Año XIV, Buenos
Aires, 1971, N° 42-43
La situación
económica de Croacia
Los primeros
croatas en la Argentina
El revolucionario
Eugenio Kvaternik
La conjuración
del conde Pedro Zrinski y del marqués Francisco Cristóbal Frankopan
"Le
Monde" en servicio de una causa injusta
Starcevic,
vivificador del nacionalismo croata
Benedetto Croce y
la encrucijada de la civilización europea
La crisis yugoslava vista por la prensa mundial
Branko Miljus: Les Habsburg, L'Eglise et les Slaves du
sud
John Prcela and
Stanko Guldescu Operation Slaughterhouse
Ivan Tomas: Dva predvodnika Bozje Hrvatske (Dos
Conductores de la Croacia de Dios)
Stepan Buc: Zur Slavischen Problematik (Acerca de la
problemática eslava)
James Nash: Yugoslavia in pictures (Yugoslavia en
fotografías)
George J. Prpic:
A Century of World Communism - A selective chronological outline
Dr. Estanislao
Meciar - su fallecimiento
Franjo Nevistic
Una breve reseña
sinóptica, de las relaciones recíprocas durante más de un milenio
Antes de entrar
en el meollo del tema, es menester hacer algunas aclaraciones previas. Ellas
nos delimitarán la tarea con más precisión y facilitarán su mejor comprensión.
En efecto, cuando decimos Vaticano, nos referimos a la sede natural y central de la actividad diplomática de la Iglesia Católica. Sin embargo, el Vaticano se convirtió en esa sede de la Iglesia recién en el siglo decimocuarto. Antes lo fue en Letrán. Gregorio XI es el que fundó la nueva residencia papal en el Vaticano. Por ello, las relaciones de la Iglesia y de Croacia no coinciden con el lapso de las relaciones del Vaticano y de Croacia. La antigüedad de aquéllas se remonta casi ocho siglos antes de la fundación de la residencia de los sumos pontífices en el Vaticano.
Esta es la
primera aclaración previa que consideramos útil para nuestro objetivo actual.
¿Por qué hemos elegido
justamente el tema del título? La contestación de esta pregunta es al mismo
tiempo también nuestra segunda aclaración previa al tema que trataremos. En
efecto, los vaivenes trágicos que está viviendo el pueblo croata están
íntimamente vinculados con la diplomacia eclesiástica durante siglos.
La generación croata coetánea del autor de estas líneas ha vivido toda la dramaticidad de las recientes relaciones recíprocas del Vaticano y de Croacia. Estas vivencias son, quizás, las más dramáticas de cuantas ha pasado y vivido nuestro pueblo durante más de un milenio en su vida de pueblo predominantemente cristiano. El origen del dramatismo se halla en el cambio tan brusco de la política eclesiástica ante el fenómeno comunista de nuestros días.
Entre las dos
guerras el anticomunismo eclesiástico era firme, decidido. La línea divisoria
entre la doctrina religiosa y filosófica y la diplomacia del Vaticano casi no
existió. Un dogmatismo inconciliable caracterizaba ambos aspectos de la
posición y la actitud de la Iglesia. Los principios expuestos en las Encíclicas
-Quadragesimo anno y Divini Redemptoris- estaban en plena vigencia. El Papa Pío
XI, resumiendo al respecto las opiniones de León XIII y de Pío IX, dice en esta
última. Encíclica: "...El Papado, en nuestros días también ha continuado
fielmente tutelando el santuario de la religión cristiana, y que con más
frecuencia y de un modo más persuasivo que cualquier otra autoridad pública
terrenal ha llamado la atención sobre el peligro comunista". El mismo Papa
en la introducción de dicha Encíclica dice: "...este peligro inminente es
el comunismo bolchevique y ateo que tiende a destruir el orden y a socavar los
fundamentos mismos de la civilización cristiana" [1].
Como el pueblo
croata, según afirmaciones imparciales [2]
es uno de los pueblos más católico del mundo, fue natural la influencia de la
Iglesia sobre la educación de la juventud croata. Los centros educacionales
-colegios franciscanos, dominicanos y jesuitas en Travnik, Visoko, Siroki
Brijeg, Sinj, Dubrovnik, Split, Zagreb, etc.- hicieron sentir su impacto sobre
la juventud intelectual de Croacia. El dogmatismo anticomunista que
caracterizaba la doctrina eclesiástica fue inculcado también a la juventud
croata, especialmente intelectual, educada en las instituciones eclesiásticas y
por sus educadores. Incluso algunos extremos de dureza exteriorizados por dicha
juventud durante la última guerra, especialmente como contramedida en la lucha
contra la revolución comunista, capitaneada por Tito, llevaron la impronta de
dicha educación eclesiástica. El comunismo fue el enemigo número uno, enemigo
con quien no había compromiso posible. Así se pensaba.
Pero, terminada
la guerra con el triunfo comunista también en aquella parte del mundo, el
Vaticano hizo entender a muchos de nosotros que había algo inconsecuente en la
actitud eclesiástica. Así, por ejemplo, defendiendo enérgicamente al entonces
arzobispo de Zagreb, Mons. A. Stepinac, el Vaticano omitió sistemáticamente
defenderlo como croata, un ciudadano y patriota de su pueblo, centrando su
atención y sus argumentos sobre la integridad religioso-ética y sacerdotal del
dignatario. Fue lógico y natural que empezáramos en aquel momento a formular
las preguntas: ¿Hay incongruencia entre la ética universal de la Iglesia
Católica y el derecho natural del pueblo croata a vivir libre? Stepinac no tuvo
miedo en ningún momento de reconocer la perfecta coincidencia de los dos
valores. La ética universal cristiana y el derecho de autodeterminación de su
pueblo fueron valores complementarios, casi un único valor.
Pero el Vaticano
se negó a reconocerlo directa y abiertamente. En su larga y, a veces,
entusiasta defensa del prelado durante el proceso judicial montado contra él,
la diplomacia vaticana no mencionó, evasivamente, el valor de su testimonio por
la libertad de Croacia. Así, como si hubiera contradicción entre un noble
ciudadano de la ciudad terrenal y un sacerdote ejemplar, servidor de la ciudad
celestial. ¿Se trató de ignorancia, de mala interpretación de dos valores o de
astucia diplomáticas?
Los que hemos
sobrevivido a la catástrofe de 1945, sentimos tambalear algo dentro de nuestro
mundo ideal. Nuestras advertencias no hallaron eco en el Vaticano. Pero, si nuestras
inquietudes fueron cubiertas por el mutismo del Vaticano, este mismo mutismo
encontró eco en nuestros corazones. Después de tambalear, sobrevino también el
derrumbe inicial de nuestra imagen del mundo. El gusano de la duda corría por
adentro. ¿Se defendió con suficiente energía y coherencia el derecho natural de
nuestro pueblo -por el cual fue acusado el arzobispo Stepinac- como se hizo en
la defensa del derecho divino y las prerrogativas eclesiásticas?
Sin embargo,
durante el resto del Papado del Papa Pío XII, las dudas y confusiones pudimos
conjurarlas. Quedaron marginadas individual y colectivamente. Pero, a partir
del Protocolo [3]
inaugurando una nueva época de la política con el comunismo en nuestra patria,
la confusión venía acentuándose. El restablecimiento de las relaciones
diplomáticas normales con el régimen comunista de Belgrado (1970) y la
recepción solemne de Tito por el Papa Paulo VI fueron grandes amarguras para
todos. Decenas y decenas de protestas por escrito, individuales y de organizaciones,
llegaron a Vaticano[4].
Pero todo fue predicar en el desierto. La historia prosiguió inexorablemente.
Tito fue honrado por la diplomacia vaticana como si se hubiera tratado de
cualquier soberano con un pasado venerable y respetado.
Esta es la razón
de nuestra elección del tema que deseamos tocar y la segunda de nuestras dos
aclaraciones previas. ¿Puede el pueblo croata tener confianza en la diplomacia
del Vaticano? ¿Podemos los croatas ceder sin más la iniciativa diplomática a la
diplomacia central de la Iglesia en asuntos que nos atañen tan de cerca?
¿Perjudicó en otros tiempos o está perjudicando dicha diplomacia al pueblo
croata en la actualidad? ¿Es tolerable su tutelaje para un pueblo consciente de
sus derechos naturales? Una visión sinóptica, por cuanto breve, podría darnos
la respuesta. La cadena de los hechos se prolongó de un siglo a otro. ¡Veamos,
pues, sí es así!
El pueblo croata
llegó al solar de su patria de hoy en el siglo VII (626) después de Cristo. La fuente
principal para la historia antigua de Croacia es el libro De Administrando
Imperio del emperador bizantino Constantino Porfirogéneto. Registrando, con
abundancia, datos relativos a la llegada, número de la población, fuerza
bélica, etc., el emperador nos informa también acerca de los primeros contactos
de Croacia con la Iglesia Católica. Es interesantísimo su testimonio sobre el
bautismo de los croatas. Desde hace trescientos años los historiadores vienen
discutiendo el valor de este testimonio, especialmente de la parte del texto
que se refiere a las tres oportunidades del bautismo del pueblo croata, que
menciona expresamente el emperador en el libro mencionado. Según él, los
croatas celebraron (en 689 de acuerdo a las novísimas investigaciones, Obs. del
autor) un pacto especial contra la guerra de agresión y expansión[5].
Sin entrar en detalles, el problema está definitivamente solucionado. Los
croatas, en su capa superior, abrazaron el cristianismo ya en el Siglo VII [6].
Analizando el
mencionado pacto entre el pueblo croata y el Papa Agatón a la luz y en los
términos de un verdadero convenio de carácter jurídico-político entre dos
partes equiparadas tratando de arreglar sus relaciones recíprocas salta a la
vista su carácter místico más que jurídico, de una medida diplomática para
conjurar la agresividad de un pueblo joven y vigoroso a fin de proteger la
civilización romano-cristiana. En el pacto pues faltan los verdaderos términos
jurídicos. Están sustituidos por las fórmulas que invocan la intervención de
las fuerzas místicas, metafísicas y religiosas. En efecto, mientras la parte
croata asume la obligación precisa de renunciar (por lo menos de acuerdo con lo
que dice el emperador, porque el texto original del pacto no existe) a la
guerra de agresión y de conquista, su contratante evade toda obligación
concreta, transfiriéndola a Dios y San Pedro.
Sin embargo, para
una conciencia verdaderamente religiosa, la intervención divina en el acontecer
histórico no es una imposibilidad y a manera de excepción, pero renunciar a
"aullar entre los lobos" contra una simple promesa por el tercero de
que nos salvaría de lobos la intervención divina, resulta más como una astucia
diplomática que un verdadero pacto de mutuas y bien definidas obligaciones. El
aparato diplomático del Papa, sintiéndose superior a su contratante, recurrió a
una especie de pacto místico, de superstición, pues esperaba mayor eficacia del
convenio arrancando de la psicología de un pueblo bárbaro y primitivo con mente
pseudoreligiosa más que de un sentido por las verdaderas formas, valores y
obligaciones jurídicas.
Según nuestro
parecer, la diplomacia eclesiástica procuraba un objetivo secular la seguridad
de sus intereses y del mundo en que gozaba de prestigio y de una firme posición
social más que el bienestar y la salvación eterna de un nuevo pueblo cristiano.
Se quiso conseguir una actitud concreta y obligatoria por la parte croata
contra una simple y vaga promesa de carácter religioso e impersonal. La
diplomacia eclesiástica tuvo así su primer éxito y su primer triunfo sobre los
impulsos guerreros y propósitos bélicos, generadores de hechos y, a la vez,
dentro del cuadro general de la historia, de derechos nacionales croatas. En
vez de comportarse como un puer robustus que impone su fuerza-derecho, el
pueblo croata se sometió como un instrumento dócil de la diplomacia y la
jefatura espiritual de la Iglesia.
Esta actitud
eclesiástica ante el "fenómeno croata" cuadra perfectamente dentro de
la misión diplomática general de la Iglesia que asumió ya desde los primeros
siglos de la libertad que le otorgara el emperador Constantino[7].
Esta opinión que
nos parece exacta, coincide perfectamente con el contenido del pacto entre los
croatas y el Papa Agatón, lo que quiere decir, que el método de introducir a
los pueblos bárbaros en la cultura grecorromana pudo variar en lo accidental,
pero no en lo sustancial. El dominio eclesiástico sobre la base de la unidad de
acción religioso-doctrinaria y diplomática fue defendido con energía. Esta
enérgica defensa del nuevo poder se caracterizaba por restricciones tanto en el
campo religioso-filosófico como en el político-diplomático [8].
Es sumamente
característica en este sentido la actitud del Papa Galesio I. Apenas un siglo y
medio después de haber conseguido la Iglesia su libertad, este papa planteó al
emperador romano Anastasio el problema de la primacía del poder eclesiástico
frente al poder imperial[9].
Pero el verdadero
reemplazo del Imperio por la Iglesia se produjo en el momento de la caída del
Imperio romano occidental, simbolizado e inaugurado por la enfática pregunta
del Papa Gregorio el Grande al mirar a la plebe romana perdida, sin autoridad y
poder rectores, abrumada por el caos, la penuria y el hambre. "¿Dónde está
el pueblo? ¿Dónde el senado? El senado no existe más; el pueblo ha desaparecido" [10].
Desde esta
posición de poder lo que venía aumentando, imbuido de una misión universal, la
diplomacia eclesiástica determinó su actitud frente a los pueblos bárbaros que
se asomaban por la ventana de la civilización grecorromana. Claro está que el
pueblo croata no pudo pretender una actitud peculiar y diferente para sus
asuntos y problemas. Pero, desgraciadamente, esta actitud general de la
diplomacia eclesiástica asumió en el caso croata formas y proporciones sumamente
perniciosas para la suerte y destino históricos de Croacia.
El Papa Gregorio
VII es considerado como uno de los más grandes papas que jamás ocuparon el
trono de San Pedro. Puede parecer audaz, pero nosotros tenemos que formular
nuestro reparo al respecto. Por lo menos en cuanto a su poco feliz intervención
en los asuntos político-estatales de Croacia. Junto, pues, con las reformas
puramente eclesiásticas, este gran Papa hizo esfuerzos extraordinarios en la
construcción del sistema feudal cristiano, principalísima base económica del
poder temporal de la Iglesia. En este su intento -por demás exitoso- Gregorio
VII no pudo olvidar a Croacia. Su rey Zvonimir (1054-1073) era uno de los
sumisos señores feudales del Papa. A pesar de la popularidad de dicho rey
quizás un poco exagerada por los historiadores croatas "clericales"
la intervención de la diplomacia eclesiástica no pudo concederse un lujo tal
como para no producir efectos muy perniciosos. Una de estas intervenciones fue
fatal para el pueblo croata. Gregorio VII quiso obligar al rey Zvonimir a que
llevase una cruzada a Tierra Santa y liberase el sepulcro de Cristo de las
manos sarracenas.
Zvonimir aceptó
la idea, pero no todo su pueblo. Desde el bautismo del pueblo croata hubo una
corriente visible contraria a la política latinizante, que se irradiaba desde
las ciudades dálmatas. Esta corriente insistía en una mayor independencia
nacional, llamándosela partido nacional. Entre dos fuegos -Bizancio y Roma-
esta corriente nacional asimilaba argumentos también bizantinos de oposición
contra Roma. Cuando Zvonimir quiso materializar la idea de la cruzada, convocó
la asamblea de los representantes del pueblo. Pero la facción
"nacional" contraria al intento, produjo tumultos en la asamblea,
oportunidad en que, según opinión de algunos historiadores, fue asesinado el
rey. Inmediatamente fue elegido otro rey -simpatizante, como se cree- de la
corriente "nacional" llamado Slavac. Pero el Papa Gregorio encontró
todo eso muy mal. Por ello sorpresivamente envió a Croacia unidades armadas de
la baja Italia a Croacia, las que capturaron a Slavac y lo encarcelaron en un
monasterio donde al poco tiempo murió. Gregorio VII incluso buscó otro rey para
Croacia. A tal fin envió un delegado a Holanda para pedir un príncipe quien se
sentaría en el trono del pueblo croata, al que el Papa llamó en una carta
"pueblo indigno".
Así la
intervención eclesiástica inició la crisis de la dinastía nacional croata, que
culminará poco más tarde en su total extinción. Quien conoce bien la importancia
de una dinastía en el proceso de gestación y la formación de una nación en el
sentido moderno, se dará cuenta de la fatalidad de la intervención del Papa
Gregorio VII en los asuntos dinásticos croatas[11].
Privar a un pueblo de su dinastía nacional en momentos decisivos para
sobrevivir y formarse en una nación integrada territorial y espiritualmente, es
un grave acontecimiento. No afirmamos haberlo hecho el Papa deliberadamente,
pero sí cumpliendo celosamente su misión temporal. Es verdad que el Papa Gregorio
VII hizo algunas cosas muy favorables en cuanto al uso del idioma nacional en
el culto y la libertad del obispo croata, que fue encarcelado por los obispos
latinos, pero su ansia en afirmar el Poder seglar de la Iglesia lo llevó muy
lejos. Su contribución al debilitamiento de la dinastía nacional croata no es
insignificante.
Además, el Papa
Gregorio VII quiso inducir al pueblo croata para que desistiera de sus
obligaciones asumidas por el pacto con el Papa Agatón. Valorizando la actitud
de la diplomacia eclesiástica en los dos casos, resulta muy claro su objetivo
secular: incluir al pueblo croata en una política ajena a sus intereses y
voluntad y renunciar a las obligaciones de no llevar las guerras de agresión y
fuera de su propio país. Centrando nuestra atención sobre estos dos hechos,
creemos superfluo un análisis ulterior más profundo al respecto.
Si ya estamos
hablando del uso del idioma nacional en la liturgia, es necesario aquí iluminar
un poco este problema también, cuyas soluciones dadas por la diplomacia
eclesiástica tuvieron consecuencias muy sentidas para la comunidad nacional
croata. En efecto, al producirse el primer cisma eclesiástico en 863, la
Iglesia romana puso en juego su arte diplomática, inspirada por el oportunismo
y la astucia. En aquella oportunidad, pues, los obispos de las ciudades
dálmatas adhirieron a Bizancio. Los croatas, por el contrario, con su obispo (episcupus
croatensis) en la ciudad de Nin (Nona) permanecieron fieles a Roma.
El Papa Juan VIII
alaba al idioma nacional croata en la liturgia, nombra a Teodosio obispo croata
y lo somete directamente a la Santa Sede. Pero, cuando 16 años más tarde los
obispos de Dalmacia regresaron (en 879) a la Iglesia de Roma, el Papa Juan X
(914-928) escribe al rey croata Tomislao para que procure impedir a los
heréticos-cismáticos que se escondan detrás del idioma nacional en el culto.
Las denuncias de los obispos de las ciudades de Dalmacia, todavía en manos de
los latinos, no cesan de llegar a Roma. Por eso el mismo papa envía al arzobispo
de Spalato (Split) carta en 925 reprochándole "tolerar tal doctrina en sus
regiones, que es contraria a la Sagrada Escritura y la tradición
eclesiástica". Agregó luego "que exterminase las depravadas doctrinas
y que la santa misa se cantase solamente en latín y no en eslavo" porque
"resultaría feo y pecaminoso, si el hijo hiciera de otra manera de la que
le manda la madre". Tanto más cuanto los croatas "son especiales
hijos de la santa Iglesia romana".
Convocado el
sínodo regional en Split, la mayoría latina decidió prohibir el idioma nacional
en el culto, proclamó a la iglesia de dicha ciudad la metropolitana para la
entera Croacia y sometió al "obispo croata" al de Split. El Papa
suspendió estas decisiones sólo a instancia personal del obispo croata Gregorio
de Nin. Pero la lucha continuó. A la insistencia denigrante contra el idioma
croata, contra su obispo y los libros, el Papa Nicolás II (1059-1061) envió a
su delegado Mainardo a Split. Convocado nuevamente el sínodo regional, prohibió
el idioma nacional en el culto; encarceló al obispo croata y sometió a su
iglesia a la jurisdicción de Split. El Papa Alejandro II (1016-1073) promulgó
dichas decisiones.
Esta diplomacia
eclesiástica de dos caras no quedó sin graves consecuencias. Primero produjo
una confusión inicial porque, del mismo centro religioso y de acuerdo con su
criterio exclusivo, llegaron dos mensajes y decisiones contradictorios.
"Nosotros, lo que es justo, alabamos a las letras eslavas, inventadas a su
tiempo por Constantino (San Cirilo) filósofo para que se pueda cantar alabanzas
dignas de Dios y ordenamos para que se cante en el mismo idioma y predique la
gloria y las obras de Cristo, nuestro señor... No es contrario a la doctrina
cantar en el mismo idioma la santa misa y leer el Santo Evangelio..." (El
Papa Juan VIII en el momento de la crisis eclesiástica y ante el hecho de la
rebelión de las ciudades latinas en Dalmacia). Pero poco más tarde los Papas
Juan X y Nicolás II sancionan la prohibición del idioma nacional croata y
hablan de que "sería feo y pecaminoso" usar ese idioma. ¡Intentemos
aclarar la seriedad de esta contradicción!
Al llegar los
croatas a su patria de hoy, penetraron profundamente en el Imperio romano. Se
hicieron, podemos decir, inquilinos y dueños del palacio de Diocleciano en
Split. Este hecho triunfal fue a la vez la causa duradera de la trágica suerte
histórica del pueblo croata. Los croatas fueron en aquel momento lo
suficientemente fuertes para llegar allí, pero les faltó la energía necesaria
para imponerse del todo. Colocados entre Roma y Bizancio rivales, se gastó su
fuerza nacional por conservar la independencia. Al considerar el aspecto
solamente cultural de este problema, un autor dice `La población latina en el
Estado croata, a pesar de que al comienzo fue la levadura de cultura, se hizo
responsable por la escasa y menos acelerada difusión de la cultura nacional,
arraigada en el idioma nacional croata en la liturgia tratando de exterminarlo.
Así hizo un gran daño a la cultura nacional croata... El sínodo de Split de
1059 había decidido "que nadie osase en el futuro celebrar los sagrados
ministerios en el idioma eslavo sino únicamente en el latín y griego y que
ningún eslavo que no conociera bien el latín recibiese las sagradas órdenes" [12].
La importancia negativa
de esta decisión se puede apreciar en lo que dice el Dr. F. Bulic, sacerdote y
arqueólogo croata entre los más destacados: "...Los arzobispos de Spalato,
en dichas circunstancias (cisma del 863, obs. del
autor) dieron espaldas a Roma, inclinándose a Bizancio. Lógicamente Roma, en
esas condiciones, ayudaba de buena gana en todo al obispo croata... El idioma
nacional en la liturgia, Roma y el obispo croata, solo uno, unían a todo el
pueblo croata en un y único frente ante los latinos" [13].
A este frente lo
destruyeron justamente los Papas y así privaron al pueblo croata en uno de los
momentos más decisivos por su suerte nacional, del órgano indispensable para la
supervivencia nacional.
Los sacerdotes
croatas glagolitas -con uso del idioma nacional- perseguidos en el litoral se
retiraban al interior del Estado croata -a Bosnia-Herzegovina y Eslavonia-.
Aquí, la unión de la insuficiente instrucción religiosa, la floja organización
jerárquica de la Iglesia con el impacto psicológico de perseguidos y marcados
de sospechosos, creó una atmósfera propicia a cualquier solución de alivio. De
acuerdo, en efecto, con novísimas investigaciones históricas, en ese momento
preciso (primera mitad del siglo X. Obs. del autor) apareció en tierras croatas
el neomaniqueísmo denominado ahora el bogumilismo. Su centro fue Bulgaria y su
fundador el sacerdote búlgaro Bogumil. Esta nueva doctrina pronto arraigó, en
Croacia, Italia y Francia (cátaros, patarenos)[14].
Para conjurar el
mal -herejía y cisma- la diplomacia y el magisterio de la Iglesia no omitieron
ningún medio que consideraran oportuno. Incluso, podemos decir, fue aceptado
como legal también el uso de la violencia. En vista de ese peligro, la Iglesia
fundó la Universidad de Tolosa en 1229. En el frente de la misma fue incisa la
inscripción: Pravos extirpat et doctor, et ignis et ensis (A los
depravados los extermina el doctor, el fuego y la espada)[15].
Esta unión de la
doctrina (doctor), el fuego (ignis) y la espada (ensis) pudieron acabar con
cátaros-patarenos-albigenses en Francia e Italia sin mayores consecuencias.
Pero en Croacia no pasó así. Como hemos ya visto, a Bosnia se retiraban los
sacerdotes croatas glagolitas por persecusión. Allí encontraban comprensión y
protección. El ban Kulin (1164-1204) y Ninoslav (1226-1249) les daban su
protección implantando realmente la tolerancia religiosa. Tenemos ya en 1167
noticia acerca de la existencia de una iglesia neomaniquea en Croacia. En el
sínodo albigense en San Félix cerca de Tolosa, el obispo y jefe de la iglesia
neomaniquea de Bizancio informó que existía en aquel tiempo una iglesia
neomaniquea "en Dalmacia" [16].
El Papado no pudo
conciliarse con este nuevo hecho en la vida de la cristiandad. Por eso el Papa
Inocencio III escribió al rey húngaro-croata el 11 de octubre de 1200: "El
ban Kulin... los considera católicos... incluso super católicos, llamándolos
por antonomasia cristianos" [17].
Pero Roma tampoco
pudo quedarse solo con advertencia. Ante los ojos de la diplomacia eclesiástica
cernía el ideal de Unam Sanctam que más tarde formulará el Papa Bonifacio VIII.
Así ya el Papa Honorario III pidió de su legado en Croata Aconcio para que
proceda enérgicamente con ayuda del rey, el clero y el pueblo y extermine a los
heréticos. Desde aquel momento los Papas durante tres siglos no cesan de
reprimir a los heréticos también con medidas drásticas de fuerza física. Las
cruzadas, organizadas por los Papas en el curso del siglo XIII fueron sumamente
crueles.
Como
organizadores de las cruzadas se destacaron especialmente el arzobispo de Kaloc
(Hungría) Benedicto y el arzobispo de Split Ugrin, de origen húngaro. "De
las cartas conservadas del Papa Inocencio IV y de un breve registro de sus
cartas secretas del 1245-47, que fueron publicadas por el pbro. G. Abate (G.
Abate, Lettere "secretae" d'Innocenzo IV) en 1955, este papa
decidió... organizar la cruzada contra Bosnia. Para apurar el asunto, el papa
nombró como su legado al obispo de Kaloc Benedicto. "Por negarse a
participar en la cruzada el rey húngaro-croata Bela... Benedicto comunicó al
papa su decisión de llevar a cabo la cruzada por su cuenta". Aceptando esa
iniciativa, el papa pide del arzobispo en la carta del 3 de agosto de 1246 para
que proceda "viriliter et potenter" [18].
Pero esta decisión en efecto la ejecutó el arzobispo de Split, Ugrin[19].
La combinación,
en consecuencia, del doctor, el fuego y la espada fue muy pronunciada. La
espada y el fuego a veces llavaban la preponderancia. Se quemaba a los
perseguidos, se los llevaba a decenas de miles al cautiverio y se distribuía
sus bienes. Incluso, la crueldad con que se procedía obligó en una oportunidad
al obispo de Bosnia Ivan a renunciar a su cargo por no haber podido presenciar
sufrimientos de los "bosníacos" perseguidos. A pesar de esto, el Papa
Gregorio IX pidió del mismo continuar en el cargo y continuar "viriliter
et potenter" la exterminación de los heréticos y enemigos de la santa cruz
y la fe" [20].
No se puede negar
que las atrocidades más tarde, especialmente en el siglo XV no hayan
disminuido, sustituyendo siempre más el doctor a la espada y el fuego, pero el
impacto de violencia no pudo borrárselo de la conciencia de los perseguidos por
más que las prédicas de los franciscanos pudieran hacerlo en otras condiciones.
Se procedió por mucho tiempo con "gran derramamiento de sangre" (non
sine magna efusine sanguinis). Los que sintieron de esta manera en propia carne
"causam Christi", como habla formulado el Papa Honorio III,
difícilmente aceptarán la misma como la propia.
Lo que más
extraña es que, al mismo tiempo, mientras la diplomacia eclesiástica procedía
así sin tacto ni medida, Santo Tomás enseñaba que la conciencia personal es el
supremo criterio de la conducta humana. Si ella encuentra algo como malo,
incluso la misma fe en Cristo, mal obraría, dice, si alguien desobedeciera a su
conciencia. La diplomacia eclesiástica era de otra opinión. Desde esta errónea
posición procedió también en nuestro caso croata, causándonos daños
incalculables.
Para apreciarlos
en toda su magnitud, no hay que olvidar que justamente en aquel momento
histórico aparecieron los turcos ante la puerta del pueblo croata. Hemos ya
dicho que, durante la primera lucha por el idioma nacional en la liturgia, se
habían acumulado muchos elementos de descontento. Después de las cruzadas donde
hubo "magna efusio sanguinis", se creó una atmósfera propicia para
cualquier solución. Una de ellas la trajeron los turcos con su religión
islámica. Los bogumili, perseguidos y traumatizados física y moralmente durante
siglos, fueron presa fácil del Islam.
El brillo bélico
de los turcos, las promesas de conservación de bienes materiales y la posición
social a quienes abrazaran al Islam, y la tolerancia religiosa islámica en
general fueron factores decisivos al respecto. Bosnia cayó en manos de los
turcos sin mayor resistencia. Un pueblo dividido espiritualmente no tiene la
condición esencial de resistencia en las situaciones de apremio. Los bogumili,
pues, con relativa rapidez abrazaron al Islam y se convirtieron así de pueblo
perseguido en clase privilegiada. Desde ahora ellos son los que tienen la
iniciativa política y social. El fracaso de la política de alianza del fuego y
la espada cristianos se convirtió en la fuente del éxito turco-islámico en
aquella parte de las tierras croatas con la creciente autonomía e incluso la independencia
dentro del resto de Croacia debilitada después de la extinción de la dinastía
nacional (1097) y su unión personal (reyes comunes) con Hungría (1102).
Pero la
diplomacia eclesiástica consideró necesaria la prolongación también en adelante
de su patrocinio sobre Croacia. Los Papas Pío II, Julio II, Sixto IV y V, León
X, etc., incitan, organizan y ayudan el frente cristiano que se extendía
justamente por Croacia. Y la realidad fue la siguiente: El morir cotidiano de
los croatas y la ayuda más simbólica que real por parte del mundo cristiano,
conducido por la diplomacia eclesiástica. Durante cuatrocientos años de guerra
permanente, Croacia venía siendo siempre más fraccionada y reducida, mientras
sus hijos -católicos por un lado y musulmanes por el otro (ex bogumili)- se
distanciaban cada vez más. Dichas luchas de acuerdo con las apreciaciones
aproximativas costaron al pueblo croata más de cuatro millones de vidas[21].
Claro, al surgir
los movimientos modernos de la conciencia nacional, Croacia se halló sumamente
debilitada numérica o espiritualmente. Sus "aliados" cristianos
-Venecia, Austria y Hungría- cada uno por su cuenta trataba de quedarse con una
parte de la que "soportó el peso decisivo" de la lucha contra los
turcos. "Antemurale christianitatis", un título bien merecido, ya no
contaba y no servía para nada. Por el contrario -quienes venían muriendo
durante siglos, su patria siendo devastada, quemándose los monasterios, centros
de la cultura del mundo cristiano en aquel tiempo en general- fueron
proclamados "bárbaros".
Las piedras
venecianas diseminadas por Dalmacia, levantando edificios, mientras los croatas
morían, ahora deberían tener más importancia y valor que la sangre y el derecho
de autodeterminación de los croatas. Caída Venecia, los emperadores y reyes
"apostólicos" de Viena, dueños y servidores a la vez de la Curia
romana, no incorporan a Dalmacia al resto de Croacia sino la proclaman
"tierra de la corona austríaca". Lo mismo sucedería poco más tarde
con Bosnia. Estas fueron las causas fundamentales del error de unos políticos
croatas que, dadas las circunstancias favorables a la idea, llevaron al pueblo
croata y a Croacia a la comunidad política yugoslava (1918), la peor solución
que pudo imaginar y producirse en la historia croata. Permaneciendo fiel al
cristianismo católico, la diplomacia eclesiástica directamente y más tarde por
intermedio de sus emperadores y reyes apostólicos obligaron a Croacia a una
política de desesperación.
La situación no
cambió tampoco en la última gran guerra. La jerarquía eclesiástica italiana
acompañó a las unidades del ejército italiano que entraron a Croacia como
aliados y se autoproclamaron ocupadoras y vencedoras. Los enemigos del
catolicismo -los partizanos-comunistas de Tito y los chetniks de D. Mihailovic-
recibían más ayuda que el ejército croata "aliado". Más de 90.000
croatas fueron llevados a campo de concentración italianos. ¿Y la diplomacia
eclesiástica? No reconoció al nuevo Estado de Croacia. Dicen: este es el
principio general de la conducta de aquella.
Bien, pero ¿qué
significa esto? Un oportunismo que se inclina al lado de los hechos consumados,
de la fuerza superior. ¿No sabía el Vaticano cuánto sufrió el pueblo
croata-católico en la Yugoslavia monárquica? ¿No sabía que se trataba de un pueblo
católico oprimido por otro, ortodoxo? ¿No sabía la diplomacia eclesiástica que
el pueblo croata luchó por la autodeterminación? Monseñor Casaroli dijo
recientemente, que la Iglesia estaba siempre ahí donde se trata de defender los
derechos de los oprimidos. ¿No era, en consecuencia, el deber de la diplomacia
eclesiástica reconocer a Croacia y así ayudarle asegurar su derecho de
autodeterminación? ¿El Kremlin, quizás, ayuda a los movimientos comunistas
recién después de su triunfo? ¿Existe una solidaridad cristiana internacional
semejante a la del comunismo internacional?
En lugar de todo
esto, los curas-oficiales del ejército italiano presenciaron actos de violencia
de toda clase, ejecutados por sus connacionales contra la población croata de acuerdo
con la declaración de genocidio de C. Bastianini proclamado en la ciudad croata
de Zadar el 12 de abril de 1942, sin que ellos o su diplomacia vaticana
levantaran una sola voz de protesta pública. Por el contrario el cardenal
Tisserant et consortes fueron clamorosos contra la "crueldad" croata.
Durante las
guerras contra los turcos, la Iglesia canonizaba a los sacerdotes que manejaban
la espada y el cañón (Juan Capistrano), mientras los papas en persona (Pío II y
Julio II encabezaban las cruzadas contra "infieles", pero los
franciscanos croatas que tuvieron que ceder su monasterio, iglesia y colegio
(como Casino en Italia) a los ejércitos alemán y croata, fueron quemados vivos
por los comunistas de Tito sin que la diplomacia eclesiástica levantara una voz
en su defensa. El Islam, una "herejía del cristianismo" (A. Toynbee)
¿es más grande enemigo del cristianismo que el comunismo? ¿La moral de la
diplomacia eclesiástica cambió tanto que lo que en los siglos pasados era bueno
se convirtió en mal a la hora presente?
Después de esta
experiencia ¿puede el pueblo croata creer a la diplomacia vaticana? ¿Puede
ecuánimemente presenciar su actuación también en los asuntos que le atañen de
tan cerca? ¿Dónde está el título justificativo de la actuación diplomática
vaticana que se celebró el famoso Protocolo (1966)? No le fue contrario incluso
el jefe de la Iglesia de Croacia, el cardenal F. Seper? ¿No supo la diplomacia
vaticana que la oficialidad del ejército croata entre 1941-1945 fue formada, en
su mayoría, por los jóvenes intelectuales croatas educados en la Acción
Católica? ¿Quiénes exterminaron a esa juventud? Los comunistas y los
servio-ortodoxos, enemigos acérrimos y eternos del catolicismo y de Croacia. En
consecuencia ¿pueden los croatas permanecer indiferentes cuando la diplomacia
vaticana, incluso el Santo Padre personalmente, dispensa tan solemne recepción
a Tito, supremo responsable por la muerte tan cruel de centenares de miles de
croatas católicos y musulmanes junto con el cardenal Stepinac?
Ya sabemos qué se
nos contestaría si es que alguien se digna a contestarnos: ¡Esa juventud no era
buena! Entonces, rogamos que se nos diga ¿dónde estaba o dónde está la buena
juventud católica? Tampoco la hemos visto en las filas del ejército italiano.
¿Qué significa en consecuencia todo esto? ¿El fracaso general de la educación
eclesiástica o, si a toda costa se desea responsabilizar solamente a la
juventud croata, una astucia diplomática para salvar su propio pellejo en
perjuicio del más débil?
Después de 26 años
del martirio de los franciscanos croatas quemados vivos en Siroki Brijeg
(Herzegovina) un periódico servio-comunista (NIN del 19 de setiembre de 1971,
Belgrado) invoca la autoridad del Vaticano contra los cofrades de dichos
franciscanos quemados con las siguientes palabras: "...en comunidades
religiosas existen fuerzas que no se concilian con nuestro curso ni con la
política oficial del Vaticano que actualmente no lleva la política contraria a
nuestro país". No hemos oído ni una sola palabra por parte del Vaticano en
pro de los franciscanos quemados como tampoco de sus cien hermanos religiosos
que intentaron en el curso de este año en una pequeña publicación
"rehabilitarlos" ante la opinión pública que está únicamente bajo la
versión de la propaganda comunista, anticroata y anticatólica. Esta es una de
las consecuencias directas de la diplomacia vaticana que inspiró el Protocolo y
el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre el Vaticano y
Belgrado.
Los pueblos viven
y luchan cada uno en su época. Si hay una institución cuya misión es ayudar a
los que sufren -y el sufrimiento para nosotros los hombres empieza en lo
visible, en la propia carne- la ayuda debe llegarnos a tiempo. El autor de
estas líneas, y no solo él, sino muchísimos otros junto con más de cien
franciscanos de Herzegovina están seguros de la inocencia y el martirio de los
sacerdotes quemados de Siroki Brijeg. Quizás, un día la Iglesia canonizará a
uno o a todos ellos, pero ¿qué sirve, hablando humanamente, todo esto, si
sobreviene quinientos o más años después del martirio, como sucedió en el caso
del santo N. Tavelic?
Nuestros santos y
mártires viven y mueren también por su pueblo, por sus valores y en su época.
La justa valorización de su martirio unos 500 años más tarde puede resultar
nula. Por eso, si el Vaticano espera la fidelidad del pueblo croata, también
los croatas piden la reciprocidad. Los tiempos en que vivimos son muy serios
para poder jugar a la diplomacia en perjuicio del bien y de los intereses de
los pueblos. Las tentaciones en que ponía la diplomacia eclesiástica al pueblo
croata, son muy prolongadas y decisivas, para que uno no pueda suponer las
peores consecuencias también en el campo de la misión mística y sobrenatural de
la Iglesia en Croacia.
Nosotros, que sabemos
distinguir bien las proyecciones eclesiásticas de carácter seglar de las
provenientes de su misión sobrenatural, no deseamos dichas consecuencias, pero
los tenemos miedo. Nos consuela en este asunto el hecho de que, si se producen,
no será por nuestra culpa en primer término.
Sime Djodan
Lo lamento
sinceramente, pero debo hacer notar que, presentando estos datos sumamente
interesantes, me refiero únicamente a las consecuencias (de un malestar de
economía general del país)[22].
De acuerdo con mi profunda convicción y siguiendo el desarrollo económico de
Croacia en los últimos cien años, en cuanto pude ver y disponer de los
elementos necesarios, la principal causa de la situación económica de esta
índole (mala - Obser. del trad.) en la Croacia socialista reside en el drenaje
pauperizante del producto nacional.
Este drenaje de
la riqueza croata perdura desde hace ya un siglo o, más exacto: desde el
Compromiso húngaro-croata de 1868 se venían sacando de Croacia sumas considerables
que se gastaban fuera de la misma. Naturalmente,
siempre con alguna excusa en vista de un objetivo "superior". Este
drenaje económico estaba acompañado por la emigración de la parte de población
más capaz, como emigración económica. Así se nos agotaba doblemente -económica
y biológicamente-. Debemos terminar con tal política o expondremos nuestra
propia existencia a un grave peligro. Si fuimos explotados con anterioridad por
la monarquía austro-húngara o en la Yugoslavia hegemonista y capitalista en
condiciones de un estado semicolonial, esto no nos extraña, porque eso era lo
natural de aquellos Estados y sistemas, pero hoy es inconciliable con los
principios esenciales de nuestro socialismo de autogestión que el producto
nacional creado por nuestro pueblo trabajador, se separe de él y lo maneje una
burocracia supernacional de acuerdo con su arbitrio y, a menudo, contra
nuestros intereses.
No obstante los
datos publicados, relativos a la situación actual en el plano de la
distribución de los réditos y las diferentes anomalías acerca del mercado de
capitales y otros aspectos de la reproducción, voy a presentar aquí datos
recientes, confeccionados por el Instituto de planificación de nuestra
República como también por el Instituto de planificación de la República
Socialista de Yugoslavia.
En primer término
he aquí los datos relativos a la participación de cada una de las repúblicas en
la creación del producto bruto de la RFS de Yugoslavia para el año 1970:
Total de la
R.F.S.Y.: |
100,0 |
Bosnia y
Herzegovina: |
12,2 |
Montenegro: |
1,6 |
Croacia: |
28,3 |
Macedonia: |
5,1 |
Eslovenia |
15,5 |
Servia junto
con Kosovo y Metohija |
37,3 |
Servia
propiamente dicha: |
25,6 |
Kosovo: |
2,0 |
Voivodina: |
9,7 |
(Fuente de información: Rikard Snajner, Algunos problemas de la política del desarrollo de Yugoslavia en "Ekonomist", Nros. 2-3 de 1970, pág. 265.).
A continuación
presento la tabla relativa a la participación en las inversiones:
Inversiones planeadas
para los años 1966-1970:
Total de la
R.S.F.Y.: |
100 |
Bosnia y
Herzegovina: |
14,9 |
Montenegro: |
5,2 |
Croacia: |
22,4 |
Macedonia: |
8,6 |
Eslovenia: |
12,2 |
Servia: |
36,1 |
Inversiones
realizadas en el mismo período:
Bosnia y
Herzegovina: |
12,1 |
Montenegro: |
3,5 |
Croacia: |
22,4 |
Macedonia: |
8,8 |
Eslovenia: |
13,1 |
Servia: |
40,1 |
(Algunos
elementos fundamentales del desarrollo de las repúblicas y regiones,
Belgrado 1970, pág. 17).
Resulta evidente de
dichos elementos que todas las regiones no-desarrolladas no están favorecidas
con inversiones en forma igualitaria. Entre ellas, Bosnia y Herzegovina están
últimas algo mejor está Montenegro, luego Macedonia y el mejor trato lo recibe
Servia, siendo ella relativamente la más desarrollada entre las república
no-desarrolladas.
En cuanto a
Croacia, el drenaje de riqueza en dicho período resulta muy grande. Si tomamos
en consideración la diferencia entre la participación en las inversiones y la
realización del producto social, la diferencia alcanza 5,9% de nuestro producto
nacional. Es decir, Croacia participa por dicho importe más en la realización
del producto que en la participación en las inversiones. Estos 5,9% representan
una neta evasión de riqueza de Croacia (a otras regiones). A esta evasión hay
que agregarle la que se obtiene por el curso no-real de divisas y esta sí que
es demasiado grande, porque Croacia aporta, en todos los renglones de esta
índole, cerca de 1.800 millones de dólares. Hoy es opinión general de que el
curso real del dólar para los exportadores es de 18 dinares y no 12,5 porque la
cotización en el mercado paralelo es del promedio de 1 dólar = 18 dinares (Ante
Cicin-Sajin, Los fundamentos del sistema de divisas y de comercio exterior de
Yugoslavia para el período de un préstamo mediano, en "Ekonomist" Nº
2-3 de 1970, pág. 538). El drenaje de la riqueza croata mediante este mecanismo
es verdaderamente fantástico. Existen, eso sí, reparos de que una parte se
devuelve -lo que es exacto, porque si no, la suma drenada resultaría fantástica
y alcanzaría alrededor de 715.000 millones de viejos dinares.
Pero supongamos
que este drenaje fuera de sólo una cuarta parte, siempre tenemos una suma de
175.000 millones de viejos dinares o sea, el 6% del producto nacional de
Croacia. Si calculamos las demás formas de drenaje, obtendremos una enorme masa
que sobrepasa el tercio de la acumulación en tiempos de reforma acercándose a
la mitad de la acumulación y si miramos las altas contribuciones a la federación,
totalizaremos un drenaje de casi el 30% del producto nacional. Todo este dinero
se gasta casi exclusivamente fuera de Croacia decayendo el nivel de vida en
Croacia al promedio del nivel yugoslavo.
El drenaje de
riqueza de Croacia no es un espécimen sólo de la época de la reforma, aun
cuando en este período es algo superior gracias a la política de distribución
antirreformista, sino que es la característica permanente de los tiempos
posteriores a la guerra en la R.S.F. de Yugoslavia. Los compañeros del
Instituto de planificación de la república socialista de Croacia han advertido
muy bien que las inversiones en Croacia durante todo este período posbélico
estuvieron el 20% por debajo del promedio yugoslavo. De acuerdo a los datos
preparados por Milos Sindjic, la participación de Croacia en las inversiones es
la más baja en Yugoslavia en el lapso de 1947-1965.
La participación
de inversiones en el producto social en porcentaje:
RSF Yugoslavia:
|
32,9 |
B.H.: |
37,7 |
Montenegro: |
74,7 |
Croacia: |
28,8 |
Macedonia: |
49,4 |
Eslovenia: |
29,0 |
Servia: |
31,4 |
(Milos Sindjic, El
desarrollo económico y las relaciones económicas entre las naciones, en el
libro Las relaciones entre las naciones y la Liga de los comunistas de
Servia, Belgrado 1969, pp. 58/9).
Gracias a esta
política de inversiones se produjo la caída de la participación de Croacia en
la producción industrial de Yugoslavia del 33% en 1925 al 29% en 1946 y luego a
unos 19% en 1965. (Ver: Una reseña comparativa de los planes de mediano
plazo realizados en la repúblicas socialistas durante el período de 1966-1967,
publicado por el Instituto de planificación de la república de Croacia).
Es evidente que Croacia, en cuanto al desarrollo industrial, sufrió un trato desigual. Por ser todavía Yugoslavia un país subdesarrollado, la industrialización es el método principal del desarrollo. Croacia aceptó la tan llamada "teoría de las materias primas" cediendo la industrialización a otros "ricos en materias primas" quienes, utilizando nuestra acumulación, edificaban su autarquía. Croacia fue empujada a fomentar el turismo con el fin de ganar dólares para el balance de pagos yugoslavo, crónicamente pasivo. Este pasivo, a su vez, se produjo por la importación de maquinarias industriales instaladas en otras repúblicas. Nuestro litoral entero está subordinado a los intereses ajenos y allí se desarrolla forma de economía que más responde a una rápida ganancia de dólares, pero, si un día se produce una baja en el turismo, los croatas nos veremos obligados todavía más a emigrar. El turismo en estas condiciones no es una orientación aceptable para nosotros, porque todos los efectos positivos se los llevan otros y para nosotros queda la incertidumbre para el futuro, y los bajos salarios en la actualidad de nuestros obreros del turismo.
