde hace mucho en literatura y habladuría". Estos tres tipos de cristianos rozan solamente la piel de los fenómenos con una inteligencia bien afilada, pero sin la "participación interna ni la fuerza de la fe". "Esta especie de cristianismo mundano revela una hora muy tardía... Y eso le presta cierto brillo de crepúsculo, pero no lo convierte en aurora". Heer considera este proceso de crisis actual, de "liquidación definitiva" como "el proceso de encarnación, de ese crecimiento de la vida del cristianismo en el mundo que sólo puede producirse después de la disolución radioactiva de sus elementos confesionales y no confesionales, de sus ortodoxias y heterodoxias, de sus secularizaciones y espiritualizaciones que pertenecen a este proceso de vida que es emisión de la luz" (Strahlung) . Esta muerte de los elementos seculares forma el humus para una nueva vida y la regeneración del cristianismo[5].

En forma parecida fueron adversarios de la religión y el cristianismo dos famosos historiadores británicos: E. Gibbon, del siglo XVIII, y Sir J. G. Frazer. El primero, al describir el esplendor del imperio romano y su caída, atribuyéndola substancialmente a la penetración del sentimiento religioso, agregó: "He descrito el triunfo de la barbarie y de la religión". Frazer, a su vez, ha profundizado y explicado las ideas de Gibbon. Según él, la penetración de las doctrinas orientales en el mundo greco-romano, edificado racionalmente, socavó sus fundamentos. Aquel mundo descancaba sobre las bases firmes de la subordinación del individuo a la comunidad. "Adiestrados desde la infancia" en el ideal de subordinación a la comunidad, griegos y romanos no vacilaron en sacrificarse totalmente cuando llegaba la hora de hacerlo. Si obraron de otra manera nunca se les ocurrió la idea de justificarse por un motivo distinto al de la cobardía. Según este historiador, las religiones, especialmente la religión cristiana, dando la supremacía absoluta a la salvación del alma individual, despreciaba los deberes con la comunidad de cualquier clase que fuese. La Civitas mundi no tenía más valor ante la salvación personal que la obtenida en relación directa con Dios. Así el patriotismo pierde su sentido, mientras los santos y los enclaustrados se convierten en un ideal. Incluso se renunciaba a la "perpetuación de la especie" teniendo presente la vida monástica y el voto de castidad. "El renacimiento del derecho romano, de la filosofía aristotélica, del arte y la literatura antigua al finalizar la Edad Media señaló la vuelta de Europa a ideales nativos de vida y de conducta, a concesiones del mundo más sanas y más viriles. Había concluido la larga detención de la marcha de la civilización. Había cambiado, al fin, el flujo de la invasión oriental. Y refluye todavía".[6]

Al citar las palabras de su gran compatriota, Toynbee acota que, con toda seguridad, los menos familiarizados con los textos históricos, podrían fácilmente atribuir estas ideas a A. Rosenberg. Porque la idea de una vida más sana y viril evoca la teoría nietzscheana y la práctica nacionalsocialista y, podríamos agregar por nuestra parte, la teoría y la práctica marxista-stalinista.

Toynbee pide a sus lectores que coincidan con él en el sentido de que nuestra civilización actual es una civilización postcristiana y "del mismo orden que la civilización greco-romana precristiana". Por lo que podemos ver personalmente, no podemos menos que aceptar esta afirmación de Toynbee que, a su vez, no es otra que aquella idea de Frazer de que "la invasión oriental" sigue refluyendo. Este reflujo del espíritu oriental significa para Sir Frazer el retorno al mundo greco-romano, a una civilización más viril, a una civilización racional de tipo científico-técnico e industrial.

El error fundamental, según podemos apreciar, consiste en que Gibbon y Frazer, impresionados por la enorme erudición histórico-empírica y un ingente cúmulo de testimonios humanos legados por las generaciones que venían, sustituyeron el inmanentismo histórico del hombre por el transcendentalismo del hombre y la historia. Tomaron una proyección de la vida humana por la totalidad de sus proyecciones; la historia como un proyecto de progreso y de bienestar terrenal por la filosofía, el arte y la religión, como portadoras en sí de una nueva semilla de vida y de una nueva dimensión que les da sentido.

La alegría de Frazer por el hecho de que todavía "refluye" la invasión oriental y renace el mundo greco-romano, es decir, muere el mundo religioso y "de barbarie" y resurgen el mundo racional y el progreso, demuestra claramente la insensibilidad del erudito británico por los problemas filosóficos que pueden dar únicamente sentido a la vida. Ya la misma localización geográfica de la religiosidad —"invasión oriental"—nos habla claramente del espíritu arreligioso y afilosófico de Frazer. La religión y la filosofía, para él, no serían una necesidad universal del hombre, sino una contingencia, un fenómeno casual, pasajero, la contingencia ligada históricamente a cierta región del mundo con el oriente. Defendiendo una posición contraria a la de Gibbon y de Frazer, Toynbee dice que el estado actual de nuestra civilización puede ser o una "superflua repetición" de lo que han experimentado los greco-romanos o, peor todavía, el deslizamiento "hacia atrás en el camino del progreso espiritual". Por el momento, este regreso espiritual lo podemos encontrar en una especie de universalización del culto de Leviatán, en la idolatría y las religiones tribales.[7]

Al querer determinar la fuente de esta idolatría, Toynbee dice: "Hemos estado viviendo durante cierto número de generaciones, obviamente, del capital espiritual, es decir, adhiriéndonos a prácticas cristianas sin poseer la fe cristiana. Y la práctica que no es sostenida por la fe es un bien que se agota, como hemos descubierto de pronto, para nuestra congoja, en esta generación".[8]

Este divorcio entre la práctica formal y la fe cristiana nos obligan, según Toynbee, a una revisión total de nuestra historia y a una concepción del mundo en general. Estaríamos impresionados por nuestra civilización secular de hoy, que tuvo su origen en el genio de Federico II de Hohenstaufen, en el Renacimiento y en el auge de las ciencias y técnicas modernas, juntamente con la democracia y nuestro estilo de vida, considerando todo eso como un acontecimiento novísimo y de magnitud insuperable, mientras en realidad se trata de una repetición del experimento pagano, de un experimento greco-romano. Si tenemos suficiente energía moral e intelectual para hacer la revisión de nuestras concepciones actuales, veremos que no es ésta la novedad sino la novedad del cristianismo, de la "Crucifixión y sus consecuencias espirituales" que es la que debe impresionarnos y ocuparnos. En la perspectiva del tiempo histórico, descubierta por las ciencias modernas, la vida del cristianismo, durante 1900 años, es comparable a un parpadeo. Hay que considerar "las perspectivas del cristianismo" también de nuestro futuro, en el futuro de nuestra historia.

Concentrando su atención sobre este problema, el historiador británico de nuestros días revela sus dotes de gran historiador que le impiden, si nos atrevemos a decir, ver un cuadro sinónimo de la vida, dando la preferencia más que a las soluciones religioso-filosóficas a los esquemas del acontecer histórico. Según él, todas las catástrofes y cataclismos históricos por el sufrimiento que causan a la humanidad, hacen madurar una gran y nueva religión.[9] Al cristianismo y especialmente al catolicismo, por algunos de sus puntos firmes, se le abren nuevas perspectivas después de la catástrofe de la segunda guerra mundial y la consecuente crisis intelectual, moral y política en el mundo entero. Se abre la perspectiva de una síntesis de todas las grandes religiones superiores, y de sus valores comunes. Pero aun así, nadie está autorizado para creer que con ello se realizaría el cielo o el paraíso sobre la Tierra. Contrariamente al optimismo comunista de que, al instaurarse una "iglesia universal" frente al pluralismo de las "iglesias", desaparecerían la autoridad, la subordinación y la esclavitud. Toynbee afirma con reservado optimismo que siempre y en todos los lugares habrá de sobrevivir algo del institucionalismo de César o de un jefe supremo eclesiástico, porque la naturaleza humana "tiene una capacidad innata tanto para el mal como para el bien". Y, mientras Frazer y sus partidarios consideran las doctrinas de las religiones Superiores como antisociales, destructoras, Toynbee lo niega categóricamente. El error de Gibbon, Frazer y otros más descansa sobre una equivocada concepción de la naturaleza de las almas o personas. "Las personas no se conciben sino como agentes de actividad espiritual; y el único campo de acción concebible para la actividad espiritual es el de las relaciones de espíritu a espíritu... Si el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, y si el verdadero fin del hombre es acentuar cada vez más su semejanza, el aserto de Aristóteles de que «el hombre es un animal social» se aplica entonces a la más alta potencia y meta del hombre: la de intentar llegar a una comunión aún más íntima con Dios. Buscar a Dios es, en sí mismo, un acto social. Y si el amor de Dios se transformó en acción dentro de este mundo en la Redención de la humanidad por Cristo, los esfuerzos del hombre para asemejarse a Dios deben incluir también esfuerzos por seguir el ejemplo de Cristo mediante el sacrificio por la redención de sus congéneres... La antítesis entre el intento de salvar la propia alma buscando y siguiendo a Dios y el de cumplir con el deber de uno hacia el prójimo es, por lo tanto, enteramente falsa. Las dos actividades son indisolubles. El alma humana que verdaderamente busca salvarse es un ser plenamente social como el espartano era semejante a la hormiga, o el comunista es semejante a la abeja".[10]

Los testimonios que hemos aducido para probar la existencia o la no existencia de la crisis religiosa, la oposición o la no oposición de la religión al progreso y la civilización, los hemos extraído de obras de autores con orientación empírico-científica, justamente histórica, acentuándose en los pensamientos de Toynbee las "contaminaciones" de tinte reflexivo y filosófico-teológico.

Para dar valor más completo a estos testimonios hace falta apelar a la opinión de los filósofos por vocación. Citaremos sólo a dos de orientación existencialista y a uno de tendencia religiosa con inclinación mística.

El alemán Martín Heidegger, aun cuando enmudece ante la metafísica, y ante la salida del inmanentismo histórico, nos conduce lógica e inevitablemente ante la puerta y la perspectiva de una vida, llamada por él "vida auténtica". Analizando el "fenómeno hombre", el agudo pensador alemán, desilusionado y saturado del progreso —la ciencia y la técnica--, de la vida "inauténtica" que viene prevaleciendo en el mundo occidental desde el Renacimiento, descubre dos esferas completamente diferentes de su vida. Decidiendo obrar en una, inauténtica, el hombre se degrada, desciende al nivel del mundo circundante, material. Aquí su primordial ocupación no es conocer sino actuar, operar, asegurarse medios de existencia. Incluso, el conocer no constituiría ni el interés ni la característica originaria del hombre. La conciencia reflexiva tarda en llegar, surgiendo entonces la pregunta: ¿Quién soy yo, arrojado en este mundo sin mi voluntad ni mi saber? Si conozco el sentido de las cosas del mundo circundante en una medida siempre mayor ¿cómo es posible que yo no sepa nada acerca del sentido de mi existencia? Si conozco el sentido del martillo, de la mesa, de la casa, del clavo, del automóvil, etc., ¿es posible que me esté vedado conocer el sentido de la existencia del hombre? En medio de este mundo sólo el hombre queda sin sentido. De pronto le invade un sentimiento que lo aparta de su ambiente. Este sentimiento es la angustia, un sentimiento específico, diferente del sentimiento del miedo, que siempre se refiere a algo concreto. Al hombre le angustia la pregunta: "¿Por qué hay algo y no preferentemente nada?"[11]

Este sentimiento y esta pregunta nos vacían la esfera de la vida inauténtica, el mundo de nuestras creaciones técnico-científicas, para buscar algo más, algo que nos libere de nuestra finitud. de nuestra debilidad, que nos defienda ante la filosofía sin sentido, ante la muerte que convierte todos nuestros afanes de la vida inauténtica en valores sin sentido.

El mutismo de Heidegger ante el misterio de esta esfera de nuestra vida "auténtica", confunde a algunos, mientras alienta a otros.[12]

Si este profundo pensador, sin interés en defender cualquier concepción en boga, llega a ver y diferenciar dos esferas de nuestra vida: una, inauténtica que nos deja insatisfechos a pesar de sus éxitos visibles, y la otra que nos dice ser auténtica, propia del ser que piensa, y como una prolongación y complemento sustancial de la primera, ello nos indica la orientación y, quizás, el camino hacia un Ser absoluto. Sin intentar develar el misterio de este Ser, Heidegger demuestra que la necesidad de un camino hacia la develación definitiva no es una casualidad geográfica como la "invasión oriental" religiosa de Frazer, sino un misterio y un camino innatos, inseparables, universales de la naturaleza humana de todos los tiempos y de todas las latitudes del mundo.

Retomando la vieja idea de Pico de la Mirandola, los existencialistas definen al hombre no como un ser substancial, terminado, sino como un ente en continuo devenir, en un hacerse. De acuerdo con una mitologización del principio del hombre en el universo, Dios le dejó la posibilidad de determinar lo que quiere ser. En esta elección dentro de varias posibilidades, los existencialistas hallan la diferencia específica del hombre con los demás entes del mundo. Puede convertirse en un animal cultivando sus instintos inferiores, o en un ser celestial si cultiva la razón.[13]

Pero ¿cómo decidirse y elegir el camino? Ante la vacilación, la abstención y el mutismo de Heidegger, el filósofo italiano Nicola Abbagnano se decide por la fe, la religión y la filosofía. Esas tres vías son los caminos de la búsqueda del Ser, del Valor universal. Analizándose a sí mismo, el hombre encuentra su finitud, reconoce límites personales y la transcendencia del valor. Pero reconociendo estos dos momentos, nos encontramos ya en movimiento "hacia el valor; es ya una búsqueda de él".

En el camino de esta búsqueda la característica más saliente es la duda.

"La incertidumbre, el extravío, la dispersión entre alternativas diferentes y equivalentes, haciendo imposible al hombre su unidad interior y toda verdadera relación suya con los otros hombres y con el mundo, constituyen la caída del hombre en el pecado". La duda es como un signo de salvación para el hombre. La duda es el deseo de "religarse" con algo que posea "unidad y ser". La duda nos apremia, nos inculca el saber "que el pecado está ahí, amenazante, y que pueda provocar la pérdida irreparable de nuestro ser". Allí donde no hay duda no hay capacidad de salir "del extravío, porque implica la certeza ilusoria de poseer en tal extravío la perfección del propio ser y de la propia unidad. Esta certeza ilusoria es lo contrario de la fe que solamente se puede alcanzar a condición de tender más allá de la dispersión, hacia la unidad y la estabilidad del ser". Abbagnano no reconoce al hombre como un ser sino como la posibilidad de ser "relación con el ser". Agrega y explica su posición textualmente: "Si el hombre fuese el ser y si poseyese por propia naturaleza la unidad y la estabilidad que son peculiares del ser, la fe en el ser le sería inútil e imposible. Pero esta fe se afirma como necesaria frente a él a medida que se da cuenta de la distancia que lo separa del ser y de la posibilidad que su relación con el ser sea debilitada o quebrantada. Por esta distancia, el ser se le aparece como deber ser o valor: como aquello a lo cual él mismo debe conducirse y anclarse para sustraerse al peligro de una caída definitiva. Pero cuando no reconoce tal peligro y se deja mecer por una seguridad ilusoria, las puertas de la fe se cierran, porque el ser no se le aparece como deber ser sino como una posesión ya alcanzada e irrevocable. En tal caso, está más acá de la fe, porque está más acá de la duda; confunde las apariencias instantáneas de su vida cotidiana, los arreglos ficticios, la renuncia y la ignorancia con una segura posesión y se ilusiona de haber llegado a un puerto hacia el cual no se ha encaminado jamás".[14]

Claro, uno podría continuar citando textos y autores sin perspectivas de término, defendiendo una u otra posición al respecto. Pero esta diferencia entre la seguridad ilusoria y la seguridad real acerca de las cuales razona Abbagnano nos parece que acierta con la profunda verdad. Especialmente teniendo en vista la queja casi general sobre la crisis de nuestra cultura y civilización actuales. La seguridad ilusoria nos cierra en el inmanentismo histórico de donde no hay salida. Los fracasos y las catástrofes parecen inevitables. El filósofo y místico ruso, Nicolás Berdiaeff, trata de demostrar, lógica y analíticamente, la imposibilidad de otra alternativa dentro de la concepción inmanentista de la historia. En su libro Der Sinn der Geschichte, tomando en consideración la subordinación y la esclavitud que el hombre padece por parte del poder público y la organización impersonal y masiva de la empresa industrial moderna, Berdiaeff no reconoce un progreso y una civilización, digna de ese nombre. Pero considera los fracasos del mundo renacentista y de la historia moderna, llenos de sentido. "Este fracaso de la reciente historia no confirma su sinsentido, no permite edificar una opinión pesimista acerca del destino de la historia. El tiene un sentido interno en cuanto concibe la historia del mundo como una tragedia y en cuanto hay que .concebirla así. Si se toma en consideración que su solución no se encuentra dentro de la historia, sino fuera de su órbita, entonces los fracasos históricos reciben un sentido interno más profundo y nosotros empezamos a entender que el sentido de la historia no consiste propiamente en la solución de sus objetivos en uno u otro de sus períodos"... "La historia, verdaderamente, es un camino hacia otro mundo, y aquí está su contenido religioso". Esperar dentro de la historia una solución perfecta es esperar algo imposible. Este es el conocimiento y el significado metafísico de la historia. "Si la humanidad no llega a lo que esperaba y se empieza a sentir Ia carencia de salida del cerco histórico entonces nos percatamos de que sus objetivos no son realizables dentro del proceso histórico y comprendemos que sólo una salida transcendente a la historia puede solucionarlas".[15]

Parecería que nos alejamos de nuestro tema, pero no es así. Hemos querido demostrar que la defensa de los valores filosóficos y religiosos no significa estar al lado de los retrógrados, adversarios del progreso y la civilización. Al contrario, renunciar a estos valores significa la más peligrosa desviación del hombre en su camino histórico. La acusación de Frazer de la "barbarie religiosa" queda así desmentida empírica y teóricamente. La ilusión de seguridad de quien está ahogándose es la peor de las ilusiones. Los conscientes del peligro bracean, hacen un esfuerzo y optan por la vía de la salvación. Por otra parte, todas las observaciones respecto de la actual crisis dentro del propio catolicismo tampoco deben inducir a conclusiones falsas. El sucesor de A. Toynbee en la cátedra de historia de la Universidad de Londres, el prof. Geofrey Barraclough, analizando los cambios espectaculares de nuestra época, agrega: "La actitud pesimista de considerar todo cambio como algo malo por el mero hecho de ser cambio, constituye un tema recurrente de la historia, que ésta se ha encargado de refutar sistemáticamente.[16]

De acuerdo a las opiniones que hemos tocado, se colige que hubo, hay y habrá catástrofes históricas con consecuencias que se lamentarán profundamente. Pero las hay de menor o mayor cuantía, de menor o mayor dolor para el hombre. Si hay una mitigación de ese dolor en ellas, si hay perspectivas de superarlo, habrá que agradecérselo al grado de efectividad religiosa en su pura autenticidad. La alegría de Frazer ante el "reflujo" de la "invasión oriental", en consecuencia, es la causa principal de una inseguridad general en el mundo de hoy y de la agudización de los sufrimientos por las catástrofes de las cuales somos testigos oculares.

Escribir, entonces, sobre los asuntos religiosos y las personalidades auténticamente religiosas significa un tema de suma actualidad y. de interés universal. Con lo dicho, consideramos hallar la justificación general de nuestro tema. Nos resta ver si hallamos esta misma justificación en cuanto a su parte concreta: el cardenal Stepinac; la causa divina y de su pueblo.

El autor de estas líneas conoció personalmente al cardenal Stepinac. Ha pensado muchísimo en él, ha leído bastante de lo que se escribió sobre él. Al pretender formular un juicio sobre su personalidad tan extraordinaria no podría menos que repetir que lo dijo Toynbee acerca de un espíritu tan auténticamente religioso. El cardenal Stepinac fue "el espartano semejante a la hormiga, o el comunista semejante a la abeja".

Lejos de las falsas afirmaciones de Frazer de que el hombre religioso sea un egoísta, únicamente interesado en la salvación de su alma, el cardenal Stepinac, auténticamente religioso, sacrificó, literalmente, todas sus energías en aras de sus semejantes, de sus hombres-hermanos.

Ya en su temprana juventud —anota Eugen Beluhan — demostró esa su fibra de hombre que se halla destinado a sufrir por otros. Un día, en la escuela primaria, habiendo tenido que salir el maestro a una diligencia urgente, dejó a los alumnos solos, recomendándoles buen comportamiento. Para mayor seguridad — se trataba de un maestro muy severo — confió a Stepinac la vigilancia, dándole la orden de anotar a cuantos se comportasen mal. Claro está que, como siempre, los chicos prefirieron hacer travesuras y provocar griteríos de toda clase. Stepinac iba anotándolos sobre el pizarrón de la clase. Pero al ver regresar al maestro, y sabiendo bien que iba a castigar a los "culpables", borró rápidamente sus nombres. Al preguntarle el maestro quiénes se habían comportado "mal", permaneció callado. Por negarse a nombrar a sus camaradas, el maestro decidió castigar al mismo Stepinac, dándole algunos palmetazos en ambas manos. Así fue como empezó el joven Stepinac a señalar la trayectoria de su futura vida, sacrificándola íntegramente por su prójimo hasta la muerte. [17]

Este sufrimiento acrecentó las simpatías y el respeto por el joven alumno. Y, realmente, desde esa fecha, fue el elegido para toda suerte de humillaciones, persecuciones, encarcelamientos, y finalmente para el confinamiento desde donde tuvo que abandonar para siempre este mundo visible y trasladarse a la Eternidad, el 10 de febrero de 1960. Su muerte sumió en luto al pueblo entero de Croacia, a la Iglesia y a una gran parte del mundo no católico.

Pero veamos antes cómo este extraordinario hombre fue llamado al servicio sacerdotal y cómo llegó a constituir un símbolo y un valor universales.

Stepinac se vio forzado a terminar sus estudios secundarios clásicos apresuradamente en Zagreb. El estallido de la Primera guerra mundial obligó a la Doble Monarquía — Croacia, en aquel entonces, formaba parte integrante de la misma (1916) — a llamar siempre nuevos conscriptos, especialmente entre los jóvenes intelectuales como posibles oficiales de reserva. A Stepinac se le destinó a la escuela de aquéllos en Rijeka, para comandar más tarde las unidades croatas de Bosnia-Herzegovina en el frente italiano. Hecho prisionero, en Italia fue inscripto como voluntario para combatir al lado de los Aliados en el frente de Salónica.[18]

Nuevamente en la casa paterna, Stepinac no regresa al seminario. Se dedica a los trabajos agrícolas en campos de su padre. Se inscribe en la Facultad de agronomía, pero pronto abandona el estudio y retorna con mayor aplicación a las faenas ya mencionadas.

Al recibir la revista Sacerdos Christi, de Zagreb, para el año 1924, donde aparecieron los artículos de su ex director del orfelinato de la diócesis de aquellas ciudades, el doctor José Lončarić, escribiendo acerca de la vida del apóstol de Viena san Clemente Hofbauer, Stepinac se hizo más taciturno. En uno de sus artículos, sin mencionar a Stepinac, el Dr. Lončarić hizo justamente una alusión a él. "Durante todo este tiempo, mientras estaba escribiendo esto, tenía ante mis ojos a un croata, joven de una familia campesina, católica y decorosa. En la medida en que lo conozco personalmente y de acuerdo a lo que me dijeron otros y, recientemente, su padre, el muchacho es bueno, honorable. Deseaba ser sacerdote como lo anhelaban también sus padres — no sé cuál de los dos más - si el padre o la madre. Pero sobrevino la guerra y tuvo que marcharse al frente, quedando destruidos así tanto sus planes como los de sus padres. Pero también en la guerra y en las trincheras permaneció el joven siendo bueno y devoto de Dios con todo su corazón. Al regresar a su casa, se quedó en el mundo; pero en el mundo no encontraba la paz, como si no hubiera en él y para él ni felicidad ni satisfacción. Leyendo la historia del apóstol de la ciudad de Viena y describiendo los momentos más salientes de su vida, a menudo pensé si Dios no llamaría también a este joven croata a su santuario, a pesar de que el azar de la vida lo estaba alejando de él. Pero sabiendo que esto entra también en los planes de la Providencia, no resulta una osadía pensar que, al final, este joven terminaría por ser sacerdote...".[19]

El impacto de estos artículos fue decisivo para el futuro de Stepinac. Viajó a Zagreb, consultó al padre Loncaric (y éste le reveló el secreto de su madre que, desde su nacimiento, rezaba diariamente un rosario, para que Dios otorgase a su hijo la gracia de una vocación sacerdotal). Le comunicó a él mismo su decisión de regresar al seminario, hizo ejercicios espirituales y volvió a la casa paterna. Consultados sus padres, que recibieron con alegría esta nueva, Stepinac viajó a Roma, permaneciendo en el gran colegio Germanicum siete años (1924-1931) hasta graduarse de doctor en filosofía y teología. El 26 de noviembre de 1930 obtuvo la ordenación sacerdotal y celebró su primera Misa en la basílica de S. M. Maggiore. En julio dei año siguiente regresó a su patria y pudo celebrarla en su aldea natal. En los libros del colegio Germanicum los superiores de Stepinac anotaron: Optime omino indolis, in omnibus solidissimus, vere pius, in studiis valde diligens.

¿Resulta, pues, extraño que su "carrera" eclesiástica fuese rápida y tan espectacular? Con las calificaciones mencionadas, el Vaticano sabía bien a quién confiaba la suerte de la Iglesia en una región tan importante y expuesta a tantos peligros. La experiencia multisecular, la sensibilidad a los valores auténticamente espirituales y, guiada por el Espíritu, la Santa Sede tenía confianza absoluta en el joven sacerdote. Ya el 23 de julio de 1931 se le designaba jefe del ceremonial de la catedral de Zagreb. Su desempeño fue ejemplar. L'Ossevartore Romano del 30 de mayo de 1934 publicó la noticia sobre el nombramiento de Stepinac por el Papa Pio XI como arzobispo auxiliar de Zagreb cum iure successionis. A los 35 años, fue el arzobispo más joven del mundo.

Al felicitarle una delegación del clero de Zagreb, encabezada por el obispo Salis-Seevis, Stepinac contestó: "Mi intención y mi objetivo son claros. Seguir la doctrina de la cruz y defender la verdad y la justicia sin miedo y de acuerdo al Evangelio: Dilexi justiciam et odi iniquitatem... Este es mi lema... Y, así como estaba listo para sacrificar todo por el bien de mi pueblo, así lo estaba también para trabajar por la Iglesia Católica, que viene enseñándome desde mi niñez que hay que dar a cada uno lo suyo y amar a los hombres con un verdadero amor".[20]

La víspera de su consagración de arzobispo, el 23 de julio de 1934, una multitud de ciudadanos de Zagreb, con delegaciones de todas las provincias de Croacia, encabezada por los intelectuales, civiles y del clero, se dirigió a él para expresarle públicamente su adhesión. Al contestar a Ios numerosos discursos pronunciados en tal oportunidad, Stepinac dijo entre otras cosas: "Hay en el arzobispado de Zagreb sacerdotes mucho más valientes y decorosos que yo. Encontraréis fácilmente muchos varones de experiencia, doctos, devotos y santos, que de acuerdo a su labor, inteligencia y edad tendrían más aptitud y más méritos para este cargo de arzobispo de Zagreb; pero no hallaréis jamás a una que amase más a su pueblo que yo y que estuviera listo a sacrificarse por su santa fe y la Iglesia Católica".[21]

Con estas cualidades — in omnibus solidissimus — se lanzó al trabajo. Organizó cocinas públicas para los pobres, ayudó a los desocupados, visitó a los enfermos, reorganizó la Acción Católica, fundó nuevas parroquias, consoló y se solidarizó con todos los que sufrían. Sus peregrinaciones al santuario de María de Bistrica (duran ya 300 años), sus sermones a los estudiantes, obreros y profesionales son joyas de una personalidad forjada en el fuego dei Evangelio y en el contacto con la realidad que, por cierto, no era evangélica. Sólo un hombre de este temple pudo afrontar tantas adversidades como se cernían sobre Europa, precursoras de la Segunda guerra mundial. Los judíos fugitivos de Alemania, primero, y de Polonia después, fueron objeto de sus preocupaciones. Pero, en realidad, el verdadero drama humano del hombre, del patriota y del propio sacerdote Stepinac empezó con la extensión de la guerra sobre su patria. Esclavizados por Belgrado durante más de dos décadas, los croatas proclamaron su Independencia, que fue saludada también por el arzobispo Stepinac. Aquí se halla la raíz de todos los males posteriores y las acusaciones más descaradas contra él, que acabarían llevándolo al "triste proceso" (L'Osservatore Romano) de 1946 que desembocaría en la "infame condena" a trabajos forzados de 16 años, dictada por un tribunal popular del mariscal Tito.

Para comprender mejor las concepciones y la actitud del arzobispo Stepinac durante la última gran guerra, período crucial de su vida por el cual sus adversarios intentaron denigrarlo, citaremos fragmentos de sus discursos, pronunciados en aquellos años y en medio de peligros que le acechaban por todos lados.

El 31 de septiembre de 1941 — en el transcurso del primer año de vida de Croacia independiente — Stepinac pronunció un sermón ante los alumnos de la Academia militar croata. "No son comunes los casos en el mundo — empezó — que los alumnos de una Academia militar, es decir, los futuros oficiales, acudan a conferencias espirituales que terminan por acercarles a la Mesa del Señor, en el sacramento de la Santísima Eucaristía. Si alguno de vosotros me preguntara qué distintivos deberían adornar a los futuros oficiales croatas, lo condensaría en tres palabras: la reverencia ante Dios; la reverencia ante vuestro prójimo y la reverencia ante vosotros mismos... Por lo tanto, tened a Dios siempre en vuestros pensamientos, en vuestros corazones y vuestras bocas a fin de que podáis hablar de El con reverencia y caminar delante de Aquel ante quien están abiertos todos vuestros pensamientos, palabras, deseos y obras. Aquel gran guerrero del viejo Testamento y héroe de Israel, David, no rezó sin razón: Configue timore tuo carnes meas!...".

En cuanto a la reverencia al prójimo Stepinac dijo: "Porque ¿quién osaría mirar con desprecio y subestimación a aquel que es la viva imagen del Dios vivo y esto es cada hombre, esto son todos los hombres sin discriminación alguna y para los que está escrito: "Qui tetigerit vos, tangit pupillam oculi mei...". Finalmente, refiriéndose a la reverencia consigo mismos, Stepinac dijo a los alumnos: "Un ciervo del emperador Tito llevaba una incisión en sus cuernos con letras en oro, para que nadie osase tocarlo: "Noli me tangere, Caesaris sum". En vuestras frentes lleváis una incisión con sello del Dios Creador: ¡Soy de Dios! Sentid, por ello, reverencia ante vosotros mismos, porque quien se revuelve en el fango, termina en la basura. Si por el contrario, habrán de adornar vuestras almas con tres distintivos — la reverencia ante Dios, ante vuestros prójimos y ante vosotros mismos, yo creo, amados hijos. que seréis motivo de orgullo y utilidad para la patria".[22]

El 27 de noviembre del mismo año, Stepinac, después de los ejercicios espirituales para los capellanes castrenses, pronunció una breve alocución y dijo, entre otras cosas, lo siguiente: "Al terminar estos ejercicios yo no tendría nada más que decir, si San Pablo no recomendara con tanta insistencia a su discípulo Timoteo: ¡Praedica verbum, insta opportune importune!... Pero más que por vuestra boca, predicad a Jesús crucificado con vuestra vida, porque así es como se reconoce mejor a los servidores de Dios de acuerdo con las palabras de san Pablo: "Estos son los que crucificaron su cuerpo junto con sus pasiones y concupiscencias...".[23]

El 14 de diciembre de 1943 Stepinac pronunció en la catedral de Zagreb un sermón con motivo de un nuevo aniversario de la coronación de Pío XII. Allí, en medio de persecuciones de toda índole — religiosa, nacional, racista, etc. — cuando el nazismo estaba en el cénit de su poder, Stepinac dijo también lo que sigue: "Si me preguntáis en qué vemos justamente hoy el enorme valor del papado sobre la humanidad, podría contestaros: 'En lo que hoy está siendo pisoteado en todo el mundo; se trata de la defensa de la dignidad de la persona humana, de la defensa de los derechos de la familia y de los pueblos pequeños y débiles'. Sí, amados hijos, éste es uno de los errores más grandes de nuestro tiempo; la dignidad de la persona humana ha decaído a cero. La gente se acostumbró ya, en la primera guerra mundial, al hundimiento de la moneda y no ve en esto nada especial. Está acostumbrado también a ver la caída de tantos otros bienes materiales. Pero con la anulación de la dignidad de la persona humana, y del valor del hombre, no puede conciliarse ningún cerebro humano normal... Nosotros, la semana pasada, hemos tenido repetidas veces oportunidad de ver lágrimas y escuchar suspiros de los varones serios y quejas lastimosas de mujeres desamparadas a quienes amenaza un peligro semejante sólo por el hecho de que sus matrimonios no están de acuerdo con la teoría del racismo. Como representantes de la Iglesia no podríamos callarnos sin renegar de nuestro servicio... Con todo derecho declaró el Papa Pío XII en su mensaje natalicio: 'Quien desea que la estrella de paz aparezca y permanecía sobre la sociedad humana, debe rechazar toda esa clase de materialismo que ve solamente en el pueblo un rebaño de individuos sin lazo interno de conexión, disgregados y destinado, como si fuese un objeto, al dominio y la arbitrariedad".[24]

Así, firme en su fe y en su lucha contra toda clase de violencias, Stepinac permaneció a todo lo largo de la guerra y esperó, inconmovible, el fin de la misma. Los representantes políticos del pueblo croata, si no fueron muertos, buscaron amparo en el exilio. Sólo el arzobispo Stepinac permaneció en su puesto como el más encumbrado representante religioso de los croatas católicos. El comunismo yugoslavo de carácter granservio esperó 16 meses para encarcelar al arzobispo Stepinac, desatando previamente una campaña infernal contra él. El odio servio — en su forma religioso-ortodoxa oriental y del comunismo[25] — se volcó contra este hombre inerme, servidor de todos en los momentos más difíciles. Seguro de su rectitud y del amor que ofreció a todos sin discriminación de credo o raza, Stepinac se hallaba listo para afrontar los males que iban a precipitarse nuevamente sobre su pueblo.

Llevado ante el "tribunal", rechaza la defensa y únicamente habla cuando lo considera indispensable. No le molestan las provocaciones ni por parte de sus jueces, ni de la turba comunista seleccionada que fue convocada allí para burlarse de él. A pesar de haberle procesado junto con uno de los directores de Seguridad pública del régimen del Dr. Ante Pavelić, y a pesar del intento de las autoridades comunistas de provocarlo al preguntarle si no se avergonzaba de estar sentado al lado de aquél, Stepinac permaneció fiel a su dignidad, rechaza tal insinuación y a nadie acusa. Aquel joven Stepinac de la escuela primaria que había anotado los nombres de sus compañeros que se comportaron mal y los borró al regresar el maestro para recibir el castigo por ellos, se levanta nuevamente ante un nuevo "maestro" — el comunismo de tinte servio, que se arrogaba el derecho a castigar a cada croata con "mal" comportamiento dentro de su casa propia, es decir, a quienes estaban listos para morir por la libertad y la independencia de su patria, Croacia, en lucha contra el comunismo, cuyas filas estaban formadas por el 80% de servios, tratando de imponer nuevamente la hegemonía servia y el totalitarismo comunista.

Contra todo lo que se esperaba, Stepinac fue condenado. "Si creéis que este proceso complace al pueblo croata, dadle la oportunidad de pronunciarse. Por mi parte, aceptaré su veredicto. He respetado y respetaré siempre la voluntad de mi pueblo", dijo el cardenal Stepinac ante el tribunal de Tito. Pero, para el nuevo "maestro", la voluntad del pueblo, especialmente la voluntad del pueblo croata, no significa nada. La "vanguardia del pueblo trabajador", considerándose representante auténtico de la nación entera, impuso un castigo severo, digno de una turba armada, para que el stalinismo fuese la norma ética más elevada: infundir miedo a todos; y, a los pocos que levanten la cabeza, entregarles a los verdugos.

"Nuestra conciencia no podía autorizarnos a reconocer y admitir el fundamento de las acusaciones formuladas contra el Arzobispo de Zagreb, acusaciones que, según sabéis, motivaron su condena a una pena muy grave. Además, no podíamos decepcionar la esperanza y la espera de los católicos del mundo y de un buen número de no católicos, quienes se enteraron con viva satisfacción de la elevación a la púrpura de un pastor que es ejemplo de celo apostólico y de fortaleza cristiana". dijo el Papa Pío XII al elevarlo, aun condenado, a la dignidad cardenalicia. El Papa Juan XXIII, a su vez, en el momento de la muerte del prelado en su confinamiento, dijo también lo siguiente: "Su prolongada tribulación durante quince años de exilio en su propia patria y la serena dignidad y confianza en su continuado sufrir, lo han llevado a la admiración y la veneración universales... ¡ Oh ! verdaderamente es una exacta reproducción del buen Divino Pastor, fiel y edificante, este Cardenal Stepinac que rindió 26 años de episcopado a su ilustre arquidiócesis, primero con una labor tenaz y muy ferviente de actividad apostólica y que en los últimos años de presidio doloroso, demasiado largos, ha acumulado tal riqueza de méritos que el Padre celestial los ha derramado seguramente como gracia y bendición sobre todas las familias y todos los fieles de esa Croacia ferviente y piadosa".

El señor Luis S. Breier, presidente de la Asociación Judía Americana, declaró el 13 de octubre de 1946: "Este gran hombre de la Iglesia ha sido acusado como colaborador de los nazis. Nosotros, los judíos, protestamos contra esta calumnia. Conociendo bien su pasado, podemos decir que desde 1934 y en los años siguientes ha sido siempre un verdadero amigo de los judíos, lo que no ocultaba ni en tiempos de la más dura persecución bajo el régimen de Hitler y de sus satélites. Era uno de los poquísimos en Europa que se levantó contra la tiranía nazi, incluso cuando más difícil y peligrosa era... Al lado de Su Santidad Pío XII, Monseñor el Arzobispo Stepinac ha sido el defensor más grande de los judíos perseguidos en Europa".

También el mariscal Tito, su máximo verdugo formal, dijo una vez que Stepinac fue condenado únicamente ante la insistencia de la mayoría ortodoxa (es decir de los servios, Observación de la Redacción de Studia Croatica). Milovan Djilas, el segundo por aquel entonces en Yugoslavia, confió al escultor Iván Mestrovic que consideraba a Stepinac como inocente, pero que tuvo que ser condenado por razones políticas.[26]

Ya hemos visto, en forma general, que la religión, en lo substancial, no es contraria al progreso y la civilización. El cardenal Stepinac, espartano y hormiga en el campo social, fue un hombre auténticamente religioso, una víctima en aras del bien para con sus contemporáneos.

Alguien podría preguntar si, dentro de las concepciones eclesiásticas, era un conservador o un progresista. Consideramos superflua esta cuestión para quien ha penetrado el meollo del problema de la religiosidad auténtica. Si el Papa Pío XII, considerado como "conservador", y el Papa Juan XXIII, considerado como "progresista", han estimado y enaltecido por igual al cardenal Stepinac, eso quiere decir que han reconocido en él un valor universal, y lo que es universal sobrepasa y abarca todas las categorías de tiempo o espacio. Las formas de la economía, la sociedad o el poder; el gobierno monárquico o colegiado de la Iglesia se convierten en cuestiones secundarias para los hombres de esta clase. Cualquier forma de poder es en sus manos un instrumento para dar testimonio de su bondad, para transferir el Amor universal a cada uno y a todos cuantos son peregrinos en este "valle de lágrimas" hacia su destino eterno. Los hombres auténticamente religiosos tienen presente en cualquier momento aquella sabiduría evangélica: "Et qui utuntur hoc mundo, tamquam non utantur: praeterit enim figura huius mundi".