Opino que debemos
emprender con suma urgencia la industralización de Croacia, porque si hay
materias primas en Yugoslavia con que se puede contar, las hay también en Croacia:
la nafta, el aluminio, la madera, materias primas de agricultura, etc. Tenemos
además las instalaciones portuarias y una mano de obra calificada, hallándonos
en una posición favorable a la industrialización, tal como sucedió con otros
países marítimos, como por ejemplo el Japón e Italia, desarrollando en el
litoral las industrias para las que existe una abundancia de materias primas
baratas en el mercado internacional. Nuestra orientación hacia el mercado
internacional es correcta, porque el mercado yugoslavo esta caótico,
fraccionado y nosotros, en un mercado sin homogeneidad, pagamos derechos
aduaneros velados como si fueran de única dirección, caso que no se da en
ningún otro lugar del mundo. El drenaje de dinero que alcanza casi la mitad de
nuestro total acumulado no es otra cosa sino un sistema de las tarifas
aduaneras impuestas y veladas, sistema que no sería aceptable tampoco en las
condiciones de un mercado yugoslavo homogéneo, porque es muy alto por un lado,
mientras nuestra economía, por su estructura, está articulada con la economía
mundial más que cualquier otra economía nacional de la RFS de Yugoslavia, por
lo cual no está tan interesada en el mercado yugoslavo, como piensan los que
están determinando el alto nivel de drenaje de nuestros ingresos. El desarrollo
ulterior de nuestra economía dependederá del mecanismo de distribución que se
adopte en el futuro plan quinquenal.
Si los criterios
de distribución quedan como hasta ahora (y así piensan nuestros planificadores,
porque creen que en el año 1975 quedaría apenas el 65% del producto nacional
para la economía) entonces no consigueremos el progreso y la reorganización de
nuestra economía en la medida objetivamente posible y necesaria para Croacia.
Sobre este aspecto se está hablando en el material que tratamos. Mis
observaciones tienen por objeto justamente estas previsiones de distribución,
porque se podría tener la impresión de que nosotros no aceptamos de antemano
ningún cambio en la distribución del producto nacional.
Pues, de acuerdo
a los elementos y datos del Instituto federal de planificación parecería que el
asunto fuera así aceptado y que Croacia estuviera contenta con el estado actual
de distribución del producto nacional. Esto sí que tenemos que desmentir en la
forma más categórica y exigir las relaciones estrictas de distribución, de
acuerdo a las cuales el 71% deben quedar a disposición de la economía y el 29%
a la comuna, la república y la federación, recalcando que, según mi parecer, es
suficiente el 12% del producto nacional para la federación y las funciones que
objetivamente recaen sobre su responsabilidad. Es decir, la federación no
debería en el futuro acumular los ingresos de unos para beneficio de otros.
Considera oportuno destacar el principio que cada uno de los pueblos se
desarrolle con sus propias fuerzas, y la ayuda adicional desde afuera puede
venir sólo de acuerdo a la buena voluntad y los intereses de los que la están
dando.
La distribución
no se refiere solamente al producto actualmente creado sino también al capital
acumulado y a los efectos que provienen de las inversiones de dicho capital. En
los bancos ex federales y las sociedades de los reexportadores se halla también
nuestro capital y, según mi opinión, cerca del 30% de ese total, porque con tal
porcentaje participamos en el total de los fondos federales, si no con un
porcentaje todavía más elevado. En consecuencia debemos decir claramente que
dichos fondos deben ser restituidos a la clase obrera (economía) de Croacia.
Sobre las modalidades técnicas de la restitución del capital mencionado
concentrado en los bancos ex federales y las sociedades de reexportadores, no
deseo hablar ahora, porque esta es la cuestión más fácil -lo esencial es que
eso se sepa y públicamente se diga que nosotros no renunciamos a nuestros
fondos financieros.
La actual penuria
de los fondos bancarios en Croacia es el resultado de una destrucción
sistemática del sistema bancario croata y de la concentración del capital
yugoslavo en Belgrado. Actualmente Croacia participa con el 16% en las
operaciones bancarias, pero en un tiempo (en 1925) sólo Zagreb tenía el 55% del
total del capital financiero yugoslavo concentrado en los bancos de Zagreb. Los
fondos bancarios que están a nuestra disposición en este momento son
insuficientes para alimentar benéficamente a nuestra economía, mientras les
bancos ex federales se han convertido en entes independientes como lo son los
bancos de Belgrado -una forma ejemplar de "desestatización" o mejor
de la expropiación de la entera economía yugoslava, en beneficio de los
bancarios- que con métodos usureros atacan la plusvalía del trabajo de nuestra
clase trabajadora. Esta política hay que cambiarla y eso es posible sólo a
condición de que aquel capital de dichos bancos, y los reexportadores sea
devuelto a quienes fue sustraído.
Nuestra
participación en la creación del producto nacional y la producción social de
Yugoslavia es, en efecto, alta e importa el 28,3% pero, gracias al fuerte
drenaje del producto nacional, esta política nos rebaja en el índice de consumo
del promedio yugoslavo, agregando además que el gasto por concepto de
inversiones está por debajo de dicho promedio. Luego hay que agregar que
nuestros equipos de producción están muy anticuados y, gracias solamente a su
utilización por sobre el promedio, a la mejor estructuración de la mano de obra
y a la mejor eficiencia de las inversiones, nosotros podemos mantener el índice
acostumbrado en el total yugoslavo de producción.
Lo mismo se
consigue, también con la transferencia de las inversiones de los sectores
no-económicos a los económicos, etc. Así, por ejemplo, en Zagreb faltan 85.000
viviendas sin mencionar las necesarias dependencias para oficinas públicas, las
escuelas y la sanidad. Visto todo esto, la afirmación de que participamos
grandemente en el total del producto nacional yugoslavo, no significa que de la
misma manera participemos en su consumo, lo que debemos inevitablemente
emparejar.
La imagen algo
más compleja de Croacia es visible en nuestra relativa posición financiera:
El potencial
crediticio de los bancos de las repúblicas en 1969:
R.F.S.Y.: |
100,0% |
Bosnia-Herzegovina: |
7,8% |
Montenegro: |
2,4% |
Croacia: |
17,7% |
Eslovenia: |
9,0% |
Servia: |
50,3% |
(Análisis de
la Cámara de la R.F.S. Croacia, XI/70).
En consecuencia,
Croacia participa en la creación del producto social en 1970 con el 28,3% en el
total yugoslavo, mientras en el potencial crediticio sólo con el 17,7%. En
otras palabras, el efecto productivo de la economía croata está por sobre el
promedio yugoslavo, mientras el gasto sensiblemente por debajo del mismo.
Tomando en consideración el potencial financiero y el consumo, en las
relaciones yugoslavas, Croacia es una república subdesarrollada. No hay que
olvidar que regiones más dinámicas y fuertes son las que disponen de más
capital y no aquellas que más producen, porque las regiones industriales hoy
están en relación con las financieras como a su tiempo estaban las regiones
agrarias en relación con las industriales. Esto hay que tener presente en vista
de las futuras obligaciones de la economía croata con la Federación y con las
llamadas regiones subdesarrolladas que, por el contrario, son más ricas en
capitales que Croacia. Por los 100 dinares del producto social, la economía
croata dispone sólo de 65 dinares de capital, la de Bosnia-Herzegovina de 67,
la montenegrina de 138, la macedonia de 294, la eslovena de 121 y la servía de
137.
Bosnia-Herzegovina,
Eslovenia y Croacia produjeron el 56,4% del producto nacional yugoslavo en el
año 1969, mientras Servía, Montenegro y Macedonia el 43,6%. Al mismo tiempo la
capacidad de consumo estaba a la inversa. Bosnia-Herzegovina, Croacia y
Eslovenia disponen de un 38,3% del capital financiero-crediticio, mientras
Servia, Macedonia y Montenegro disponen del 61,7% del mismo y de la capacidad
yugoslava de consumo. Esta deformación de la capacidad financiera, productiva y
de consumo fue creada por las decisiones burocrático-centralistas de la
Federación y no por la fuerza natural de la economía de las repúblicas. Si esta
desproporción no se cambia o no pone fin en concordancia con la capacidad
productora de cada una de las repúblicas, las regiones occidentales (de
Yugoslavia Obs. de trad.) se situarán siempre más en posición de inferioridad
y, como es evidente, Croacia ya está muy mal en cuanto a su capacidad
financiera y de consumo, mientras Bosnia-Herzegovina, además de eso, suman
también la inferioridad productiva. Si todo queda así, engendrarán estas
anomalías económicas también las anomalías, los malentendidos y los conflictos
políticos que no son productos de fuerzas mágicas, sino de intereses
económicos. Lógicamente, todo esto es factible resolver restableciendo el
equilibrio entre la capacidad de producción y la de finanzas y consumo. Además
si aceptamos el principio de autogestión social, entonces resulta posible
gastar sólo lo que produzcamos, es decir, cada uno debe vivir de su trabajo y
no de las especulaciones financieras.
(Advertencia del
autor: Todos los datos sobre la capacidad financiera de cada una de las
repúblicas se han sacado del estudio ya citado de la Cámara económica de la
república federativa de Croacia del mes de noviembre de 1970).
Traducido por
F.N.
Narciso Binayan
Carmona
La inmigración eslava
a la Argentina, como a toda América, fue bastante tardía y no tomó
significación más que a fines del siglo XIX. Sin embargo, es precisamente
nuestro país -y hasta cierto punto y con reservas, Chile- el primero que vio
llegar hijos de países eslavos. Y lo que es más interesante, justamente de
Croacia y en general de la provincia de Dalmacia.
Desde todo punto
de vista el más curioso es Miguel de Aragoces al cual dos autores de la
importancia de Lafuente Machain[23]
y Boyd-Bowman[24]
coinciden en suponer oriundo de Ragusa. A Lafuente Machain se debe un prolijo
catálogo de todos los conquistadores del Río de la Plata y Paraguay entre 1535
y 1580. Este eminente investigador argentino, ya fallecido, traza una breve
semblanza del personaje a la cual Boyd-Bowman, en su monumental diccionario de
conquistadores de toda América, obra en curso de publicación en Estados Unidos,
adhiere totalmente.
Cabría suponer
que se haya querido poner "Aragonés", pero en ese caso no se hubiera
usado el "de" y efectivamente aparecen varios de ese apellido y en
forma (o sea, sin "de"). Aceptado, en principio, conforme al parecer
de ambos estudiosos el que se trate de Ragusa la ciudad de su origen, queda aun
la duda de si se trata de la Ragusa dálmata o de la siracusana. A favor de la primera
está el que se trata de un puerto de mar, entonces mucho más activo e
importante que ahora, mientras que la segunda localidad se encuentra en el
interior de Sicilia. Este es un punto contradictorio a la lógica inmigratoria
por un lado y por otro, la abrumadora mayoría de la inmigración peninsular a
América en aquellos siglos fue del norte y sobre todo de la costa ligur. Por
todo ello Miguel de Aragoces, o en verdad Miguel de Ragusa o, si se prefiere,
de Dubrovnik, resulta el primer croata establecido en la Argentina y además, en
toda América, sin excluir Estados Unidos. Más aún, es el primer eslavo del
continente.
Su biografía es
escueta. Había nacido hacia 1502 y era maestre de la nave "La
Magdalena" -es decir era marino, un argumento más a favor de su origen
dálmata- nave capitana de la expedición, de 200 toneladas[25].
La armada, de 16 navíos, partió como es sabido de Sanlúcar de Barrameda el 24
de agosto de 1535 y a principios de septiembre llegó a las Canarias de las que partió
a principios de octubre.
El 30 de
noviembre sería la fecha de entrada en la bahía de Río de Janeiro -la fecha
inicial de la historia eslava y croata de América- y la llegada a las actuales
costas argentinas en los últimos días de enero o primeros de febrero de 1536,
Miguel figura entre los pobladores de la primera Buenos Aires y tocóle así
vivir los angustiosos días del hambre y el sitio de los indios en el invierno
de ese año 1536. Finalmente, tras un poco más de un año en esta comarca,
entonces tan inhospitalaria, partió con su nave, en la que viajaba don Pedro de
Mendoza, el 23 de abril de 1537. En el viaje de regreso murió el frustrado
Adelantado y a fines de agosto "La Magdalena" estaba ya de nuevo en
España. Se había cerrado el primero y breve episodio de la inmigración croata.
Aragoces fue aun llamado como testigo en el juicio que Juan Vázques Orejón,
padre del maestre de campo Juan Osorio, apuñaleado en Río de Janeiro, inició
para probar la inocencia de su hijo del cargo de traidor. Con esto termina lo
que se sabe de Miguel.
En ese mismo
siglo XVI, se abre el segundo capítulo de esta historia inicial. En la
conquista de Chile aparece como figura lúcida y de contornos casi legendarios,
Andrea, heroico soldado llamado, "el valiente". Sólo se sabe de él
que era de humilde origen "pero de fuerza y valor extraordinarios"
(Thayer Ojeda). Estaba en Santiago en octubre de 1555 y pereció en la derrota
de Lincoya en 1563. Ercilla lo ha cantado nada menos que en tres cantos
distintos de "La Araucana" aunque lo hace ya genovés, ya lombardo[26]
y el cronista también contemporáneo Mariño de Loberá[27],
coincide con él. Sin embargo, otros testimonios afirman que era
"esclavón", es decir, dálmata y los estudiosos modernos Fuenzalida
Grandón[28]
a principios de siglo y Thayer Ojeda[29],
más tarde, consideran posible ambas alternativas. Como
se ignora en qué expedición llegó a Chile esta figura apasionante, cabe la
posibilidad de que haya ido con alguna de las que cruzaron territorio
argentino.
Con Miguel y con
Andrea se abre así, entonces, bajo Carlos V y Felipe II, una parte algo dudosa
pero razonablemente posible de la inmigración croata. Casi dos siglos deberían
pasar hasta que de nuevo llegaran otros compatriotas suyos a estas tierras.
Quien vino
entonces fue una figura mucho más lúcida, honra por cierto de su patria, aunque
olvidada. Pertenecía a la Compañía de Jesús con la cual llegaron ya entre 1690
y 1697 tres religiosos, naturales de Praga, y luego algunos más de otros
lugares de Bohemia y Moravia. A Praga, se unieron Teschen, Schömbrunn, Yglau,
Olmutz, Brünn y otras localidades pero no puede afirmarse si se trata de checos
o de sudetes. No hay ningún polaco aunque sí nacidos en territorio polaco y
ningún esloveno ni eslovaco.
Finalmente en la
expedición del padre Orosz, partida de Lisboa el 20 de septiembre de 1748 y
llegada a mediados de enero de 1749 [30],
arribó Nicolás Plantich de Croacia, vino de Viena acá en dos meses y desde el
24 de diciembre del año pasado se ha mantenido a costa de la provincia. Tales
son las palabras del propio padre Orosz[31].
El catálogo inédito de la provincia del Paraguay de 1753 [32],
nos da los siguientes datos: Nicolás Plantich había nacido en "Zagrabia in
Croacia", el 5 de diciembre de 1720, tenía sus fuerzas físicas íntegras y
había ingresado en la Compañía el 28 de octubre de 1736.
Tenía 3 años de
estudios de filosofía y 4 de teología y había profesado el 27 de diciembre de
1749. Era en ese momento Prefecto del Convictorio, es decir director del
Colegio de Monserrat, en Córdoba, y era profesor de filosofía. Fue dice Furlong
"profesor eximio de filosofía y teología en la Universidad de
Córdoba" y Paucke, con quien vino a América lo señaló como "un hombre
distinguido, docto y altamente apreciado". Fue nombrado en 1765 vicerrector
del Colegio del Salvador en Buenos Aires y al año siguiente promovido a rector[33].
En el convento mercedario de Mendoza se encuentra una inédita, en latín, obra
de Plantich[34].
"Poco duró el rectorado del jesuita croata en el Salvador", pues la
expulsión de 1767 lo encontró al frente de la residencia de Montevideo y así
figura entre los expulsados: "Nicolás Plantich, natural de Agram, Croacia,
de 47 años de edad" [35].
Los croatas que
lo siguieron en nuestro país, estuvieron muy lejos de tener su brillo. El más
antiguo, José Radik, "Radichi", está empadronado en 1804 como maestro
de chaperos y peinero, natural de Esclavonia. Vivía, según el plano levantado
por el alcalde de barrio del cuartel 6, Juan Bautista Patrón, en la calle de
San Ferraín (Carlos Calvo), entre las de San José (Perú) y San Pedro
(Chacabuco) a la altura actual del 600 y a mano izquierda subiendo desde el
río. En 1809 aparece como "veneciano". En 1807, su probable vecino
(también vivía en el cuartel 6), Marcos Milcobini, se decía natural de Ragusa y
en 1809, "veneciano". Es probable que ambos hayan sido paisanos y que
la anexión de la república al reino italiano el 31 de enero de 1808 no haya
sido ajena a su cambio de nacionalidad. En el padrón de extranjeros de 1809
ambos aparecen uno a continuación del otro, casados los dos con hijas del país,
ambos con casa propia y fábrica de chapas[36].
Tales son los
escasos datos que pueden reunirse como antecedente sumario de la historia de la
colectividad croata. Queda de todos modos acreditada una permanencia constante,
aunque esporádica de aquella nación en la vida argentina desde sus más viejos
orígenes. Y es probable que una investigación más exhaustiva logrará
ampliar este breve panorama[37].
Branko Kadic
Con motivo del
centenario de su alzamiento 1871-1971
En octubre de
1971 se cumplieron cien años de la fecha memorable y simbólica cuando Eugenio
Kvaternik intentó, mediante una acción revolucionaria y armada, conseguir la
liberación e independencia de Croacia. Tratándose de una figura histórica
interesante de un auténtico revolucionario con ribetes románticos y místicos,
es preciso situarlo en el contexto histórico y psicológico para comprender
mejor los motivos, las causas y los alcances de su empresa, diríamos quijotesca
que, sin embargo, con el correr de los años, iba a convertirse en fuente de
inspiración y en un símbolo carismático para las nuevas generaciones croatas,
incluso actuales, en su permanente lucha por alcanzar la emancipación nacional,
fundada en los principios auténticamente democráticos.
El año europeo de
1848 está signado por convulsiones y revoluciones, motines y sublevaciones,
prevaleciendo en unos casos el contenido social, como en la rebelión de París y
Viena, en otros las aspiraciones a la vez emancipadoras, y expansionistas como
el movimiento de fuerza del líder húngaro Luis Kossuth y, en otros, el deseo de
liberación y unificación nacional, tal como sucedió en Polonia, Italia y
Croacia.
Croacia desde
1597 integraba el Imperio de los Habsburgos como un reino asociado con
atributos soberanos, atributos que nunca perdió del todo. La creación de la
monarquía danubiana a principios del siglo XVI era una necesidad histórica para
las naciones cristianas centroeuropeas en vista del poderoso avance de los
otomanos. Mas, algunos siglos después, desaparecido este peligro y cuando el
Imperio turco estaba debatiéndose en retirada, se imponía la profunda
reestructura de la monarquía danubiana, que la Casa de Austria y los
gobernantes responsables no supieron llevar a cabo, ciegos y sordos frente a
los nuevos tiempos y sus exigencias impostergables.
El parlamento de
Zagreb decidió unánimemente el 23/10/1847 que el croata fuera el idioma oficial
en la administración, escuela y judicatura contra los intentos, ora de magiarización,
ora de germanización. Pero como los húngaros insistían en su política, en 1848
estalló la guerra entre Croacia y Hungría. Los húngaros, enemistados con la
Corona, combatieron por la separación total de Viena, pero pretendían
incorporar las provincias croatas que consideraban como partes anexas de la
santa corona de San Esteban, lesionando el mismo principio de soberanía y
derechos nacionales que invocaban en su lucha contra los Habsburgos. En cambio,
los croatas, igual que los demás eslavos que integraban la monarquía danubiana
y constituían la mayoría de la población de esta comunidad plurinacional,
exigían su federalización, en la cual cada pueblo gozaría de una amplia
autonomía en su territorio.
Aplastada la
rebelión de los húngaros, el joven emperador Francisco José implanta el
absolutismo tanto en Hungría como en la Croacia que le había salvado el trono.
Igual fue el castigo que el premio. Además, impone la germanización, medida que
exaspera a los espíritus. La situación cambia cuando Francia y Cerdeña
derrotaron al ejército austríaco en Solferino (15/7/1859). Bajo el impacto de
la derrota y la despertada conciencia nacional, el absolutismo de Bach cede
poco a poco: el idioma croata es reconocido como el idioma oficial en la
administración pública, y el emperador se declara dispuesto a convocar a
comicios y unificar Dalmacia con Croacia. Poco después el ilustre obispo de
Djakovo, José Jorge Strossmayer abogaba en el "Consejo de Estado" de
Viena por la igualdad de todos los pueblos que componían la monarquía
danubiana, y propuso su reorganización federativa, subrayando la
"individualidad histórico-política" de Croacia, su inalienable
derecho confirmado en la Dieta de Cetinje (1527) y después en virtud de la
"Sanción pragmática", acto con que los croatas reconocieron en 1712 a
los descendientes femeninos de la Casa de Austria el derecho al trono de
Croacia con la condición de mantener sus antiguos derechos y privilegios de
reino independiente.
Durante los
debates parlamentarios de 1861 en Zagreb -restituida la vida constitucional-
los diputados croatas Ante Starcevic, fundador del Partido del Derecho
(constitucional), llamado después "padre de la Patria", y su
colaborador más íntimo, Eugenio Kvaternik, sostienen la necesidad de una Croacia
independiente, separada tanto de Austria como de Hungría. Kvaternik resumía su
tesis en los siguientes términos: "Seamos libres e independientes, ya que,
por el contrario, tanto los húngaros como los alemanes nos asfixiarán en su
abrazo por ser más fuerte que nosotros". Starcevic, por su parte, no
confía en Austria ni en Hungría y lanza el lema, según el cual la única
salvación son "Dios y los croatas", infundiendo así la autoconfianza.
Los discursos
parlamentarios de esos dos dióscuros croatas inauguran una nueva etapa en la
historia nacional y aportan elementos dinámicos e inequívocos en los incesantes
vaivenes y la cambiante política que, dadas las circunstancias, oscilaba
alternadamente entre Viena y Budapest, dos polos de gravitación del Imperio de
los Habsburgos.
La Francia de
Napoleón III ayuda a Italia y a Polonia en su lucha y aspiraciones de
liberación y unificación nacional, sin olvidar, por supuesto, los intereses
propios e incluso dinásticos. Sobreviene la derrota italiana en Custozza (1866)
y el gran revés de la flota italiana en Vis. En cambio, las tropas prusianas
vencieron a las austríacas en Königsgrätz. Austria debe ceder Venecia a Víctor
Manuel II. Los húngaros, contando con el apoyo de Bismarck, mediante un
convenio especial y muy ventajoso para ellos, logran imponer el sistema dual en
lugar del federalismo, de modo que el Imperio de los Habsburgos a partir de
1867 llevará el nombre de "Monarquía Austro-húngara". Croacia
propiamente dicha, sin que se efectuara la unión tan ansiada y reclamada de las
demás provincias croatas, mediante el compromiso firmado en 1868, quedará en la
esfera de influencia de Hungría. Dalmacia y el Confín Militar dependen
directamente de Viena, mientras que Bosnia-Herzegovina reconocían,
todavía la soberanía turca.
Como la
inauguración de las sesiones parlamentarias en Zagreb fue tres veces postergada
en 1871, cundió gran descontento y el victorioso Partido Nacional dirigió un
manifiesto negando la validez del avenimiento croata húngaro por haber sido
concertado sin la participación ni la aprobación de la mayoría de los
electores, pues la autonomía de Croacia era limitada e ignorados sus atributos
de reino asociado y soberano.
Tal el marco
interno y externo en el cual Eugenio Kvaternik desplegó su actividad política,
diplomática, conspirativa y revolucionaria, caído hace cien años en un
malogrado alzamiento cívico-militar. Hemos considerado conveniente trazar
previamente este cuadro para comprender mejor los factores en juego, el
ideario, el escenario de la lucha, que fueron también la causa de los tres
destierros de este hombre de acción.
Eugenio Kvaternik
nació el 31/10/1825 en Zagreb. Su padre Romualdo era profesor de filosofía,
moral e historia y dejó en manuscrito un panorama de la historia universal.
Provenía de una prestigiosa y patriótica familia de Zagreb, de modo que el
joven Eugenio ya desde temprana edad y en la casa paterna empezó a
familiarizarse con las nobles enseñanzas que dejan la historia y la filosofía,
materias en las que precisamente sobresaldrá en sus estudios secundarios. Tras
frecuentar cursos de teología en el seminario mayor de Senj, se recibió de
abogado en 1848. Se casó con Rosalía Homotaric que compartió con abnegación la
persecución, los destierros y múltiples privaciones y sufrimientos con su marido.
Kvaternik,
atraído por el pasado de su pueblo, había reunido y recopilado enorme material
y cuadernos llenos de datos y citas para su planeada obra maestra que debió ser
la "Historia de los croatas", pero que no pudo terminar. Benedetto Croce
opina que un historiador es un artista creador y siendo hijo de su pueblo
observa la historia como heredero y copartícipe del sentir secular de este
pueblo. Kvaternik quiso unir en una persona al historiador y al político, lo
que por otra parte era el contenido esencial del Partido del Derecho, o sea
conjugar y combinar la historia con la política, práctica esta no ajena al
romanticismo europeo. Ante Starcevic, fundador del partido, lo logró en parte
en sus escritos, discursos e interpretaciones parlamentarias.
Si bien distintos
en cuanto al temperamento, carácter, educación, origen social, las fórmulas y
concepciones de Starcevic y Kvaternik diferían tan sólo por su estilo, mas no
por su espíritu, pues los unían idéntico programa, idéntico fin. Starcevic,
hombre ensimismado, ideólogo y filósofo político, moralista y liberal,
admirador de las ideas de la revolución francesa, de la verdadera libertad,
igualdad y fraternidad, modesto y estoico en su vida privada, escéptico en
materia religiosa, era quien marcaba los rumbos ideológicos y las pautas
políticas, mientras que Kvaternik de temperamento más expansivo y extravertido,
romántico, creyente ferviente con connotaciones místicas, lleno de confianza en
su misión providencial, era dinámico hombre de acción a la que se entregaba con
celo apostólico en la defensa y promoción de la causa de su pueblo. Estas
diferencias se reflejan en los escritos de ambos; el estilo de Starcevic es
riguroso, escueto y preciso, mientras que el de Kvaternik es contagioso, desbordante,
publicitario.
Perseguido por el
régimen absolutista de Bach y contando con el apoyo de los amigos rusos y
polacos, Kvaternik llegó a la Rusia zarista en enero de 1858, permaneciendo en
Moscú y Petersburgo nueve meses. Su encuentro con Rusia fue decepcionante.
Creía que Rusia, siendo la gran potencia eslava y además en aquel entonces con
relaciones tirantes con Austria, iba a sostener los anhelos de los pueblos
eslavos occidentalizados. Su desilusión fue grande cuando conoció el programa
secreto de la política exterior rusa, expansionista e imperialista, inspirada
además en el fanatismo religioso ortodoxo.
Los croatas, por
ser católicos y en parte musulmanes, no podían contar con la comprensión, la
benevolencia y el respaldo de la "santa Rusia zarista y ortodoxa". Al
enterarse de que su misión como emisario ruso consistiría en promover semejante
programa político-religioso en la cuenca danubiana, se desvinculó de sus
obligaciones sin titubear y se trasladó a Italia, luego a Francia y Suiza donde
desplegaría una infatigable actividad revolucionaria y esclarecedora de los
anhelos emancipadores de Croacia. Consigo llevaba el "Libro secreto",
es decir, el programa de la política de penetración rusa hacia el sureste
europeo y el Oriente Cercano, que luego en los sucesivos destierros tratará en
vano de vender a Napoleón III, a la Curia Romana y a Rechsberg, ministro de
Relaciones Exteriores de Viena, pues carecía del mínimo sentido práctico[38].
Bajo el impacto
de la Revolución francesa y el Risorgimento italiano en el sureste europeo se
formaban y robustecían los movimientos nacionales. Para los croatas la unión
con los servios en una Sureslavia o Yugoslavia era una de las numerosas
alternativas políticas. Era más urgente entonces consumar la unión nacional, completar
la integración político-administrativa de todas las provincias
étnico-históricas croatas, a saber: la incorporación de Dalmacia, Istria,
Bosnia y Herzegovina a Croacia-Eslavonia, gobernadas por la Dieta y el ban
(virrey) croata. La nueva generación de los intelectuales reclama una acción
política más realista y más revolucionaria contra Austria en vísperas de
Solferino y Magenta. Durante el acelerado proceso de la unificación italiana,
la élite política croata trata de alinear los intereses nacionales y la lucha
por la independencia con la naciente Confederación italiana, por supuesto sin
ser su parte ni satélite[39].
Bogdan Radica,
publicista croata y profesor de la historia moderna en la Universidad Farleigh
Dickinson, EE.UU., en su enjundioso estudio, acompañado de documentos
desconocidos e inéditos, que el autor encontró en los Archivos de Tommaseo
(Fondo Tommaseo), en la Biblioteca Nacional de Florencia, arroja nueva luz y
aporta nuevos elementos y datos sobre la acción de Kvaternik en Italia y Francia.
Kvaternik, igual que otros políticos y escritores croatas, trataron de
conectarse con el Risorgimento italiano a través de Niccoló Tommaseo,
prominente escritor italiano y destacada figura en la
vida pública de la Península itálica.
Tommaseo, de origen
croata, nacido en Dalmacia, escribió incluso en croata un precioso libro, lleno
de reflexiones, titulado Iskrice (Chispas) y recopilaba la poesía popular
croata. Se sentía italiano y colaboraba estrechamente con los líderes políticos
del Risorgimento, actuando como "el nexo espiritual entre el eslavismo y
el romanismo" (Kvaternik), según lo testimonia su abundante
correspondencia intercambiada, entre otros, con el virrey Josip Jelacic,
Andrija Brlic, Matija Ban, Vuk Karadzic, Kvaternik y sobre todo con los
académicos Ivan Kukuljevic y Konstantin Vojnovic. Tommaseo mantenía contacto
epistolar con todos esos hombres hasta su muerte acaecida en 1874.
Esta abundante
correspondencia, todavía sin clasificar ni ordenar, que se guarda en Il Fondo
Tommaseo traduce gran descontento con la situación política, económica y social
que prevalecía en el Imperio de los Habsburgos e indica también que fue muy
importante el estímulo que ejerció la astuta diplomacia de Çavour y la acción
dinámica de Garibaldi y Mazzini en varios círculos de Croacia y Hungría en el
sentido de separarse de Austria. Kvaternik, según hemos visto, abogaba por el
Estado independiente de Croacia, desvinculado de Austria y Hungría. Lo
encontramos en Turín, París, Florencia y Zurich conspirando con los
revolucionarios y exiliados, representantes de todas las nacionalidades y
regiones que integraban la monarquía danubiana, en busca de una autonomía más
amplia o de la separación total.
Kvaternik llega a
París en abril de 1859, provisto de una recomendación de Çavour que le abrirá
muchas puertas. Tuvo tres entrevistas con el príncipe Jerome Napoleón, primo
del emperador Napoleón III. Le entregó un memorándum sobre las aspiraciones de
los croatas. Dos meses después publica en París, sin firmarlo, el tratado
"La Croatie et la Confédéracion Italienne"[40].
El prólogo a este opúsculo lo escribió el conocido publicista francés L.
Léouzon le Duc, redactor del periódico L'Observateur. Léouzon que trataba los
temas escandinavos, bálticos y rusos, conocía también la cuestión croata y su
importancia.
El tenor de su
introducción es el siguiente: Se proclama la independencia y la libertad de
Italia, ¿por qué no proclamar también la libertad y la independencia de los
pueblos sometidos a Austria-Hungría? Luego Le Duc se refiere a los croatas y
pregunta: ¿"Qué es para nosotros los franceses, los europeos, un croata:
un salvaje, un bárbaro, esclavo del despotismo, terror de la civilización y la
humanidad"? Por ello el pueblo croata debe tomar la palabra y defender su
sagrada causa nacional, de manera que recomienda el libro, escrito por "un
autorizado intérprete del pueblo al que pertenece" para que el lector se
entere de lo que el pueblo croata hizo en su pasado a favor de Europa.
Según "el
plan de la obra", el libro se divide en tres partes, subdividido en varios
capítulos. En la primera parte se habla "de los servicios que el pueblo
croata prestó a la cristiandad, a la civilización y a la humanidad; en la
segunda "del derecho histórico croata" y en la tercera parte "de
cómo los croatas cumplieron con todas sus obligaciones para con la Casa de los
Habsburgos, no habiendo ésta cumplido a su vez con las obligaciones
asumidas".
A continuación el
autor describe la situación imperante en Croacia durante el absolutismo de
Bach, la política de la germanización forzosa con los métodos finis santificat
media. Austria trata de desnacionalizar a los croatas. La economía nacional
está explotada y rezagada, sobre todo la vitivinicultura, sujeta a impuestos
onerosos, para que no pueda competir con los viñedos de los archiduques
austríacos. "Si este régimen se prolonga por 10 años más, todo el pueblo
se alzará en armas como guerrilleros para sacudir esta barbarie civilizada que
crea permanente hambre en sus hogares".
Luego Kvaternik
dirige un "llamamiento a Europa" con el lema: quod mihi justum,
altera aequum. Subraya la necesidad de un cambio radical en el sistema político
europeo con el fin de establecer el equilibrio de los pueblos, reconociendo a
distintas nacionalidades... Las nacionalidades italiana, polaca, checa,
húngara, croata, servia, rumana, búlgara, etc... ahora
políticamente muertas, volverían a la vida y cada una con sus logros e ideas
contribuiría al progreso general de la humanidad.
"Seréis
ciudadanos libres de un gran Estado" dijo Napoleón III a los delegados de
cinco millones de lombardos, aludiendo a su liberación del dominio austríaco y
a la pronta unificación de Italia entera. Toda Europa admiraba este grito. A
los croatas, cuyos derechos humanos y divinos fueron hollados por Austria,
estas palabras infunden la esperanza que "igual que los italianos
recuperarán la unidad, la independencia y el status jurídico-estatal de su
patria".
A continuación
Kvaternik acusa a Austria por tratar de quebrar la unidad nacional en Croacia,
recurriendo a la división religiosa. Alude a las numerosas misiones que envió
entre la población ortodoxa para separarla de su nacionalidad croata e
imprimirles el carácter servio. Ante Smith Pavelic comenta que Kvaternik
pertenece a la pléyade de adalides del nacionalismo romántico, encabezados en
Francia por Michelet, en Italia por Mazzini, en Polonia por Mickiewicz. Se
opone a la dominación de los germanos, unificados sea bajo la égida de los
Habsburgos católicos o los Hohenzollern protestantes, a cuya unión
contribuyeron las guerras napoleónicas y el Congreso de Viena. Por eso se
dirige a Francia y a Napoleón III para que sean paladines de esta nueva Europa
como fueron creadores de la unión italiana, pues únicamente de ese modo se
podrá neutralizar la pretensión alemana al status possedendi, manifestada en el
Parlamento de Francfort (20-10-1848) en la palabra "de que la misión de
Alemania en el este consiste en incorporar como satélites a los pueblos
danubianos carentes de la vocación y del derecho a reclamar su
independencia".
Kvaternik vuelve
a Croacia a fines de 1860, participa activamente en el quehacer político,
adquiere gran notoriedad y es elegido diputado nacional en las elecciones de
1961. Sus ponencias y discursos parlamentarios, sus escritos periodísticos, en
los cuales sostenía la necesidad de cambios radicales en la estructura de la
monarquía, despertaron gran interés entre la juventud y los elementos más
dinámicos, haciéndolo a la vez sospechoso y pasible a progresivas sanciones por
parte de las autoridades. No pudo ejercer la profesión de ahogado, de modo que
su situación económica era más que precaria. A raíz de la confiscación de un
folleto que trataba sobre los desembarcos de las tropas francesas e italianas
en la costa croata, Kvaternik fue desterrado.
Durante este su
segundo exilio que dura desde julio 1863 hasta diciembre de 1865 lo encontramos
muy activo en Italia, Francia y Suiza, estableciendo vínculos
"diplomáticos" y conspirando con los revolucionarios polacos,
italianos y húngaros. Luego tras una corta estada en Zagreb en diciembre de
1865 fue desterrado por tercera vez y volvió definitivamente a Croacia en julio
de 1867.
El 17-8-1863 fue
recibido en audiencia por el príncipe Jérome Napoleón, ocasión en la que le
entregó un memorándum acerca de la "Confederación danubiana". El
príncipe Jérome era primo del emperador Napoleón III y yerno de Víctor Manuel.
El emperador y el príncipe diferían a veces en los asuntos políticos, el
segundo era más liberal y accesible, más sincero en sus simpatías. La unión de
Italia es en gran parte obra del emperador, pero el colaborador más firme de
Çavour era el príncipe. Entrevistarse con el príncipe significaba pues
acercarse al emperador. Kvaternik no logró establecer contacto directo con
Napoleón III como lo hizo Luis Kossuth, prominente exiliado, político húngaro.
No obstante, las tres audiencias mantenidas con el príncipe Jérome en 1859 y la
cuarta en 1863 testimonian sobre el interés demostrado por la corte de Francia
por la cuestión croata y sus implicancias políticas en el concierto europeo.
Acaso el
resultado más positivo de la actividad de Kvaternik en el exilio fuese
presentar el cuadro verídico de la historia y las aspiraciones de la nación
croata, desenmascarando la leyenda negra que se venía tejiendo desde hace
tiempo en torno a Croacia, ya que todas las fechorías y atropellos de la
soldadesca austríaca compuesta por distintas nacionalidades (austríacos,
húngaros, rusos, checos, eslovacos, polacos, italianos, croatas, servicios,
rumanos, etc.) se atribuían única y exclusivamente a los contingentes croatas.
Çavour, conocedor
de la situación real, una vez le dijo a Kvaternik: "Desafortunadamente
aquí no saben distinguir a los croatas de los austríacos. Todo lo que hicieron
los bárbaros austríacos se imputa a los croatas". Çavour aquí reiteró su
opinión expresada durante el debate en el Parlamento Subalpino en 1849 con
motivo de las insurrecciones en Toscana, Lombardía y Emilia: "Lo que
objeto es este continuo azuzar contra los croatas. Ellos son pobres víctimas de
la ceguera de los Habsburgos que los utilizan contra los italianos. Pero
nosotros los italianos no tenemos ningún derecho a ensayarnos contra un pueblo
que vive al este de nuestra península". Kvaternik despertó gran interés en
Italia asegurando a los círculos políticos de la posibilidad de hacer, mediante
la propaganda y otros medios, que las tropas croatas estacionadas allí se
vuelvan contra Austria.
En ese sentido
tuvo apoyo de los círculos oficiales y de Tommaseo y en 1859 imprimió en
Florencia cuatro números de su Glas, periódico de cuatro hojas,
destinado a ser distribuido entre los soldados croatas, estacionados en Italia
y entre los intelectuales en Croacia. En el Archivo de Tommaseo se conserva
sólo el primer número. Kvaternik anota en su diario que leyó su periódico a
Tommaseo, número por número, y cómo éste encontró a un impresor florentino,
llamado Alessandri, quien fundió las letras con los signos diacríticos croatas,
sin cobrarle nada. Tal era el entusiasmo en aquellos días en la lucha por la
libertad.
Gracias
precisamente al tesón de Kvaternik y a su poder persuasivo el sentimiento
anticroata menguaba gradualmente en París y en Italia y la exclamación
napoleónica "Mes braves Croates" surtió efecto. También en Turín, bajo
la inspiración de Kvaternik, fue publicado en 1864 un opúsculo intitulado
Lettere sulla Croazia, escrito por "B.P.".
En junio de 1861
muere el conde Camillo Benso de Cavour y Kvaternik entabla vínculo con
Garibaldi. "Il Diritto", vocero del partido garibaldino publicó en
1864 un artículo de Kvaternik sobre las demandas políticas y territoriales
croatas, refutando las pretensiones italianas sobre Istria y Dalmacia. De
acuerdo a "la conjura de las naciones", Garibaldi debió ser el jefe
de la expedición militar revolucionaria contra Austria. Previamente hubo que
despejar muchas dudas y temores, especialmente en lo concerniente al
injustificado y exagerado irredentismo italiano. Al respecto Garibaldi le
escribe a Kvaternik el 8-6-1864 desde Caprera:
"Querido
señor y hermano: Yo traicionaría la fe de toda mi vida si no considerara que
todos los pueblos son iguales ante la libertad y dignos de tenerla tan pronto
la deseen. Conforme a este principio y a este deseo, digo que Italia y Croacia
son hermanas".
La planeada
acción revolucionaria conjunta y combina da con los italianos, húngaros,
croatas, checos y, polacos no prosperó debido a las disensiones internas, a la
adversa situación exterior y porque Francia ya escatimaba su apoyo a esta
empresa. Kvaternik, sin embargo, no pierde esperanza ni fervor revolucionario,
lo que se colige de su diario y de la correspondencia con Tommaseo.
Atraviesa por
difíciles trances económicos, falto de recursos, sin seguridad ni estabilidad
alguna, abandonado por todos, atacado por los diarios austríacos y rusos y sin
la posibilidad de réplica. En esta situación se dirige al primer ministro
italiano barón Bettini Ricasoli, Giuseppe Garibaldi, también escribió a
Ricasoli desde Brescia el 23-8-66 en los siguientes términos:
"Eugenio
Kvaternik de Croacia es una persona muy meritoria para nuestra causa, por
haberse dedicado a los trabajos preparatorios, cuando nosotros tuvimos que
desembarcar en la costa oriental del Adriático. Tiene mujer y los dos están en
una situación muy precaria. Lo recomiendo a Vuestra Excelencia para que le
facilite algunos medios de subsistencia para que pueda repatriarse o encontrar
otro modo de ganarse la vida".
En la última
carta dirigida a Tommaseo, fechada en Milán 14-12-1866 y escrita en francés
como todas las demás, Kvaternik le promete que muy pronto iba a informarle
sobre lo que sucede en Sureslavia bajo la "égida de Rusia" y qué
porvenir se vislumbra para los intereses políticos y comerciales, de Italia en
el este europeo. Con una visión profética esboza el futuro de Italia y Croacia
frente al emergente mundo eslavo: "Sépalo, querido señor, para Italia hay
sólo esta alternativa: o tener sobre el río Isonzo como vecina a una Croacia
libre, independiente y unificada en todas sus partes histórico-nacionales bajo
los auspicios de Italia y en su beneficio o a la Rusia dominante entre el
Adriático y el Mar negro sous le manteau du serbo-bulgarisme ortodoxe
(destruyendo al elemento croata por ser occidental y católico) en terrible
detrimento para Italia. Oh Dios mío, temo mucho que Italia expíe horriblemente
un día todo el mal que ha infligido al nombre y la nacionalidad croata a causa
de las villanías e intrigas austríacas; ese nombre y esa nacionalidad que
durante cuatro siglos consecutivos fueron "cligens et antemurale
Italiac" contra la barbarie oriental: el ruso-servismo".
Desaparecida toda
posibilidad de una acción revolucionaria conjunta desde afuera, sin el apoyo ni
recursos financieros, Kvaternik vuelve a Zagreb en julio de 1867, acogiéndose a
la amnistía concedida a los exiliados políticos con motivo de la coronación del
emperador Francisco José como rey húngaro croata en 1867. Retorna para preparar
el alzamiento en el Confín Militar, acción sobre la que tanto habló con su
amigo en el destierro, ante Rakijas. Mientras tanto colabora asiduamente en los
periódicos Hervat y Hervauka, teniendo a su cargo los comentarios sobre la
política internacional. Además de amplios conocimientos que posee sobre los
lineamientos principales y los entretelones de la política europea y sus
protagonistas, atrae a los lectores también por su estilo vigoroso y
apasionante. Los últimos números de Hervatska nos parecen hoy como el prólogo a
la rebelión de Rakovica. La prensa del Partido del Derecho estaba en su apogeo
en aquel entonces. Tras la muerte de Kvaternik el periódico Hervatska no sale
más y pasarán varios años hasta que el partido vuelva a tener su propio órgano
periodístico. En la primera etapa de la actividad partidaria, la prensa es
principalmente obra de Kvaternik y por ello ese período es el más rebelde y
dinámico.
Antes de abrir el
breve capítulo final de la vida de Kvaternik, es menester explicar por qué
eligió el Confín Militar como escenario de su malogrado alzamiento. Como
consecuencia de las constantes embestidas e invasiones otomanas desde
principios del siglo XVI, se formó en el territorio nacional croata una amplia
zona, lindando con la frontera de Bosnia, que se extendía desde el Adriático
hasta el río Drava, con rasgos político-militares peculiares, denominada el
Confín Militar, la Marca Militar, "Vojna Krajina" en Croata, o
"Die Militärgrenze" en alemán ("Confinia loca et castra
finitima"). Su extensión y atribuciones variaban según la época, aunque
mayormente se encontraba fuera de la competencia de la Dicta y del virrey de
Croacia. Como la incesante penetración osmanlí provocaba importantes
movimientos emigratorios de la población aborigen, con el tiempo, en la zona
fronteriza devastada y despoblada se radicaron los más variados elementos
raciales, muchos de ellos cismáticos. Fue este elemento que servirá tanto a
Viena como a Budapest como instrumento dócil para hacer frustrar las
reclamaciones croatas.
La vida en el
Confín estaba totalmente militarizada. Parecido a los "limes" del
Imperio romano, el Confín es el único ejemplo en la historia de una región
donde todos vivían como soldados. Cada varón de dieciocho a sesenta años estaba
en servicio activo. La fuerza numérica de los regimientos variaba, pero en
general llegaba a unos 60.000 hombres. Los estamentos croatas y luego la Dieta
de Zagreb, no cesaban en reclamar su incorporación político-administrativa y su
unificación con Croacia, sobre todo cuando pasó el peligro turco y su
existencia se tornó anacrónico e irritante. Su disolución se operó recién en
1881 cuando fue totalmente desmilitarizada e incluida en la administración
civil del virrey de Croacia. Viena tardó tanto en disolverla porque Marca
Militar le suministraba la fuerza militar más disciplinada y más barata, que
imaginarse puede.
En la década del
1860 al 1870 el Confín Militar hervía de descontento. A la opresión política y
administrativa cabe agregar el creciente empobrecimiento de la población, pese
a la gran riqueza forestal, explotada por otros. Los "fronterizos" no
podían emigrar, ni comprar o vender tierra a no ser dentro de los límites de su
región y en condiciones muy rigurosas. Tales privaciones y limitaciones eran
insoportables en la segunda mitad del siglo pasado. El Imperio de los
Habsburgos no supo contemporizar ni convertirse a tiempo en una estructura
político-estatal lo bastante elástica como para satisfacer los derechos humanos
y nacionales de los pueblos que lo integraban, erigiéndose en una verdadera
comunidad multinacional para la protección y el bienestar económico de todos
sus componentes.
Tal ambiente, en
opinión de Kvaternik, era propicio para un intento de sublevación. Romántico e
idealista, sin ninguna preparación militar, derrotado
en los comicios como candidato a diputado, psicológicamente maduro, para una
hazaña revolucionaria, Kvaternik no vaciló en decidirse. Se traslada a Rakovica
a principios de octubre de 1871 foco principal donde estalló la rebelión el día
8 de octubre para terminar cuatro días después con la muerte del protagonista y
de sus más cercanos colaboradores. Rakovica pues, como concluye con razón su
más autorizado biógrafo, Milutin Nehajev en el libro citado, era su tercera e
ineludible vocación. Lo que había preparado para la primera y la segunda
revolución, le servirá ahora. En este tercer intento, revolucionario, usará
idénticas proclamas, idénticos manifiestos y principios sobre los derechos
civiles que había redactado muchos años antes en Italia. Exterioriza igual
esperanza en la ayuda de Europa y la misma fe ciega en la madurez del pueblo. Por
lo tanto, afirma Nchajev, Rakovica no era obra de una decisión Momentánea y
precipitada, sino la culminación de toda una vida. No sólo como idea y
concepción sino como acción y obra, soñada y planeada en todos sus detalles. No
dependía de tácticas políticas, pues era la vocación, la misión de toda una
vida.