Creemos, pues, que el señor F. Heer no nos considerará sospechosos de pretender conferir a un hombre lo que pertenece a Dios. No deseamos caer en la repetición histórica de convertir a un hombre en "instrumentum regni", para poder imponer, en nombre de Dios, ciertos objetivos inconfesables. Por el contrario, si las naciones grandes y pudientes destacan a aquellas de sus "celebridades", que se destacan en el campo de la cultura muscular, si estas naciones tratan de ratificar de esta manera su superioridad ¿es posible que nosotros, los croatas, no podamos considerar a hombres de la talla de un Stepinac como motivo de nuestro orgullo nacional? No como un orgullo vano --entiéndase— sino como una de las fuentes y razones por las cuales el pueblo croata tiene derecho a la estima y al reconocimiento de ser libre y vivir independiente dentro de la comunidad de las naciones civilizadas. Es lamentable que casi todos aquellos que destacan las virtudes de Stepinac y su valor universal, olvidan al pueblo croata y al propio Stepinac, como hijo de Croacia, que dio testimonio de su libertad igualmente que de la Iglesia y de sus virtudes cristianas.

Aquel hombre — vere pios — sabía bien que los valores universales se incorporan y viven únicamente en formas concretas, individuales. La historia de nuestros tiempos reconoce como un hecho incontestable la existencia de los pueblos y naciones. Sus relaciones no están bajo el signo de la justicia y del derecho. La fuerza física y el maquiavelismo se han convertido en norma casi general. Si los países pequeños carecen de fuerza física suficiente, para respaldar sus derechos, en vano reclamarán la justicia. A través de diez años de su vida, nuestra revista intentó demostrar que tal es el caso del pueblo croata. ¿Cómo podría haber ocurrido que Stepinac, testigo ocular de ese estado de injusticia en que vivió su nación, no reaccionara en forma adecuada? "Dilexi justiciam et odi iniquitatem... Este es mi lema", dijo Stepinac en el momento de su nombramiento de arzobispo de Zagreb. Y de acuerdo a este su lema, "seguir la doctrina de la cruz" Stepinac, al producirse el primer contacto con el representate máximo del poder servio sobre Croacia, el príncipe Pablo Karageorgevic, dio testimonio de su amor por la justicia en una forma concreta. Después de largos años de persecuciones tiránicas, impuestas por Belgrado al pueblo croata, los representantes del hegemonismo servio suscribieron un compromiso, en agosto de 1939, con los representantes democráticos de aquel pueblo. A pesar de todas las deficiencias de ese documento, impuesto por la situación internacional — pocos días antes de la iniciación de la Segunda guerra mundial — el príncipe Pablo quiso palpar directamente el éxito del mismo y medir su "popularidad" en Croacia, dirigiéndose a la capital croata, Zagreb. Los secuaces del régimen habían organizado una recepción solemne. Entre otros actos, se había previsto el saludo eclesiástico en la histórica iglesia católica croata de San Marcos, en la plaza homónima. Allí esperaba al príncipe Pablo, servio y de religión ortodoxa griega, el máximo dignatario de la Iglesia Católica de Croacia, el arzobispo A. Stepinac. Fiel a su lema — dilexi justitiam et odi iniquitatem —, Stepinac, esperando ante la puerta principal al exponente del militarismo servio en aquel momento, dijo: "¡Si! La Iglesia Católica rinde homenaje a la autoridad y la aureola de esplendor. O mejor: pone su dedo sobre ese esplendor que rodea a la autoridad testimoniando su origen sobrenatural. Pero la Iglesia Católica advierte también claramente que el único fundamento seguro de la autoridad se halla en Dios y en la reverencia a Dios. Si! Separar la autoridad y Dios, despreciando sus mandamientos, traspasando la competencia y lesionando los derechos ajenos — los derechos de la Iglesia o los derechos del pueblo —, sea de su propio o de ajeno, equivale para los representantes del poder temporal talar el árbol sobre cuyas ramas se está sentado; significa socavar el fundamento sobre que descansa su propio trono...

"Por ello, Vuestra Alteza, siento un placer especial en poder saludaros a la entrada de este vetusto templo que es el testigo secular de aquella conciencia inexterminable y de aquella fe insuperable en la justicia y equidad que viven en el pueblo croata. En la puerta de este antiquísimo templo que, por su experiencia de ocho siglos, ofrece testimonio de que todo intento de pisotear la justicia y la equidad divinas, así como los derechos del pueblo croata — esta partícula que, aunque pequeña, forma parte del derecho de Dios, ha terminado con la derrota de quienes olvidaron que no hay autoridad contra Dios, eterno y grande, ni contra sus mandamientos...".

La reacción de la comitiva del príncipe servio fue sumamente negativa. Sólo por la delicadeza del momento internacional que se vivía no se procedió al encarcelamiento de Stepinac. Los hegemonistas servios no pudieron entender el lenguaje de un hombre inspirado por el Evangelio. Para ellos la frase "derechos del pueblo croata — pequeña partícula del derecho de Dios —" significó un "crimen laese Maiestatis".

En 1941, el pueblo croata declaró su Independencia. Stepinac la saludó con toda sinceridad, porque, como dijo él mismo, el pueblo croata había vivido en la Yugoslavia monárquica como "un esclavo". Pero ese pueblo no está exento de pecado. La guerra general y la revolución interna, inspirada por Moscú, desataron pasiones de toda clase. La minoría servia en Croacia, el principal opresor del pueblo croata y el positivo instrumento de opresión en manos de los extranjeros durante más de un siglo, incorporó sus fuerzas al movimiento comunista para destruir la independencia de Croacia. La reacción nacional tomó, a veces, formas violentas e inhumanas.[27]

Pero Stepinac, consecuente con su temple humano y de dignatario eclesiástico, quedó flotando, entre pocos, en aquel enorme torbellino. Así como antes amonestaba a los representantes del poder hegemonista servio sobre el pueblo croata, así ahora no dejó de reprender a las propias autoridades nacionales croatas. En una carta al ministro del Interior, Stepinac le decía: "Ni concubinas, ni adúlteros, ni prostitutas deben andar signados con un distintivo cualquiera; y si se procede así con aquellos que merecerían el desprecio de la sociedad humana, ¿por qué se intenta hacer eso con aquellos que, sin culpa personal, pertenecen a otra raza?" En otra carta dirigida al mismo ministro del Interior expresaba: "No resulta extraño que muchos anden preguntando qué diferencia hay entre los campos de concentración de los bolcheviques y estos nuestros. ¿Podrá el movimiento Ustachi contar con la bendición de Dios si se niega a los moribundos lo que hasta ahora no negaban otros Estados?". Dirigiéndose directamente al jefe del Estado de Croacia, Stepinac dijo entre otras cosas: "Nadie en nuestro Estado desea tanto la felicidad y el progreso del pueblo y del nuevo Estado como la Iglesia Católica, pero esta felicidad y el progreso deben depender del acatamiento a la ley natural y a la ley positiva de Dios por igual sea por parte de los representante del poder o por parte de sus súbditos... ¡Poglavniče! (Jefe, caudillo, soberano.) Ud. no debe permitir que los elementos irresponsables y sin autorización alguna lesionen el verdadero bien de nuestro pueblo. Los pecados contra la naturaleza en nombre del pueblo y el Estado claman venganza contra el Estado mismo y contra el pueblo!" [28]

Por esta su firme posición y su inconmovible actitud, Stepinac hubo de pasar momentos muy amargos en su propio Estado Independiente de Croacia, a pesar de considerarlo como principio de la realización del derecho de autodeterminación de aquel pueblo. Esta amargura iba acrecentándose con el transcurso del tiempo. Al terminar la guerra con el triunfo del comunismo yugoslavo, Stepinac, calumniado, denigrado, humillado y expuesto al desprecio público organizado, fue condenado cual si fuese un criminal, para morir, finalmente, y después de 15 años de cárcel y confinación, en su aldea natal.

No obstante todas estas vicisitudes y sufrimientos, Stepinac permaneció inconmovible. Ante el tribunal comunista, de acusador de las autoridades croatas por sus actitudes negativas, se convirtió además en el defensor del Estado croata, prescindiendo de la inminencia y la gravedad del peligro. `No fui «persona grata» ni a los alemanes ni a los ustachi; no he sido ustachi ni tampoco presté juramento... La nación entera se había declarado plebiscitariamente en favor del Estado Croata y yo habría sido un infame si no hubiese sentido el pulso del pueblo croata, que en la antigua Yugoslavia era esclavo... Todo lo que haya dicho sobre el derecho del pueblo croata a su libertad e independencia está de completo acuerdo con los principios básicos enunciados por los Aliados en Yalta y por la Carta del Atlántico. Si conforme a estos principios, toda nación tiene derecho a su independencia, entonces ¿por qué se le niega a la nación croata? La Santa Sede ha subrayado reiteradas veces que tanto las pequeñas naciones como las minorías tienen derecho a la libertad. ¿No puede, entonces, un obispo o un metropolitano católico mencionar siquiera este principio? Si hemos de caer, caigamos por haber cumplio nuestro deber...", dijo Stepinac a los jueces de Tito.[29]

Este es el momento más importante en la vida de Stepinac que deseamos destacar de manera especial. Hay cierta corriente utilitaria y, hasta el mismo L'Osservatore Romano[30], que tratan de pasarlo por alto. El derecho a la libertad e independencia de la nación croata, ha dicho Stepinac mismo, es una parte, aunque pequeña, del derecho de Dios. Este su universalismo cristiano debe reconocérsele a Stepinac cuando se trata de defender valores generales y en forma total, pero se intenta en cubrirlo con un mutismo incomprensible cuando se trata de su aplicación en el caso concreto croata. Consideramos este procedimiento ofensivo a la personalidad del Cardenal y a los principios mismos del universalismo cristiano.

El pueblo croata necesita del testimonio de Stepinac, porque Croacia sigue soportando una de las tiranías más duras, sistemáticamente explotadora, dirigida contra su misma existencia. Invocar el valor universal del ejemplo y el testimonio de Stepinac en favor del cristianismo e ignorarlo en el caso concreto de su pueblo, es contrario al espíritu cristiano. Semejante posición involucra una oposición inadmisible a los valores naturales del hombre y a los de su vocación religiosa y metafísica. Los derechos a la libertad del pueblo croata son sus derechos naturales. No han caducado por errores cometidos por su gobierno en tiempos excepcionales. Si se aplicara este mismo criterio a los demás pueblos y naciones, ¿quiénes son los que tendrían el derecho a la libertad e independencia de acuerdo a aquel criterio de San Agustín, según el cual los reinos grandes son magna latrocinia?

Aquí reside el "utilitarismo" croata al destacar la personalidad religiosa de un dignatario eclesiástico, el cardenal Stepinac. Los valores y derechos por los que el Cardenal da testimonio y ofrece su vida deben ser valores auténticos, dignos de respeto universal. Presentar un testigo de esta categoría haría honor a todos y cada uno de los pueblos.

Por eso no nos extrañan las acusaciones o el silencio de nuestros enemigos. Pero el silencio por parte de aquellos que tienen la obligación ineludible de iluminar la totalidad de la vida del Cardenal, en su aspecto humano, sacerdotal y patriótico, este silencio sí nos llena de extrañeza profunda. Lo consideramos como una emanación del espíritu puramente diplomático de una vulgar orientación maquiavélica que no puede redundar en bien perdurable de nadie a pesar del intento de glorificación del Cardenal. El Cristianismo, esa fuerza creadora inagotable, no necesita medios falsos para su recuperación de la crisis actual. Sólo los valores íntegros pueden aportar superar a las dificultades acumuladas. Esta es la enseñanza de la vida y la muerte de Stepinac, enseñanza de todos los mártires y santos.

Creemos, finalmente, haber justificado con toda plenitud nuestro subtítulo llamando a Stepinac abogado de la causa divina y de su pueblo. Dentro de la causa divina — el universalismo de concepción y de vida efectiva del Cardenal, su amor y bondad para con todos — hay lugar para el derecho a la libertad del pueblo croata. Así lo vio el cardenal Stepinac y así lo defendió con una entereza digna de un mártir y de un santo.

Por la misma razón es de creer que el pueblo croata no habrá de esperar mucho para ver a este su hijo preclaro elevado al altar de los mortales que, por el tesón de su voluntad, se convirtieron en esta vida en ejemplos de la perfección ética más elevada que los hace inmortales, incluso dentro del acontecer histórico. Creemos que, por intermedio de su gloria, el pueblo croata dará un paso más hacia su libertad.

Con motivo del primer decenio de la muerte del cardenal Stepinac, nuestra revista y, por medio de ella, el pueblo croata, se adelanta a honrar reverentemente su memoria.

 


EL FRANCISCANO NICOLAS TAVELIĆ: PRIMER SANTO CROATA

El día 21 de junio de 1970 fue solemnemente canonizado el primer santo de sangre croata. Por cierto, el pueblo croata —en su mayor parte católico— tuvo muchos mártires y santos que sacrificaron la vida por su convicción religiosa o se destacaron por sus extraordinarias virtudes, irradiando en torno suyo un mensaje de bondad, el elemento más distintivo del hombre en el mundo visible y base fundamental de toda la civilización digna de este nombre. Sólo Nicolás Tavelić ha obtenido este título oficial de la Iglesia Católica, convirtiéndose así en un valor universal del catolicismo. Orgullosa de él, la revista STUDIA CROATICA reproduce a continuación el breve y condensado informe sobre su vida, martirio y culto. El texto es una traducción tomada de una publicación oficial de la Congregación de Ritos (Sacra Rituum Congregatio), editada en Roma en latín e italiano, durante el año 1961.

El pasado nos dejó escasos documentos sobre el beato Nicolás Tavelić. Pero tenemos una información lo suficientemente amplia sobre su muerte como para permitirnos esclarecer e iluminar el curso de toda su vida. Al margen de esta información, existen otros datos provenientes de la descripción de las condiciones locales de los lugares en que vivió el beato Nicolás Tavelić, puesto que muchas personas escribieron sobre él tan copiosamente y con tal conocimiento de causa que hoy nos resultan accesibles por lo menos los principales hitos de su vida[31]. No dedicaremos aquí mucho espacio a su curriculum vitae. Sólo nos limitamos a exponer brevemente lo que parece más cierto a fin de resaltar los pasajes más sobresalientes de su vida.

1) Lugar de nacimiento. — Llamándose "el Sibenicense", el lugar de su nacimiento sería la ciudad Sebenico, ya que por haber nacido en esa ciudad y de acuerdo con las Constituciones de la Orden Franciscana (Ordo Fratrum Minorum), vigentes en aquel tiempo, era alumno del monasterio sito en ella. Terdes los autores afirman, empero, que fue alumno del monasterio de Bribir * (bribirensis), extrayendo tal conjetura de los argumentos de una obra manuscrita de Domingo Zavorovich: Trettato sobre le cose di Sebenico, pergeñada en el año 1597, Sin embargo nosotros, como veremos más adelante ** consideramos que no existen argumentos de esta índole en la obra de Zavorovich. En efecto, él mismo, aunque con menos claridad, eso sí, escribe que el beato Tavelić fue alumno del monasterio de Sebenico.

2) Su apellido. — En la Orden, como era costumbre, el beato Tavelić no lleva su apellido; se le llamaba de acuerdo con el lugar de origen, es decir, "Sibenicense". Fue Jacobo de Marchia el primero que indicó su apellido: Frater Nicolaus de Tavelicis de Sebenico. Aquél había visto a dos de sus hermanos en Sebenico entre los años 1331-1438. Casi todos los escritores extranjeros aceptaron más tarde esta afirmación, entre otros: Marcus Ulyssipanensis, Lucas Wadingua, Arturus de Monasterio, etc. Pero los hombres de pluma, compatriotas suyos, lo llaman Tavilić o Tavelić, sin que sepamos cuál de ambas formas fue la usada por su familia. El padre Crnica presenta dos documentos, uno del año 1398 y el otro del 1430 en los que consta la forma Tavelić, considerando que hay que aceptar esta como la verdadera [32].

3) Su familia. — Tavelić pertenecía a una familia noble de Sebenico (Šibenik) y en esa ciudad desempeñaron muchos de ellos los más altos oficios[33]. Federico Antonio Galvani acopió muchas noticias acerca de la misma familia en Il re d'armi di Sebenico, vol. 29, Venezia 1884-1886. El primer antecesor conocido fue Bogdan, como opina Galvani, el cual tuvo un hijo llamado Pedro y considera también la posibilidad de que el beato Nicolás era su hermano es decir hijo de Bogdan[34]. Careciendo de documentos probatorios no podemos describir la línea genealógica con certeza ni afirmar tampoco con seguridad si tal noticia es cierta o no. En efecto, otros autores señalan diferentes líneas generacionales de esta familia[35]. De acuerdo con Parchich, la familia Tavelić se extinguió en 1649 a causa de una epidemia de peste.

4) Año de su nacimiento. — Ignoramos en qué año nació el beato Nicolás Tavelić. Podemos, no obstante conjeturarlo en forma aproximada, admitiendo dos términos como muy seguros. Sabemos, primero, por la información: relato sobre su muerte que pereció en manos de los mahometanos el día 14 de noviembre de 1391 y, segundo, que sus dos hermanos fueron vistos en Sebenico entre los años 1431-1438 por S. Jacobo.

En la época del beato Nicolás estaban en vigencia las Constituciones Farinerianas de la Orden Franciscana. De acuerdo con ellas a los frailes no se les consagraba sacerdotes antes de cumplir 25 años[36] y les estaba igualmente prohibido confesar fuera de la Orden antes de los treinta[37]. De ahí que el beato Nicolás, antes de irse como misionero a Bosnia, habría de tener por lo menos esa última edad. Por otra parte, de acuerdo con la información sibenicense sobre su muerte, residió 12 años en Bosnia y, posteriormente, varios años en Palestina. Para llenar este lapso teniendo presente sobre todo que sus dos hermanos vivieron entre 1431-1438, podemos decir con cierta seguridad que el beato Nicolás nació alrededor del año 1340.

5) Ingreso a la Orden. — Por el relato sobre su muerte sabemos que el beato Nicolás fue hijo de la provincia de Slavonia[38]. Tampoco sabemos cuándo entró en el monasterio ni dónde ni qué estudios terminó. Es casi seguro que cursó los que estaban prescriptos en la Orden para aquel tiempo. Primero la filosofía y después la teología. Dado que en la misma época había estudios generales y provinciales, tampoco podemos afirmar si cursó alguno de los primeros. Terminados estudios, fue ordenado sacerdote[39].

6) Misionero en Bosnia. — De su provincia de Slavonia se le envió a Bosnia en calidad de misionero. Ya al final del siglo XII se había afirmado allí la herejía denominada en los documentos herejía paterana o bogumila[40]. Para combatirla los Pontífices confiaron el asunto a la Orden de los Hermanos Predicadores (dominicos), aunque casi desde el principio aparecen también misioneros franciscanos de la provincia Slavonia[41]. Pero en 1327 el Papa Juan XXII concedió el oficio de inquisidores a los franciscanos, retirándoselo a los dominicos[42]. Poco más tarde, es decir en 1339 o 1340, Gerardo Odonis, ministro general de los franciscanos, instituyó para Bosnia un Vicariato aparte[43] al que llegaban frailes de varias provincias de la Orden para desempeñarse en oficios de carácter misionero[44]. Así fue también cómo el beato Nicolás abandonó su provincia para trabajar contra los heréticos de Bosnia.

Ignoramos cuando fue transferido a esa región. Posiblemente quedó decidido a instancias de los consejos de Bartolomeo de Alvernia, que en aquella época (1367-1407) buscaba misioneros[45]. Algunos escritos opinan que el traslado se produjo en 1379[46], pero no parece seguro. En efecto, en el relato-información sobre su muerte se dice que residía allí "muchos años" (el ejemplar sibenicense habla de "12 años" y después en Palestina "muchos años". Sabemos que murió en 1391 y, para intercalar esos "muchos años" (pluribus annis) debemos fechar su ingreso en Bosnia quizás alrededor del 1372.

7) Residencia en Palestina. — Después de haber vivido muchos años en Bosnia, el beato Nicolás pasó a Palestina. Cuándo y por qué razón, no se dice en los documentos. Aquí también vivió en la "observancia de la Regla", "muchos años", lleno de virtudes y devotismo de Dios, obedeciendo a sus superiores. En Palestina, el día 14 de noviembre de 1391, junto con otros tres hermanos franciscanos (Deodato de Ruticinio, Pedro de Narbona y Esteban de Cuneo) fue muerto por los mahometanos a quienes predicaban audazmente que su religión era falsa y que, en consecuencia, para conseguir su salvación eterna, tendrían que abrazar el cristianismo. La cruel muerte de estos franciscanos fue descripta inmediatamente en las cartas dirigidas especialmente a las provincias de su origen a fin de dejar constancia del acontecimiento. Todavía hoy existen varios ejemplares de aquellos escritos de modo que por ellos mismos resulta fácil confrontar el texto genuino de aquella información, puesto que nos resulta de suma importancia para la canonización. Ella constituye el documento principal no sólo de su martirio sino igualmente de la vida del beato Nicolás.

En cuanto al culto que se le ha tributado, la mencionada publicación vaticana dice: "La constancia más antigua del culto al beato Nicolás y sus compañeros de martirio remonta al comienzo del siglo XV y se conservó en una Orden manual (Ordinis Fratrum Minorum) de Sebenico de acuerdo a la costumbre de la Curia Romana. Esta Orden consta en la actualidad sólo de la última parte de la redacción sibenicense de la Relatio (informe) sobre su martirio a causa de la pérdida de los demás folios. Aquí reproducimos exactamente lo que expresa, así como aquello que la copia íntegra de dicha información repite en el siglo XVII, con excepción de una variante de poco significado: "Fueron martirizados estos venerables confesores de Cristo el 13 de noviembre y el mismo día debe celebrarse su fiesta". Desde entonces el culto de este grupo de mártires no se abandonó; hay que notar sin embargo que en Sebenico, ciudad natal de Tavelić, se dio importancia especial a este último, olvidando peco a poco a sus tres compañeros. En efecto, el Tribunal instituido en Sebenico el 19 de de noviembre de 1880 para reglamentar el culto de Tavelić, les ignoró y en la decisión del 24 de noviembre de 1881 solamente se le mencionó a él... La discusión sobre el caso especial "casus exceptus", llegó a la Congregación Ordinaria el 25 de mayo de 1889 y el Papa León XIII ratificó la sentencia dictada por los Eminentísimos Cardenales que encabezaban la Sacra Congregación de Ritos, el 6 de junio del mismo año.

"El 17 de mayo de 1890, la mencionada Congregación concedió a la diócesis de Sebenico el Oficio y la Misa del Beato Nicolás. Desde ese momento su culto se difundió por el territorio de Yugoeslavia (mejor dicho, Croacia, porque en aquel momento las tierras croatas estaban bajo el Imperio de los Habsburgo. — Obs. de la Redac. de Studia Croatica) en la cual hoy contamos con numerosos altares e iglesias dedicadas a él.

En el presente, la fiesta del Beato se celebra en todas las diócesis de Yugoeslavia, en la Orden de los franciscanos menores y en la Custodia de la Tierra Santa.

"Ante esta extraordinaria difusión del culto al Beato, el episcopado de Yugoeslavia, encabezado por el arzobispo de Zagreb, de feliz memoria, Luis Stepinac, más tarde cardenal (+ el 10 de febrero de 1960) pidió el 14 de noviembre de 1939 a Pío XII se dignase canonizarlo en 1941 con motivo del XIII centenario de las relaciones entre los croatas y la Santa Sede. Pío XIII, de feliz memoria, aceptó la petición con las siguientes palabras ante una nutrida delegación croata: Quamobrem praeclara in vobis reviviscent Beati Nicolai Tavelicensis exempla, in quo catholica fides veluti sacra flamma, cuiusque Sanctitatis consacratio, si ex arcano Dei consilio abvenerit, non minori nos, quam vos, laetitia afficiet". Como es de común conocimiento, los trágicos acontecimientos de la segunda guerra mundial no solamente no permitieron celebrar las festividades de dicho centenario, sino que convulsionaron profundamente el orden político de aquella región, favoreciendo la instalación de un régimen hostil a la Iglesia Católica. Los Promotores de la beatificación, recordando la benevolencia mostrada por Pío XII, no dejaron de alimentar la esperanza de aquel ya lejano año 1939, por lo cual encargaron a dos franciscanos croatas reunir y estudiar críticamente el material histórico que pudo obtenerse todavía, relativo al beato Nicolás. Aquí tenemos entonces el origen de dos publicaciones: la del padre Antonio Crnica, Historico-iuridica dilucidatio vitae, martyrii et gloriae B. Nicolai Tavelić, incliti martyris Ordinis Minorum, splendoris et protectoris gentis croatorum, canonizationi eius aequipolenti dicata, recurrente triplici anniversario a diffusione cultos eius et gloriae y la del padre Domingo Mandić Documenta martyrii B. Nicolai Tavelić et sociorum eius Ordinis Minorum. Las dos obras fueron editadas en Roma en 1958, incorporándose en este asunto (de canonización).

***

Nuestros lectores han podido ver citadas estas dos obras en las notas del texto que precede. Son dos obras de franciscanos croatas de singular erudición, uno de los cuales —el Dr. Dominik Mandić— es al mismo tiempo el más destacado historiador actual en historia política de Croacia***. Junto con el Dr. Antonio Crnica, franciscano éste también, de Dalmacia, han contribuido así con sus trabajos científicos a la elevación del beato Nicolás Tavelić a la dignidad máxima de primer santo croata "splendor y protector del pueblo croata". De esta manera por un lazo más visible, el pasado, la historia y la cultura de aquel país están inseparablemente ligados a la civilización occidental, cuyo rasgo fundamental lo constituyen la libertad de conciencia y de palabra, el respeto a la personalidad humana en general, cosas que actualmente, y bajo el régimen comunista de Belgrado, están siendo cínicamente pisoteadas.

Prescindiendo de lo que el mundo occidental puede pensar de la Iglesia Católica y de sus santos, podemos decir que sus libertades, innegables distintivos frente a las sociedades totalitarias y despóticas, son de origen cristiano, como categóricamente lo afirma A. Toynbee. Es de esperar que el nuevo santo de la Iglesia Católica aportará más claridad a la comprensión de Ias dificultades por las que atraviesa el pueblo croata, avasallado actualmente por un régimen y un gobierno extranjeros, adversarios incondicionales de la civilización occidental.

 


EL PODER COMO COMPLEJO PSICOLOGICO Y FENOMENO SOCIAL EN LA LITERATURA CROATA DESPUES DE LA GUERRA

VLATKO PAVLETIĆ

"Hay que separar de una vez por siempre el poder y la violencia de los anhelos del espíritu".

IVAN SUPEK (*)

Si la personalidad del autor es la consecuencia extrema de la actuación recíproca —aumento acumulativo o disminución— de las diversas fuerzas que operan desde ella o sobre ella, entonces podemos afirmar con absoluta seguridad que la literatura de cierto período, en su totalidad, lleva en sí cicatrices de todas las presiones, rastros de todas las corrientes y huracanes que se agitaban sobre su horizonte.

La literatura croata de la posguerra, en consecuencia, es la expresión adecuada de la realidad objetiva, igualmente cuando trata de acercarse a ella con cautela o cuando lo hace con rodeos.

Que los escritores eluden problemas en determinado momento no es sociológicamente de menor importancia, como signo de dicho tiempo, de la que la tiene la creación artística de los mismos problemas "tabues". Sin tomar en consideración todas las componentes sociales y políticas, nos resultaría difícil comprender de dónde llegan las flechas de diversos sentidos que se entrecruzan en cada accidente-vivencia individual, las que entretanto, no son otra cosa sino tangentes de existencia y salvación, ante asaltos y resistencia, condicionados por diferentes presiones sobre la zona no defendida o no prohibida que queda a la disposición de los escritores.

Si damos por verdadera la afirmación de Krleža[47] de que Lúcifer está más cerca del escritor que su hermano menor Promoteo, entonces la posición del artista que se expresa mediante palabras en las situaciones sociales más apremiantes, resulta más difícil, más compleja y delicada que la del compositor y de los artistas plásticos. Estos encuentran su expresión en obras que carecen de un mensaje directo o de un desafío a lo existente; lo más grave que puede ocurrirles es la pérdida de la subvención material de los órganos estatales para las obras que están pintando o esculpiendo a la sombra de talleres sostenidos oficialmente, en el silencio de sus modestas y oscuras boardillas a la espera de días más luminosos y de más amplia libertad creadora. El escritor, en cambio, para obtener el título de artista de la palabra, debe tener también la posibilidad de publicar sus escritos pero ¿cómo va a hacerlo si resulta ya peligroso redactarlos calando en ellos más hondo de lo permitido? Y siempre se les permite tan poco que ni siquiera aquellos qua cargan con la cruz vergonzosa del conformismo saben a ciencia cierta en qué momento caerán bajo su peso o, dicho más concretamente, a que "amo" podría parecerle que no llevan esa cruz con la suficiente paciencia y sumisión.

Dentro de las mismas y limitadas perspectivas del mundo hay hombres conservadores, dogmáticos y liberales; y, adherirse, en determinado momento, a una de esas corrientes no significa; por cierto, evitar confrontaciones y conflictos surgidos dentro de la misma corriente, dentro de sus extremas posibilidades de duda y aberración como, por ejemplo, entre el ala derecha o la izquierda. La historia de la literatura universal, especialmente la soviética, es una muestra trágica de los talentos caídos, hasta genios, por no haber comprendido a tiempo que no era el momento para publicar. Ignoraron que realmente se ocultaba detrás de los "slogans" y bajo la superficie de las constantes deformaciones de las ideas y principios originalmente puros y revolucionarios como lo son el humanismo, la libertad y la liberación de clases e individuos. La revolución devora no sólo a sus hijos, sino que a menudo anula el propio sentido que le ha dado vida. Pero sin este sentido como condición fundamental, y sin los demás requisitos de una creación libre, los escritores se verán obligados a elegir entre escasas posibilidades: cuidar su vida, perdiendo lo humano o, cuidar lo humano, arriesgando la vida. O, finalmente, desilusionados, conformarse con su suerte, aceptando la muerte por decisión propia (Esenin, Maiakovski, Fadeev) o mediante la "ayuda" de los órganos del poder (Bebelj, Pilnjak y otros) a menos que desean producir permanentemente, mecánica y apologéticamente fetos muertos. Las limitaciones y el miedo al dogma staliniano, impuesto por la fuerza brutal constituyen la fuente, sin duda alguna, de la obsesión de terror de muchos escritores soviéticos contemporáneos en el cuarto decenio del siglo XX. En lugar de la revolución permanente de Trotzki, rechazada con razón, en la Rusia Soviética, Stalin logró implantar el miedo permanente a que también él sucumbió de acuerdo a la vieja verdad de que quienes infunden miedo a muchos, a su vez temen a muchos. Hallándose en una situación semejante, los escritores soviéticos sólo pudieron existir a condición de desempeñarse como apologistas de aquella sociedad y obedeciendo ciegamente al Partido, puesto que los heréticos (hasta cuando son soñadores) desaparecen inesperadamente del escenario vital. Si algunos de ellos sobrevivieron, fue gracias a su abstención por iniciativa propia, mientras otros supieron desarrollar a tiempo y afilar su capacidad de autocensura hasta límites insospechables. El miedo, personificado en ese censor, se esconde en el alma de cada escritor. Tal es la imagen que quita el sueño y la realidad objetiva de la atmósfera descripta, verbigracia, por Mihailo Bulgakov en el prólogo y el epílogo de su obra satírica La Isla Purpúrea, condenada y desenmascarada en nuestros días por A. Solzenicin en la polémica sostenida con los miembros de la Comisión Directiva de la Liga de escritores, defensores burocratizados y representantes de la verdad unicolor. Pero estos temas son los arquetípicos dentro de la literatura rusa, bien conocidos por Gogol y tan caros a Dostoievski: El Gran Inquisitor y el pequeño censor.

En la literatura croata contemporánea el primero en observar el fenómeno del fantasma staliniano en ese campo de la vida espiritual que engendra la desolación fue Krleža, nuestro escritor más destacado y revolucionario. En su novela Al borde de la razón, a lo largo de un capítulo entero, desenmascara el dogmatismo en toda su estrechez mental, exigiendo que se reconozca que también "el claro de luna puede constituir una visión del mundo". Y por otra parte en el Banquete en Blitva ofrece la imagen reconocible de la Yugoeslavia monárquica como una cárcel de pueblos e individuos estilizada hasta configurar una visión universal de la verddad en eterno conflicto. En esta obra, Krleža demuestra la incompatibilidad de la ideología estatal formativa con la del humanismo; pinta la ambición inescrupulosa del representante del poder estatal, quien, no sólo verbalmente, sino también con sus procedimientos y con todo su ser y vida entera niega a las personalidades ilustres de los revolucionarios activos y los heréticos contemplativos. Continúa analizando este autor el tema del ovillo ensangrentado del poder que no se detiene ante nada, humillando y aniquilando a todo lo humano. En su drama Areteo vigoriza ese viejo tema con una nueva modalidad, proyectando en el tiempo para hacer más destacable la verdad de que la humanidad se eleva muy despacio y avanza lentamente, resultando así que todavía hoy a menudo habla el gorila sediento de sangre con forma de hombre a través del receptor telefónico.

Como vemos, la consecuencia más evidente de la opresión es la evasión. Se producen varios retrocesos: el más natural sería el de eludir el miedo al peligro, a la obediencia y al conformismo. No menos frecuente es la táctica de avestruz que esconde la cabeza en la arena para no ver aquello que no puede dejar de condenar. De ahí surge una clase de etatismo y —a veces, en condiciones donde falta la libertad— un l'art pour l'art apolítico y tolerado. Cuanto más lejos de la realidad, tanto mejor. O la apologia o el escapismo. Es posible que la suerte asegure a alguien la gracia de representar el papel de bufón de la Corte o del herético oficialmente sostenido, pero todo esto es para confundir a los ingenuos. En condiciones de injusticia, no hay leyes sobre las que quepa consolidar la salvación de nadie. Cuando los escritores de Yugoeslavia preguntaron a Leonid Leonidov por la suerte de Pilnjak así como sobre los motivos de su muerte, este destacado escritor soviético contestó que era un fuego de azar el hecho que ante ellos no estuviese sentado en ese momento Pilnjak para contestar la misma pregunta formulada a Leonid Leonidov. El círculo, en todo caso, está cerrado.

Sobre este mismo suceso dio impávidamente su testimonio Solženicin. Ranko Marković ofreció en la literatura croata un brillante símbolo de esta ambigua situación, doblemente limitada. Su novela El Abrazo testimonia una dilatación compleja del miedo que actúa perniciosamente sobre la creación artística. pero a la vez comprueba, que, dentro de condiciones de insuficiente libertad, los escritores pueden decir algo acerca, de lo que los oprime recurriendo a un lenguaje específico de alegorías y símbolos. La alegoría, sin duda, puede dejar un testimonia de su tiempo de la sospecha general en una forma más eficiente que las realizaciones estéticas de muchos escritores que lo captan directamente. La narración indirecta, además de lo que dice claramente, expresa también, entre líneas, el clima que no se menciona en forma clara. Los escritores dan rodeos, invocan en su ayuda el pasado, especialmente cuando, privados de la posibilidad de levantar (simbólicamente) su puño ante las autoridades que fríamente dirigen y calculadamente vigilan los comportamientos de sus súbditos, deseando lograr el control hasta de sus pensamientos más recónditos y oprimidos. Si concebimos la literatura no sólo como una especie de reflejo sino también como una compensación personal, entonces lógicamente se presenta la necesidad de que el artista hipersensible, angustiado por el miedo, sin revelar sus coordenadas, empieza hablar sobre el miedo sin insistir en su acusación. Imagínense al hombre que, presa del espanto, en lugar de huir, se acerca a la fuente de su miedo con la intención desesperada de superarlo. Por lo menos uno de los dos: si no a la fuente de miedo, entonces al miedo mismo. La situación resulta muy arriesgada pero psicológicamente, bastante comprensible: ¿A dónde debe huir quien no tiene dónde huir? Por otra conducta inesperada ¿puede el ratón confundir y hasta asustar al gato? R. Marinković ofreció su solución: ¡el abrazo!

En su obra de este título ha creado una situación bizarra para ilustrar el motivo fundamental de la disminución creativa del escritor que vive y trabaja bajo una fuerte y permanente opresión. Sólo le queda el comportamiento de la gallina: escarbar en la basura y buscar eventualmente algo valioso entre lo que carece de importancia. Marinković da comienzo a su obra con una escena del escritor asustado, que observa al mundo por el agujero de la cerradura de su pieza. Con él está tambien su Doble por profesión y miedo, quien se dispone a escribir, pero no puede. Su imaginación se paraliza por el terror ante el tema principal, el más grande y únicamente importante. Por eso simula que le interesa lo que resulta realmente secundario, sin interés. Se arrastra como perro con la cola escondida husmeando las esquinas, parándose ante las puertas de los negocios y escuchando charlas sin sentido en la peluquería. Por fin, su atención osa detenerse ante el tema del poder y precisamente ante el inspector del monopolio estatal. Alentado por esta primera incursión, se enfrenta en el paso siguiente con un órgano del poder: el gendarme. Resurge asi la originaria y eterna oposición de todos los regímenes totalitarios: la de la autoridad y la de los intelectuales. "Mira, pues, a estos intelectuales: cada uno ve algo doble. Y son la peor canalla" — "Pero no son todos así. Hay personas decentes también entre ellos. Vea cuántos libros están escribiendo, y todo de memoria !" — "Son canalla, te lo digo. Les interesa el pueblo como a mí tu abuela que murió hace tiempo. Sí, los libros. Pero ¿qué hay en elles? Cinco, seis mentiras. Y sólo para engañar y rebelar al pueblo pacífico. Si, escribirían ellos en sus libros que yo soy un perrazo y tú un perro, y esto es todo. En seguida te endilgará cinco, seis mentiras luego que advierta que eres un hombre del pueblo".

Una de las deformaciones fundamentales de la opresión es la mentira. Todo descansa sobre el engaño, caracterizando la mentira también las relaciones entre individuos casi exclusivamente. Sin mentira no es posible vivir, como lo repetía Dostoievski, para quien "la vida y la mentira son sinónimos". Marinković describe sus observaciones sobre "nuestro hombrecillo", que por haber mentido tanto, decide no mentir más y sí decir la verdad. Ateniéndose a la sabiduría de "nuestro hombrecillo", Marinković empieza a hablar también en Zagreb, haciéndolo tan indirectamente y con tantos rodeos que, por fin, termina por hablar directamente y sin circunloquios. El escritor, desdeñado por falta de caracteres firmes, no puede resistir más y se acerca cautelosamente al objeto que le causa el miedo: al gendarme cual si fuese la viva encarnación del poder, rústico y brutal. Se aproxima a él de espaldas e, impelido por un instinto interno y difícilmente comprensible, lo abraza como si jugase diciendo: ¡Adivina, quién soy! El gendarme se dio cuenta rápidamente de que era el escritor, "el librero", como dijo, sin comprender de qué se trataba en realidad y lo sacudió para liberarse de su abrazo. El escritor mira al cañon-dedo de acero del revólver y no cede. Le resulta claro que ya no hay posibilidad de retroceder, porque la violencia no bromea ni cuando parece bromear, igual que el gendarme que, a la manera de un zorro, intenta apaciguar al escritor. El gendarme alaba al intelectual, a los libros, a las escuelas... Como nunca lo había hecho antes de este abrazo. Pero el escritor sabe bien que del adulador puede esperar solamente lo contrario de lo que expresan sus palabras, por lo cual no afloja el apretón de sus brazos. Cuenta entonces al gen-darme un cuento, lo conmueve hasta las lágrimas, pero no hay retroceso; con el poder el hombre no puede gastar bromas ni acercarse a él sin ser castigado. Al final del cuento continúa la confesión: "Estás llorando por invenciones fantásticas, pero matas por lo que pasa. Estás llorando a un hombre ficticio, al ladrón, a pesar de tu condición de gendarme, pero al hombre vivo y real que inventó para ti al ladrón y a Gina y el cuento, que evocó dos lágrimas humanas de cocodrilo... tú matarías a este hombre como a un perro. ¡ Y pretendes además que te deje! ¿Por qué no tienes compasión conmigo? ¿No soy quizás yo un infeliz? ¿No me empujó la mala suerte por solo el hecho de existir tú, a esta extrema y máxima desgracia, debiendo morir asi junto contigo porque no te puedo creer? Asustabas a mi fantasía, disipabas y devorabas mis oraciones mientras estaban por nacer en mi cabeza, me envenenabas todas las fuentes del pensamiento... Mi fantasía vagaba escondida, mientras tu te pavoneabas por el mundo; huyó de ti, de lo que realmente eres y de lo que sucede por tu culpa, escondiéndose en peluquerías, quioscos, bailando alrededor de las piernas de los viejos ridículos, los mendigos, mendigando ella misma un pedazo de vida al margen de la realidad. Pero esto aquí, esto asi... en el último abrazo, esto no pudo imaginarlo y ahora, mira, esto sucede y no lo puedo escribir más. Debo tenerte apretado y morir..."