Sin mitificar el
episodio histórico como tal, hoy al cabo de cien años es preciso reconocer que
este acto heroico y quijotesco a la vez de Kvaternik dio resultados positivos.
Pues la permanente lucha por la libertad individual y nacional requiere
estímulos y ejemplos de que supieron sacrificar sus vidas en aras de tan nobles
ideales.
Milan Blazekovic
El ocaso de los
Zrinski y los Frankopan (Con motivo del tercer centenario de su trágica muerte
en Wiener Neustadt, el 30 de abril de 1671)
Desde que Eugenio
Kvaternik, conocido hombre político y revolucionario croata, fue electo en 1871
presidente del Comité para la conmemoración del bicentenario de la muerte del
conde Pedro Zrinski y del marqués Francisco Cristóbal Frankopan, acaecida el 30
de abril de 1671, en Wiener Neustadt, como trágico epílogo del frustrado
intento de defender la constitución de Croacia contra la política de
absolutismo, centralización y germanización de los Habsburgo, la nación croata
no dejó -con pocas excepciones, por cierto- de conmemorar este acontecimiento
histórico. El recuerdo, de estos dos paladines de la libertad de Croacia se
convirtió en el transcurso del tiempo en el culto nacional de carácter general.
La primera
interrupción de la ya encaminada práctica de conmemorar a los Zrinski y
Frankopan ocurrió precisamente en el mencionado año 1871 cuando la corte
vienesa suspendió por diez años las libertades constitucionales y la Dieta
croata, a raíz de la malograda intentona revolucionaria del mismo Eugenio
Kvaternik.
Después, del
derrumbe de la Monarquía austro-húngara y del solemne traslado de los restos de
Zrinski y Frankopan de Viena a Zagreb, en 1919, las conmemoraciones del 30 de
abril no cambiaron mucho su significado anterior. Mientras los círculos
gubernamentales servios de Belgrado veían o querían ver en ellas la
demostración anti-Habsburgo y por ende una especie de defensa contra el
resurgimento de las tendencias pro-Habsburgo en ciertos círculos, austríacos,
húngaros y croatas, la nación croata se valía de estas ocasiones para reafirmar
su derecho a la libertad e independencia nacional, fuertemente truncadas en la
nueva comunidad estatal: el Reino de los Servios, los Croatas y los Eslovenos.
Durante la dictadura real (1929-1934) introducida el 6 de enero de 1929 como
consecuencia del asesinato de los diputados croatas en el Parlamento de
Belgrado, el 20 de junio de 1928, quedaron prohibidas todas las manifestaciones
nacionales croatas y consecuentemente también las conmemoraciones del día 30 de
abril.
Por fin, después
de un intervalo de un cuarto de siglo, que representa la tercera prohibición
por motivos ideológicos y político-sociales o sea desde el, año 1945 hasta el
año 1970, resurge en el año 1971, a pesar del inoperante régimen comunista y
como con secuencia de un despertar del sentimiento nacional en Croacia, el afán
de homenajear no solamente a Zrinski y Frankopan, sino también a Esteban Radic
con motivo del centenario de su nacimiento y a Eugenio Kvaternik en el primer
centenario de su muerte. Se organizaron solemnes actos conmemorativos,
simposios y conferencias. Algunos periódicos y publicaciones elogiaron a los
héroes de Wiener Neustadt y explicaron el significado de su lucha. "La
soberanía política es, por lo tanto, la primera condición para la soberanías
económica y cultural y no a la inversa, como la creyeron todos nuestros
utopistas hasta el día de hoy" -concluye uno de los comentaristas de un
periódico de Zagreb su significativo artículo. Así reabren en Croacia el libro
de la historia croata, casi herméticamente cerrado por espacio de 25 años, con
el fin de mostrar a las jóvenes generaciones croatas quienes eran las familias
de los Zrinski y de los Frankopan, qué valores perennes defendían y cómo y por
qué fracasaron en su noble intento.
I. Los Zrinski y
los Frankopan
El conde Pedro
Zrinski y el marqués Francisco Cristóbal Frankopan grandes descendientes de la
más antigua nobleza croata, la que por espacio de seis siglos participó
activamente en la vida política y cultural de la Nación Croata, marcando el
rumbo de su historia.
Como primeros,
aparecen en la escena política los príncipes de Bribir, de la tribu Subic, una
de las doce tribus de la organización tribal de Croacia del medievo temprano.
Más tarde, esta organización es sustituida por el sistema feudal que en el
territorio croata y húngaro se denomina, "el sistema donatario" y que
poseía peculiaridades que lo distinguían del sistema feudal occidental.
Durante la
dinastía nacional croata los Subic residen en la fortaleza Bribir cerca de la
ciudad de Split, eligiendo de su seno a los "comes" (zupani) del
"comitatus" (zupanija) Bribir. En el siglo XIII tienen bajo su
dominio todos los territorios entre los ríos Krka y Zrmanja y el mar, como así
también las ciudades romanas de Split y Trogir.
Con la coronación
del rey Koloman como rey croata el poder supremo del estado se transfiere al
Norte, a Hungría, donde el rey reside, representándolo, en Croacia y Dalmacia
(i.e. las ciudades romanas de Dalmacia) su hermano menor o su hijo como
"dux" (herceg) o, cuando no hubo éstos, el banus totius Sclavoniae,
como se designaba a Croacia y Dalmacia juntas. Durante el reinado de los Arpad
estos "banus" siempre eran húngaros, siendo croatas tan sólo uno a
dos "banus marítimos", subordinados al "banus totius
Sclavoniae". Así fue hasta que se sobrepuso un hombre como Pablo, príncipe
de Bribir, obligando en 1283 al rey, conferirle la dignidad de
"hanus" (han) de Croacia. Fue él quien se convirtió en hombre más
poderoso, que el mismo banus totius Sclavoniae. Su poderío se expandió sobre la
tribus de los Kacic de Omis, ya amalgamados con los Naretanos, que continuamente
guerreaban con Venecia, la que el 12 de mayo de 1290 firma el tratado da paz
con el ban Pablo, como una autoridad fuerte e independiente. Durante las luchas
dinásticas de los últimos Arpad, el ban Pablo con sus hermanos logra el
reconocimiento del derecho de sucesión a la dignidad de banus maritimus
(primorski ban) y gobierna en Croacia y Dalmacia casi como un soberano, pues
todos los demás grandes se convierten en sus vasallos.
Su hijo Mladin II
termina en el destierro en Hungría, mientras que su sobrino, Jorge III, se ve
compulsado a ceder al rey Luis I en 1347 el viejo fundo familiar, la ciudad de
Ostrvica en la Croacia meridional, recibiendo en retribución la ciudad de Zrin
en Slavonia. De ahí el apellido Zrinski, de ahora en adelante. Así fue desplazada
la rama principal de los príncipes de Bribir, los del linaje de Ostrovica de
Croacia marítima (actualmente Dalmacia), centro del estado croata y el
escenario principal de la historia croata, a Slavonia donde permaneció
condenada a la pasividad política hasta que la invasión turca, unos cien años
más tarde, la devolvió a la vida pública en Croacia.
Mientras los
príncipes Zrinski se encontraban alejados del centro, de la política surge al
primer plano la familia de los príncipes de Krk, así llamados por la isla Krk
(Veglia) en el Adriático, su sede principal. Más tarde adoptarán el apellido
Frankopan.
Como uno de los
primeros, se menciona al príncipe Dujam (muerto en 1163), después del cual la
familia consigue los "comitatus" Modruse, Vinodol y Gacka, situado en
el litoral croata, frente a la isla de Krk. En la época del príncipe Federico
II, su sobrino Leonardo recoge "las viejas buenas costumbres", según
las cuales se administraba la justicia en Croacia. Así se hizo "El código
de Vinodol", del año 1288 el más antiguo código jurídico en idioma croata,
redactado en escritura glagolítica. El príncipe Juan (Anz) V es el primero de
la familia en asumir el cargo de ban (virrey) de Croacia y Dalmacia. Su hijo,
el príncipe Nicolás IV, ban de Croacia y Dalmacia, viajó en 1430 a Roma con un
séquito de 700-800 personas. Allí fue recibido solemnemente por el Papa Martín
V, quien le confirma la suposición de ser un retoño de les Fragepani romanos.
Desde entonces, los príncipes de Krk se llamaron Frankopan.
De las nueve
líneas de los descendientes directos de Nicolás IV, entre 1543 y 1579, se
extinguen todas menos la línea de Trzac-Slunj, cuyo
último retoño será Francisco Cristóbal Frankopan, decapitado el 30 de abril de
1671.
Sin embargo, a
partir de mediados del siglo XV y por espacio de cien años, la más renombrada
ha sido la línea de Ozalj, pues Esteban II, el hijo de Nicolás IV, fue dos
veces ban de Croacia y Dalmacia (* 1416-1481). Su hijo Bernardino (*
1453-1530), advierte a los estamentos alemanes reunidos en la Dieta de
Nüremberg, el 10 de setiembre de 1522, sobre el peligro para Alemania si
sucumbe Croacia, ante la invasión turca. Sin embargo, ante la indiferencia de
éstos, no concurre a la Dieta croata de Cetin, el 1º de enero de 1527, para
elegir al archiduque Fernando Habsburgo, hermano de Carlos V, como rey, croata.
Tampoco lo hace su hijo Cristóbal I Frankopan, quien, a su vez, convoca a los
ignatos croatas y húngaros a la Dieta en Dubraya cerca de Cazma, la que elige
como rey a Juan Zapolya, protegido turco. El rey Zapolya nombra a Cristóbal ban
de Croacia. En las luchas entre los dos reyes perece Cristóbal I Frankopan
cerca de Varazdin, el 27 de setiembre de 1527.
Con la muerte de
Cristóbal y con la victoria posterior de Fernando Habsburgo oscurece la gloria
de los Frankopan, pues no hay otro que pueda reemplazar a Cristóbal. En este
momento, empero, el destino lleva otra vez a la preeminencia a los príncipes
Zrinski. Nicolás III Zrinski (1493-1534), en la lucha dinástica, partidario del
rey Fernando I para proteger sus posesiones, conviene un pacto de sucesión con
el ban croata Juan Karlovic, último miembro de los príncipes de Krbaya, de
estirpe Kurjakovic, aumentando enormemente sus posesiones después de la muerte
de aquél.
Su hijo, el conde
Nicolás IV Zrinski, ban de Croacia desde 1542 hasta 1556, hizo pacto de
sucesión con su cuñado Esteban III Frankopan, de la rama de Ozalj de los
Frankopan, respecto a unas 25 fortalezas distribuidas desde el litoral croata
hasta cerca de Zagreb. El rey Fernando I le entrega la mesopotamia Medjimurje
con la ciudad de Cakovac, en el Norte de Croacia. Alcanzó la fama mundial para
el nombre de Zrinski por su heroica muerte, el 7 de setiembre de 1566,
defendiendo la fortaleza de Szigeth, asediada por el sultán Solimán II. El hijo
del "Defensor de Szigeth", Jorge III Zrinski, al perder todas las
fortalezas y posesiones entre los ríos Una y Kupa, se instala permanentemente
en Cakovac. Habiendo abrazado la Reforma, funda en 1574, en Nedelisce
(Medjimurje), la imprenta croata en la que se imprime, en 1605, la traducción
croata de la codificación del derecho consuetudinario húngaro-croata de István
Verböezy, Decretum opus juris consuetudinarii inclyti regni Hungariae.
Desde 1616 hasta
1622 el ban croata es Nicolás IX Frankopan de la línea Trzac-Brinje. Su
hermano, Jorge III, se trasladó a Italia alrededor del año 1610 fundando la
línea friulana de los Frankopan, mientras que su hermano menor, Vuk II
Cristóbal, quien había tomado posesión del resto de la herencia en Croacia, es
el padre del conde Francisco Cristóbal Frankopan y de Ana Catarina, esposa del
conde Pedro Zrinski.
Al último
Frankopan con cargo de ban, Nicolás IX, lo sucede nuevamente un Zrinski, desde
1622 hasta 1626, el conde Jorge IV, que participa en la guerra de los Treinta
Años a la cabeza del ejército del ban y que muere repentinamente en Pressburgo
(hoy Bratislava) el mismo año 1620, aparentemente envenenado. Él es el padre de
los últimos banes del linaje Zrinski del conde Nicolás VI Zrinski (1647-1664) y
del conde Pedro II (IV) Zrinski (1665-1670), protagonista de la conjuración de
que nos ocupamos.
II. Causas y
motivaciones de la conjuración
Al morir Jorge IV
Zrinski, en Pozun (Bratislava de hoy), en 1626, sus hijos Nicolás y Pedro
tenían seis y cinco años respectivamente. El mismo rey Fernando II les nombró
los tutores para vigilar su educación, ya que su madre contrajo nuevo
matrimonio. En 1630 los trasladan de Cakovac, en Croacia, a Graz, en Austria,
donde terminan estudios humanísticos y en 1634 los llevan a Trnava
(Nagy-Szombat), a la escuela especial para la juventud de alta aristocracia y
donde, además de croata y húngaro, aprenden el latín, alemán e italiano.
Viajan a Roma,
visitan al Papa y en febrero de 1637 vuelven a la casa paterna donde el rey
Fernando III los declara mayores de edad. A los 18 y 17 años de vida entran en
la vida pública y reparten los bienes familiares. La convivencia de Nicolás
mayormente con los húngaros y la de Pedro con los señores croatas no dejará de
manifestarse en sus relaciones posteriores. Así establece Pedro las relaciones
personales con el general Vuk Cristóbal Frankopan de Trzac, contrayendo enlace
con su hija Ana Catarina y hermana de Francisco Cristóbal Frankopan con el cual
morirá el 30 de abril de 1671, en Wiener Neustadt.
Los hermanos
Zrinski empezaron muy temprano a guerrear con los turcos y con los oficiales
alemanes de la Marca Militar que causaban muchas molestias a los Zrinski Los
choques con las autoridades militares austríacas los silenciaba el mismo rey
Fernando III, necesitado de los Zrinski para la guerra de los Treinta Años.
Nicolás entró en esta guerra en 1646, destacándose en la batalla contra los
suecos, por lo, que fue nombrado general de las tropas croatas. Pedro participa
en ella a partir de 1647, guerreando en el frente checo bajo el mando directo
del rey y salvándolo del cautiverio sueco en la batalla cerca de Budjejovice
(Budweiss).
En 1647 Nicolás
fue nombrado han de Croacia. Aunque continuamente en guerra con los turcos, se
dedicaba a la poesía y a la ciencia militar. Su meta había sido crear un
ejército permanente, bien disciplinado -dependiente del ban y Sabor (dieta)
croata y no del Consejo de Guerra (Kriegshofrat) en Graz y por ende de los
oficiales alemanes- y con el cual, en alianza con los húngaros y sin ayuda
austríaca, emprendería la guerra de liberación de los territorios croatas y
húngaros del yugo turco. Para la creación de tal ejército existieron, pues, los
mismos motivos que originaban el descontento de los estamentos croatas y húngaros
que al final desembocó en la conjura que la historiografía croata denomina
"La conjuración de los Zrinski y Frankopan", mientras que la
historiografía mundial, inducida por la húngara, suele referirse a este
acontecimiento histórico con la, expresión "La conjuración de los magnates
de Hungría" (e. g. Ploetz): "Auszug aus der Geschichte",
Würzburg 1960 - 26ª edición, p. 735: "1669-1671 Magnatenversehwörung in
Ungarn"), dado que la historiografía europea aceptó de práctica de tratar
al reino húngaro-croata exclusivamente como Hungría, silenciando de tal modo
totalmente a Croacia.
Desde los fines
del siglo XVI, Croacia fue reducida a la superficie más estrecha de su
territorio nacional en toda su historia, llamándola por tal motivo el mismo
Sabor (dieta) croata "reliquiae reliquiarum olim inclyti regni
Croatiae" ("restos de los restos..."). La liberación del suelo
patrio ha sido un anhelo tanto más natural y lógico por cuanto los estamentos
croatas eligieron en 1527 a los Habsburgo como reyes croatas precisamente para
que defendieran la integridad territorial del reino de Croacia, ya que al mismo
tiempo defendían así las provincias austríacas de Estiria, Carniola y Carintia.
Sin embargo, desde la firma del tratado de paz con el sultán, en 1606, en
Zitva-Dorog (desembocadura del río Zitva en el Danubio), primer tratado de paz
con los turcos pactado en pie de igualdad, las perspectivas para la liberación
de los territorios perdidos parecían muy remotas. Los turcos sostenían haber
firmado el tratado de paz con los alemanes, no con los croatas y húngaros. Por
lo tanto, irrumpían en sus territorios. Viena, en cambio, ansiosa de mantener
la paz con los turcos, no sólo prorrogaba la paz de Zitva-Dorog sino prohibía a
los Zrinski atacar a los turcos para no provocar una guerra, que los croatas
tanto anhelaban.
Otro motivo de
descontento ha sido la transformación de la Marca Militar (Confin) en un
territorio separado, exento de la autoridad del ban y Sabor croata. En la Marca
Militar mandaban los generales alemanes, dando protección a todo fugitivo de la
justicia y colonizándolo con elementos étnicamente foráneos -valacos y servios-
otorgándoles privilegios especiales. Por ello los estamentos croatas llegaron a
la conclusión que no solamente los turcos sino también los alemanes truncaban
la integridad territorial y jurídica del reino de Croacia, reclamando con
insistencia la reincorporación de la Marca Militar a Croacia y la restitución
de sus autoridades constitucionales, el ban y el Sabor.
La defensa de la
constitución ha sido, en cambio, el origen permanente de la disconformidad de
los estamentos y magnates croatas y húngaros, pues a pesar del juramento del
primer Habsburgo, de respetar la independencia de los reinos de Croacia y
Hungría, Fernando I intentó la transformación de la nueva unión personal en
unión real con sus provincias austríacas, al convocar los representantes de las
dietas croata y húngara a Viena para tratar los asuntos comunes. Fracasada esta
tentativa, instituye en Viena organismos centrales como el Consejo de Guerra,
la Cancillería, y la Tesorería de la corte, indicando así la política de
centralización que seguirían casi todos sus sucesores.
Como se ha dicho
anteriormente, la guerra fronteriza con los turcos no cesaba, a pesar de la paz
formal de Zitva-Dorog, del año 1606, puesto que la querían también los hermanos
Zrinski. Así, por ejemplo, en 1652 el ban Nicolás Zrinski hace las paces con
los turcos de Kaniza (en Hungría ocupada), para derrotarlos en el mismo año en
Kostajnica (Croacia). Pedro Zrinski ya lleva el sobrenombre de "azote de
Bosnia" en esa época, y junta un ejército para ayudar a Venecia en la
guerras contra turcos en Creta (la guerra de Candia). Cuando le prohíben esta
empresa, lucha por mar y tierras, en Dalmacia, contra los turcos y como aliado
de Venecia. Lo nombran gran Capitán de Ogulin, Slunj y todo el Litoral, pero a
pedido de los oficiales alemanes, el Consejo de Guerra lo destituye, para
devolverle todos sus honores en víspera del peligro turco.
Los ojos de toda
Europa, se fijan en las hazañas militares de los hermanos Zrinski, lo que llena
de envidia los corazones de los cortesanos de Viena, que odian a los Zrinski
como los odian los mismos turcos quienes, además, les temen. Pero un hecho
doméstico originó el odio, entre las familias Zrinski y Erdödy que tuvo su
repercusión en el desenlace de la conjuración, años después. En efecto, cuando
en 1652 estalló la rebelión de los colonos en los latifundios de Mirko Erdödy y
del capitolio de Zagreb, Nicolás Zrinski, en su carácter de ban de Croacia,
convocó al Sabor para buscar solución al problema, recomendó mansedumbre. Esta
intromisión del ban en los asuntos particulares de Erdödy fue la causa del odio
y enemistad entre las dos familias más ilustres de la época.
Fernando III
sancionó la ley de la Dieta del 14 de febrero de 1638, por la cual tuvieron que
incorporarse a Croacia los territorios arrancados a los turcos por los
capitanes de la Marca Militar y que, además, no podrán colonizar más a los
valacos. El mismo Leopoldo, al cual la Dieta común húngaro-croata eligió, y
corona como rey, en Pozun, el 27 de junio de 1655, teniendo tan sólo 15 años,
se había obligado a su vez, el 4 de diciembre de 1659, a convocar en Viena
dentro de un año una comisión que incorporaría la Marca Militar a Croacia. Sin
embargo, los consejeros del débil Leopoldo consideraron que la debilidad de los
croatas y de los húngaros es la garantía de su sumisión a la corte imperial. El
Consejo secreto del rey, formado sin participación alguna húngara o croata por
lo que entre ellos y la corte se abrió un abismo infranqueable de incomprensión
y odio. Es así que Nicolás Zrinski, en 1669, ataca a los turcos en Kaniza; pero
por orden de Viena debe retirarse y, profundamente amargado, con sus propios
medios levanta en la desembocadura del Mura en el Drava la fortaleza Novi Zrin,
que enfrenta Kaniza turca. La construcción de esta fortaleza la emprende en
previsión de la guerra, que realmente sobrevino en 1663.
La intervención
turca a favor de su candidato, Miguel Apaffy, en Transilvania contra el
candidato austríaco, Juan Kemény, envuelve a Leopoldo muy a pesar suyo en la
guerra tan anhelada por los Zrinski. Cuando el comandante supremo de las
fuerzas austríacas, Raimundo Montecuccoli, al comienzo de la guerra pierde varias
fortalezas, entre ellas Nové Zámky en Eslovaquia, el embajador residente ante
la Sublime Puerta en Constantinopla, se ve obligado a pedir el armisticio. Pero
la situación cambia cuando Nicolás Zrinski irrumpe en Hungría turca y llega
hasta Buda y vuelve a Novi Zrin para aniquilar bajo sus murallas al bajá de
Kaniza. De ahí se dirige a Nové Zámky; pero Montecuccoli rechaza su ayuda
alegando falta de aprovisionamiento para el ejército. Cuando después de ello,
Montecuccoli trata de justificar su derrota publicando un opúsculo y en el cual
culpa a los magnates húngaros y croatas de cobardía, Nicolás Zrinski contestó
tildando de "canalla cobarde" al mismo Montecuccoli.
Al mismo tiempo,
Pedro Zrinski irrumpe en tierra turca y en un duelo mata al capitán de Krupa,
Deli-bajá. Dirigiéndose también hacia Nové Zámky, lo alcanza la noticia de que
el begler-bey de Bosnia, Smail-bajá, irrumpió en Croacia con 10.000 hombres
para tomar Otocac y Brlog y de ahí atacar a Carniola. El defensor de la Marca
Militar croata, el general Herbert Auersperg, hermano del ministro Juan
Auersperg, huyó de Karlovac a Ljubljana, dejando paso libre a los turcos. Cerca
de Jurjeva Stijena, Pedro Zrinski logra alcanzar con 2.000 hombres a los turcos
y los destruye, tomando 2.000 prisioneros, entre ellos al mismo Smail-bajá. En
esta batalla participó con Pedro Zrinski, su cuñado, Francisco Cristóbal
Frankopan. Acusado de insubordinación, Pedro debe entregar a Smail-bajá al
general Auersperg para que cobre el opulento rescate.
Poco después el
Sabor croata decreta, en Varazdin, el 12 de diciembre de 1663, la
"insurrección" general del pueblo croata contra los turcos y el ban
Nicolás Zrinski inicia su campaña invernal tomando varias ciudades y quemando,
el 31 de enero de 1664, el famoso puente cerca de Osijek, de 6 km de largo que
fue construido por Solimán.
Las victorias les
valieron a los hermanos Zrinski el reconocimiento de la Europa cristiana. Entre
otras distinciones, el rey Luis XIV de Francia le obsequia a Nicolás 14.000
táleros y lo distingue con el título de Par de Francia.
En el mes de mayo
de 1664 el gran visir Ahmed Küprüli inicia su gran campaña, atacando en primer
lugar a los Zrinski. La fortaleza Novi Zrin la defienden tropas alemanas bajo
el mando de Montecuccoli. Abandonándola sin lucha como, "un punto sin
importancia", los turcos la destruyen. Nicolás Zrinski se queja ante el
rey; pero éste da la razón a Montecuccoli. Amargado, Nicolás renuncia al mando
de sus tropas; pero su gesto es recibido con indiferencia puesto que acababan de
recibir la sensacional noticia que el 19 de agosto de 1664, los ejércitos
cristianos bajo el mando de Montecuccoli lograron la decisiva victoria,
batiendo al gran visir al cruzar el río Raba (Raab) cerca de San Gothardo.
Esta fue la más
gloriosa victoria sobre el imperio Osmalí, lograda con ayuda de toda la
cristiandad, especialmente de Alemania y Francia, porque marcó el principio de
la paulatina decadencia turca en Europa. Pero Montecuccoli no aprovechó la
ventaja de esta victoria y en lugar de perseguir al enemigo, le posibilita a
Küprüli reunir sus fuerzas y retirarla hacia Valvar (Eisenburg) donde el
embajador Peininger concluye secretamente la paz, el 10 de agosto de 1664. Las
condiciones de paz fueron desastrosas para la cristiandad: Las partes se
acordaron por 20 años; ambos ejércitos evacuaron Transilvania y ambos imperios
reconocieron a Miguel Apaffy como príncipe; los turcos retienen todas sus
conquistas, logradas entre 1660 y 1663, incluso Nové Zámky; la fortaleza
Székelyhid, en Hungría, debió destruirse y la Novi Zrin no pudo reconstruirse.
Esta paz
sorprendió al mundo entero. Todos declararon su disconformidad; Alemania, por
no haber participado en su concreción; Luis XIV, por considerarla dirigida
contra él; Venecia, porque los turcos tendrían las manos libres contra ella, en
la guerra de Candia. Los croatas y los húngaros consideraron la paz de Vasvar
dirigida contra sus intereses vitales y concluida sin
intervención de sus respectivas dietas. Por lo tanto, se unieron todos aquellos
que trataron de persuadir a Leopoldo de no reconocer la paz de Vasvar, por
dañina y vergonzosa.
III. El
desarrollo y el desenlace de la conjuración
Todas las
tentativas por persuadir a Leopoldo de revocar el tratado de paz de Vasvar,
quedaron sin éxito. Tampoco lo tuvo Nicolás Zrinski, que a tal fin viajó a
Viena como lo hicieron los demás magnates croatas y húngaros. Difícilmente pudo
Leopoldo rechazar un tratado de paz que tanto necesitaba, y para el cual, por
lo tanto, él mismo y sus consejeros estipularon y ofrecieron las condiciones.
Leopoldo necesitaba esta paz para tener las manos libres en el Oeste europeo,
especialmente contra las pretensiones de Luis XIV.
En España la casa
de los Habsburgo había sido reducida a su único retoño masculino, al débil y
aparentemente moribundo Carlos II. Por lo tanto, la cuestión de la repartición
de la herencia entre Luis XIV y Leopoldo I estaba pendiente y muchos más
problemas dinástico-familiares. En la época que precedió los acontecimientos
del año 1671, la extinción de la dinastía y la repartición de sus vastas
posesiones parecían inmediatas y seguras y ello representaba uno de los
principales móviles de la política europea de Luis XIV. Conociendo el
descontento de los húngaros y croatas, Luis XIV envía ayuda militar a Leopoldo,
en 1662, para establecer en realidad un contacto con ellos. El ban Nicolás
Zrinski, a su vez, agasaja en su castillo de Cakovac al mariscal Coligny,
comandante de las tropas francesas.
Sintiéndose
traicionados después de Vasvar, los croatas y los húngaros empiezan a buscar la
ayuda ajena. La de Suecia y de Polonia se mostró enseguida ilusoria. En
consideración venían Venecia y Francia. Venecia estaba ya desde 1645 en
constante guerra con Turquía, en Creta, por lo cual la única esperanza la
representaba Francia. Después de los primeros contactos de Catarina Frankopan,
esposa de Pedro Zrinski, con el embajador francés en Venecia, los contactos
continúan con Jacques Brethel de Gremonville, embajador de Luis XIV en Viena,
quien busca relaciones con Nicolás Zrinski, considerándolo líder de todos los
descontentos, católicos y protestantes. Éste, a su vez, ya había establecido
relaciones con el arzobispo de Ostergom, Jorge Lippay, quien con la pérdida de
Nové Zámky perdió una renta de 50.000 táleros, con el palatín húngaro,
Francisco Wesselényi, y más tarde con Francisco Nadásdy, juez del Estado (judex
curiae). Considerando todos ellos la paz de Vasvar como una violación de la
constitución, reclamaban del rey la convocatoria del parlamento común en Pozun
y el retiro de las tropas alemanas. La corte, en cambio, decide convocar tan
sólo una conferencia de los principales magnates en Viena para el día 25 de
noviembre de 1664, habiendo ya recibido noticias sobre los contactos de los
Zrinski con los franceses en Venecia.
Pero, el 18 de
noviembre de 1664, Nicolás Zrinski, muere accidentalmente, herido en una
cacería cerca de Cakovac. Cuando la conferencia del 25/11/1664 en Viena, no
logra ninguna solución satisfactoria, el arzobispo Loppay y el palatín
Wesselényi toman contacto sucesivamente con Gremonville, habiendo previamente
protestado ante el capitolio de Pozun por la violación de la constitución
húngara. En enero del año 1666, llegando a Viena Pedro Zrinski, los conjurados
hasta ofrecen a Gremonville la corona de San Esteban para Luis XIV, lo que
Gremonville declina como proyecto prematuro: Zrinski pide ayuda financiera para
poder equipar un ejército y hacer la guerra a los turcos. Para ello necesitaba
ser nombrado ban de Croacia y general de la capitanía general de Karlovac, o
sea; de la Marca Militar croata. El rey Leopoldo lo nombra ban de Croacia, mas
no lo instala. Y sin instalación el ban no posee sus facultades judiciales ni
militares. Él, mientras tanto, trata de establecer vínculos con los príncipes
de Renania y con Venecia. Manda su esposa a Viena para apurar la ayuda
francesa.
A principio del
año 1666 muere repentinamente el arzobispo Lippay y la corte nombra su sucesor
a Jorge Szelepesényi, de carácter dudoso. En abril del mismo año, después del
casamiento de la hija de Pedro Zrinsk, Helena, con el príncipe Francisco
Rákóczy, intercambian Zrinski y Wesselényi juramentos por escrito, de que
defenderán a Croacia y a Hungría "con todos los medios permitidos por las
leyes y la constitución", pensando con ello en el artículo 31 de la Bulla
Aurea del año 1222, que permite a los magnates húngaros y croatas la rebelión
si el rey actúa en detrimento de los reinos (ius resistendi et contradicendi).
Antes de recurrir a las armas planea ban llamar la atención de Leopoldo a la
observancia de la constitución; pero el 27 de marzo de 1667 muere el palatín
Wesselenyi, después de haber convocado una conferencia de los descontentos, que
asumieron el nombre de "interesados" y se declararon a favor de una
alianza con los turcos. Zrinski, quien no participa personalmente en las
deliberaciones, está contra esta alianza. Su política sigue siendo la de
alianza con Luis XIV.
Después de la
muerte de Nicolás Zrinski, la de Wesselényi es el segundo duro golpe, para los
conjurados y razón por la cual se separan: los croatas con Zrinski a la cabeza
creen en la ayuda de Francia, los húngaros en la de Turquía, en la que
encontraron refugio todos los adversarios húngaros de los Habsburgo. El
príncipe de Transilvania, Apafy, en nombre de los conjurados húngaros, pide
ayuda a los turcos y ofrece someter a Hungría a la soberanía turca. Mas el
intérprete del gran visir, el griego Nikasia Panajotti, informa al embajador
vienés ante la Sublime Puerta, Casanova, acerca de la conjura. En 1668 la corte
imperial ya estaba interiorizada de la conjura; pero sin conocer los nombres de
los conjurados. Al igual que Austria, Turquía también necesitaba la paz con los
Habsurgo pues estaba todavía en guerra con Venecia.
También la
política profrancesa terminó en un fracaso, después de cuatro años de
negociaciones con el embajador Gremonville. Su tarea consistía en hacer creer a
Leopoldo que Francia deseaba la paz mientras Luis XIV preparaba la guerra
contra las Países Bajos, que pertenecían a los Habsburgos españoles. Francia
contaba con los conjurados solamente para el caso de que Leopoldo quisiera
ayudar a España. Por ello, la ocupación de Bélgica (26 de mayo de 1667) tomó a
Leopoldo por sorpresa. La misma actitud asume Gremonville hacia los conjurados
hasta el momento en que logró concretar con Leopoldo, el 19 de enero de 1668,
un convenio secreto sobre la repartición de la herencia española con Luis XIV.
Fracasada la segunda tentativa de los húngaros de lograr ayuda turca, se
deciden "los interesados" húngaros por la ayuda francesa. Pero ya era
demasiado tarde. Pues unos meses más tarde comunica Gremonville a Zrinski que
Luis XIV quiere vivir en paz con Leopoldo y, por lo tanto, que lo deja para
siempre ("pour toujours").
A pesar de
ciertas indiscreciones y verdaderas traiciones a los planes de los conjurados,
cometidas por los mismos conjurados en su afán de conseguir ciertas ventajas
personales lo que ayuda a la corte a reunir todos los hilos de la conjura la
corte efectúa la solemne instalación de Pedro Zrinski como ban, el 5 de
noviembre de 1668. Pero no le nombra capitán general de la capitanía general de
Karlovac después de la muerte del conde Auersperg, hermano del ministro vienés
nombrando, en cambio, al conde Herberstein, administrador de la marca militar
de Varazdin, le provoca una desagradable reacción de Zrinski en la antesala del
rey. Su afán de provocar la guerra con los turcos fue tan grande que a
principios de 1669 atacó una unidad militar mayor del bajá de Bosnia, matando a
unos 400 hombres.
Con el mismo afán
se inmiscuyó en los asuntos de Polonia, donde Francia y Austria trataban de
imponer en el trono polaco sus candidatos. Aunque Zrinski acababa de reafirmar
su juramento de lealtad a Leopoldo, en la elección al trono polaco favoreció al
candidato francés, Jan Sobieski, con el cual lo unían lazos familiares. Los
polacos eligieron por aclamación a Miguel Wisniowiecki, que no fue candidato ni
de Francia ni de Austria, pero sí amigo de Zrinski. La corte vienesa se
apresuró por conseguir, al menos, que el nuevo rey se casara con la hermana de
Leopoldo, la archiduquesa Eleonora. Zrinski trató de impedirlo, ahogando por la
princesa danesa. Lo hizo para excluir la influencia austríaca en la corte
polaca, pues su gran esperanza fue la alianza con Polonia para llevar a cabo la
anhelada guerra contra los turcos y por ende la liberación de Croacia y de
Hungría. Su espíritu inquieto y su idea fija de saldar cuentas con los turcos y
al mismo tiempo asegurar los derechos constitucionales a su patria frente a Viena
absolutista, lo empujan a cometer errores políticos, uno tras otro. Con su
intervención en los asuntos polacos proporcionó a la corte las pruebas y
argumentos que ésta aguardaba para liberarse de este molesto opositor a su
política.
Su fracaso en el casamiento
del rey polaco con la princesa danesa y en la alianza húngaro-croata-polaca por
un lado, y la impresión de los magnates de haber sido traicionados por la viuda
del palatín Wesselényi, María Széchy, y su consejero, Francisco Nagy, por el
otro, inducen a Catarina Frankopan de Zrinski a adoptar la idea, de una alianza
con los turcos, idea que los húngaros nunca abandonaron por completo y,
conociendo la oposición de Zrinski a tal alianza, influyeron en ella para que
en tal sentido escriba a Pedro desde Saros Patak, sede de su yerno Francisco
Rakócy. En Croacia en el mismo sentido ejercía la influencia sobre el ban su
capitán Francisco Bukovacki. Zrinski finalmente cede y petmite a Bukovacki
dirigirse a Turquía, en busca de un entendimiento con la Puerta. El 19 de
diciembre de 1969 lo recibe en Salónica el sultán Mehmehd IV al que Bukovacki
presenta las siguientes proposiciones:
1) Hungría y
Croacia pasan a la protección del sultán, pagando un tributo anual de 12.000
táleros, importe que no puede aumentarse; en nombre del sultán, gobernará en,
Hungría y Croacia Zrinski y sus herederos. Extinguida su estirpe, Hungría y
Croacia elegirán la nueva dinastía; la que el sultán debe aprobar.
2) El sultán debe
reconocer las viejas libertades y privilegios de Hungría y Croacia, como así
también sus constituciones.
3) A Zrinski
deberá prestar ayuda el bajá de Budim con 30.000 hombres y, en caso de
necesidad, todo el ejército turco.
4) Las ciudades
que el ejército turco tomará de los alemanes deberán ser entregados a los
húngaros y croatas.
5) En lugar de
Apafy, será el príncipe de Transilvania Francisco Rákóczy, yerno de Zrinski.
Habiendo el
sultán aceptado con beneplácito el ofrecimiento de Bukovacki en el diván
imperial de Salónica, la decisión final la transfirió al gran visir, Ahmed
Küprüli, quien se hallaba todavía en Creta para terminar la guerra con la
conquistada la isla. Interpretando favorablemente el amistoso recibimiento del
sultán en Salónica, Bukovacki informa con visión optimista a Zrinski. Sin embargo,
el gran visir no aprueba el pacto con Zrinski y ello no solamente por no
tenerle plena confianza, sino por no considerar oportuno, en momento de un
favorable desenlace en Creta, arriesgar una guerra con Leopoldo a causa de
Zrinski.
Lamentablemente, el
gran visir no lo dijo así a Bukovacki. Le dijo tan sólo que la respuesta final
la obtendría Zrinski por intermedio del bajá de Bosnia. En este hecho estriba
el origen, y la causa de la completa catástrofe de Zrinski y de sus amigos,
pues en base al informe de Bukovacki inició los preparativos para el
levantamiento, del cual se hizo cargo Francisco Cristóbal Frankopan, quien
recién en esta fase final de la conjurar se pliega a la misma. Sin embargo,
antes de dedicarse de lleno al levantamiento, Zrinski intenta una vez más a
obligar a Austria a una guerra contra Turquía y trata de obtener audiencia con
Leopoldo, por intermedio del obispo de Wiener Neustadt, Kolonic. Pero cuando el
7 de marzo de 1670 finalmente aparece Bukovacki en la frontera de Croacia e informa
a Zrinski que pronto recibirá la confirmación de lo pactado en Salónica y le
hace llegar una muy cortés carta del bajá de Bosnia con la intitulación "A
Pedro Zrinski, príncipe de Croacia, Hungría, Transilvania y Moldavia y
comandante supremo de todo el ejército otomano", Zrinski decide, con
Frankopan y algunos capitanes de la Marca Militar, a ocupar Ptuj (Pettau) en
Estiria, contando con la colaboración del conde Erasnio Tattenbach.
Al mismo tiempo
se dirige al embajador francés en Venecia, al arzobispo de Mains y a su yerno
Pákózcy, solicitando ayuda. Mas muy pronto llega Zrinski a la convicción que
los turcos lo están engañando y, como jamás había sido entusiasta de la
política de alianza con los turcos, empieza a titubear, decidiéndose finalmente
por la reconciliación con Leopoldo. A tal fin envía a Viena como intermediario
a Martín Borkovic, obispo de Zagreb. Ya el 17 de marzo de 1670, el viejo obispo
se halla en Viena explicando al príncipe Lobkovic los conocidos motivos del
descontento e ira del ban de Croacia y promete apaciguarlo si consigue una
carta del rey o de los ministros dirigida a Zrinski. Hasta ese momento en la
corte no creyeron que Zrinski había concertado un acuerdo con los turcos.
Lobkovic, Hocher, Montecuccoli, Lambert y Schwarzenberg del Consejo real
coincidieron en la opinión de que la actitud de Zrinski reúne todos los
elementos de rebelión y, suponiendo que no estaba solo en la conjura, deciden
buscar ayuda militar en los vecinos para dirigirla a las fronteras de Croacia.
Hasta la llegada de la ayuda decidieron atraerlo a Viena. Para ello se valen
del obispo, quien se apresura a Cakovac con las cartas del rey y de Lobkovic
para el ban.
Impaciente e
impulsivo como era Zrinski, envía a Viena otro mediador, al fraile Marcos
Forstall, de origen irlandés, quien -antes de la llegada del obispo Borkovic-
lleva las siguientes condiciones de reconciliación al rey: el rey nombrará a
Zrinski general de Varazdin; le entregará las ciudades Pazin, Rijeka, Trsat y
Kocevje con derecho de sucesión; pagará sus deudas de unos 40.000 florines; le
dará el mando de dos regimientos y le permitirá pedir ayuda al Papa y demás
gobernantes europeos contra los turcos. Este compromiso debería formalizarse
cuanto antes, pues muy pronto llegará a Cakovac un bajá con los solemnes
diplomas del sultán. Sin haber visto a Leopoldo, vuelve Forstall con la promesa
de que no se considerará rebelde a Zrinski si se somete al rey, si confía en su
palabra y si envía como rehén a su hijo. Simultáneamente, o sea el 3 de abril
de 1670, destituyen a Zrinski como ban y lo declaran rebelde, nombrando al
conde Nicolás Erdödy y obispo Borkovic lugartenientes de la dignidad del ban.
Mientras Zrinski
esperaba en Cakovac, no presintiendo nada malo, el general Faris Spankau recibe
la orden de atacar Cakovac y capturar a Zrinski. Frankopan, a su vez,
desconociendo las recientes gestiones de Zrinski en el sentido de
reconciliación, siguió preparando el levantamiento en Medjimurje, Varazdin,
Zagreb y alrededores. Enterado del levantamiento, el general de Karlovac,
Herberstein, se dirige contra Frankopan quien, no pudiendo resistir solo, se
traslada a Cakovac el 10 de abril de 1670. Sin ayuda de ningún lado y enterados
del ataque de Herberstein y de la aglomeración de las fuerzas armadas en la
frontera con Estiria, decidieron no resistir y -aconsejados por Borkovic y
Forstall- accedieron en enviar cartas a Leopoldo expresando su subordinación.
El 7 de abril sale Forstall con las cartas y con el hijo de Zrinski, Juan
Antonio como rehén, hacia Viena. El 12 de abril el general Spankau empezó con
ataque y el día siguiente Zrinski y Frankopan partieron para Viena llegando
allí el 18 del mismo mes.
IV. Juicio y
sentencia
En los primeros
días de su estadía en Viena Zrinski y Frankopan son tratados bien, pues se
temía el recrudecimiento de la rebelión en la Hungría Superior al propalarse la
noticia de su encarcelamiento en Viena. Francisco Rakoczy toma prisionero en
Tokai al general imperial Rüdiger Starhemberg y otros diez oficiales, haciendo
saber a Leopoldo que el general recibirá igual trato que Zrinski. Bajo la
presión de la corte Zrinski pide a Rakoczy que libere al general y le
recomienda la sumisión al rey. Apaciguada así la rebelión en Hungría, trasladan
a Zrinski y Frankopan a Wiener Neustadt, el 27 de agosto de 1670, y los tratan
como a verdaderos prisioneros. Unos días más tarde Wrenden también al conde
Francisco Nadásdy y lo llevan a Viena.
Después de largos
meses de instrucción, a cargo del canciller austríaco barón Juan Pablo Hocher, se
constituye un tribunal especial Judicium delegatum bajo la presidencia del
mismo Hocher, que servirá de modelo para todos los posteriores juicios de alta
traición.
La acusación
imputada a Zrinski que en 1666 entró en alianza con Wesselényi; que en 1169
mandó a Polonia al Fraile Bargiglia con instrucciones injuriosas a Su Majestad,
que por orden suya el polaco Giska fue mandado a Francia injuriando al rey y
piendiendo dinero; que ofreció a los turcos tributo para que lo hagan
gobernante de Croacia; que quiso tomar la fortaleza real Koprivnica; que
instigaba la rebelión en la Hungría del Norte; que sus partidarios hicieron uso
de las armas derramando sangre de soldados imperiales; que ordenó a Frankopan
llevar a cabo la rebelión y que quiso atacar las provincias austríacas
hereditarias, en suma, que había sido el iniciador y cabecilla de toda la
rebelión.
A Frankopan lo
acusaban de no haber informado al emperador acerca de la alianza de Zrinski con
los turcos y que había asumido la dirección del levantamiento; que en una carta
del 9 de marzo de 1670 expresó desprecio para con el emperador y la nación
alemana; que quiso, ocupar la ciudad de Zagreb con 200 hombres y someterla a
Zrinski y que mandaba enviados a Turquía.
Zrinski discutía
y rechazaba la competencia del tribunal, pues a él, como magnate, según las
leyes de su patria, podía juzgar solamente el rey y jueces de igual condición a
la suya, o sea el Sabor croata. Hocher, en cambio, justificaba la competencia
del tribunal con el hecho de que Zrinski y Frankopan eran también nobles de
Estiria y Carniola, que fueron prendidos en Austria y que los incriminados
actos fueron cometidos también en Austria.
Defendiéndose
Zrinski, manifestó que no iría enumerando los derechos y libertades de su
patria pisoteados, ni tampoco invocaría las disposiciones de la Bulla Aurea que
a todo magnate húngaro y croata otorga el derecho de resistir al rey, sino que
haría uso del salvum conductum que le diera el rey al escribirle el 21 de marzo
de 1670 la carta que el obispo Borkovic le entregara y en la que se le otorgaba
el perdón inherente al poder imperial.
Rebatiendo las
acusaciones, una por una, juró que nunca seriamente intentó la alianza con los
turcos y que siempre advirtió a los húngaros contra tal alianza. Concluye la
defensa con la insinuación acusadora: "Bien saben mis enemigos cuánto
sudábamos y sangrábamos defendiendo Estiria, Carnicola y Croacia; mientras los
Zrinski montaban la guardia ellos dormían tranquilos. Ahora, a título de
recompensa, aconsejan al rey y emperador para que se nos aniquile en las mismas
raíces y que posiblemente ellos se apoderen de los bienes que nosotros, con
derrame de mucha sangre, salvábamos y guardábamos. Que salga a la palestra
cualquiera de ellos que se atreviera a decir que él y su estirpe hizo más
beneficio a la casa austríaca y a la cristiandad de lo que hicieron los
Zrinski".
A pesar de la
intercesión de muchas cortes europeas y del Papa a favor de Zrinki y Frankopan,
el 25 de abril de 1671 Leopoldo confirma la sentencia del 18 del mismo mes por
la cual se les condena a muerte, pérdida de todas las dignidades y honores y
confiscación de todos los bienes, por haber cometido crímen de lesae majestatis
y de traición. Los consejeros convencieron a Leopoldo de que el emperador no
estará seguro mientras Zrinski viva.
Antes de ejecutar
a Zrinski y Frankopan, el 30 de abril de 1671, ejecutaron en Viena a Francisco
Nadásdy, el 25 de abril. Después de haber logrado un arreglo, Viena y Berlín,
respecto a sus bienes, ejecutaron el 1º de diciembre de 1671, también al conde
Erasmo Tattenbach.
V. La
exterminación de las familias Zrinski y Frankopan
Con la
decapitación de los condenados en Wiener Neustadt se puso en marcha el plan
preconcebido de exterminación paulatina de las dos nobles familias croatas, con
un doble fin. Por un lado importó desligarse definitivamente de su poderío
político que, aparte de su enorme riqueza material, cultura excepcional,
popularidad nacional y vinculaciones internacionales, se fundaba en el derecho
de sucesión de la dignidad de ban en estas familias y, por el otro corolario
del primero apoderarse de los bienes que poseían.