Nos preguntamos, lógicamente, ¿a dónde apuntan el escritor y su Doble —en realidad el escritor en su condición de narrador y en su calidad de héroe de los cuentos? ¿Por qué hizo todo ésto? ¿Por qué no desistió desde el principio? El mismo razona: Si. ¿No pude quizás? Lógicamente, sí pude desistir. Pude volver a oír lo que está contando el "šjor" [48] Bepo en su peluquería, mirar que está haciendo el inspector de monopolio estatal en el quiosco; pude inclinar la cabeza para la bendición de San Nicolás, pax tecum..., ocuparme de hombres-juguetes, hombres-hormigas que asustan a Manchas Negras, que carcomen letras negras, que pasean por nuestras oraciones. Si que pude... Pero, ¿no he visto acaso la bala destinada a mí y a la Muerte en el dedo-índice del monstruo que había acallado su respiración en el guante? He visto la Mancha Negra, que goteó sobre la vida y la devoraba en la oscuridad; he visto como creció de una gota negra y devoró la vida en la oscuridad de la noche de un cocodrilo por sus trescientas fauces, teniendo en cada una ciento trece dientes. Con treinta y tres mil dientes y, además, novecientos colmillos, dientes-cuchillos, tenazas para suplicios de los sueños, martillos para romper pensamientos, de los cuales caen afuera, como espirales de un cerebro del cráneo roto, las ideas formuladas en oraciones todavía calientes, vivas y temblorosas, descargando en la misma treinta y tres mil miedos, apuntando contra la misma treinta y tres millones de muertos.

Me inundó una ola irritada de tinta no escrita, sin ser transportada y convertida en palabras, en rayos de lenguaje, me entró por los ojos y me borró la vista con una esponja de oscuridad. Ciego, como Sansón, abracé las columnas de mi tema : miedo y muerte. Ella está aquí, en mis manos adormecidas, en el dolor de mis extremidades de autor... Pronto se precipitará sobre mi... Te la lego a ti, sospechoso, a ti asustado por Mancha Negra, a ti que te escondes en las peluquerías, escuchando a "šjor" Bepo, que te ocupas de hormigas, masticas las palabras, paseando por las líneas... Yo no lo puedo escribir ya; ante mí se extiende un océano de tinieblas y una noche sin fin..."

Este era un tremendo desafío al Espanto de cien dientes, que se comportaba como si no hubiera entendido absolutamente nada. Así terminó el abrazo milagroso de Marinković, sin consecuencias. Pero sólo a condición de no haber sido, intencionalmente, comprendido.

Después del enfrentamiento universal de un poder abrumador y la medida muy limitada de la razón humana en El Abrazo, se impone la necesidad de traducirlo todo al lenguaje político y, al propio tiempo, aplicarlo a situaciones totalmente determinadas en que nos hallábamos durante la época del stalinismo y la primera fase de la lucha contra aquél. Fue lanzado un término —el culto de la personalidad— para señalar el poder acumulado por alguien que detenta todas las prerrogativas. Se trata, pues, de la dictadura personal. Para ello era necesario que una persona sobresaliera por encima de sus dimensiones humanas y se convirtiera en un mito. De ahí la expresión "el culto de la personalidad", indicando justamente el proceso de mitización. Los individuos tienen miedo realmente y, para mantenerlos en ese estado por más tiempo, el poder extiende a todas partes su dominio para que la opresión resulte siempre más agobiadora. Y, por otro lado, los "súbditos", asustados alcanzan a ver a este poder más grande de lo que realmente es ("El miedo tiene ojos grandes") cayendo así víctimas de una mitomanía. En ello encuentran una especie de autojustificación: cuanto mayor sea el miedo, tanto más comprensible y aceptable resultará el miedo total que nos paraliza todos los órganos del movimiento. La víctima queda librada a su suerte como hipnotizada, está lista para hacer todo cuanto se le ordene. ¿Qué es lo que deben hacer los escritores en tales condiciones?

Si les queda por lo menos algo de la libertad indispensable para escribir narraciones indirectas, alegóricas, eligen un tema correspondiente de la historia y la mitología. En la literatura croata Mariano Matković** recurrió a la herencia de la antigüedad: al Heracles, como al principal personaje de su drama de este título.

El primer objetivo de un escritor en situaciones de esta índole es despertar a los espíritus de su semiparalización, lo que sólo resulta posible si destruye ante sus ojos humanos las dimensiones míticas del poder con un golpe de puño, pulverizando el monumento de piedra levantado en su honor. Matković hizo en esto todo lo posible. Llevó a la escena el drama de aquel Heracles que ya no desea seguir siendo un ente mitológico y que está ansiando las alegorías de la vida común de los hombres, un drama, en consecuencia, de los desilusionados que no encuentran más nada en su ídolo. El Heracles es una desmitización planeada, pero, a la vez, el intento de evitarnos ser víctima del odio hacia el opresor: él es también únicamente un hombre y, lógicamente, está sujeto a muchas debilidades humanas. Los conflictos dramáticos, específicos de las relaciones en una sociedad imbuída del culto a la personalidad, tienen en la interpretación de Matković, su anverso y su reverso presentados de tal manera que su obra no trata solamente de la "desheraclización" de la masa y de la vida "heraclizada" en general, sino también de la situación del propio Heracles, a quien constantemente le ponen un espejo ante los ojos que lo engrandece enormemente, lo aumenta mitológicamente. Hace falta un espejo semejante para todo el poder que ciegamente goza de sus ilimitadas prerrogativas. Porque, mirándose en un espejo común, no comprendería a tiempo lo que pasa, ni abandonaría la posición de responsabilidad que no puede desempeñar adecuadamente. Matković, en consecuencia, ha visto el problema del poder absoluto desde el ángulo visual mítico, reduciendo este tipo de personalidad a la medida humana y, diferenciándose así de Marinković, quien elevó a un vulgar gendarme abrazado por el autor, a la altura de un símbolo y, hasta de un mito.

Es interesante destacar que todos los textos de la literatura croata de posguerra en los que se analiza el fenómeno del poder son extraterritorializados, mitologizados o proyectados en la historia (como, por ejemplo en el drama Monumento a Demóstenes, de Kušan, o en la figura de policía en Los Pacifistas, de Dončević, cuyas actividades se desarrollan en la Yugoeslavia monárquica). El más consecuente en la substancialización del problema fue y se mantuvo Matković, quien en La Herencia de Aquiles retomó ya conocidos y caracterizados tipos de la mitología antigua, interesándose en lo esencial: en qué medida el poder mitológico lleva la causa en sí mismo y cuánto depende su influencia de las condiciones objetivas y especialmente de la receptividad de las masas. El fenómeno de poder es muy complejo, pero en él dos factores son decisivos: la minoría que gobierna y la mayoría que obedece. En la actuación recíproca (reforzándose o debilitándose) de engaños y autoengaños, Matković intentó descubrir aquellas fuerzas ciegas de la historia que escapan a la razón, pero que, por lo mismo, pesan más en la zona irracional de la conciencia colectiva, permitiéndole elegir inconscientemente, no raras veces, la peor vía para su propio futuro.

Tratando el problema de la negación de la razón que se reitera tan a menudo allí donde se instala un poder absoluto, debemos mencionar algunas obras más de Marinković, ya que este escritor ha ido más lejos y penetrado más hondo en el enigma del miedo de los "súbditos" en toda Ia literatura croata —con excepción del Opus de Krleža—. En la obra titulada Benito Floda fon Reltih, Marković evoca la asociación de Mussolini e Hitler (anagrama de Reltih) penetrando en la zona patológica del poder, mientras dentro de la estructura especial de su novela Cíclope abarcó el miedo en su totalidad en el ambiente dictatorial del siglo XX, después de haber buscado un alivio previo al concentrado químico mordaz del tema: la autoridad y la política, suavizándolo con el humor o destruyéndolo con la ironía (Las Estrellas Oseas y El Carnaval).

Entre los representantes del grupo "Krugovaši" (del Círculo=krug) Slobodan Novak y Antonio Šoljan exponen más a menudo y en forma más sugestiva su posición respecto al poder. La diferencia entre ellos reside en que Novak saca consecuencias extremas encerrándose en el castillo inexpugnable de su inconformismo y en que se defiende con armas de ironía y sarcasmo, mientras Šoljan, a su vez, acepta el juego en que el mismo es jugador asi como el objeto por que se juega, objeto sobre que la autoridad ejerce su poder, y el sujeto que, en un análisis lúcido busca los puntos débiles del mismo cuando se convierte en su propia autosuficiencia. Šoljan, en su drama en un acto Montaña (presentado por televisión) pero puesto también en escenarios teatrales, presenta, en forma de una especie l'art pour l'art, al poder que, dentro de su pro-pia euforia, llega hasta desproporciones patológicas de deshumanización. El argumento del drama está ubicado lejos de nuestros meridianos, pero las paralelas y las comparaciones no son en modo alguno casuales. Partiendo un poco desde el sinsentido de la vida de Camus, Šoljan, en un cuartel militar recóndito de Sudamérica, descubre una montaña blanca y milagrosa como símbolo y objeto, a veces, de las acciones y los esfuerzos humanos que en si mismos y por si mismos no tienen sentido alguno. Se trata de una prueba de fuerzas propias, de esfuerzo de Sísifo (el caso cuando el capitán Herrera acepta una empresa, sabiendo de antemano que era superior a sus esfuerzos y que no le era necesaria). Pero a Šoljan no le interesaba exclusivamente la suerte de Herrera, tomada como ilustración de la inseparabilidad entre la necesidad y la imposibilidad de los esfuerzos humanos, sino ante todo como la presentación del fenómeno paradójico del nuevo comandante García, escrupuloso servidor de toda autoridad, de todo gobierno, pero también un depravado representante del poder en las situaciones cuyas claves él mismo tiene en sus manos. Es interesante que también Šoljan, en este momento del poder absoluto de García, se dé cuenta de la deformación natural que se produce en los hombres obsesionados por la ambición de mando que los lleva inexorablemente hacia el mal y los coloca al servicio del oscurantismo y la deshumanización. El mensaje de Montaña, de Šoljan, es una mezcla de desesperación y de desafío: "Subimos sin esperanza, sin premio, sin sentido; subimos por nuestra pequeña y humana satisfacción de no haber sido pisoteados y aplastados; subimos en vano y justamente por eso". Herrera cae muerto en la meta después de haber subido la cima en tiempo récord, y el coronel García vive inhumanamente una de sus derrotas más humanas. El "Triunfo" del poder absoluto resulta a la vez, en este caso también, signado por una vergüenza absoluta frente a la superioridad espiritual de la víctima.

La misma superioridad del vencido queda destacada bajo la forma de un diálogo socrático en La Ascensión de Galileo, de Šoljan (una escena radiofónica). La conocida trayectoria histórica de Galileo fue captada por Šoljan para su tesis a priori relacionada con el parentesco fatal, demoníaco e inevitable de verdugo y víctima, de traidor y traicionado, de detractor y denigrado, de juez y de condenado. Idea esta conocida ya en el Abrazo de Marinković, pero aquí notablemente superada por el éxtasis interno de Galileo consciente de no sentirse culpable y de no tener motivo alguno de temor ni, tampoco, la necesidad de defenderse. Aludiendo al desprecio del poder por la verdad y a esa tesis de que el pueblo no tiene necesidad de ciencia sino de sus resultados, el autor llega audazmente a la amarga conclusión de que todos esperan de él que busque su salvación por el arrepentimiento en lugar de continuar la lucha por la verdad. Como una de las salidas posibles de este dilema, podríamos recordar el antiguo apodegma de que el cobarde muere antes de su muerte, mientras los valientes eligen el lugar, el momento y la causa de su muerte. En la Montaña se contrapone al poder absoluto un caprichoso sinsentido, mientras en la Ascensión de Galileo, la voluntad y el amor por la verdad superan en el futuro la voluntad de poder dentro de la efímera brevedad de su éxito.

En el reciente y más expresivo texto del drama El Palacio de Diocleciano de Šoljan, la historia del poder personal ha sido llevada a una claridad todavía más meridiana y aun, diría, extrema. Mi afirmación se justifica porque el círculo queda cerrado, tomando en consideración que esta historia empieza como tragedia, continúa como drama y termina como farsa. En efecto, El Palacio de Diocleciano es la "farsa histórica", imbuida inspiradamente de observaciones agudas sobre los hombres y el mundo. El Palacio representa para DiocIeciano lo que representa el mundo para Dios: una enorme y grandiosa empresa, pero ¿con qué resultado? La pregunta no tiene carácter divino, sino totalmente humano.

La desaparición de lo humano —la deshumanización del mundo moderno y tecnócrata— lo que han constatado muchos filósofos y poetas, Šoljan lo explica escénicamente por la ausencia de los símbolos encarnados para el pueblo: el Palacio está terminado, pero ya no hay gente. Faltan los que lo edificaron y, también, aquellos para quienes fue edificado. En el escenario permanecen solamente el emperador buscando ai heredero en un niño que está matando a un lagarto, y su cantante, una especie de bufón de la Corte, el sabio que espera el fin, indisolublemente ligado con el patrón-tirano. La situación ya conocida: el abrazo del poder narcisista de Marković con la razón que ama la verdad.

Šoljan no repite, empero, en este caso ni aproximadamente las características del poder o del autócrata de Abrazo de Marković, o de sus piezas ya mencionadas La Montaña o La Ascensión de Galileo, porque Diocleciano está sumido en duda hasta tal punto que la voz de su cantante se le representa como la voz de su propia duda y de su conciencia no ahogada. Por eso permanece escuchando con el deseo de no obtener ninguna justificación. En efecto, Diocleciano la busca para todo, mientras el cantante sólo encuentra el sinsentido y lo baladí. Contemplando el Palacio piensa inevitablemente en las víctimas innecesarias, mientras Diocleciano considera que aquellos que fueron sacrificados en el edificar el Palacio dieron así el sentido a sus vidas que, de otra manera, habrían resultado frustradas. El cantante, en cambio, califica de pura vanidad la aspiración hacia el poder, la voluntad de ese poder que todo lo pisotea, dirigida a un objetivo que se ha fijado ella misma, sin ser comprendido por nadie, obligando a los súbditos a enormes sacrificios con el "slogan": ¡Todos por el Palacio y el Palacio para el emperador! El cantante está inspirado por un motivo más hondo. Al preguntarle, si sacrificaría la vida por el emperador, contesta: sacrificaría al emperador por la vida, si fuese posible. Los emperadores pasan, el mundo queda. El mundo es siempre más fuerte; más fuerte que quienes intentan cambiarlo.

Šoljan quiso decir cosas muy serias en sus farsas, y expresar una idea muy importante: que las autoridades cambian, pero los "slogans" continúan siendo siempre los mismos. Lleva al escenario a los comerciantes que venden las palabras y, que en caso necesario, pueden vender a los hombres; compran y venden todo cuanto necesita el emperador, ofreciéndose en la venta a sí mismos en primer lugar. Aquí Šoljan abre nuevas posibilidades y nuevas perspectivas. No es que el poder confisque o expropie todo; quiere pagar, comprar pero con la condición de que, al final, todo habrían de pagarlo los compradores. En esto radica la variante farsesca de la dialéctica o —como lo deduce ingeniosamente Šoljan del nombre de Diocleciano— de la "dioclética". En efecto, la maldición del poder: cuanto más se impone a otros, tanto menos goza de si mismo. Los procedimientos a que recurre, las empresas a que invita quedan "camuflados" por el verbalismo demagógico, mientras sus fuentes verdaderas arrancan de lo irracional. Cuando te mandan a edificar, edifica y no preguntes nada; cuando te dan la orden de destruir, destruye y no preguntes por qué. Los que detentan poder gobiernan sin dar explicación de sus decisiones. Por eso odian a quienes buscan el sentido, las razones, la justificación o la aclaración — odian a los intelectuales. El poder y el intelecto no van juntos.

Šoljan lo sabe bien y por eso ha reunido al emperador y al cantante, al potentado y al poeta, a un fanático un tanto ingenuo y a un escéptico previsor. Uniendo los extremos opuestos quiso conseguir lo que necesariamente surge de la conexión de los opuestos, como, por ejemplo, en las tensiones eléctricas. Y lo ha conseguido : su farsa alivia el espíritu como al arbolito navideño adornado con estrellas chispeantes que si bien no disipan la oscuridad con su luz concentrada, si se oponen a ella con su constante chispear. Una se apaga, otra se enciende y, así la oscuridad nunca es total. Aquí Šoljan hace saltar su última chispa: todo es relativo y todo se repite, pasando nuevamente de la farsa al drama y la tragedia.

Las mencionadas obras de la literatura croata después de la última guerra demuestran, en forma sorprendente, que la opresión engendra la resistencia de acuerdo a la ley de acción y reacción: cuanto más grande es la opresión, tanto más fuerte la resistencia. El tema del miedo y el fenómeno del Poder se convirtieron de los elementos de restricción de la libertad creadora en el material digno para reelaboración artística. Restringiendo la libertad a los escritores se los inspira para visiones excepcionales, polifacéticas. Digo polifacéticas, porque la resistencia del escritor recuerda el complejo característico de Edipo, a condición de substituir a la madre por la libertad y al padre por el poder.

(Traducido de Kritika, N° 6, Zagreb, 1969). (V. Pavletić es el presidente de la Asociación de los escritores de Croacia).

 


EL CRISTIANISMO Y EL NACIONALISMO

TOMISLAV ŠAGI-BUNIĆ

 

EL NACIONALISMO, igual que el racismo, es tildado en la encíclica Populorum Progressio de Paulo VI como obstáculo en el camino de la construcción de un mundo más justo. El Concilio consideró incluso oportuno advertir a los cristianos cuidarse del "nacionalismo exagerado" (Decreto sobre misiones, art. 15 6), mientras que Paulo VI se expresó negativamente en varias oportunidades sobre él. La problemática relacionada con el nacionalismo no está borrada del orden del día en el mundo actual. Muchos cristianos desean al respecta una mayor claridad, tanto más cuanto que ese término no se usa siempre en el mismo sentido.

Este se infiere ya del criterio adoptado por el Concilio, que no repudia al nacionalismo lisa y llanamente, sino al nacionalismo exagerado. Es sumamente importante que los cristianos tengan en nuestro país (Croacia) ideas claras sobre esos problemas, por cuanto existen ciertos "gravámenes" históricos en ese sentido. ¿Cuál es la relación entre el cristianismo y la nación, qué posición ideológica debe adoptar el católico ante ese complejo problema o mejor dicho: qué decisiones vitales toma el católico al respecto para vivir una existencia auténticamente cristiana, una vida realmente de Cristo en su tiempo y su espacio concretos?

¿Puede ser nacionalista el católico?

Este problema no puede concebirse como mera respuesta a la pregunta: ¿puede el católico ser nacionalista, paladín del nacionalismo? Especialmente en nuestro país se hace preciso abarcar esa cuestión en toda su amplitud, o, si cabe, en su totalidad, aunque sea en forma sintética. Los problemas son de índole universal y queda entendido, en parte, hablaremos en forma general, en términos válidos para la cristiandad entera y para todos los pueblos, pero como nos preocupa la claridad en nuestro país y como los conceptos son más comprensibles explicados con ejemplos, nadie ha de extrañarse que tengamos ante la vista, ista, en primer lugar, al pueblo croata.

El concepto primero y primordial que debemos considerar es que el cristianismo no puede ser identificado con una nación y que se trata de una realidad de orden superior que trasciende todos los pueblos, recluta sus adeptos en todas las naciones y crea una comunidad de carácter distinto a la nacional. El cristianismo se manifiesta coma un pueblo aparte, el pueblo de Dios, pero ese (pueblo, como tal, carece de patria terrena, cree en la conquista de la patria definitiva y eterna hacia la cual se encamina y que se halla en Dios. La Iglesia es la comunidad de quienes creen en Cristo y, en nombre de Cristo se reúnen en torno a su misterio para —vi-viendo con fe la comunión con Cristo— realizar su vida en la tierra de tal modo que alcancen la unión sempiterna con El en el reino de Padre.

Es obvio, pues, que el cristianismo presupone pueblos con sus patrias respectivas; el cristianismo va al socorro a los pueblos para que quienes creen en el llamamiento de Dios vivan en una forma nueva. Los pueblos no son algo sobrenatural, sino el producto de la naturaleza y de la historia; en cierto sentido se moldean así mismos, crecen merced a sus propias fuerzas creadoras. La Iglesia es un don especial de Dios, otorgado tras la muerte y la resurreccción del Hijo de Dios como una gracia sobrenatural del cielo, como la participación concedida a los hombres en la vida de la Divina Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Ningún pueblo puede apropiarse de la Iglesia ni someterla ni identificarse con ella ni convertirla en mero instrumento de sus intereses ni renunciar presuntamente a todos sus intereses nacionales en favor de la Iglesia. En todo caso cuando algo de eso acontece o se pro-clama caemos en una gran confusión que puede perjudicar únicamente a la auténtica verdad y a la realidad y que significa un retroceso en el crecimiento de los valores y que por último atenta contra el Evangelio y contra Dios.

El cristianismo, una realidad de orden superior a la nación

Por lo tanto no se puede identificar el cristianismo y el catolicismo con la croaticidad, no cabe decir que la Iglesia Católica es equivalente al pueblo croata, que no puede ser croata quien no es católico y, especialmente, quien no es católico activo y práctico. Resulta esto tan evidente que no merecería comentario de no haber habido lamentablemente, entre los católicos en Croacia, semejantes confusiones en el pasado y existir acaso quienes incurren todavía, en ese error, que no favoreció ni el fortalecimiento de un catolicismo vivo y auténtico como vida con Cristo en la fe, ni el genuino progreso de la nación croata.

No es nuestra intención aquí formular cargos contra los que, de buena fe, incurrían en esa confusión de conceptos, tratando de respaldar la croaticidad con el catolicismo o viceversa, o simplemente deseando emular a quienes, sin considerar las consecuencias, acusaban a los católicos de no ser buenos croatas por pertenecer a una Iglesia universal.

Creemos necesario esclarecer tales ambigüedades y declarar que consideramos que todos son hijos de su (patria, Croacia, prescindiendo de su relación con la Iglesia Católica y que, como católicos, nunca deberíamos eludir las consecuencias que se derivan de ese hecho también para nosotros.

Si la Iglesia se identificase con un pueblo y tratase de expulsar de él a cuantos no son fieles efectivos, traicionaría su propia naturaleza, dejaría de ser la Iglesia ascendente, confirmaría que, como Iglesia, posee su patria aquí, en la tierra, imposibilitaría su propio crecimiento espiritual normal en virtud del llamado divino dirigido a todos los hombres y se limitaría sólamente al desarrollo biológico de acuerdo a la reproducción del género humano. Pues un hombre se hace miembro de la Iglesia en virtud del bautismo y no de su nacimiento.

La Iglesia, por su carácter, debe sentirse siempre en cada pueblo como la parte ungida de gracia de ese pueblo que sabe que, en el orden sobrenatural, le es enviada no para negarlo como :pueblo, someterlo o dividirlo, sino para establecer en él en libertad y con todos cuantos lo quieren el núcleo que vive el amor divino, dispuesto a ayudar a todos, sin perjuicio a nadie.

No puede haber el nacionalismo cristiano

De lo antedicho se deduce claramente que no puede haber un nacionalismo cristiano o católico. Alguien, sin duda, dirá que los hubo y que tuvieron fuerte apoyo por haber constituido vigorosos movimientos. Así, por ejemplo, tenemos L'Action Française (fundada en 1898), como un movimiento netamente católico-nacionalista (y, además, monárquico) inspirado por Charles Maurras. Aquí hay un malentendido. No sin razón hubo entre los líderes de la Acción Francesa declarados ateos que no admitían la transcendencia divina.

No se puede negar que la religión, cristiana, como hecho histórico, penetró hondamente en el substrato de ciertas naciones como realidades históricas. Es cierto que el catolicismo significó para ciertos países el factor determinante en el proceso de su formación. Sería ridículo ocultarla Pero a condición de entenderlo rectamente. Debemos saber distinguir, diferenciar las cosas en su naturaleza intríseca.

Aquí no puede ayudar la distinción hecha por algunos teólogos entre la religión como producto del genio creador del hombre y el cristianismo como revelación divina. No cabe duda que las religiones paganas fueron y siguen siendo muy nacionales y hasta tribales. Buscando a Dios y queriendo establecer el contacto con El, los pueblos crearon las formas religiosas íntimamente unidas a su peculiaridad nacional y a su capacidad creadora, determinadas por su genio nacional. El cristianismo no es una religión natural de ese tipo, surgida como un esfuerzo humano para llegar a Dios, sino la venida de Dios hacia el hombre, el llamamiento de Dios, su holocausto, la entrega de Dios mismo al ser humano. Sin embargo, el cristianismo como don divino, como Evangelio divino, como acción salvadora de Dios no rechaza ni elimina las formas religiosas creadas por el pueblo, sino que las acepta, las purifica, se encarna en ellas, posibilita el desarrollo ulterior de la actividad popular en el campo religioso, encauzada solamente ahora en la dirección recta hacia Dios sin el peligro (o por lo menos, con menor peligro, según la vigilancia cristiana en cada pueblo) de desviaciones o devaneos.

Es obvio que, en ese sentido, el cristianismo en general y el catolicismo en particular, como revelación divina encarnada en las formas creadas por un pueblo antes de abrazar el cristianismo (por ejemplo, muchas costumbres populares) o inspiradas en el ya adoptado y vivido misterio cristiano, pueden constituir un elemento importante, incluso decisivo, en la totalidad de los valores y bienes que forman la patria espiritual y —en cierto aspecto— hasta material de un pueblo. En ese sentido, el cristianismo puede considerarse como punto de partida del nacionalismo o como un componente del patriotismo, pero en tal caso no se trata ya del cristianismo en su verdad auténtica, sino de las formas concretas en que el cristianismo se hubiera encarnado. Es entonces cuando se corre el (peligro de que quienes plantean de ese modo el problema ensombrezcan para ellos y para los demás la esencia intrínseca del cristianismo e imperceptiblemente se desvíen y no vivan en el cristianismo genuino sino en los esquemas vacíos e incapaces de traducir lo auténtico y esencial en el mensaje de Cristo. En tal caso, tendríamos sólo un valor nacional; pero, por un malentendido, se le atribuye el valor trascendental que pertenece al cristianismo en sí, degeneraria en ese fanatismo que a veces origina tragedias y, hasta, catástrofes nacionales y aún para todo el género humano.

Es evidente que esos valores religioso-nacionales, entendidos de tal modo, deben interpretarse más bien como valores nacionales que religiosos, aunque en el (primer sentido creados por el genio nacional bajo la inspiración cristiana. Por eso no cabe excluir del marco de la conciencia nacional y de los valores de ese tipo los demás que surgen tal vez fuera del cristianismo, que tienen otras raíces distintas y otras inspiraciones como por ejemplo —si tal es caso— del islamismo o de una corriente filosófica y de una inspiración artística sin derivación directa del cristianismo.

De lo expuesto parece derivar claramente que el catolicismo tanto menos puede (pretender ser base exclusiva de la concincia nacional o el punto de partida inspirador del nacionalismo cuanto más se lo vive intensamente como una revelación y la comunión con Cristo; y corre mayor peligro de tornarse nacionalista a medida que se lo considere como una religión análoga a las demás, fruto del genio creador del hombre en Ia incensante búsqueda de Dios. Es evidente que el cristianismo no puede existir en una forma pura, sin ser moldeado en formas concretas, pero mostrándose siempre vivo y conciente de su esencia, no correrá el peligro de nacionalisarse.

La Iglesia no puede imponerse por la fuerza

Se infiere, pues, de lo dicho que lo que se llama la patria del pueblo croata no puede concebirse sin aportes del mismo pueblo, enriquecidos por la fe católica, pero tampoco sin los aportes y los lazos espirituales y culturales con otros pueblos por intermedio de la Iglesia Católica. Lo que no significa en absoluto que la Iglesia Católica puede negar los demás elementos constitutivos o identificarse con el pueblo. Dicha Iglesia halló ciertos valores —incluso religiosos— en el pueblo evangelizado y, a lo largo de los siglos, trató de ayudarlo en su crecimiento espiritual, de unir a sus hijos en la vida de Cristo, haciéndolo con mayor o menor éxito, con mayor o menor habilidad, con mayor o menor autenticidad cristiana y cometiendo también omisiones y errores. Por ello forma parte de ese pueblo, sin ser el pueblo como tal, y no puede imponerse a él por la fuerza ya que no es esa su misión. Debe tratar de servir a ese pueblo y si hoy hubiese cambiado ciertas relaciones, tampoco puede ni debe actuar para dividir a aquél, sino convertirse en un factor desinteresado de concordia y armonía dentro de sus posibilidades y en la medida en que lo permita su propia naturaleza que es la de predicar el amor divino y la libertad humana para el desarrollo y la madurez individual. Y esto en el pueblo croata coma en los demás que abrazaron sus doctrinas. Los miembros de esa Iglesia debería tener conciencia de que lo que se llama la patria del pueblo croata está integrado también por valores y bienes inspirados en otras fuentes espirituales que lograron enraizarse en aquel pueblo y dieron a la comunidad nacional croata un carácter específico. La Iglesia Católica dejaría de ser universal si llegase a encerrase en un exclusivismo en que no viese y reconociera esos restantes valores de distinta procedencia.

Si el cristianismo tiene la misión peculiar de unir a los hombres y establecer un orden especial para la vida de la comunidad en forma distinta a la de la comunidad nacional, que no equivale a decir que los cristianos hayan de quedar al margen de su pueblo, sin interés ni responsabilidad por su patria terrenal y, sobre todo, tampoco quiere decir que el cristianismo, por no identificarse con la nacionalidad, es un antagonista o una opositara de la nacionalidad. La Iglesia Católica es una comunidad de hombres que en cada pueblo se reúnen en torno de Cristo para vivir según la religión en el amor de Cristo y al servicio del prójimo hasta el día de la venida de Cristo. Mas esos hombres no viven en el aire, en un espacio vacío, en una región abstracta. No difieren de los demás compatriotas ni por lo que se refiere al territorio, ni por el idioma, ni por las instituciones políticas (cfr. la Epístola a Diogeneta), sino que participan en la vida de su pueblo e igualmente en su responsabilidad, son necesariamente solidarios en la creación de bienes y valores imprencidibles para todos.

Como hemos visto al comienzo, el nacionalismo resulta sospechoso a los ojos de los católicos, pero no lo es el amor en sí a la patria y al pueblo, no es sospechoso el patriotismo, sino más bien un deber de todos los fieles cultivar el amor al suelo patrio, aunque sin fanatismo ni exclusivismo según enseña el Concilio (GS art. 75,4).

Por nacionalismo entendemos aquí la teoría y el movimiento originado por ella que considera que la nacionalidad es en cierto sentido el bien supremo al que hemos de sacrificarle todo y que justifica el crimen y la injusticia cometidos en su nombre. El nacionalismo, entendido así, diviniza a la nación (como lo hizo el nazismo de Hitler); es un afán de dominar a otros pueblos y la creencia de que el egoísmo nacional y el poder de la nación constituyen el supremo bien, en cuyo nombre es lícito pisotear no sólo los valores del pueblo propio sino los de los demás pueblos. En virtud de tal nacionalismo se exigen al pueblo propio —y, por supuesto, a sus clases oprimidas— enormes sacrificios para fortalecer el prestigio interno mediante la creación de un poderoso ejército con miras a atemorizar a los vecinos o con fines de conquista; o se recurre a otros procedimientos que no sirven al bien común, pero sí a la fatuidad nacional. Tal es el nacionalismo de un ¡pueblo que se apodera de territorio o de bienes ajenos, o que trata de avasallar a otros pueblos en lo económico, cultural, político o incluso en lo nacional, suprimir su identidad nacional, absorberlo y desnacionalizarlo. No importa que esos actos se realicen en forma abierta o disimulada, ni que se esgriman lemas y estribillos sobre las nuevas estructuras, sobre la creación de unidades estatales más fuertes, sobre "el nuevo orden" o sobre la liberación del colonialismo, etc.

Todos esos fines pueden alcanzarse —o intentar alcanzarse— sin una opresión nacionalista, sea propia o ajena, sin imponer su dominio a otro país, sin descartar los valores nacionales y culturales de otros pueblos, sin recurrir a procedimientos vergonzosos que atentan contra la dignidad individual y nacional. Los hombres y los pueblos deben tender a esos objetivos en libertad y de común acuerdo; acaso sus anhelos sean menores, pero se alcanzarán con mayor éxito y con mayor dignidad humana. Un nacionalismo como aquél debe ser repudiado, es indigno del hombre y, sobre todo, ni concuerda con la visión cristiana del hombre no con su filosofía.

La presencia de la Iglesia

Por ello preferimos hablar de patriotismo antes que de nacionalismo, aunque no quepa condenar el vocablo nacionalismo si por él se entiende un empeño por el desarrollo justo y la libertad del pueblo propio y el ajeno, que no sea propenso a cometer injusticia o a imponerse egoísticamente dentro de sí mismo, sino que tiene el propósito de engrandecer a su país solidariamente con otras naciones. En este caso, trátase de "nacionalismo sano", de que habló Pio XII.

Podemos aplaudir —aunque parezca paradójico— lo que dice Friedrich Heer: "El cristiano, el católico europeo es el católico francés, español, polaco, irlandés, inglés, croata, alemán italiano, o no existe". El cristianismo y la Iglesia no son conceptos abstractos, sino una comunidad concreta y viviente de hombres, y por ello deben encuadrarse en un pueblo, en una comunidad nacional. El cristianismo no consiste en abrazar intelectualmente una idea —lo que podría considerarse como un acto no determinado por cierta patriar—; es la convivencia de un grupo humano en un lugar determinado; es, por ejemplo, la acción litúrgica y de ahí que no puede sin arraigar en un suelo, ser formado y enriquecido por una cultura concreta, estar impregnado de ideas y sentimientos propios, es decir por la patria. Puede empezar como la planta injertada, como un aporte foráneo, pero no crecerá sin enraizarse en el nuevo suelo hasta convertirse en una parte integrante de él. La patria, el pueblo, la nación —conceptos tan relacionados entre sí pero diferentes— designan realidades complejas, necesarias al hombre para poder vivir y desenvolverse como hombre, sentirse él mismo, un ente no sólo aceptado sino que también acepta a los demás, seguro, arraigado, provisto y rodeado de suficientes bienes, valores y atenciones, ansioso de comunicarse con otros, feliz creador y útil, de realizarse y contribuir al bien común, de sentirse protegido por los demás y alegre de proteger a sus prójimos.

No es mi intención pormenorizar lo específico de cada una de tales nociones, ni precisar la diferencia de esas realidades del Estado. Baste señalar que éste —por encima de lo que ya posee la patria— disponga de autoridad, o sea del poder y de la fuerza apara asegurar la conservación y la promoción de todos los valores que con-forman el patrimonio nacional. El Estado cuenta con la independencia política, soberana o limitada (ej. gr. el Estado en el marco de una federación de Estados) mientras que la nación carece de ello o, por lo menos, aspira a conseguirlo.

La Iglesia y la patria

Para la Iglesia, por más que nos parezca extraña, privan el pueblo y la patria sobre el Estado. La Iglesia Católica, a lo largo de su historia, no tomó siempre en debida cuenta ese hecho fundamental *. La función de Estado es el progreso libre de los hombres, incluso la de facilitar y ayudar al progreso individual. Una persona no puede desarrollarse adecuadamente sin su patria, sin su pueblo, sin los valores y los bienes que implican esos conceptos. El Estado puede y debe fortalecer su poder y autoridad en la medida en que lo requieran la defensa de otros Estados y sus apetitos egoístas, para asegurar la libertad y crear las condiciones necesarias para esa libertad cívica y económica de todos los ciudadanos (y de todas patrias si se trata de un Estado plurinacional).; más ese fortalecimiento de la autoridad estatal nunca debe constituir un fin en sí. El fin del Estado es el progreso del hombre y, por tanto, de la (patria, por cuanto aquél se desarrolla dentro de ésta. El Estado puede incrementar los medios de coacción, pero nunca para subyugar a sus compatriotas o someter a otros países, sino para proteger a los ciudadanos de los abusos ajenos o para contribuir al desarrollo de la patria. Nunca para oprimir, siempre para liberar. La Iglesia necesita en ese aspecto también la ayuda del Esta-do para protegerla de eventuales opresiones y asegurarle la libertad. Pero la vida de la Iglesia no se desenvuelve en el Estado, sino en la patria, no en el marco de la autoridad y de las actividades propias del Estado, sino en la vivencia de los valores y bienes que constituyen la esencia de un pueblo.

Por ello la Iglesia, siendo una comunidad organizada en el plano supranacional, debe aspirar y lograr enraizarse hondamente en el pueblo, en la patria. Esto vale ciertamente, para los titulares de los cargos respectivos en la comunidad eclesiástica. Tal vez pueda justificarse que ciertos cargos dentro de la jerarquía eclesiástica en un pueblo sean ocupados por extranjeros hasta que la comunidad cristiana respectiva progrese y madure, pero no cabe mantener por siglos a un pueblo en un grado de inmadurez y humillarlo al no confiar los puestos de responsabilidad a sus hijos.

Creo que es correcto reconocer que, en ese sentido, la Iglesia Católica no procedió siempre en forma adecuada en el caso de pueblo croata; basta acordarse de la nacionalidad de los altos prelados en el siglo pasado, incluso de los arzobispos de Zagreb, ya que se tomaba más en consideración la autoridad estatal que las aspiraciones legitimas del pueblo. Si hoy otros hijos de nuestra patria común señalan a los católicos croatas ese hecho, no es necesario forzar su defensa en desmedro de la sinceridad y la realidad histórica. Hace falta reconocer la verdad y procurar que el hecho no se repita.

Hay desde luego otros elementos que igualmente exigen que la Iglesia, en el nivel de su organización, debe arraigarse en la patria, debe ser la parte viva del pueblo. Ser parte integrante del pueblo no equivale a estar acorde con cuanto acontezca en aquél, o siquiera con lo que una parte de ese pueblo emprenda o haga; aunque se afirme que lleva el sello de lo auténticamente nacional y popular, puede no responder al verdadero interés del país entero. No coincidir con el bien supremo de la humanidad. La Iglesia que convive con el pueblo defenderá con mejores resultados todas las causas nobles cuando aquél la sienta competentrada con sus genuinos intereses y no la vea obligada a recurrir a los compromisos que no responden a verdad evangélica ni testimonian el amor y la justicia de Cristo.

Patria, ambiente de la libertad madura

Los católicos deben sentirse solidarios con su pueblo, deben —precisamente para ser buenos católicos— convivir íntimamente con la comunidad nacional, amar sinceramente a su patria. Ser miembro de la Iglesia de Cristo como tal, como comunidad escatológica que busca su última finalidad en Dios y cree conseguirla, es lo que facilita —si se es sinceramente tal miembro en el Cuerpo de Cristo y no instrumento para fines anodinos— el amor desinteresado a la totalidad del prójimo y la gozosa colaboración común para perfeccionarse y constituir a un pueblo en el medio más apropiado para lograr toda suerte de beneficios y hacerlos llegar a cada individuo.

El católico siempre cuidará que el engrandecimiento de su patria no sea a costa de la destrucción o el despojo de la ajena, pero tampoco podrá considerarse un hombre íntegro y cristiano si esquiva las responsabilidades que le corresponden en su propio país. A la patria la llamamos madre, pues de hecho equivale al regazo materno en el que se crece con calor, amparo y seguridad. De ahí que en ella encuentre el medio para ser un cristiano libre, y aceptar como hombre libre y con decisión consciente, el amor divino. Cierto que se puede ser cristiano igualmente en la cárcel, pero lo normal es responder al Llamamiento divino dentro de esa plena libertad que sólo se encuentra en la patria. Consecuentemente, todo cristiano, dentro de la misión que desempeña, debe contribuir a aumentar el bien común que hará que sus hermanos sean más libres y capaces para tomar decisiones independientes.