Aun durante el
cautiverio de Pedro Zrinski, su esposa Catarina y la hija, Zora Verónica,
fueron objeto de un rudo trato por orden del emperador y rey Leopoldo I. El 15
de julio de 1670 la condesa abandona definitivamente su sede Cakovac en
Medjimurje y se traslada a Graz bajo escolta de 12 soldados y con poca
servidumbre. Debido a la confiscación de los bienes de Pedro Zrinski el
problema de su sustento se torna agudo. El 20 de septiembre de 1670 la
servidumbre croata de la condesa es sustituida por la servidumbre alemana. A la
miseria física se unen las penas espirituales, especialmente por falta de
noticias del hijo Juan Antonio, del esposo y del hermano. Se supone que jamás
haya recibido siquiera la carta de despedida que el conde le escribiera en
vísperas de su ejecución. Por fin, ubicada en febrero de 1672 en el convento de
las monjas dominicanas en Graz, muere en obnubilación mental, el 16 de
noviembre de 1673, esta extraordinaria mujer que, además, fue una escritora
excepcional.
La hija, Zora,
separada de la madre, fue ubicada en el convento de las monjas de Santa Ursula,
viviendo como monja, todavía en el año 1683, desconociéndose su posterior
suerte.
No menos trágica
fue la suerte de Juan Antonio, hijo de Pedro Zrinski, nacido en 1651. Desde
Viena, a donde había, sido enviado por su padre el 8 de abril de 1670 en
condición de rehén y como garantía de su misión, fue mandado a Praga para alejarlo
de su padre. Desde Praga intercede en pro de su padre ante el príncipe elector
de Sajonia, Juan Jorge II, en Dresden, por intermedio de su pariente Juan
Peranski (de la rama de los Subic, con sede en Perna) en aquel entonces
comandante de la guardia real de granaderos a caballo croatas
("Leib-Kompanie Kroaten zu Rosz"), enviándole, el 28 de noviembre de
1670, una carta en el idioma croata que se considera una reliquia de aquellos
tristes días. Durante la gran guerra de 1682, cuando los turcos penetraron
hasta la ciudad de Viena y la asediaron, bajo falsos pretextos fue acusado y
confinado en la fortaleza Rattenbach, en Tirol, donde permanece 20 años y muere
en la fortaleza de Schlossberg, cerca de Graz, el 11 de noviembre de 1703.
El destino de la
hija de Pedro Zrinski, Helena, casada en primeras nupcias con el príncipe
Francisco Rákóczy y segundas, con Emerio Tôköli, se desenvolvía fuera y a veces
dentro del alcance de la corte vienesa, por lo que nunca fue un mero objeto en
mano del enemigo. Después de su casamiento con Helena, aprobado por Viena,
Tôköli denuncia el 24 de junio de 1682 la tregua, continuando la guerra hasta
el año 1685 y a pesar de la derrota turca del año 1633. Durante su forzosa
estadía en Veliki Varadin, a donde Tôköli habla ido en busca de la ayuda turca,
Helena defiende heroicamente la fortaleza Munkacs rindiéndose a las fuerzas
imperiales recién después de cuatro años de defensa, en 1688. Cuatro años vive
en Viena con prohibición de abandonar la ciudad, cuando en 1692 la rescata
Tôköli, ahora, nombrado príncipe de Hungría del Norte, en canje por un general
y un coronel imperiales. La paz de Karlovci, de 1699, entre el sultán y
Leopoldo I, obligan Tôköli a trasladarse con Helena a Constantinopla y de ahí a
Nicomedia, donde Helena muere, el 18 de febrero de 1703, siendo sepultada en la
iglesia de los lazaristas, en Gálata. En 1896 los húngaros trasladaron sus
restos, junto con los de Tôköli y su hijo Francisco II Rákóczy, a Kosice. Su
primera tumba la ornaba la siguiente y muy acertada inscripción "Virilis
animi mulier, sexus sui ac saesuli gloria".
Julia Petronita,
la segunda hija de Pedro Zrinski, murió a los fines del siglo XVII, en el
convento de las clarisas, orden al que ingresó de joven muchacha.
El hermano de
Pedro, el ban Nicolás Zrinski, dejó solamente un hijo, Adán, quien heredó la
mitad de los bienes de los Zrinski. Participó en la guerra contra los turcos,
cayendo en la batalla cerca de Slankamen, en 1691, alcanzado de espalda por una
bala de cañón imperial. Sus bienes pasaron a la propiedad de la corte de Viena.
El conde
Francisco Cristóbal Frankopan ha sido el último de su estirpe. Su esposa Julia,
de la principesca familia romana Barberini de Naro, buscó refugio en Venecia,
con su pariente Orfeo Frankopan, ardiente partidario de la conjuración. A Julia
nadie la molestaba, en atención al Papa, pero Viena exigió la extradicción de
Orfeo, cuyo paradero quedó desconocido. Esta es la suerte, en líneas
esenciales, de las dos grandes familias croatas que las tocó defendiendo la
justicia y los derechos histórico-constitucionales de Croacia.
* * *
Doce años después
de la ejecución en Wiener Neustadt expira el plazo de armisticio de veinte años
pactado en Vasvar y el sultán Mehmed IV declara la guerra a Leopoldo, logrando
penetrar hasta la ciudad de Viena. A pesar de la derrota de los ejércitos
turcos con ayuda de Polonia y el archiduque Carlos de Lotaringia, la guerra
continuó por espacio de quince años, terminando con el tratado de paz de
Karlovci (Sirmium) en 1699. La victoria de Viena de 1683 es aprovechada por
Leopoldo para concocar la Dieta de Pozun que declaró el 18 de octubre de 1687
en forma solemne el derecho de sucesión de la casa de Habsburgo, en la línea
masculina, en los reinos de Hungría y Croacia. Asimismo la Dieta derogó el
artículo 31 de la Bulla Aurea del año 1222 (ius resistendi et contradicendi) lo
que constituía una de las leyes fundamentales, es decir la parte integrante del
derecho constitucional de Croacia y Hungría. Así la dinastía de los Habsburgo
reconoció indirectamente la legalidad de la conjuración de Zrinski y Frankopan.
Con la
liquidación de estas dos nobles y grandes familias croatas, se asestó un duro
golpe a uno de los socios de la comunidad cristiana danubiana sin que se haya
ayudado a otros, especialmente a la misma Austria. La inscripción irónica
inventada y puesta por los verdugos de Zrinski y Frankopan en una capilla donde
descansaban provisoriamente sus restos -Si ciego conduce al ciego, ambos
terminan en el abimo- hoy, retrospectivamente irradia una otra luz y enseñanza
Los "ciegos" eran videntes y los "videntes" ciegos. El
imperio austro-húngaro, concebido y edificado como un dualismo en perjuicio de
un verdadero pluralismo federal, fue destruido con todas las consecuencias
negativas para los Habsburgos, para aquella parte del mundo y de Europa en
general. El principio de nacionalidad convertido más tarde en el derecho de
autodeterminación fue la que confirmó el desarrollo de la historia,
imponiéndose a la hegemonía y los intereses dinásticos que invocaban derecho
divino destruyendo previamente su fundamento. El intento de la decapitación de
Croacia en 1671 no quedó sin la decapitación de muchos.
Literatura
consultada:
- Smicicklas,
Poviest Hrvatska, Dio Drugi, Zagreb 1879, pp. 157-223.
- Ferdo Sisic,
Pregled Povijesti Hrvatskoga Naroda, Zagreb, 1916, pp. 194-201.
- Ljudmil
Hauptmann, Die Kroaten ijm Wandel der Jahrhunderte, Viking Verlag Berlin S.A.
- Lovre Katic,
Pregled Povijeste Hrvata, Zagreb, 1938, pp. 144-151.
- Antun Dabinovic, Europska politika u vrijeme zavjere Petra Zrinskoga i
Franje Krste Frankopana, en "Hrvatsko Kolo" Knjiga XXIV, Zagreb 1943,
pp. 168-185.
- E. Lqaszovsky, Novi Podaci za Hrvatsku Povijest (Pismo Ivana grofa
Zrinskoga), "Hrvatsko Kolo, Jnjiga XIX, Aagreb, 1938, pp. 125-131.
- J. G. Fratija,
Nicolás Zrinski - Leonidas de la Cristianidad, en "Studia Croatica",
Vol. 22-23, año 1966, pp. 230-350.
- Branko Sesar,
Hrvatska po drugi put udovica (Panorama zrinsko-frankopanske urote),
"Studentski List, No. 14 (27-4-1971), pp. 12/13, Zagreb, 1971.
- Danilo Pejovic,
Zrinskofrankopanska urota i hrvatska povijest, "Hrvatski Tjednik" No.
3 (30-4-1971), pp. 10-11, Zagreb, 1971.
La Redacción
¿De quién es
corresponsal el Sr. Paul Yankovitch?
Paul Yankovitch,
el corresponsal de "Le Monde", es ciudadano yugoslavo y vive en
Belgrado. Tiene más de sesenta años y se ocupa en periodismo desde hace más de
cuarenta años. Antes de la guerra estudió en Francia y se desempeñaba como
corresponsal del periódico "Avale", de Atenas. Después de la guerra
fue jefe del gabinete del Vladislav Ribnikar luego redactor de la
"Politika" y uno de los fundadores de "Jugopress". Un
lector francés informó en una carta a "Le Monde" que P.Y. "estaba
después de la guerra en el Ministerio federal del interior". (Lo que
quiere decir uno del aparato terrorista del "famoso" Beria yugoslavo
- Rankovic, Obs. del traductor.)
Nos toca muy de
cerca qué y cómo se escriba de nosotros en Yugoslavia. Pero ¿qué pasa con
nosotros fuera del país? ¿Qué clase de imagen crean de nosotros los
corresponsales en el exterior? ¿En qué forma llegan al mundo los hechos
relativos a nosotros?
Leyendo lo que
vienen escribiendo sobre nosotros los diarios extranjeros, intentaremos
contestar gradualmente a dichas cuestiones. En este número, en las líneas que
siguen, centraremos nuestra atención sobre un país, sobre su capital, sobre el
más conocido diario de dicha capital y sobre su corresponsal en Yugoslavia.
Este es nuestro
cuadro: Francia, París, el diario "Le Monde" y su corresponsal en
Belgrado, Paul Yankovitch.
¿Es necesario
presentar a Francia, de cincuenta millones de habitantes, y a su capital,
París? ¿Es menester decir qué significado tienen Francia y París para el mundo
y Europa? Consideramos innecesario decirlo, pero, no obstante, opinamos útil
decir algo sobre el conocido diario "Le Monde".
Todos los días se
venden 500.000 ejemplares de "Le Monde" en París, Europa y el mundo
entero. La intelectualidad francesa, los políticos, los intelectuales
extranjeros en Francia, leen lo que publica "Le Monde". A este diario
lo solemos encontrar en muchas embajadas y ministerios por todo el mundo.
"Le
Monde" es un diario financieramente independiente, goza de prestigio como
uno de los mejores y más objetivos órganos periodísticos del mundo, gracias a
su excelente servicio de información. Estamos en pleno derecho al afirmar:
"Le Monde" forma en gran medida la opinión pública y política
francesa y mundial. Los artículos y los análisis explícitos de "Le
Monde" representan una documentación política para muchos Estados e
Instituciones científicas del mundo.
A los lectores de
"Le Monde" les informan sobre Yugoslavia artículos de su redacción,
noticias de las agencias de información (las más de las veces FP, luego UPI,
Reuter, etc.) y los artículos de su corresponsal en Belgrado, Paul Yankovitch.
Tenemos la
intención de analizar un poco en estas líneas la colaboración de P. Yankovitch
relativa a Yugoslavia y el socialismo de autogestión de sus naciones y
nacionalidades, de las repúblicas y las regiones autónomas. Abarcaremos los
tres últimos años y trataremos de hacer ver qué significado tiene esa
colaboración y qué está sugiriendo al lector francés y al lector extranjero en
general.
"Un sistema
complicado" y el "comerciante yugoslavo"
El socialismo de
autogestión y el federalismo son dos cosas por las que el mundo conoce la
política interior de estas seis repúblicas y dos regiones autónomas. No
obstante, hay pocas palabras sobre cuestiones esenciales del socialismo de
autogestión en los artículos de P. Yankovitch. Limitándose preferiblemente al
recuerdo de los textos legales y las medidas de la organizaciones económicas[41],
P. Yankovitch presenta la autogestión como un "sistema complicado"[42]
que únicamente hace complicar más al ya por sí complicado sistema de las
relaciones sociales, económicas y políticas en Yugoslavia. Aun más: la
autogestión provoca el "desorden" en la economía yugoslava, sugieren
los artículos de P. Yankovitch.
Nadie puede
exigir de P. Yankovitch que se convierta en un propagandista activo del
socialismo de autogestión, pero sí se puede pedir del mismo
informaciones objetivas para los lectores de "Le Monde", relativas
a los problemas de autogestión y la reforma económica en Yugoslavia. Nunca y en
ninguna oportunidad, ha dicho palabra alguna en lo que se refiere a la
posibilidad o no de realización de la autogestión obrera sin la base material y
sin el derecho de los obreros a disponer con el fruto de su trabajo. Tampoco
hay esclarecimientos sobre una acumulación exagerada de capital, centros de
poder financiero, sistema colonial de divisas, verdaderas causas de iliquidez.
Claro está, tampoco hay mención alguna de los 28,5% de los aportes croatas al
total del producto yugoslavo y sólo 17,2% del capital financiero; no se
mencionan para nada unos mil millones de dólares de divisas anuales, 350
millones de dólares de superávit (de Croacia, Obs. del traduc.) y del 63% de
los obreros croatas en el extranjero del total de Yugoslavia.
La causa
principal de las dificultades económicas, si olvidamos el "complicado
sistema" de autogestión, está en la liberalización del comercio exterior
después de 1965 y las inversiones no cubiertas, como también el deseo de
"todas las repúblicas" (según P.Y.) de conseguir sus economías
nacionales autárquicas.
El comercio
exterior, según P.Y., en Yugoslavia depende "únicamente de las
empresas" y el "comerciante yugoslavo, al igual que el de los países
capitalistas, está comprando a precios más bajos y trata de vender a precios
más elevados" [43](nota
3). Por mucho tiempo los lectores de "Le Monde" no pudieron hallar en
su periódico ni una sola palabra sobre quién es y donde está este
"comerciante yugoslavo" y quién es el que domina el comercio exterior
de Yugoslavia. Pareció según P.Y., que "todos" en Yugoslavia
participan de manera igual en las dificultades causadas por el comercio
exterior. Recién en octubre de 1970 (esta fecha tiene su por qué) P.Y., bajo un
título sugestivo - Los líderes de Croacia - descontentos con la suerte dada a
su república - reclaman la nacionalización de los bancos y las empresas del
comercio exterior" [44]
aclara, a su manera, este obstáculo central al desarrollo de la autogestión en
Yugoslavia.
"Tesis
croatas" y "pruebas de números"
Registrando en el
condicional (y el condicional en el francés señala inseguridad y duda en cuanto
a los datos) los reproches croatas al sistema imperante bancario de divisas y
de comercio exterior, P.Y. esboza por primera vez la "crisis en Croacia"
y dice: "La consecuencia de esta crisis es que la población abandona a
Croacia. De tres hasta cuatrocientos mil personas, que no pudieron vivir de un
salario bajo, se marcharon a trabajar en Occidente. La emigración impacta
especialmente a Dalmacia. El lugar de los que se han ido, fue ocupado
presuntamente, como hacen suponer los de Zagreb, por hombres a veces de una
moral dudosa, cuyas ambiciones son centralistas. La nacionalidad de los que
ocupan lugares así abandonados no está bien determinada, pero no es secreto
para nadie de que se trata, sobre todo, de servios.
Olvidemos por el
momento la inexactitud de los números, el silencio sobre la partida de los
desocupados y la sugestión de cierta supuesta xenofobia croata. Miremos un poco
en qué forma "aclarar" P. Yangovitch a los extranjeros las relaciones
económicas en Yugoslavia.
Escondiendo con
vergüenza la ubicación geográfica de los bancos y los exportadores, P.Y.
escribe: "Los círculos financieros en la capital (Belgrado, Obs. del autor) niegan enérgicamente las tesis croatas: los
bancarios y los exportadores afirman, confirmándolo con números, que las
empresas croatas no son objeto de ninguna discriminación".
¿No está todo muy
claro? Después de las tesis croatas en el condicional, vienen "pruebas con
números" ¿Hay algo más exacto y más científico que las cifras? Los croatas
presentan sus "tesis" y los "businessmen" de Belgrado
"apruebas con números". Además, las "tesis croatas" ¿no
ponen en peligro la libre circulación de personas (de los servios dice P.Y.
Obs. del autor) y del capital y "desaniman a los hombres de negocios"
y todo esto en el momento preciso cuando "Yugoslavia hace esfuerzos para
atraer las inversiones extranjeras? - pregunta P.Y. (citando palabras del
compañero M. Bojanic, siendo éste un alto funcionario servio del centro
financiero de Belgrado (Obs. del traduc.).
Dejemos de lado
las intenciones reales de los líderes croatas con respecto a la exigencia de
una tercera, la nacionalización de autogestión. Veamos las razones por las
cuales P.Y. sugiere lo que está sugiriendo. P.Y. sabe bien que toda
nacionalización es un trapo rojo para los ojos capitalistas. Por eso insinúa
que esta nacionalización podría envolver a otras más. Summa summarum, el
mensaje de P.Y. al público extranjero es el siguiente: Los croatas piden
injustificadamente cierta nacionalización de bienes de vuestros partners
yugoslavos (y, además, son xenófobos); están en cuestión también vuestros negocios
con bancos y exportadores, vuestra confianza en el comercio con ellos y,
quizás, un día... también vuestras inversiones y los demás bienes en
Yugoslavia. En pocas palabras: ¡alarma y llamado de atención!
Las inversiones
sin respaldo económico, escribe P.Y., son el reflejo del deseo de "todas
las repúblicas" por una economía autárquica. La culpa por todo esto recae,
naturalmente, sobre la descentralización. Por ella "todos" son por
igual egoístas y, según la colaboración de P.Y., igualmente poderosos. Al
extranjero que con admiración pregunta de dónde sale tanto dinero para tantas
edificaciones en Yugoslavia, contesta en Belgrado "el director de una
conocida publicación económica": "Nadie lo sabe en Yugoslavia"[45].
Nadie, naturalmente, con excepción de los "businessman" de
Belgrado...
En este "no
saber" general y el "desorden" en que "las empresas luchan
por la falta de dinero, por lo menos la población se halla en una situación
cómoda" [46].
La prueba de ello, según P.Y., es el importe total de ahorros en Yugoslavia.
Pero ¿y los salarios y la pobreza en Kosovo, Zagora, Lika, Bania, Krajina,
etc.? Sobre esto no hay nada en los artículos de P.Y. porque "todos"
se las arreglan de alguna manera... Posiblemente, piensa P.Y. Así como viven
carsija (un término servio-turco para la ciudadanía de una ciudad,
especialmente en Belgrado, Obs. del traductor) así vive "ceo svet"
("todo el mundo" - también un término proverbial servio cuando los
servios tratan de imponer megalómanamente sus criterios a todos los demás, Obs.
del traductor).
Por fin P.Y.
encuentra para todo esta complicada cuestión de "autogestión", de
"no saber" y de "desorden o una solución: Es la
"unidad", "un plan de desarrollo de la infraestructura" [47],
porque la "descentralización abre nuevos, monopolios de las repúblicas, de
las comunas" [48].
En los viejos y buenos tiempos hubo sólo uno...
A pesar de ser
economista, P.Y. se dedica más a la política de nuestra parte del mundo. Su
interés es amplio, perdiéndose a menudo en el pasado y en los viejos y buenos
tiempos. A veces parece que P.Y. vive en el pasado, pero naturalmente, en un
pasado bien determinado. Escribiendo así una vez sobre la
efemérides "Día de la República de Yugoslavia Socialista" P.Y. no
pudo y no quiso abstenerse de concluir nostálgicamente: "Por eso el
primero de diciembre no fue marcado por ninguna ceremonia. En esa fecha (1918)
no obstante, hace cincuenta años, fue proclamado el primer Estado (sic Obs. del
autor) de los eslavos del sur - el reino de los servios, los croatas y los eslovenos.
Pero esta es, claro, otra historia...".
Los puntos
suspensivos no los puso el autor de estas líneas sino P.Y. Aquí está también su
corazón. Nosotros no le reprocharíamos todo esto como, a un señor de edad, si
ello no representara una subversión política. Porque cada extranjero se va a
preguntar: ¿cómo es que las naciones que viven en la Yugoslavia socialista no
celebran el aniversario "del primer Estado de los eslavos del sur"?
Ese Estado no careció de interés, sugiere P.Y. y agrega esta vez con tristeza.
"En vísperas de la Segunda Guerra Mundial existía oficialmente UN (subrayó
P.Y.) pueblo yugoslavo. Después de la guerra desapareció". Triste ¿verdad?
Así P.Y. presenta
a la RFSJ y sus naciones y nacionalidades en uno de los diarios más apreciados
del mundo.
Nos preguntamos
ahora qué clase de impresión deja a los franceses, pueblo propenso en su
mayoría al centralismo, este "regreso yugoslavo". No se. alistan ellos -volens noles- del lado de los que simpatizan
con un Estado unitario. ¿No representan tales croatas, albaneses e incluso
montenegrinos una minoría anacrónico, parecida a las minorías de su propia
casa, a las cuales "la Republique, une et indivisible" (la república,
una e indivisible) no reconoce ninguna clase de individualidad"?
La nueva Yugoslavia,
continúan las lamentaciones de P.Y. "contrariamente a lo que se está
pensando en el exterior" (P.Y. también hoy en día se esfuerza para que se
siga pensando así en el exterior, aun cuando la mayoría no piensa así en
Yugoslavia) "no es la tierra de los yugoslavos. Su ciudadano es yugoslavo
recién en el exterior" [49].
Todo esto
entristece y extraña a P. Yankovitch. El régimen, dice, es categórico en
relación a la existencia de la nacionalidad yugoslava: "Para el mismo esa
nación no existe. Ella es, supuestamente, sólo un resto del
"unitarismo" de la preguerra" (¡cómo si no hubiera habido
unitarismo sin comillas también después de la guerra! Obs. del
autor) "Todos aquellos que durante el censo de su población se declararon
como yugoslavos, estarán colocados en el rubro "nacionalidad
indeterminada". Este será el caso de múltiples matrimonios de diferente
nacionalidad, como también de los hijos de estos matrimonios.
El hecho de que
una nacionalidad yugoslava nunca existió y no existirá, no lo confunde P.Y.
Tampoco lo confunde el hecho que durante la revolución socialista no hubo
ninguna nacionalidad yugoslava. P. Yankovitch tiene también al respecto su
propia opinión. Hábilmente disfrazada, pero no obstante,
"transparente": "El período de 1941 a 1945 fue la época de la
magnífica resistencia nacional en que el partido comunista desplegó el papel
decisivo. Pero este período fue también el tiempo de la guerra civil y la
religiosa que dejó numerosas y profundas heridas" [50].
Es menester
aclarar qué significa en Occidente la tesis de una "guerra civil" en
Yugoslavia en el tiempo de la pasada guerra: esta tesis implica a Mihailovic
como "luchador contra el ocupador" que con fuerzas
"democráticas", "nacionales" sufrió la derrota en la
"guerra civil" contra las fuerzas comunistas.
Las variaciones
antienmiendistas de P. Yankovitch
También la
Yugoslavia socialista interesa a P.Y. Al final, "Le Monde" es un
diario y no una revista histórica. Pero hay que recalcar que P.Y. tiene su
propia opinión acerca de los acontecimientos políticos y las condiciones de
vida en la Yugoslavia socialista, una opinión que difiere de la "opinión
oficial" P.Y. tiene pleno derecho al respecto. Pero trataremos, no
obstante, de ver si no hay algunas transgresiones a dicho derecho.
La Yugoslavia
socialista, según él, pasó en tiempos después de la guerra desde "un
severo centralismo a la más amplia descentralización" [51].
No entraremos por ahora en lo que se refiere a la reorganización de autogestión
de Yugoslavia, la cual en su intención es la más "amplia de las
decentralizaciones". Retornemos al "camino ya superado". P.Y. se
detiene en este camino muy a menudo sobre la "descentralización" y
lamenta los inconvenientes causados, supuestamente, por ella.
Enterado de lo
esencial de las anunciadas reformas políticas en Yugoslavia en octubre de 1970,
P.Y. desarrolló una verdadera campaña de advertencias a la opinión pública
mundial acerca del "peligro" que provendría de la descentralización
de Yugoslavia. Porque, según él, "la distribución de las competencias
amenaza con el aumento de malentendidos entre las repúblicas"
[52].
"Si se adoptan las enmiendas constitucionales, Yugoslavia salvará su
denominación de Estado federal, pero nada tendrá o, casi nada, en común con un
Estado federal o confederal". La descentralización tiende a "quitar a
la Federación sus funciones en todos los campos a favor de las repúblicas" [53].
Esto lo escribió P.Y. para las necesidades de aquellos que están cultivando y
defendiendo la opresión de un Estado unitario. En cuanto a "las
necesidades socialistas", P.Y. continúa extrañándose: "como si
debería llegarse a la muerte del Estado después de la extinción de la
Federación". En cuanto a la prioridad de elección entre la muerte de la
Federación y las repúblicas, P.Y. opta por la de las repúblicas, invocando en
auxilio a un periódico humorista", P.Y. escribe que, reforzando a las
repúblicas, el Estado más bien se "multiplica" antes de morir[54].
Esta no es otra tesis sino que es una defensa furtiva de la tesis marxista y
destructora de las enmiendas constitucionales.
P. Yankovitch se
sirvió de todos los acontecimientos políticos desde la anunciación de la
reforma de Tito hasta su adopción para demostrar lo pernicioso de la
descentralización. Esta actuación antienmiendista de P.Y. corría paralelamente
con la misma actividad de las fuerzas de dicha orientación en Yugoslavia. El
proyecto de las enmiendas es resultado, según él, de un compromiso "en la
cumbre". Fueron convenidas las mismas "a puertas cerradas" en
Brioni. P.Y. considera también que la lucha contra las enmiendas es la lucha
contra la reforma constitucional: contribuyendo a la campaña contra, M. Tripalo
(miembro del Presidium de Yugoslavia, uno de los tres delegados, de Croacia,
Obs. del traduct.) P. Yankovich escribió en forma verdaderamente
sensacionalista con motivo de las discusiones llevadas a cabo en marzo último
pasado: "Tripalo llevó el fuego a la pólvora" [55].
A los adversarios
de la reforma constitucional y el socialismo en Yugoslavia, P.Y. no los toma en
serio. Porque, dice el mismo, las denominaciones "stalinistas", y
"cominformistas" pueden provocar confusión. Las más de las veces
ellas señalan que la concepción de los problemas internos, de acuerdo, con la
opinión oficial (¡sic! Obs. del autor) es muy afín a
la del ex dictador de Kremlin". P.Y. concluye su opinión lógica pero no
muy correctamente: "La ceguera de una ideología tan desacreditada no
pueden representar un peligro para el régimen" [56].
Posiblemente por
"no existir" el peligro exterior, P.Y. no pierde la oportunidad para
abordar un poco también los fundamentos de la política militar de defensa en
Yugoslavia. En un artículo de carácter económico introduce hábilmente alusiones
sobre "la aplicación de la teoría de la defensa general nacional que
asegura a las unidades territoriales una amplia autonomía, desconocida por
cualquier otro ejército moderno" [57].
Dejemos aparte la
cuestión de si hay otro "ejército moderno" que conozca la autonomía
territorial. La existencia de estas unidades molesta evidentemente las ambiciones
de P.Y. y de sus simpatizantes en el interior y el exterior.
Subversiones
políticas de P.Y.
Con sus artículos
P.Y. se puso al servicio de la campaña activa de la Iglesia servía ortodoxa
contra el levantamiento del "monumento pagano" a Njegós, "el más
grande poeta yugoslavo". Yankovitch no omite subrayar que para la actual
capilla dio "medios propios de consideración" el mismo rey Alejandro
Karageorgevic y que, en consecuencia, la Iglesia ortodoxa "nunca reconoció
la teoría oficial de acuerdo con que los servios y los montenegrinos son dos
diferentes pueblos naciones" [58].
Los albaneses son
blanco permanente de los artículos de P.Y. Escribiendo sobre los
acontecimientos de Kosovo y de Tetovo del año 1968, P.Y. los reduce
exclusivamente a "las manifestaciones del irredentismo albanés" y
"al odio de albaneses contra servios y macedonios" [59].
A los albaneses, especialmente a la juventud y a los intelectuales, P.Y. pinta
como masa criminal y rezagada que odia a otras naciones. Cuando se refiere a
Kosovo, su crónica está casi llamando a la venganza: "Es imaginable la
emoción que provoca en este clima de decisión de uno u de otro consejo bajo la
excusa de mayoría albanesa cuando se despide al director servio de una empresa
industrial o cuando un juez albanés libera a uno de sus connacionales que hirió
con cuchillo a un servio "porque la lesión no fue grave"[60].
Las
manifestaciones de Kosovo abren, según P.Y., la "cuestión servia"
porque "los servios son la nación más numerosa en la Federación, presentes
en todas las repúblicas con excepción de Eslovenia y un tal estado de cosas
amenaza con complicación extremada de las relaciones ya por sí complicadas" [61].
La apertura de la
"cuestión servia", en efecto, es una cosa peligrosa, habrán de pensar
los lectores extranjeros por la razón misma que, según P.Y., sólo en Servia
están activas las fuerzas liberales o "una nueva generación creadora"
[62]
y [63].
Los croatas, a su
vez, con su pasado y su presente son, como pueblo o individuos, el objeto
permanente de la desinformación en los artículos de P.Y. Utilizando al comienzo
del año 1970 el ataque de Milos Zanko (un extremista unitario de origen croata,
condenado por el Comité Central de la Liga comunista de Croacia y expulsado
como diputado federal, Obs. del traductor) contra la intelectualidad croata.
P.Y., escribió de que "en Zagreb los señores escritores Petar Segedin,
Vlado Gotovac, Vlatko Pavletic, Franjo Tudjman y Tomislav Ladan fueron acusados
por el chauvinismo" y "separatismo" [64]
No son blanco de los artículos de P.Y. solamente los intelectuales
croatas sino también los líderes políticos de la línea de la Liga comunista
croata y la república misma de Croacia. Es curioso notar que P.Y. guardó
silencio durante 40 días sobre la X sesión (del Comité Central de la Liga Comunista
de Croacia, celebrada en enero de 1970, Obs. del trad.) y sobre "el caso
de Zanko" dejando a la agencia noticiosa France Presse para que informara
sobre tan fundamental acontecimiento para Croacia y el socialismo de
autogestión en general.
Zanko fue, según
información de P.Y. "llevado" ante el Comité Central de la Liga
Comunista de Croacia y "después de tres días de discusiones fue acusado,
con o sin derecho, de "unitario". Después de la condena de Zanko,
P.Y. informó: "...las cosas se han ido complicando. Primero, los líderes
de las demás repúblicas federales recibieron la condena con helado silencio, lo
propio hizo la asamblea federal" [65].
La cumbre de la
subversión política y de enemistad en relación a Croacia representa el
comentario de P.Y. con motivo del atentado contra el embajador yugoslavo en
Suecia y el comunicado correspondiente del Comité Central de la Liga Comunista
de Croacia, relativo a la confabulación contra los líderes legales croatas.
Aquí reproducimos trozos enteros del mencionado comentario para que los
lectores por su cuenta puedan juzgar, aun cuando también deberían hacerlo
algunos otros: "...De unos cuarenta mil de los ciudadanos yugoslavos"
en Suecia, "una buena parte es de origen croata. Algunos de ellos no
esconden sus simpatías por el movimiento "ustasa" del ex Estado
Independiente de Croacia, creado por Hitler y Mussolini".
Unas pocas líneas
más adelante, comentando las voces de la emigración croata, relativas al mismo
acontecimiento, P.Y. escribe sin condicionales: "Algunas de dichas voces
confirman incluso la existencia de contactos secretos entre los líderes del
partido comunista croata y la "emigración ustasa".
Luego y
refiriéndose a la declaración del Comité Central de la Liga Comunista de
Croacia, relativa a una confabulación contra la misma, P.Y. concluye de acuerdo
con su estilo peculiar: "De todas maneras, esta acusación es grave por sus
consecuencias, mientras existen muchos otros problemas de discordia en cuanto a
la nueva reorganización del Estado" [66].
Hacer sospechosos
a los obreros croatas en Suecia, el escribir tendenciosamente para desacreditar
a los líderes políticos de la república federativo de
Croacia, ésta es la síntesis de la posición moral, nacional y política de este
único artículo de P. Yankovitch[67].
"Le
Monde" no ha publicado reacción alguna de los representantes oficiales o
los órganos del poder de la RFS de Yugoslavia como tampoco de Croacia.
Suponemos que no hubo tal reacción, porque "Le Monde" suele publicar
protestas y rectificaciones de los diplomáticos y representantes estatales
extranjeros.
El silencio de
los representantes oficiales alienta a los "periodistas" tipo
Yankovitch. Las consecuencias de tal proceder son perniciosas. ¡Pregunten a los
lectores de "Le Monde" qué piensan de Croacia y los croatas! Oirán,
abreviado, todo esto que acaban de leer.
P. Yankovitch no
es "Le Monde". Pero el tampoco es un caso aislado. De otros
hablaremos en otra oportunidad.
Las notas se
refieren a los artículos del diario parisiense "Le Monde". Citaremos
solamente las fechas y las páginas correspondientes:
(Traducido del
Hrvatski Tjednik - El Semanario Croata, número 23 del 24 de septiembre de 1971,
Zagreb, Croacia, Yugoslavia. Versión castellana de F. Nevistic.).
Alejandro Dussaut
La Prensa del 21 de noviembre de 1971 Buenos Aires, ha publicado
este artículo que reproducimos en sus partes esenciales:
"El pueblo
croata, cuyos orígenes, se remontan, al siglo VIl, está en la historia desde la
coronación del primer rey Tomislav, dinastía nacional del año 925. A partir de
entonces mantiene no sólo su continuidad histórica, sino también sus atributos
de soberanía.
"En 1102 se
elige a Coloman, de la dinastía de los Arpades, y tiene lugar el pacto de unión
personal con los reyes de Hungría. En 1527 reentroniza a Ferdinando, de la
dinastía de los Habsburgo, rey de Croacia.
"Después de
la guerra de 1848 y del absolutismo de Bach, en 1868, se ratifica el tratado
político-administrativo con Hungría que rige hasta el 29 de octubre de 1918,
fecha en que el Parlamento, croata rompe todos sus compromisos con Austria y
con Hungría.
"La lucha
contra los turcos obligó a Croacia a inclinarse hacia los países occidentales,
que habían ocupado Budapest y sitiado en varias ocasiones a Viena, aunque sin
lograr jamás, como enfáticamente blasonan los croatas, `abrevar sus caballos en
las fuentes de agua bendita de la catedral de Zagreb'.
"Después de
un frustrado intento de germanización por parte de Viena en 1861, Austria y Hungría
firman entre sí un pacto, por el cual Dalmacia (territorio croata) deberá
unirse a Austria y el resto de Croacia pactar con Hungría. La reacción no se
hizo esperar, apareciendo en el escenario político el que habría de ser el
vivificador del nacionalismo croata, el héroe nacional, el padre de la patria:
Ante Starcevic.
"Nacido en
la aldea de Zitnik, próxima a Gospic, el 23 de mayo de 1823, es el más grande
croata del siglo XIX, el que habría de levantar la bandera de las legítimas
reivindicaciones de un pueblo milenario que, por trece siglos, venía siendo
víctima de las aspiraciones hegemónicas principalmente del gran imperio
Austro-Húngaro.
"Estériles
luchas reducen a Croacia a una diminuta expresión: a lo que el Parlamento
llamaba Reliquiae reliquiarum olim inclyti regni Croatiae y el Padre Santo León
X denominó por su heroísmo Antemurale Christianitatis, allá por el 1519 en que
vivían en permanente guerra.
"Starcevic
cursó sus estudios primarios en Klanac; a los 23 años obtuvo el título de
doctor en Filosofía y dos años después terminó sus estudios en Teología, pero
no tomó el hábito sacerdotal, sino, que ingresó en un estudio de abogado, donde
actuó hasta 1878, habiendo ejercido el pronotariado de Rijeka, entre 1861 y
1863.
"A partir de
1678, con 55 años de edad, se dedicó exclusivamente al periodismo y a la
política. Croacia venía soportando la injusticia de sus vecinos; no solamente
debía luchar contra los turcos, sino también contra sus propios aliados, como
los austríacos que actuaban como en país ocupado, cometiendo toda clase de
depredaciones y crímenes que inflamaron el espíritu de Starcevic.
"Político
vigoroso y combativo, atemorizaba el anticroatismo, estimulando el ardor
patriótico de los croatas. Conmovió al Parlamento y pronto se convirtió en el
auténtico intérprete del sentimiento nacional.
"Fue siempre
muy pobre y sólo aspiraba a subsistir, pero el pueblo, que lo idolatraba,
adquirió por suscripción pública una magnífica residencia de la que le hizo
entrega, en solemne acto, el 15 de julio de 1895. Starcevic la disfrutó poco
tiempo, pues murió en 1896, y fue la sede del Club Civil, del Club
Parlamentario y de la dirección del diario del partido `El Derecho Croata'.
Hasta hoy se la designa como El Hogar de Starcevic...
"Starcevic
fundó el Partido del Derecho Constitucional Croata, de inequívoca tendencia
democrática, con calificados intérpretes y seguidores de su ideario, como
Stjepan Radic, Vlatko Macek, Trumbic, Supilo y otros.
Considerado como
el Mazzini de Croacia, Starcevic tenía por lema de su inconfundible posición
democrática que `Los partidos políticos son el signo y la prueba de la libertad
y la fuerza del estado, de tal manera que donde no hay partidos, ahí tampoco
hay libertad'.
"En un
documento `Adresa al Emperador', dirigido a Francisco José de Habsburgo en
1878, Starcevic le decía `Majestad: en los estados de derecho y así es el reino
de Croacia, la soberanía es del pueblo, y si los soberanos no están convencidos
de esta verdad y no se atienen a ella, la situación cambiará en perjuicio, de
ellos'.
"Su amor a
la tierra, su extraordinaria cultura y su inquebrantable fe en la libertad y la
democracia, fueron los atributos que hicieron de él el alma del pueblo. En relación
con Rijeka, recordando que Croacia era un país asociado, le dice más adelante:
"`Del mismo
modo como la familia de vuestra majestad no ha conquistado con las armas ni una
pulgada del dilatado estado austríaco, así el reino de Croacia por su sola
voluntad, libre y espontáneamente ha elegido a la augusta familia
Habsburgo-Lorena por sus reyes constitucionales. El pueblo croata es el único
entre los pueblos de Austria que jamás renunció a sus derechos, ni éstos le
fueron quitados bajo algún pretexto de sus culpas. No obstante, el pueblo
croata es el único que competía contra la traición y la persecución en aras de
sus soberanos'.
"El 26 de
junio de 1861 había pronunciado ya un discurso en el Parlamento atacando
vigorosamente a Austria citando las bases de lo que habría de ser el Partido
del Derecho Croata. Y en relación con el destino de esa monarquía agregaba:
`Que no se mofe Austria de nosotros; no, vaya a ser que la suerte se dé vuelta
y la burla salga sobre ella. El pueblo croata, en todas las desdichas que
injustamente sufre por culpa de Austria, conserva siempre un don inapreciable
que es la fe en Dios y en sus propios brazos'.
"Como
profetizando proseguía: `Pues como algunos tronos conspiran contra la libertad
y la felicidad de los pueblos del mismo, todos los pueblos, sin distinción de
nombres y de manifestaciones exteriores, conscientes de ser todos hijos de
Dios, pueden unirse contra los ataques de sus enemigos'. Vaticinando la guerra
mundial, le auguró a Austria que terminaría por ser juguete en manos de Rusia.
"Volvió
sobre el asunto el 14 de octubre de 1878, presentando al Parlamento una nota
dirigida al rey de Austria-Hungría, en la que reclamaba la independencia total
de Croacia, puntualizando: `No comprendo lo que quieren decir quienes afirman
que el reino de Croacia, que por siglos resistió al oriente y al occidente, no
puede vivir solo, independiente. Ningún pueblo puede existir fuera de la
comunidad de otros pueblos. No obstante cada aldea puede ser como un estado
independiente.
"Su amor a
la libertad y su acendrado patriotismo lo hacían irreconciliables con los
ilíricos, yugoeslavos, servios-croatas y eslavos en general, con quienes no se
sentían los croatas identificados. El líder croata no concebía un régimen
electoral cuya facultad de votar se reducía al 5 por ciento de la población y
que sólo beneficiaba a comerciantes y burócratas, siempre dispuestos a servir
como lacayos al más vesánico de los tiranos, de cuyos favores y prebendas
gozaban.
"Concebía a
las cooperativas como las asociaciones más sagradas y ventajosas. `Tales
asociaciones se sostienen por sangre y por el parentesco, es decir en forma
natural, práctica y útil. Ninguna otra asociación puede ser más eficaz,
saludable y económica', fueron sus palabras en el discurso que pronunció el 20
de mayo de 1871.
"Su
inquebrantable fe en su pueblo le hizo decir en un discurso electoral, el 14 de
octubre de 1878: `no me preocupa quedarme en minoría en el Parlamento, siempre
que fuera de él quede en la mayoría del pueblo, como estuve hasta ahora. Su
obstinada lucha debió vencer la oposición de la nobleza, de la burocracia y de
buena parte del clero, que forjaban la opinión pública a su manera. Al pueblo
no se le consultaba; sus intereses se debatían en los salones y en los
gabinetes.
"En el orden
político luchó, sin lograrlo, por modificar la legislación electoral con objeto
de que el Parlamento croata fuera la expresión de la voluntad popular. Se
esforzó porque su pueblo tuviera una constitución generosa y democrática, estrellándose
contra los despotismos monárquicos, sobre todo el austríaco, que, en
definitiva, pasó a ser juguete de Rusia como él lo había pronosticado.
"El héroe
nacional de Croacia falleció el 28 de febrero de 1896, a los 73 años de edad,
siendo enterrado modestamente en la aldea de Sestine, entre campesinos. En el
cementerio de esa aldea, a pocos pasos de la puerta de su iglesia, duerme su
sueño eterno Ante Starcevic. El pueblo rindió allí homenaje a su hijo
predilecto emplazando el 11 de octubre de 1911 un monumento a su memoria, obra
del celebrado escultor Ivan Radic (Rendic, se trata de un error tipográfico,
obs. de SC).
"Su
basamento ostenta un bajo relieve con evocación histórica de Croacia. Sobre él
aparece un león rompiendo con sus garras y sus fauces un enrejado de hierro, y
a su lado una mujer que representa a Croacia y cuyos puños apretados la
muestran en actitud de hacerlo, mismo con unas cadenas. Por encima de este
macizo alegórico está el busto de Starcevic. Es un vigoroso conjunto evocativo
de una historia gloriosa, simbolizada en el monumento al vivificador del
nacionalismo de este pequeño y benemérito pueblo. El 28 de febrero de cada año,
Zagreb, en procesión, le rinde homenaje.
"Esteban
Radic (1871-1928), presidente del Partido Campesino Republicano Croata,
asesinado por un diputado servio en el Parlamento de Belgrado, pronunció el 11
de junio de 1922 un discurso en la tumba que guarda los restos de Starcevic, y
entre otras cosas dijo:
`...esta gloriosa
tumba, alrededor de la que nos hemos reunido hoy como hombres y como croatas,
es un gran altar de aquella magnífica y grande idea que otorga a nuestra
nacionalidad croata verdadero contenido y valor. Esta idea es la idea del
derecho, más fuerte que todo otro poder; la idea de la autodeterminación de un
pueblo contra cualquier tipo de tiranía... ¡Oh grande e inconmovible hijo de la
pequeña y pedregosa Lika! (su provincia natal). Cuando estabas poniendo los
cimientos del partido de la autodeterminación del pueblo, los poderosos
gobernantes se burlaron de ti, insinuando poder trasladar en un canasto a todos
tus seguidores por sobre la cima del Sljeme (montaña cerca de Zagreb). ¡Pero,
mira! Hoy todos nosotros los croatas somos a "pravasi", es decir
seguidores del derecho de la autodeterminación; todos somos seguidores de una
política humanista de paz y de orden...'.
"August
Harambasic, contemporáneos de aquel gran demócrata, cantó sus glorias a través
de marchas heroicas y canciones alusivas impregnadas del alma de Starcevic. A
su vez, Eugen Kumicic (omitido por error en La Prensa) es el autor de la novela
histórica `La Conspiración de los Zrinski y Frankopan', que sirvió a la causa
de la libertad en manos del apóstol nacional, del incondicional amigo del
pueblo, de quien, armado de principios universales, iluminó a Croacia y la
vistió con esa claridad que habrían de empeñar circunstancias del futuro. Por
su parte, el doctor Ante Kovacic, novelista, cuya sátira hería profundamente a
los enemigos de la libertad, integró ese conjunto de hombres que lucharon por
la independencia de su noble pueblo".
Ante Kadic
Para la mayoría
de los conocidos historiadores sureslavos, desde los tiempos de Strossmayer
hasta hoy (por ej. Franjo Racki, Tade Smiciklas, Ivan Sismanov, Ferdo Sisicg,
Vladimir Corovic, Slobodan Jovanovic, Viktor Novak y Jaroslav Sidak) el obispo
de Djakovo fue y sigue siendo un lúcido y ferviente sostenedor de la comunidad
cultural y política de los sureslavos[68].
Cuando declaró (1885) "que se imponía la idea de la federación eslava en
la península balcánica"[69],
no expresó sólo lo esencial de sus convicciones sino que trazó un programa, no
concretado en su totalidad hasta hoy.
Es comprensible
que Strossmayer, teniendo en cuenta la proximidad geográfica, la similitud
idiomática, y la mezcla de la población, prestó mayor interés a los eslovenos,
servios y montenegrinos, pero no olvidó a los búlgaros. Opinaba que los
búlgaros son tan cercanos a los croatas como los demás sureslavos y de ahí su
amor e interés por ellos.
Como la fracción
oriental de la comunidad étnica y lingüística sureslava no integró el mismo
Estado ni en 1918 ni 1945, se suele omitir, cuando se habla de Strossmayer y de
sus concepciones políticas, que éste --siguiendo en este sentido a algunos precursores
croatas-- hablaba y escribía que los búlgaros eran sus queridos hermanos
eslavos; lo alegraba su emancipación política y le producía contento su rápido
progreso económico y cultural e hizo todo lo que estaba a su alcance para que
ese país, antaño cuna de las letras antiguas eslavas, figurase nuevamente como
un miembro igualitario entre los pueblos civilizados de Europa. Más que todos
esos logros políticos y económicos, el obispo le entusiasmaban las noticias
sobre la emancipación de los campesinos búlgaros. Strossmayer admiraba
sinceramente "a ese hermano sureslavo" que no permitió que el enemigo
secular lo despojara de su rica herencia espiritual, guardada tan celosamente
desde la época de los santos Cirilo y Metodio.
Una de las fechas
importantísimas en la moderna historia búlgara, que significa la transición del
período del sometimiento turco y griego al de la lucha consciente hacia el
fomento cultural y la liberación política, fue el año 1762, cuando en el
monasterio de Zograf (en el monte Atos) el monje Paisij escribió la obra Istorija
slavenobolgarskaia. Este libro que iba de mano a mano en varias copias
colmaba 100 corazones de los intelectuales búlgaros (mayormente sacerdotes) y
de la juventud con el orgullo de ser descendientes y heredero del Estado
búlgaro, otrora muy poderosa. Fue lógica su conclusión: ¿Si antes hemos sido
dueños de nuestro destino, por qué no podemos serlo ahora? Y el milagro se
hizo. Sólo un siglo después (1878) Bulgaria fue proclamada una formación
política independiente. Para los búlgaros el monje Paisij como los santos
Cirilo y Metodio son los factores más influyentes para su emancipación
nacional.
Mientras escribía
su libro, Paisij se sirvió abundantemente de dos obras de autores croatas, Il
regno degli Slavi (1601) del ragusino Mavro Orbini y Razgovor ugodni naroda
slovinskoga (1759) (Plática amena del pueblo croata) de Andrija
Kacic-Miosic, oriundo de Makarska.
Pedro el Grande
encargó a Sava Vladislavic, nacido en Herzegovina, que tradujera del italiano
al ruso la obra de Orbini. Aunque esta traducción (1722) es incompleta e
inexacta, se leía mucho entre los eslavos ortodoxos e influyó notablemente en
los comienzos de la historiografía servia y búlgara. Leyendo a Orbini, Paisij
le reprochaba no mencionar a los santos búlgaros, agradeciéndole a la vez por
destacar que los historiadores griegos no se referían a los grandes monarcas
búlgaros porque tenían vergüenza de haber sido derrotados varias veces por sus
poderosos vecinos búlgaros. Cotejando a Paisij y Orbini, el profesor Bojan
Penev demostró fehacientemente que el benedictino croata era una fuente
importante para el prócer búlgaro[70].
A fines de 1761
fue escrita en Atos Zografska istoriia (La historia de Zograf) a la que
Paisij recurrió a menudo. Según lo probó el profesor Jurdan Trifonov, el autor
anónimo de esa crónica recopiló ciertos pasajes de Kacic, lo que se desprende
especialmente del capítulo en que el franciscano mata se refiere a los
"jefes de Bulgaria". El autor de la historia de Zograf sigue fielmente
la "Plática" desde la cuarta cruzada ("en poco tiempo asaltaron
a Constantinopla y la tomaron por fuerza, nombrando a Balduino emperador de las
regiones orientales") hasta el derrumbe del imperio búlgaro ("desde
entonces Bulgaria está sometida a Turquía"). Como en esta historia búlgara
se mencionan, también los gobernantes legendarios ilirios, que no figuraban en
la primera edición de la Plática (1756), quiere decir que los monjes de Atos
conocieron el poemario de Kacic sólo dos años después de ser impreso (1759)[71].
Tomo Matic, primero en señalar ese importante estudio de Trifonov, concluye
acertadamente: "De ese modo en el momento en que los monjes búlgaros
empezaron a despertar la adormecida conciencia nacional mediante los relatos de
un pasado más hermoso, al lado del resurgimiento nacional búlgaro se halló
también el franciscano croata Kacic[72].
Los vínculos
croata-búlgaros no quedaron circunscriptos al ámbito cultural sino que se
extendieron también al campo religioso y político. En el curso del siglo XVII
los católicos búlgaros, cuyo centro era Ciprovac, habían organizado una fuerte
resistencia a los otomanos. Con su levantamiento precedieron los movimientos
nacionales de otros cristianos balcánicos. Los jefes espirituales de esos
católicos búlgaros fueron mayormente los franciscanos croatas, especialmente
los llegados de Bosnia[73].
El movimiento
ilirio adoptó la idea de la unión sureslava que maduraba en Croacia desde
Orbini, Gundulic, Mrnavic y Krizanic hasta Kacic. Los Prohombres del
resurgimiento croata consideraron a los búlgaros parte integrante de la Magna
Iliria, que en su opinión se extendía desde el pico Triglav hasta el mar Negro.
Ljudevit Gaj, por ejemplo, en su segundo Manifiesto (1835), enumerando a todas
las provincias eslovenas y croatas, pertenecientes a lliria ("Lira de
Europa"), incluyó también a Montenegro, Servia, Bulgaria y Hungría
inferior. En el periódico Danica llirska (1837, Nos. 32 y 33) fue
publicado el artículo "Cosechadoras búlgaras", en el que se
describieron las costumbres populares de los alrededores de Sofía.
Dicho artículo
empieza: "En Macedonia, como se sabe, además de los turcos, valacos,
griegos y albaneses vive hoy mucha gente búlgara, especialmente en las
aldeas"[74].
Stanko Vraz insertó entre "33 canciones populares búlgaras" (Kolo
1847, libro IV y V) algunas recogidas en Bulgaria y otras en la Macedonia
actual. Resulta interesante el comienzo del prólogo de Vraz a esa lograda
selección: "Al este hay una tribu de nuestra estirpe, un pueblo disperso
por los campos y montes de la antigua Mesia, Tracia, Macedonia y del mismo
Epiro, que nosotros en el Occidente sabemos sólo que, pobres y sojuzgados,
deben servir al sultán turco y que hablan un dialecto eslavo".
Puesto que los
croatas conocían muy poco a los búlgaros, Vraz decidió "publicar algunas
poesías populares del pueblo búlgaro, recogidas en distintas comarcas de su
patria" [75].
Su artículo, redactado según el manuscrito del folklorista ruso V. Grigorovic,
lo concluyó Vraz: "Los viajeros relatan que a los búlgaros les gusta cantar
canciones. En ese sentido ese pueblo es hermano de los demás eslavos" [76].
Muchos otros ilirios escribieron sobre los búlgaros por los años 1840 y 1850.
Así, por ejemplo, el combativo y activo Iván Kukuljevic escribió para
"Katolicki list" de Zagreb (1858) una reseña de la moderna literatura
búlgara, y dos años después en el mismo periódico Franjo Racki publicó un
complemento a dicho estudio pionero de Kukuljevic.
Consideré
conveniente referirme brevemente a los vínculos culturales croata-búlgaros
antes de Strossmayer por dos razones: primero, porque con frecuencia se escribe
que Strossmayer fue el iniciador de dichos nexos[77]
y segundo, aunque gracias a la descollante personalidad del obispo las
relaciones búlgaro-croatas de los años 1860 atravesaron una de sus fases más
importantes, Strossmayer sólo profundizó el interés secular de los eslavófilos
o ilirios croatas por la frontera oriental de la comunidad étnica sureslava.
Como también los
estudiosos búlgaros a menudo escribieron sobre Strossmayer[78],
no me detendré en los problemas que ellos ilustraron debidamente, sino que me
limitaré a los aspectos y hechos que no llamaron tanto su atención o fueron
omitidos.
Por los años
sesenta del siglo pasado los búlgaros atravesaban por trances muy malos. No sólo
seguían oprimidos por los turcos, sino que los griegos entorpecían su progreso
cultural. Los búlgaros moderados esperaban conseguir del sultán la
independencia eclesiástica y luego por intermedio de sus metropolitanos y
monjes propagar la cultura y literatura búlgaras. Otros, viéndose acosados por
todos lados, se dirigieron al papa Pío IX solicitando los recibiera en el seno
de la Iglesia católica[79].
El tercer grupo de búlgaros se refugió en países vecinos, en Servía y Rumania, y
desde allí con su actividad revolucionaria contribuyó primero a la emancipación
eclesiástica y luego a la política de su país.
En esos años
decisivos Strossmayer hizo mucho por los búlgaros. El 10 de diciembre de 1860
dirigió una carta al ban (virrey) croata, adjuntando la primera contribución
para la fundación de la Academia sureslava. El obispo estaba persuadido que los
sureslavos, igual que los italianos y alemanes debían fundar una sociedad docta
para promover las artes y las ciencias. Zagreb, ya meritoria ciudad para el
resurgimiento de la cultura croata, debía convertirse en el centro cultural de
los eslavos balcánicos.
En este famoso
legado Strossmayer se refirió no sólo al acercamiento lingüístico
croata-servio, sino que recordó también a los búlgaros en los siguientes
hermosos términos: "A ese círculo deberían acercarse también los aplicados
búlgaros. Ese pueblo, que cuenta con cinco millones de integrantes, ya por eso
merece nuestra atención porque otrora en el campo literario llevaba la delantera
no sólo a los eslavos meridionales sino también septentrionales; también en los
tiempos recientes da prueba de que en él no está extinguido el espíritu de los
santos Cirilo y Metodio, Clemente, del exarca Iván y del gran emperador Simeón" [80].
Con ello también a los búlgaros quedó abierta la puerta. En efecto, hasta la
liberación de Bulgaria, en Radovi de la Academia escribían los estudiosos
búlgaros, mientras que antes y después de esa fecha sobre los búlgaros y su
pasado la Academia publicó varios trabajos de primera calidad (por ej. Racki
escribió sobre el período más brillante de la historia búlgara, sobre el
reinado de Samuilo, y Fermendzin, de origen búlgaro, publicó la importante obra
Acta Bulgariae eccelesiastica).
Algunos meses
después, el 29 de abril de 1861, cuando en el Parlamento (Sabor) croata abogaba
por la necesidad de fundar la universidad, Strossmayer no se olvidó de los
búlgaros, pues vislumbró que también en los montes balcánicos "empieza a
mostrar su rostro la aurora de un futuro mejor" [81].
Tan pronto se inauguró la Universidad croata (1874), los búlgaros empezaron a
inscribirse. Su número era importante a comienzos de este siglo, sobre todo en
el período entre las dos guerras mundiales[82].
Después de 1945, por primera vez, no hay estudiantes búlgaros en Zagreb.
Por los años
1860-70, al formarse la Bulgaria moderna, Macedonia desempeñó nuevamente un
papel de primer orden. En su territorio aparecieron destacados propulsores
culturales: Rajko Zinzifov, quien, radicado mayormente en Rusia, informaba a
los círculos rusos sobre la precaria situación de los eslavos balcánicos, y
Grigor Prilicev, quien empezó a escribir en griego y luego (conmovido por la
tragedia de los hermanos Miladinov, conforme lo cuenta en su Autobiografía) en
el dialecto búlgaro-macedonio. Sin embargo, los más importantes eran los
hermanos Miladinov.
Dimitar, el
mayor, sobresalió más que como escritor como político, por su enérgica lucha
contra las autoridades eclesiásticas fanariotas e introduciendo el idioma
eslavo en las escuelas. Constantino publicó una quincena de poesías donde
predominan los sentimientos patrióticos. Su poema más hermoso lleva por título:
"La tristeza por el sur" (Taga za jug). Lo escribió en Moscú,
enfermo, adorando el del mediodía que le calentase el alma y el cuerpo:
No, no puedo
vivir aquí: Ni mirar siempre el hielo! Dadme alas muy
ligeras para volar al solar querido, para visitar los lugares que añoro, para
ver la hermosa Ohyid y Struga.
Ya por los años
1840, ejerciendo como maestro en varias aldeas macedonias, Dimitar se dedicó a
la recopilación del tesoro popular. Lo estimuló el conocido etnógrafo ruso
Víctor Grigorovic, interesado en documentos culturales en el territorio del
entonces imperio turco. Cuando Constantino, hermano menor de Dimitar, se fue a
Rusia a seguir sus estudios, se llevó con él una colección preparada por su
hermano. En Moscú lo depuró e incluyó las poesías que le cedieron los amigos
Zinzifov y Colakov. Sin embargo, en vano buscó editor en Rusia.
Ya al borde de la
desesperación, Constantino se enteró de que en Viena se hallaba el obispo
Strossmayer, famoso protector y benefactor de los eslavos. Constantino se
apresuró a ir a Viena, se presentó al obispo y pidió lo ayudara en la edición
de una colección de la poesía popular búlgara. Strossmayer prometió correr con
los gastos de su edición con la condición de que se imprimiera no en caracteres
griegos (conforme pensaban los hermanos Miladinov) sino cirílicos. Constantino
consintió de grado. Se trasladó con el obispo a Djakovo, se alojó en el
seminario y en tres meses preparó y copió la colección para su impresión.
Mientras el libro estaba en prensa, desde enero hasta junio de 1861,
Constantino residió en Zagreb.
A fines de junio
aparecieron Bulgarski narodni pesmi, sobrani od Bratia Miladinovci i izdani od
Konstantina (en la imprenta Jakic)[83]
(Las poesías populares búlgaras), recopiladas por los hermanos Miladinov y
editadas por Constantino. Este voluminoso libro (550 páginas) contenía 660
poesías populares búlgaras, recogidas en su mayoría en Macedonia. La
importancia histórica de esta colección consiste en haber desbrozado el camino
a futuros recopiladores del tesoro popular (como lo fue ron Kuzman Sapkarev y
Marko Copenkov) y colocó el fundamento sobre el cual se desarrolló no sólo la
literatura búlgara sino también, más tarde, la macedonia. Además, esas poesías
despertaban el orgullo nacional entre el pueblo.
El libro fue
dedicado a Strossmayer "quien amablemente se interesó también por los
búlgaros, eslavos del sur" y generosamente ayudó en la edición de esta
colección. Sin su ayuda, escribe Constantino, esas poesías búlgaras
permanecerían por mucho tiempo "ocultas en la incertidumbre" [84].
La nómina y los
nombres de los suscriptores croatas (quiere decir de la gran mayoría) fueron
impresos en caracteres latinos[85].
Desde Belgrado se suscribieron unos cuantos servios y varios búlgaros. De las
ciudades búlgaras se menciona sólo Hazkovo. Petar Beron, el primer escritor
secular búlgaro, pidió desde París 25 ejemplares.
Constantino, muy
contento, trajo algunos ejemplares a Djakovo que obsequió al obispo y a sus
amigos de Djakovo. Pero esta alegría no duró mucho para ese hombre de
"ojos hundidos y rostro sufrido". En esos días le llegó la noticia de
que su hermano Dimitar, acusado por los griegos como propagandista ruso, se
hallaba encarcelado. Inmediatamente se fue para ayudar a su hermano. Pasando
por Belgrado donde conversó con los revolucionarios búlgaros y el poeta Georgio
Rakovski, Miladinov se enteró de que su hermano ya había sido trasladado a
Estambul. Por eso, en lugar de dirigirse a su Macedonia, se fue a la capital
turca. Tan pronto llegó, los griegos, al parecer, lo denunciaron también ante
la Puerta y los turcos lo pusieron en la cárcel junto con su hermano.
El obispo se enteró
sólo a fines de octubre de lo que había sucedido a Constantino. Inmediatamente
escribió a Johann Rechberg, ministro de Relaciones Exteriores de Austria,
solicitando su intervención en la liberación de los hermanos Miladinov[86].
Strossmayer asegura a Recheberg conocer bien a Constantino por haber residido
cierto tiempo en Djakovo y lo cree incapaz de transgredir ley alguna. El
ministro a su vez escribió a su embajador en Estambul, Prokesch Osten, quien
contestó que recibió una nota del gran visir turco informándole que la policía
turca hacía cargo contra los hermanos Miladinov por tomar parte en una conjura
y que muchos importantes documentos hablaban en su contra[87].
Rechberg informó a Strossmayer sobre el particular.
Entonces
Strossmayer se dirigió nuevamente a Rechberg con una larga e importante carta
(28 de diciembre de 1861), que en los posteriores decenios se convertirá en
"piedra de escándalo" para algunos búlgaros y macedonios. Cuán grande
era su interés por los hermanos Miladinov lo demuestra la rapidez con que
contestó la carta del ministerio de Relaciones Exteriores de Viena, del 22 de
diciembre. Refiriéndose a ciertos cargos formulados contra los hermanos
encarcelados, Strossmayer manifiesta su convicción de que la policía turca fue
mal informada. Austria debería intervenir a favor del inocente Constantino,
escribe el obispo, ya que él "pertenece al partido católico".
Croacia, ahora cuando se trata de Bulgaria se orientará hacia Oriente u
Occidente, podría desempeñar un papel decisivo. Toda política razonable debería
ayudar a los croatas en esta misión histórica[88].
Esta
correspondencia entre el obispo y Rechberg y la de este último con su embajador
en Estambul se interrumpe bruscamente el 29 de enero de 1862 Prokesch Osten
comunica a su ministro que los hermanos Miladinov ya murieron (Constantino el
18 y Dimitar el 23 de enero). Anteriormente se sostuvo que murieron
envenenados, porque presuntamente los turcos temieron que distintas
intervenciones podrían obligarlos a ceder, pero últimamente se sostiene que las
hermanos, débiles y torturados, sucumbieron al tifus.
Esta ingrata
noticia conmovió al obispo. En el vocero de su partido Pozor fue publicado un
artículo ("La voz triste de un búlgaro" de Vasil Colakov) acusando a
Rusia más que a los fanariotas de haber causado la muerte de los hermanos por
la poca precaución de sus agentes (o acaso adrede). Colakov está persuadido que
los hermanos mártires Miladinov erigieron un monumento perenne en los corazones
de todos los búlgaros[89].
Los búlgaros y
los macedonios están agradecidos al obispo por haber ayudado la edición de la
colección Miladinov y por haber intervenido con tanto celo en su liberación de
la cárcel, pero ya desde los años sesenta del siglo pasado, a los hay (si bien
muy pocas) que imputan a Strossmayer intenciones deshonestas y encubiertas[90].
Le reprochan sobre todo dos cosas: primero, haber dicho, de Constantino que
pertenecía al partido católico ("Miladinov gehört, ohne allen Zweifel, zu
der karhalische Parthei")[91];
segundo, por haber ayudado económicamente a algunos jóvenes búlgaros que
estudiaron en el seminario greco-católico de Zagreb.
En cuanto al
catolicismo de Constantino es posible, según sostiene Traikov, que obispo lo
subrayó expresamente para ganar las simpatías de las autoridades austríacas
para su protegida. Ignoro, por otra parte, por qué Traikov afirma
categóricamente que Constantino era "adversario de la propaganda y unión
católicas"[92].
Sabemos que los hombres cambian y podemos comprender que Constantino, que
durante su estada en Moscú (1858) tradujo del ruso la obra antiunionista de
Flerov, vio bajo otra luz el cisma eclesiástico. Los rusos lo habían
decepcionado totalmente y conoció la magnanimidad y la bondad de Strossmayer.
Polenakovid admite que Constantino, mientras residía en Zagreb, "se había
entusiasmado por la unión" y a menudo visitaba el seminario greco-católico[93].
Además, de su carta a Rakovski (escrita en Zagreb al comienzo de febrero de
1861) se infiere claramente que la cuestión de la reunión eclesiástica le
interesaba sobremanera y que esperaba que la salvación del pueblo búlgaro
podría provenir de otro lado y no del lado ruso[94].
En cualquier
reseña de la lucha de los búlgaros por la libertad eclesiástica[95]
puede leerse que había surgido una corriente procatólica sin injerencia o
influencia alguna de Strossmayer. Cuando, en esta situación, los superiores
eclesiásticos le pidieron la ayuda en la instrucción de jóvenes búlgaros, se
comprometió a otorgar beca a cuatro alumnos[96].
En su respuesta a
"los hermanos católicos búlgaros en Estambul" (escrita para la Pascua
de 1861) reconoce seguir atentamente el movimiento eclesiástico surgido en el
seno del pueblo búlgaro. Ante todo abriga la esperanza de que el pueblo búlgaro
podría, a través del catolicismo, participar en todos los
beneficios de que goza desde tiempo atrás Europa occidental. Luego, por esta
misma vía establecerá "el nexo que lo vincularía con el pueblo
croata". Nadie mejor que Jurinic, quien en más de diez páginas transcribió
la correspondencia del obispo sobre este tema, comprendió al visionario
Strossmayer.
Ese profesor
búlgaro (croata de origen) comprendió la alegría del obispo, pues este veía en
la reconciliación de la iglesia oriental con la occidental una garantía de la
futura unión política sureslava. En la década sesenta del siglo pasado, cuando
negros nubarrones oscurecían los horizontes de Bulgaria y de Croacia,
Strossmayer rogaba a Dios para que los sureslavos (cuando no es posible otra
cosa) se encontrasen por lo menos en el campo cultural y eclesiástico. Lo
guiaban únicamente intenciones puras y nobles[97].
* * *
Mientras la
situación en Croacia seguía empeorando (después del Compromiso de 1868), en
Bulgaria, debido a la decadencia del imperio otomano y la lucha tenaz de las
fuerzas revolucionarias, las cosas mejoraban. Primero el sultán acordó a los
búlgaros la independencia de la iglesia fanariota y luego aquellos se
esforzaron en conquistar también la libertad política. Se alzaron en abril de
1876 esperando poder obligar a los turcos a la retirada, pero fueron
derrotados, miles y miles ahorcados, sus aldeas incendiadas. Los turcos
procedieron como en la Edad Media cuando a sangre y fuego iban conquistando
comarca tras comarca ante la indiferente mirada de Occidente. Pasaron los
tiempos de Marko Marulic, padre de las letras croatas, cuando, pobre, en el
siglo XV, imploraba la ayuda de las potencias occidentales para los cristianos
de los Balcanes.
Europa ahora
seguía con simpatía el levantamiento de las masas búlgaras y quedó horrorizada
ante su martirio. No sólo distintos corresponsales sino varios escritores
levantaron la voz en su defensa. El más elocuente fue el célebre estadista
inglés Gladstone, quien censuró al gobierno británico por su contubernio con el
enfermo del Bósforo[98].
La repercusión de su requisitoria fue enorme. Incluso en el sureste europeo su
escrito sobre "los horrores búlgaros" (The Bulgarian Horrors,
1876) tuvo un impacto alentador como evidente prueba de que la despertado
conciencia moral del pueblo británico condenaría la política proturca de
Disraeli.
Gladstone y
Strossmayer ya habían establecido contacto por intermedio de lord Acton, quien
conoció al obispo en Roma durante su oposición al dogma sobre la infalibilidad
papal. Liddon, conocido predicador londinense alentó a Strossmayer para que
escribiera a Gladstone. Este abogado de los cristianos balcánicos, al visitar
Belgrado, se trasladó a Djakovo e hizo buenas migas con Strossmayer[99].
R. W.
Seton-Watson[100]
fue el primero en publicar las cartas de Strossmayer las que ejercieron gran influencia
en los puntos de vista de Gladstone sobre la cuestión oriental y en las que el
obispo condenaba la exagerada influencia de los prelados italianos en la curia
romana.
Strossmayer
comienza su primera carta a Gladstone (fechada en Djakovo 1º de octubre de
1876) agradeciendo al estadista inglés "por haber intervenido tan
generosamente ante su glorioso pueblo, ante todo el mundo civilizado, por los
derechos de humanidad y libertad que tanto anhelan los desafortunados
sureslavos y derraman su sangre en lucha desigual"; lo escribe también
"para aliviar la carga que le oprime el corazón".
Aquí está el
alegato del obispo a favor de los búlgaros perseguidos: "Los búlgaros son
un pueblo pacífico, razonable y trabajador, dotado de varias virtudes. Y un pueblo
ético y trabajador eo ipso es capaz de gobernarse. Si se concediera un gobierno
independiente a esta noble raza eslava, quedarían libres las fuerzas que muy
pronto contribuirían al enriquecimiento de la civilización, moral y material;
la autonomía eclesiástica, implantada parcialmente, les servirá de escuela para
la autonomía política".
Haciendo mención
de los servios como "una raza guerrera, llena de fuerza vital", el
obispo no omitió destacar el papel que adjudicaba a su pueblo. Nosotros los
croatas, en efecto, podemos decir que en este pequeño grupo de los hermanos
eslavos, representamos al elemento toscano... Hemos adquirido el título de ser
guías en el camino del progreso espiritual y de altos ideales. Estamos
conscientes de nuestra misión en esa zona (los Balcanes) y en las cuestiones
que inquietan al mundo". Mientras con todas sus fuerzas bregaba por los
búlgaros y otros sureslavos, Strossmayer, esperaba que
su Croacia podría convertirse en el centro espiritual.
Al conquistar los
rusos Pleven en 1877 y al emprender la ofensiva general a principios de 1878,
apoderándose sucesivamente de Sofía, Plodiv y Adrianópolis, tenían, pensado
marchar sobre Estambul. Gran Bretaña se opuso a que las tropas rusas, siquiera
en forma provisoria, conquistaran la capital turca. En esta situación los rusos
aceptaron negociar la paz con los turcos.
Antes del acuerdo
de San Stéfano, el obispo se dirige a Gladstone, expresando su temor de que sus
queridos búlgaros pudieran perder en el campo político lo que habían ganado,
con la ayuda rusa, en el militar. En su carta del 13 de febrero de 1878
Strossmayer agradece a Gladstone por las brillantes pruebas de su adhesión a
los desgraciados cristianos balcánicos. Como ya todos los Estados consintieron
en convocar el Congreso y con ello la pacificación, él quiere formular algunas
observaciones: cree que sería "digno no sólo de este o aquél partido en
Inglaterra, sino de la eterna y gloriosa nación inglesa, abogar en el Congreso
por los principios de humanidad y libertad sin permitir que pequeñas cuentas la
desvíen de este camino. Debe admitirle que en ese sentido le embarga cierto
temor.
Cuando se debatía
en el Parlamento inglés sobre la liberación de toda la Bulgaria septentrional y
meridional, vuestro primer ministro se expresó en forma ligera y torpe. Exclamó
con tono amenazador: `Respecto a la liberación de Bulgaria hay otros también
que quieren que se tengan presentes sus intereses...'. Me parece que quiso
decir: la liberación de Bulgaria es una causa justa; y el pueblo inglés nada
tiene en contra; sin embargo, por otras razones, Inglaterra se alegrará si
otros se opusieran. Eso implica, en cierta medida, proceder como Pilatos, quien
creía que era tan fácil limpiar la conciencia sucia como las manos sucias... Si
Inglaterra en el Congreso abogara por los intereses de los pueblos oprimidos,
moralmente ganaría a los ojos del mundo entero y sobre todo de los pueblos
oprimidos cuyos intereses están en juego" [101].
Poco tiempo
después del acuerdo de San Stéfano, Strossmayer escribe (14 de marzo) al
cardenal Franchi, secretario de Estado papal, una larga "promemoria"
en la que protesta contra ciertos periódicos católicos, propensas a amputar a
Bulgaria. Teme que en el futuro Congreso (el de Berlín) las grandes potencias
no fueran a dejar a Bulgaria las fronteras que se le garantizaran en San
Stéfano. Eso no debe ocurrir, sino que Europa entera, junto con Rusia, debe dar
a Bulgaria lo que le pertenece[102].
Sucedió lo que
temía Strossmayer: Bulgaria quedó amputada y repartida. No es extraña pues que
le diera gran alegría la noticia sobre la brillante victoria de Gladstone en
los comicios (30 de marzo de 1880)[103].
Se apresuró a expresarle por escrito (17 de abril) sus más sinceras
felicitaciones. "Los eslavos austríacos y los eslavos de la Península
balcánica se alegraron muy sinceramente por su triunfo... Su opinión acerca de
las nacionalidades en la Turquía europea es del todo exacta. Que sea permitido
a esos pueblos adoptar el sistema que les parezca más adecuado para conservar y
fomentar sus libertades y culturas". Llevado por sus visiones, Strossmayer
expresa su convicción de que la victoria de Gladstone es obra de la Providencia
que le confirió ese honor para "poner fin al brutal gobierno turco en
Europa... No encuentro palabras para expresar cuál sería mi dicha si pudiera
presenciar el oficio cristiano en la magnífica iglesia de Santa Sofía en
Estambul" [104].
Idénticos sueños compartían los jefes espirituales y políticos búlgaros.
Es interesante
acotar que toda esta actividad diplomática de Strossmayer a favor de los
búlgaros no fue desconocida en las remotas montañas balcánicas. Se dirigen a él
incluso ciertos guerrilleros búlgaros pidiendo ayuda pecuniaria. Transcribimos
el comienzo de su petición: "Vuestro noble nombre y el hecho de ser el
benefactor, patrocinante y protector de todos los sureslavos, llegó también a
nuestros montes macedonios, cubiertos con la nieve eterna. Estimula la liga
macedonia-búlgara `Libertad o muerte', constituida con el objeto de liberar de
la indescriptible barbarie, turca a Macedonia que todavía gime bajo el yugo
turco --de la que proviene los célebres apóstoles santos Cirilo y Metodio--,
para dirigir a vuestra Excelencia esta modesta petición. Esta es la petición
del entero pueblo búlgaro en Macedonia para que usted, gran patriota y mecenas,
nos ayude con un pequeño aporte". Aunque se cuidaba de no disgustar a
nadie, el obispo decidió enviar a los guerrilleros búlgaros 100 florines[105].
A principios de
septiembre los destacamentos revolucionarios búlgaros tomaron a Plovdiv, sede
de la Rumelia oriental, expulsaron al representante turco Gabrilo Kruitevic y
establecieron un gobierno provisional, que eligió a A. Battenberg como su
príncipe y con ese acto proclamó formalmente la unificación de las dos
provincias búlgaras. El gobierno de Petko Karavelov hizo las gestiones para
lograr el consentimiento de las grandes potencias y de los vecinos.
Milan, rey de
Servia, consideró que con ello los búlgaros habían trastornado el equilibrio,
creado por el Congreso de Berlín, y declaró la guerra a Bulgaria. La guerra
duró 15 días (del 14 al 29 de noviembre) el ejército servio fue vencido primero
en la batalla de tres días cerca de Slivnica y luego en Firot. El entusiasmo
del pueblo búlgaro fue indescriptible, se unificaron, vencieron al vecino
belicoso y ganaron el apoyo moral del mundo entero civilizado. Tras esas
victorias nadie duda en reconocer el hecho consumado. Cuánto Strossmayer cuidó
la justicia lo demuestran claramente sus cartas dirigidas a Ralki y sus
contribuciones a: la Cruz Roja búlgara. Tan pronto se enteró de la derrota
servia en Pirot, Strossmayer escribió a Racki una larga carta (29 de noviembre)
de la que transcribo algunos pasajes característicos que hablan claramente,
sobre el sentido político del obispo:
"No puedo
expresarle cuánto me alegro que la justa causa búlgara, bajo la protección de
la divina Providencia, haya vencido. ¡Es la mano de Dios! De ese modo quedó
derrotado el plan totalmente opuesto a los eslavos[106].
Con ello triunfaron también nuestras intenciones.
Los servios
pensaban extirpar, con la ayuda de los sempiternas enemigos de los eslavos, la
idea estatal croata, bajo la cual hallaron la protección fraternal y durante
siglos la disfrutaron, y si logran exterminar al buen pueblo búlgaro, ¡ahí tendrán
renovado el imperio de Dusan! Permita Dios que ahora abran los ojos, deberían
ver la tumba que cavaron para otros y que primero la prepararon para ellos
mismos.
En general, la
idea de restaurar el imperio de Dusan es una ilusión alocada o irrealizable. En
los siglos XIV y XV tuvo sentido, cuando era evidente que el elemento
bizantino, corrompido y extenuado, no era capaz, de salvar Bizancio y repeler
de Europa al bárbaro asiático. Entonces era natural que Simeón el Grande y el
emperador Dusan quisieran reemplazar el poder de Constantinopla y salvar a
Europa de la embestida turca.
Hoy esa idea es
un anacronismo y engaño. Actualmente por sí se impone la idea de la federación
eslava en la Península balcánica[107].
Si los servios --como dije--, si nosotros mismos, si los búlgaros entráramos en
razón a raíz de estos sucesos, es un gran interrogante. Slivnica muy bien puede
ser Sedan para el rey Milan" [108].
Al recibir la
respuesta de Racki, informándole que "quienes llegan de Servia cuentan que
el ejército está totalmente desmoralizado", el obispo (11 de diciembre)
vuelve al mismo tema: "Gracias a Dios que los búlgaros ganaron. En su
causa triunfaron la honradez, la ley cristiana y la pura causa eslava; en la
causa servia quedaron derrotadas la deshonradez, la
inmoralidad y el odio húngaro contra los eslavos. Las victorias búlgaras son
también nuestras[109].
Petko Karavelov,
primer ministro búlgaro, agradeció a Strossmayer (en diciembre de 1885) su
copiosa ayuda a los soldados heridos. Karavelov subraya que no sólo el obispo
sino el pueblo croata entero evidenció gran
comprensión por el movimiento de liberación búlgara y ayudó a los damnificados.
El primer ministro abriga la esperanza de que las tradicionales simpatías
recíprocas entre el pueblo croata y búlgaro irán intensificándose en el futuro[110].
No sólo los
políticos búlgaros sino también los representantes culturales exteriorizaron,
en distintas oportunidades, su gratitud a Strossmayer por su actitud
benevolente y sus obras de bien hacia el pueblo búlgaro. Por ejemplo Slavjanska
beseda lo eligió miembro de honor, destacando su labor tesonera en favor de
todos los sureslavos y, sobre todo, sus inapreciables méritos para la
publicación de las poesías populares búlgaras, recogidas por los hermanos
Miladinov. El obispo se sintió con movido por tal atención que agradeció en
hermosa carta (15 de mayo de 1885) de la que transcribiré los fragmentos
sustanciales:
"Creedme,
queridos compañeros y amigos, nadie en el mundo sintió tanta alegría como yo a
raíz de la liberación del pueblo heroico y fraternal búlgaro. Siempre tuve
cariño y aprecio por el valeroso pueblo búlgaro, sano de mente y corazón, muy
laborioso y honrado.
"El recuerdo
del difunto Miladinov siempre embarga mi corazón de ternura. Era un joven
modesto, dado, trabajador, aseado, genuinamente patriota, auténtica y viva
imagen de su digno pueblo búlgaro. Un invierno lo pasó en mi casa, y varias
veces le dijimos: hermano, tú naciste para ser sacerdote; el siempre nos
contestaba, en las circunstancias actuales de nuestros pueblos no sólo los
sacerdotes sino también nosotros los laicos debemos ser sacerdotes, difundiendo
la cultura y preparando al pueblo para la libertad y si es necesario,
sacrificándose por su pueblo.
"Ni expresar
puedo cuán grande era mi alegría al enterarme con cuánto fervor y con cuánta
solemnidad no hace mucho festejasteis la memoria de nuestros santos apóstoles
Cirilo y Metodio. Es una brillante prueba de que el gran pueblo búlgaro aprecia
esa fe que recibimos de nuestros santos apóstoles. Creedme, hermanos que
nosotros aquí, sobre todo nosotros los croatas, permanecemos fieles al pueblo
búlgaro.
"Desde hace
tiempo nos gustaba ver entre nosotros a vuestra prometedora juventud, y cuando
oímos o leemos que algunos de ellos ocupan puestos de honor, prestigio e
influencia... nos alegramos sinceramente, considerando propios vuestros
progreso, vuestra libertad y vuestra dicha". Como siempre solía hacerlo,
también a esta asociación le envió ayuda pecuniaria[111].
Esta carta de
agradecimiento conmovió a los intelectuales búlgaros. El mismo año el profesor
Teodorov escribió un estudio sobre los méritos de Strossmayer para la colección
de Miladinov[112].
Al comienzo de su trabajo Teodorov citó la carta mencionada precedentemente;
luego in extenso y en forma convincente fundamentó la importancia, de
Strossmayer en el despertar de la conciencia nacional búlgara. Si las poesías
de Miladinov hubieran sido impresas con las letras griegas, usadas en aquel
entonces por muchos búlgaros, no hubieran cosechado el éxito, ni mucho menos,
que lograron, sostiene Teodorov, por haber sido impresas en los caracteres
cirílicos. Esas poesías, publicadas en tiempos difíciles para el pueblo
búlgaro, contribuyeran mucho a que los estudiosos empezaron a apreciar el
tesoro vernáculo búlgaro y al pueblo que lo creó.
Al final de
estudio Teodorov propuso que el agradecido pueblo búlgaro festejaba, dos años
después, el 25º aniversario de la muerte de los mártires hermanos Miladinov. Su
propuesta fue aceptada con entusiasma. Y cuando los búlgaros rendían homenaje a
la memoria de los hermanos Miladinov no se olvidaron de Strossmayer. En esa
ocasión le enviaron muchos telegramas de agradecimiento formulando votos para
que continuara su labor fructífera. El profesor Sismanov, testigo de esos
festejos, escribió luego que esos días fueron la apoteosis no sólo para los
hermanos Miladinov sino también para el obispo croata[113].
Ivan Sismanov,
apreciado historiador literario búlgaro, comienza la descripción de su viaje a
Djakovo (verano de 1898) manifestando que era su viejo deseo conocer de cerca
al genial obispo y obtener de él algunas informaciones detalladas sobre el
Miladinov más joven. Mientras Emile de Laveley esbozó al obispo como una figura
casi ascéticamente delgada, como un santo de los lienzos de Fra Angélico en la
iglesia de San Marcos[114],
Sismanov lo ve "como un anciano alto, todavía vigoroso, de hermosa e
impresionante cabeza. Con una sonrisa inmensamente suave, que ilumina todo su
rostro, se adelanta con paso firme y viril hacia mí dándome cordialmente su
mano. De no saberlo, nunca hubiera pensado que ante mí estaba y hablaba un
hombre de 84 años; pues todo en él es proporcionalmente joven: el paso y la
hermosa voz varonil, y sobre todo el espíritu que irradia".
Tras describir su
conversación que duró dos días, Sismanov concluye: "Strossmayer, que tanto
influyó en mi alma infantil, estaba en carne y hueso ante mí, no como una
divinidad inalcanzable, no como un doctrinario y asceta, sino como el
representante de todo lo noble, humano y simpático en la naturaleza
humana". Como Strossmayer en marzo de 1899 festejaba su último cumpleaños
en el siglo XIX, Sismanov dice que no hay un búlgaro que no diga "por
muchos años" y el poeta Popoy lo felicita en nombre de los eslavos:
En este día de la
gloria pura y sublime, no sólo los croatas te ovacionan con fervor o noble
anciano, simpatía e inmenso cariño con buenos deseos te profesan todos los
eslavos...[115].
Jurinic quien más
contribuyó a la popularidad de Strossmayer en Bulgaria, lo saludó en Djakovo
con motivo de su 50 aniversario de obispo (en septiembre (1900), destacó que su
obra dio calor también al pueblo búlgaro que lo aprecia mucho[116].
Ilija Koney, el
mejor conocedor actual de las relaciones culturales búlgaro-croatas, escribió
con motivo de la colección de Miladinov un excelente estudio, tocando todos los
problemas discutibles y considera que "lo esencial en la relación de
obispo con Miladinov es su eslavofilia, su idea de unión de la iglesia
occidental y oriental en la época de las luchas nacionales de los pueblos
sureslavos" [117].
También subraya que el obispo ayudó colocar la piedra angular del actualmente
magnífico edificio cultural búlgaro.
De esa manera
Strossmayer hizo mucho bien también a los búlgaros, demostrando con ello que no
era "ni agente austríaco" ni "oportunista" sino un
visionario y un idealista. "Quería a todas las ramas del gran árbol
eslavo, escriben sus biógrafos, sin menguar en lo mínimo su amor hacia su
pueblo croata"[118].
Bloomington, Indiana, EE.UU. Versión castellana: Branko Kadic
Bogdan Radica
"La
violencia no es ni poder ni fuerza sino debilidad"
El desarrollo del
pensamiento de Croce en los últimos quince años se desenvolvió en el plano ético-político,
donde el conflicto entre su liberalismo metapolítico y la concepción
totalitario-estatista del Estado se hace siempre más agudo y adverso. Por
cuanto la praxis política del Estado dinámico y totalitario se extiende a todas
las esferas de la vida del país, por tanto la idea de Croce se hace más fuerte,
más potente y de una solidez cada vez mayor. Hay en esta relación entre la idea
auténtica y la actitud política, que se separan ideológicamente en un contraste
inconciliable de oposición, todo un conflicto dramático y de trascendencia
histórica. Con la excepción de la traición intelectual de G. Gentile, para
expresarnos en términos de J. Benda, y de la postura güelfiana y medieval de G.
Pappini, el resto total de la "élite" espiritual de Italia, imbuida
por la continuidad del grande y fundamental ideal italiano del risorgimento,
creyó y confesó: la política no es otra cosa que, lucha de ideas, apoyada sobre
la ética y la moral, por lo cual ella tuvo que abandonar al país y vivir en el
exilio.
Croce quedó solo
y aislado en su Nápoles barroco, en la gran tradición tomista de los
monasterios medievales, contra cuyos muros, como dijo él mismo, en vano están
golpeando las olas de la vida; en su biblioteca de una decena de miles de
volúmenes, a la que los ataques de la calle enloquecida intentaron a menudo
imprimir el sello de un resurgido vandalismo, el maestro de una de las
generaciones italianas más inquietas quedó completamente solitario. A pesar de
que el número de sus lectores aumenta, él permanece solo y orgulloso, en su
soledad. Croce queda solo, orgullosa y entusiastamente solo, sea en su casa
patricia de Nápoles; donde se siente viva la tradición humanista, en presencia
de G. B. Vico, revivida en la comprensión histórica de las relaciones de tiempo,
sea cuando siga con atención las sesiones del Senado de Roma, anotando con su
viva presencia la resistencia al caminar del tiempo, o cuando está descansando
en los viejos ambientes del Piemonte liberal. En esta soledad, edificada por la
experiencia de un espíritu soberano, en el que lo trágico de la vida se
convierte, mediante una idea universal, en un optimismo resistente de
sabiduría, revive el humor napolitano de Croce, su inteligencia activa,
animando por las risas de sus cuatro, hijas y su pasión bibliófila. La soledad
del autor de la Filosofía del Espíritu, de quien renegaron todas las academias
italianas y cuyas obras fueron proscriptas en todas las escuelas, no resulta
solamente simbólica para la época en que vive y está muriendo la vieja Europa.
Esta soledad es históricamente significativa e, incluso, patéticamente
dramática. A medida que crece esta soledad, el pensamiento de Croce se forma
más sublime, más brillante y, religiosamente, más excitante. A través de esta
soledad provocada por la renuncia a la realidad política, el pensamiento de
Croce consiguió trasladarse del plano estético-literario-crítico a la altura
donde la eterna idea, en la catarsis de vida, está buscando la contestación y
la solución de los problemas éticos e ideológicos en conflicto.
El desarrollo
moral e intelectual de la personalidad de Croce empezó con el estudio de
pequeños documentos históricos y la elaboración de un tratado estético. Cuando
apareció su Estética, Italia seguía la orientación positivista-lombrosiana y en
el sentido de los ideales morales y políticos de D. Sanetis y de Carducci.
Croce introduce en este mundo de las creencias y conceptos estables, donde los
confines y la definición de lo bello y lo bueno estaban ya determinados, el
descontento, la duda y la revuelta. Inaugura su protesta desde sus opiniones
sobre lo bello. Italia es el país donde lo bello fue siempre la pasión de las
generaciones.
Si Italia estuvo
durante siglos y hasta el despertar de los pensadores liberales y positivistas,
ética y políticamente muerta, si no tuvo una idea clara y precisa con respecto
a su formación nacional y moral, a su misión filosófica y religiosa de una
totalidad étnica, ello fue consecuencia del hecho de haber sobrellevado lo
bello todas las demás fuerzas inspiraciones y anhelos. Es en Italia donde los
tratados sobre lo bello fueron la preocupación exclusiva de generaciones
enteras y donde la idea de Estado quedó olvidada mucho tiempo, y sólo empezó a
formarse de las cenizas de la tradición olvidada y las influencias importadas,
transplantadas. A pesar de que se le considera partidario de la generación
idealista de Carducci y en oposición a la positivista de Lombroso, Croce hizo
aportes considerables a la destrucción de las bases y definiciones establecidas
sobre las que se apoyaba el viejo mundo italiano. El neoidealismo de Croce, en
este sentido, precipita a Italia, sin duda alguna, en una aventura sin límite
de las ideas, de donde surgió también la gran aventura política. Croce se
distanció en varias oportunidades, de las influencias que su compatriota y
coetáneo G. D'Annunzio tuvo, sobre la Italia de entonces. La visión vitalista,
intuitiva, dinámica e imperialista-nacionalista de G. Annunzio fue posible
gracias a la visión neoidealista de Croce sin una relación consciente donde el
pensamiento, el espíritu, la vida y la acción constituyeron la base originaria
del individualismo estético de la Filosofía del Espíritu que todavía no estaba
formulada.
Esta visión
relativa a la formación del pensamiento de B. Croce halla la confirmación en su
autobiografía, escrita durante la guerra, Aporte a la crítica de mí mismo,
donde Croce presiente la quiebra de sus anhelos anteriores, anunciando por
intermedio de Lógica y Práctica la formación de su conocer en el campo ético y
político. La filosofía que partió de la vida y que buscó como su mayor fuerza
la experiencia de un contacto constante con la vida, no pudo permanecer
insensible ante el desarrollo de la realidad. El pensamiento partió
perfectamente natural de la estética, pasando por la lógica y la economía
directamente a la ética y la política, considerándolas como la totalidad de la
vida moral y práctica. El materialismo histórico y el marxismo, superados por
él en su crítica dialéctica y bajo la influencia de Labriola y sobre la base
del idealismo de Hegel, lo han preparado para dicho camino.
La historia de
los viejos archivos napolitanos y en el contacto con Vico con que Croce empezó
sus consideraciones de la vida de las ideas, recibió en esta frase final de su
desarrollo la visión decisiva. Cuando la nueva doctrina política del
nacionalfascimo encontró su base ideológica en el neoidealismo, en la intuición
vital, en el vitalismo y el dinamismo nacionales, negando la forma abstracta,
positivista y superado del Estado demócrata-liberal, y el materialismo
histórico del socialismo como también el utopismo aritmético y rígido del
Manifiesto de Marx, B. Croce retorna a la historia como base de todo el
pensamiento, a la ética como apoyo de toda acción y a la libertad como la fuente
de toda la religión. Mientras Gentile abrazó al Estado nazifascista, viendo en
él el resultado de la concepción neoidealista de la práctica y al que dio un
sistema filosófico completo, Croce justificaba su apartamiento y su oposición a
la supremacía de la doctrina nacional-fascista exclusivamente a título de
individualismo, de la ética y la moral, como también de la imposibilidad
absoluta para que la personalidad espiritual se pierda en la supremacía
colectiva del totalitarismo estatal. Abandonado por Gentile, eliminado de la
Universidad y las escuelas secundarias, Croce empezó su trágica soledad. Esta
soledad lo hizo regresar a las "fuentes sagradas" no sólo del nuevo
pensamiento italiano, sino también del europeo en general. Haciendo resurgir a
Vico, Croce decía hacerlo no sólo para que los italianos se sintiesen más
italianos sino para que pensasen más a la manera europea. La soledad de Croce a
que lo obligó la realidad política del idealismo mistificado del Estado
nacional-fascista, lo devolvió a la Europa de la gran tradición idealista y del
liberalismo aristocrático.
Actualmente, en
la última fase de su rica investigación, todo converge hacia una única
preocupación: la posición de la filosofía frente a la historia, la historia
concebida como idea y acción, de la cual, lógica y naturalmente, proviene
también la política, interpretada como un componente de la ley ética.
En efecto, Croce
concluye su obra en el mismo punto del que partió cuando todo su sistema vio la
totalidad indivisible del espíritu, negando el dualismo. El acto creador, para
Croce, fue siempre de carácter individual, originalmente incomparable y la
expresión absoluta del genio individual. La historia, como la concibe Croce, es
la encarnación individual de la humanidad. El liberalismo metapolítico es la
personificación del individualismo aristocrático en el que Croce ve la
culminación de los anhelos del hombre. Croce, en realidad, es en los cuatro
aspectos de su sistema filosófico un extremado defensor del individualismo y la
personalidad humana como la forma más sublime de la Europa del siglo XIX.
Obligado a vivir
como Plotino, como Dante y Maquiavelo en el ambiente humillante e
intelectualmente marchito de su patria, Croce resuelve su descontento en el
perfeccionamiento de su propio pensamiento. Este período, que podemos
considerar tomando en cuenta su edad como final, está colmado por las obras del
campo ético-político e histórico. Ética y Política, que contiene junto con los
viejos Fragmentos de Ética las bases de la política, y el actual
Consideraciones morales sobre la vida política, constituye el inicio del que
Croce pasa a juzgar los fundamentos filosóficos y políticos contemporáneos en
la mayor parte de Europa. Al lado de Consideraciones morales... que son, en
efecto, la aplicación de Bases Políticas agregando aquí también Orientaciones,
pequeños ensayos de la filosofía política, es donde Croce expresa, comenta y
critica el nacionalsocialismo y el comunismo y todas las demás formas de las
doctrinas totalitarias, derribando el pesimismo histórico del actual
pensamiento relativista alemán, del materialismo histórico y la ideología
comunista. Sobre esta base están construidas grandes obras. Historia de Italia
(1814-1914); Historia de Europa (Siglo XIX). Del filósofo de lo bello, que vio la
grandeza de la obra artística, se convirtió en el autor de una idea que
concentra toda la suerte moral e ideológica de la humanidad.