Indudablemente, esto es válido también para los bienes económicos, para el desarrollo económico de la comunidad, que, por cierto, constituye uno de los supuestos más importantes de la libertad. Subrayo este aspecto de la patria, este elemento de la comunidad nacional porque algunos cristianos son propensos a no valorarlo correctamente, o relegarlo. Si bien no estamos completamente de acuerdo con el papel que los marxistas atribuyen a ese factor, tampoco debemos dejar de reconocer el aporte extraordinario que, en ese sentido, significó el pensamiento marxista. El cristiano no puede considerarse como ese extraño dentro de su patria que sólo reclama derechos o se queja de que estos le son negados o que es indiferente y oportunista, sino que debe luchar a través de todos los medios legales y lícitos por esos derechos a fin de poder participar siempre, en todo lugar y en pie de igualdad, en la creación de valores y acumulación de bienes que habrán de repartirse equitativamente. Los cristianos han de ser los primeros en fomentar la cooperación cívica, aunque ésta sea una tarea ardua debido a las hondas discordias que se produjeron en nuestra patria. La amistad no quiere decir debilidad, ni tampoco se traduce en meros reproches, sino que entraña una audacia prudente y una paciente tenacidad.

Los cristianos y la cultura nacional

Un cristiano tampoco puede sentirse indiferente ante los problemas idiomáticos de su pueblo **, puesto que el idioma es el instrumento principal que facilita la cohesión del cristianismo en una comunidad religiosa. La litúrgia y la teología, la predicación y la catequesis son inconcebibles sin el idioma y su poder comunicativo. El cristianismo como comunidad viva dentro del pueblo —lo que, en primer lugar, es cálido para el croata en su fase evolutiva actual y cuando los medios técnicos no han llegado todavía, a todas las capas sociales— debe desempeñar un papel principalísimo en la promoción de ese valor esencial del conglomerado nacional, especialmente en la liturgia, ya que precisamente las masas populares enriquecen su propio idioma mediante los ritos litúrgicos. La lengua como instrumento del espíritu nacional y depósito de la tradición como base para el desarrollo cultural, reviste tanta importancia, tanto en la actualidad como en el futuro, que la, familia cristiana debería temer su propia muerte si ese idioma se adulterase o extinguiese, puesto que le faltaría el elemento principal para transmitir la tradición; y con el estancamiento del desarrollo idiomático o la posibilidad de una confusión lingüística le resultarían imposibles el progreso intelectual y el confrontamiento teológico con los sustanciales problemas contemporáneos, carecería de la luz necesaria para iluminar a la comunidad cristiana y, eventualmente, a los demás que se interesarán por adquirir esos conocimientos.

No cabe enumerar aquí todos los valores nacionales sin los cuales el cristianismo no puede vivir ni desarrollarse en su plenitud. Mencionaremos tan sólo, por ejemplo, las artes plásticas, la poesía y la literatura, y de un modo especial, la música. Respecto de todas esas disciplinas, los cristianos católicos tendríamos mucho que decir. Todas ellas son imprescindibles para el desarrollo de la vida cristiana, y en todos esos sectores, los cristianos en cuanto tales —y con su inspiración cristiana— fueron siempre creadores activos. En esta hora de la reforma litúrgica nos resultan indispensables talentos musicales a fin de crear un nuevo repertorio dentro de la vida litúrgica cristiana. En la música no hay dogma, no debemos tampoco atenernos únicamente a lo viejo, es menester crear cosas nuevas en forma tal que aquélla se con-vierta en parte integrante de nuestra patria: Croacia. Sin un contacto vivo y dramático con la música, contemporánea croata no parece probable un surgimiento renovador y vivificante de la música litúrgica. Si actualmente nuestra música atraviesa por una fase de transición y, según algunos, incluso por una extrema desolación, tal vez un empeño audaz y la búsqueda constante de una renovación en el campo de las armonías litúrgicas contribuiría en algo a las creaciones musicales del pueblo croata.

El elemento profético

Muchos creen que el papel de los cristianos dentro de la vida de un pueblo es necesariamente conservador, es decir: favorable al mantenimiento, a toda costa, de lo viejo. Tal suposición sería exacta si el cristianismo fuese únicamente una religión natural. Forma parte de la esencia de las religiones ser conservativas, sacralizar y resguardar los valores dentro de formas que fosilizan rápidamente. El cristianismo, en cambio, es en su médula profético; se muestra descontento con lo alcanzado, aspira siempre a lo mejor y nunca juzga lo suficientemente vivas y auténticas sus realizaciones. Cree siempre que pueden mejorarse y superarse. En Croacia, ese cristianismo no es bastante vivo e inquieto. El Concilio nos sacudió. Depende de los fieles cristianos, y en primer lugar, de los jóvenes que nos convirtamos en un cristianismo vivo —no sólo contribuyendo a los bienes y valores nacionales contemporáneos, ya realizados— sino que marchemos con audacia hacia el porvenir y creemos nuevos bienes, sin temor a ayudar a cuantos deseen crear, crecer y contribuir al bienestar del pueblo. Es el cristianismo que renunció a su estabilidad y se moviliza para alcanzar prosperidades nuevas y buenas...

Los cristianos deben ser patriotas

El cristianismo debe ser patriótico y popular, y los cristianos buenos patriotas. Siempre teniendo presente, claro es, la totalidad de la familia humana y sin perseguir o proteger falsos intereses propios que atenten contra los justos de la humanidad o de otro pueblo. El cristiano dará también muestras de amor a su patria cuando deba corregirla, criticarla, señalar sus debilidades, omisiones, o, a veces, procederes deshonrosos. El cristiano sabe que es falso el dilema: o la religión o la nación, pues no puede haber fricciones entre ambas cuando los problemas se plantean correctamente. Caben, por supuesto, tensiones, equívocos y malentendidos, mas fitos nunca deben solucionarse con premura cual si se tratase de contradicciones insalvables; es menester proceder con paciencia y con amor, que son, por excelencia, las virtudes cristianas. La Iglesia Católica puede ser oprimida, atacada, perseguida en una nación. En ese caso, debe defenderse, pero nunca de modo tal que ponga en cuestión otros auténticos y verdaderos valores de la patria, especialmente la libertad de todos los integrantes del pueblo. Las tensiones deben ser superadas con sinceridad, con una pronta disposición al diálogo y llevando valientemente la cruz como lo hizo Cristo. '

(Este artículo fue publicado en el periódico quincenal Glas Koncila (El vocero del Concilio), número del 16/VI/1969, Zagreb, Croacia.

Tomislav Šagi-Bunić es uno de los más destacados teólogos croatas en la actualidad. Era un íntimo colaborador del cardenal Šeper en el Concilio Ecuménico Vaticano II, cuyas opiniones progresistas, pero moderadas, no pudieron escapar a la atención pública y de los padres conciliares. En mérito de estas opiniones y las demás virtudes del sacerdote y teólogo, el cardenal Šeper fue nombrado en 1968 el prefecto da la Congregación para la Fe. Para el reconocimiento de los méritos personales del padre Šagi-Bunić, el S. Padre Paulo VI lo nombró en 1969 para formar paute de la Comisión Central teológica dentro del organismo eclesiástico mencionado, pudiendo considerárselo como el más alto foro doctrinario de la Iglesia Católica. Šagi-Bunić es actualmente decano de la Facultad de Teología de Zagreb.

Con satisfacción especial anotamos este acontecimiento que honra altamente al pequeño pueblo croata.

 

Documentos

LOS SACERDOTES CROATAS DEFIENDEN EL CARACTER CROATA DE ISTRIA

Informe ante la Comisión Aliada de 1946

La revista italiana Il Borghese ha publicado el 22 de febrero de 1970 el, artículo "L'Italia e la prossima crisi jugoslava", cuyo autor es Piero Buscaroli. Partiendo de un hecho cada vez más evidente de la actual crisis general de la Yugoeslavia comunista, Buscaroli, intencionalmente, complica y oscurece el problema nacional croata en aquel complejo de factores que hacen el trasfondo de dicha crisis. Pero el propósito principal del autor es reavivar las pretensiones ilegítimas italianas a la costa oriental adriática, patria milenaria del pueblo croata. Buscaroli menciona expresamente a Istria como una de las cuatro provincias que Italia habría perdido al finalizar la segunda guerra mundial.

Para que los lectores de Studia Croatica puedan notar lo infundado del artículo de Piero Buscaroli, reproducimos aquí un documento de valor internacional, referente al carácter étnico croata y esloveno de Istria. Confiamos en que la opinión pública mundial no permitirá jamás la repetición de una proclama semejante a la del gobernador italiano —Dr. Giusepe Bastianini— de la Dalmacia croata durante la última guerra mundial bajo ocupación italiana, cuando el 12 de abril de 1942 en Zadar dijo enfáticamente qua de allí (es decir de Dalmacia, Obs. de la Redacción de SC) deben emigrar todos quienes no quieren reconocer la cultura italiana, la moral romana, el idioma italiano y el hecho "del retorno del león armado de San Marcos". — Redac. S. C.).

El día 19 de marzo de 1946, a las 22 horas y 45 minutos, se presentaron en Pazin (Istria) ante la Comisión Aliada, y permanecieron hasta las dos de la madrugada los sacerdotes Božo Milanović, Tomo Banko y Leopoldo Jurca en representación del clero croata de Istria, organizado en el "Colegio sacerdotal de San Pablo para Istria". Ante una larga mesa del ayuntamiento se hallaban sentados los delegados de los gobiernos inglés, norteamericano, soviético y francés. En total 17 personas. Ese día presidió el representante inglés.

Tras el saludo los sacerdotes tomaron asiento y fue leída el acta referente al carácter secreto del interrogatorio. El presidente de la Comisión, después de corresponder a su saludo, se refirió a dicha acta y les preguntó cuántos y a qué sacerdotes representaba el "Colegio Sacerdotal de San Pablo para Istria". El presidente del Colegio, Tomo Banko, respondió: "Es una organización gremial de todos los sacerdotes croatas de Istria y de los clérigos eslovenos que actúan en la zona croata de Istria".

PREGUNTA. — ¿ Cuántos sacerdotes integran el Colegio?

RESPUESTA. — Cincuenta y dos.

P. — ¿No hay entonces más curas croatas y eslovenos en Istria?

R. — Hay además doce eslovenos en la parte eslovena de Istria; en total sesenta y cuatro.

P. — ¿Cuántos son por todo en Istria?

R. — (Según lo convenido previamente, empezó a contestar el Rev. Božo Milanović) Ciento cincuenta y dos.

P. — ¿Por lo tanto, hay en Istria ochenta y ocho sacerdotes italianos?

R. — Es verdad, pero nosotros representamos el 75% de todas las parroquias istrianas y la mayoría de las mixtas. O sea, en Istria hay 132 parroquias netamente croatas, 1 italiana y 23 mixtas, que comprenden sólo a las que cuentan con más del 10% de otras nacionalidades. Por consiguiente, de todas las parroquias y capellanías en Istria 75% son croatas, 12% italianas y 13% mixtas.

P. — ¿Vale decir que un sacerdote atiende varias parroquias?

R. — Así es; muchos de ellos, croatas, atienden dos o tres.

P. — ¿Podrían facilitarnos una lista de las parroquias de Istria?

R. — Desde luego; las tenemos aquí en varias copias, en croata, inglés, ruso y francés.

Los integrantes de la Comisión fueron gratamente sorprendidos y recibieron sendas copias con evidente satisfacción. El presidente de la Comisión recalcó que esa lista revista para ellos gran importancia y los comisionados la hojearon, y uno de ellos inquirió:

P. — ¿Cómo incluyeron Sovinjak entre las parroquias croatas si, de acuerdo al censo de la población de 1945, hay en Sovinjak más de 200 italianos de un total de 300 habitantes?

R. — Porque sabemos que algunas familias, si bien registradas como italianas, son de nacionalidad croata y porque es público y notorio que Sovinjak es parroquia croata.

P. — Hemos oído que los fascistas persiguieron a muchos sacerdotes croatas. ¿Cómo es que en vuestra organización figuran 52 miembros?

R. - Durante el primer año (1919) del dominio italiano, a raíz de las persecuciones, tantos sacerdotes croatas tuvieron que pasar ya a Yugoeslavia que 60 parroquias de esa nacionalidad, pasaron a manos de curas italianos que, inmediatamente introdujeron su idioma en las iglesias y los despachos parroquiales. Luego siguieron las persecuciones y muy pocos sacerdotes croatas permanecieron en Istria.. Nuestra organización mandaba alumnos a los seminarios italianos y cuidó de que conservasen su conciencia nacional. De ese modo formamos a nuevos sacerdotes en Istria. Por ello, de los 52 integrantes de nuestro Colegio la mayor parte son jóvenes.

P. — ¿Aumentó el número de vuestros sacerdotes después de la guerra?

R. — No, salvo cinco recientemente ordenados.

P. — ¿Desde cuándo existe el Colegio sacerdotal de San Pablo para Istria?

R. — Desde 1920; más tarde, su actividad fue suspendida debido a la persecución fascista. Lo renovamos en agosto último con la aprobación de las autoridades eclesiásticas y civiles.

P. — Según el censo de la población de 1921, en Istria había 90.000 croatas y 250.000 italianos. ¿Qué sabéis sobre el particular?

R. — Fue precisamente al revés: alrededor de 90.000 italianos y 250.000 croatas. En Zona Julia entera había cerca de 600.000 eslavos --o sea 350.000 eslovenos y 250.000 croatas.

P. — ¿Cómo obtuvieron esa cifra?

R. — Sobre la base de las estadísticas eclesiásticas.

P. — ¿La Iglesia hizo algún censo de la población?

R. — Cada tercer o cuarto año las diócesis publicaban una nómina de sus feligreses y sacerdotes. En dicha nómina se consignaba también el número de habitantes de cada parroquia.

P. — ¿En qué forma se publicaban esos censos?

R. — En forma de libro, de formato normal.'

P. — ¿En esos censos se designaba la nacionalidad?

R. — En el de la diócesis de Trieste, que hasta 1919 abarcaba también la actual diócesis de Fiume, excepto esa misma ciudad, los lugares y las aldeas croatas venían designados con la ortografía croata y los italianos con la ortografía italiana. De ese modo se sabe dónde habitan los croatas y los eslovenos y dónde los italianos. En la diócesis de Goricia es fácil determinarlo, por cuanto allí hay parroquias mixtas.

P. — ¿Quién publicaba ese censo y cómo recogía los datos?

R. — El obispado publicaba oficialmente la nómina de sus parroquias y de sus sacerdotes, mientras que los datos los recibía de los párrocos.

P. — ¿Según qué criterio determinaban los párrocos la nacionalidad?

R. — De acuerdo con el idioma hablado en familia. En muchas localidades, los fascistas obligaban a los padres a hablar con los hijos en italiano, so protexto de que los chicos pudieran entender a sus maestros en la escuela. En esas familias, los padres hablaban en croata y los hijos en italiano, por lo menos hasta que crecían, pues entonces usaban la lengua de sus progenitores. También en esos casos el idioma de la familia era el criterio para determinar la nacionalidad.

P. — ¿Los sacerdotes iban de casa en casa preguntando qué idioma usaban?

R. — No era necesario, ya que los párrocos están frecuentemente en contacto directo con sus feligreses al visitar a los enfermos, al bendecir las casas, etc., de modo que los conocen bien.

P. — ¿Este censo se refiere también a la Istria occidental?

R. — Sí, hasta Novigrad (Cittanova).

El delegado ruso. — ¿Cómo registraban a los sin confesión?

R. — No los hay entre nosotros.

P. — ¿Podríamos conseguir un censo eclesiástico de Goricia?

R. — Para las diócesis de Trieste y Poreč se lo podré dar mañana mismo. Con ello tendrán el de toda la Istria, pero se puede colegir la nacionalidad simplemente por el viejo censo (anterior a 1918), de la diócesis de Trieste que hasta entonces incluía también la de Rijeka (Fiume), salvo la ciudad homónima. Aquí en Pazin, tengo el correspondiente a la diócesis de Trieste de 1918 y 1940 y el de la diócesos de Poreč de 1918 y 1923.

Los integrantes de la Comisión Aliada evidenciaron gran interés y agradecimiento por conseguir esos censos atribuyéndoles especial importancia.

P. — ¿Sabéis en qué forma se publicó el censo de la población de 1921?

R. — Los empleados italianos iban de casa en casa y anotaban lo que querían, mientras los croatas no podían controlar sus registros. Por mucho tiempo, el resultado no fue publicado, de modo que la población no lo tomaba en cuenta ni tenía la impresión de que hubiese sido realizado. La prensa italiana jamás se refirió a dicho censo.

P. — ¿Lo sabe en forma directa o indirecta?

R. — Leía siempre con suma atención los peri&dicos italianos en busca de alguna referencia o comentario al respecto. No encontré noticia alguna. Por otra parte, no insistimos tan sólo en los datos estadísticos sobre la nacionalidad de la población de Istria, sino todavía más en el área poblada por cada nacionalidad. Nosotros ocupamos en Istria el 80% del territorio, según podrán deducirlo por la lista de las parroquias y capellanías croatas, italianas y mixtas que acabamos de entregarles. Los croatas habitan Istria en forma compacta hasta la costa, y los italianos solamente aquí y allí, como islotes entre nosotros.

P. — ¿Bajo el dominio italiano gozaban de libertad, idiomática en las iglesias?

R. — Ya dije antes que en el primer año del dominio italiano en 60 parroquias croatas fue impuesto en forma exclusiva el idioma de aquel país por intermedio de los sacerdotes italianos. En las islas istrianas, desde tiempos remotos, la liturgia se oficiaba en el idioma antiguo eslavo, pero en los primeros años del gobierno italiano ese idioma fue prohibido y substituido por el latín. En cuanto a Ios sermones, las cosas eran así : donde había curas italianos se predicaba en su lengua y donde había croatas, en croata, pero tropezando con grandes dificultades y a menudo con la condición de pronunciar el sermón también en italiano durante la misma misa.

P. — ¿Tuvieron que pronunciarlo primero en italiano o en croata?

R. — Primero en italiano y luego en croata. En algunas aldeas, como por ejemplo en Motovunski Novaci, la gente salía del templo durante el sermón en italiano, pero los carabineros los obligaban a volver.

Los integrantes de la Comisión se miraron extrañados.

El presidente preguntó. — Si he entendido bien, ¿el oficio religioso debía celebrarse en latín y lo demás en un idioma moderno?

R. — Sí, así fue.

P. — ¿Podía impartirse la enseñanza religiosa en croata?

R. — Sólo durante el primer año bajo el gobierno italiano pudo hacerse en el idioma materno o hasta que hubiese alguna escuela croata. La mitad de nuestras escuelas primarias fue abolida ya el primer año de dominio italiano, y el resto corrió igual suerte pocos años después. La escuela secundaria no la teníamos bajo Italia.

P. — Acerca de las escuelas disponemos de datos exhaustivos y quisiéramos volver al tema de la enseñanza religiosa.

R. — Quiero agregar que en Italia, después del concordato, los sacerdotes no podían impartir la enseñanza religiosa en las escuelas. En las viejas provincias italianas los párrocos podían cada año visitar dos veces la escuela para controlar a los maestros encargados de la enseñanza religiosa. En cambio, aquí las autoridades obligaban a los párrocos a ir a la escuela e impartir la enseñaza religiosa. Lo hacían con el propósito de italianizar a los alumnos. Pero los sacerdotes croatas rehusaron contribuir a la desnacionalización de sus compatriotas mediante la enseñanza religiosa y la impartían exclusivamente en los templos. En su labor, fueron acosados y perseguidos a menudo. Con ese motivo muchas veces enviamos delegados con memoriales al Vaticano, generalmente sin éxito. La Santa Sede tenía las manos atadas, pues podía empeorar la situación de la Iglesia en toda Italia por nosotros. Además, es preciso tener en cuenta que no había clero superior de nacionalidad croata, ya que en virtud del concordato entre la Santa Sede y el gobierno italiano, estipulado en 1929, ni un solo sacerdote podía ser designado cura u obispo sin la previa aprobación del gobierno italiano. Por ello únicamente podían ser designados obispos de nacionalidad italiana y considerados nacionalistas por el gobierno de aquel país. Nosotros, los croatas, en Italia fuimos divididos en cuatro diócesis.

P. — ¿Dónde está la sede de vuestro Colegio y dónde vive su presidente?

R. — Señalé con la mano al rev. Banko. Entonces los integrantes de la Comisión Aliada se inclinaron con respeto. El presidente de la Comisión pidió disculpas a los sacerdotes presentes por haberles demorado tanto tiempo e interrogarlos detalladamente, pues sus datos eran muy valiosos para el cometido de la Comisión.

P. — ¿En las iglesias de la zona A se puede usar libremente el idioma esloveno e italiano?

R. — Sí, pero en Trieste se presta poca atención a las predicaciones en esloveno.

P. — ¿Se debe ello a la falta de sacerdotes de ese idioma?

R. — No, sino a que en ciertas iglesias no se puede predicar en esloveno. Asimismo, en la ciudad de Pula no se pronuncia un solo sermón en croata. (La Comisión manifestó su extrañeza).

P. — ¿Pueden nombrarnos las parroquias de Trieste y sus alrededores?

R. — Las encontrarán en la nómina de ellas que les entregaré mañana. Agregó que de las 23 parroquias mixtas de Istria en que se pronuncia el sermón en dos idiomas sólo se hace en cinco de aquéllas, mientras que en las 18 restantes todavía queda excluído el uso de la lengua croata.

La Comisión se mostró sorprendida y pidió la nómina de las cinco parroquias con el sermón bilingüe. Se las cité y los comisionados tomaron nota. Luego les informé que los periódicos y los prefectos italianos en varias audiencias se negaban a llamarnos croatas y reconocernos como tales, sino que nos denominaban "istriani", "carsi", etc., y generalmente nos apodaban con el nombre "alloglotti".

El presidente de la Comisión dejó seguidamente en libertad a los demás integrantes para formular preguntas si así lo deseaban. El delegado francés inquirió por qué habíamos incluído Buzet entre las parroquias croatas toda vez que, según los datos estadísticos de 1945, había allí 240 italianos y 170 croatas.

R. — A esa parroquia no pertenecen tan sólo las casas cercanas a la iglesia sino muchas otras aldeas que son croatas y totalizan más de 4.000 habitantes. Por lo tanto, el número de italianos no alcanza ni el 10% de la totalidad de los feligreses.

P. — ¿Podría usted nombrarnos algunas de esas aldeas?

R. — La nómina de todas ellas la encontrará en el libro que le entregaré mañana.

M. Mosley, delegado norteamericano, preguntó a su vez: ¿Cuándo fue fundada la asociación de San Mohor y qué clase de sociedad era?

R. — Es una Sociedad literaria y fue fundada en 1924. Antes imprimíamos libros aquí, en Pazin, donde teníamos nuestra imprenta. Pero los italianos de esta ciudad la destrozaron en 1919 y 1920. Rompieron las máquinas y desparramaron los carácteres de tipografía por la calle, donde durante un mes podía recogerlos quien quisiera menos nosotros. Más adelante fundamos la Sociedad de San Mohor como una cofradía religiosa con la aprobación eclesiástica, ya que las autoridades civiles no nos permitieron fundar asociaciones de otra índole.

P. — ¿Les autorizaban imprimir libros?

R. — A fin de conseguir más fácilmente el permiso, trasladamos la imprenta a Trieste. Allí, superando grandes obstáculos, pudimos publicar varios libros. Pero impusieron la censura de éstos después de ser impresos, y sin la aprobación previa no podíamos salir de la imprenta. Por varios meses hubimos de esperar la aprobación indispensable. De ese modo nos retenían los calendarios hasta que transcurriera el tiempo propicio para su venta. Un libro de cuentos fue secuestrado por contener los nombres de los autores croatas. Una vez aprobado el libro en Trieste, los carabineros en Istria obstaculizaban su distribución. El rev. L. Jurca, presente aquí, fue multado con 500 liras por distribuir libros a los socios.

P. — Ustedes tres estuvieron en una o en varias parroquias. Por lo tanto, ¿conocen la situación imperante en una jurisdicción más amplia?

R. — Servimos en varias parroquias.

El presidente preguntó. — Los representantes del clero, teniendo en cuenta el memorándum que acaban de entregarnos, ¿tienen algo que agregar?

R. — En la época de la lucha nacional bajo el Imperio austríaco, los políticos croatas confeccionaron la nómina de los italianos, radicados en Istria desde hace tiempo. Eran 24.000.

Que los italianos provienen generalmente de los eslavos lo prueban sus apellidos, cambiados por los fascistas.

El carácter croata de Istria lo comprueban también los nombres croatas de la totalidad de los campos, valles, montes, ríos, etc., usados igualmente por los italianos.

Los croatas y los eslovenos poseen en Istria su poesía popular, sus cuentos, trajes típicos, costumbres peculiares, etc., lo que no tienen los italianos de aquella región.

Nuestro pueblo padeció tanto bajo el dominio italiano que preferiría morir a volver a depender de Italia y creo que todos los considerarían como su mayor desgracia.

Sostenemos que el Adriático es la frontera natural entre Italia y Croacia. Istria se halla ubicada en la orilla oriental del Adriático. Donde termina el Adriático y desemboca el río Soča (Isonzo), allí está desde tiempos remotos el linde étnico entre los eslavos y los italianos cohabitando en el territorio inniterrumpido.

Istria constituye, también, una unidad geográfica y económica e inseparable de Croacia.

(Traducido de Bakarska Zvona — Las Campanas de Bakar, N° 7, octubre-noviembre de 1968, Bakar, Croacia).

 


EXPLOTACION, NEOCOLONIALISMO, O ¿QUE OTRA COSA?

El Dr. Bruno Tandara, "diputado" en el Consejo de República en el Sabor (Dieta) de la República Socialista de Croacia, al defender a políticos de la Croacia meridional (Dalmacia) contra los ataques dirigidos a los mismos por los representantes del centralismo de Belgrado con motivo de su crítica pública sobre la explotación en general y, especialmente, del distrito de Imotski —uno de los 16 más subdesarrollados en Croacia—ha escrito también lo siguiente:

"En la República Federal Croacia hay 16 comunas subdesarrolladas. Estimando el proceso de cada una de ellas desde el punto de vista del ingreso nacional per cápita, distrito de Imotski, con sus 1.630 dinares nuevos por cabeza, pertenece a los más atrasados en el país. He aquí algunos datos que cobran por sí mismos un carácter acusatorio. No quiero decir que la comunidad no demuestre interés por esta parte de la Re-pública Socialista de Croacia, pero los resultados conseguidos son muy magros en comparación con la participación de aquel distrito en la acumulación nacional yugoeslava de capital. La comuna tiene alrededor de 50.000 almas. De este total, el 4% trabajan dentro del territorio de aquella. Es probable que los obreros de Imotski lleven la delantera en la lista de emigrados, puesto que 8.000 de ellos trabajan en el extranjero. La parte de población que queda en la comuna, se dedica a la agricultura extensiva. En un tiempo, hubo dos ramas fundamentales de este cultivo: La viniviticultura y el tabaco. La viniviticultura fue "minada" por medio de la importación de vinos de los países occidentales. (Si se diera la misma "protección" a la industria nacional de automóviles, nuestro popular "Ficho" * habría expirado ya hace mucho tiempo). El tabaco es monopolio del Estado, pero sus cosechas confirman claramente que su rendimiento era mayor durante el gobierno del emperador Francisco José I de Habsburgo ****. La Federación (es decir el centralismo de Belgrado. — Obs. de la Red.) hace entrar en sus arcas anualmente por rubro "tabaco" de Imotski 4 mil millones de dinares viejos. Además, como ya he dicho, 8.000 obreros de Imotski están trabajando en los países de moneda convertible. Esos obreros envían a sus familiares el dinero por conducto de las llamadas asignaciones internacionales de divisas. Nuestro sistema sobre aquellas se halla organizado de tal manera que los bancos pagan a los interesados de acuerdo al precio del mercadp nacional interno. Los especialistas dicen que nuestros obreros en el exterior giran anualmente alrededor de 150 millones de dólares. De esta suma corresponden 12 millones de dólares a las remesas de los obreros de Imotski. Nuestros especialistas han dicho públicamente que los bancos pagaban 1,750 dinares viejos por dólar. Con ésta operación de retención es evidente que los bancos están ganando 500 dinares por dólar. Multiplicando 500 por 12 millones llegamos a la gruesa suma de 6 mil millones de viejos dinares. Dicho en términos populares, el banco ha ganado a costa de 8.000 obreros de Imotski un bocado muy suculento. Si ahora agregamos el importe obtenido por el tabaco, la suma alcanza entonces proporciones fantásticas para la gente de Imotski. Así es, en efecto, si tenemos presente que la Federación (el centralismo de Belgrado. — Obs. de la Redac.) ha percibido en un año 10 mil millones de dinares viejos de una de las más pobres comunas en Yugoeslavia. He leído también que la comunidad (se entiende política yugoeslava. —Obs. de la Redac.) desde la terminación de la guerra hasta hoy, ha invertido en el desarrollo de Imotski sólo 2 mil millones de dinares viejos. Tenemos un acueducto solamente ,en la propia localidad y carecemos de carreteras asfálticas para unirnos con el resto del mundo, mientras gran número de nuestros alumnos no terminan su "Osmoljetka" (escuela primaria de 8 años) porque faltan las condiciones necesarias'".

Después de haber revelado estos datos muy elocuentes de por sí, el Dr. Tandara agregó: "Si esto no es explotación, ni tampoco un sistema de neocolonialismo, ¿qué es entonces?"

(Traducido de Croatian Voice (Hrvatski Glas), Canadá, del 21 de enero de 1970).


 

Notas y comentarios

LA INSEGURIDAD DE LA POLITICA NACIONAL EN BOSNIA Y HERZEGOVINA

Mientras en Eslovenia va en aumento el descontento popular con Yugoeslavia como Estado y se agudiza la crisis yugoeslavo-búlgara en torno al problema macedonio, en Bosnia y Herzegovina crece la inquietud por los problemas básicos político-estatales todavía pendientes. Sabre las tensiones políticas derivadas del problema nacional se publicó en Sarajevo, a mediados de diciembre de 1969, un informe acerca de Ias deliberaciones que mantuvo el Comité Central de la Liga Comunista de Bosnia y Herzegovina los días 13. de noviembre y 11 de diciembre de 1969. De dicho informe trasciende una gran preocupación de los dirigentes partidarios a causa de los antagonismos nacionales debido a las influencias croatas y servias. Refleja también la inestabilidad de la situación política interna en Yugoeslavia al mismo tiempo que los generales servios hacen actos demostrativos en las partes occidentales del país y los servicios centrales de seguridad están suprimiendo la magra libertad de prensa, amordazando a los intelectuales y reimplantando el clima del terror y la inseguridad. Del informe referido cabe colegir que el expansionismo servio apunta actualmente a Bosnia y las regiones allende el río Sava.

Tras "condenar la difusión de la intolerancia nacional" en Bosnia y Herzegovina, el documento del Comité Central de la Liga Comunista de esas dos regiones subraya (Vjesnik, 15/XII/1969, Zagreb): "Ultimamente resurge en forma pública y alarmante las viejas ideas y pretensiones en relación con Bosnia y Herzegovina. Por ejemplo, los círculos nacionalistas en Servia arguyen que, al haberse perdido Macedonia y Kosovo, es preciso luchar «para no desprenderse igualmente de Bosnia que es .servia, y debe ser conquistada no sólo desde el río Drina sino también desde el Sava». Por otra parte, los grupos nacionalistas en Croacia cuentan, últimamente, con expertos para los problemas de Bosnia y Herzegovina, Estos se «preocupan» por el nivel de estudios, por la suerte de la «Bosnia croata» y «por los musulmanes croatas». Del mismo modo que en el •pasado, hallan apoyo en los círculos reaccionarios, en los nacionalistas y en los restos de «enemigos de clase» en Bosnia y Herzegovina. Hay intentos encaminados a tergiversar el sentido de nuestra lucha en contra del nacionalismo y el chovinismo servio, croata, musulmán u otros en favor de la constitución de la república federal de Bosnia y Herzegovina como una comunidad de pueblos iguales, cual si esta lucha fuera dirigida contra otra república y contra la unidad de Yugoeslavia. El Comité Central condenó enérgicamente también otros fenómenos dogmáticos y burocrático-etatista acusándolos de favorecer a Ranković y al Informburó.

"El Comité Central de Bosnia y Herzegovina recalca que las fuentes del nacionalismo se hallan en la contradicción de nuestro propio desarrollo, en las actividades de los restos del enemigo de clase y en los fenómenos nacionalistas en otras repúblicas que repercuten en nuestra realidad. Por ello el Comité Central considera que la Liga Comunista y otras fuerzas progresistas deben ineludiblemente emprender una acción ideológico-política sistemática para combatir esos fenómenos del nacionalismo y del chovinismo, así como el de sus agentes.

"Puesto que algunos opinan que Ias relaciones de nacionalidades en Bosnia y Herzegovina son complejas, presuntamente debido al problema pendiente del carácter nacional de la población musulmana, cabe destacar también en esta oportunidad que la Liga Comunista y los pueblos de aquella república borran del orden del día ese problema en la forma siguiente: mediante la constitución y los documentos expedidos por la Liga Comunista u otras organizaciones políticas de la república. En los informes anteriores del Comité Central de la Liga Comunista se dijo al respecta: «La práctica demostró lo nocivas que resultan las distintas formas de presión insistente del período precedente para que los musulmanes se definiesen nacionalmente como servios o como croatas, respectivamente, pues como quedó patente anteriormente y la práctica socialista lo corrobora, los musulmanes constituyen un pueblo a parte".

Este informe oficial reconoce, pues, que los servios ejercen gran presión tendiente a liquidar a la actual república de Bosnia y Herzegovina, anexarla a, Servia y convertir a los musulmanes en una minoría aislada. Analicemos brevemente ambos fenómenos.

Al subrayar la actitud "de los elementos nacionalistas de Servia", quienes, al perder Macedonia y Kosovo, "luchan por Bosnia, que no debe perderse, porque Bosnia es servia", y al relacionar esa política agresiva con "los fenómenos dogmáticos, burocrático etatistas, favorables a Ranković e Informburó", los dirigentes comunistas en Bosnia y Herzegovina advierten a la opinión pública que esos elementos quieren liquidar a esa república. En los planes granservios no figuran ya Macedonia y Kosovo y la expansión apunta ahora al oeste, hacia Dalmacia, Lika e Istria, a través de Bosnia y Herzegovina. Los círculos granservios reconocen así que en su opinión aquella república es de carácter transitorio y que "siendo comarca servia" debe ser anexada a Servia. Eso constituye hoy un serio peligro ,para Bosnia y Herzegovina, mientras que sobre la república de Croacia se cierne una amenaza similar. Los dirigentes comunistas de Bosnia y Herzegovina no podrán salvaguardar a su república si siguen insistiendo en la política actual que significa dar la primacía a la llamada federación, y subordinar a Bosnia y Herzegovina al centralismo granservio. Admiten que actualmente corre peligro el pequeño margen de libertad del que su república disfruta. La salida es una sola: la revisión a fondo de las relaciones no sólo en ésta sino en las demás repúblicas mediante la transferencia de la soberanía estatal del Estado central a cada una de las repúblicas. Esa revisión puede lograrse mediante acuerdos y en colaboración can las demás repúblicas amenazadas, así como con los representantes de Servia. Atacando a los croatas y a la república de Croacia, los dirigentes comunistas de Bosnia y Herzegovina agravan no sólo la posición croata, de por sí débil, sino su propia posición. Con una acción mancomunada de los musulmanes croatas y servios de Bosnia y Herzegovina para la protecciún de su tierra y la mayor independización de los poderes centrales en la administración, la economía, el ejército y la vida cultural puede crearse una base sólida para el ulterior desarrollo político.

Intimamente ligada a ello se haya también la fuerza política de la población musulmana, calificada como pueblo o como comunidad religiosa, que se siente croata o servia o nacionalmente indefinida. En las circunstancias políticas actuales, los musulmanes son declarados oficialmente como pueblo y se los enfrenta con la población croata y servia. Con ello, quedaron aislados y constituyen una minoría sin perspectiva de realizar su voluntad política. Por un lado la política servia aspira a dominar en Bosnia y Herzegovina y anexarlas a Servia, y por el otro, la política, inspirada por Belgrado, tiende a difamar e imposibilitar la colaboración de los católicos y musulmanes que en esta república constituyen la mayoría. Una solución realista, favorable tanto a Bosnia y Herzegovina como a sus vecinos, consiste en el pleno reconocimiento del derecho de los musulmanes de Bosnia y Herzegovina a decidir por sí mismos la cuestión de su nacionalidad, libres de ingerencias y presiones por parte del aparato centralista federal. El reconocimiento de ese derecho debe coincidir con la transferencia de la soberanía estatal de la federación a las repúblicas respectivas, que más tarde, arreglarán libremente sus relaciones sea en un marco federal, confederal o como unidades estatales separadas.

Tales soluciones se imponen hoy en vista de la aguda crisis estatal de Yugoeslavia, causada desde dentro y desde fuera. Esos problemas no pueden resolverse can los actos provocativos de los generales servios y mediante el recrudecido terror de los servicios de seguridad estatal. Por el contrario, todo eso aumenta una tensión, susceptible de desembocar en nuevas explosiones y catástrofes.

Suiza, 1970.

 

 


EL Dr. ANTE STARČEVIĆ EN LAS RECIENTES PUBLICACIONES FRANCESAS

Con motivo del atentado perpetrado el 18 de febrero de 1968 contra la embajada yugoeslava en París, el hebdomadario parisiense de tendencia izquierdista Le Nouvel Observateur, en su número 172 del 28/2 - 5/3 1968, publicó el artículo de Francois Caviglioli, colaborador permanente de la rubrica "Notre Epoque", titulado: Les Oustaschi du boulevard Delessert, y con el subtítulo: "L'attentat contre l'ambassade de Yougoslavie a fait un mort et 19 blessés. Est il fait des extrémistes qui ont pour slogan «Dieu au Ciel, les Croates sur terre»?"

A partir del tercer renglón del mencionado artículo de Caviglioli leemos: "Un jour d'avril 1895, Ante Starcevitch sort du ministère de l'intérieur, à Vienne. Sous son bras, un dessier: l'Austriche-Hongrie promet l'indépendance à Croatie et mise sur les Croates pour mater les Serbes. Ante Starceyitch est un avocat de Zagreb. Les Austrichiens l'ont choisi pour gagner ses compatriotes à la nouvelle idée impériales. Ante Starcevitch va devenir le théoricien du nationalisme croate, de la supériorité du peuple croate sur les Serbes, les Bosniaques, les Slovènes — «Dieu au ciel, les Croates sur terre». Ce será le slogan des extrémistes croates". A continuación el autor destaca que entre los primeros escritos de Starčević y el 18 de febrero de 1968 corrió mucha sangre y hubo numerosas intervenciones extranjeras y de servicios secretos en los complicados asuntos balcánicos; hoy en día Croacia tiene su lugar, su autonomía política y económica en la federación yugoeslava. No hay ya nacionalistas croatas en Croacia, pero sí los hay en Alemania, Italia, Francia, Sud Africa, Estados Unidos, etc. En forma de una conversación con un imaginario fray Ljubo, ex franciscano, enumera el señor Caviglioli, una tras otra, sus creaciones fantásticas con el único fin de demostrar las supuestas consecuencias desastrosas de la doctrina política de Starčević no sólo en la actualidad, sino también durante la segunda guerra mundial. El mismo fray Ljubo "...est tellment angélique qu' on se demande comment il a pu tuer une cinquantaine d'enfants serbes, à Dvor-M-Uni, pendant l'étè de 1941". Ante Pavelić es el hombre para quien sus cocineros preparaban la pasta de ojos humanos; el duque de Spoleto distribuyó títulos y jubilaciones, mientras Croacia permanece un país pobre y sometido a un régimen y estructura tribales.

Estos son, sintéticamente, los ejemplos que sacamos del artículo de Caviglioli, publicado a cinco columnas y con dos fotografías (una, del atentado de Marsella y otra de Ante Pavelić, en cama, después del atentado perpetrado contra él en Buenos Aires, con la siguiente leyenda: "Ante Pavelic A Madrid (1959) — Des pâtés d'yeux humains").

El señor F. Caviglioli, probablemente, se ruborizaría si supiera que Ante Starčević, en 1895, tenía ya 72 años, que estaba enfermo, que el 26 de julio de 1895 hizo su testamento y el 28 de febrero de 1896 murió en Zagreb; que nunca fue abogado sino que trabajó en varios estudios jurídicos; que jamás recibió servicio alguno por parte de la corte imperial y que fue uno de sus adversarios más exarcebados, algo menos indispuesto hacia Hungría, pero tanto más inconciliable con la idea y la realidad del Compromiso húngaro-croata del 1868; que asimismo fue adversario de los servios, a quienes no consideraba como un pueblo aparte, sino como un elemento integrante del pueblo croata; con la ayuda de aquéllos el ban Khuen-Hedervary, impuesto al pueblo croata por Viena a propuesta de Budapest, gobernó a Croacia durante 20 años a fin de "pacificarla" (desde 1883 a 1903).

Starčević es el fundador del Partido croata del Derecho, organizado en 1861. Sus partidarios quisieron tratar directamente con el emperador sin tomar en consideración ni a Austria ni a Hungría. De allí el slogan "Dios y los croatas", lo que debería traducirse en francés: "Dieu et les Croates", con el significado real de que en Croacia no deberían gobernar ni Viena ni Budapest, ni alemanes ni húngaros, sino sólo Dios y los croatas.

La sorpresa de Caviglioli sería todavía más grande si, por un milagro, pudiera saber que justamente Ante Starčević fue quizás el más grande devoto del pueblo francés en toda Austro-Hungría. Basta citar solamente lo que dijo en el periódico Sloboda (Libertad) el 25 de junio de 1879 en un artículo titulado: "Príncipe Luis Napoleón" (se trata del príncipe Eugène Louis Jean-Joseph, hijo único de Napoleón III, quien pereció en Sud Africa). Allí Starčevič dijo: "Nos conmueve la muerte de Luis Napoleón no porque se trate de un pretendiente francés, sino porque, con él, la causa noble perdió a su protector. Hubiera subido o no al trono, con su sólo e insistente empeño de tratar de convertirse en un digno heredero de las tradiciones de su familia, se habría hecho ya merecedor de ello en la lucha por la libertad del pueblo. Tales tradiciones están contenidas en una de las ideas más saludables para el pueblo que conoce la historia. Idea que, por ser consustancial con la misma naturaleza humana, persistirá en la vida de los siglos venideros: la idea de la nacionalidad. Lo que está unido por la naturaleza de su origen, por el mismo idioma y las costumbres, por los propios interesas, debe fundirse en una unidad estatal; y, si su pasado no es común, debe serlo su futuro. Entre los textos que dictó al conde Las Casas en la isla Santa Helena, es fácil colegir qué grandes planes abrigaba, en este sentido, Napoleón I. Y así como éste quiso liberar y unificar a los pueblos —el croata y el polaco— así su sobrino ayudó a liberar y unir a Italia. Nosotros los croatas de aquel miserable (es decir de los Habsburgo — Obs. del autor de estas líneas) que debe agradecernos a nosotros su misma existencia no encontramos otra salvación —desunidos, desnacionalizados, envenenados— que en aquella idea napoleónica. Y esa no es otra que la del Partido del Derecho (croata). (Ver: Dr. Blaž Jurišič, Ante Starčević — Escritos seleccionados, Zagreb, 1943, pág. 532).

Si el señor Caviglioli conociera algo de la historia política croata sobre la que escribe, debería declinar enérgicamente sugestiones según las cuales Starčević estaría ligado con los acontecimientos de la última contienda mundial, no sólo con los que acaecieron, sino especialmente con los que no han sucedido y que Caviglioli toma por consumados. La leyenda negra se convierte siempre con tiempo en más negra y, cuando no se le puede añadir ya nada más, uno se pregunta con asombro "¿Sabemos que Curzio Malaparte escribió acerca del «canasto de ojos humanos encima del escritorio de Ante Pavelič», pero ¿quién inventó aquello de los cocineros que prepararían el pasta de ojos para Pavelić? ¿Podría decirnos el señor Caviglioli de dónde extrajo este dato tan precioso?"

Quizás el señor Caviglioli no tenga tanta culpa de su posición y su visión de la personalidad de Ante Starčević. Probablemente leyó la publicación parisiense L'Histoire Pour Tous que, en su número 15 del 15 de julio de 1961, publicó el artículo de Jo Franchal, Terreur sur les Balkans — Trois générations de conspirateurs. Entre obraá mentiras históricas escribió también aquel señor la siguiente: "L'agitateur croate Starcevitch fonda un groupe terroriste, le Parti du Droit, dont le programme ne visait rien de moins qu'à créer un vaste Etat Croate englobant taus les territoires situés entre l'Allemagne et la Grèce. Le caractère outrancier de cette doctrine ne lui attira pas un grand nombre de partisans, mais ceux qu'il rallia étaient tous de fanatiques qui n'hésitaient pas à utiliser la bombe et le poignard pour propager leur idéss". Si el señor Franchal se enterara casualmente de que la mayoría de los autores de la creación de Yugoeslavia antes de 1918 surgió de las filas del Partido del Derecho (Frano Supilo, Ante Trumbič, Ante Pavelič [el dentista], para mencionar sólo algunos de ellos y conocidos fuera de loa límites de Croacia) es posible que él mismo revocaría su oración: "l'agitateur croate Starcevitch fonda un grope terroriste, le Parti du Droit..." y las demás, o las cambiaría fundamentalmente, o las omitiría. Así, por ejemplo, el mencionado señor debería saber algo sobre el conflicto idiomático entre los croatas y los servios que estalló en la mitad del siglo pasado y que cristalizó en la idea gran-servia de- Vuk Karadjic y la gran-croata de Ante Starčevič, negándose recíprocamente uno y otro no sólo a reconocer el idioma propio sino también la misma existencia nacional, mientras algunos croatas rechazaban, incluso, su nombre de croatas, denominándose ilirios y yugoeslavos per el amor de concordia con los servios inmigrados en tierras croatas durante las invasiones otomanas, quienes rechazaron ambos apelativos, ateniéndose firmemente a su nombre servio. Si Franchal conociese sólo este hecho, podría probablemente entender la formulación de Starčević "la raza eslavo-servia" con la que no pensó en primer término caracterizar a los servios, sino también a los croatas, y en particular a aquellos que renunciaron a su nombre croata. De acuerdo con la opinión de Starčević, todos los pueblos tienen a sus "eslavoservios", porque este concepto lo formó de las palabras "sclavus" y servus", que contienen en sí mismo el significado, de la doble servidumbre. El propio Starčević describe a los "eslavo-servios" de la siguiente manera Quiénes son los eslavoservios? Quien conoce a Austria, debería conocer también a los eslavoservios, las criaturas que aceptan defenderla. Quien conoce a los eslavoservios, debería conocer igualmente a Austria, detrás de cuyo gobierno se hallan ellos. Los eslavoservios son la basura de un pueblo, una especie de hombres que se venden a quienquiera y por el precio que quiera, y que a cada comprador le ofrecen Croacia; una especie de gente que cualquiera puede comprar, si no se consigue más, por un plato de lenteja: gente por la cual, a quien pertenece, representaría una vergüenza menos para Austria y los gobiernos malos, semejantes. Una especie de hombres a quienes, aun entre los más destacados, sólo reservaría un gobierno honesto la tarea de limpiar las pipas; gente que está por su propia naturaleza contra todo lo bueno, célebre, majestuoso y que parecerían haber jurado borrar de la superficie de la tierra al pueblo croata, hallándose empeñados en este propósito. Estos hombres eslavoservios, estas fuerzas están trabajando en Croacia para Austria". (B. Jurišić, Op. cit., pág. 535).

Repitiendo una vez más las calumnias desde el período de la segunda guerra mundial, Franchal acota que Starčević había fijado ya los objetivos de los, ustachas, es decir "exterminar a los servias" a quienes consideraba "une race mûre ¡pour la hache".

Tenemos la impresión de que alguien, de manera sumamente descarada, engaña al periodismo histórico francés. Hemos dicho ya que Starčević no pudo predicar la exterminación de los servios porque los consideraba parte integrante del pueblo croata. En este sentido no coincidían con él incluso sus partidarios, mientras él mismo, por su parte, decía que resultaba imposible obligar a nadie a ser lo que no desee ser. La mencionada frase se halla en un contexto completamente diferente, y con un sentido completamente diferente. La hallamos en su disertación ¡Al eslavismo o al croatismo? (Zagreb, 1867). En ella Starčević toma la posición ante la idea de paneslavismo, considerándola perniciosa para Croacia, y dando las razones al respecto. El Dr. Mile Starčević, uno de sus parientes, dijo lo siguiente acerca de la concepción paneslava de Starčević: "Si alguien, a pesar de todos los hechos que él opone al paneslavismo, está soñando con la hermandad eslava y su unión, ése "está maduro para el manicomio o el hacha". Y no hay que olvidar que, en aquella época, cuando Starčević escribió tal frase, fueron los croatas quienes defendían y soñaban más con la idea paneslava que los servios en Croacia.

Por medio de una carta del 13 de noviembre de 1961 pusimos en conocimiento del señor Alain Decaux, director de la revista L'histoire Pour Tous de algunas aberraciones, del señor Jo Franchal, solicitándole que nos indicase las fuentes de las cuales extrajo el autor del artículo dichas afirmaciones. "De ne pouvoir nous les citer —dijimos en tal oportunidad— nous ne pourrons que conclure que sa propre imagination en a fait lés frais", creyendo que el autor, ignorando el asunto, había confundido las personas y las épocas, como pudo verse bien por nuestra carta.

Los señores Decaux y Franchal tuvieron que poseer una razón especial para no contestar a nuestras observaciones. Posiblemente, tenían plena confianza en la persona cuyas obras e informaciones le sirvieron de fuente al autor del mencionado artículo. Quizás, no estaríamos lejos de la verdad, si supusiéramos que el autor intelectual de esta denigrante calumnia acerca de la personalidad de Ante Staréevié fuera el profesor de la Universidad de Belgrado —Víctor Novak— colaborador del periódico Medjunarodna Politika (Política Internacional), mediante el cual Belgrado propaga en varios idiomas "informes" anticroatas en todos los campos de las ciencias sociales.

Así, por ejemplo, el profesor Novak en su reciente obra Vuk i Hrvati (una edición especial de la Academia Servia de Ciencias y Artes, Belgrado 1967, pág. 645) en las páginas 307/8 dice: "El amor inspiraba al joven Starčević, el odio engendró al enemigo del yugoeslavismo y eslavismo, al destructor -de la hermandad y la unidad de los servios y los croatas. Toda su ulterior y consecuente actividad contra Austria, no disminuirá, desgraciadamente, la grave responsabilidad que recae sobre él como personalidad histórica y a pesar de las glorificaciones idolátricas después de su muerte, cuando su ideología, bajo la forma de un franquismo (*) se reduce a la monstruosidad que podemos encontrar únicamente en una interpretación de la ideología de Starčević inspirada por una clase de paroxismo más horrendo; de una ideología de carácter sacral y de una fuerza aniquiladora de todo cuanto se le oponía con anterioridad —en la interpretación hecha durante el tiempo de la victoria «del padre de la Patria», Ante Starčević, es decir, durante la aparición fatal del Estado independiente de Croacia. La ideología de Starčević necesitaba justamente 20 años para manifestarse en tremendas orgías y cosechar innumerables víctimas, ensangrentadas y martirizadas, doquier el yugoeslavismo y el servismo quisieron prolongar su vida".

Basta un análisis sintáctico de este texto para ver que el profesor de Belgrado fue guiado más por el odio que por la razón, como suele serlo siempre en sus escritos cuando se trata, por ejemplo, de Stepinac, del Vaticano, del Estado Independiente de Croacia, etc. desde 1952 en adelante. No hay lugar para la duda de que Movimiento ustaschi ha retomado la idea de la independencia estatal de Croacia de la idealogia de Starčević, pero una vez conseguida esta independencia, resulta claro que dentro de su poder no pudo darse cabida al yugoeslavismo ni al servismo en el sentido en que lo entienden el Prof. Novak y Ios hegemonistas servios: el yugoeslavismo y el servismo como adversarios inconciliables de la independencia de Croacia. Acusar a Starčević por las atrocidades cometidas en el conflicto entre el yugoeslavismo y el servismo ¡por un lado, que trataron de someter al pueblo croata a la dominación servia de Belgrado, y las formaciones legales y legitimas de las fuerzas armadas croatas, por otro, no es una acusación justa ni justificada desde ningún punto de vista y menos todavía digna de un profesor universitario. Starčević defendió el derecho de la autodeterminación del pueblo croata, fundándolo en su propia historia y de acuerdo a la nueva ideologia de nacionalidades. Nadie puede eslabonar su ideología y su personalidad con los hechos acaecidos en una época contraria al espíritu liberal y humanitario de Starčević. El Prof. Blaž Jurišić dice al respecto: "El principio actual de conducción y de los sistemas autoritarios no estarían en acuerdo con su gusto; en este sentido él no podría ser considerado como moderno".

Creemos, en consecuencia, que una parte de los medios de comunicación cultural de Francia poco o nada sirve al renombre francés. La barbarie bálcanica que se está infiltrando allí desde Belgrado es digna de desprecio por parte de todos los hombres de buena voluntad y del espíritu orientado hacia la verdad, y la objetividad histórica. Lamentamos que estas contaminaciones balcánicas de mentira produzcan un efecto tan nocivo para esa verdad y objetividad históricas justamente por intermedio de ciertas publicaciones francesas. Para el ser racional —que es el hombre—no hay pecado más vergonzoso que el cometido contra la verdad.

MILAN BLAŽEKOVIČ

Cronicas y noticias

IN MEMORIAM DEL PROF. JOHAN WILHELM MANNHARDT

El 10 de setiembre de 1969 falleció en Freiburg im Breisgau el profesor Dr. D. Johann Wilhelm Mannhardt, a la edad de 86 años. El profesor Mannhardt dedicó toda su vida a la etnografía, la preservación de grupos étnicos y la comprensión mutua de los pueblos, como también al problema de la relación armónica entre el pueblo y el Estado.

Para llenar tal finalidad realizó varios viajes por todo el mundo. En ocasión del efectuado por América del Sud —especialmente invitado por el Instituto Croata Latinoamericano de Cultura pronunció una conferencia en el Club Cultural Croata-Argentino el 11 de setiembre de 1961, acerca del tema "Europa étnica y su órbita". A partir de esa fecha, el Instituto y la redacción de Studia Croatica mantuvieron relaciones con el profesor Mannhardt mediante el canje de esta revista con Europa Ethnica, de la cual era cofundador y coeditor, junto con Guy Héraud (Estrasburgo, Francia) del "Mouvement Fédéraliste Européen", Povl Skadegard (Dinamarca), actual secretario general de L'Union Fédéraliste des Communautés Ethniques Européenes" y el Dr. Theodor Veiter (Feldkirch y Viena, Austria).

Además de su colaboración en la fundación de "Südosteuropagesellschaft" (Sociedad de la Europa suroriental), el profesor Mannhardt era creador de una peculiar institución —Deutsche Burse zu Marburg— en la que la juventud de todas las regiones de Alemania y la de los grupos étnicos alemanes residentes en otros países europeos, convivían durante un semestre con sus profesores y educadores. Mediante "Ethos y Pathos" llegaban a formar una. comunidad nacional a pesar de las diferencias regionales de la educación, la religión, los conceptos políticos, los estudios y temperamentos. Esta comunidad pudo sobrevivir los tiempos más difíciles de la pre-guerra, de la guerra e, incluso, de la posguerra.

A los alumnos y colaboradores de la mencionada Institución se debe la publicación de artículos y discursos, en parte inéditos, del profesor Mannhardt en 1965, bajo el título Bausteine zur volkswissenschaft (Piedras fundamentales para la Etnografia), con motivo de su 80 aniversario, al que se adhirió también nuestro Instituto y la redacción de Studia Croatica.

¡Que estas líneas sirvan de testimonio y de recuerdo a la personalidad del Prof. Mannhard, infatigable luchador por el bien de los pueblos!

 


MIROSLAV KRLEŽA

El prestigioso diario de Buenos Aires La Nación en su Suplemento Literario de 26 de abril de 1970, que cuenta con la colaboración de los más destacados escritores europeos y sudamericanos, publica una nota sobre la descollante figura del escritor izquierdista croata Miroslav Krleža que a continuación transcribimos.

Señalamos que la letra Ž de su apellido debe pronunciarse como la "j" de Jean en francés o "g" de George en inglés.

Miroslav Krleža, nacido en Croacia en 1893, época en que esa región pertenecía al imperio austro-húngaro, se sitúa entre los primeros escritores yugoeslavos y se lo menciona como integrante de la tradición literaria de la Europa Central, en la que figuran también Rilke, Kafka, Musil, Severo Broch. La•traducción al francés de su libro No juego más (publicado por Ed. du Seuil), ha .renovado el interés por este escritor múltiple, novelista, poeta, dramaturgo y polemista. Su posición disidente le ha acarreado los conocidos calificativos de "desviacionista", "trotsquista", "pequeño burgués". No juego más fue publicada en 1938, cuando comenzaban las aberraciones del régimen de Stalin. El protagonista, heterodoxo y sacrílego, es un abogado, que pierde su, situación, su familia, sus bienes, y va a parar a diversas prisiones y, finalmente, a un instituto psiquiátrico. Ante el ataque de sus enemigos, el abogado en desgracia no se defiende, no sigue las leyes del juego, no les hace el juego a sus verdugos, no juega más El personaje anónimo de esta novela se asemeja al de El retorno de Felipe Latinoviez, el artista solitario que siente, ya en 1932, la "náusea" de la vida, de la que hablairá Sartre en una novela famosa, llamada precisamente La náusea. Krleža ha definido su posición con estas palabras: «Para poder cumplir su deber con honestidad, el escritor necesita ser en cierto sentido un disidente, incluso un derrotista, tanto con respecto del Estado y de las instituciones, como con respecto de la nación y las autoridades»".

 


LA RECIENTE EXPOSICION DE ZDRAVKO DUČMELIĆ (WILDENSTEIN, 27/4-10/5, 1970)

Como en ocasiones anteriores también la reciente exposición de los cuadros de este pintor croata atrajo la atención del público y de los círculos culturales de Buenos Aires.

Zdravko Ducmelic, nacido en Croacia, inició sus estudios de pintura en la Academia de Artes de Zagreb, los continuó en la Academia de Bellas Artes en Roma y les dio término en la Academia Real de San Fernando, en Madrid. Este talentoso pintor llegó así a la República Argentina como un artista ya hecho y con una técnica per-f eccionado. Por eso su primera exposición en Buenos Aires y en las demás grandes ciudades de la Argentina despertó interés por él como talentoso artista creativa.

La actividad pictórica de Ducmelic se inicia en los días de los tremendos torbellinos de la segunda guerra mundial llevando en sí durante primera fase creativa, las características esenciales de la pintura de aquella época y de una realidad muy dura. El artista no logra todavía liberarse de esas vivencias clavadas tempranamente y al comienzo de su carrera artística, en su mente sensible y creadora. Al escribir sobre la pintura de Z. Ducmelic, Julio E. Payró dice entre otras cosas: "Impresionaron sus primeras creaciones por un acento poéticó y desgarrador que no deja de ser característico de los artistas de la Europa Central envueltos en un incube de la guerra y, quien más, quien menos, tributarios del sombrio expresionismo germánico ejemplificado por las xilografías de Nolde, Kirchner, Rohlfs o Schmidt-Rottlutt".

Después de su llegada a la Argentina, las realizaciones artísticas de este pintor tan productivo, se caracterizan, fuera de los rasgos ya mencionados, por incursiones momentáneas en el campo de lo abstracto y un renovado retorno a la pintura figurativa. Es ésta una característica muy común entre la pintura contemporánea que apareció después de la segunda guerra mundial. En conflicto con la nueva realidad y el mundo, impulsado por el anhelo de expresar el espíritu del tiempo —un profundo drama espiritual que vive el hambre de nuestros días—, Ducmelic no reacciona con desesperaciones y protestas sino retirándose y amparándose en su solitaria e imaginaria realidad, una realidad un poco triste, empero fuertemente vivida y humana. Asimilando muchos elementos y posibilidades técnicas de su pintura anterior en sus nuevas producciones, Ducmelic no retrocede hacia el pasado. Sus recientes cuadros manifiestan su deseo de expresar aquella realidad reconstruida y modificada. Lo logra y da con ello un gran paso adelante. Siendo pintor y al mismo tiempo poeta* el espectador halla,en muchas telas de Ducmelic las vivencias, los estados y las tendencias anímicas de un mundo muy alejado, cerrado y difícilmente accesible. En forma inmaterial, el espacio representada y determinado por líneas y planos geométricos, y la figura del hombre, la mujer y el niño, colocados en ese espacio lleno de misticismo y de recuerdos, continúan siendo el tema de los cuadros de Ducmelic. El color, siempre limpio y fresco, destaca y acentúa el ambiente metafísico y místico de sus cuadros. Por ser fuerte y muy sensible, los cuadros recientemente expuestos por Ducmelic ofrecen un testimonio visible de la independencia y la libertad cada vez más amplias de su autor, sin concesiones a la norma o estilo.

Una vista panorámica de las opiniones sobre la última exposición de Z. Dučmelić, en el periodismo de Buenos Aires.

La Editorial Vertiente, Mendoza, acaba de publicar un lujoso álbum de recientes pinturas de Zdravko Ducmelic con 6 reproducciones a todo color y 15 en blanco y negro. A modo de prólogo figura un meduloso y sintético estudio del profesor Adolfo Ruiz Díaz sobre las distintas etapas que atravesó el pintor. Como dicho trabajo fue publicado como primicia en nuestra revista (ver Studia Croatica, año 1968, vol. 28-31, pp. 139-41 sería de más cualquier comentario. Por último, la monografía a la que nos referimos contiène una escueta nota biobibliográfica acerca del artista plástico croata, radicado en la República Argentina.

Desde 1965 Ducmelic es artista estable de la conocida Galería Wildenstein de Buenos Aires, donde expone periódicamente sus trabajos.

La última exposición de sus cuadros en dicha Galería (del 27 de abril al 10 de mayo de 1970) mereció juicios muy elogiosos de la prensa argentina, que en parte transcribimos a continuación :

El diario La Nación en su Suplemento Literario del 10/5/70 reprodujo su notable trabajo titulado "Cuerpos y espacios imaginarios".

El crítico artístico del diario La Prensa (9/5/70) dice entre otros conceptos:

"Al de por si muy vasto campo de la pintura se le agregaron en los últimos tiempos manifestaciones tan dudosas como para tornarlo más complejo, tanto como para obligarnos a preguntar, cuando se mencionaba a la pintura, de qué pintura se trataba. Es por esa causa que al referirnos en el título de este comentario a "pinturas" de Ducmelic consideramos necesario comenzar el análisis aclarando que este autor es pintor en el más hondo sentido del calificativo.

"Dumelic está en el pais desde hace 20 años; llegó desde Croacia, donde había nacido... Recordamos sus primeras muestras y recordamos la calidad de sus trabajos de entonces, en los que había tenido el ponderado buen gusto de evitar lo meramente panfletario al ref erirse a la guerra, tema que es lógico admitir que en esos momentos no pudiera soslayar.

"En la exposición de óleos y témperas que inauguró en la galería Wildenstein nos muestra un conjunto de obras que estimamos es lo mejor de su trayectoria; su capacidad artesanal ha llegado a un nivel excelente, y la comunicación que obtiene en sus imágenes es emocionante. Con respecto a su artesanía estimamos conveniente señalarle que ha llegado a un punto que no le conviene exceder".

El crítico del rotativo vespertino de Buenos Aires, La Razón, se expresa:

"...Pero la soledad y la angustia que pinta Ducmelic están cargadas de espiritualidad, de una fe y una esperanza que en vez de angustiarnos realizan en el contemplador el doble proceso de vaciarle el alma y de apoderarse de ese espacio con su tiempo. Por otra parte se impone hablar de la técnica del artista, que se evidencia perfecta pero no se hace notar; no hay ostentación de virtuosismo; es más, se solaza en ocultar la sabiduría de un pintor maduro, que domina el instrumento con que se expresa, y tiene la suficiente dosis de humildad e inteligencia para que la materia no. silencie las voces del espíritu. La muestra que está realizando en Wildenstein es una acabada demostración de un artista quo, seguro de su verdad, la pone de manifiesto sin grandes aspavientos, como quien conversa de las cosas metafísicas que le suceden todos los días en su provincia".

El semanario Confirmado (del 6 al 12 de mayo de 7970, p. 59) titula su. comentario "El huésped del secreto" y dice:

"Hay una estirpe secreta, más allá de las fáciles individualizaciones, de habitantes alucinados del misterio, alquimistas sin sueño, obsesidos viajeros de las raíces más recónditas del tiempo, de los nombres, de las claves, de la materia, habituales camaradas, en fin, de los costados de adentro de la realidad, visible o invisible. A ella pertenece Zdravko Ducmelic, como los cabalistas, como lord Dunsany, como Lovercraft, para nombrar sólo algunos cofrades de la desterrada legión. Y la exposición que el pintor croata, radicado en la Argentina desde hace muchos años, está realizando en Wildenstein reivindica para él esa filiación siempre dramática.

"Su muestra actual es, indudablemente, la más reveladora de todas las que, en los últimos quince años, ha realizado en el medio local, la que mejor define el sentido último de su experiencia... En ocasión de su exposición en la misma sala, de mayo de 1968, decíamos: «Desde que llegó al país su obra se mostró pictóricamente seria, densa. Pero acaso se le imponía una anécdota que había vivido demasiado de cerca como protagonista, perturbándolo. Justificaba la referencia su obra anterior, dramática, agresiva, enjuiciante, desesperada, sombría, envuelta en el clima de la tragedia europea que acababa de vivir. Pero después parecería que Ducmelic hubiera invertido la dirección de su 'mecanismo expresivo: si antes lo obsesionaban las referencias al mundo exterior, el choque con la realidad circundante, la tragedia que estaba viviendo la humanidad, la angustia por encontrar una salida, lo fueron poseyendo otros elementos. No ya de afuera hacia adentro, sino de adentro hacia afuera.

"Extremando ese proceso, Ducmelic ha llegado a esta pintura suya de ahora. Desdeña el documento exasperado, margina las referencias de un tiempo y un espacio inmediatos, desciende a regiones donde actúa exclusivamente la memoria total, donde lo que ha sido y lo que será se confunden en una misma y reveladora forma de manif estarse.

"Lo importante es que en la pintura de Ducmelic no hay artificio, no hay fáciles ni previsibles abracadabras literatoides. El color, la forma, la materia, no son los sirvientes de una simbologia que por su carácter concita epidérmicamente a la imaginación y a la fantasía. Son partes indivisibles de la realidad que revelan, están hechas de su misma esencia. Y si inquietan como lo hacen, si sobrecogen a veces con la índole extraña de su silencio o de su luz, si provocan tanto vértigo sus desiertos o sus espacios vacíos —su azul es ciertamente infinito— es porque todo ese material no está hecho, sino es, aunque para comprobarlo haya que comprometerse con todo ese riesgo. Actitud a la que es difícil sustraerse, como a la poderosa tentación de sus abismos".

El semanario Periscopio (Buenos Aires, mayo 5, 1970, pp. 58-59) entrevista al artista y vierte juicios conceptuosos sobre sus obras. Ducmelic confiesa al crítico :

"Odio los parangones, las comparaciones, el juego erudito de los parecidos, por que así se borra lo que creo esencial: el misticismo, una especie de ingenuidad ela, borada".

"Obviamente, Ducmelic no es un artista cuya obra goce de la comprensión popular. (Ni siquiera el tamaño me podría ayudar», sonríe. Es que sus telas van disminuyendo de superficie con los años, y sus dimensiones se adentran más y más en cada composición. «La guerra, la represión, la violencia, la destrucción siempre existirán. Mi pintura más que rebeldía viene a ser una resignación».

"Un detalle curioso, que subraya aún la presencia de las despojadas telas que penden de las paredes de la Galería Wildenstein: la reaparición de Ducmelic, un sombrío pacifista, sacerdote de la resignación, se produce en un regresivo instante de la humanidad. Su desesperanzado mensaje se inserta fácilmente en una situación en que, sin signos aparentes que lo produzcan, el hombre se repliega, recurre a símbolos negativos, como si estuviese invadido por su ancestral temor a Dios'.

 


MICRONOTICIERO

Francisco J. Orlich, ex presidente de Costa Rica desde 1962 a 1966 (y fallecido el 29/10/1969), era de origen croata. La revista "Studia Croatica" y el Instituto Croata-latinoamericano de Cultura, así como otras organizaciones croatas en la Argentina mantenían con el desaparecido presidente contactos personales y por correspondencia. Su muerte representa gran pérdida no sólo para su patria, Costa Rica, sino también para la "patria de sus ascendientes", como llamó él, personalmente, a Croacia en una carta dirigida a nuestro Instituto.

El Dr. Franjo (Francisco) Pušković, médico ginecólogo croata, residente en la ciudad de Paraná, República Argentina, presenció en los meses marzo y abril del año en curso a tres congresos médicos internacionales. Pasando por la República de Costa Rica, depositó una ofrenda floral sabre la tumba del recién desaparecido Don Francisco Orlich y pronunció una conferencia sabre: "Tratamiento de las Ginecopatías Brucelares" ante los participantes del VI Congreso Centroamericano, dedicado a Ginecologia y Obstetricia. De ahí el Dr. Pušković se dirigió a Nueva York, donde presentó al VI Congreso Mundial de Ginecdagía y Obstetricia dos de sus trabajos: "Incidencias de Tricomoníasis, Monilíasis y Gonococcia en Calla:, — Cervicopatías basadas en 1200 casos del Servicio de Ginecología del Hospital San Martín" en Paraná, como también: "Brucelosis en Ginecopatías".

El Dr. Stjepan Cvitkovic es el médico más joven en la Argentina. Se recibió el 6 de diciembre de 1969 en la Universidad de Buenos Aires a los 19 años. El periodismo y la televisión locales dedicaron digna atención a este talentoso joven, cuyos padres llegaxón a la República Argentina después de la última guerra mundial. De acuerdo a las declaraciones del joven profesional, se dedicará al estudio de la cancerología. Anotamos este éxito croata, deseando que los propósitos científicos del talentoso joven alcancen grandes objetivos, de acuerdo con sus antecedentes intelectuales.

El prof. Dr. Fran Bosnjakovic, ex rector de la Universidad croata de Zagreb, uno de los especialistas más destacados en el campo de la termodinámica, ha recibido el 26 de febrero de 1970, junto con el científico francés A. Mondiez, la medalla de oro, distinción del gobierno francés instituida para premiar los trabajos científicos en el campo del calor. Con tal motivo, el Dr. Bosnjakovic fue agasajado por varias entidades científicas europeas. Con anterioridad había ya recibido una distinción semejante por parte de la Asociación de Ingenieros Alemanes, puesto que fue allí, en Alemania donde se desempeñó como profesor de termodinámica en la Universidad de Stuttgart. Sus trabajos científicos abarcan todos los campos de esa especialidad, como ser la gasificación de combustibles sólidos, de la materia plasmática, etc. El Dr. Bosnjakovic sigue siendo profesor honorario de la Universidad de Zagreb, Croacia.

La Facultad de Teologia de Zagreb, con motivo de celebrar el 300 aniversario de su existencia, que es al mismo tiempo el primer núcleo de la Universidad croata, ha distinguido el 12 de marzo de 1970 a siete destacados teólogos y filósofos con el título de doctor honoris causa. Los distinguidos son los siguientes: el Dr. Franz König, arzobispo y cardenal de Viena; el Dr. Franjo Kuharic, ordinario de la Arquidiócesis de Zagreb, cuya sede sigue vacante después de la nominación del cardenal Franjo Seper como jefe de la actual Congregación para la doctrina de la Fe; el Dr. fray Carlos Balić, profesor del Antonianum y de la Universidad de Letrán en Roma como también presidente de la Academia Mariana Internacional; el prof. Dr. Wilhelm Keilbach, oriundo de Croacia, ex decano de la Facultad de Teologia de Zagreb y actual profesor en la Universidad de Munich y presidente de la Sociedad Internacional para la Psicología de la Religión; el Dr. Ivan Ostojic, profesor de teología en Split; el Dr. Mijo Skvorc, jesuita y uno de los más destacados predicadores en Croacia, y el padre Antonio Zaninović, dominico y director de la Biblioteca dominicana en Dubrovnik.

La Universidad de Zagreb, cuyo núcleo original fue la Facultad de Teología, ahora separada de la misma por "no ser la teología una disciplina científica", como lo afirma el Dr. Ivan Supek, marxista y actual rector de la Universidad, ha distinguido también a diez renombrados científicos internacionales con el título de doctor honoris causa. Son los siguientes: Lev Andrejevic Arcimovic, profesor de Leningrado; Ernest Bloch, filósofo marxista; David Cuthberston, profesor escocés, especialista en nutrición; Giacomo Devoto, uno de los lingüistas más destacados de este siglo; Werner Heisenberg, premio Nobel, especialista en mecánica racional de los cuantos; Dorothy Crowfoot Hodgkin, premio Nobel y especialista en estructuras moleculares de las substancias biológicas activas; Román Jakobson, lingüista; György Lukács, destacado filósofo marxista húngaro; el prof. Nikolaus Pevsner, historiador de arte y arquitectura y prof. André Vaillant, eslavista francés. Y, para que los nuevos doctores se sintiesen bien, en la misma oportunidad un título idéntico fue conferido al mariscal Tito. Felicitaciones al nuevo doctor, a su promotor, profesor Dr. Vladimiro Brajkovic, especialista en derecho marítimo ¡si la memoria no nos falla!

El padre Tomo (Tomás) Markovic, ex profesor del gran colegio jesuita de Travnik, uno de los más conocidos folkloristas croatas, murió el 6 de febrero de 1970 en Caracas, Venezuela. Ha publicado una serie de artículos, dedicados al folklore croata. Se mostró particularmente activo dentro de la colectividad croata en Venezuela. R.I.P.

El Dr. Milovan Gavazzi, profesor de la Universidad croata de Zagreb, ha recibido en mayo pasado en Viena el "Premio Herder", de 10.000 marcos alemanes, instituido para galardonar a los hombres más merecedores por la afirmación y propagación de la cultura europea. Gavazzi es un conocido etnólogo de fama internacional. Colabora en revista científica de Berlín, Wiesbaden, Londres y Estocolmo. Sus obras más conocidas son: Reseña etnográfica de los croatas; Análisis Cultural de la Etnografia Croata; La Constitución Etnográfica de la aldea croata; La Suerte de la Vieja Herencia Eslava en la Vida de los Eslavos del Sur, etc.

Las autoridades comunistas yugoslavas han prohibido en el curso del año pasado la publicación de Hrvatski Knjizevni List - Gazeta Literaria Croata, periódico de la sociedad literaria TIN. Hasta fines del año pasado habían aparecido 18 números, conquistando simpatías y adhesiones entre los croatas en la Patria esclavizada como también de los exilados. A su director, Zlatko Tomicic, presidente de la mencionada sociedad TIN, las mismas autoridades le retiraron el pasaporte y prohibieron su salida al exterior. Este periódico era la única publicación que tenía en su título nombre croata. A pesar de los obstáculos de toda clase que se le ponían por parte del gobierno comunista, el periódico había acumulado más de 30.000 abonados. Así, Tito dio una prueba piás de su "liberalismo" y de "hermandad y unidad" de "sus" pueblos.

El señor Juan Rojnica, vicepresidente del Instituto Croata Latinoamericano de Cultura, Buenos Aires, ha pronunciado una conferencia en el Rotary Club de Olivos el día 19 de mayo del año en curso. En esta oportunidad Rojnica, hablando del caso cubano en presencia de los representantes cubanos en el exilio, y ante un distinguido público, expuso también los sufrimientos del pueblo croata bajo el régimen comunista yugoslavo, apelando a los rotarios del mundo entero y a los hombres amantes de la libertad para que ofreciesen su ayuda concreta en la lucha de los dos pueblos —el cubano y el croata— contra el comunismo, porque ya no bastan "palabras bonitas". También en el momento de despedirse de la República Argentina, los señores ing. Torrientes y el Dr. Martínez Márquez, cubanos, en el hotel City, el 22 del mismo mes, el señor Rojnica, invitado especial por los cubanos, tomó la palabra durante la cena, prometiendo su ayuda moral y material a los nuevos intentos de liberación cubanos. La prensa local ha prestado su atención a la presencia de los mencionados señores y a las palabras de nuestro compatriota Rojnica.


 

Reseña de libros

Luka Brajnović: U Plamenu (En Llamas)

Biografía novelada del beato Nicolás Tavelić, Roma 1969, edición de la Postulatura de su canonización.

El autor de esta biografía novelada de Nicolás Tavelić, primer santo oficialmente reconocido de Croacia, no es desconocido por el público lector croata como tampoco por el español. En este último idioma fueron publicados algunos pasajes de sus Cuentos desde Niñez y en la revista Nuestro Tiempo más de treinta de sus ensayos literarios. Es redactor de la rúbrica literaria en la revista Mundo de Barcelona. De sus obras profesionales — es profesor en la Universidad de Navarro— fueron editadas las siguientes: Tecnología de la Información, El Lenguaje de las Ciencias y Deontología Periodística.

L. Brajnović nació en Kotor (Boca de Cataro, Croacia) el 13 de enero de 1919 y ya de estudiante se dedicó al periodismo y la literatura. Su primera biografía novelada fue publicada en Zagreb en 1945. Estaba dedicada a la vida y obra del pintor barroco croata: Tripo Koljaca, nacido en Perast, localidad croata en Dalmacia. Brajnović empezó su carrera literaria como poeta. Muchas de sus poesías se hallan diseminadas en varios periódicos y revistas de Croacia. En el exilio publicó dos libros de poemas: Smirene Zemlje (Tierras Calmadas) y Na Pragu Radosti (En el Umbral de la Alegría).

La novela U Plamenu (En Llamas), como lo podemos ver por el anuncio literario, fue escrita en 1965 con el deseo de acercar al público lector "a una personalidad de la historia croata y franciscana". Esta novela en realidad, es "la visión, forjada por el autor, de la vida y la muerte del beato Nicolás Tavelić, quien pereció hace casi seis siglos en Jerusalén como martir franciscano, croata".

No falta originalidad de concepción del autor. Imbuido de los sentimientos y el amor por su principal personaje, prefiere un estilo sencillo aunque correcto, de claridad expresiva y relatos sin complicaciones. El desarrollo de los acontecimientos fluye vivo y naturalmente, aquí y allá con auténtico entusiasmo, lo que constituye el verdadero valor de esta biografía novelada y le da personalidad y realismo interno. Con sincero afán informativo, al escribir su obra, se sirvió de todo el material histórico obtenido, pero siendo éste escaso, decidió suplirlo con el entusiasmo poético y visiones de un verdadero escritor y poeta. Gran parte de esta novela biográfica fue escrita en esta forma con abundante fantasía, sólida, fácil y espontaneamente, cuidándose el autor de que su expresión fuese siempre adecuada a la idea expresada de una manera siempre más perfecta. Todo ello confiere autenticidad y sinceridad a su narración. El estilo del autor es tan natural que para el lector resulta difícil separar "la visión del escritor" de lo que es realmente verdadero en la vida del santo.

Continuando su tarea de escritor después de haber abandonado a su patria, Croacia, y viviendo en el ambiente cultural de España, donde su talento pudo enriquecerse con nuevo estímulo e inspiraciones para sus creaciones literarias, ésta novela biográfica del beato Nicolás Tavelić —ahora santo— debido a la pluma de L. Brajnović, constituye un valioso aporte no sólo a la Iglesia Católica y a su patria, Croacia, sino también a su notable OPUS literario.

mr.


 

Eugen Beluhan: Stepinac Govori (Habla Stepinac)

Valencia 1967, pág. 525).

El autor de este voluminoso trabajo es un sacerdote católico croata de la arquidiócesis de Zagreb y que vive actualmente en España. El padre Beluhan se dedicaba a sus tareas parroquiales durante la jefatura espiritual del entonces arzobispo Aloysius Stepinac. De ahí que tuviese la oportunidad de conocerlo personalmente y apreciar su extraordinario valor de hombre, de croata y de sacerdote investido de la máxima autoridad dentro de la jerarquía eclesiástica del pueblo croata. A fin de contribuir al esfuerzo de otros muchos en un intento de documentar la vida y la obra de aquel Pastor a quien el papa Juan XXIII comparó con la imagen del Pastor Divino, el autor puso su mayor acento en los documentos provenientes directamente de manos de su arzobispo. Son las cartas, las homilías, las declaraciones, los circulares u otros escritos episcopales.