Partiendo de la
posición de que la vieja filosofía murió y que el moderno pensamiento de la
humanidad precedido por los esfuerzos de Descartes, Vico, Kant y Hegel, empieza
una nueva idea que identifica la filosofía y la historia, la ética con la
política, Croce en su desarrollo moral e intelectual alcanza la coronación de
todos sus empeños como también la proyección de todos sus anhelos espirituales.
Este esfuerzo fue alcanzado en su novísima obra Historia como pensamiento y
como acción, donde todas estas ideas están sintetizadas en una visión amplia y
bien determinada de la vida, elevándose de la experiencia y la realidad mismas.
En una oposición extrema a las posiciones apocalípticas del pensamiento actual
europeo de carácter activista y relativista, ocupándose del pensamiento
histórico de O. Spengler y las opiniones catastróficas de los últimos falsos
profetas del ocaso europeo, Croce eleva de las cenizas del pensamiento europeo
una fe en la historia, en la moral y en el ideal de la libertad. Pasando con
sinceridad y profundamente por todos los caminos y los desvíos del pensamiento,
sintetizándolo en una visión histórica, Croce saca ciertas conclusiones en el
momento actual de la profunda confusión en que se identifica la catarsis de
Europa con el concepto de la disolución y la desaparición de toda la conciencia
histórica. La posición antihistórica de la generación filosófica actual, es
resultado de la pérdida de la conciencia relativa a la misión del individuo, a
la razón de su existencia. Ella está necesariamente ligada con la crisis del
pensamiento y la cultura. El hombre es un ser histórico, una formación de la
historia. En esta calidad, el hombre es la sede de la universalidad. La
historia es el pensamiento mismo.
La historia fue
considerada por mucho tiempo como la forma menos valiosa del pensamiento y el
conocimiento. Pero la historia no es "crónica", ni erudición, ni anécdota,
ni un acumular y contar simplemente los hechos. La historia está naciendo hoy
del esfuerzo del pensar humano; no es otra cosa que la idea histórica, el
juicio histórico, es decir el juicio de la conciencia y el problema histórico.
Como idea histórica y como juicio de la condición humana, la historia se
convierte en la forma más integral y más completa del conocimiento. Como un
juicio histórico y como un problema histórico, como pensamiento y conocimiento,
la historia es universal. Croce bien separa Filosofía de la historia de la
historia misma del pensamiento. Pensando históricamente, la historia se
identifica lógicamente con la filosofía. La historia es la síntesis de la idea
y la acción. Ella representa la continuidad entre el pasado, el presente y el
futuro. La historia, concebida como idea, no corta los ligamentos, ella más
bien liga los esfuerzos en el tiempo. Por eso en la historia-idea no hay
estancamiento absoluto sino un enriquecimiento continuo y un progreso
incesante. La historia, en consecuencia, es el progreso. La historia-idea, la
historia-progreso, la historia-juicio el juicio de la conciencia humana es
idéntica a la libertad en su singularidad de una eterna posición de los afanes
humanos. La historia-progreso es idéntica a la historia-libertad. En la
historia no hay decadencia que no represente al mismo tiempo la preparación, la
formación y la incitación para una vida nueva. La historia es una síntesis de
las oposiciones humanas, que caracterizan el ascenso y descenso del progreso
humano. En ellos existen etapas en las que la libertad se oscurece por completa
y los rastros de la civilización casi se pierden para surgir nuevamente de las
cenizas, todavía más fuerte y más potente. A través de una historia así
concebida, la humanidad marcha sin cesar en la dirección que lleva a la
conquista de la libertad, siempre más amplia y más completa. Aquí hallamos la
esencia de la ley del progreso y la libertad según la concepción de Croce.
A diferencia de
la concepción marxista, económica y naturalista sobre el progreso y la
libertad, la que Croce fustiga aquí, su concepto del progreso no se detiene en
este punto. En su pensamiento el progreso es ilimitado en cuanto el mismo es,
en efecto, el progreso del espíritu-libertad que continuamente engendra y
provoca nuevos opuestos y los supera en forma constante.
Croce define la
historia-idea como "la historia sobre las historias", porque ella
sería la historia-política y la historia de la civilización. De esta manera, la
historia-idea sintetiza en si todas las densas historias (de la economía, de
las guerras, del arte) convirtiéndose en la historia del Estado, concebido como
un Estado ético, que dirige la vida de la historia. Es al mismo tiempo también
la historia de la civilización en cuanto ésta caracteriza la vida moral y
ética, sacándola de la vulgaridad y el estancamiento del Estado. La historia
ético-política se convierte en la historia de la libertad, elevándola a la
posición de permanente creadora de la historia. De esta manera, la libertad
deviene en el principio que interpreta el desarrollo de la historia y el ideal
moral de la humanidad.
La libertad es
perenne en cuanto en la misma se incorpora el juicio histórico como la
conciencia de la humanidad. El hombre siempre anhela "una libertad más
intensa". "La historia -dice Croce- no es idilio, como tampoco una
tragedia. Es un drama en que todas las actividades, todos los personajes, todos
los componentes del coro, en el sentido aristotélico, están mezclados en el
bien y el mal, pero, a pesar de todo, en la idea-guía queda solamente el bien
al que el mal acepta servir y se desempeña como incitador. Este drama es la
obra de la libertad que se está esforzando para restablecer y siempre
reimplanta las condiciones sociales y políticas de una libertad más intensa".
La humanidad pasa continuamente por contrariedades trágicas, experimentando
triunfos pero también derrotas de su libertad. Este progreso lo encontramos en
la Atenas de Pericles, luego en la Roma republicana, como también en las
repúblicas medievales. Incluso Napoleón se convirtió en el incitador decisivo
de una conquista más amplia de la libertad.
La historia-idea
crea un historicismo que, cuando procede del iluminismo, lo supera y lo
completa en cuanto supera y vence el racionalismo abstracto del iluminismo y lo
identifica con la razón. El historicismo, dice Croce, procede de la razón
lógica de la misma manera que de la fantasía poética nace la poesía. El
historicismo lleva en sí también signos de la revolución, de una revolución
auténtica y constructiva, en cuanto es la evolución hacia una nueva dirección
que lleva a la libertad.
Aquí también está
la diferencia entre la revolución francesa y la de 1848. El historicismo abarca
y absorbe también al humanismo que, renovado y adaptado a tiempos modernos,
crea las condiciones para la renovación del liberalismo. La historia-libertad,
el historicismo como síntesis de todas las contrariedades por las que pasa sin
pausa la humanidad para conquistar la libertad, halla en el liberalismo su
sistema ético-político. En la esencia del liberalismo se halla la conciencia
moral. Para Croce, la moral es la lucha contra el mal. El mal es un enemigo
eterno de la totalidad-unidad de la vida. La moral es una tendencia, aspiración
hacia el restablecimiento de la totalidad y del equilibrio entre la vida y el
espíritu, pisoteados constantemente por el mal, el desequilibrio y la
inmoralidad se levanta como lo contrario a aquélla, llevando en sí el
fatalismo, el escepticismo, el historicismo significa el optimismo y la confianza
religiosa en la victoria del bien. La inmoralidad se levanta como lo contrario
a aquélla, llevando en sí el fatalismo, el escepticismo, el agnosticismo y el
pesimismo histórico. El historicismo es fuente de la actividad, mientras la
inmoralidad es la fuente de la no acción y de la desorganización. El
conocimiento, la gnosis histórica nace de la acción o de la necesidad
permanente de aclarar y delimitar las ideas de acción -obnubiladas y
empalidecidas- para fijar nuevos ideales y la ejecución de nuevas acciones. A
la acción práctica accedemos desde una visión integral histórica. La acción
práctica, por su naturaleza, está siempre limitada, encadenada, y es
particularista. La visión histórica vigila como el espíritu sobre las cosas.
La relación de la
historia y la historiografía con la política está caracterizada por su
ubicación fuera de los partidos. A pesar de la identificación del historicismo
y el liberalismo, Croce no entiende el liberalismo como un partido político. La
historiografía no contiene en sí las instituciones parcializantes y
transitorias como son los partidos políticos, sino la idea de la libertad. La
base del historicismo, en relación con la acción, se encuentra en la posición
que coincide con que las actividades estarían siempre precedidas por el acto
del conocimiento y una solución previa del problema teórico. La razón conversa
con Dios. La fórmula religiosa de Manzini "el pensar y la acción"
determina también para Croce la relación de la historia-idea con la
historia-acción. Esta relación corresponde a la totalidad religiosa de la vida.
Es por eso que Croce cree que toda la historia en su forma más elevada es una
historia religiosa. La historia moral o ético-política da perfecta razón de la
economía, la filosofía, el arte, pero superándolas y transportándolas a una
esfera superior y a una síntesis metapolítica.
La historia
ético-política y liberal choca con la del materialismo y el marxismo en cuanto
parte del supuesto de que la libertad económica y material resulta sin sentido
lógico. A las observaciones marxistas de que la libertad liberal sería
solamente una libertad de derecho, Croce contesta que la libertad económica no
es una libertad completa y que no hay igualdad económica. El partido liberal
representa solamente a una situación histórica. La crisis del liberalismo no se
produce, porque no hay crisis de la libertad. La libertad es eterna. El cambio
de condiciones materiales y de la razón del progreso material y técnico no es
capaz de determinarla crisis de la libertad y el liberalismo. La crisis del
partido liberal consiste en la liquidación de la vieja clase liberal, que
necesita de renovación y de acomodación a las nuevas condiciones. La vieja
clase dominante fue aristocrática por cuanto el ideal era accesible sólo para
las clases ilustradas. Se trató de una minoría, pero las minorías conducirán
siempre a las masas. Las minorías son las que tienen importancia histórica. La
historia, integrada como libertad, derriba todas las formas de dominio y
restablece la verdadera relación entre la fuerza y la violencia, entre la razón
y el impulso.
Para Croce la
violencia no es ni poder ni fuerza sino debilidad. La fuerza es constructiva,
mientras la violencia es un poder destructivo. El juicio histórico y la
historiografía separadamente la fuerza de la violencia. De acuerdo a ellas, los
regímenes totalitarios representan los estados transitorios donde no señorea la
cooperación y la armonía totales sino la opresión
total. La relación de la doctrina racista, nacionalista o comunista con la
historia, con el historicismo y el liberalismo es irreconciliable. Ella se
manifiesta en el sentido de oposición. A diferencia de las demás oposiciones a
la libertad, el comunismo desea apoyarse sobre principios ético-políticos,
sobre principios de igualdad.
De acuerdo con
Croce, el principio de igualdad que está invocando el comunismo es un principio
abstracto e irreal; se halla es el plano matemático y no en la vida real. El
comunismo intenta realizar el ideal de la igualdad económico-material, pero sin
éxito, siendo este ideal abstracto y sin perspectiva para su realización. Es
por eso que el comunismo entra en el cerco bien del imitado de los regímenes de
violencia y de absolutismo, donde el hombre y la sociedad no son considerados
desde una posición ético-política viviente sino como miembros constitutivos de
un organismo vivo.
Negando la
libertad, el comunismo niega la existencia del hombre y la sociedad, porque los
mismos no pueden existir sin ella. La historiografía es una innegable fuente de
libertad y por ello creadora de las revoluciones constructivas, llevando en sí
un ritmo acelerado de evolución. Las verdaderas revoluciones son aquellas que
contienen en si la evolución y saber conservar y transferir la herencia de los
padres a los hijos. La libertad no es un hecho contingente, sino la idea. La
libertad en su esencia es la conciencia moral. La humanidad como categoría
coincide con la categoría de la libertad. Una institución liberal nace cuando
un hombre o muchos de ellos reconocen la libertad y hacen libres a otros
hombres. Si la religión es una concepción de vida a que corresponde una actitud
ética, dice Croce textualmente, entonces también el liberalismo es una
religión.
El liberalismo se
enorgullece en tener a sus mártires y sus apóstoles. Pero la religión del
liberalismo no es una religión utopista o mística, sino una religión crítica y
racional. El mito es lo contrario a la razón. Para separar las demás formas
políticas que se desarrollan bajo el clima propicio del liberalismo y el
historicismo y que se encuentran en estado de decadencia y de muerte, Croce
considera que el democratismo, el radicalismo y el masonismo son los conceptos
que se han convertirlo en cosas materiales y objetos estáticos y, en
consecuencia, se han marchitado y muerto.
Croce opina que
la Iglesia y el Estado son las instituciones sometidas a la crítica y la
actividad crítica de los historiadores. Por eso, afirma, no hay un Estado
perfecto o definitivo. Una concepción, semejante está condenada por el
liberalismo, choca con el totalitarismo y el marxismo a los que define como
utopías y mitos. La visión liberal de la vida aunque sea de carácter religioso
y optimista, no cree en la posibilidad de un paraíso sobre la tierra, como
tampoco en armonías aritméticas a conseguir al coordinar las oposiciones
sociales, y económicas. La sociología no es metafísica, ni idea, ni ética, ella
es un instrumento material con un significado muy reducido. Aquí hay un
conflicto entre Croce y Pareto.
La fe en realizar
el paraíso sobre la tierra es un mito. La concepción liberal e historicista,
consciente de opuestos abismales por los cuales deben pasar los esfuerzos
humanos y empujarse recíprocamente para lograr la armonía y la libertad,
rechaza utopías y mitos, encontrando su objetivo en la contemplación ética y
religiosa de la vida, en una visión de la libertad que supera el optimismo y el
pesimismo, abarcando la unidad de la vida y la realidad. Una visión de la vida
de esta índole se halla en la República de Platón y en Generis Humani
Respublica de Vico: no sólo el estado ético y quizás el más sublime, sino
también la entera historia de la humanidad.
Oponiéndose a la
corriente historicista, la que ve en el historicismo la liquidación de los
grandes ideales del siglo XIX, B. Croce devuelve la íntegra fe oscurecida en
los ideales y en la Europa del historicismo y la libertad. "Claro está
-dice Croce-, que el sentimiento histórico coincide con el sentimiento europeo
por cuanto en Europa se concentra la mejor y la más rica historia humana y en
cuanto Europa dio al liberalismo la idea asumió la misión civilizadora de todo
el mundo de tal manera, que en ella no existe la historia de naciones o Estados
tomados individualmente y que podría entenderse por separado, sacada del
organismo general, del que son partes integrantes". Desde este punto de
vista, Croce enjuicia también el movimiento antihistoricista de la anti-Europa,
considerando de que surje de las vísceras de los instintos inferiores y las
disposiciones informes de las masas plebeyas sin conciencia e, históricamente,
sin importancia.
Aun cuando no
cree en la Sociedad de las Naciones, considerándola inútil como idea e
institución políticas por cuanto en su esencia es la historia general de las
naciones, la historia viva y presente en la tradición y la continuidad de los
siglos, Croce cree que Europa y la humanidad pueden existir sólo a condición de
conocer plenamente su misión histórica sobre la tierra. "Cada uno que abra
su corazón al sentimiento histórico, no estará más solo sino ligado con la vida
del cosmos, hermano o hijo, y compañero de los espíritus que ya obraron sobre
la tierra y viven en la obra que terminaron -apóstoles, mártires y genios-
creadores de lo bello y la verdad, de un mundo bueno y humilde que dispersó la
semilla de la bondad y conservó la nobleza humana, a todos ellos se está
dirigiendo mediante su aporte, a ellos invoca, de ellos le llega el apoyo, en
el abrazo de los mismos desea descansar, uniendo su obra con la de ellos".
La humanidad no puede vivir sin poesía y verdad, sin historia, libertad y
tradición, como tampoco sin conocer su valor ético y moral. Croce siente esto
viva y patéticamente. Su pensamiento, una síntesis de la intuición, el
conocimiento y la experiencia, expresado en forma de un profundo y clásico
lirismo, deja la impresión de la sabiduría que nos está hablando clara e
inconfundiblemente desde su corazón.
* * *
Visité a B.
Croce, después de diez años, en su pequeña casa en el Piamonte. Recordé
espontáneamente mis encuentros con él en Nápoles, en su biblioteca, luego en
Roma, en la biblioteca del Senado, o durante cortos paseos en el ambiente de
Settecento de la romana Sapienza. En aquel tiempo Croce era más joven y fresco,
listo para oponerse, consciente, de la utilidad de su posición intelectual y
moral. Mientras tanto, estos últimos diez años depositaron en su vibrante y
brillante razonamiento rasgos de descontento moral y de emoción: de que todos
los esfuerzos ulteriores serían inútiles. Sentí esta disposición de Croce tan
pronto declinó en sus cartas la discusión sobre el destino de Europa, evitando
reconocer que las palabras del intelectual aislado se pierden y desaparecen en
las calles.
"Me parece,
me decía con acento señorial -que es en vano y sin sentido conversar. Me estoy
convenciendo cada vez más de que la impresión de un amigo mío alemán es exacta:
Hablar hoy significa pararse sobre el puente y hablar mientras sopla el viento
más violento... Todo lo que puedo hacer es lo que hice hasta ahora y que
siempre hacía. Se trata de la advertencia que a través de mis libros y mis
escritos difundí indicando en qué consiste y donde se halla la crisis de este
nuestro tiempo. Mi política está en mis libros. Mi conversación más bella es mi
Historia como idea y como acción. Igual como lo fueron ayer mis más bellas
conversaciones Historia de Italia e Historia de Europa.
Croce es de baja
estatura, oval e inclinado. Su cara expresa todo menos serenidad. Pero su
risita napolitana da el tono de su temperamento. Se observa el esfuerzo de
decenios de una intensa labor interior. Toda su vida es un esfuerzo
intelectual. Todos sus cortos viajes por la viejas ciudades
europeas significan largas demoras en las bibliotecas, la pasión por los
libros y las letras impresas como también una constante investigación de la
verdad. Pero Croce conoce bien el ambiente, los hombres y las ideas.
Especialmente si puede hablar italiano o, mejor, napolitano. Es entonces cuando
Croce brilla. Su palabra resulta dulce, sonora, viva y plástica. Su acento es
cálido. Su humor napolitano está siempre presente, vivaz. Hay en su filosofía,
en su palabra patética y napolitana mucho de diálogo ático y que está mucho más
cerca de Platón y los sofistas atenienses en el sur de Italia que en la Atenas
de hoy. La conversación de Croce lleva en sí el siglo de la vieja dialéctica
ática, reanimada por un contacto continuo y sin interrupción con la realidad de
la vida, la idea y la acción contemporáneas. La vida de las Nápoles y Roma
intelectuales, donde se movía Croce durante su actividad de profesor, fue
accesible hasta ayer a la dialéctica del Agorá. Croce es quizás el último
italiano en cuyo contacto se experimenta la impresión de semejante
conversación, a pesar que han desaparecido el Agorá y los discípulos.
Estábamos
sentados en el jardín. Cuando le mencioné el lapso de diez años (1928-1938) y
el último encuentro en París, a donde llegaba desapercibido a las viejas
bibliotecas de la capital francesa, despertó, pero siempre bajo el peso del
saber y de la experiencia.
- Nosotros que
todavía creemos en algo y no hemos perdido toda esperanza, acudimos a usted
para que nos diga algo. Durante estos diez años sucedieron acontecimientos de
suma importancia que usted mismo vivió y es por eso que podría decirnos qué
opina de las condiciones actuales de Europa y del mundo, como también qué es lo
que deberíamos prever y realizar. Tengo la impresión de que durante los últimos
diez años el estado de cosas en Europa no sólo no se aclaró ni aquietó, sino
que ahora está más desequilibrado, oscuro y complejo.
- Permítame
eliminar el verbo "prever" y atenerme sólo al verbo
"trabajar". Usted sabe que yo odio las previsiones que sirven
solamente a un optimismo vano y a un pesimismo atemorizador. No hay nada que
podríamos prever, porque es imposible ver algo por adelantado. Podemos ver
solamente lo que existe y lo que pasa ante nuestros ojos. Todos los que no nos
dedicamos exclusivamente (lo que es, por demás, como lo sabe, imposible) a
nuestras preocupaciones personales y particulares, vemos muy bien lo que acontece
en el mundo.
- Si usted
considera necesario "trabajar" ¿cómo es posible trabajar y actuar si
no tenemos adelante ninguna luz, ninguna guía?
- Pero eso no es
ya prever. Aquella luz está por delante nuestro,
porque está en nosotros: está en la conciencia humana, es el ideal humano, el
sentido moral y el entusiasmo moral que están hablando de una manera clara y
limpia en todos los espíritus nobles y todas las almas honestas.
- Lo que le pido
especialmente es que me confirme un ideal, un guía, una norma para la vida
práctica y política en medio del caos en que vivimos.
- Justamente me
refería únicamente a esto cuando decía que la conciencia moral impone por sí
sola el ideal. Es necesario hacer un gran esfuerzo para entender que el ideal
es aquel mismo que oímos y se repite en las conversaciones de todos y se llama
"la libertad". La libertad significa libertad para sí mismo y para
los demás tomando en consideración la dignidad humana y, consecuentemente, la
búsqueda permanente del progreso y la realización de la verdad, de la justicia
y de todos las demás cosas útiles y bellas. Cuando digo "la libertad para
sí mismo y para los demás", pienso como tener la libertad para sí mismo
mientras los otros están en esclavitud y no tienen libertad; significa, en
efecto, no tener la libertad y sufrir dentro de una libertad delimitada y en
cadenas: quien renuncia a la libertad, se levanta contra el espíritu y está
blasfemando contra Dios.
- No obstante
muchos niegan hoy en día la libertad, muchos dudan, muchos están desilusionados
y perdidos sin saber qué pensar de este ideal que fue tan caro a la generación
de nuestros padres y nuestros abuelos y que llegó a nosotros como un legado de
carácter sagrado. Hoy predominan o, por lo menos, tienen más suerte doctrinas
contrarias que se denominan autoritarias y totalitarias.
- Es por eso que
sentimos necesidad incluso de defender doctrinariamente el ideal de la
libertad, porque resulta posible vencer las doctrinas inferiores con las
superiores, las falsas con las verdaderas de tal manera que ya con sus motivos
iluminan incluso el error. Aquí está el deber total de los pensadores y los
escritores. Especialmente de los que disertan y exponen las doctrinas morales e
históricas. Permítame, en cuanto a mi obra, decirle que yo he cumplido y estoy
cumpliendo con un deber. He dedicado tanta atención y esfuerzos a la teoría y
la historia de la libertad como antes lo había dedicado a la estética, la
crítica y la historia de la poesía. Durante estos últimos años, entre otras
cosas, publiqué la Historia de Italia (1871-1914), Historia de Europa en el
siglo XIX, el libro sobre Ética y Política y recientemente Historia como idea y
como acción.
- Quise
formularle ciertas preguntas justamente en el plano doctrinario. Por ejemplo
¿qué opina del nacionalismo, el racismo, el materialismo histórico, el llamado
despertar católico y todo lo que se halla en los libros que acaba de mencionar?
- Como usted sabe
de mis libros anteriores y los de ahora, yo di la contestación a todas estas
preguntas y las he superado en mi doctrina sobre la historia y el historicismo,
en una concepción del progreso y de la libertad. Es muy amable de su parte el
retornar a estas preguntas porque quedan todavía en el fundamento de nuestra
preocupación dramática y, a pesar de que me resulta difícil repetir cosas que
me son bien conocidas y elementales y sobre las que puede informarse en muchos
libros e incluso en los míos, me resulta caro de poder detenerme sobre el
asunto también en esta nueva forma. ¡El materialismo histórico! Es un absurdo
por su nombre, porque el materialismo excluye la historia que es la
espiritualidad, y la historia excluye el materialismo. Es una de las varias
aberraciones doctrinarias de los años que precedieron al año 1848, del ala
izquierda de la escuela de Hegel que buscó algo para poner en el lugar de Dios
y por fin encontró a un dios escondido -que es la materia y la economía-. ¡El
racismo! También significa la negación de la historia, porque si en lugar de
los hombres existieran las razas con sus características establecidas y
actividades de ahí procedentes como consecuencias necesarias, la humanidad se
convertiría en un mecanismo monótono, ridículo, pobre y vacío. Dejaría de ser
lo que siempre fue, es decir, un continuo rejuvenecer y crecer. Lo mismo vale
para los demás fenómenos de estos tiempos. Abeat a me calix esta!
- Usted me dirá
por lo menos ¿qué piensa de las acusaciones que se están formulando hoy contra
los gobiernos liberales? ¿Qué significa esta enumeración de sus errores y
debilidades, este subrayar y destacarse sus malas costumbres y episodios,
corrupciones y engaños, y cosas semejantes que sucedieron y siguen sucediendo
en las épocas y países liberales?
- Estas
acusaciones y quejas de nuestro tiempo contra los errores y defectos del sistema
liberal significan, en su esencia, gran falta de seriedad y son un enorme
sofisma como para merecer hablar del mismo. Simplemente no merecen que se los
cuestione seria y científicamente. El mal, el error, la corrupción, los vicios
y los crímenes existirán siempre en este mundo, porque nadie puede explicar la
vida sin la muerte, el bien sin el mal lo verdadero sin falso, lo bello sin
feo, lo positivo sin negativo contra que el bien debe luchar en forma
permanente y sin pausa para afirmarse, para que crezca, se perfeccione y
progrese. Los regímenes de libertad no prometen la eliminación de la categoría
eterna del mal en el mundo, tampoco anuncian una rectitud universal o una
pureza general. Ellos señalan solamente el camino por el que la lucha humana pueda
desarrollarse en la forma más sublime y con resultados más benéficos. Aquí
reside su razón y su entera justificación. Acusar al liberalismo por la
existencia de los ladrones y criminales que viven en él, significaría acusarlo
de la misma manera como si sus acusadores dirigieran sus acusaciones contra el
Creador quien, seguramente, tuvo sus razones para crear al mismo mundo como es.
- Sería de sumo
interés determinar lo que está muerto y lo que todavía vive en la doctrina del
liberalismo, tomando en consideración las doctrinas políticas imperantes en
Europa y en el mundo.
- Se está
hablando del ocaso definitivo del liberalismo y la muerte de la libertad. Se
trata de posiciones muy débiles e infundadas. Provienen, globalmente, de la
juventud que no supo encontrar su objetivo. ni
equilibrio. Si el liberalismo hubiera muerto y si hubieran desaparecido para
siempre aquellas ideas e ideales que permanentemente constituían la base de la
sociedad y la humanidad, se podría ver, sin lugar a duda, en estos nuevos movimientos
a que se refiere usted y que tanto pululan, declarando haber cambiado el eje de
la sociedad y la faz de la tierra, nuevos principios e ideas nuevas que
superarían a las anteriores. Al contrario, presenciamos el caos y la confusión,
de donde se reclama una autoridad indeterminada e inconfirmada, surgiendo así
necesariamente la dictadura sin ningún objetivo claro o un orden determinado.
En consecuencia, no podemos hablar de la muerte del liberalismo, como tampoco
de algo que estaría muerto en él.
Se trata
únicamente de un oscurecimiento transitorio del ideal de la libertad, después
del cual el liberalismo resurgirá inevitablemente vigorizado y rejuvenecido en
la plena conciencia de los hombres por los sufrimientos y dolores por los que
pasa actualmente la humanidad buscando permanentemente la conquista de la
libertad. La retirada del liberalismo está íntimamente ligada a la presente
caída del pensamiento moderno y el aflojamiento ético, perdidos en el
agnosticismo y el relativismo escéptico y sin contenido que rechaza la
conversación, no obedece a los principios y las leyes, seduciendo, pero sólo
transitoriamente, el pensamiento humano hacia el desvío, pero de donde brillará
nuevamente con esplendor más, amplio de su renovación. Si es que podemos hablar
de la crisis del liberalismo, entonces deberíamos decir que tuvo su origen en
la política de Bismark. Todo lo que actualmente acontece en Europa no es otra
cosa que la última, más grave y más desastrosa etapa de las consecuencias del
apartarse de Bismarck de los ideales de la libertad.
Imbuido por el
pensamiento alemán, conociéndolo en todos sus matices como quizás ningún otro
italiano, en presencia continua de las ideas de su auténtico maestro y
compañero Goethe -a quien nunca olvidó en los días de la guerra- Croce siente
profunda y dolorosamente el distanciamiento alemán -ideológico y político- de
Europa y la totalidad de la humanidad. Este temor no es tan fuerte en ningún
otro pensador europeo que consulté en estos últimos años. El precipitado desarrollo
del pensamiento alemán con su visión dionisíaca y catastrófica de la vida y la
historia, especialmente al aparecer un Spengler, provocan en el espíritu de
Croce el deseo por las alturas donde dominan la paz y la serenidad de un
Goethe.
- En nuestro país
el problema es mucho más sencillo. La experiencia histórica acostumbró a Italia
a mirar todo desde una perspectiva verdaderamente histórica. En Alemania el
problema tiene otras dimensiones. Está sincretizado no sólo con la fantasía
sino también con la conciencia de cada uno de los alemanes.
Croce agrega que,
hace poco, lo visitó un serio filósofo alemán que intentó convencerlo de que
Hitler era uno de los fenómenos alemanes más grandes: porque intenta reformar
al hombre alemán. Un intento que hasta ahora fue ajeno al espíritu alemán,
Croce le contestó: ¡El hombre alemán! Pero a mí me interesa en primer término
el hombre lisa y llanamente, luego el alemán, el italiano, el francés, etc...
- Retornando a
nuestro problema y después de haber determinado usted de que en el ideal de la
libertad estará centrado el problema del liderazgo, las normas e ideales de la
vida política y espiritual, sería, en consecuencia, interesante determinar ¿qué
hay que hacer, es decir, cómo hay que traducir el ideal de la libertad en la
realidad efectiva?
- El ideal de la
libertad se traduce a la realidad en la misma manera como se traduce el ideal
poético, es decir, a través de un sinnúmero de formas de las cuales cada una
exige la genialidad poética. Así también el ideal de la libertad que sale de la
conciencia moral, permanentemente despierta, inspirará de caso en caso a cada
uno de los hombres de buena voluntad lo que debe hacer, teniendo en cuenta el
país a que pertenece, las condiciones en que vive, las capacidades individuales
y los límites correspondientes, el día y la hora misma, etc. No es verdad que
no haya trabajo o que no se sepa qué hay que hacer. Estas son excusas de una
mala voluntad. La buena voluntad no sólo sabe lo que debe hacer, sino descubre
el trabajo y hace presentir los caminos que nunca se pensó.
- Le doy razón
que, aun cuando todo esto que acabó de decir parece teóricamente correcto, pero
yo espero otra cosa, algo más amplio y más decisivo.
- Entiendo bien
su inquietud porque la sentí en conversaciones con otros y yo mismo la
comparto. Usted desea señalar una acción que podría devolver a Europa la
confianza ya oscurecida, la libertad pisoteada y la civilización que está
desapareciendo y muriendo ante nuestros propios ojos. La acción, en esta forma
sublime, es propia a un genio político, cuya llegada debemos desear, pero la
que no podemos ni crear ni realizar dentro de nuestros esfuerzos y posiciones.
Tengo la impresión que en la actualidad Europa está abandonada por la
genialidad política o que no abunda en la misma. Es necesario conservar la
paciencia y la constancia. Si no me equivoco, usted dijo que no conocía a otro
héroe fuera de su tiempo, pero que conoce muchas épocas que en vano anhelaban y
buscaban a su héroe. Esperando pues, dejemos a cada uno para que haga lo que
puede. Age rem tuam. Un genio político puede acelerar la realización de una
obra a que todos nosotros nos dirigimos. Mientras tanto, realizaremos una obra
útil, si trabajamos en lo que debemos y para la que tenernos vocación. Porque
esto es justamente lo que vale y lo que puede tranquilizar la conciencia de
nuestro deber.
- ¿Sería
necesario coordinar todas estas actuaciones, tan defectuosas, de los individuos
que persiguen el mismo fin, mediante un apostolado eficaz, como por ejemplo el
apostolado europeo de G. Mazzini?
- Considero que
también este deseo y anhelo están abarcados dentro de lo que acabo de decir. Un
filósofo inglés, autor de un precioso libro en, que se opone a ética de la
fuerza, me escribió hace años que dejaba de escribir libros para dedicarse a un
movimiento práctico de carácter cristiano-religioso para la salvación de la
sociedad que está en peligro. Hay una tradición en Inglaterra para las formas
colectivas de trabajo en favor del saneamiento moral. Sobre algo parecido o
sobre sólo un intento semejante en otros países no se puede ni imaginar. En
cuanto a mí, yo tengo plena fe en la verdad y el espíritu de la libertad. Se
trata de dos valores ampliamente difundidos que cooperan, descubren su armonía,
su concordancia y saben, prescindiendo de la organización práctica de la cual
depende la acción política, formar escuelas e ideales. Tengo confianza también
cuando estoy contemplando el estado espiritual de hoy no sólo de mi Italia,
sino también de gran parte de Europa. Tengo confianza porque de nuestro lado
están la experiencia histórica y el hecho de que nuestra posición y nuestros
ideales están confirmados por una experiencia ininterrumpida a través de los
siglos. Este conocimiento empezó con el humanismo, lo tenían los antiguos
griegos, existió también en el medioevo. Es una síntesis de la entera historia
de la humanidad y de Europa. Todos los intentos de destruir este conocimiento
resultarán efímeros y transitorios, afirmando y testimoniando que la libertad
es eterna. No tengo miedo, tampoco temo por Italia. ¿No fue, quizás, esta
tercera Italia tan cara a nosotros, cuya historia están destruyendo, pisoteando
y olvidando, una vez el país de la libertad, de la Inteligencia, de la
honestidad y del trabajo tenaz? Estoy convencido de que los pueblos resurgirán
de estos sufrimientos con fuerzas renovadas, cambiados y en posesión de un
conocimiento más amplio con respecto a su misión en la vida y la historia de la
humanidad.
Aquí se detuvo
Croce, reconociéndome que Goethe nunca estuvo más cerca de él en su soledad;
que lo seguía leyendo y que un espíritu contemporáneo, observador de nuestros
días, podía encontrar en él la tranquilidad interna y su propia paz. En el
pequeño cuarto donde trabaja Croce, Goethe está omnipresente.
- ¿Su idea
ético-política, parece, entra lógicamente en la totalidad de su concepción
concerniente la relación entre una obra artística, la poesía del individuo y la
sociedad?
- Claro. Una obra
artística no es el fenómeno del individuo ni de la sociedad. Es la expresión de
una personalidad que contiene en sí al mismo tiempo al individuo y la sociedad
y donde la historia y el universo se encuentran y entrecruzan, saliendo de
dicha personalidad transformada y elevada en la forma de una creación
completamente libre e independiente. Esta creación no halla nada que podría
compararse con ella en el mundo material y en los dogmas de la sociedad. Es por
eso que no podemos decir que la poesía y la obra artística dependen o no
dependen de la sociedad. Si dependiesen de la sociedad, dejarían de ser obras
de arte. Si fuesen independientes, les faltaría una parte de los elementos que
la poesía reúne en sí, los consume y reelabora. La relación de la poesía y la
obra artística; con la sociedad y el individuo, no es una relación de
independencia, sino de supremacía.
- En este sentido
¿sería absurdo hablar de poesía social, campesina o proletaria?
- La contestación
de esta pregunta está incluida en mi contestación anterior. Los deseos y anhelos
de los obreros o campesinos se manifiestan en las declaraciones de sus líderes,
de sus ideólogos -políticos o sociales- de sus delegados, sus oradores, en
suma, en las palabras y las obras de sus hombres de acción. Esto es, se
entiende, suficiente. Cuando se trata de verdaderos poetas, ellos no se limitan
a expresar sólo inquietudes unilaterales. Al contrario, tratarán y harán
esfuerzos para expresar la humanidad en su totalidad y la eternidad del corazón
y la integridad del espíritu humano.
- Saltando de un
objeto a otro, quería preguntarle ¿si usted mantiene la misma posición que
formuló hace unos veinte años, refiriéndose al libro de Masaryk sobre el
pensamiento ruso, oportunidad en que dijo que la filosofía rusa tenía muy poca
fuerza lógica y que le faltaba originalidad?
- Puede ser que
me equivoque, pero en cuanto a la filosofía, Rusia sólo repite, fantásticamente
deforma y hace enormes desfiguraciones del pensamiento europeo. Incluso en los
últimos veinte años, en el período bolchevique, Rusia, no nos dio un solo
libro, una página capaz de iluminar por lo menos un solo problema filosófico.
Lo que leí en la traducción de los escritores rusos fue solamente una
aplicación trivial de las fórmulas marxistas. Rusia tuvo genios artísticos como
por ejemplo a Tolstoi. Por lo demás, no fui yo el primero en advertir sobre la
grave y profunda fisura que dejó marcada en el intelecto ruso la falta de
educación lógico escolástica, de la que la cultura europea sacó una gran
utilidad. Esta es una afirmación ya bastante vieja.
- Para finalizar,
una pregunta más dónde y en qué fase de desarrollo está su pensamiento?
- Mientras
continúo mis estudios sobre la crítica literaria y la historia, publicándolos
en la revista "La Crítica", desearía aportar más en estos últimos
años al desarrollo de los problemas filosóficos que me interesaron durante toda
mi vida. Estoy por entrar en el septuagésimo tercer año de mi vida sintiendo un
deseo natural de dejar, si sería factible en una forma definitiva, las
disertaciones sobre los temas por mí preferidos y enriquecerlos con todo lo que
encontré pensando y aprendiendo en los últimos decenios. Así, hace dos años
publiqué el libro Poesía, este año el libro Historia. Ahora desearía en el
tercer volumen aclarar y explicar la forma en que intenté llevar a cabo en la
filosofía.
- ¿Puede darme la
idea de dicha forma?
- La contestación
es, casi necesariamente, oscura e inacabada, tomando en consideración el
estancamiento de su desarrollo. Pero la idea en efecto es ésta: La filosofía,
durante siglos, en su sentir y plantear problemas, como también en cuanto a la
naturaleza de los mismos, estaba consciente de su ligazón con la religión. Esto
resulta visible especialmente desde el último gran sistema filosófico, el
sistema de Hegel. Lo mismo, empero, podemos decir del sistema del positivismo,
el materialismo y otros sistemas más. Ahora la reforma actual consistiría en el
discutir sobre la filosofía como si fuera exclusivamente el esclarecimiento de
los conceptos que el entendimiento de la realidad histórica está buscando o
sobre la base de la fórmula que di yo en la metodología histórica. Una
concepción inmanente de la vida debe haber una filosofía inmanente y no
trascendente, es decir, debe coincidir con la historiografía y su metodología correspondiente.
Por una parte, se entiende, he tratado de cumplir y realizar esta reforma. En
este sentido puedo ofrecer argumentos y demostrar la necesidad de esta
conclusión, después de haber examinado el curso de toda la historia de la
filosofía. Pero no creo que esto pueda interesar a
quienes usted se dirige y en cuyo interés, como por lo demás en todas partes,
predomina el interés político, aun cuando todo conduce a una buena política,
incluso ofrece la defensa de lo inmanente de la filosofía de la historia contra
su trascendentalismo. ¿Qué son todos estas teorías de
raza, de violencia, de Estado, de comunismo, sino, en el mejor de los casos,
fanatismos religiosos que están construyendo mitos y tratando de
racionalizarlos en teologías?
- Tengo la
impresión de que usted no desespera por la suerte de la civilización europea.
- Desesperaría si
eso fuese posible. Si la desesperación tuviese un sentido determinado, si, en
otras palabras, el mundo pudiera terminar. Pero como el mundo no dejará de
existir y debiéndose en consecuencia continuar viviendo y trabajando, pensando
y amando, luchando y anhelando la victoria, no nos queda otra cosa que la
esperanza: La explosión de la vida que continúa. Llegaría el día en que, no
digo nosotros, sino seguramente generaciones futuras, mirando el pasado,
estarán conscientes de lo que está pasando ahora y entenderán el sentido de
nuestros sufrimientos y esfuerzos, encontrando quizás con gusto y alegría los
rastros de nuestra palabras y obras que les servirán, para preparar y edificar
una nueva y renovada civilización.
Póllone, 1938.
Traducido por: F.
Nevistic
* * *
Reproducimos esta
conversación del profesor y publicista croata -Bogdan Radica- de su libro La
agonía de Europa, aparecida en 1940. ¿Están superadas las opiniones del
filósofo italiano? No lo creemos. A pesar de que las formuló antes de la
Segunda guerra mundial, es decir antes de una nueva y tremenda experiencia
histórica, la defensa de la libertad -la idea central de la filosofía de
Croce-, sigue siendo de tanta actualidad y más todavía que entonces en vísperas
de la segunda conflagración mundial y el colapso de la civilización cristiana.
El actual peligro de los totalitarismos políticos sociales y económicos está
amenazando a todo el mundo. La libertad podría desempeñar el papel de
catalizador de tantos problemas y conflictos de nuestra época, cuando el mundo
está dividido tan fanática y dogmáticamente. Disentimos con el desaparecido
filósofo italiano, de que la libertad de una factura genuinamente inmanentista,
rechazando lo trascendente, podría impedir el mal y todavía peor del que hemos
pasado en las dos últimas guerras mundiales y las revoluciones sociales. No
obstante creemos que los hombres, en la libertad, lograrían hallar con más
facilidad el camino de una síntesis superior de respeto por la personalidad
humana y las formas de su existencia individual o colectiva.
Agradecemos
asimismo al profesor B. Radica por su amable autorización para reimprimir esta
conversación tan interesante que es al mismo tiempo muy característica por el
nivel intelectual de este renombrado publicista croata, conocido especialmente
en Estados Unidos, donde actualmente reside y se desempeña como profesor
universitario de la historia moderna de Europa. A los 32 años de vida publicó su
libro La agonía de Europa, de casi 550 páginas. Además de Croce, Radica mantuvo
similares conversaciones con G. Ferrero, P. Valery, Th. Mann, A. Gidel N.
Berdjajeff. G. Duhamel, J. Ortega y Gosset, J. Bendal, S. de Madariaga, C. F.
Ramuz, Gonzague de Reynoll, Ch. Maurras, G. Papini, F. Mauriac, J. Maritain, C.
Sforza, A. Siegried, M. Gorki, L. Pirandello, F. T. Marinetti, Merezkovski, A.
Tilgher y M. de Unamuno. En la conversación con hombres tan representativos de
aquella época, Radica esbozó toda una filosofía política, cultural y económica,
apoyándola sobre las opiniones de sus interlocutores, lo que testimonia una vez
más la inseparabilidad de la vida intelectual croata de Occidente y la
coincidencia sustancial y temporal del interés de los intelectuales croatas con
los del mundo occidental.
(Redacción de
S.C.)
Buenos Aires, 8
de octubre de 1970
Su Santidad
El Papa Paulo VI
Ciudad del Vaticano
Santo Padre:
El 10 de octubre
de 1966 nos hemos permitido de elevar a Su Santidad una Nota concerniente a la
firma del Protocolo, celebrado el 25 de junio del mismo año entre la Santa Sede
y el gobierno comunista de Belgrado.
Ante la inminente
posibilidad de que Su Santidad reciba en una audiencia especial al mariscal
Tito --José Broz-- dictador comunista yugoslavo, sentimos de nuestro ineludible
deber dirigirnos una vez más al Sumo Pontífice.
Ya en la Nota
mencionada de 1966 hemos expresado nuestros temores y preocupaciones de que la
nueva política eclesiástica con el régimen comunista y extranjero que sojuzga
actualmente a Croacia y a su pueblo podría causar graves inconvenientes y daños
irreparables al pueblo croata a pesar de ciertos alivios en cuanto a la vida
religiosa y el ejercicio del culto correspondiente. Hoy --cuatro años más
tarde-- nuestros temores y preocupaciones están confirmados por una realidad
irrefutable. No negamos ciertos alivios con respecto a la vida religiosa, sea
para las autoridades eclesiásticas o sea para el pueblo, pero la verdad es que
el Protocolo, a pesar de este su lado positivo, se ha convertido en una fuente
especial que afianza moralmente el régimen comunista granservio ante el mundo
entero y le posibilita así aplicar la política de genocidio contra el pueblo
croata con más perseverancia y seguridad. Acallada la Iglesia, el régimen de
Belgrado lleva con más facilidad a sus propósitos de exterminio de aquel pueblo
que en junio ppdo. llegó en una nutrida delegación a
presenciar la canonización de su primer santo, a quien se dignó Ud. Santo
Padre, a elevar al altar de los valores universales de nuestra Iglesia.
Pero el
restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Belgrado y la anunciada visita
de Tito a Su Santidad nos confunden ahora a todos después de aquel entusiasmo y
esperanzas de junio. El prestigio de aquel astuto dictador recobrará así
nuevamente valores últimamente muy mermados y su política, ateísta y anticroata
continuará con más tranquilidad. Los propósitos de esta política están muy
lejos de la religión cristiana y el derecho de autodeterminación del pueblo
croata. De acuerdo a las informaciones más exactas que estamos recibiendo de
nuestra Patria, todas las libertades religiosas otorgadas por el régimen
gracias al Protocolo, son sumamente precarias y revocables en cualquier
momento. Las perspectivas ecuménicas que se esperaban --el diálogo, a entablar
entre el catolicismo de Croacia y la "ortodoxia" de Servia-- son casi
nulas. El más firme candidato para el primer puesto de la Iglesia servia
ortodoxa, el obispo Dr. Danilo Krstic declaró el año, pasado que, según él,
ningún sacramento católico tendría validez ante el fuero de su Iglesia. ¿Qué
podemos, en consecuencia, esperar legítimamente de las tentativas de diálogo
ecuménico en aquella parte del mundo, especialmente, si sabemos que los servios
son los verdaderos amos de aquel país? Su hegemonismo se precipitó en múltiples
formas sobre el pueblo croata. La emigración masiva de nuestro pueblo en la
actualidad, abandonando los hogares paternos sin esperanza de verlos
nuevamente, abren las mejores perspectivas a los
servios para que los ocupen y sustituyan así en forma definitiva, los adeptos
del Dr. Krstic, a los fieles del santo Nicolás Tavelic. Esta posibilidad está
convirtiéndose rápidamente en una dolorosa realidad para nosotros y para
nuestra Iglesia Católica que, desde la desaparición del pueblo croata en
aquella parte del mundo, no tendrá más la oportunidad de predicar los valores
de catolicidad como tampoco la tiene hoy en día en Bulgaria, Rumania o la Rusia
soviética.
Conscientes de
nuestra pequeñez humana y numérica, pero también del valor muy grande del
derecho que estamos defendiendo, rogamos a Su Santidad, si son ya inevitables
la recepción y el apretón de manos por Su Santidad del primer responsable por
la muerte violenta de más de 400 sacerdotes católicos, entre los que figura
también la personalidad preclara del cardenal Stepinac, que interponga toda su
autoridad moral y el prestigio internacional en el sentido de aliviar las
dificultades mortales del pueblo croata bajo el régimen cuyas riendas todavía
detienen en sus manos aquel aventurero internacional sin escrúpulos de clase
alguna. Rogamos porque estamos convencidos que no hay y no puede haber
contradicción alguna entre el derecho natural del pueblo croata o, la vida y la
política religiosa que Su Santidad trata de realizar allí por intermedio, de
los diplomáticos nuevamente enviados a Belgrado. El catolicismo del pueblo
croata es el factor decisivo y el único título justificativo, de la presencia
de aquella representación diplomática en la capital yugoslava comunista y
ortodoxa. En aquella ciudad vienen tomándose decisiones políticas de carácter
religioso, cultural, económico o social que profundamente afectan a la entera
vida del pueblo croata, siendo la Yugoslavia comunista un Estado totalitario
por excelencia. Aun cuando la política de la "ciudad terrenal" no es
directamente de la competencia eclesiástica, todos sabemos muy bien que la
religión y la política religiosa son inseparables de la vida pública en general
y la suerte de los pueblos respectivos. La nueva diplomacia vaticana en
Belgrado puede y debe contribuir a los anhelos por la libertad nacional del pueblo
croata. Actualmente todos, absolutamente todos los pueblos y entre ellos no
está último el pueblo croata, comparan su destino temporal con aquel eterno
defendido por sus representantes eclesiástico-religiosos. La divergencia de la
discordancia al respecto perjudica a todos.