Esta documentación —verdadero tesoro del pensamiento religioso y teológico—abarca 318 páginas de la presente abra. Quien desee conocer y desentrañar la personalidad extraordinaria dei cardenal Stepinac en todas sus dimensiones, necesitará leerla y estudiarla atentamente. Desde esta documentaciás habla un hombre —trágico ante los ojos de los mortales—pero hombre santo ante la visión de los que miran más allá y por encima del mundo material y transitorio. La fe inconmovible, viva y efectiva, capaz de mover montañas; el amor por el hombre que sufre, sea por males físicos o morales; la defensa de los desemparados, que llega hasta el autosacrificio y la identificación con aquellos —estas son las ideas y Ios valores que emanan de esa documentación auténtica— debida al espíritu y la mano del mártir Stepinac. Se nos hace imposible comprender a un intelectual o un creyente común de nuestros días desinteresado por la vida, la suerte y el ejemplo del cardenal Stepinac, puesto que su eximia personalidad y sus aspectos múltiples condensan y resuelven los problemas más graves del conflicto entre la libertad y la dignidad humanas con el rpoder totalitario en sus expresiones más inhumanas. Su encuentro con el nazismo y, posteriormente, con el comunismo, significa el) choque de la civilización con las formas más abominables de la barbarie. Parece surgir una corriente de opiniones que tienden a olvidar actualmente aquella realidad que martirizó al cardenal Stepinac, entregándóse a la vana ilusión de poder armonizar el conflicto —civilización y barbarie— con el abandono de ciertas posiciones liberales de orden material y olvidando sus raíces profundamente metafísicas y religiosas. La comprensión de las necesidades ajenas y el amor al prójimo si; pero la orientación general, la concepción del mundo y la vocación metafísica del hombre debe corres paralelamente sin claudicaciones.

En la primera parte de su obra el autor nos relata la vida de Stepinac. Nacido en una aldea croata en una familia económicamente bien acomodada, numerosa en hijos y muy religiosa, Luis Stepinac debe terminar precipitadamente sus estudios secundarios para incorporarse al ejército de la Doble Monarquía, de la cual era parte integrante en aquel entonces (1916) su patria, Croacia. En el frente, donde comandaba unidades croatas de Bosnia y Herzegovina, fue hecho prisionero. Al terminar la guerra, regresa a la casa paterna sin poder decidirse a continuar su preparación para el sacerdocio que había empezado antes de la guerra, ni otros estudios profanos. Leyendo una serie de artículos de su ex director en el orfelinato del arzobispado de Zagreb, en los que describió la vida de san Clemente Hofbauer, apóstol de Viena, hizo alusión, sin nombrarlo, a L. Stepinac a quien conocía como un joven extraordinario por su bondad. El ex soldado Stepinac decidió entonces regresar al seminario. Durante siete años estudió en Roma, recibiéndose de doctor "en filosofía y teología (1931). No pudieron sus superiores pasar por alto las cualidades extraordinarias del nuevo alumno. Poco después de su regreso a Croacia —entonces Yugoeslavia— Stepinac fue nombrado jefe del ceremonial de la catedral de Zagreb. En 1934 se le nombró arzobispo auxiliar, cum jure successionis, del entonces arzobispo Dr. Antonio Bauer. Muerto monseñor Bauer, desde 1938 se encarga de la administración y la misión pastoral de una de las más grandes diócesis del mundo. Las condiciones son muy adversas. El pueblo croata se halla privado de los derechos más elementales, humanos y nacionales bajo la lictadura servia de Belgrado; en el orden interno la desocupación y la pobreza, mientras desde el exterior amenaza la guerra. Las vicisituades provocadas por el conflicto bélico que pronto sobrevino, posibilitaron la proclamación de la independencia de Croacia. Pero sobre la misma vigilan acechantes las potencias del Eje y contribuyen a socavarla los movimientos subversivos del comunismo internacional y de la minoría nacional servia. Las persecuciones y atrocidades mutuas tomaban proporciones cada vez más grandes. Los ojos del pueblo convergían en el arzobispo. De los creyentes y los no creyentes. Unos, con confianza absoluta, y otros, para aprovechar el prestigio de la Institución para sus fines inconfesables. Stepinac no pudo negar a nadie en desgracia su comprensión humana. Pero, ayudando a unos descontenta a otros y viceversa. Nadar en aquel torbellino exigía un hombre iluminado. Conservar intacto su patriotismo croata, su fe religiosa y su alta dignidad, y ofrecer ayuda a los adversarios de esos valores, ponía a prueba las virtudes más altas de un mortal. Y Stepinac supo imponerse a todas esas contrariedades. Si, es verdad, el comunismo servio triunfante, que durante la guerra recurrió a su autoridad para protegerse contra el rigor adversario, lo encarceló, intentó denigrarlo y lo condenó a 16 años de trabajos forzados. Pero el mundo católico de todo nuestro planeta defendía su inocencia coma en ningún caso similar de la historia eclesiástica, encabezado por L'Osservatore Romano. Su inocencia fue reconocida también por los más ferozmente perseguidos en aquella época histórica: por los representantes del pueblo judío. Incluso, Tito y Milovan Djilas en persona tuvieron que reconocerla, excusándose por la persecución de Stepinac —uno por la "mayoría ortodoxa" y el otro por razones de Estado—. Ello no obstante, Stepinac murió confinado en su aldea natal el 10 de febrero de 1960, sin investirse con la púrpura cardenalicia con que lo había distinguido el papa Pio XII ni regresar a su sede de arzobispo de Zagreb, digna del hijo más preclaro de su pueblo en el siglo XX. Pero su vida, sus sufrimientos, sus sacrificios y su muerte representarán la victoria en el futuro sobre el éxito momentáneo de sus verdugos.

En estos días, la Santa Sede canonizará al primer santo croata, a un franciscano de Croacia meridional — Nicolás Tavelić — pero no pasará mucho tiempo —es nuestra creencia firme— sin que se canonice al cardenal Stepinac, un testigo incomparable de la vocación sobrenatural del hombre en el instante histórico en que esta vocación se está negando y, al propio tiempo, cuando sentimos la frustración general de una civilización de la abundancia.

El lector de la presente obra se siente muy agradecido a su autor por haberlo llevado a las fuentes mismas de la sabiduría religiosa y ponerle en contacto directo con aquel hombre extraordinario que era el cardenal Stepinac.

Buenos Aires.

FRANJO NEVISTIĆ


 

Ante Kadić: From Croatian Renaissance to Yugoslav Socialism

(Ed. Mouton, La Haya, Holanda, 1969, pág. 301)

El presente volumen comprende una serie de ensayos y estudios literarios e históricos del eslavista Ante Kadić, profesor de literaturas e idiomas sureslavos y de literatura contemporánea rusa en la Universidad de Indiana, EE.UU. Todos los trabajos incluídos, con excepción de Literary currents in socialist Yugoslavia fueron publicados previamente en distintas revistas y publicaciones especializadas de Norteamérica y Europa o forman parte de los simposios de varios congresos, celebrados en el Nuevo y el Viejo Mundo sobre los temas eslavísticos.

La labor investigativa del profesor A. Kadić, movida únicamente por el amor a la verdad e in usam scientiae, es vastamente conocida en los círculos especializados y apreciada por su seriedad, sólidos conocimientos y nuevos aportes. El resultado de su sistemático estudio son numerosos ensayos, críticas, notas, referencias, en primer lugar, sobre temas de literatura y cultura croatas, publicados en las revistas del ramo de las universidades norteamericanas y en los periódicos de los emigrados croatas. Kadić es, además, autor de los siguientes libros: Modern Yugoslav Literatures, (Berkeley, University of California Press, 1956, pág. 212); Croatian Reader With Vocabulary (Berkeley, University of California, 1957); Contemporary Croatian Literature, 1895-1959 (Ed. Mouton & Co., La Haya, 1960, pág. 96); Croatian Reader With Vocabulary (Ed. Mouton & Co., La Haya, 1960, pág. 276); Contemporary Serbian Literature (Mouton & Co., La Haya, 1964, pág. 104) y del libro del epígrafe, publicado el año pasado. Cabe acotar aquí que la conocida editorial holandesa. Mouton Publishers goza de gran crédito por sus ediciones de libros y estudios sobre temas eslavísticos.

En el primer ensayo del libro que comentamos, The Croatian Renaissance (reproducido en versión castellana bajo el título "La literatura renacentista croata" en Studia Croatica, Nro. 4(9) año III, 1962, pág. 287-308), Kadić en forma sintética y exhaustiva presenta los comienzos, la eclosión y el florecimiento de las letras croatas en las ciudades de la costa adriática durante los siglos XV y XVI, distinguiendo con celo científico los elementos comunes a las literaturas clásicas e italiana contemporánea y los aportes vernáculos. "Debe destacarse que las mejores páginas en. la literatura renacentista croata son precisamente aquéllas en Ias que se hallan presentes el lenguaje y el espíritu nativos", concluye Kadić en su enjundioso trabajo, seguido por una interesante referencia a San Francisco Javier y Marcos Marulić (1450-1524), "padre de la literatura croata" y gran filósofo cuya obra De Institutione bene beateque viventi (1506) era muy conocida y leída durante la Contrareforma. Resulta que San Francisco Javier (1506-1552), jesuita español, apellidado el apóstol de las Indias, al emprender su misión evangelizadora por el Lejano Oriente llevaba consigo entre contados libros la referida obra del humanista croata. Dicho libro fue entregado en 1594 al Colegio de Jesuitas de Madrid "con todas sus páginas absolutamente limpias, sin ésas notas marginales que dañan a tantos otros libros, pero que en este caso hubieran resaltado aún más esta preciosa joya". Después de 1894 se perdió el rastro de esa reliquia que algunos suponen destruida durante el incendio del Convento de los Jesuitas de Madrid en 1931.

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Las figuras de Jorge Križanić (1618-1683) y del obispo José Jorge Strossmayer (1815-1905), precursores y apóstoles de la unión de las Iglesias eslavas disidentes, cobran mayor relieve en nuestra era ecuménica y atraen la atención de los estudiosos debido a su gran visión, que scbrepasan los límites de su patria, Croacia. Kadić dedica sendos trabajos a esas figuras visionarias y controvertidas y arroja, en base a los nuevos documentos, esclarecedora luz sobre sus intenciones, su vida y obra. Se ocupa de los años de formación de Križanić -hasta 1658, de la situación imperante en aquel entonces en Croacia, reducida a Reliquiae reliquiarum olim inclyti regni Croatiae, Dalmatiae et Sclavoniae. Pone de relieve su fervor patriótico y apostólico, relata sus fracasados intentos de conseguir el retorno de los hermanos separados al redil común de la Iglesia Católica. En el memorándum que Kadić transcribió textualmente de los ar-chivos vaticanos, dirigido en 1641 a Mons. Francesco Ingoli, secretario de la Congregación de la Propagación de la Fe, el joven sacerdote croata desarrolló sus ideas y Planes sobre su misión en Rusia. Križanić enfoca el problema de la unión no sólo desde el punto de vista misionero y eclesiástico, sino también lingüístico, político, socio-económico y cultural. Atribuía la separación de la Iglesia rusa a las contingencias históricas y sostenía la importancia del rito oriental y del uso de la lengua eslava en la liturgia. Dos siglos después sostendrá la misma tesis el filósofo ruso y apóstol de la unión Vladimir Soloviev. Križanić fue el precursor del paneslavismo, pero era occidentalista y el primer erudito católico en exponer los lazos religiosos entre Ias dos Iglesias. Sufrió innúmeras contrariedades, desengaños e incomprensiones, pero fue "uno de esos gigantes providenciales dispuestos a sacrificarse por sus convicciones". Su visión del desarrollo político y del destino religioso y sus conocimientos de los rusos, son material de estudio muy útil y valioso.

En el ensayo Vladimir Soloviev y el obispo Strossmayer, Kadić describe minuciosamente las relaciones entre el filósofo ruso, propugnador de la unión eclesiástica entre católicos y ortodoxos, y el prelado croata J. J. Strossmayer quien, siguiendo los pasos de Križanić y con el apoyo de su íntimo amigo el historiador Francisco Rački, acogió con entusiasmo los esfuerzos ecuménicos de Soloviev. Strossmayer hizo todo cuanto estaba a su alcance por ayudar a Soloviev en su magnífica, si bien poco realista, empresa, y el fracaso de su plan no afectó el respeto mutuo y la amistad que se profesaban. "Soloviev y Strossmayer eran Visionarios proféticos, preocupados de cómo superar la fatal separacioón religiosa de los eslavos sin esperar de su eventual reconciliación privilegios unilaterales". Kadić enmarca a ambos adalides de la reunificación elesiástica en el contexto histórico, los ubica en su tiempo, hace referencia a sus contactos personales y epistolares y subraya los innumerables obstáculos que se erigían frente a sus ideas, especialmente por par-te de la jerarquía ortodoxa rusa y servia.

El primer tomo del libro de Soloviev La Historia y el futuro de la teocracia fue publicado en Zagreb en 1887, mas su difusión fue prohibida en Rusia. Strossmayer se sentía feliz por el hecho de que su pequeña nación estuviese promoviendo la reconciliación de los cristianos y exclamó con orgullo: "La vasta y poderosa Ru-sia reconocerá un día el gran servicio que la pobre y sufrida Croacia le prestó precisamente en el momento en que Rusia estaba languideciendo en una situación de lo más precaria". Pero tanto Strossmayer como Soloviev estaban decepcionados, por cuanto el problema crucial de la unión eclesiástica no fue comprendido ni en Occidente ni en Rusia. Las concepciones utópicas de Soloviev merecieron el siguiente juicio del papa León XIII: "Bella idea, ma fuor d'un miracolo, è cosa impossibile". En la introducción a su obra maestra La Russie et l'Eglise Universelle, escrita en Zagreb, capital de Croacia, y publicada en París en 1889, dos años antes de morir, Soloviev dice textualmente: "Cuál es vuestra palabra, pueblos de la palabra (pueblos eslavos)? Vuestra masa no lo sabe todavía, pero potentes voces surgidas de entre vosotros lo han revelado ya. Hace dos siglos, un sacerdote croata lo anunció proféticamente y, en nuestros días, un obispo de igual nación lo ha proclamado repetidamente con admirable elocuencia. Lo que dijeron los representantes de los eslavos occidentales, el gran Križanić y el gran Strossmayer, sólo requiere un simple amén de parte de los eslavos orientales. Este amén vengo a decirlo en nombre de los cien millones de cristianos rusos, en la firme y plena confianza en que no me desautorizarán". Kadić concluye que Strossmayer murió (1905) persuadido de que la misión de Soloviev fue providencial y de que un día la Cristiandad unida rendirla cálido homenaje a ese gran profeta ruso y a cuantos compartieron su visión y su fervor.

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En el ensayo sobre el poeta popular croata fray Andrés Kadić Miošić (1704-1760), el autor destaca la importancia de su poemario La plática antena del pueblo croata, su rápida y sostenida difusión entre las masas populares y su influencia sabre la historiografía búlgara, el autor anónimo de la Historia de Zograf, como asimismo en Dositeo Obradović, fundador de la moderna literatura servia y Vuk Karadžić, recolector de la poesía popular de los pueblos sureslavos. Gracias a Kadić Miošić la Europa romántica conoció la magnífica y riquísima poesía popular croata.

Es muy conciso el perfil literario que Kadić traza del narrador humorista croata Slavko Kolar (1891-1963), un cronista de chispa y talento del escenario político y social de Croacia durante tres décadas. Afirma con razón que una docena de cuentos de Kolar figuran entre los mejores en la prosa contemporánea croata.

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Miroslav Krleža (n. 1893) es el más conocido e infuyente escritor izquierdista croata. Creador multifacético (novelista, cuentista, dramaturgo, poeta, crítico, ensayista y polemista) y figura discutida, es traducido a casi todos los idiomas europeos. Individualidad de rasgos inconfundibles, con sus sucesivas ideas revolucionarias y revisionistas, Krleža constituye el verdadero pilar de la literatura izquierdista croata, sostiene acertadamente Kadić en su acabado e imparcial trabajo titulado Los atormentados visionarios de Krleža.

Krleža no se volvió ateo y materialista leyendo a Marx sino a Feuerbach, Schopenhauer, Darwin y Nietzsche. En 1939 publicó una virulenta diatriba contra el realismo socialista "ortodoxo", sostenido en Yugoeslavia, entre otros, por Milovan Djilas, ferviente partidario de los métodos stalinistas. En 1952 condenó todas las variantes del zdanovismo y abogó por el individualismo en la creación literaria y por la "inmaculada y falible inspiración". Hace dos años inspiró y encabezó el manifiesto de los escritores e instituciones culturales croatas en defensa del idioma literario nacional croata contra las imposiciones arbitrarias del gobierno centralista de Belgrado. Los dirigentes comunistas, si bien reconocen su innegable aporte a la causa comunista, lo consideran un individualista terco e incorregible y un herético. Kadić analiza a fondo algunas obras de Krleža, especialmente las referentes a las figuras históricas, a saber: Cristo, Salomé, Cristóbal Colón, Miguel Angel y Lenin. En todas esas obras los protagonistas son héroes, visionarios, individuos atormentados y angustiados que dudan de la validez de sus fines y de la capacidad de las masas para seguirlos. Krleža nunca atribuyó un papel rector al proletariado, aunque evidencia siempre comprensión y gran simpatía por los obreros y los campesinos, especialmente en sus cuentos El dios croata Marte y en su libro de poesía Baladas de Pepito Kerempuh. Es interesante anotar que si bien Krleža es reconocido como ideólogo y el primer escritor comunista, el gobierno de Belgrado prefirió promover la candidatura al premio Nobel de literatura del novelista Ivo Andrić, ex embajador del régimen monárquico dictatorial, por el simple hecho de que en sus obras sostiene la tesis de que Bosnia y Herzegovina son tierras servias. Aquí también el imperialismo del pueblo gobernante en la Yugoeslavia comunista privó sobre la ideologia y la justicia. Kadić afirma "que Krleža nunca dejó de inquirir, dudar, desilusionarse de todo y de todos. Parece tener éxito cuando describe a sus protagonistas luchando con el tentador, pero no cuando coloca a alguien sobre el altar en lugar del Dios cristiano. Semejante postura de veneración no cuaja con su mentalidad nihilista. Convence más mientras destruye los viejos templos que cuando erige a los nuevos".

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En su documentado trabajo The French in the "Chronicle of Travnik", Kadić, con envidiable erudición y método analítico, compara a los principales protagonistas de la novela "Sucedió en Bosnia" (tal el título de su versión castellana), de Ivo Andrić, premio Nobel de literatura de 1961. Señala coincidencias e inexactitudes que se presentan en la novela de Andrić entre las figuras reales e históricas de dos diplomáticos franceses enviados por Napoleón a Travnik, y lo que agregó la fantasía y la inspiración del autor. Se trata de un estudio comparativo e histórico digno de todo elogio, escrito can la seriedad de un auténtico investigador.

El libro que señalamos nos ofrece a continuación un excelente panorama de las corrientes modernista y surrealista en la literatura servia. Los modernistas, bajo el impacto de la literatura francesa y sobre todo la de Apollinaire, Péguy, Marinetti, Maiakovski, Poe, Whitman, Gérard de Nerval, Rimbaud y Mallarmé, eran al principio antimilitaristas y con inclinaciones revolucionarias, mientras que los surrealistas, más jóvenes, eran puros teóricos y su producción literaria de escaso valor. Se separaron en 1929, cuando el rey Alejandro Karageorgević proclamó la dictadura; los surrealistas se afiliaron al Partido Comunista y los modernistas apoyaron la dictadura y luego el movimiento chauvinista servio chetnik. Kadić, a renglón seguido, se ocupa de cada uno de los integrantes de ambos grupos antagónicos, valoriza su obra, describe el ambiente reinante y ofrece un cuadro informativo y crítico a la vez de la creación literaria servia.

En el ensayo "Corrientes literarias en la Yugoeslavia Socialista" el autor reseña la literatura contemporánea de cada pueblo integrante del conglomerado estatal yugoeslavo (Croacia, Servia, Eslovenia, Macedonia) desde la implantación del régimen comunista en 1945 hasta hoy. Es preciso tener presente que Yugoeslavia es un Estado heterogéneo, compuesto de varios pueblos con distintas y a veces opuestas tradiciones históricas y culturales y diferentes lenguajes. Hay cuatro idiomas literarios con sus correspondientes literaturas y lectores. Durante el primer período de posguerra (1945-1950), "bajo la presión rusa, fue impuesta la doctrina del realismo socialista y la literatura estaba totalmente al servicio de los fines políticos" del Partido Comunista. La poesía y la narrativa obedecían a la técnica de blanco y negro, cantando loas a las "cualidades sobrehumanas" de los guerrilleros comunistas y pintando a sus opositores como bestias. El segundo período, desde 1950 hasta hoy, se caracteriza por una "liberalización" gradual, lo que no quiere decir que "los dogmáticos hayan desaparecido". Por supuesto, en ambos periodos podían escribir y publicar únicamente los escritores adictos al régimen comunista o de acusadas tendencias izquierdistas. No se tolera ninguna voz disidente u opositora, especialmente en Croacia. Ultimamente con "medidas administrativas" quedó suprimida la revista mensual Hrvatski književni List (La Gazeta Literaria Croata) que evocaba las tradiciones culturales croatas y defendía los legítimos derechos económicos y sociales de su pueblo, explotado como una colonia en provecho de Servia y otras "repúblicas socialistas subdesarrolladas".

En este capítulo final de su importante obra Kadić nos brinda un panorama objetivo y conciso de distintas corrientes literarias, de sus representantes y obras en Croacia, Servia, Eslovenia y Macedonia. Utiliza el riguroso método del crítico e historiador literario. Ultimamente, según el margen de libertad que les permite el régimen dictatorial, muchos escritores se esfuerzan por seguir la vieja tesis de M. Krleža, según la cual un escritor lucha por el progreso únicamente cuando obedece a los dictados de su conciencia. Por otra parte, tenemos contradicciones chocantes. Mientras, por ejemplo, en Servia un Miloš Crnjanski, escritor rabiosamente nacionalista pudo volver del largo exilio, ser rehabilitado, ver sus libros reeditados y convertirse en el ídolo de muchos jóvenes escritores servios, en Croacia, destacados escritores patriotas están condenados al silencio absoluto, y ni siquiera después de su muer£é puede hablarse de sus obras. De ahí la reacción espontánea que reflejó fielmente Petar šegedin cuando afirmó en la revista Praxis (1962) "que el deber más sagrado de un intelectual izquierdista, sobre todo si es miembro de una pequeña, «amenazada» nación, consiste en mantener vínculos íntimos y ser responsable para con su pueblo".

En opinión de Kadić, las literaturas de los pueblos de Yugoeslavia, superado el oscuro periodo de la inmediata posguerra, son hoy alentadoras y prometedoras como en el período 1918-1941, aunque no puede afirmarse con certeza que han alcanzado el nivel de la preguerra.

Hasta ahora, con raras excepciones, las reseñas de las literaturas de los pueblos de Yugoeslavia publicadas en el exterior fueron financiadas por los regímenes de Belgrado y servían a fines políticos. Kadić se atiene rigurosamente a los criterios científicos, estéticos y literarios y, descartando todo influjo partidista, busca la verdad y la expone sine ira et studio. En ello consiste el valor intrínseco y objetivo de sus obras que, despojadas de todo espíritu o tendencia restrictivos, ofrecen un cuadro real y verídico de la vida cultural y literaria de los pueblos que, contra su voluntad, forman "la híbrida y heterogénea" comunidad estatal que se llama Yugoeslavia y que equivale a la servidumbre y la explotacin individual y nacional de varios de ellos.

Buenos Aires

BRANKO KADIĆ

 


George J. Prpić: Communism and Nationalism in Yugoslavia

Separata del Balkan Studies, vol. 10, Nro. 1, Thessaloniki (Grecia) 1966, pág. 23-50.

Quienes prestaron crédito durante veinte años a la propaganda oficial yugoslava de que ya no existía un problema nacional en aquel país se verían sorprendidos por la decisión del comité central de la Liga de Comunistas de Yugoslavia, con fecha de 19 de julio de 1966, según la cual fue destituido Alejandro Rankovic, jefe de Seguridad Pública; después, por la Declaración sobre la denominación y la posición del idioma literario croata, 16 de marzo de 1967, y, finalmente, por la reunión del Comité Central del Partido Comunista de Croacia, celebrada a mediados del mes de enero le 1970, cuando fue excluido del mismo Milos Zanko —uno de los defensores de las concepciones centralistas y conservadoras a expensas de la república croata—, y de todas las funciones partidarias y privado de su mandato en la Asamblea Federal donde se desempeñó como vicepresirente.

A pesar de que el artículo El Nacionalismo y el Comunismo en Yugoslavia fue escrito en 1968 y, para su publicación en 1969 fue actualizado por su autor agregándole un "post scriptum" referente a los acontecimientos en Checo-Eslovaquia, el periódico Balkan Studies llegará a sus lectores en momento oportuno, pues este número (vol. X, n. 17) esclarece los antecedentes de las deliberaciones del Comité Central del Partido Comunista de Croacia, de enero del año en curso. Estas, según nuestro parecer, constituyen la forma más reciente de las exteriorizaciones "nacionalistas" en Croacia, pese a los ataques al nacionalismo y chauvinismo —sea croata o yugoslavo— por parte de todos los oradores que participaron en dicha reunión.

En una serie de subtítulos, el autor describe los "comienzos del Partido Comunista de Yugoslavia", dejando entrever sus primeras luchas internas a favor o en contra de la táctica leninista de aprovechamiento de las cuestiones nacionales, defendiendo, primero, el derecho de autodeterminación del pueblo y la secesión, para adoptar definitivamente, en 1935, la concepción federalista de Yugoslavia, rechazando el derecho de secesión. Al establecerse el Estado comunista mediante una victoria militar con la ayuda de los aliados occidentales en mayo de 1945, se halló la solución de las cuestiones nacionales en la organización de seis repúblicas previstas en la Constitución del 30 de enero de 1946. Mientras tanto, la expulsión del Komintern en 1948 y la ayuda posterior por parte de Occidente, han posibitliado el nacimiento del "comunismo nacional" y el "titoismo" por un lado, pero también cierta liberalización del régimen por otro, lo que a su vez contribuyó a la reaparición de la cuestión nacional hasta entonces acallada. "Los cambios operados en la década de 1950-1960" involucran el abandono de la planificación socialista central que caracteriza a los Estados del bloque soviético y la adopción de un nuevo tipo de la administración de la sociedad mediante los consejos de obreros. En 1952 la denominación del Partido fue cambiada por la de Liga de Comunistas de Yugoslavia, mientras que mediante una reforma constitucional de enero de 1953 (La Ley Fundamental), Yugoslavia se convirtió en "democracia socialista", "La reconciliación con Moscú" en 1955, la condena de Stalin por Khruschov y la disolución del Komintern en 1956, y, más tarde, la rebelión húngara y la polaca del mismo año, aceleraron la desintegración de la estructura monolítica del comunismo por doquier, dando motivo a la reaparición del nacionalismo: del albanés, en cuanto a Kosovo-Metohia, y del macedonio, inspirado por los comunistas búlgaros. "Después de la proclamación de la nueva Constitución" del año 1963, cuando la "República Popular Federativa de Yugoslavia" se convirtió en la "República Federativa Socialista de Yugoslavia", la cual, a pesar del derecho expresamente establecido de cada pueblo a la autodeterminación e incluso del derecho de secesión, no pudo encontrarse la solución a la cuestión nacional, se empezó, en Eslovenia, con la crítica abierta de la explotación política y económica de la República de Eslovenia y del yugoslavismo falso como un tipo de "mitomanía nacional", mientras por la parte croata se oyeron reproches por el burocratismo y por la distribución injusta de los fondos federales en favor de Servia a expensas de las dos repúblicas más desarrolladas —Eslovenia y Croacia—. En el campo filosófico, aparece durante 1965, en Zagreb, un grupo de fuerzas nuevas dando al marxismo una nueva interpretación —el humanismo marxista— en su periódico Praxis. La reforma económica, inaugurada en el mismo momento, hizo posible una critica mas libre no sólo en lo referente a la "opresión nacional" sino también en cuanto a la "explotación económica". En la "cuarta reunión plenaria y, después de ella", el todopoderoso jefe de la UDBA (servicio de seguridad) fue acusado como representante del chauvinismo servio y adversario de la reforma económica y por ello destituido el 1° de julio de 1966. En el quinto plenario realizado en Belgrado el 5 de octubre de 1966, la Liga de Comunistas fue reorganizada de tal manera que su Comité Central se dividió en dos cuerpos: La presidencia de 35 miembros y el Consejo Ejecutivo de 11 miembros; la función del secretario general fue suprimida.

La aparición de la "Declaración sobre la denominación y la posición del idioma literario croata" no es solamente una cuestión lingüística sino un conflicto espontáneo entre el nacionalismo croata y el servio dentro de las filas del movimiento comunista —recalca el autor, preguntándose qué pasará al desaparecer Tito. ¿Quién será su sucesor? ¿Tendrán la capacidad de mantener la integridad del país? Una de las ideas finales del profesor Prpic es: "Si continúa el desarrollo actual, es factible que Yugoslavia se convierta, en el futuro próximo, en una confederación de seis repúblicas. Más tarde, algunas de ellas podrán decidirse por su plena independencia. Este desarrollo significaría el fin de Yugoslavia y del comunismo en aquella parte de Europa". Sea como fuere, hay que buscar una solución pacífica porque es de esperar que aquellos pueblos hayan aprendido algo de su historia borrascosa —opina el autor en su breve pero muy escueta descripción de los momentos esenciales en la existencia y el desarrollo de dos décadas del comunismo y el nacionalismo en Yugoslavia.

Tomando justamente en consideración esta enseñanza del "pasado borrascoso", creemos que ha llegado el momento, en el mundo como en nuestra Patria, para una exposición objetiva del período de la segunda guerra mundial, es decir para una interpretación de lo acaecido a la luz de los intereses políticos también delos adversarios vencidos y no solamente de los vencedores. Opinamos que aquel periodo de guerra no podemos —ni brevitatis causa— señalarlo como "cuatro años de caos, la ocupación extranjera y la tremenda guerra civil" (pág. 28). Tal parecen las cosas desde el punto de vista de "la lucha libertadora nacional" del Partido Comunista de Yugoslavia y de sus aliados occidentales. Este punto de vista no es exacto, y es contrario a los hechos. La Yugoslavia monárquica no sólo "desapareció tras unos pocos días", sino que dejó de existir de facto y de iure de acuerdo a la posición interpretativa en el territorio de un nuevo sujeto de derecho internacional al restaurarse el Estado Independiente de Croacia. No es admisible extender el concepto de ocupación a la presencia del ejército alemán o italiano en Croacia, porque esas fuerzas tenían el carácter de aliado en un país amigo (análogamente a como la presencia del ejército norteamericano en Sur Vietnam). Por eso, tampoco podemos hablar de la ocupación de Yugoslavia en su totalidad, sino sólo de la ocupación de una parte de la Yugoslavia monárquica. Desde el apunto de vista de la existencia del Estado Independiente de Croacia, en su calidad de un sujeto de derecho internacional, resulta inexacto considerar la guerra en su territorio como guerra civil, tratándose en realidad de una parte de la guerra mundial general. Un elemento en este de una guerra civil podría entreverse sólo en aquella parte de los objetivos políticos de las fuerzas armadas de los guerrilleros o de los chetniks y que se refiere a la negación del derecho de secesión de Croacia en 1941. Pero también esta parte de los objetivos de guerra y de paz de las fuerzas yugoslavas está cubierta por la "lucha contra el ocupante y sus satélites", encuadrándose así en la guerra mundial general.

El único hecho en aquella región que no permite diferentes explicaciones ni desde el punto de vista político ni jurídico es el caos. El surgimiento del mismo y su breve descripción fue la que dio el prof. Prpic en su artículo Cincuenta años de Yugoslavia (Firty Years of Yugoslavia, América, Vol. 17 del 26/4/1969, pp. 499-502) donde, luego de la descripción de la caída y la disolución de Yugoslavia dijo: "De una manera verdaderamente balcánica sucedió la lucha entre los guerrilleros del Partido Comunista de Yugoslavia ("Tito y sus hombres aparecieron en el campo de batalla inmediatamente después del ataque alemán a Rusia Soviética en junio de 1941"); los ustachi y domobrani croatas, los chetniks servios encabezados por Draza Mihajlovic, los nacionalistas eslovenos, albaneses y, al mismo tiempo, los ejércitos alemanes, italianos (hasta 1943), búlgaros y húngaros. Lógicamente, la breve descripción del acontecer histórico no refleja siempre la verdadera imagen del estado de cosas, pero hay que asentir con el autor cuando dice "que aquél fue un verdadero infierno, peor que todas las revueltas durante el dominio turco".

A pesar de todo, no es posible ponerse de acuerdo con el autor cuando —en la línea de la historiografía yugoslava y aliada, equipara a Croacia con Montenegro ("Los Estados independientes fueron proclamados en Croacia y en Montenegro"), o a Ante Pavelic con Milan Nedic, degradando a Croacia al mismo nivel que Servia en el sentido jurídico-estatal ("Ante Pavelic, el revolucionario croata, fue jefe de Croacia. Milan Nedic conductor (jefe) de Servia"). En efecto, en el período entre 1941-1945, Servia y Montenegro no fueron sujetos de derecho internacional como lo fue Croacia, por lo menos en la mitad de la comunidad internacional dividida en aquel momento. Opinamos que hoy deberíamos llevar más la cuenta de todo aquel complejo de problemas y empezar con la revisión de los juicios formulados exclusivamente desde el punto de vista de una sola parte en conflicto desde 1939 hasta 1945.

Milan Blažeković

 


Ivo Omrčanin: Diplomatische und Politische Geschichte Kroatiens

(La Historia diplomática e histórica de Croacia, Neckargemund, 1968, Kurt Vowinckel Verlag, Alemania.

Ivo Omrcanin es profesor de idiomas modernos en la Universidad de Indiana University, Pensilvania. Ha publicado varias obras en italiano, latín, alemán, inglés y croata. En el presente volumen, de 190 páginas, abarca la historia política y diplomática de Croacia, empezando desde la llegada de sus habitantes a la Península Balcánica en el siglo VII a.C. hasta nuestros días. Al exponer todos sus acontecimientos, el Dr. Omrcanin trata de subrayar en cada instante la cooperación de Croacia en su calidad de sujeto independiente del derecho internacional.

La obra se halla dividida en dos partes. La primera se ocupa del advenimiento de los croatas a su actual patria y de la creación de ese Estado con Ia propia dinastía nacional autóctona. La segunda se inicia en el año 1102, oportunidad en que después de haber perecido su último rey nacional en la batalla con los húngaros, los croatas establecieron con éstos un pacto especial —Pacta Conventa—, creándose una comunidad política de rasgos peculiares —unión personal—. En esta parte abarca también la relación posterior con Austria, así como el período en Yugoslavia —tanto monárquica como comunista— y la breve etapa de la segunda guerra mundial, cuando los croatas consiguieron provisoriamente restaurar su Independencia.

A título informativo para quienes ignoran el origen de los croatas y desde qué época se hallan instalados en su espacio histórico y étnico actual, el autor relata su acceso a la Península Balcánica, trata del origen, el nombre y la formación de la Gran Croacia, para aludir, luego, a los primeros contactos que tuvo con Bizancio y el Occidente, especialmente mediante su conversión al cristianismo, y su bautismo y un contrato con la Santa Sede en el siglo VII, recalcando que "este contrato importante constituye la base de todo el derecho estatal croata".

A continuación, el autor describe con amplitud la historia del Estado croata y de sus reyes nacionales entre el siglo VII y el XII. Leyendo estas páginas vivimos la ascensión y la caída de aquella dinastía nacional y, al propio tiempo, la cada vez más completa incorporación de Croacia al mundo occidental.

Al analizar la relación húngaro-croata, el Dr. Omrcanin no omite la oportunidad de destacar que aquélla era una relación entre dos Estados independientes.

Atenido a la limitación del espacio disponible para su obra, el autor se ha visto precisado a condensar los acontecimientos de los dos períodos, cada uno de 400 años, primero dentro de la comunidad con los húngaros y, más tarde, éstos y los austríacos. A pesar de esta forzada condensación, consiguió el autor exponer todo cuanto los croatas hubieron de soportar en la defensa de su independencia dentro de las comunidades estatales con que tuvieron que pactar en el decurso de la historia con otras naciones, hasta ir perdiendo poco a poco su independencia y perderla completamente frente a Yugoslavia en 1918.

Dedica el autor atención especial en esta parte de su trabajo al reino de Bosnia y a la república de Dubrovnik, dos creaciones estatales croatas que se conservaron aparte y al margen de las demás tierras croatas.

En cambio, muestra escaso interés en la formación del Estado de los Servios, los Croatas y los Eslovenos, así como en la lucha de dos decenios por los croatas dentro de Yugoslavia. Achaca el autor ese motivo al hecho de que el pueblo croata perdió todo vestigio de su independencia y autonomía, cayendo así en una condición en la que no podía tener tampoco historia diplomática y política independientes.

Idéntica parquedad observamos en el capítulo dedicado a la restauración de la independencia de Croacia en 1941. Pero, no obstante, Omrcanin no omite mencionar a los Estados que habían reconocido la existencia de aquel país como sujeto de derecho internacional.

La obra trata al final la situación de Croacia dentro de Yugoslavia comunista. Hace la afirmación de que los comunistas han matado a 500.000 croatas y de que el balance total de las pérdidas humanas durante e inmediatamente después de la guerra es de alrededor de 1.000.000.

Termina el autor su libro con observaciones de carácter bastante noble y un tanto sentimental: "Esta es la historia trágica de uno de los pueblos civilizados más antiguos de Europa, y de un país que siempre permaneció independiente desde los tiempos en que en el Irán constituía un Estado federal, es decir, desde el siglo X a. C. hasta nuestros días. Este pueblo pertenece, por su cultura y su historia, a la Europa occidental. No pide otra cosa que justicia. Igualmente para sí como para los demás. El pueblo croata reclama su independencia no sólo sobre la base de su derecho histórico, sino también sobre la del derecho de autodeterminación, proclamado y reconocido internacionamente. En este punto coinciden todos los croatas".

La obra ostenta múltiples citas que vigorizan y confieren validez a la exposición del autor. Deben mencionarse numerosas notas y una amplia bibliografía, incluyendo además una tabla cronológica de los reyes croatas, tanto pertenecientes a la dinastía nacional croata como a las demás.

Escrita con carácter informativo y seriedad, a pesar de ciertos puntos débiles y discutibles inevitablemente, resultará de gran utilidad para todos cuantos deseen interiorizarse de los acontecimientos principales de la historia croata.

B. L.

 


Ivo Rojnica: Susreti i doživljaji 1938-1945 (Encuentros y acontecimientos vividos entre 1938-1945)

Munich, 1969. Edición de la Biblioteca de la Revista Croata, pág. 270.

A pesar del gran número de políticos croatas exilados durante y después de la segunda guerra mundial, la literatura política de la emigración croata no abunda en obras de memorias y autobiografías. Tal es así que el prof. George J. Prpic, de la John Carroll University, en su reciente bibliografía de "Las Publicaciones Croatas en el Extranjero después del Año 1939" (The Croatian Publications Abroad After 1939 - A Bibliography, Cleveland, Ohio, pp. 66) no pudo asignar a tales obras un capítulo separado, registrándolas en el general de "Libros".

Por ello, el público lector croata acogió con benevolencia la aparición del volumen Encuentros y acontecimientos vividos entre 1938-1945 que su autor —en términos de una breve introducción (pp. 15-16)— ha escrito, en primer lugar, con destino a la juventud croata en la patria misma, esa que desconoce la verdad verdadera acerca de los sucesos de la pre-guerra y de la guerra, puesto que a través de la enseñanza escolar, la propaganda y una falsa interpretación de los documentos, los comunistas han logrado crear una imagen engañosa de aquellos sucesos y darles un significado tergiversado. Así, pues, la obra que reseñamos y que, juzgándola por su título, debería ser un libro de memorias, resulta ser una obra de historia en cuanto a la descripción de los acontecimientos políticos de un determinado período del pasado, una obra de memorias, en lo que se refiere a las fuentes del conocimiento de los hechos y la participación personal del autor en los mismos; y finalmente, una obra con propósitos didácticos, en cuanto a sus fines.