Sin otras
pretensiones, nosotros recordamos simplemente, qué peligrosa podría resultar la
visita de Tito a Su Santidad, si no se intenta seriamente compensarla con
enfoques correctos y acertados de los múltiples problemas y no se consiga
resultados positivos en procura también del bien temporal político del pueblo
croata. Hasta ahora la nueva política eclesiástica en aquel país sirvió más a
los amos comunistas para sojuzgar más decididamente a nuestro pueblo bajo el
título de su libertad religiosa que a los verdaderos intereses de Croacia, sea
en su aspecto de "ciudad celeste o la ciudad terrenal". Con firme
esperanza de que el Santo Padre acogerá la presente en el espíritu de confianza
con que la enviamos nosotros rogamos al Todopoderoso para que preste su
asistencia infalible a Su Santidad en estos días tan turbulentos, cuando hay
que tomar diariamente decisiones tan variadas y difíciles.
Por el Instituto:
Milan Rakovac
Secretario
Dr. F. Nevistic
Presidente
La permanente
crisis del Estado yugoslavo culminó en el curso de este año en la urgente
necesidad del cuarto cambio de su Constitución. A continuación reproducimos
algunas de las opiniones al respecto del periodismo mundial:
Le Monde
Diplomatique de junio ppdo. dijo entre otras cosas:
"Todo sucede como si sonara pronto la hora de la verdad para Yugoslavia.
Para superar la crisis compuesta a la vez de elementos económicos, ideológicos,
nacionales y culturales y cuya amplitud no tiene precedentes que en el período
entre 1929-1941, los pueblos que forman ese Estado plurinacional, aquellos
pueblos tan diferentes por sus tradiciones, mentalidades o por el grado de su
desarrollo, están invitados una vez más a dar la prueba de su madurez política,
a hallar las razones que las unieran por encima de las divergencias y que los
aseguran, en tanto están asociadas, una posición internacional de
importancia".
Después de haber
reproducido la opinión de un historiador británico de acuerdo con la cual el
mariscal Tito desempeñaría un papel análogo a aquel de F. José Habsburgo,
convirtiéndose los dos en el principal factor de unión de sus respectivas
formaciones políticas de carácter multinacional, el autor de un extenso artículo,
François Fejto, agrega: "Para comprender la crisis actual, el aspecto
patético del conflicto servio-croata, servio-albanés, etc., es necesario darle
la dimensión histórica total. Muchos de los observadores occidentales tienen la
inclinación, a propósito del nacionalismo virulento de los croatas, recordar el
antecedente de los ustasha de Pavelic, responsables del atentado contra el rey
Alejandro y Barthou en Marsella y que, en 1941, en la esperanza de realizar a
gran Croacia, se hicieron cómplices fascistas sin vergüenza. Pero conviene no
olvidar que los ustasha pudieron imponerse por cierto tiempo... porque pudieron
explotar el fondo psíquico colectivo marcado por las frustraciones y
decepciones similares a aquéllas de otros pueblos traumatizados de la Europa
central y oriental: los eslovacos, los polacos, los ucranianos
especialmente".
Después de haber
descripto la creación de la primera Yugoslavia o sea monárquica en 1918 que
degeneró en el militarismo y dictadura personal del rey servio Alejandro F. Fejto
se refirió a la crisis actual: "Dándose bien cuenta de la creciente
pujanza de las fuerzas centrífugas - frenada sólo por el momento por el impacto
de la intervención soviética en Checo-Eslovaquia - preocupado para dejar a sus
sucesores (¿cuáles?) a una Yugoslavia estabilizado, el
mariscal Tito anunció en Zagreb en septiembre de 1970 la reforma constitucional
conteniendo la institución de la presidencia colectiva y una nueva definición -
largamente descentralizadora - de las competencias federales. La aceptación por
todos, en principio, de los cambios, no ha impedido que las discusiones acerca
de los modales de la nueva repartición de poderes tomaran carácter muy
peligroso. Esto especialmente en el campo económico. Entre todas las herencias
del sistema centralista, es la centralización de finanzas y de comercio
exterior a Belgrado que plantea el problema más grave a superar. En efecto,
Croacia que tenía ante la guerra, una posición financiera dominante y que
actualmente representa el 33% de la Producción industrial y el 27% del producto
nacional bruto de Yugoslavia, no dispone que del 17% del capital contra el 60%
designado a Servia. En una entrevista muy clamorosa, M. Tripalo (uno de los
tres delegados de Croacia en la presidencia colectiva de Yugoslavia, Obs. del
trad.) exigió que el Big Business y los grandes bancos centralizados en
Belgrado fuesen renacionalizados, lo que significaría la redistribución de
bienes de las firmas más grandes de importación y exportación y de tres bancos
ex federales teniendo un capital de 4,5 mil millones de dólares... Belgrado
responde acusando a los croatas de megalomanía y de separatismo. ¿No es injusto, contesta Zagreb, que Servia, representando
el 43% de la población, tiene el 73,6% de los funcionarios federales, mientras
Croacia con su 23% de la población allí participa con sólo el 8,5%.
Refiriéndose al
futuro próximo del Estado yugoslavo, el señor Fejto concluye: "Oponiéndose
a la potente corriente de autonomismo que defiendo la inteligencia, M. Tripalo
corre riesgo de perder la popularidad. Pero cediendo a ésta, apuraría el
conflicto con Belgrado lo que podría convertirse en un desastre. Parece, en
efecto, que el compromiso conseguido en Brioni representa al extremo límite a
que pudo llegarse para conciliar el mininum de la autoridad indispensable con
el maximum de la independencia de las repúblicas. ¿Será respetado este límite
después de la desaparición del hombre (Tito, ob. del trad.) cuyo arbitraje
también esta vez fue indispensable y decisivo?".
El señor Fejto parece
hallar pocas razones de unión entre los pueblos de Yugoslavia si deposita la
esperanza de salvación de aquel Estado únicamente en el Ejército. Pero no hay
que olvidar de que el Ejército está compuesto por los hijos de los pueblos
desunidos. Depositar las esperanzas en el Ejército significa defender la
dictadura y, por demás, del totalitarismo comunista.
Raices, la revista judía de Buenos Aires, en su número 29 de
junio de 1971 entre otras cosas dice lo siguiente:
Yugoslavia pasa
actualmente por un período de difíciles estremecimientos con un trasfondo
nacional. En el centro del gran debate se encuentran los servios y croatas, las
dos grandes naciones de los eslavos sureños entre los que existe una especie de
conflicto histórico. Los croatas expresaban por lo general la tendencia al
aislacionismo, mientras que en Servia se concentraban las fuerzas
centralizadoras. Este es el trasfondo histórico de las relaciones entre las dos
naciones.
En la Yugoslavia
socialista se nota una nueva etapa, y en derredor de estas dos grandes naciones
hay otras: los eslovenos, cuyo nivel de vida es igual y hasta supera al de la
cercana Austria, de alto nivel, y que tienden a cerrarse en sí mismos; los
macedonios y montenegrinos, a quienes es difícil salir de su atraso económico,
que es herencia de generaciones, y en el medio se encuentran los habitantes de
Bosnia y Herzegovina, con una tradición musulmana de estirpe eslava, definidos
muy claramente desde el punto de vista étnico pero que hasta hoy buscan todavía
su identidad nacional. Está también la gran minoría albanesa, de 1.000.000 de
almas, que durante los últimos 25 años hizo surgir una capa intelectual
nacional.
Los debates
tienen un carácter cultural y económico. ¿Existe un idioma o lengua
serviocroata con diversos dialectos o son éstos dos
idiomas diferentes? Se completó últimamente un censo de la población en
Yugoslavia, precedido de un debate que duró más de un año, precisamente sobre
la definición nacional. Después de este debate sólo una pequeña minoría de
jóvenes intelectuales se autodeclaró "yugoslava". Hubo un consenso
casi general que en el rubro de pertenencia nacional no se debe poner la
palabra "yugoslavo". Hasta los asimilados entre los 7.000 judíos que
habitan actualmente Yugoslavia se anotaron como "judíos", igual que
lo hicieron las otras nacionalidades. Existe un choque entre concretos factores
de poder. Frente a ello, la cumbre federativa de Yugoslavia está muy débil en
todos los niveles.
Precisamente para
fortalecer los liderazgos locales en las repúblicas, se deriva con el correr de
los años, una parte de la conducción central hacia las repúblicas. Estas se
unieron con fuerzas más jóvenes, locales, de modo que la polémica periodística
más aguda se registra ahora entre el presidente de la Alianza Comunista de
Croacia y el presidente de la Alianza Comunista de Servia, ambos miembros de la
presidencia de la Alianza Comunista de toda Yugoslavia. Los líderes de los
comunistas croatas exigen la formación de su república como Estado socialista
en el cabal sentido de la palabra. Cuando hablamos de la República Socialista
Croata como de un Estado, nuestra intención es que ésta tenga sobre todo
carácter de Estado nacional, ya que el pueblo croata no podrá construir su
Estado en ningún otro lugar del mundo sino en este territorio histórico...,
manifestó hace poco uno de los jefes del partido en Zagreb. Ellos también
acusan a sus colegas de Servia de explotar a las otras repúblicas
económicamente, porque se encuentran más cerca del Tesoro de las instancias
centrales, en Belgrado.
Se percibe
entrelíneas, en los discursos de Tito -que es de origen croata- que no le gusta
mucho la política del actual liderazgo croata. Tito, que festejó en mayo su 79
cumpleaños, está muy preocupado por la situación del país y no trató de
ocultarlo en sus últimos discursos públicos.
Nosotros vivimos
en una época en la que debemos mostrar en todo momento nuestra disposición a
defender nuestro país y el sistema socialista de autogestión, dijo durante una
ceremonia. Ultimamente, ante un grupo juvenil, Tito dijo: debemos trabajar como
si tuviésemos la seguridad de que la paz reinará cien años, pero debemos
prepararnos para la guerra como si ésta estallara mañana mismo".
Después de la
última visita de Breshnev a Belgrado el tono general se ha hecho un poco
tranquilizador.
Die Welt (Hamburgo) del 23 de julio de 1971 bajo el título:
Creciente preocupación en Yugoslavia: El ejemplo de Praga asusta - Moscú
refuerza la presión sobre Tito y sobre su sistema, dice también esto:
"Yugoslavia
se ve siempre más expuesta a la campaña propagandista de la Unión Soviética. Al
mismo tiempo se mueven dentro del país las fuerzas que nunca perdonaron a Tito
su camino especial al socialismo que provocó la interrupción con Moscú. ¿Se
atreverá la Unión Soviética en un momento favorable, invocando la doctrina de
Brezhnev, marchar a Yugoslavia? Algunos observadores confirman la pregunta...
Los soviéticos fueron acusados abiertamente por los yugoslavos de ayudar la
subversión abierta de los estalinistas. El jefe-comentarista de la Radio
Zagreb... se refirió al asunto en estos términos. `Se intenta a convencer a los
ciudadanos soviéticos que nuestra situación es desesperada y en muchos aspectos
similar a la de Checo-Eslovaquia en 1968. De esta manera se intenta subrayar la
necesidad de las medidas correspondientes'. "Medidas
correspondientes" podría significar, en efecto, la intervención militar en
Yugoslavia. No solamente Tito, sino muchos de sus subordinados están hablando
últimamente en cada una de las repúblicas, acerca del peligro de la
disgregación de Yugoslavia por las fuerzas del exterior que no se determina de
cerca y que querían dividir al país de acuerdo con la fórmula de Yalta
"fifty-fifty"... Una irritación todavía más grande fue provocada por
el libro del miembro del Comité Central e ideológico Sergej Trapesnikov, que
apareció en Moscú y evidentemente provisto como material de educación para los
funcionarios del partido de la Unión Soviética. Trapesrikov habla de
"cuatro fases del revisionismo" - y está claro que él bajo la cuarta
fase considera, como dice él, "la más peligrosa", al titoísmo.
Textualmente está en el nuevo libro soviético: "El objetivo ahora está en
la liquidación de la cuarta fase... Hemos entrado en un nuevo período en que el
revisionismo debe ser roto y destruido...". En Belgrado se habla
francamente que el centro de la tensión se ha movido del centro europeo al
Mediterráneo. En las conversaciones de los competentes puede oírse a menudo la
pregunta: ¿Puede producirse distensión en Alemania y en Berlín, si se cambia al
mismo tiempo el equilibrio en el Mediterráneo? El reforzado interés de Moscú de
poner su firme pie en el Mediterráneo, conduce a la amenaza de Yugoslavia,
porque así se aumenta el interés por la orilla yugoslava del Adriático".
Destacando
momentos propicios para una intervención soviética en Yugoslavia - momentos en
la política exterior e interior, Hans Krainer, autor del artículo en "Die
Welt" agrega:
"El órgano
de la emigración croata que se edita en Munchen, "Estado Croata",
vocero del Comité nacional croata, ofreció hace algunos meses a los soviéticos
bases aéreas y bases marítimas en el litoral croata si Moscú ayuda a los
croatas a conseguir la independencia. Yugoslavia, así se dice aquí, es una
invención de las potencias occidentales con el fin de mantener a Rusia lejos
del mar Adriático".
Mencionando
especialmente el problema macedonia en relación con Bulgaria y sus pretensiones
a esa parte de Yugoslavia, "Die Welt" concluye:
"Así las relaciones soviético-yugoslavas de acuerdo con los casos de cambio en los últimos diez años quedan un capítulo incierto. Moscú reserva para sí y para el futuro todos los caminos abiertos".
El gran diario La
Nación de Buenos Aires, en su edición 23-4-71, dijo:
"Yugoslavia
está atravesando uno de sus períodos más críticos desde que hace más de veinte
años creó su tipo de comunismo independiente. Está en juego el futuro de este
país, único multinacional, que vincula al Este con el Oeste, y con sus teorías
de obreros con administración propia y mercado libre, constituye un reto al
monolítico modelo de socialismo que practican la Unión Soviética y sus
satélites.
La sombra de la
invasión rusa de Checoslovaquia en 1968 cuelga sobre Yugoslavia que está
determinada a no sufrir la misma suerte.
Contra este telón
de fondo, Tito, que celebra este mes su septuagesimonono cumpleaños, convocó en
abril a más de sesenta líderes comunistas a su retiro en la isla de Brioni, en
el Adriático, y los mantuvo allí hasta que se logró un determinado nivel de
unidad.
Tito quería esta
unidad en medio de tiempos confusos y complejos. Algunos diplomáticos
confesaron que nunca habían escuchado ni visto aquí tantas polémicas y
conversaciones alarmadas. Sin embargo, algunos yugoslavos responsables
consideran los problemas como los dolores previos al nacimiento de un nuevo
sistema estatal o insisten en que Tito quiso que sucediera ahora, cuando
todavía se encuentra en condiciones de ejercer control".
Tito, último
grande
La Vanguardia
Española del 7 de julio
de 1971 comentando la crisis yugoslava elogia a Tito:
"El futuro
de Yugoslavia está lleno de inquietantes incógnitas. El país tiene planteado el
grave problema de las antiguas diferencias nacionales que siguen obstaculizando
la obra de la unificación. Pero este cúmulo de problemas, en lugar de
disminuir, resalta la capacidad de quien consigue superarlos.
"Tito tiene
sus pequeñas debilidades. Dicen que le gustan las mujeres bellas, los uniformes
flamantes y una cierta fastuosidad. Le gusta la vida y goza de los placeres que
la vida le ofrece. Representa, en definitiva, la antítesis de los plúmbeos y
escuálidos dirigentes de las Repúblicas populares; y tal vez por ello nunca se
ha sentido a gusto en su compañía. No ha retrocedido ante la sangre de sus
enemigos pero nunca ha querido derramar la de sus amigos. Lo demuestra el caso
de Gilas. Nosotros admiramos profundamente el valor y el anticonformismo de
Gilas. Pero debemos de reconocer que ningún otro régimen habría tratado con
tanta clemencia a una rebelión como la suya. Tito le llamó y le advirtió que no
llevase sus críticas más allá de lo admisible. Pero Gilas prefirió atender a su
propia conciencia. Pero Tito también demostró tenerla cuando redujo al mínimo
el castigo. Y lo mismo hizo más tarde con Rankovic, otro antiguo compañero de
armas que intentaba desviar el rumbo del nuevo camino.
El hecho cierto
es que Tito tiene madera de un auténtico jefe de Estado. En la historia
contemporánea juega un papel mucho más importante del que desempeñaría su país
sin él".
Pero "La
Vanguardia Española", nada dice si Tito se mostró tan generoso con
Hebrang, un ministro croata quien fue degollado en la cárcel. La generosidad de
Tito con Rankovic y Gilas, es igual al miedo a la "nación más
numerosa", es decir a la Servia.
The Times del 9-VIII-71, a su vez bajo el título: Yugoslavia:
experimento osado de Tito, hizo un comentario que parcialmente reproducimos:
"Las veinte
enmiendas constitucionales que deben poner en función un Gabinete y una
presidencia colectiva desean cambiar drásticamente las relaciones entre el
gobierno central en Belgrado y las repúblicas y las provincias. Desde su
creación al finalizar la Primera Guerra Mundial, Yugoslavia era una insegura
alianza de seis repúblicas con tres idiomas, oficiales, tres religiones dominantes
y dos alfabetos.
"Croacia y
Eslovenia se han desarrollado esencialmente como una parte de Europa bajo el
imperio de los Habsburgo. El sur -Servia, Montenegro, Macedonia y Bosnia,
Herzegovina-, estancaron bajo los turcos durante siglos.
"Los servios
expansionistas que numéricamente dominan al país, desean una firme unidad
nacional de los yugoslavos. Los croatas, sueñan de la independencia de Croacia,
lo que últimamente significa una vasta autonomía. Las repúblicas sureñas
padecen de la pobreza rural, alivianadas por la distribución de riquezas de las
repúblicas resentidas norteñas, lo que hace el gobierno central. Sólo el
partido comunista y el liderazgo de Tito pudieron mantener juntas las partes
tan desiguales.
Firme decisión:
Las nuevas enmiendas apuntan hacia la unidad del país garantizando mayor
autonomía a sus partes. El régimen federal quería retener la suprema autoridad
en los asuntos exteriores de la defensa, de la seguridad internacional, como
también en asuntos financieros y el comercio libre con Yugoslavia y de algunos
préstamos a las regiones no desarrolladas. El control de tales cosas como son
la instrucción y salud pública serán de la completa responsabilidad de las
repúblicas y las regiones autónomas... ¿Marchará todo esto? La usual respuesta
yugoslava es que Tito mismo tampoco lo sabe.
Bajo este título L'Osservatore
Romano del 15-VIII-71 publicó la carta del Papa Pablo VI dirigida al
cardenal Seper, nombrándolo "Enviado Especial" para que presida
"las sagradas funciones y las demás reuniones que allí van a
celebrarse". En el comienzo de su carta el S. Padre dice:
"Venerable
hermano, salud y bendición apostólica.
"En Zagreb,
capital de Croacia, ciudad muy agradable por su situación geográfica, y famosa
por su monumentos artísticos, por los anales de su historia y por la nobleza de
su pueblo, se halla un templo dedicado a María, que en la lengua del país se
llama María Bistrica, y es como una bellísima perla engarzada en una no menos
bella diadema".
Hay,
evidentemente, un error en la carta del S. Padre. El templo de María Bistrica
no se halla en Zagreb sino en la localidad homónima María Bistrica a unos 25
kilómetros de Zagreb.
L'Osservatore
Romano, edic. española del 22-VIII-71 publicó bajo el
título: Homenaje a la Virgen en Zagreb informe sobre el congreso Mariano y
Mariológico que parcialmente reproducimos:
"La capital
de Croacia, en particular su catedral, su seminario y el santuario de María
Bistrica ha sido en los días pasados escenario de dos grandes acontecimientos
religiosos, el VI Congreso Mariológico Internacional que se abrió el 6 de
agosto y al que siguió luego el XIII Congreso Mariano Internacional, clausurado
el día 15, fiesta de la Asunción de Nuestra Señora.
"El cardenal
Franco Seper, que fue arzobispo y es actualmente en la Curia romana prefecto de
la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, presidió en nombre del Papa
ambos Congresos. En el número anterior publicamos la Carta que Pablo VI dirigió
al cardenal Seper y damos en esta página el discurso que el Papa pronunció al
mediodía, el día 15, desde su residencia de Castelgandolfo, conectada por radio
con el Santuario de María Bistrica. En este santuario nacional de Croacia se
habían reunido más de cien mil fieles de toda la Yugoslavia y de otros países
para honrar a la Virgen.
En el nuevo
altar, inaugurado como recuerdo del acontecimiento, el Enviado Especial del
Papa, cardenal Seper concelebró la Eucaristía con el cardenal Suenens,
arzobispo de Manilas-Bruselas y presidente del Comité para los Congresos
Marianos Internacionales; con el cardenal Wright, prefecto de la Sagrada
Congregación para el Clero; con el cardenal Carberry, arzobispo de Saint Louis
de los Estados Unidos; con el cardenal Oddi de la Curia romana; con el
Pronuncio Apostólico en Belgrado, Mons. Cagna; con el arzobispo de Zagreb,
Mons. Kuharic y con otros numerosos obispos yugoslavos y de otros países, así
como con varios representantes de santuarios marianos de diversas partes del
mundo. En la ceremonia estuvieron representados el patriarca servio-ortodoxo y
otras lglesias orientales. La radiotelevisión de Zagreb transmitió la ceremonia
que revistió un carácter excepcional".
"L'Osservatore
Romano" por nada menciona al padre Carlos Balic alma e intelecto de los
dos Congresos. No asistencia personal al Congreso del Papa Pablo VI a pesar de
los previos rumores en el sentido contrario, fue una gran desilusión para los
fieles de Croacia. Además, critica la prensa católica croata vernácula, que el
S. Padre no habló a los congresistas por la radio sino por intermedio de un
disco grabado que llegó con errores y atraso.
Estos
inconvenientes han producido un nuevo trauma de los fieles. La inasistencia:
del Sumo Pontífice no pudo hasta ahora hallar una explicación adecuada.
¿Razones diplomáticas?
Informaciones
Católicas Internacionales, Bimensual, edic. española, Nº 383 del 1º de mayo de 1971, México, publicó
un mapa de Yugoslavia que aquí reproducimos refiriéndose en la Carta de
Yugoslavia - El Nuevo rostro de la Iglesia en Croacia, al problema de la prensa
católica en aquel país y los sacerdotes católicos y su misión en el tiempo
actual. En cuanto al primer problema el rotativo dijo entre otras cosas:
"Los teólogos
y el periodista constataron primero que la Iglesia en Croacia fue marcada muy
profundamente en el pasado por un doble silencio, el silencio de los fieles
que, antes del Concilio, se contentaban con obedecer a la jerarquía, y el
silencio impuesto por el régimen en tiempos del stalinismo.
"Desde
entonces, varios elementos nuevos han roto ese silencio el Concilio Vaticano
II, la regularización de las relaciones entre el Estado y la Santa Sede, la
apertura del Estado y de la sociedad al mundo exterior, el aumento de la
participación de los jóvenes.
"La Iglesia
no estaba preparada para enfrentarse a tal situación. Privada de gran parte de
sus medios materiales, cortada de las corrientes de pensamiento religioso
moderno, aislada en pleno medio ateo, estaba, además, debilitada por el hecho
de la guerra, y de sus consecuencias, por la pérdida de un número importante de
sus pastores y de sus fieles.
"En esta
atmósfera se creó una prensa católica de un estilo nuevo, directamente salido
del Concilio. Esta prensa cambió el `estilo antiguo' que consistía en actuar
antes de informar, Considerando que hace, falta informar primero.
"Solamente
que su acción chocó rápidamente con múltiples obstáculos: en efecto, los
acontecimientos descriptos por los nuevos periódicos no daban siempre una
imagen que favoreciera a los sacerdotes y a los obispos y contribuía a hacer
descender a estos personajes, del pedestal `sagrado' sobre el cual se
asentaban, lo que llevó a los medios tradicionalistas a plantearse la pregunta:
¿quién, en la Iglesia, tiene el derecho de hablar?
"La nueva
prensa -y principalmente Glas Koncila-, estima que aquí se trata de un falso
problema. Para ella, no importa tanto saber quién habla, sino de qué se habla.
Y ella piensa que es preciso sobre todo hablar de los problemas de importancia
vital para la Iglesia: la liturgia, los seminarios, el compromiso en la vida
social las migraciones de trabajadores la pastoral en las ciudades, etc.
En cuanto al
problema sacerdotal el periódico destacó:
"El
verdadero problema, afirma entonces el P. Sagi-Bunic es que en la sociedad todo
cambia -los jóvenes se van a la ciudad, la población se urbaniza, los
trabajadores emigran- y que la Iglesia no se ha dado cuenta. Una diócesis se
vacía, el mundo antiguo desaparece, pero el sacerdote de estilo rural y feudal
sigue ahí. Para resolver este problema, haría falta crear, comunidades de
sacerdotes, cambiar el estilo de la pastoral rural y dar prioridad a la
pastoral de las ciudades".
Siroki Brijeg
(Herzegovina) - Cassino croata, nuevamente la piedra de escándalo
En febrero de
1945 los comunistas yugoslavos ocuparon a Siroki Brijeg, pequeña localidad con
el monasterio y el colegio de los franciscanos en Herzegovina. Allí, durante
más de un siglo está el centro espiritual e intelectual de esa provincia
croata. El amor recíproco entre el pueblo y los franciscanos es casi
legendario. Lo han confirmado siglos de la opresión otomana. En aquellos
tiempos los franciscanos fueron "todo" para su pueblo abandonado y
perseguido. Durante la última guerra mundial, en las luchas encarnizadas contra
los comunistas de Tito, Siroki Brijeg fue ocupada por las tropas croatas y
alemanas, incluso el monasterio y el colegio, como lo fue ocupada: Cassino en
Italia. Razones bélicas se impusieron a las protestas de los inermes
franciscanos. Por eso, al ocuparla a la mencionada localidad, Tito con sus
comunistas en febrero de 1945, mató a 29 franciscanos de los cuales nueve
fueron quemados vivos en un refugio antiaéreo, edificado junto a la basílica,
previamente rociados con nafta.
Desde entonces
hasta el presente Siroki Brijeg pudo mencionarse públicamente sólo como un
lugar digno de desprecio y sus víctimas -franciscanos- como "enemigos del
pueblo" y "servidores del fascismo". La expansión servia
tradicional en las tierras croatas anduvo en ese caso también mano a mano con
el comunismo internacional. Hay que borrar un baluarte cultural croata más y un
centro del catolicismo.
Para recuperar la
dignidad de los inocentes, la Provincia franciscana de Herzegovina publicó en
agosto del año en curso, después de un cuarto de siglo, un pequeño folleto de
24 páginas, dando la verdadera versión del caso. Así la denigración
servio-comunista, que hasta ahora fue la única fuente de la "verdad"
histórica fue puesta públicamente en duda. Los comunistas dieron la alarma. El
fiscal de Split (república de Croacia, porque el libro fue publicado allí,
levantó acusación, pidiendo la prohibición del libro y el castigo de su autor.
El 12 de agosto el tribunal del distrito prohibió la distribución del folleto.
Pero, hecha la apelación por los franciscanos, a las Corte Suprema de Croacia,
ésta anuló el fallo de su subordinada instancia. Bajo la presión estruendosa de
los comunistas servios en Bosnia-Herzegovina y de Servia, el fiscal de Bosnia,
no obstante, ordenó la prohibición del folleto, elevando el asunto al fiscal
federal para que éste pidiera el fallo de la Corte Federal. El 26 de octubre
dicha Corte, en su composición casi total servia, confirmó definitivamente la
prohibición del folleto. ¡La tierra "sin justicia" como lo diría
aquel Djilas, que tanto aportó para que fuere así, no pudo proceder de otra
manera! Se han impuesto criterios puramente políticos, unilaterales,
serviocomunistas, totalitarios.
Para que nuestros
lectores puedan ver, qué es lo que se incrimina, reproducimos algunas partes
del mencionado folleto de acuerdo con lo que ha publicado la prensa comunista
yugoslava: "En el centro de Herzegovina se halla una colina. Se llama
Siroki Brijeg (La Colina Ancha). Esta colina, para los hijos de Herzegovina, es
su orgullo; desde cuna, una idea de grandeza, un bastión de la cultura. Es el
santuario de María, punto de reunión (Meka, Obs. nuestra) de los
herzegovinenses. Por eso el amor hacia ella es grande hasta la locura, pero
también el odio hasta la rabia... El año 1945 le cortó la perspectiva a Siroki
Brijeg y le trajo la agonía. La iglesia fue devastada, 296 tiros de cañones
fueron descargados sobre ella; fue sacada la numeración del monasterio,
destruida la inscripción histórica que estaba sobre su puerta principal.
Mediante bombardeos, fuego y devastaciones fue destruido el tesoro cultural de
aquella región: el archivo, el museo, la biblioteca y el gabinete físico,
químico y biológico; fueron apagadas 29 vidas de dicha casa. Esta es la pérdida
más grande siendo irreparable. Siroki Brijeg perdió también su nombre
(Prohibido y redenominado Listica, Obs. de la R. de SC). Pero de las cenizas y
la sangre surgió una nueva generación que no muere. Siroki Brijeg está
nuevamente enverdecida. De sus quemaduras brotó una vida nueva. Dos campanarios
como dos hijos fuertes y vigorosos recuerdan el pasado y abrazan a su madre que
está de guardia junto a la tumba de sus hijos, llorando. Siroki Brijeg no tiene
valores artísticos, tesoros o adornos. Tampoco los tiene Herzegovina. No
tenemos monumentos históricos o culturales porque en nuestra tierra vienen
sucediéndose revoluciones culturales...".
A la Virgen le
hacen compañía los frailes-mártires, víctimas inocentes. Sus restos mortales, lo
que no llevó el tiempo ni devoró el fuego, fueron trasladados del refugio
antiaéreo... y depositados bajo el altar de San Antonio...".
Para testimoniar
su fidelidad a los cofrades martirizados, cien franciscanos de Herzegovina se
declararon solidarios con el autor del folleto incriminado. Solidariamente se
ponen a la disposición de las autoridades públicas pero defendiendo sin
vacilación la inocencia e integridad moral y nacional de sus hermanos
religiosos y nacionales, víctimas de una agresión bárbara.
En signo de
apoyo, también sin vacilación, nuestra revista Studia Croatica expresa la
solidaridad absoluta con las víctimas y sus intrépidos defensores, hermanos
nuestros de sangre y de fe.
El 12 de junio de
1971 falleció en Buenos, Aires el Dr. R. Floegel, destacado hombre público de
la colectividad croata en Buenos Aires. Abogado de profesión, el Dr. Floegel
fue uno de los más audaces defensores de la juventud universitaria croata,
perseguida por el régimen dictatorial del rey servio Alejandro Karageorgevich
entre las dos grandes guerras. El desaparecido intelectual se dedicaba además a
la actividad socio-política, colaborando asiduamente en la organización
"Zemlja" - "La Tierra", presidida por el Dr. Dj. Basaricek,
víctima del atentado servio en el parlamento junto con Esteban Radic en 1928.
El Dr. Floegel prestó su atención especialmente a la colonización interna de la
población croata, trasladando numerosas familias de las zonas pobres a las más
ricas. Sin ayuda del Estado granservio, "Zemlja" y sus colaboradores
recaudaban medios para su acción benéfica de la iniciativa privada, tratando de
contrarrestar la acción estatal granservia que colonizaba a los servios en las
ricas zonas agrarias de la Eslavonia croata. (Nació en Zagreb en 1900).
El Dr. R. Floegel
era también colaborador de Studia Croatica, donde publicó un trabajo muy
informativo acerca de aquella actividad colonizadora que tanto le preocupó y
tantas horas, meses y años de su trabajo dedicó a la misma.
Los restos de
este noble patriota descansan en el cementerio de la Chacarita, junto con su
hermano Ivica. Ambos fallecieron en el mismo sanatorio San José, Buenos Aires,
en la misma fecha y dentro de la diferencia de una media hora. La Providencia
no quiso separar a los que se amaban tan fraternalmente en este "valle de
lágrimas". Studia Croatica guardará viva la memoria de su colaborador
Ricardo y de su hermano Ivica, compositor musical también en la Argentina,
cuyas obras figuran en el programa del Coro Croata "Jadran" en Buenos
Aires.
- El diario
católico argentino Esquiú del 11 de julio de 1971 registró Studia
Croatica, números 40-41, enumerando sus principales artículos. Los Principios,
diario de Córdoba, Argentina, en su edición del 18 de julio de 1971, en la
rúbrica La Mesa Revuelta y que se refiere a la vida cultural argentina, en
primer lugar dice: "En el registro de los artículos de Studia Croatica
podría creerse insertos solamente los que interesan a la colectividad. Empero,
si bien es verdad que los temas de las notas están vinculados con asuntos que
hacen a la historia y el presente de aquel pueblo, poseen un atractivo general.
El salta desde "La destrucción de la economía croata", que escribe
Jure Petricevic, a "Ivan (Juan) Ratkai, primer misionero croata en
América" (1647-1633) firmado por George J. Prpic. director
Francisco Nevistic". -"SIJ"- Aurora de la libertad eslovena,
Buenos Aires, en su número 12 del 31 de julio de 1971, dice lo siguiente:
"Toda nueva publicación de la emigración (croata y eslovena) significa un
nuevo éxito, una piedra millar de la lucha de los pueblos por su libertad, de
los pueblos actualmente incluidos por fuerza, en Yugoslavia. Importante papel
en esto cumple la publicación Studia Croatica en Buenos Aires. Apareció
nuevamente -dentro de la periodicidad prevista- el nuevo volumen de Studia
Croatica". Después de haber registrado el contenido del volumen, SIJ
agrega la siguiente observación: "Hay que destacar que la revista la
reciben todas las instituciones científicas y culturales del mundo y que es
accesible a todos por publicarse en el idioma español". SIJ aparece
quincenalmente en el esloveno. Su director es el conocido escritor, publicista y
periodista Rudi Jurcec. Bajo su experimentada dirección, el periódico merece
ser considerado como una verdadera revista, aun cuando aparece en la forma del
periódico diario. Su interés está dirigido en primer término a los problemas
políticos y culturales de Eslovenia, pero sin olvidar ofrecernos en cada
edición un panorama, breve pero sustancial, del acontecer político y cultural
del mundo entero.
- El Congreso de
los eslavistas de Norte América y Canadá fue celebrado en Montreal en el mes de
julio de 1971. Los profesores Dr. Kadic y Bogdan Radica fueron dos
representantes croatas. Ante un público de 400 especialistas, el Prof. A Kadic
expuso la actividad y creación literaria de la emigración croata, centrando la
atención especial sobre la Revista Croata (Hrvatska Revija), con motivo de su
vigésimo aniversario de existencia, mientras el Prof. B. Radica leyó una
disertación sobre bogumili (los paterenos de Bosnia). El Prof. Dojcev, delegado
búlgaro, participó muy activamente en la discusión. El Congreso formuló por
escrito una especial gratitud al historiador croata el doctor D. Mandic por sus
contribuciones sustanciales en el esclarecer ese fenómeno religioso-cultural
que fue el bogumilismo o el patarenismo en Bosnia.
- Un error
garrafal cometió J. Cosmelli lbáñez en su Historia anticroata y medieval,
editorial Torquel S.A., Buenos Aires, al escribir en la página 444 bajo el
título Los Eslavos: "b) Los del sur, presionaron sobre las fronteras del
Imperio bizantino, y luego de atravesar el Danubio se instalaron en los
Balcanes sobre el mar Adriático. Entre ellos se distinguen los yugoslavos, que
adoptaron la religión y costumbres bizantinas, y los servios, croatas y
eslovenos, que recibieran la influencias occidentales". Error doble: No
existe un grupo étnico yugoslavos diferente de los
eslavos del sur que no son eslovenos, croatas, servios, macedonios o búlgaros y
que serían de religión bizantina ortodoxa. Además los servios no son ni de
religión ni costumbre occidentales. Religiosa y culturalmente pertenecen al
mundo bizantino-oriental. Valdría la pena rectificar dicha información del Sr.
Cosmelli que realmente desinforma.
- Solzenicin no
está solo, tal es el título de una nota en el Rheinischer Merkur, Nº 45/71
relativa a la condena de cuatro años de prisión dictada por el tribunal de Tito
contra el (poeta y escritor croata Mirko Vidovic. Además, el mismo tribunal,
prohibió al joven y talentoso escritor croata, publicar escrito alguno durante
siete años después de haber expiado cuatro años de prisión. Vale agregar que
Vidovic fue "adarnik (Estahanov) de Tito en los trabajos
"voluntarios" de la juventud inmediatamente después de la guerra.
Últimamente Vidovic vivía en Lion (Francia) desempeñándose de profesor de la
literatura rusa; casado con una francesa, padre de cuatro hijos y con
ciudadanía francesa. No obstante, al visitar a su madre moribunda en Bosnia,
los "neohumanistas" de Tito lo atestaron en Zadar con consecuencias
que acabamos de mencionar. El Instituto Croata Latinoamericano de Cultura de
Buenos Aires, entre otras muchas entidades croatas en el mundo libre, ha
dirigido una nota especial a gobierno francés, mediante su embajada en Buenos
Aires, solicitando la intervención por el joven escritor y el padre de una
familia numerosa y desamparada. Vidovic fue a su tiempo íntimo colaborador del
Prof. Mihajlov, por cuya liberación tanto se alarmó mundo literario del
Occidente. En el caso de Vidovic hay un mutismo casi general. ¿La razón?
¡Mihajlov es un escritor "yugoslavo" de origen ruso y Vidovic un
croata! Los últimos están casi destinados de antemano a morir en la oscuridad.
La nota en "Rheinischer Morkur" está firmada por Ivona Doncevic, cuyo
ejemplo deberían imitar otros croatas en el mundo libre.
- La muerte del
académico argentino Dr. B. Houssay, ocurrida en agosto del año en curso, enlutó
la ciencia argentina y a la entera nación. Además del premio Nobel de Medicina
para el año 1947, el doctor Rousay fue educador y pedagogo extraordinario
constituyéndose en la gloria común de la América latina. Para "perpetuar
su espíritu de investigador y maestro" la OEA decidió fundar el premio de
B. Rousay de 30.000 dólares que se otorgarían anualmente a los investigadores
latinoamericanos que más se destacan.
- Según las
noticias recibidas, el arzobispo de Zagreb, monseñor F. Kuharic, defendió
enérgicamente en el Sínodo Episcopal (Roma) la dignidad y libertad del hombre y
las naciones, invocando, incluso, el derecho a la violencia en los casos
extremos. Se considera que el dignatario quiso aludir al caso de su patria
Croata subyugada en la Yugoslavia comunista.
- El padre fray
Lino Pedisic, director espiritual de la colectividad croata en Argentina, fue
elegido y nuevamente confirmado como secretario general de la Comisión Católica
Argentina de Inmigraciones y director de la revista Migración, que edita dicha
entidad benéfica. Nos llena de satisfacción el éxito del padre Lino Pedisic.
- De acuerdo con
las noticias de las agencias internacionales de prensa, 30.000 de los
estudiantes universitarios de Zagreb, capital de Croacia, después de una
demostración masiva, han declarado la huelga por tiempo indeterminado,
protestando contra la opresión y explotación económica del pueblo croata. La
Asamblea general da los estudiantes ha rechazado las enmiendas constitucionales
para su república (Croacia), pidiendo admisión croata a las Naciones Unidas y
la formación del Banco Nacional Croata.
- El 4 de
diciembre, visitando centenares de miles de croatas en varios países que
abandonaron a su Patria por el terror comunista, llegaron a Buenos Aires el
monseñor Dr. Frano Franic, arzobispo de Split (Spalato) y el Dr. V. Stankovic,
director general espiritual de los croatas en el exilio. En su calidad de
delegados de la Conferencia Episcopal de Croacia, los signatarios, cordialmente
recibidos por la colectividad croata, recogieron informaciones y dieron
instrucciones para organizar una vida religioso-moral más efectiva de sus
connacionales.
(Los Habsburgos,
La Iglesia y Los Eslavos del sur, París, 1970, p. 252.
A su tiempo
escribió Eduardo Benes: "...tener a los Habsburgos en Viena o en Budapest
significa no tener nunca quietud o paz". Este es el motivo principal del
libro del epígrafe. Se trata de un libro anacrónico y, a pesar de la intención
formal de su autor de darle un carácter científico, un libro contrario al
espíritu objetivo y crítico-científico. Anacrónico, porque reproduce una vez
más "argumentos" prefabricados contra la Austria de los Habsburgos,
la Iglesia Católica y el pueblo croata, que fueron preparados hace más de medio
siglo. Su espíritu anticientífico reside en el hecho de que el autor hace uso
de la documentación respectiva en una forma muy parcial y unilateral. Le falta
la audacia para contraponer y confrontar los documentos, examinándolos
críticamente y así buscar la verdad. En lugar de dar en su trabajo la ventaja a
la razón, el autor se entrega a las pasiones que enceguecen.
Y es así, porque
B. Miljus parte desde un punto que lo asusta. La actividad del archiduque Otto
de Habsburgo le quita la tranquilidad. Austria fue el principal obstáculo de
Servia para agrandar su territorio, pera someter a toda Croacia y Eslovenia y
formar un pequeño "imperio" en los Balcanes, penetrando por tierras
croatas y eslovenas al centro de Europa. Por esta razón Servia provocó la
Primera Guerra Mundial que tanto daño causó a la humanidad. Otto de Habsburgo,
entre otras cosas, presentó en 1969 a la Academia francesa de Ciencias Morales
y Políticas una noción en el sentido de crear una federación denubiana, que
podría abarcar a Austria, Yugoslavia e Italia. Además, dice el autor, existe un
plan similar inglés, preconizando una federación danubiana de Austria, Hungría,
Checoslovaquia, Croacia, Eslovenia, Transilvania y Galitzia, cuya sede sería
Viena. Estas combinaciones casi puramente académicas, inquietaron a un servio
de Croacia, que es Branko Miljus, de tal manera que se sintió obligado a
escribir un libro con pretensiones "científicas". En efecto, Miljus
es un servio oriundo de Croacia (la parte más occidental de Bosnia, llamada por
conocedores de la historia como "La Croacia turca"), ex ministro de
la dictadura granservia de entre las dos guerras mundiales. Resentido por la
caída de la Yugoslavia monárquica, este señor, uno de los pilares de la
implacable dictadura del tirano Alejandro Karageorgevic, no puede serenarse, no
encuentra la tranquilidad, sino que busca contra quien desahogarse. Las
combinaciones danubianas del archiduque Otto le ofrecen la oportunidad para
hacerlo contra los Habsburgos, la Iglesia Católica y los croatas. Al oír este
trinomio, se agudiza la alergia de los nacionalistas granservios. La
inconformidad croata con la hegemonía servia les cae especialmente mal. Por
eso, el ataque de Miljus contra los Habsburgos y la Iglesia Católica es un
ataque calculado y de carácter secundario para poder descargar su odio contra
los croatas en un plan internacional, invocando a todas las fuerzas
internacionales mientras de los Habsburgos y la Iglesia Católica que no son,
por supuesto, pocas. Elevando el problema croata a tal altura de odio
internacional, más fácil se sindica al enemigo que es la conciencia nacional
croata viva y sus intentos siempre renovados de liberarse del dominio servio.
Claro, para no afrontar a todo un pueblo, Miljus ataca a los ustacha, que
serían una minoría aventurera, instrumento dócil en las manos de los Habsburgos
y la Iglesia Católica, mientras el resto, la mayoría de los croatas son buena
gente, casi hermanos, la parte del pueblo servio que considera incluso a la
dinastía servia Karageorgevic como a su dinastía, la que le trajo la liberación
y la felicidad!
Todas las tesis
de Miljus carecen de seriedad histórica, política y de objetividad científica.
Ya desde el comienzo de sus "dilucidaciones", parte de un presupuesto
falso. Según él, gran parte de los eslavos del sur fueron dominados durante
siglos por los húngaros y los austríacos. Lo afirma sin consideración alguna de
lo que dicen los representantes croatas más encumbrados, como por ejemplo
Esteban Radic (Ver su discurso en SC, Nros. 40-41, p. 81). En efecto, los
croatas nos encontramos en aquella comunidad después de largos siglos del
asedio otomano, en condiciones de inferioridad, pero nunca fuimos completamente
dominados. Además, el espíritu "objetivo y científicos' de Miljus debió
también reconocer que la parte muy sensible de esta inferioridad la causaron la
penetración de sus antepasados en las tierras croatas en calidad de tropas
auxiliares turcas, devastando la patria croata y ocupando sus tierras más
fértiles, previo exterminio y huída de sus dueños naturales. Estos mismos
valajos servizados que se autoproclaman libertadores del pueblo croata después
de 1918, fueron la fuerza destructora de Croacia bajo el mando turco, para
convertirse después en el instrumento de Khuen Herdevary y similares en el
sojuzgamiento de Croacia y el obstáculo más serio para su independencia. Cuando
los croatas luchábamos por la recuperación de nuestra independencia, estos
"servios" se empeñaban en mantenernos en las garras húngaras y cuando
resistimos luego a su política "libertadora", nos acusaron de
entreguismos al extranjero o se lamentaron por la dominación que nos habían
impuesto los austro-húngaros. A pesar de todas las dificultades que hemos
tenido en la comunidad danubiana, nuestra posición político-jurídica en ella no
cambió. Se nos reconocía como nación aparte y con nuestros derechos nacionales
bien visibles y reconocidos (Ver: SC, Nros. 32-35, M. Blazekovic, El Centenario
del Compromiso húngaro-croata, pp. 98-157). Si alguien escribe sobre ciertos
problemas, acentúa el carácter científico de su labor, pero ignora o
intencionalmente omite lo que es esencial para un trabajo científico, resta a
sí mismo la seriedad y se expone al ridículo.
Lógicamente, el
señor Miljus, fiel a su cientificismos arroja toda la responsabilidad por la
Primera guerra mundial sobre los Habsburgos y la Iglesia Católica, y mostrando
a los croatas, como instrumento dócil en sus manos. (Sobre este Problema ver:
Bosnia y Herzegovina, Buenos Aires 1965, edición especial de Studia Croatica).
Para facilitar su
tarea de abogado de la hegemonía servia en la Yugoslavia entre las dos guerras,
Miljos asocia las persecuciones de los servios en Croacia a las de los judíos.
En el espíritu de objetividad "olvida" decir que el número de las
víctimas judías fue más grande en su Servia que en Croacia. Este problema no
podríamos discutirlo aquí. El señor Miljus, conociendo bien el poder moral y
material de Francia, ese pueblo maravilloso, intenta movilizarlo por su causa y
contra los derechos legítimos del pueblo croata a la autodeterminación.