Las cuatro partes en que se divide van precedidas por un prólogo (pp. 5-12), escrito por el periodista croata Ivo Bogdan, e intitulado "La escena, el protagonista y el autor del drama". Este prólogo explica al lector el significado y la delicada situación política de la parte dinárico-adriática de la Croacia meridional, con Dubrovnik (Ragusa) como centro, y que es el teatro de los principales acontecimientos descriptos y de los cuales el autor, junto con sus amigos y colaboradores, ha sido protagonista de una manera bastante conspicua.

La primera parte (pp. 19-52) abarca la actividad política del autor y de sus correligionarios, nacionalistas croatas, mientras se sucedían los acontecimientos políticos y constitucionales como: las elecciones del 11 de diciembre de 1938, la caída del premier M. Stojadinovic el 4 de febrero de 1939, el compromiso Macek-Cvetkovic y la creación de "Banato de Croacia" en vísperas de la segunda guerra mundial, el comienzo de ésta y su extensión a Yugoslavia como consecuencia del golpe de Estado en Belgrado del 27 de marzo de 1941, el colapso de la misma y la proclamación de la independencia croata, o sea la creación del Estado Independiente de Croacia.

En la segunda parte (pp. 55-101), el autor describe los acontecimientos y sus experiencias personales desde el día de la proclamación de la independencia, o sea, el 10 de abril de 1941, hasta el 7 de septiembre del mismo año, fecha en que los efectivos militares italianos comienzan la "reocupación" de la II y III zona de la región litoral del Estado Independiente de Croacia, lo que, en la opinión del autor, significó la liquidación del Estado croata en dicha región de su territorio. Aquí se relata el desarme del ejército yugoslavo por parte del pueblo croata, especialmente por la juventud, las primeras matanzas de los croatas en la aldea Struge, cerca de Capljina y en Ilici, cerca de Mostar, perpetradas por los cetniks servios el 13 de abril de 1941 (p. 60), la llegada de las tropas alemanas a Dubrovnik el 17 de aquel mes y de las italianas durante el mismo día, y las primeras insurrecciones, especialmente con posterioridad al ataque alemán contra la USSR, y los primeros contactos y claudicaciones de las autoridades militares italianas con los insurrectos servios y comunistas.

Sin embargo cabe advertir que, si el libro está empeñado en difundir la verdad entre la juventud croata en la patria, el autor no ha explicado suficientemente la creación de las referidas zonas, el carácter provisorio de la "ocupación" de la II zona, así como también las atribuciones del "ocupante" y la participación del gobierno croata en todo este desarrollo bélico tendiente a sofocar la rebelión que se expandía en aquellos distritos en los cuales las tropas italianas estaban estacionadas, brindando protección a los insurrectos. Sin explicación precisa, queda la impresión de que los comandantes de las tropas italianas, después de la firma de los "Tratados de Roma" del 18 de mayo de 1941, podían pasar por alto al gobierno croata, obedeciendo tan sólo las órdenes recibidas de Roma. Tal impresión sería equivocada, pues todas las medidas introducidas fueron aprobadas, aunque de mala gana, por el gobierno croata a pedido o requerimiento del gobierno italiano por vía diplomática.

La tercera parte (pp. 105-151) abarca el período entre el 7 de septiembre de 1941 hasta el 8 de septiembre de 1943, o sea hasta la capitulación de Italia, período en que el autor estaba en las filas del ejército croata y pudo observar de cerca la clandestina pero evidente alianza de los efectivos italianos con los de los cetniks servios y guerrilleros comunistas yugoslavos. Esta parte abunda en material documentario y fotográfico de la colaboración mencionada en detrimento. de la independencia y consolidación del flamante Estado croata. En efecto, a fin de esquivar el pedido de Alemania de aportar ayuda para el frente del Este europeo en invierno de 1942, los italianos posibilitaron a los guerrilleros el libre paso de Montenegro a Croacia, fomentando la rebelión y justificando así su presencia en Croacia y, por ende, su negativa respecto al pedido alemán. El autor describe numerosos casos de asesinatos de croatas, especialmente de sacerdotes por parte de los comunistas y de los cetniks, mencionando los nombres de las víctimas, lugar y fecha del suceso así como también en varios casos los nombres de los comandantes de las unidades enemigas que cometieron actos criminales. No hay que extrañarse que, por parte de los croatas, hubiera represalias. Unas fotos de la colaboración de los cetniks con los italianos se las proporcionó al autor el Dr. E. Bodoira el 10 de junio de 1965, quien mandaba una compañía de bersaglieri en la región Vrgorac, Makarska-Zagvozd-Biokovo, donde los cetniks degollaron 400 hombres, mujeres y niños. Este mismo oficial italiano reconoce que la culpa de la tragedia de Croacia la tiene Italia (p. 116). En la página 131 el autor reproduce una parte del texto de una carta de un oficial italiano a sus familiares en Padua: "Hemos logrado sembrar la discordia entre los ustashas y los cetniks, los ustashas y los guerrilleros, los guerrilleros y los cetniks de tal manera que se están exterminando entre sí, así que es de esperar que muy pronto podrán ustedes trasladarse a nuestra hermosa Dalmacia". Para contrarrestar la táctica de los italianos, el autor concibió la idea de organizar a los "insurgentes croatas", o el "guerrillero croata", a fin de combatir a los italianos y a sus aliados dentro de Croacia, sin trabas impuestas por la alianza oficial ítalo-croata, por la cual el gobierno croata estaba frenado en sus acciones. Sin embargo, la idea no fue aceptada ni por los círculos oficiales ni por los políticos opositores del Partido Campesino Croata, a los cuales el autor había confiado su idea.

La cuarta parte (pp. 155-238) se refiere a los acontecimientos marcados por la capitulación de Italia el 8 de septiembre de 1943 y la retirada del ejército y del gobierno croata hacia el Oeste emprendida el 6 de mayo de 1945 y concluida con la extradición de los mismos por parte de los ingleses a los comunistas yugoslavos el 15 de mayo de 1945, lo que entre las matanzas en el lugar y los asesinados en las "marchas de muertes" costó a la nación croata unas 200.000 víctimas. Después de la descripción del desarme de los efectivos italianos como consecuencia de la capitulación que no tomó de sorpresa a las autoridades croatas, como dice el autor, por lo que pudieron actuar sin pérdida de tiempo, en esta parte se relatan varios combates con los guerrilleros comunistas quienes se apoderaron de una considerable parte de armamentos italianos gracias a la confabulación ya mencionada entre los comandantes de ese país y los guerrilleros de Tito. Sin embargo, el papel hasta entonces jugado por los italianos con respecto a los cetnik servios, siguieron jugándolo los alemanes para ganar su colaboración en la lucha contra los comunistas, lo que en muchos casos provocó descontento de los militares croatas y hasta dio motivo a una severa protesta diplomática croata en Berlín al cometer los alemanes, junto con los cetniks, la matanza de unos 700 croatas en la comuna de Poljice (p. 178). En las páginas 218-225 describe el autor la última y dramática batalla en frente del río Ilova, librada por la "División del Diablo" bajo el mando del general alemán Reinicke y demás unidades croatas que terminó con la victoria, pues impidió decididamente a las fuerzas comunistas la toma de la capital croata, Zagreb. El autor expresa la esperanza de que los croatas guardarán para siempre el recuerdo del general Reinicke, gran amigo de los croatas, que fue capturado después de terminada la guerra, enviado a Belgrado por los aliados y fusilado. Muchos son los pormenores relatados en este capítulo, de carácter nacional en general o personal, que en definitiva terminaron con la muerte de muchos o el exilio de pocos, entre los cuales se hallaba el autor.

Las páginas 241-270 contienen las reflexiones y pensamientos del autor en torno a los problemas de la nación croata en el presente, bajo el régimen comunista dirigido desde Belgrado, tanto en la patria coma en el exilio.

Aunque hemos de discrepar con el autor en cuanto a algunas de sus generalizaciones o sus juicios y opiniones acerca de ciertas personalidades de la vida política de Croacia en la época que nos ocupa, de todos modos tenemos que coincidir con él en lo que respecta a la constatación de algunos errores políticos que severamente censura y critica a fin de que se evite su repetición en el futuro.

El libro de Ivo Rojnica nos proporciona implícitamente, a través de sus experiencias personales, sus decepciones y humillaciones, sus éxitos y triunfos, una imagen de la realidad política y militar de Croacia vista desde el Sur con proyecciones hacia el Norte, o sea hacia el centro político Zagreb. En tal sentido este libro es, quizás, el único en su género en la literatura política croata de la posguerra, y en este sentido, representa un empeño digno de imitación por los demás defensores de la independencia de la nación croata.

Milan Blažeković

 


Franjo Tudjman: Velike Ideje i Mali Narodi (Grandes Ideas y Pueblos Pequeños),

Zagreb, 1969, pág. 546.

El autor de este libro es un ex guerrillero de Tito, que llegó luego a general y finalmente a profesor de Historia en la Facultad de Ciencias Políticas en Zagreb. Durante cierto tiempo fue presidente del Instituto para la investigación histórica del movimiento obrero en Croacia. Ha publicado una serie de libros de carácter histórico, político y filosófico. La presente obra es más bien una compilación de varios ensayos y conferencias pronunciadas durante los últimos años de su actividad, que se desarrolla al margen de la vida oficial del comunismo yugoeslavo. El Dr. Tudjman es considerado como uno de los desviacionistas más pronunciados entre los intelectuales de la Liga de comunistas yugoeslavos, en su rama croata. El pecado original de sus pensamientos consistiría en la lucha contra la hegemonía servia y por la igualdad del pueblo croata dentro del conglomerado de pueblos que presenta el Estado yugoeslavo.

Su ex compañero de guerrilla, el ya famoso Milovan Djilas, antes de decidirse a escribir su última obra La Sociedad Imperfecta, acota que primero buscaba el título para las ideas que lo atormentaban durante su vida de solitario en la cárcel, adonde lo enviaron los compañeros con quienes soñaba y con quienes luchó por una sociedad mejor. Atenidos a esto, nos parece que Tudjman tuvo que pensar cuál sería el título que correspondería mejor al núcleo esencial de sus ideas y conocimientos históricos. Por eso su obra presente es una obra de tesis: las grandes ideas políticas sirvieron y siguen sirviendo como pretexto ideal para que los grandes pueblos puedan someter, dominar y explotar a los pequeños.

Actualmente es un lugar común el resquebrajamiento del monolitismo comunista. Igualmente el teórico que el práctico. El punto donde se producen mayores roces entre el oficialismo soviético y el desviacionismo de esa línea es, justamente, la Yugoeslavia comunista. Las mutuas acusaciones no tienen término. Hay "armisticios" temporales, pero con renovada reanudación de la guerra fría, de acuerdo a las condiciones del desarrollo de la política internacional.

Uno de los reproches más comunes formulados por los soviéticos a los yugoeslavos es su pretendido abandono del criterio clasista del marxismo al enjuiciar la marcha de la política nacional e internacional. La presente obra de Tudjman representaría un tópico especial en este sentido, aun cuando él mismo señala desviaciones soviéticas, más graves todavia, al defender su ortodoxia marxista.

Si quisiéramos sintetizar la experiencia y los conocimientos del estudio histórico de Tudjman podríamos citar a Nietzsche: "¿Quieres una palabra para designar este mundo?, ¿Una solución a todos sus enigmas?... Este mundo es la voluntad hacia el poder y nada más". Esta idea del filósofo alemán parece haber ejercido una influencia decisiva sobre Tudjman, a pesar del rechazo de la filosofía de aquél en conjunto.

Tudjman extrae sus conocimientos mediante el análisis de la lucha por la independencia de los pequeños pueblos eslavos durante el último siglo. Las dos grandes ideas son el paneslavismo y el socialismo.

La primera en sus dos aspectos —como el rusoeslavismo y austroeslavismo— quedó un sueño en cuanto a la pretendida libertad nacional de los pequeños países eslavos, sirviendo únicamente a los grandes para intentar imponer su voluntad. El paneslavismo surgió como reacción al pangermanismo romántico alemán y éste a su vez como reacción contra el nacionalismo francés en su forma napoleónica. Fueron los pensadores eslovacos Kollar, Šafarik, Stur y Herkel quienes dieron vida y su denominación a este movimiento, cuya misión fue la de reunir a todos los pueblos eslavos en una unidad política gigante que sirviese de contrapeso al pan-germanismo y fuese garantía de las peculiaridades de cada uno. Herkel había estampado la frase: "Unio in literatura inter omnes Slaves sive verus panslavismus". De aquí también la denominación de este movimiento como una unión federal ideada para todos los eslavos.

El primer intento de realizarla se produjo en el Congreso paneslavo de Praga en 1848. Su promotor fue un hombre político e historiador croata —Ivan KukuIjević Sakcinski— y los organizadores fueron checos. Pero esta primera reunión constituyó también el primer fracaso. La idea encontró una gran oposición, dentro del propio mundo eslavo, y también en su contorno humano no eslavo. La oposición entre polacos y rusos fue tal que los segundos no enviaron delegados al Congreso. Y los polacos se declaraban solidarios de los magiares, oponiéndose hasta a la unión de la Dalmacia croata con Croacia, mientras todos los eslavos occidentales, especialmente los checos, temblaban ante la posibilidad del surgimiento de una monarquía zarista ortodoxa y despótica rusa. Por eso Palacky y Havliček defendieron hasta el último momento a Austria, si bien, organizada federalmente. Los polacos idealizaban su catolicidad y se consideraban a sí mismos como el núcleo en torno al cual deberían agruparse los eslavos en contra del despotismo "mongólico" de Rusia. Además, el desarrollo histórico y cultural de los eslavos ocidentales y orientales hizo patente la idea de Ia irreconciliabilidad entre ellos. La enemistad servio-búlgara por causa de Macedonia, y la de los servios y croatas por Bosnia - Herzegovina se agregaba ai antagonismo de su carácter nacional, forjado en diferentes condiciones y bajo otros influjos históricos y culturales.

Mas para dar el golpe de gracia a este intento contradictorio en sí mismo, se presentaba la oposición alemana-magiar en Austria, que no cedía sus posiciones hegemónico-privilegiadas. Después del revolucionario año 1848, esta pugna llevó al Compromiso alemán-magiar de 1867, formándose la Doble Monarquía y ratificando la supremacía de aquellas dos nacionalidades sobre los pequeños pueblos eslavos. Desde ese momento se debilita la idea austroeslava, y toma la delantera la corriente rusófila. Ya en 1867 los rusos convocaban el segundo Congreso paneslavo. Pero los polacos no concurrieron. Homjakov, Katkov, Pogodin y Danilevsky fueron sus promotores e ideólogos. La religión ortodoxa y el idioma ruso tuvieron que desempeñar el papel principal dentro del paneslavismo nuevo. Danilevsky se mostraba especialmente defensor implacable de la "civilización eslava" a parte, elogiando hasta a los turcos que no permitían a los eslavos del sur el contacto con la civilización occidental, perniciosa para aquélla. En Croacia, Ante Starčević se oponía con energía al paneslavismo de todas clases, puesto que ello significaba solamente la disgregación de los pueblos pequeños, especialmente del croata. El Obispo Strossmayer propagaba la idea yugoeslava como la continuación de la idea paneslava dentro de un sector limitado. Sus intentos quedaron sin efectos positivos. El catolicismo croata y la ortodoxia servia oriental no encontraron una posibilidad de acercamiento, mientras que, políticamente, las ideas yugoeslavas no hallaban eco en el pueblo esloveno, servio y búlgaro.

El austroeslavismo tuvo otra corriente --la socialdemócrata de B. Bauer, Adler, Renner, etc.—. Tampoco ésta tuvo éxito. La falta de una definición adecuada sobre el concepto de soberanía de los pueblos y el prevalecimiento del concepto centralista fueron causas de que no se pudo atraer a los pueblos eslavos en los que aún no se había desarrollado una conciencia nacional moderna.. Sólo en 1914 Lenin acertó a definir adecuadamente el concepto de autodeterminación nacional: "Por autodeterminación de los pueblos entendemos su separación estatal de otras comunidades nacionales, o sea: la formación de un Estado nacional independiente". El autor agrega que esta definición resultó tan exacta que hasta hoy no se le ha hecho ninguna observación justificada. Si, Lenin —dice Tudjman— prevé las formaciones supranacionales en el sentido de una solidaridad proletaria internacional, pero también la burguesía aduce razones suficientes para una integración en el plano supernacional. Además —acota—, la idea de integración proletaria, por el desviacionismo stalinista, degeneró en la antítesis del derecho a la autodeterminación de los pueblos. Los casos del partido soviético, polaco y yugoeslavo lo confirman sobradamente. El centralismo de unos u otros fue el obstáculo principal para la igualdad, y la soberanía de los pueblos y las minorías nacionales, y esto causó crisis general del marxismo.

A la luz de esa idea centralista tanto en el período burgués, como en el ¡proletario, Tudjam dedica especial atención al caso eslovaco y croata. Las potencias vencedoras de la primera guerra mundial fueron organizadoras y defensoras de la Europa de Versalles. Se consideró a los checos y los servios como columna de aquel orden injusto. Por eso los croatas se integraron en el movimiento campesino de Esteban Radić, mientras los eslovacos en el movimiento clerical. El movimiento obrero padecía una "crisis seria" por no haber tomado una correcta posición leninista can respecto al derecho de autodeterminación de los pueblos. Además, la Rusia soviética vivía casi en una especie de cuarentena política sin posibilidad de ofrecer una ayuda necesaria. Por ese motivo, los pueblos oprimidos: croatas, eslovacos, eslovenos, montenegrinos y macedonios, aun contra su voluntad, tuvieron que admitir la ayuda de las potencias revisionistas.

La sorprendente victoria de Hitler en un limpio juego democrático que impresionó a todo el mundo, tuvo su causa principal en la canalización de los sentimientos nacionales alemanes que los comunistas y la socialdemocracia no supieron aprovechar. A pesar del peligro natural, que representaban la ideología y el revisionismo nacifascista, los líderes de los pueblos oprimidos, especialmente del croata y eslovaco, al no poder contar con la ayuda de las democracias occidentales cuya ideología era la suya, se encontraron en una difícil situación. Las potencias democráticas defendían el statu quo y las revisionistas ofrecían isu ayuda. Tras una vacilación muy comprensible, una parte de sus líderes, pasando por alto el peligro nazi, aceptó la ayuda de las potencias del Eje "por considerar que los intereses nacionales están por encima de todos los ideológicos o, mejor dicho, también los pueblos pequeños deben tener en cuenta hechos consumados en la contienda de las potencias grandes", dice Tudjman textualmente.

La actitud de la Rusia soviética y la Tercera Internacional era cambiante, de acuerdo a la situación internacional. Al principio, defendía, el revisionismo contra la Europa de Versalles, pero al surgir el peligro nacifascista se pusieron al lado de los defensores del statu quo. Claro que en el primer período despertaron las esperanzas de los pueblos oprimidos, especialmente del eslovaco y el croata (nos parece pura suposición del autor. Obs. de la Redac. de S. C.), mientras en el segundo, tales esperanzas se convirtieron en ilusiones. Se ha demostrado ya que no basta la explicación teórica, dogmática y a priori del marxismo. Es necesario asegurar el acceso a los problemas prácticos, partiendo, en primer término, de la cuestión de ¿a qué pueblo o nación pertenece cierto movimiento obrero? "Los ejemplos checo-eslovaco y yugoeslavo muestra claramente que, a pesar de la aceptación general de la teoría de Lenin acerca del derecho de autodeterminación de los pueblos, la realización de ese principio dentro de los Estados multinacionales, se muestra el problema más complejo y discutido". No hubo más coincidencias leninianas entre la lucha libertadora de los pueblos y la lucha por el socialismo.

Los movimientos nacionales se convirtieron en fuerzas de reserva de la revolución proletaria, pero también pueden éstas convertirse en adversarias. Los movimientos obreros sólo darán su apoyo a los de liberación nacional a condición de coincidir eon los intereses de la revolución proletaria y del socialismo. Identificados éstos con la Rusia soviética y con su política exterior, los movimientos obreros de las demás naciones se halaron en una situación ambigua y sumamente difícil. El pacto Hitler-Stalin y la consecuente disolución del partido comunista polaco confundieron también al partido comunista francés ante la invasión alemana. Aun cuando Tudjman intenta justificar ese procedimiento soviético teniendo presente la situación internacional general, concluye que tal cúmulo de hechos se convirtió más tarde en un principio. "Así se convirtió el internacionalismo revolucionario en el mesianismo de la Rusia soviética". Podríamos repetir aquí una cita del autor en otro lugar de su obra. El historiador francés Jules Michelet había escrito: "Ayer nos dijo (Rusia): «yo soy el cristianismo». Mañana nos dirá: «yo soy el socialismo»". Desde aquel momento, disuelta la Tercera Internacional, los partidos comunistas nacionales se consideraron simplemente órganos de ayuda de la política ruso-soviética.

Esta crisis del comunismo internacional fue superada con la proclamación de la Carta Atlántica y la adhesión posterior soviética a la misma, porque los pueblos se agruparon detrás de la nueva coalición, esperando la realización de sus ideales nacionales contra la opresión impuesta ya por las potencias del Eje. Pero hubo muchas desilusiones. El centralismo staliniano inaugurado ante el peligro nazi y reforzado durante la guerra, continuó también después de ella. Pero justamente la guerra ha demostrado que la lucha de liberación nacional y la del socialismo eran inseparables. Hasta aquí no cabe disentir mucho con Tudjman. El paneslavismo y el internacionalismo socialista quedaron grandes deseos y nada más.

Pero pasando al caso concreto de Croacia y al papel que desempeñó en el partido comunista yugoeslavo, el autor olvida muchas de las cosas dichas y se convierte en un auténtico historiador marxista-clasista y en un partidario yugoeslavo integralista. A pesar de haber reconocido la justificación plena de la lucha del pueblo croata contra el centralismo y hegemonísmo servios en la Yugoeslavia monárquica bajo la jefatura de los líderes del movimiento campesino, la impotencia absoluta del comunismo en el pueblo croata y la semijustificación, hasta podríamos decir, la justificación completa de los líderes croatas al aceptar la ayuda nacista por razones de realismo político nacional, Tudjman esgrime todos los argumentos posibles para defender la actuación de su partido al empezar la lucha contra los "ocupantes" nacifascistas y sus colaboradores "quislings".

Reconoce que Croacia tenía cierto status del Estado, pero los comunistas -4.000 organizados y 30.000 simpatizantes— iniciaron la lucha contra la realización —precaria y débil eso sí—de la independencia de Croacia, subordinándose al centralismo más severo del stalinismo y al centralismo de Belgrado. No obstante de reconocer el hecho de que todos los jefes "burgueses" —servios, croatas, eslovenos, montenegrinos, macedonios — habían aceptado la disolución definitiva de la Yugoeslavia monárquica; los comunistas croatas, junto con los servios y eslovenos emprendieron la guerra por la restauración de la Yugoeslavia proletaria-socialista. Contra su experiencia —quizás en aquel momento no la tenía— de las ideas grandes y los pequeños pueblos, Tudjman y sus correligionarios seguían creyendo en "ideas grandes": el yugoeslavismo y el socialismo, ya claramente fracasados en la época precedente.

Creyendo, acaso, en la inocencia original del proletariado, aceptaron una lucha sumamente cruenta contra la mayoría absoluta de su pueblo. Las ideas grandes estaban reservadas para ser realizadas por su proletariado. La vida efectiva de la posguerra demostró igualmente la falsedad de esta concepción. Belgrado instauró un centralismo de opresión nacional políticamente, y una "clase nueva" socialmente, lo que amenaza con desmoronar nuevamente aquel Estado como un castillo de naipes, y haciendo especular a los soviéticos con someter a todos a su mando despótico y anular todas Ias semilibertades que se habían conseguido en la pugna interna, producida entre la clase dirigente comunista y como consecuencia también de la lógica división de sus pueblos, formados durante más de un milenio en diferentes ambientes político-culturales.

Solo en vista de esta lucha intestina de los comunistas yugoeslavos, adecuada a las diferencias nacionales y dirigida para obtener posiciones siempre más independientes para sus naciones, podríamos entender la glorificación de una serie de violencias en Croacia: los ataques de los comunistas croatas contra los estudiantes, las primeras formaciones militares en defensa de la independencia de Croacia en 1941, la destrucción del correo central, etc., que culminaron en la afirmación de que la Croacia de entonces se había convertido en el baluarte inexpugnable del movimiento guerrillero comunista, así como de que, actualmente, en Croacia, vive la mayor parte de los hombres condecorados con las más altas distinciones en aquella guerra "de liberación nacional y del socialismo", como la denomina y arguye Tudjman.

Interesante resulta la parte del libro dedicada a las teorías filosófico-éticas acerca de la guerra. Al autor no le falta cierta erudición ni el empeño de demostrar la falsedad del punto de partida de las teorías idealistas y aprioristas de justificación filosófico-ética de Ias guerras. Pero por otro lado, al oponer a ellas la concepción marxista que se arroga el derecho de una concepción científica de la explicación de los conflictos bélicos, Tudjman pasa por alto gran parte de lo esencial de las teorías premarxistas, simplificándolas ,para resaltar más lo que considera especifico y superior en su concepción marxista. Pero estudiándolo con la objetividad y la calma de un científico, Tudjman debe reconocer que este análisis científico de la guerra, y el intento marxista de eliminar divisiones de clase, así como las causas de las guerras han fracasado. El conflicto ruso-chino, ruso - yugoeslavo, ruso-albanés, servio-croata, etc., ofrecen las pruebas más elocuentes de la falsedad de aquella concepción marxista.

Tudjman enfoca el problema alemán con objetividad bastante satisfactoria, destacándolo como el problema central de Europa. Si este problema pone en peligro nuevamente a los pueblos europeos y al mundo, no se puede acusar solamente a los alemanes y a su educación tradicional que hasta Thomas Mann había aceptado como normal, sino, en primer término, a los vencedores de la segunda guerra mundial, especialmente a Norteamérica y la Rusia Soviética cuyas ideas, ambiciones y neoimperialismo y hegemonismo mantienen divididas no sólo Alemania sino incluso a toda Europa. Esta última, para recobrar la jerarquía que perdió en la última guerra durante la subsiguiente lucha de los pueblos coloniales por su independencia, debe liberarse de la tutela ruso-norteamericana y formar su unidad sin consideración por la diferencias de los sistemas de gobierno o el tipo de organización social.

Hay que reconocer que el autor analiza críticamente la posibilidad de realización de la unión europea. Pero, a pesar de todos estos factores, internos y externos —los contrastes internos europeos y las influencias y pretensiones ruso-americanas—, el autor cree en un futuro europeo bajo el signo de su unidad. La experiencia común: intentos de sojuzgamiento recíproco, la pérdida de las colonias, el nacionalismo de los pueblos pequeños que no se concilian con ninguna clase de subordinación y aceptan la colaboración únicamente sobre la condición de igualdad y soberanía, deberían asegurar el camino hacia la unificaión europea, elevando aquellos pueblos nuevamente al nivel que les corresponde dentro de la política iñternacional. En este sentido actúa también el crecimiento de la potencia china, que limita el poder ruso o americano en el lejano oriente. No carecen de interés sus referencias en este sentido al futuro de Francia, por ejemplo, y de China. Esta última tiene todas las posibilidaes de elevarse a una potencia de primera magnitud, mientras que Francia no tiene ya perspectiva alguna de serlo. Lo mismo vale para cada una de las naciones europeas. Un realismo así debería empujarlas hacia su unidad y la jeraquía que teben ocupar nuevamente de acuerdo a las nuevas realidades internacionales. Todo eso y siempre de acuerdo con la misión de las Naciones Unidas.

Al terminar la lectura de este libro, abarcador de muchos temas y escrito con espíritu de "coexistencia activa", que es el estribillo principal del mariscal Tito, uno se pregunta inevitablemente, primero: si el autor estribó conscientemente aceptando la tesis de ese gobernante, eliminando todos los factores de la política nacional croata que no se miran a través del prisma marisxta yugoeslavo o si esta exposición de los problemas aún en esta forma bastante crítica en cuanto al hegemonismo servio, no es el fruto inevitable de una realidad que no resulta propicia para la libertad del pensamiento y, menos aún, para la actuación del pueblo croata y de sus intelectuales. La segunda pregunta que se impone, por lo menos al terminar la lectura del último ensayo de este libro —Europa entre oriente y el occidente— es, si el autor cree todavía en los criterios del materialismo histórico al interpretar la historia en general. "Pero — dice textualmente— par no ser siempre idénticas las condicones históricas y por desempeñar los elementos irracionales desentrañables y de carácter subjetivo y caprichoso un papel a veces más decisivo en el acontecer histórico, las consideraciones de esta índole (el futuro de la unidad europea y del mundo. — Obs. de la Redac. de S.C.) quedan en la esfera de las puras conjeturas y las suposiciones..."

Al despecho de todas las claudicaciones del autor en cuanto a la interpretación de la historia con un sentido marxista y a pesar igualmente del silencio que se impone sobre muchos puntos de la reciente historia croata —hasta el de mencionar el caso de la muerte misteriosa de Andrés Hebrang, uno de los más destacados comunistas croatas que pereció en la cárcel de Tito por oponerse al hegemonismo servio—, es interesante conocer los pensamientos del autor. Vacilante y contradictorio a veces, pero sobre su mundo ideal, sobre su experiencia de estudioso, aún cuando escribe contra las grandes ideas en su significado del pretexto de subordinación de los pueblos pequeños, guarda siempre una u otra convicción íntima que le hace, inconscientemente, víctima de las grandes ideas. Su yugoeslavismo, su creencia en el slogan "hermandad y unidad" en la actual Yugoeslavia comunista y, finalmente, en la unión europea y mundial confirman cuanto venimos diciendo. Mientras su creencia en las dos uniones últimas son proyecciones de deseos, la primera —la yugoeslava— es ya una realidad tremenda. La idea yugoeslavo-socialista, como una edición especial de grandes ideas, no se ha desempeñado bien ni en su calidad de idea de liberación nacional ni en su carácter de grande idea libertadora de clase. La opresión del pueblo croata es total y de clase obrera en general también.

FRANJO NEVISTIĆ

 


Dr. Kvirin Vasilj: Zašto Vjerujem? — ¿Por qué creo yo?

(Madrid, 1969, pág. 266)

El Dr. Kvirin Vasilj es el filósofo y pensador más original, más profundo y más "revolucionario" de la emigración croata. Su obra abarca, además, varios volúmenes que representan entre sí un Opus que merece una atención especial por su amplitud, por la actualidad de sus ideas y por la extraordinaria capacidad del pensar abstractivo de su autor. Incluso podríamos hablar de un sistema filosófico propio del Dr. Vasilj. Se inició con el libro Análisis y Síntesis del Hombre (Chicago, 1958, 446 pp.), editó posteriormente Teorías Trinitarias ante el Juicio de la razón (pp. 131); Los Fundamentos del Conocimiento de la Realidad (Madrid, 1966, pp. 714) y, ahora, la obra a que dedicamos estas líneas, sin mencionar numerosos artículos en varias revistas. Para valorar la importancia de esta serie de publicaciones por su originalidad y su carácter de innovación, sería necesario estudiar a fondo, en primer término, Los Fundamentos del Conocimiento de la Realidad. Sin ahondar de su teoría del conocimiento, las ideas de Vasilj les parecerán a muchos escasamente ortodoxas ,para un franciscano y sacerdote católico y difícilmente conciliables con la filosofía católica tradicional. Pero no obstante los juicios que se le han formulado y podrían formulársele en este sentido, nos parece, que la ortodoxia de Vasilj es integral. Su fe y su apasionado pensamiento para hallar racionalmente la justificación de aquella, ocupan y agotan toda su personalidad en sus múltiples aspectos del hombre de honda vocaciún de pensador y de creyente.

Justamente, el libro del epígrafe constituye la justificación de la fe del autor, sin pretensión de convertirla en una justificación general de la creencia religiosa para los cristianos .Tratando de esgrimir argumentos y razones en favor de su propia fe, Vasilj atribuye a su obra un carácter exploratorio, investigativo, alejándose de la corriente común de la filosofía católica, cuyos frutos nos caen en beneficio, dice, como "un premio ajeno, elaborado sin nuestra participación ni mérito".

Procediendo así, recalca desde el principio su deseo de guardar la independencia ante cualquier autoridad. "No es la autoridad —dice— la fuente de la verdad, sino que la autoridad se funda en la verdad..." "Un cristiano sin sentido crítico puede causar más daño al renombre del cristianismo que un no cristiano sin aquel sentido".

Reconociendo el valor básico de la experiencia científico-empírica, el autor dice: "Ninguna fe o creencia, que no continuaría orgánicamente el conocimiento de la realidad puede tener justificación ante las exigencias de la razón humana. En tales condiciones, aquélla terminará, temprano o tarde, como una ilusión temporaria".

A pesar del carácter exploratorio y de justificación personales, el autor reconoce que siempre tiene presentes las objeciones del científico contra el cristianismo. Por eso, al contestarlas mediante la exposición de los principios generales del conocimiento de la realidad y del conocimiento cristiano, en particular, defiende indirectamente al cristianismo y a los cristianos en general. Del mismo modo que en el campo físico, si alguién hablara de un fenómeno contrario a la constante de masa-energía en el universo, expresaría alga imposible, así también un cristiano divagaría si afirmara algo que estuviese en contradicción con el conocimiento de la realidad en general y la realidad cristiana en particular.

El cristiano debe abandonar el cristianismo si se convence de que carece de la verdad transcendente, independiente de nuestro pensamiento, pero debe también abrazarlo si, en su investigación, encuentra aquella verdad trascendental. Resulta sumamente interesante la formulación del autor al decir: El hombre que defiende una concepción del mundo físico contra la concepción cristiana olvida que el cristianismo se relaciona con el mundo físico-material de manera análoga a la relación de la teoría de la relatividad con la ley de la gravitación de Newton. Agrandando nuestra experiencia, la ley de Newton se relativiza y pierde su valor en un viaje interplatenatario.

Las dificultades comienzan ya desde aquí. El planteamiento del autor es claro y trata de eliminar del camino de la investigación todos los presupuestos sin critica. Pero al intentar erigir su edificio, empiezan aquéllas. O, por lo menos, un inexperto lector, empieza a sentir que se despiertan sus dudas, sus inseguridades y que pierde la confianza en el conductor por el laberinto de tan graves y decisivos problemas humanos, envueltos en oscuridades y misterios.

Intentaremos aclarar nuestra propia impresión. El autor, como ya hemos visto, trata de justificar la concepción cristiana madiante la experiencia y el conocimiento de la realidad porque únicamente así podrá presentarse legítimamente ante la razón científica. El cristianismo —afirma — se basa en la experiencia, pero "los principios de su experiencia... se prolongan en la infinitud". Con esto, el cristianismo no niega la realidad de la experiencia física ni tampoco su valor, sino que las supera y agranda infinitamente. En tal sentido el Dr. Vasilj acota: "Ahora, lo ilógico del científico consiste en no aceptar, en nombre de su experiencia limitada, ninguna posibilidad de otra super o metaexperiencia. Para probar la validez do sus aposiciones fundamentales, el cristianismo debe necesariamente servirse de algunos principios de la experiencia, Pero ésta, por la naturaleza misma de las cosas, es diferente de la experiencia física..." "El cristianismo, en su esencia, es la metafísica sobrenatural del hombre... Pero esto no quiere decir separar el orden natural del sobrenatural, si éste tiene una realidad transcedente... Además, si el orden sobrenatural constituye una realidad, entonces el orden natural no corresponde ya a su idea inmanente. Este no existe como no existiría sin su conexión con el mundo sobrenatural".

Pero ¿cómo es posible conocer esta unión? Si la experiencia cristiana, o sea, la experiencia metafísico- - sobrenatural, supera infinitamente a la experiencia física ¿no es ya una experiencia totalmente nueva, separada de la de la física, algo específicamente diferente y para nosotros, hombres científico-empíricos, inalcanzable?

El Dr. Vasilj nos contesta provisoriamente más como teólogo que como filósofo, postulando un orden sobrenatural, por-individual y colectiva, y con la realidad de la muerte, es la tragedia del hombre. La postulación de un orden sobrenatural, diría el científico, no asegura su existencia. Tanto más cuanto aue nuestro autor agrega: "Si el orden sobrenatural constituye cierta realidad, nosotros no poseemos el conocimiento del mismo sobre la base de nuestra experiencia personal. Este orden permanece para nosotros como un objeto de nuestra fe". Sin embargo —dice Vasilj— este orden no tendría para nosotros ningún significado ni valor "si su actuación no se manifestara también en el orden físico. Esa debe ser la finalidad de la realidad sobrenatural".

Por el momento, el Dr. Vasilj, suponiendo la interferencia de un elemento sobrenatural en la vida del hombre, coloca a éste en el orden natural, atribuyéndole capacidad 'para distinguir el concepto natural y el desarrollo de la naturaleza humana en él con el crecimiento real de la misma. "De la eventual diferencia entre estos dos órdenes... surgirá el argumento en pro de la realidad de un orden sobrenatural", dice textualmente.

El lector se consuela al avanzar en la lectura de la presente obra. La razón científica no se conforma con suposiciones. El Dr. Vasilj lo sabe perfectamente. En el capítulo: La idea de la religión natural y la sobrenatural, el autor dice: "La religión significa la expresión más perfecta del ansia del espíritu humana hacia su inmortalidad. Pero el hombre sabe soñar también bellos sueños y tejer mitos, por lo cual surge la pregunta: Si la religión significa eventualmente una bella ilusión ¿de dónde proviene (arranca) nuestra inclinación a sacrîficar las perspectivas físicas de nuestro ser por una teleraña metafísica "sin un contenido firme y el apoyo en la realidad?" Si la religión natural tiene su justificación en el tejido de mitos e ilusiones para sobrellevar con más facilidad las dificultades de la vida real, se hace necesario ver también si podemos hallar justificación Para la religión sobrenatural, que nos abre perspectivas mu-cho más profundas". ¿Existen algunos hechos en el orden físico que aquélla podría invocar como confirmación de su valor interno?.." Promete aquélla realizar una nueva Tierra y un nuevo cielo, colocando en ellos otras leyes... Los cementerios y los museos son la única inmortalidad prometida por la Tierra a la vida". Su promesa de la felicidad y paraíso, a diferencia de los sistemas de felicidad humanos, abarca no sólo al hombre del futuro, sino también al presente y a aquél del pasado como si no hubiera fallecido. ¿Ilusión y el conjunto de las ideas vacías o un orden con el sentido trascendental en posesión de la verdadera realidad metafísica? Este es el problema fundamental, decisivo y de más grande envergadura al que la religión sobrenatural debe dar respuesta.

Pero ¿cómo puede hacerlos? "A la religión sobrenatural sólo le cabe asegurar su realidad mediante las leyes de la superexperiencia, es decir, mediante la experiencia de la realidad sobrenatural. El hombre, a su vez, sólo conoce las leyes de su experiencia natural". Si la religión sobrenatural —opina el autor— es una realidad, aquélla debe penetrar de alguna manera en el orden físico y ser accesible a nuestra experiencia. Por eso —recalca él mismo— la necesidad y la importancia de conocer clara y funda-mentalmente "las leyes de (nuestra) experiencia natural" a fin de que podamos "reconocer las realidades de la superexperiencia mediante la lógica de los contrarios" y ubicar los hechos sobrenaturales "dentro del acontecer histórico". Buscando "el puente" entre lo natural y lo sobrenatural, si esto último tiene valor, Vasilj pide con suma insistencia a los teólogos cristianos el más completo y profundo conocimiento del acontecer natural.

Sin ello se atribuirá a Dios lo que debemos atribuir a los seres naturales. Así se comete el grave error del supranaturalismo, que es el más grande enemigo de la religión sobrenatural. De esta confusión de órdenes, natural y sobrenatural, han procedido graves errores y procedimientos desde los tiempos de Galileo, que causaron al cristianismo un desprestigio del cual no se ha recuperado por completo hasta hoy. "De aquí el extraño fenómeno de que en el ambiente cristiano, los no cristianos hayan desarrollado (practicado) algunas virtudes naturales que, entre los cristianos permanecieron en estado de raquitismo. La sobrenaturaleza presupone la naturaleza, la ennoblece y eleva a un nuevo nivel de realidad. Esto no obstante, los cristianos, con excepción del comienzo del cristianismo, no fueron siempre los primeros en realizar la justicia social ni, tampoco, en definir y promover los derechos civiles del hombre, hechos que fueron motivo de que muchos rehusasen el cristianismo. No es posible creer en la vocación sobrenatural del hombre si la sobrenaturaleza no afirma en él las valores naturales sino que, más bien, nos niega. Es necesario, en consecuencia, depurar la idea sobrenatural y el concepto de la naturaleza, porque todo cambio del uno por el otro obstaculiza inevitablemente el conocimiento de la sobrenaturaleza a pesar de su valor trascendente".

El autor reconoce una parte legitima al movimiento litúrgico-pastoral del movimiento ecuménico y reformista de la Iglesia la actualidad pero agrega, que el cristianismo necesita, ante todo, una re-elaboración científica para que pueda ser-vir a aquellos fines. A falta de este requisito, el culto exterior puede convertir-se en superstición. "Yo no creo —agrega seguidamente— que la humanidad esté tan herida y disgregada y que, en consecuencia, los hombres no aceptasen las verdades sobrenaturales si estuviesen suficientemente convencidos de que aquellas representan una validez real".

Vasilj opina que, a la vista del progreso científico general, la elaboración científica de una visión de vida cristiana tradicional no satisface al hombre moderno. Los pensadores cristianos no tenían la libertad necesaria en este sentido, aún cuando el Evangelio pide y presupone la aceptación libre de su enseñanza. "Si en el decurso de la historio los hombres de la Iglesia hubieran demostrado mayor sensibilidad por los derechos de conciencia del prójimo, gozarían hoy de más prestigio en el mundo". Consciente del valor de la libertad, Vasilj continúa: "La verdad no tiene miedo al error, por ser más fuerte que no-verdad... Para la verdad no son buenos aliados ni la fuerza física ni, tampoco, la de carácter moral". No obstante, los motivos más perfectos que posee el cristianismo para defender la libertad, los filósofos modernos descubrieron esta verdad con anterioridad a los teólogos". Son graves los daños causados por esta actitud de la Iglesia. Los reconoce hoy ésta sinceramente, pero esta libertad se halla todavia bastante restringida por -la autoridad eclesiástica en el campo de la investigación teológica.

De aquí surge cierto historicismo teológico que pretende que el cristianismo ha producido algunos genios excepcionales, que pronunciaron, en estos dos campos, la última palabra sin necesidad de un desarrollo ulterior... "No es posible suponer que el Evangelio podría cortar y detener, con su doctrina sobre el fin sobrenatural del hombre, el desarrollo natural de la humanidad en su conocimiento y dominio de las fuerzas físicas, porque la sobrenaturaleza, por su sola idea, amplía y perfecciona a la naturaleza sin aniquilarla". Por eso acentúa el autor, una vez más, que el objetivo de su libro tiende a ofrecer razones justificativas de su credo personal, a esgrimir también inmediatamente argumentos contra las objeciones del científico actual. A Bertrand Russell le considera, en este sentido, como al más representativo. A través de su libro ¿Por qué no soy cristiano?, el recién desaparecido sabio británico le parece el más inteligente y sincero adversario del cristianismo.

Analizando el caso de Russell, el Dr. Vasilj se plantea a sí mismo la pregunta, de si no le castigará Dios por haber creído en Jesús de Nazaret, que se decía hijo de Dios y Dios mismo. Según Russell, Cristo exige de nosotros odiar nuestra propia vida, y nuestra familia, para realizar algún ideal "vacío"; pero no es posible ver en esta exigencia la voluntad de Dios, que ha ligado fatalmente mi vida con la Tierra. "¿De dónde arrancaría el derecho de Jesús de Nazaret a elevar su voluntad por sobre la voluntad de Dios, tratando de cambiar el orden natural de acuerdo con sus deseos y anhelos subjetivos?" Contra el pesimismo anticristiano de Russell, Vasilj pregunta: "¿Quién, de acuerdo con su idea, posee una visión más alta de vida: el Evangelio, que en la vida física descubre tan sólo el germen de la vida real con una posibilidad de crecimiento y desarrollo infinitos, o Russell, que ve en la vida un árbol definitivamente desarrollado y destinado a morir para siempre?..." "Si conozco a Cristo, que aconsejaba abnegación y sacrificio, debo conocer también al Cristo que predicaba la vida y la resurrección", dice Vasilj.

Pero antes de creer en Cristo, hay que demostrar la existencia de Dios. A fin de preparar al lector para tarea tan difícil, ardua e indispensable para el ser humano, nuestro autor analiza con profundidad sorprendente la relación entre la verdad real y subjetiva, reproduciendo, brevemente sus fundamentales posiciones filosóficas de carácter noético. Orientado hacia el realismo noético, el Dr. Vasilj analiza el primer acto de nuestro conocimiento que, en su unidad constituye y abarca la percepción sensorial de las cosas y la intuición intelectual que descubre su ser. El ser de las cosas y sus calidades sensibles, "en cuanto tienen un valor real, no constituyen dos estamentos diferentes de la realidad de un ente, sino dos diferentes respuestas del hombre a la actuación de una y la misma realidad. Sostenemos esto contra la escuela de Aristóteles.

Por otro lado, la intuición intelectual del ser y la percepción sensorial de las cosas no constituyen dos elementos del mismo conocimiento, sino, a su vez, dos diferentes respuestas a dos diferentes posibilidades de actuación de una y la misma realidad. Sostenemos esto contra Kant y su escuela". Subrayando la diferencia entre el conocimiento intelectual y la percepción sensorial, "nosotros, dice Vasilj. solamente reconocemos como verdadero conocimiento al conocimiento intelectual... Sólo a causa de que el conocimiento intelectual transciende las percepciones sensoriales; el hombre está en condicies de conocer la realidad de algunas cosas de las cuales no tiene, o no puede tener, percepción sensorial... Además —dice— nosotros distinguimos los conocimientos sintéticos sobre la base de la experiencia y los conocimientos sistoles [49]* sobre la base del pensar, que tiene valor real. En consecuencia, no oponemos los conocimientos sistoles a los juicios analíticossino a los conocimientos sintéticos. Los conocimiensistoles a los juicios analíticos sino a los de dos conocimientos previos con valor real".

Recapitulando sus principios de conocimiento, Vasilj plantea su problema de la siguiente manera: "La cuestión fundamental es si la religión en general, en sus elementos esenciales se basa sobre conocimiento originario de la realidad y, especialmente, si la religión tan llamada revelada puede afirmarse ante el tribunal de la razón humana".

El hombre moderno no rechazaría a Cristo, si supiera que Dios estaba a su lado o si El mismo fuese Dios. Vasilj cita el caso del sabio francés Jean Rostand, quien declaró que seguiría a un superhombre y aceptaría su doctrina si éste creciera como el fruto de la evolución humana. Por eso nuestro autor insiste repetidas veces en la necesidad de una elaboración científica del cristianismo, sin obstaculizar la investigación y delimitar la libertad para hacerla. Luego se dirige contra fanáticos que se adhieren a una doctrina sin esfuerzo intelectual personal. "Si esta clase de hombres se apoderan de la autoridad y el poder, persiguirán a sus adversarios como a criminales intelectuales. Les inquietan las opiniones contrarias porque la suya descansa sobre una opción de la voluntad, y que podría haber sido completamente contraria, si hubieran nacido en otras condiciones.

Por eso, nosotros no otorgamos nuestra confianza a la convicción de nadie, si este en nombre de ella, persigue y maltrata a los demás. Un Platón, un Sócrates, un Aristóteles, un Pascual o un Leibnitz nunca habrían maltratado a quienes no aceptaran su folosofia. Por eso —agrega nuestro autor— miro con sospecha cualquier concepción de la vida que se apoye en la espada. La verdad tiene en sí misma suficiente fuerza y valor para ser aceptada par los hombres de buena voluntad, sin necesidad de buscar para ese fin aliados sospechosos". No podemos simplemente condenar a los que no creen en Cristo sin examinar sus razones, ni tampoco en e! momento en qne demostramos la nulidad de sus razones que, para ellos, subjetivamente, tenían el valor de una verdad indiscutible.

Mas para creer en Cristo, hay que demostrar la existencia de Dios. El misterio de Cristo Dios-hombre podrá aclararse únicamente después de haber comprobado la existencia de Dios.

En este capítulo —El conocimiento de Dios— el Dr. Vasilj manifiesta en forma más acentuada su originalidad, su audacia y peculiaridad de pensador. Rechaza las pruebas tradicionales de Santo Tomás y de Aristóteles considerándolas superadas por la ciencia moderna. Rechaza igualmente la demostración de la existen-cia de Dios sacada de la actuación de los seres del mundo. Especialmente el argumento del "motor inmovil". A los teólogos que aceptan este argumento, coma también el de la finalidad del mundo físico o moral dentro del hombre, les llama teólogos físicos que atribuyen a Dios la actividad de los factores físicos o que, dan por supuesto, lo que deberian demostrar primero —la finalidad del universo.

Nuestro autor tiene un solo argumento racional para la existencia de Dios. Todo lo que se puede producir de una manera sintética, es decir, un acontecimiento des-pués de otro, lleva en sí el carácter de finitud y tiene su principio en el tiempo. Por el contrario, todo lo que no podemos realizar de esta manera sintética representa un acontecer eterno. "Si la actuación... de los seres naturales es inseparable de su existencia y, si la totalidad del acontecer en el mundo es finito, de aquí se deducirá necesariamente que el ser de los agentes naturales tienen su principio en el tiempo. En otras palabras, los entes naturales fueron creados en su ser spor un Ser en sí... "Este es el único argumento que puedo ofrecer a mis lectores y a mí mismo", dice el padre Vasilj. Luego analiza su validez con sutileza extraordinaria. "Poseemos dos categorias fundamentales para nuestro conocimiento de los seres naturales: 1) Todo ente tiene su propio ser y 2) todo ente actúa con la totalidad de su ser... El principio de la actuación de los entes naturales tiene un valor general...

La actuación de los entes naturales se funda directamente en su ser. Por eso, hasta que no pueda yo demostrar la posición de que el mismo ser de los entes naturales tiene su principio en el tiempo, no tengo ningún derecho lógico o real para explicar el acontecer en la naturaleza, invocar la existencia de Dios... En otros términos, es necesario demostrar la finitud temporal de los entes naturales en su ser. De aquí resulta la inevitable necesidad de analizar con suma atención el concepto de la finitud y la idea de la infinitud. Sin un análisis de estas dos ideas-conceptos, la metafísica como ciencia no es posible. El principio profísico de causalidad: Todo cambio real de un ser supone un contacto dinámico de este ser con otro, y la posición sobre la finitud de todas Ias cantidades sintéticas, son dos conocimientos fundamentales sobre los que descansa la metafísica".

Claro que no podemos entrar en los detalles de las deducciones de nuestro autor. Necesitaríamos para ello un espacio mayor. Mas no podemos omitir la refutación de la posición aristotélica por nuestro autor, cuando dice: "Nosotros fundamos la primera premisa para; demostrar la existencia de Dios en la posición de que todo ente actúa con la totalidad de su ser. A esta posición se le opone, per defectum, el principio de movimiento de Aristóteles: «todo lo que se mueve, por otro se mueve» y, per excesum, del materialismo dialéctico: «toda cosa constituye una unidad inseparable de los elementos contradictorios». Por eso sometemos aquí al análisis la validez de sus principios. Si existe sólo un hecho seguro de la experiencia que está en contradicción con ellos, carecen de validez real".

Contra los filósofos y teólogos que todavía consideran válida la posición aristotélica, el padre Vasilj aduce el principio físico de la inercia. Un cuerpo cualquiera se mueve indefinidamente en el espacio libre o está inmóvil relativamente, a menos que una fuerza desde fuera cambie su estado..." Este principio contradice la posición aristotélica. Para no capitular ante esta oposición, los secuaces de la filosofía del estagirita declaran que la ley aristotélica del movimiento es una ley metafísica, mientras la ley de inercia es una ley física. El Dr. Vasilj concluye: "...No es posible seguir la filosofía de Aristóteles y no aceptar su física, coma tampoco sería lógico seguir su física y rechazar su filosofía... Resulta vano el intento de salvar la filosofía de la naturaleza en Aristóteles, proclamando sus principios cual "principios metafísicos" —como si tuviera el validez en el campo a que no alcanza la experiencia— mientras en el campo de la experiencia carecen de valor, siendo así que el fin y la función de la filosofía de la naturaleza es elaborar los principios más generales del conocimiento de la realidad. En consecuencia: Si un principio ontológico más general no tiene validez para el conocimiento de los agentes físicos, tampoco tiene valor real en general".

"Si todo lo que se mueve es movido por otro",entonces el.movimiento no podría tener principio. No obstante, el movimiento en el mundo es un hecho, por lo cual el principio: Todo lo que se mueve es movido por otro, carece de valor real". Si el principio aristotélico no lo tiene, ¿qué podemos decir del principio contradictorio, formulado por los materialistas dialécticos de que todo lo que se mueve se mueve por si mismo? Se trata de la ley denominada "autocinesis". Según la misma, todos los entes son el "campo" de una oposición de elementos contradictorios. Pero este principio —dice nuestro autor— está en conflicto directo con el principio de física: un cuerpo cualquiera se mueve indefinidamente en cierta dirección en el espacio libre o se halla inmóvil relativamente, si no actúa sobre él una fuerza desde fuera. Este principio —dice Vasilj — tiene validez general: para el carro que no se mueve sin caballo y para el automóvil que no se mueve sin combustible; mientras el principio del movimiento dialéctico no se puede aplicar a ninguno de los dos casos. Vasilj reconoce la existencia de los movimientos internos, pero éstos no significan un cambio de entes, mientras los movimientos exteriores producen su mutación. En el primer caso, un ente conserva su identidad, en el otro no. Los dialécticos confunden el significado relativo del concepto de ente con su significado absoluto, lo que provoca a su vez la confusión de la actuación de los entes, proveniente de diferentes planos de su actuación.

En efecto, según nuestro autor, la doctrina aristotélica prolonga la inmersión del ente en el mundo exterior de los entes en forma infinita y, en el caso del materialismo dialéctico, esta inmersión infinita se produce en el interior del ente, lo que es evidentemente imposible, porque en el primer caso buscaríamos en la inifidad dei mundo exterior el principio del movimiento, y en el segundo, en la infinidad interior porque, para moverse has-ta la más mínima partícula del mundo material, se necesita la existencia de opuestos desde la infinitud, lo que resulta otra vez imposible.

Además, nuestro autor, atribuyendo toda la actividad en el universo a los seres naturales, cree que ha conseguido dos objetivos: Dios no se degrada a la categoría de un agente natural, si Dios es la bondad absoluta, el mal que encontramos en el mundo no debemos atribuirlo ni a El ni a un dios malo. Los entes del mundo actúan espontáneamente por su naturaleza tomada en su totalidad. Pero se nos impone la inevitable pregunta: ¿No es igual que Dios haya creado a los ente con una naturaleza que actúa espontáneamente y produce los males en el universo, o que Dios haya puesto a los entes y su ser en movimiento coma opinó Aristótels? El Dr. Vasilj dice que el mal se produce por la unión o la separción de los entes de acuerdo a la unión o la separación que no les corresponde. Pero ¿de dónde surge (nace) este abuso si los entes actúan de acuerdo a las leyes de su ser y de su existencia creadas por una fuerza totalmente extraña y fuera de su alcance, hasta preexistente a su aparición en el tiempo? Posiblemente, el autor de estas líneas no haya captado el sentido del pensamiento del Dr. Vasilj referente a este problema.

Asegurada la existencia de Dios, el autor demuestra la espiritualidad y la inmortalidad del alma humana, encontrando en ella un ser especial, específicamente diferente del mundo material. Por eso el hombre anhela casi instintivamente la eternidad, ya que ésta se halla insita en su naturaleza. Trata luego el objetivo final del hombre, que puede consistir únicamente en un objetivo metafísico, adecuando a su naturaleza espiritual-personal.

Tomado coma auténtico el Nuevo Testamento, única fuente histórica de conocimiento de la doctrina de Cristo, Vasilj, en una detallada polémica con Bertrand Russell, demuestra su divinidad y la autenticidad de su doctrina metafísicosobrenatural. Especial atención dedica al problema de la Trinidad, elaborando una nueva doctrina, a la que no podemos dedicar más espacio aquí. Con distinciones muy finas, que hace entre él elemento natural y personal en la personalidad de Cristo, nos parece que el Dr. Vasilj facilita el acceso menos desconfiado de quien no está familiarizado con esta doctrina del cristianismo, llena de misterio.

El problema de la relación de la fe y el saber es otro tema al que debemos dedicar alguna mayor atención. Afirman algunos —dice— que la seguridad de la fe debe ser más fuerte que la de un saber por experiencia. El padre Vasilj no acepta esta afirmación. Conocemos el mundo físico-real mediante la intuición intelectual, mientras conseguimos el conocimiento de la existencia de Dios mediante juicios sistoles, una serie de juicios que tienen valor real, trascendente.

A la dificultad que se objeta de que un hombre común no podría tener un conocimiento de Dios, Vasilj contesta: "De eso no se sigue que el conocimiento del hombre común no tendría un carácter originario y verdadero del saber". La vida transciende la ciencia, y no solamente los procesos vitales en el cuerpo. Nosotros "sabemos" digerir el alimento a pesar de no conocer los procesos químicos de la digestión. De idéntico modo el conocimiento espontáneo procede en cada hombre a su conocimiento científico. La lógica no ha creado el pensar lógico, sino el pensar lógico y la lógica. Tal es el caso de todas las demás ciencias".

El padre Vasilj resuelve el problema del carácter científico de la teología con la respuesta a esta pregunta: "¿Es posible la teología como ciencia? En toda ciencia —dice— hay que distinguir su parte lógica interna de su valor transcendente. También las ideas puras pueden convertirse en objeto de indagación científica... Si una supuesta teología mantiene la coherencia interna de sus ideas, posee un carácter científico formal. Si, además, está en condición de demostrar la validez real de sus principios y los datos sintéticos de que hace uso, entonces posee también validez material y real".

Como cree haber demostrado la existencia de Dios, la espiritualidad y la inmortalidad del alma humana, es natural y lógico para el autor que el esfuerzo humano que trata estos problemas tenga un carácter científico.

En cuanto a la relación entre religión y civilización, el padre Vasilj ilumina el problema con una visión muy adecuada: "Si existe el mundo metafísico, está en relación con el mundo físico como el Sol con la Tierra. La vida sobre la Tierra posee cierta autonomía. Pero, a pesar de todo, depende totalmente de la energía solar en su dimensión física". Vivir exclusivamente en forma física significa un grave eror que produce pésimas consecuencias. Negar a la religión a pesar de tener validez real, resulta, el mayor, el más grande mal que el hombre puede cometer. De aquí nuestro autor deduce ideas de suma actualidad. Los cristianos no deben perseguir a los materialistas dialécticos, como tampoco éstos a Ios cristianos. "La ley del respeto a la personalidad humana exigen que expongamos nuestras razones serenamente y con dignidad. Si las mías contienen la verdad, vencerán sobre la falsedad. Pero el solo hecho de que alguien emplee la espada para probar la validez de su convicción, demuestra que no se trata de un hombre de buena voluntad".

Al reproche dirigido contra los hombres religiosos que no se rebelaban suficientemente contra la injusticia, confiando en las reparaciones en otro mundo, Vasilj opone: "A veces, este sentimiento los convertía en luchadores sin entusiasmo por la realización de ese postulado. Es posible que hayan sufrido por ello innecesariamente penurias, persecuciones y pobreza; en consecuencia, mientras en cierto modo reconocemos una falta de desarrollo de ese sentimiento jurídico en algunos hombres religiosos que creyendo en la justicia eterna creían que el orden jurídico debería realizarse en el orden físico sin sus esfuerzos y trabajo, señalamos al mismo tiempo que la segunda alternativa de una justicia humana exclusiva es mucho más peligrosa y más tremenda, porque significa un ideal inalcanzable para el hombre..." Conocida es la imagen aristotélica de la justicia humana. La compara con la telaraña que enreda a las moscas y deja pasar los grandes pájaros. "Si el hombre asume por sí mismo la realización de la justicia en el mundo, por solo este hecho se expone al peligro de cometer innumerables injusticias. Basta tener presente los crímenes cometidos por los materialistas dialécticos donde se han apoderado del poder físico".

A continuación, el autor recalca el hecho de que los "librepensadores" del mundo occidental vuelquen sus simpatías en mayor grado hacia los materialistas dialécticos que hacia los cristianos. "Estos — dice el autor— dan pruebas de que piensan «libremente», pero no de que piensan «real y verdaderamente». Además, un hombre irreligioso considera como bien supremo su bien propio, mientras para el hombre religioso este bien transciende al hombre, dándole un carácter absoluto y sagrado. Los hombres sin religión elevan asi el egoísmo al pedestal de la norma suprema de sus obras".

El libro que reseñarnos aborda también los problemas tratados en la Encíclica Humane Vitae. El criterio básico para orientarse en ese cúmulo de problemas debe ser la dignidad de la persona humana. Las opiniones en conflicto deberían profundizar bien este concepto para ver si tal dignidad es de origen divino o puramente físico. Este conocimiento ofrecerá una visión totalmente distinta a favor de una concepción de la dignidad cristiana. Pero los cristianos, especialmente sus dignatarios, tendrán que cuidarse de no imponer su autoridad por el hecho de desempeñarse como prelados, sino tratando de sentirse cristianos y practicar su cristianismo.

Es absolutamente acertada la afirmación de nuestro autor al refutar la aseveración de B. Russell de que la astronomía moderna haya desmentido la tradicional concepción del hombre como ente supremo y como objetivo interno del universo, puesto que ha revelado su pequeñez y debilidad. "Pero la astronomía —dice el Dr. Vasilj— no existe independientemente de los astrónomos. De aquí se sigue lógicamente que el hombre, al descubrir la grandeza del universo, descubre también su grandeza propia". El descubridor no es en modo alguno menor que lo descubierto. El universo no se conoce a sí mismo. El espíritu del hombre no es producto de los agentes naturales. Es un ser por sí mismo y no un producto, un cambio de otro ser. Consecuentemente el autor rechaza la teoría de la evolución como una hipótesis dialéctica relativa a la aparición de la vida en la Tierra en general. Los agentes naturales y el hombre no pueden y no podrán producir la vida de una manera sintética, porque la vida es un nuevo ser totalmente diferente de la materia. El hombre puede y podrá cambiar las condiciones e introducir modificaciones en las formas vitales, pero no podrán crear la vida. La síntesis artificial del virus Phi X 174 no es un argumento contra esta afirmación. Primero, existe la duda acerca de la naturaleza del virus, segundo, se sabe como seguro que la multiplicación de virus depende del contacto con organismos vivientes.

La vida, el hombre, el espíritu humano son seres nuevos que descubrimos en el mundo visible, pero seres que dependen en su existencia de un ser absoluto que los ha creado. La naturaleza y el hombre mismo no podrán jamás crear nada. La creación está reservada a Dios de una manera absoluta. Esta es la enseñanza fundamental del Dr. Vasilj, fundada sobre las razones de una investigación apasionada, profunda e inquietante de un pensador de alto vuelo y de una vocación auténtica de filósofo. Lástima que su obra, escrita en croata, no sea accesible al gran público internacional, aficionado a esta clase de estudios. Los especialistas, estamos seguros, confirmarían nuestra opinión de que se tratara de una obra y de un autor que no aparecen todos los días.

F. M. N.

 


X Asamblea General Ordinaria del Instituto Croata Latinoamericano de Cultura

El 12 de febrero de 1970 se efectuó la décima Asamblea General Ordinaria del Instituto Croata Latinoamericano de Cultura en Buenos Aires, oportunidad en que fue elegida la siguiente Comisión Directiva:

Presidente: Dr. Francisco Nevistić; vicepresidente: Juan Rojnica; secretario: Milan Rakovac; tesorero: Dr. Božidar Latković; vocales: Dr. Radovan Latković, Dr. Pedro Vukota y Branko Kadić; Comisión Revisora: Dr. Milan Blažeković y Dr. Ivo Hühn.

 



[1] F. Heer, Terror Religioso, Terror Político (Barcelona 1965. p. 7): "En efecto, toda la historia del terror puede ser entendida, según uno de sus rasgos característicos como un intento de pasar a manos del hombre, a modo de instrumenti regni, el poder original de la divinidad".

[2] A. J. Toynbee, El Cristianismo entre las Religiones del Mundo (Emece Editores, S.A., Buenos Aires, 1960, pág. 140).

[3] K. Vasilj. Zašto Vjerujem? — ¿Por qué creo?, (Madrid, 1968, pág. 260).

[4] Heer, Gerhard Szczesny, Glaube unce Unglaube (Munchen, 1960, pág. 22/3).

[5] F. Heer, Gehhard Szczesny, Op. cit., pág. 14/15.

[6] Arnold J. Toynbee, La Civilización Puesta a Prueba, trad. castellana (Emece Editores, Buenos Aires, 1960, pág. 172, 3, 4 y ss.).

[7] A. J. Toynbee, Op. cit., pág. 172. Además ver: Aldous Huxley, Unser. Glaube, Stockholm, 1939, pág. 31: "Gegen Ende der zwanziger Jahre setzte die Reaktion einweg von der leichten Philosophie allgemeiner Sinnlosigkeit und hin zu den harten, grimmigen Theologien nationalistischer und revolutionarer Götzenanbetug: Es wurde wieder Sinn in die Welt gebracht, aber nur stellenweise. Das Weltall als Ganzes blieb auch weiter sinnlos. Einige Teile jedoch, wie die Nation, der Staat, die Klasse, die Partei, wurden mit Bedeutung und höchsten Wert ausgestattet... Wir haben uns selbst als Mitglieder hdchst sinn — und wertvoller Gemeinschaften inmitten eives sinnlosen Weltalls gedacht — vergotteter Nationen, vorgottlichter Klassen und wessen nicht noch. Und well wir so gedacht haben, ist die Wiederaufrüstung in votem Schwung, wird der wirtschaftliche Nationalismus immer heftiger, der Kampf rivalisierender Propaganden immer hitziger und ein allgemeiner Krieg immer warhsch.enlicher" (Hacia el fin de la segunda década empezó la reacción con el slogan: lejos de la filosofía superficial del sinsentido y atrás a las teología duras y furiosas del culto de los ídolos de carácter nacionalista y revolucionario. Así ,se devolvió nuevamente el sentido al mundo, pero sólo aquí o allá. El universo, como totalidad, permaneció sin sentido. Algunas partes, sin embargo, como la nación, el Estado, la clase, el partido, fueron cubiertas con sentido y un supremo valor... Nosotros, como socios, nos hemos creído a nosotros mismos como comunidades del mayor sentido en medio de un universo sin sentido — las naciones divinizadas, las clases divinizadas y que sé yo qué más. Y, justamente porque hemos pensado así, el rearme está en pleno ímpetu, el nacionalismo económico siempre más duro, la batalla de las propagandas se halla en competencia, siempre más ardosa y una guerra general se nos aparece siempre más verosímil).

[8] A. J. Toynbee, La Civilización Puesta a Prueba (pág. 179).

[9] Aquí Toynbee, sin mencionar a Nicolás Berdiaeff, repite sus ideas, formuladas en el libro: El sentido de la historia (Der Sinn der Geschichte), TYibengen, 1947; pág. 17, donde el autor dice, que todas las catástrofes históricas, con un giro brusco, incitaron a los hombres a pensar más profundamente, a buscar nuevas explicaciones de la historia. Así, por ejemplo, San Agustín escribió su filosofía de la historia después le la caída del imperio romano. Así también la primera filosofía de la historia que conocemos —el libro del profeta Daniel— está íntimamente ligada con la catástrofe del mundo judío. Así se ha procedido también después de la revolución francesa y las guerras napoleónicas. Por su parte, Raymond Aron en su gran obra Paz y Guerra entre las Naciones repite la misma idea: "Los tiempos de disturbios incitan a la meditación. La crisis de la ciudad griega nos ha legado la República de Platón y Ia Política de Aristóteles. Los conflictos religiosos que destrozaban a la Europa del siglo XVII hicieron surgir con Leviatán y el Tratado Político, la teoria del Estado neutral... En el siglo de la Revolución inglesa, Locke defendió y aclaró las libertades civiles...", etc. (pág. 19).

[10] A. J. Toynbee, La Civilización... (pág. 187, 8).

[11] M. Heidegger, Einfuhrung in die Metapfysik (Tubingen, 1953, pág. 1): "Cada uno será alcanzado en cierto momento por el poder de esta pregunta, sin saber bien qué sucede. En un instante de desesperación, por ejemplo, cuando deseparece todo el peso de las cosas y se oscurece todo sentido, surge esta pregunta". O ver: M. Heidegger, Kant y el problema de la metafisica, traducción española (México, 1954, pág. 204,5): "Es posible desarrollar la finitud en el ser-ahí, siquiera como un problema, sin una "supuesta" infinitud"? ¿De qué índole es esta "suposición"? ¿Qué significa la infinitud así "puesta"? ¿Logrará la pregunta que interroga por el ser salir fuera de esta problemática con toda su importancia elemental y su amplitud? ¿O somos acaso víctimas de la locura de la organización, la agitación y la velocidad a tal grado que ya no podemos ser amigos de lo esencial, de lo simple y lo constante — "amistad (filia) que es la única que nos orienta hacia el ente como tal, y de la cual surge la pregunta por el concepto del ser (sofia), que es la pregunta fundamental de la filosofía?"

[12] Sofía Vanni Rovigni, Heidegger (Brescia, 1945) : "La filosofía di Heidegger è una negazione dell'intelligibilità dell'essere o una rinuncia ad affermarla?... L'instinto conosce solo sotto l'aspetto di utile — nocivo, l'intelletto le conosce per quello che SONO. Ora, per conoscere le cose in se stesse, ocorre mettere in certo modo fra parentesi il significato que esse assumono per noi... apunto per che il significato puramente strumentale delle cose è proiettato da noi". La filosofía comienza cuando nos asombra el mundo acallando nuestros impulsos, cuando casi salimos de él mirándolo a la cará en su "pura entidad", dice S. Vanni. Luego, agrega: "D'altra par-te se l'ente fosse totalmente ininteligible, non desterebbe stupore perche ci sarebbe totalmente ignoto. Desta stupore ciò que è manifeso, ma solo fino a un certo punto que cela dietro a sè ancora del mistero; desta stupore ciò che ha una inteligibilità aurorale, que fa presentire, pur senza manifestarla ancora, più chiara luce" (pág. 97, 98. 100).

[13] E. Cassirer, Individuo y cosmos en la filosofía del Renacimiento (Buenos Aires, 1960, pág. 115).

[14] Nicola, Abbagnano, Filosofia, Religión, Ciencia, traducción castellana, (Buenos Aires, 1961, pág. 62, 3, 4 y 5).

[15] Nicolai Berdiaeff, Der Sinn der Geschichte (El sentido de la historia), edición alemana (Tubingen, 1949, pág. 269, 291 y ss.)

[16] G. Barraclough, Introducción a la Historia Contemporánea (Madrid, 1965, pág. 291)

[17] Eugen Beluhan, Stepinac Govori (Habla Stepinac), Valencia, 1967, pág. 20, 21.

[18] E. Beluhan, Op. cit. pág. 23: "Examinando comparativamente las fechas, se verá que la ofensiva de Salónica tuvo lugar el 2 y 3 de septiembre de 1918 cuando el ejército austríaco se retiraba de Servia y que, el 14 de diciembre, fue proclamado y reconocido por los Aliados el «Reino de los Servios, los Croatas y los Eslovenos». Stepinac fue liberado del campo Nocera Umbra el 6 de diciembre y trasladado a Macedonia, de lo qua podemos concluir que núnca luchó contra sus compatriotas de la Doble Monarhía en el frente de Salónica". Destacamos esta porque en Studia Croatica, N° 1, pág. 31, se escribió: "Muchos ultrapatriotas servios que siguen al ex rey Pedro Karageorgevic y tildan a Stepinac de enemigo del pueblo servio estaban fuera de peligro y con buen sueldo mientras él combatía en las trincheras del frente de Salónica". El padre Beluhan no indica la fuente de su información, y ello nos impide saber con seguridad cuál de las dos afirmaciones es exacta: la suya o la de Ivo Bogdan.

[19] E. Beluhan, Op. cit., pág. 25, 6.

[20] E. Beluhan, Op. cit., pág. 42.

[21] E. Beluhan, Op. cit., pág. 47, 8.

[22] E. Beluhan. Op. cit., pág. 309, 10, 11 y 12.

[23] E. Beluhan, Op. cit., pág. 314.

[24] E. Beluhan, Op. cit., pág. 456, 78.

[25] Cyrus L. Sulzberg, A Long Row of Candels, donde encontramos también lo siguiente: "Los servios ortodoxos de toda afiliación partidaria se acercaban a mí murmurando: «Stepinac debe ser ahorcado. Fue él quien aprobó la matanza de millares de servios». Los croatas —en realidad, todos homogéneamente romano-católicos— me llevaban a rincones seguros sursurrándome: «Ud. debe saber antes de ver al arzobispo, sin consideración de lo que dicen de él, que nosotros lo admiramos; es un gran héroe del pueblo y no hay que creer en ninguna denigración de las que le están echando al rostro. El es nuestro mártir». Citado según B. Radica, Recuerdos Amargos, en Croatian Voice, N° 47, año 1969, Winippeg, Canadá. Creemos que no es posible caracterizar mejor el ambiente. El odio servio ortodoxo, disfrazado parcialmente por el comunismo, fue criterio supremo de acuerdo al cual se procedió al terminar la última guerra con el Cardenal y con su pueblo croata.

[26] Para todas estas citas ver: Studia Croatica, número 1, pp. 39, 41, 44.

[27] Herbert Butterfield, El Cristianismo y la Historia, Buenos Aires, 1957, en la página 43 dice textualmente: "La verdad es que si se quitan de la sociedad ciertas frágiles barreras, muchos hombres respetables durante toda una vida se transformarán por completo al descubrir las cosas que podrían ejecutar impunemente. Los débiles, que antes se mantenían en sus carriles debido a cierto equilibria social, no vacilarán en recurrir al crimen. Se producirla un estado tal de cosas que personas que nunca sintieron deseos de robar se dedicarían sin reparos al saqueo y al pillaje. Una huelga policial prolongada, una situación revolucionaria... el regocijo con motivo de la conquista de un país enemigo, ponen descubierto el lado peor de la naturaleza humana en personas hasta entonces, guiadas y suavizadas por las influencias de una vida social normal, y que sólo habían mostrado ente el mundo un aspecto respetable".

[28] E. Beluhan, Op. cit., pág. 78, 79, 80.

[29] Studia Croatica, Nro. 1 pág. 41, 1960.

[30] Fiorello Cavalli, Il Card. Luigi Stepinac, Arcivescovo di Zagabria nel decimo anniversario del pio transito, en L'Osservatore Romano, N° 34, p. 3, del 11/2/1970.

[31] B. POLONIJO: B. Nikola Tavelić i njegovo doba (El Beato Nicolós Tavelić y su época, Zagreb 1939.

 

D. MANDIĆ: Documenta Martyrii b. Nicolai Tavelić et sociorum cies Ordinis Minorum, Roma 1958;

 

A. CRNICA: Historico-iuridica dilxeidatio vitae, martyrii et gloriae Beati Nicolai Tavelić, incuti martyris Ordinis Minarum, splendoris et protectoris gentis Croatorum, canonisation eius aequipolenti dicata recurrente triplici anniversario a diffusione cultus eius et gloriae, Roma 1958.

* Otra pequeña ciudad croata en Dalmacia.

** En dicha publicación del Vaticano, los autores remiten al Documento XIV de su ya precedentemente mencionada publicación oficial, donde se analiza la parte del texto de Zavorovich, referente al tópico en cuestión y !puede verse que también este autor admite en forma indirecta que b. Tavelić pertenecía al monasterio de Sebenico. — (Nota de la Red. de S. C.).

[32] A. CRNICA:Op. cit., pág. 24 y s.

[33] B. POLONIJO: Op. cit., pág. 22 y s.

[34] F. A. GALVANI: Op. cit., Vol. I, pág. 199 y s.

[35] A. CRNICA: Op cit., pág. 13-17.

[36] Archivum Franciscanum Historicum, Vol. XXXV, pág. 110.

[37] Ibidem, pág. 207.

[38] Regionem ab Histria usque ad Albaniam et a mari Adriatico usque ad Danubium saec. VII-XIV Slavoniam appellant. Ab ea prima Fratrum Minorum in paeninsula Balcanica provincia nomen accepit, cf. P. Čapkun, De organisatione curiae pastoralis Franciscanorum apud Croatorum gentem, Sebenico 1940, pág. 22 y s.; D. Mandić, Documenta martyrii, pág. 36, Nro. 6.

[39] A. CRNICA: Op. cit., pág. 36-42.

[40] De hac haeresi iam multi scripserunt, sed quid revera fuerit adhuc no est clarum, cf. A. Crnica, Oz. cit., pág. 45-58. (Recomendamos para este fin: Dominik .Mandić, Bogumilska Crkva Bosanskih Krstjana (La Iglesia Bogumila de los cristianos de Bosnia), Chicago 1962. (Esta, monumental obra de 500 páginas, nos parece, ha dilucidado en forma definitiva el carácter de esta herejia. — (Nota de la Redacc. de Studia Croatica).

[41] I. RUPČIĆ: Entstehung der Franziskanerpfarereien in Bosnien und Herzegovina und ihre Entwiecklung bis zum Jahre 1878, Breslau 1937, pág. 18 y s.

[42] E. FERMEDŽIN: Acta Bosniae 1892, pág. 22, N° 123.

[43] Analecta Franciscana, Vol. III, Ad Claras Aquas 1897, pág. 528; Fermediin: Chronicon Observantis provinciae Bosnae Argentinae S. Francisci Seraphici, Zagreb 1890, pág. 6 y s.

[44] Analecta Franciscana, Vol. III, pág. 529; I. B. RUPČIĆ: Op. cit., pág. 25 y s.

[45] D. MANDIĆ: Bl. Nikola Tavelić i njegovo proglašenje svecem, en Hrvatski Kalendar (Calendario Croata), Chicago 1952, pág. 81-92.

[46] A. CRNICA: Op. cit., pág. 42.

*** Ver: Studia Croatica, Vol. 32-35/69: D. Žanko, Dominik Mandić: La personalidad y su obra cultural, pág. 16-42.

* El Dr. Ivan Supek es rector de la Universidad de Zagreb, capital de Croacia.

[47] Miroslav Krleža es el escritor de más renombre actualmente en Croacia. Muchas de sus obras están traducidas a varios diomas: alemán, francés, inglés, italiano, etcétera.

[48] "šjor" en la Croacia meridional (Dalmacia) quiere decir signor del italiano, señor en español.

** Recientemente abucheada por los estudiantes croatas con motivo de ejecutarse su última obra teatral, de carácter conformista con el Partido y Belgrado.

* — ¿Privan el pueblo y la patria sobre el Estado? Si cronológica e históricamente, pero no y axiológicamente. La patria carece de autoridad o sea del poder y la fuerza necesarios para asegurar la conservación y la promoción de todos los valores que constituyen la personalidad nacional. El Estado nacional es la forma más perfecta de la vida de un pueblo. La Iglesia no puede quedarse en un nivel inferior. (Obs. Red. S.C.)

** El autor alude aquí a la imposición del idioma servio a los croatas; cfr. Studia Croatica, N° 24-27, año 1967, pág. 3-31 — (N. de la Redacción).

* Un pequeño tipo de automóvil "Fiat" que se fabrica en Servia.

** Dalmacia fue la parte integrante de la Doble Monarquia después de la caída de Napoleón. Francisco José I no la incorporó a las demás provincias croatas a pesar del derecho histórico-étnico croata.

* Apodo de una fracción del Partido del Derecho encabezado por el Dr. José FRANK (1844-1911) desde el año 1890.

[49] El autor denomina "juicios sistoles" (syn stellein del griego), los que Kant denomina juicios sintéticos a priori. Vasilj considera que esta clase de juicios jamás puede ser totalmente a priori. Resultan siempre parcialmente a posteriori y parcialmente a priori.