Consecuente con
su objetivo de denigración de los croatas y para prestar a sus aseveraciones
por lo menos una apariencia científico-histórica, analizando el fenómeno
ustacha, retrocedo hasta al doctor Ante Starcevic del siglo pasado. Este Catón
croata, es el padre del nacionalismo croata, según la opinión de Miljus, en su
forma más extrema que destruía los negocios servio, los privaba de sus bienes y
prohibía, incluso, el uso de las letras servias cirílicas. Pero como siempre,
Miljus olvida mencionar las causas del acontecimiento ocurrido en 1902 en forma
de una ola espontánea de protesta y odio, provocados por los servios en el
mismo corazón de Croacia, Zagreb. El hecho a que se refiere el señor Miljus es
el siguiente: En aquel año culminó la colaboración de 20 años de la minoría
servia con el ban croata, el húngaro Khuen Hedervary, llamado por el pueblo
croata "el ban servio", a fin de someter y oprimir a Croacia. Para
colmo, el periódico servio que se publicaba en Zagreb, titulado Srbobran,
reprodujo un artículo de otro periódico de Servia -Srpski Knjizevni Glas-
afirmando que entre el pueblo servio y los croatas estaba librándose una guerra
que debía terminar con "nuestro o vuestro exterminio", como se decía
textualmente.
Preguntamos: ¿Hay
una capital en el mundo entero, hay una democracia tan perfecta o una
tolerancia político-nacional tan absoluta que podrían permitir semejante provocación
en su propia casa por una minoría extranjera? Pero para todo esto, según
Miljos, la responsabilidad recae sobre Starcevic que inspiró a los croatas un
nacionalismo de tinte católico e imperialista que justificaba el exterminio del
pueblo servio, ortodoxo y "oprimido". Fue Starcevic el que fomentaba
la matanza colectiva de los servios. Pero la verdad es completamente otra.
Starcevic
escribió el 23 de marzo de 1883 un artículo, titulado Slovenci i Srbi (Los
eslovenos y los servios), donde entre otras cosas dijo lo siguiente: "El
autor me pregunta ¿cuál posición hemos tomado con respecto a la población que
se dice ser servia en Croacia? Hemos tomado la misma posición que con respecto
a los demás pueblos. En todos los países hay pueblos diferentes por su idioma,
religión o raza, etc... Hay también en Croacia italianos, judíos, gitanos, etc.
No comprendo el por qué este hecho puede ser nocivo para los intereses
generales de los habitantes o de la patria. Mientras existan estos pueblos, no
hay razón para negarlos o imponerlos. Que cada uno los denomina como quiera.
Pero hay cosas que pueden ser útiles o nocivas no sólo a las poblaciones
individualmente tomadas, sino también a todos los habitantes de la patria,
cualquiera que sea su denominación". Advirtiendo luego las nefastas leyes
que pesan por igual a todos los ciudadanos, preconizando por su colaboración y
unidad en pro de la patria común, Starcevic continuó: "Ateniéndonos a
estos principios, nosotros amamos sinceramente y los consideramos nuestros
hermanos a servios, alemanes, italianos, judíos gitanos, luteranos, etc., a
todos quienes están trabajando por el bien común de todo el pueblo, de la
patria entera; pero asimismo tenemos miedo tanto a los croatas, los servios, y
a todos los que están contra aquellas cosas sagradas y comunes". Para esta
clase de gentes, Starcevic acuñó el término "eslavo-sérvico" elevando
a la potencia máxima un espíritu servil con dos términos latinos que deberían
consignar a los que están en contra de "aquellas cosas sagradas y
comunes" en Croacia. A esta clase de traidores Starcevic no pudo perdonar
y, como se reclutaban en Croacia en su mayoría justamente de la minoría,
servia, era natural y lógico que Starcevic acusaba a ellos y que ellos,
culpables en realidad, se sintieran molestos por la actitud de Starcevic. Sin
expresar nuestra opinión al respecto preguntamos ¿hay una conciencia humana o
una comunidad nacional que debiendo sobrevivir, pueda formular de otra, manera
su actitud ante la felonía dentro de su propio organismo?
Considerando
completamente descalificado al señor Miljus para explayarse sobre problemas
comunes, en cuanto a sus acusaciones de los croatas por el supuesto genocidio
de los servios durante la última guerra, le recomendamos el libro L'Occidente
joue et perd la Yugoslavie dans la gerre de B. George, París, 1968, o el que
escribió Ernest Pezet sobre el caso Stepinac. Allí podrá ver, qué mal servicio
hace con su libro a la verdad y a los espíritus desinteresados de Francia. En
nuestros días se necesita más serenidad, más objetividad y más amor por la
verdad, si queremos superar estos tiempos tan turbulentos que nos están
envolviendo a todos en una confusión de mentiras y semiverdades como lo hace el
anciano Miljus, en un momento de su vida en que debería hacer gala de toda la
responsabilidad que le faltó ser en sus años de juventud. Además, señor Miljus,
sin la capacidad organizadora de los Habsburgos y la sangre derramado
de los soldados croatas, alemanes y húngaros ¿cuándo se habría liberado su
Servia del secular yugo turco? Sin tener en consideración este hecho esencial,
Ud. desvirtúa la verdad, procede sin respeto alguno por la justicia. ¿Se puede
ser así un sincero partidario y defensor de los genuinos valores de la
democracia? A pesar de su tormenta humana interior que le dice "no",
Ud. no tiene suficiente fineza moral para reconocerlo públicamente. Son cosas
de la débil y desgraciada naturaleza humana!
F. Nevistic
(Operación Matadero). Testimonios oculares sobre las matanzas ejecutadas en
Yugoslavia después de la guerra; Dorrance & Company, Philadephia, 1970, pp.
557 y varias ilustraciones.
La política
interna de Yugoslavia desde el nacimiento de este Estado plurinacional hasta su
destrucción en 1941, fue caracterizada por una nota saliente: la lucha servia
por la hegemonía y la resistencia croata contra ella. Desde el mes de abril de
1941 esta lucha fue transferida al campo bélico. Inmediatamente después del
"putsch" antialemán en Belgrado en 1941, Alemania atacó a Yugoslavia,
cuyo ejército no ofreció resistencia digna de mención porque sus comandantes,
junto con el gobierno, se dieron a la fuga, primero hacia, Grecia y luego
Inglaterra.
De las dos
regiones principales que integraban Yugoslavia, Servia se convirtió en un
protectorado alemán sui generis, mientras Croacia fue proclamada independiente.
Desde ese mismo momento comenzó la guerra servio-croata que no vio su término
hasta finalizar la Segunda guerra mundial. Los guerrilleros servios, uno bajo
el mando del Gral. D. Mihajlovic, y los otros conducidos por Tito, lucharon
pocas veces contra los alemanes; su objetivo principal y casi único fue
destruir el Estado de Croacia y restablecer allí nuevamente el poder servio.
En esta lucha el
ejército croata no sufrió una derrota significativa hasta el fin de la guerra.
Pero, debido al inconveniente de su dependencia del abastecimiento bélico
alemán, tuvo que abandonar el campo de batalla por falta de municiones. En
lugar de impartir órdenes para la entrega del ejército croata a los
guerrilleros servios, el gobierno, croata ordenó a sus comandantes que
entregasen sus unidades a los Aliados occidentales que en aquel momento ya se
hallaban en las cercanías de la frontera austro-yugoslava. Unos 200.000 hombres
o más, intentaron entregarse a los ingleses como prisioneros de guerra.
El libro que
reseñamos relata detalladamente los momentos más dramáticos del intento de
entrega, el rechazo inglés, y la captura y desarme efectuados por los partizanos
de Tito. En ese momento se inició la Operación Matadero, o mejor dicho el
exterminio y la matanza sistemática de ese ejército en tiempo de paz. El
matanza fue necesaria, como lo dijo más tarde el autor de "La Nueva
Clase" (N. Djilas) y corresponsable por la misma, para que
"Yugoslavia pudiese vivir". Doscientos mil jóvenes y concientes
croatas representaban un serio peligro para Yugoslavia como para no merecer ser
exterminados, según la lógicas del famoso
neohumanista. ¿Qué valor político representó a su vez Yugoslavia para
sacrificar por ella tantas vidas jóvenes? Para los servios de grandísima
importancia porque los croatas y otros pueblos no-servios, sometidos a su
poder, son la fuente del bienestar económico de ellos mismos. ¿Y en el aspecto
internacional? Esto sí que es difícil dilucidar. Yugoslavia era aliada,
francesa contra Alemania mientras ésta era débil, pero apenas la Alemania de
Hitler se afirmó como potencia bélica, Yugoslavia, bajo la jefatura de
Stojadinovic, pasó al lado de las potencias del Eje. Cuando luego Hitler atacó
a Yugoslavia después del "putsch" de Belgrado, su ejército demostró
ante todo el mundo, su insignificancia, porque no pudo ofrecer ninguna
resistencia. Las operaciones de guerrillas fueron emprendidas más tarde, pero principalmente
contra Croacia.
Matar a unos
200.000 soldados en operaciones de guerra, es una cosa horrible por sí misma.
Pero matarlos en tiempo de paz, representa un crimen sin precedentes. A pesar
de esta evidencia, al intentar protestar los representantes croatas ante los
Aliados o ante las Naciones Unidas, hallaron siempre oídos sordos nadie quiso,
quizás, mencionar el caso. Simplemente porque Yugoslavia era aliada y, en
consecuencia, sus crímenes eran crímenes de los aliados.
El Prefacio al
libro fue escrito por el general norteamericano Charles A. Willoughby, ex jefe
de informaciones del general MacArthur. Quedó tan amargado por el silencio con
que se cubrió en Occidente aquellos crímenes cometidos después de la guerra,
que las palabras democracia y mundo civilizado los escribió entre comillas. Más
adelante agrega textualmente: "Estas matanzas masivas son una mancha sobre
el escudo militar y político angloamericanos, porque estos dos pueblos tuvieron
la fuerza y la posibilidad para impedir su ejecución".
Además del
Prefacio, el libro contiene cinco capítulos y una documentación impresionante y
horrorosa de testigos oculares. En el primer capítulo el profesor
norteamericano de historia Stanko Guldescu, escribió una breve y sucinta reseña
de la historia de Croacia durante más de mil años. Su método de exposición es
estrictamente científica, aportando para cada una de
sus afirmaciones la fuente, y bibliografía complementaria.
El segundo
capítulo titulado "El antagonismo servio-croata" fue redactado por el
sociólogo norteamericano David Baxter. El trabajo representa un excelente
estudio sobre las relaciones internas yugoslavas, abarcando no sólo las razones
políticas sino también los motivos económicos bien documentados del conflicto
croata-servio. Ya la primera proposición esclarece al extranjero la profunda
causa del desacuerdo yugoslavo: "A pesar del hecho de que los croatas y
los servios hablan idiomas muy similares, trece siglos de vida política
separada crearon en ambos pueblos una identidad nacional diferente".
El autor del
tercer capítulo es el general croata Vjekoslav Luburic, y su título: "El
fin del ejército croata". Luburic demuestra en forma clara y fehaciente
que el ejército croata nunca fue derrotado en su guerra con servios y los
comunistas. Pero, a causa de la retirada alemana, ese ejército quedó sin
fuentes de donde obtener municiones, lo que motivó su decisión de deponer las
armas. Pero, para evitar entregarse a los comunistas, intentó entregarse a los
Aliados occidentales.
El capítulo cuarto
es obra en colaboración de los editores del libro (Prcela y Guldescu) y su
título es: "La extradición de las víctimas croatas". El artículo
describe la situación trágica de los soldados croatas que habían conseguido
pasar a la región austríaca, ocupada por las fuerzas armadas inglesas; las
autoridades inglesas, tras prometer a los soldados croatas transportarlos a
Italia, y luego que éstos entregaron sus armas y entraron en los vagones
destinados a llevarlos supuestamente a Italia, los enviaron a Yugoslavia,
entregándolos a los servios y comunistas que los asesinaron despiadadamente.
El quinto
capítulo está escrito por John Prcela, y se denomina "Las matanzas de
Bleiburg-Maribor en el periodismo y los testimonios de los testigos". Su
exposición es excelente, poniendo en descubierto cómo se encubría por todos los
medios el crimen monstruoso de asesinar 200.000 soldados croatas después de
terminada la guerra. El Comité croata para la investigación de dichos crímenes
se dirigió varias veces a las Naciones Unidas en su calidad del forum más
caracterizado para la investigación de los crímenes internacionales de esta
índole. Fueran primero a los secretarios generales Hammerskjöld y U Thant, y
luego a los diferentes delegados individuales. ¿Y el resultado?: Nada,
absolutamente nada, incluso sin recibir acuso formal de la petición.
La naturaleza
humana ha sido siempre apasionada, sacrificando los principios normales y de
derecho al oportunismo político. Si los juristas internacionales de hoy, como,
también los hombres políticos y moralistas se consideran a sí mismos como
humanistas, entonces el caso croata no deben enfocarlo como un problema
específico croata-servio, sino como un problema de conciencia humana en
general. Las matanzas en Viet Nam, en la localidad de My Lai, provocaron la
indignación de todo el mundo. El teniente Galley fue condenado a la reclusión
perpetua, atribuyéndosele la muerte de 22 personas. Y todo esto durante
operaciones bélicas. ¿Y el mariscal Tito? Su responsabilidad es por matar a sangre
fría unos 200.000 jóvenes, soldados croatas, que habían depositado las armas al
finalizar la guerra. En las 450 páginas de este libro bien documentado, de
acuerdo con las declaraciones de los testigos oculares, se describe el
asesinato de aquellos desgraciados jóvenes. Las descripciones son tan
espantosas que sobrepasarían el poder imaginativo del hombre, si no hubieran
sido cometidos. ¿Qué clase de castigo alcanzó al mariscal Tito por estos
crímenes? Fue recibido solemnemente por la reina inglesa, por el presidente
americano y por Su Santidad el Papa romano. Se nos impone inevitablemente la
pregunta: ¿Los dignatarios mencionados no advirtieron que las manos de Tito
estaban ensangrentadas hasta el codo?
Angel Belic
Separata de la
revista "Novi Zivot" (La Vida Nueva), Roma, 1968, ros. 3-4 - 68,
edición especial de 1971, pp. 45.
El doctor Ivan
Tomas, colaborador de Studia Croatica, es un sacerdote croata de
Herzegovina. Actualmente, y desde hace muchos años, vive y trabaja en Roma.
Cuando se estaba preparando en dicha ciudad para cumplir importantes misiones y
objetivos en su Bosnia y Herzegovina natales, lo sorprendió el estallido de la
Segunda guerra mundial, debiendo quedarse en la Ciudad Eterna durante todo el
tiempo de dicha contienda internacional. El trágico fin de la misma y la
imposición del régimen comunista en Yugoslavia y en Bosnia-Herzegovina como
parte integrante de aquella, impidió al padre Tomas regresar a su patria. Las
perspectivas y los planes del talentoso sacerdote sufrieron en 1945 su primera
y fatal modificación. En lugar de entrar en las filas jerárquicas de su país
con perspectivas promisorias para su pueblo y para él personalmente, el padre
Tomas tuvo que "adherirse" e ingresar a la masa de los exilados
croatas.
Después de muchos
años difíciles y laboriosos, ayudando a miles de connacionales en condiciones
todavía peores que las de él inmediatamente después de la guerra, y tras
haberse recibido de doctor de teología y en filosofía, la Dirección de la radio
vaticana le confió la conducción de la hora croata. En las emisiones a su cargo
se reveló tanto su condición de organizador como su personalidad que vivamente
se interesa, por los candentes problemas de nuestro tiempo, como también su
patriotismo y el amor por la libertad del hombre y de su pueblo croata.
Justamente por eso y después del famoso Protocolo del aire 1966 que preparaba
el camino para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas normales
entre el Vaticano y el gobierno comunista de Belgrado, fue cuando el padre
Tomas recibió otro golpe rudo en su vida de sacerdote, de intelectual y de
exilado croata. Buscando el acercamiento recíproco con Belgrado, el Vaticano
sacrificó al padre Tomas de acuerdo con las exigencias de su futuro contratante
diplomático. Los sacerdotes de confianza de Tito reemplazaron a los del exilio.
Desde entonces la
vida del doctor Tomas corre monótona, marginado en una casa en las cercanías de
Roma, comprada por el industrial croata Pedro Dicca y destinada justamente para
el Instituto Histórico Croata y los sacerdotes croatas en condiciones similares
al padre Tomas.
En las
condiciones -cum offitio et sine benefitio- diríamos está consumiéndose un
intelectual y un sacerdote de raras virtudes cristianas.
Para
"olvidar" tantas contrariedades, Tomas promueve y realiza la idea de
una revista que está consagrada a los problemas actuales de la Iglesia en
relación especial con los de Croacia. Además de su abundante colaboración y la
dirección de la revista Novi Zivot (La Vida Nueva), Tomas publicó el año pasado
un libro Corrida con la muerte, dedicado a la vida y obra de otro sacerdote
croata -el doctor Carlos Kamber que murió en 1968 en Canadá-, dejando destellos
de un verdadero orador, publicista y brillante organizador. Analizando su
personalidad, a veces con extremo rigor, el autor reveló calidades de un
excelente conocedor del idioma literario croata y de su estilo, como también
amplia cultura teológica, filosófica y literaria en general.
Con la presente
Separata, el padre quiso conservar mejor el texto dedicado a otras dos
personalidades extraordinarias de la reciente historia croata. Son ellas el
arzobispo de Sarajevo, el Dr. José Standler y el profesor Dr. Ivo Merz. El Dr.
Standler fue el primer arzobispo de la Bosnia croata después de tantos siglos
de ocupación turca y de destrucción de la antigua jerarquía eclesiástica
croata. Standler fue contemporáneo del famoso obispo Strossmayer, del Papa León
XIII y del Papa Pío X. Nombrado arzobispo de Bosnia pocos años más tarde de la
ocupación nominal de Bosnia-Herzegovina por las tropas austro-húngaras, pero
bajo el comando, del general croata Filipovic, Standler se encontró en
condiciones extraordinariamente difíciles. En su calidad de sacerdote y de
patriota, croata tuvo que luchar por los derechos de su grey en el campo
religioso, cultural, económico y nacional. Con capacidad y espíritu emprendedor
eximios, pronto edificó toda una red de iglesias, construyó el colegio y seminario
de Travnik y lo confió a la conducción de los padres jesuitas. Luego edificó
también la Facultad de Teología en Sarajevo, entregándola a la dirección de la
misma Orden. Para colaboradores supo elegir personas idóneas y cultas. Entre
ellas hay que destacar especialmente a dos sacerdotes eslovenos -los padres
jesuitas F. Sanc y Jeglic- estimados especialmente en Croacia como escritores
filosóficos y predicadores.
Standler prestó
especial atención a la prensa, a los libros teológicos y filosóficos, como
también a los manuales devocionales para el pueblo. Hasta aquí el dignatario
gozaba de gran prestigio y respeto por ser hombre de una integridad religiosa
intachable. Pero Standler luchó también por la reorganización trialista de
Austro-Hungría, recomendando la reunificación de Bosnia-Herzegovina con las
demás provincias croatas como la base más sólidas para
el tercer socio de aquella comunidad y que tendría que haber sido Croacia. De
aquí surgieron graves inconvenientes para él arzobispo. En Bosnia se entrecruzaban
intereses de tres grandes potencias de aquel entonces: Austro-Hungría que quiso
impedir la reunificación de Bosnia con Croacia; Rusia, que defendía las
pretensiones servias, y Turquía que no pudo fácilmente renunciar a sus
"derechos históricos". Es por eso que Standler fue atacado por todos
y llevado hasta el punto de renunciar a su cargo. Gracias a la intervención
personal del Papa Pío X, que conocía a Standler personalmente como a un
sacerdote devoto y que decidió el caso con las palabras: "Manet et
manebit" (Se queda y se quedará), pudo salvar su cargo y posición de
arzobispo de Sarajevo hasta su muerte, acaecida el 8 de diciembre de 1918.
Standler nació en
la ciudad de Bosanski Brod, en la frontera entre Croacia septentrional y
Bosnia, hijo de un artesano de origen alemán y de madre croata, el día 24 de
enero de 1843.
En el Colegio
Pontificio Germanicum, donde fue excelente alumno, sus superiores anotaron en
su legajo personal: "Erat Croata ex toto corde" (Fue croata de todo
corazón). La importancia histórica para la Iglesia y el pueblo croatas de este
dignatario que murió a los 74 años de vida, no está todavía suficientemente
investigada ni dignamente apreciada. El padre Tomas llamaba atención al
respecto, dando más una visión general y una orientación que el aporte directo
al estudio de la vida y la obra del doctor Standler. Este opúsculo tiene sus
méritos tanto más que el pueblo croata y el catolicismo en Bosnia actualmente
pasan por un trance muy difícil bajo el régimen granservio y comunista.
La segunda parte
de este opúsculo está dedicado al Dr. Ivan Merz, nacido en Banja Luka, Bosnia,
de padres alemanes. Murió en Zagreb a los 32 años de vida en el mes de mayo de
1928. Estudió en Viena, París y Zagreb y se desempeñó como profesor en el gran
seminario de la diócesis de Zagreb, destacándose por su vida
religioso-sacramental. Fue el más celoso realizador de las directivas
eclesiásticas en la organización de la Acción Católica. Múltiples
organizaciones, conferencias y artículos sirvieron para hacer realidad aquellas
directivas dentro del pueblo croata. Hizo voto de castidad, a pesar de ser
seglar toda su vida. Actualmente la jerarquía y los historiadores en Croacia
preparan el material para promover un día la causa de su beatificación. El padre
Tomas destaca su personalidad como el tipo ideal laico para actividades
religioso-eclesiásticas deseadas por el Concilio II. Su ejemplo podría servir
de inspiración a los jóvenes croatas -intelectuales y obreros- que todavía
creen en la misión del Cristianismo en el mundo moderno. Es de esperar que la
labor del padre Tomas traiga frutos abundantes que su autor tanto desea.
F. Nevistic
Viena-Stuttgart,
1971.
El conocido publicista
croata -Dr. Esteban Buc- editó como separata su colaboración titulada
"Acerca de la problemática eslava" y publicada en el libro
"Volkstum zwischen Moldau, Etson und Donau", preparado con motivo del
65 aniversario de vida del historiador austríaco Franz H. Riedl, en la
editorial W. Braunmüller Universitätsbuchhandlung, Viena-Stuttgart, 1971.
En la mencionada
colaboración el autor repite su tesis ya conocida por los croatas y el público
especializado de Alemania acerca de la problemática eslava. El eslavista
alemán, Dr. J. H. Strosche, refiriéndose a dicha tesis opina que "merece
atención como el rechazo del romanticismo lingüístico-filológico, económico,
etc., al respecto". El doctor Buc opina que el caso de la problemática
eslava tal como se lo presenta comenzando por la mitología eslava a través de
los datos bizantinos (Constantino Porfitogéneto) y el libro de Mavro Orbini Il
regno degli Slavi corrotamente detti Sciavoni (Pesaro 1601) luego de la obra de
Herder, Koilar y Safarik (los eslavos como nación con diferentes tribus) no
está suficientemente esclarecido y que está construido sin la necesaria crítica
histórica.
El autor aduce
como razones de la confusión al respecto: primero: por haberse considerado a
los eslavos como una entidad étnica; segundo: porque se partía de la
"etiqueta" del habla, mientras la realidad es que cada uno de los
pueblos de este grupo lingüístico tiene su "etnogénesis" individual,
su historia y su cultura. También considera que es un error hablar hoy en día
del "hombre eslavo", el "mundo eslavo" y el "espíritu
eslavo". Polemiza luego con el historiador checo F. Grauss, según cuyo
parecer debió existir en el Medioevo "una clase superior noble
eslava", fundadora de los Estados, lo que implicaría reconocer la
existencia de una nación originaria eslava, lo que nuestro autor no puede
aceptar.
El Dr. Buc
analiza brevemente la etnogénesis de todos los pueblos eslavos (enumera 12 de
ellos) y considera que su fondo racial en general se origina en los nómadas
asiáticos (los hunos, los ávaros, los pechenegos, los kumanos, los finlandeses,
etc.). Llegando a Europa, esta gente abandonaba fácilmente sus idiomas propios
y abrazaba el idioma eclesiástico-eslavo (y el abecedario cirílico) formando en
los alrededores de Salónica entre el séptimo y el octavo siglo de nuestra era.
Pero esto no significa que así también se pregunta, por ejemplo, ¿cómo los húngaros su cultura o su idioma.
Sea como fuere,
es necesario admitir que la "problemática eslava" en muchos de sus
aspectos todavía permanece enigmática y que todavía queda mucho por esclarecer,
especialmente en lo que atañe a la etnogénesis de cada uno de los pueblos
eslavos. Pero, en todo caso, resulta difícil aceptar el proceso esquemático del
autor, relativo al proceso de formación de los pueblos eslavos de hoy. Uno se
pregunta, por ejemplo, ¿cómo los húngaros siendo también un pueblo nómada, en
su nueva patria y en el mar de los pueblos eslavos, o mejor dicho, y de acuerdo
con la opinión del mismo autor, de los que adoptaron el idioma eslavo, salvaron
hasta la actualidad su idioma húngaro mientras los croatas (iliro-godos según
el autor) aceptaron el idioma eslayo a pesar de no haber tenido un contacto tan
intenso con el idioma eclesiástico-eslavo, como tampoco con las letras
cirílicas (por haber recibido el bautismo de Roma)?
F. Nevistic
Sterling Publishing Co., Inc., New York, Edición revisada 1970, pág. 64.
Yugoslavia es uno
de los sesenta y cuatro Estados a que se refiere en su edición revisada para el
año 1970 el "Visual Geography Series", destinada a Gran Bretaña y los
Estados Unidos. Cada uno de los países de esta serie está presentado por otro
autor, en colaboración, y con la ayuda de varias compañías de aeronavegación de
los Estados Unidos, centros de información, ministerios, instituciones
turísticas, etc.
Los volúmenes
están generalmente divididos en cinco capítulos: la historia, la tierra, el
pueblo, el gobierno y la economía, Por su brevedad, ilustraciones y vista
panorámica, los libros de esta serie sirven muy bienb a los turistas que por
primera vez visitan un país y necesitara una información y orientación globales
sobre el mismo. Por eso no carece de interés el saber en qué forma está
presentada Yugoslavia.
El autor y la
editorial agradecen a American World Airways por haberles facilitado la
fotografía de Dubrovnik que figura en la tapa de la edición; al ministerio de
Comercio de los Estados Unidos por un mapa de Yugoslavia y a la embajada
yugoslava en Washington, al Centro de Informaciones yugoslavo en Nueva York,
como así también al Centro de Informaciones yugoslavo de Belgrado por las demás
fotografías e informaciones. Cuando se trata de los países como Ecuador, Perú o
Méjico, no reviste importancia especial si las informaciones proceden de los
centros de información propios o de empresas extranjeras, o de algunas
instituciones oficiales. En el caso de Yugoslavia esta circunstancia sí reviste
un carácter especial, y no porque radique, desde luego, en su presentación
simpática del sistema comunista yugoslavo, político y económico desde 1948,
ello era previsible. Incluso, hay ciertas observaciones críticas sobre el
sistema, con que el autor quiso señalar su independencia con respecto a las
informaciones oficiales. Así, por ejemplo, al hablar sobre el plan quinquenal
dice: "Por desgracia, como sucede a menudo en los países comunistas, los
planificadores son mejores al fijar las metas que en el logro de aumentar la
producción y conseguir los objetivos" (pág. 58). O en el caso de atribuir
la culpabilidad a los consejos obreros por el estancamiento industrial,
debiéndose invertir las ganancias en la industria: "Naturalmente, esto
tiene que suceder si los consejos obreros votan por la inversión de dinero en
piletas de natación de dimensiones olímpicas (como ha sucedido). Yugoslavia no
puede permitirse símbolos de lujo en el momento presente" (pág. 61).
Por el hecho de
que los empleados de la embajada yugoslava en Washington y del Centro de
Información en Nueva York, especialmente el señor Stamatovic, fueron los que
dieron las informaciones al señor James Nach, y que son servios, no nos extraña
que en esta publicación los croatas no estén representados en su historia ni su
literatura. Esta vez también la táctica granservia está aplicada en toda su
amplitud de acuerdo a la cual todo lo que es servio figura como servio, y lo
que es croata se lo designa como yugoslavo.
En el capítulo
"La Historia", sección "Medioevo" y "Dominación
otomana", está presentada exclusivamente la historia servia. Mencionando
las condiciones bajo el poder otomano, el autor dice que "no lo pasaron
mejor tampoco los yugoslavos bajo el poder de la casa cristiana austro-húngara
de los Habsburgo". Para corroborar su opinión cita el caso de la
"rebelión campesina en Croacia, encabezada por M. Gubec de 1573"
(pág. 12). En la sección "La semilla de la guerra' -y se refiere a la
Primera guerra mundial- se dice que todos querían la unión menos "los
extremistas croatas que no quisieron nada que ver con los servios
ortodoxos". El autor alude con esto a Ante Starcevic, preparando así al
lector para cuando se habla de la Segunda guerra mundial. El asesino Gavrilo
Princip mereció ser mencionado, mientras que el nombre de Esteban Radic se
disimuló con la expresión "una personalidad política dirigente". La
autonomía limitada con que se intentó resolver la cuestión croata "sólo
enojó a los servios y los eslovenos" dice el autor, acertando solamente en
la mitad de la verdad, es decir, que se pudo hablar de enojo de los servios
solamente. La sección "Bajo los nazistas" se repite la propaganda
comunista conocida ya desde el tiempo de la guerra, que no nos extraña,
teniendo presente de donde proviene. Pero sí nos extraña que el autor y la
editorial en su publicación reproduzcan una fotografía del doctor A. Artukovic,
del tiempo de la guerra, en medio de funcionarios alemanes con motivo de su
visita a Zagreb, con la observación de que su caso "fue la causa de
malentendidos entre Yugoslavia y Estados Unidos y que Yugoslavia sigue pidiendo
su extradición "hasta ahora sin éxito" (pág. 17).
En el capítulo
"El Gobierno", sección "La religión", de las cinco
fotografías, cuatro se refieren a varios monasterios ortodoxos bien
identificados, mientras que una se refiere a una mezquita anónima, sin indicar
su nombre o ubicación.
La sección
"La Lengua y la Literatura" representa un caso singular de la
intemperancia servia, destacando lo propio y silenciando lo ajeno. Se comienza
con la constatación que Yugoslavia tiene una larga tradición literaria.
"En Servia la literatura tuvo sus comienzos en el siglo IX", dice el
autor, quejándose por la interrupción de la actividad creadora a causa de la
invasión turca durante varios siglos, "mientras el estilo original croata
sufrió mucho bajo la influencia italiana y austro-húngara". De qué clase
de influencia se trata, y a qué se atribuye esta función negativa, el autor
nada dice; parece que sentía la necesidad de demostrar que tampoco Croacia
gozaba de la libertad, cuando Servía no la tenía. La literatura de Dubrovnik y
la del litoral de Dalmacia, es decir la literatura croata, no tienen
nacionalidad. En ningún lugar del libro se dice que Dalmacia forma parte
constitutiva de Croacia. Demetrio (¿posiblemente Dositeo?) Obradovic es un
servio que viajó muchísimo y es el iniciador de la literatura moderna. Los
escritores más prominentes en el campo de la novela moderna son Ignjatovic, Lj.
Nenadovic y S. Sremac. A través de Ivo Andric llega el autor a Miroslav Krleza,
a quien se refiere como al más conocido de los "desconocidos" autores
de Yugoslavia (El autor pone comillas también en su texto original). ¡El libro
dedica más espacio a Milovan Djilas que a Andric y Krleza juntos!
En la sección
"El Arte", nuevamente nos encontramos sólo con el arte servio de
diferentes épocas. Se informa sobre los monasterios e iglesias servios en
Servia y Macedonia. Aparecen también las expresiones "el reino
servio", "los pintores fresquistas servias", "los artistas
servios". Al contrario, Mestrovic y Augustincic son "dos escultores
yugoslavos" que conquistaron renombre internacional" (pág. 35).
Si tomamos en
consideración que los comunistas croatas reprochan en sus publicaciones (por
ejemplo en "VUS" del 23 de junio de 1971, pág. 9: "Croacia a la
francesa") semejantes fenómenos sin conseguir algo concreto, se plantea
seriamente la cuestión ¿de qué modo impedir este robo cultural que perdura
desde la formación de Yugoslavia en 1918 hasta hoy? Si será remedio al respecto
la proporcionalidad en el servicio exterior de que se está discutiendo ahora en
aquel país, lo demostrará el tiempo una vez alcanzada la igualdad en la
representatividad diplomática. Pero, para conseguir esta proporcionalidad y el
remedio contra este robo vergonzoso, es necesario exigirlo enérgicamente y no sólo
formular consternaciones impotentes, estilizadas en un tono muy cortés en los
artículos que están escribiendo los comunistas croatas sobre el asunto.
Milan
Blazekovic
Barron's
Educational Series, Inc., Woodburry, N. York, 1970, pág. X 292.
El hecho de que
los gobiernos comunistas rijan actualmente la suerte de más de mil millones de
hombres en los catorce Estados (entre ellos la Rusia Soviética y la China comunista
abarcan trece millones quinientos kilómetros cuadrados) y que los mismos
regímenes comunistas fueran impuestos, desde 1939 en adelante a más de 130
millones de hombres en la Europa central y oriental, despierta y justifica
suficientemente el interés por la historia del comunismo internacional y por su
permanente actualización a la luz de los más recientes acontecimientos
políticos, los cambios y las corrientes ideológicas.
La presente obra
de G. J. Prpic, profesor de historia en la John Carroll University, Cleveland,
USA, es la reelaboración -cronológica en cuanto a su contenido más amplio- de
su obra anterior Fifty years of world Communism: 1917-1967, A selective
Chronology (Cleveland 1967, pp. 180). Por ser la intención del autor ofrecer a
los alumnos y maestros un manual práctico sobre el tema en un solo volumen que
contuviera únicamente los hechos fundamentales sin entrar en la amplia
explicación de la ideología y doctrina comunistas, esta cronología contiene
breves interpretaciones de las teorías básicas y las ideas del socialismo y el
comunismo desde el comienzo del siglo XIX hasta hoy. Por lo tanto, no se trata
de una cronología en el sentido estricto, sino más bien de un croquis
histórico, provisto por las citas reasumidas de las obras registradas en la
obra del mismo autor, del año 1966, titulada Eastern Europe and World Communism
- A selective annotated bibliography in English, Cleveland, 1966, (pp. 147).
"El siglo
del comunismo mundial" está dividido por el autor en cuatro partes, como
está igualmente dividida la cronología de "Cincuenta años del comunismo
mundial". La primera parte abarca el período desde K. Marx hasta la
revolución bolchevique: 1818-1917, o sea el socialismo y el comunismo
primordiales; la segunda parte expone ideas epocales desde Lenin hasta la
Segunda guerra mundial: 1918-1939; la tercera parte abraza el lapso desde esta
guerra hasta la muerte de Stalin: 1939-1953, mientras la cuarta está consagrada
al período postataliniano 1953-1968, aun cuando la última fecha de importancia
en el libro es el 28 de mayo de 1970.
Entre los seis
anexos, el primero contiene el elenco de los Estados comunistas en el mundo; el
segundo, los partidos comunistas -unos 85 en total, con el número
correspondiente de sus afiliados.-, el status de derecho (prohibido o en el
poder) y la relación respecto al conflicto chino-soviético (si es prosoviético,
promaoísta, independiente o neutral); el tercero enumera a las repúblicas
soviéticas, indicando su superficie, el número de habitantes y el nombre de sus
capitales. De acuerdo con el 49 anexo, la ayuda de los Estados Unidos de
América a los Estados del mundo entero: 1945-1966, de unos 120 que en total han
recibido 122.358.500.000 de dólares, sólo trece de ellos superan en cantidad de
esta ayuda a Yugoslavia. Este Estado ha recibido hasta la mencionada fecha
2,863.900.000 de dólares, es decir casi tres mil millones. El quinto anexo nos
informa sobre la nueva izquierda en América y Europa, mientras el sexto
contiene seis mapas geográficos: el primero se refiere a la guerra civil en
Rusia; el segundo presenta a la República Popular China con sus vecinos
surorientales asiaticos; el tercero y el cuarto indican la propagación anterior
del comunismo en Europa y Asia, mientras el quinto y el sexto se refieren a los
objetivos de la Rusia Soviética en la actualidad.
A diferencia de
la primera cronología, la actual contiene doce páginas de dos columnas, donde
figuran nombres y conceptos, a veces con subdivisiones, lo que facilita
grandemente el uso de la misma.
El material
gráfico también difiere del anterior. Se trata de fotografías que, a menudo,
son a toda o media página. Las fotografías de las personalidades ocupan
generalmente un cuarto de página. Injustificado es el caso de Tito, que está
presentado en tres fotografías de dos columnas (pág. 165, 184 y 190) de las
cuales sólo una -la del año 1955 junto con Khruschev y Bulganin- tiene
importancia histórica, mientras las otras dos son de carácter puramente
propagandista.
Está fuera de
discusión que esta cronología técnica, gráfica e histórico-políticamente bien
preparada conseguirá no sólo su objetivo en cuanto a los estudiantes
norteamericanos, inscriptos en las facultades de ciencias políticas de varias
Universidades, sino también dentro de los círculos americanos y no americanos
que consideran a los Estados Unidos como al protagonista de la lucha contra el
comunismo internacional. La impresión de objetividad y ausencia de propaganda
serían las virtudes de esta reseña histórico-cronológica, especialmente para los
lectores que -nacionalmente desinteresados o marginados- se interesan por el
desarrollo de la influencia económico-política del comunismo en todas las
partes del mundo durante un siglo entero.
A nosotros,
lógicamente, nos interesa en primer término la presente obra del profesor Prpic
en lo que se refiere a su exposición de los acontecimientos en Croacia. El
autor hizo bien al dedicarse en forma bastante amplia a la actuación de los
campesinos croatas en el año revolucionario de 1848, que sofocaron con entusiasmo
la revolución civil en Viena desde las filas del ejército del general José
Jelacic. Marx depositaba grandes esperanzas en la revolución liberal de 1848,
que fracasó justamente por la intervención croata y los demás eslavos, por lo
que los "fustigó enojosamente en sus escritos" desde Inglaterra, a
donde tuvo que marcharse como "su último y más largo exilio". Esta
circunstancia aclara las escasas simpatías por los croatas entre los
izquierdistas de todo el mundo, para quienes también las aberraciones de Marx
son un dogma. Está también suficientemente destacado el hecho que en uno de los
más importantes congresos de la Komintern del 17/6 - 8/7/1924, fue condenado el
chauvinismo de los servios en el partido comunista de Yugoslavia, conducido por
Simo Markovic y que oportunamente Stalin en persona dijo que Macedonia,
Eslovenia y Croacia tenían derecho a separarse del Estado yugoslavo (p. 80).
Junto con las
fechas de los acontecimientos relativos a nuestro espacio nacional y al
desarrollo del socialismo y el comunismo, como por ejemplo la conferencia de
los eslavos del sur en Ljubljana del 23/11/1909, el autor anota también las
fechas de los acontecimientos sin mayor significado directo para la historia
del comunismo, pero sí para la política mundial o la nuestra propia. En cuanto
a estos últimos, serían el Congreso paneslavista de Praga en julio de 1908, la
anexión de Bosnia y Herzegovina del 5/10/1908, el atentado contra Esteban Radic
en el Parlamento de Belgrado del 20/6/1928, la proclamación de la dictadura en
Yugoslavia del 6/1/1929, el atentado y muerte del rey Alejandro en Marsella del
9/10/1934; la victoria electoral de la oposición unida del 5/5/1935, el
compromiso croata-servio del 26/8/1939 y la adhesión de Yugoslavia, al Pacto
tripartito del 25/3/1941. La enumeración de estos acontecimientos completa la
serie de peripecias en que participaron de una u otra manera también los
comunistas. Así, por ejemplo, el autor llegando a la fecha del 20/6/1928
observa bien que los comunistas explotaban por su causa la emoción
"nacionalista" croata, aun cuando este término del autor no es
adecuado a la realidad. De la misma manera no es tampoco suficiente clara la
formulación del autor relativa a la imposición de la dictadura, cuando dice:
"Miles de nacionalistas, tomo también comunistas, sufren y soportan
tremendas torturas policiales...' ¿De qué clase de nacionalistas se trata? ¡De
ninguna manera de los nacionalistas yugoslavos y servios! En todo caso,
mencionando el caso de los comunistas yugoslavos en relación - con dichos
acontecimientos, se resta innecesariamente importancia a los demás factores.
Refiriéndose a la
fecha 18/9/1946, Prpic dice: "Las autoridades yugoslavas arrestan, sobre
la base de acusaciones inventadas, al arzobispo de Zagreb, metropolitano de
Croacia, monseñor Luis Stepinac. La Iglesia católica está perseguida. Muchos de
sus sacerdotes son encarcelados o matarlos. Occidente defiende a Stepinac
considerándolo enemigo de toda clase de dictadura y amigo de los judíos y
ortodoxos". A pesar de no figurar en esta cronología el escudo y la
fotografía de Stepinac, como era él caso de la primera, la relación que acabo
de citar resulta, mejor de la que se halla en su cronología anterior.
También en
relación a Katyn, esta cronología resulta más completa de la anterior titulada
"La primavera de 1940" y las fechas 13, 16 y 18 de abril de 1943. En
vano, al contrario, trataremos de hallar dato alguno relativo al super-Katyn
croata (Bleiburg). Esta omisión del autor resulta tanta más incomprensible dado
que dedica la abra: a su hermano, Juan Prpic, asesinado a los 23 años junto con
muchos de sus compatriotas, amigos y parientes en "la trágica primavera
del año 1945" (pág. VI).
En vano
buscaremos también bajo el título del 10 de abril de 1941 mención alguna
relativa a la proclamación de la independencia croata, tal como se menciona,
por ejemplo, la proclamación de la independencia armenia del 28/5/1919, la
eslovaca del 15/3/1939 o la ucraniana, proclamada el 30/6/1941 por Estaban
Bandera. No es suficiente, en todo caso, decir bajo la fecha del 16/4/1941:
"El ejército yugoslavo se entrega a los alemanes. El gobierno abandona el
país. Italianos, alemanes, búlgaros y húngaros ocupan partes respectivas del
mismo. Croacia y Montenegro se convierten en Estados controlados por el
Eje" (p. 123).
No discutiremos,
si es históricamente exacto decir que el ejército yugoslavo capituló justamente
el día 16/4/1941 o el 17/4/1941, cuando la capitulación fue firmada, o el
18/4/1941, cuando la misma entró en vigor. Pero lo que sí podemos y debemos
discutir, es si se puede equiparar a Croacia y Montenegro en cuanto a su
respectiva estatalidad adquirida durante la guerra. En efecto, Montenegro,
después de la proclamación de su independencia, el 12 de julio de 1941, no pasó
del status de un Estado "in statu nascendi" porque no fue reconocido
por nadie y nunca se convirtió en un sujeto del derecho internacional público
(por ejemplo, el convenio sobre límites entre el Estado Independiente de
Croacia y Montenegro que firmó el gobierno croata con los representantes del
gobierno italiano, en Zagreb, el 27 de octubre de 1941), mientras Croacia fue
un verdadero sujeto internacional con todos los atributos estatales en una
parte de la comunidad internacional dividida por la guerra. La estatalidad de
Croacia se puede reconocer o no y, en consecuencia, mencionarla o no. Pero, si
se la menciona, resulta inexacto, histórica, y jurídicamente, compararla con la
de cualquier otra parte ocupada de Yugoslavia y así reducir a Croacia al estado
de una región ocupada, justificar su "liberación" y liquidación
correspondientes.
Milan Blazekovic
Buenos Aires
1970, Edición "El Hogar", San Martín 160, José Ingenieros, Provincia
de Buenos Aires, pp. 187 (en croata).
La historia de la
creación de la comunidad estatal de los servios, croatas y eslovenos en el año
1918, pertenece a aquellos acontecimientos en la vida de la nación croata, que
hasta la fecha retuvieron su actualidad política. Puesto que jamás esta
comunidad estatal, ya desde sus comienzos, estuvo ni se convirtió
posteriormente en un Estado cuyos pueblos integrantes gozaran de iguales
derechos políticos. Cuando, pues, un organismo sociopolítico como el Estado
desde sus principios no funciona a satisfacción de todos sus pueblos
componentes, los que por esta misma razón no están de igual modo interesados en
su existencia y conservación, ya de por sí la pregunta: ¿por qué y cómo fue
creado tal organismo y si, después de todo, debió haberse creado?
Con el propósito
de exponer y explicar a la juventud croata en Buenos Aires cómo y por qué fue
creada la primera comunidad estatal yugoslava (la segunda fue creada después de
la segunda guerra mundial) y, por ende, cómo y por qué desapareció el milenario
reino croata en 1918, el autor pronunció una serie de conferencias sobre el
tema en la "Sociedad de la Juventud Católica Croata", en Buenos
Aires. A instigación de esta misma juventud el autor publicó éstas sus
conferencias, ahora un tanto ensanchadas y profundizadas, en forma de libro
tamaño de bolsillo. Así fue concebida y escrita esta obra sobre la reciente y
tan discutida historia croata, a la cual el autor agregó un capítulo (p.
171-185) bajo el título "A lo largo de mil años". Este, además de las
reproducciones de los más importantes ejemplares del lapidario histórico
croata, contiene dos capítulos sobre la llegada y la cristianización de los
croatas, extraídos de la obra De administrando imperio del emperador bizantino
Constantino VII Porphyrogennetos, la genealogía de la dinastía nacional croata
de los Trpimir, la fotocopia del apéndice al manuscrito traguriano (de Trogir).
del arcediacono Tomás, referente al pacto de 1102 entre
los croatas y el rey húngaro Kolomano, y la breve reseña de la historia croata
bajo las dinastías de los Arpad, de los Anjou y demás dinastías extranjeras y,
por fin, de los Habsburgo. Con ello el autor logró reseñar la historia croata
en un relativamente pequeño libro en que el período comprendido entre el
Compromiso húngaro-croata de 1868 y la constitución del 28 de junio de 1921
representa su parte principal, dentro de la cual, a su vez, la Primera guerra
mundial es la época esencial.
Aunque este libro
histórico deba su existencia a la necesidad de ilustrar a la juventud croata
acerca de una época crucial del pasado croata y, por lo tanto, esté escrito más
bien en forma de ensayos intrínsecamente ligados, prescindiendo del estricto
método científico, la obra está rigurosamente documentada en la literatura que
figura en la pág. 187 y entre la cual conviene especialmente destacar
"Recuerdo de hombres y sucesos políticos", o sea las memorias del
escultor Ivan Mestrovic quien junto con el Dr. Ante Trumbic y Francisco Supilo,
fue uno de los principales protagonistas de la unidad estatal de los Eslavos
del Sur durante la primera guerra mundial.
El autor no se
limita a la mera enumeración y exposición de los complicados hechos y
acontecimientos políticos durante la Primera guerra mundial, que condujeron a
la creación del primer estado yugoslavo, sino valoriza los actos de distintos
hombres políticos respecto a la conveniencia político-nacional de tales actos.
Por lo tanto, esta obra es al mismo tiempo una evaluación critica
de esta época de la historia croata, con los juicios propios del autor acerca
de algunas personas y sus actuaciones, a pesar de su eventual identidad o
similitud con los juicios ya publicados.
En efecto, el
autor impugna la tesis obstinadamente sostenida entre las dos guerras
mundiales, de que los croatas solamente en unión con los servios podían
salvarse de la nefasta aplicación del secreto pacto de Londres (26 de abril de
1915) por el cual los Aliados cedían a Italia vastas regiones croatas en
Dalmacia a cambio de su entrada a la guerra contra las Potencias Centrales.
Al contrario, el
autor sostiene que los Aliados al principio habían previsto el estado croata
para el caso de la desintegración de la Monarquía austro-húngara (p. 62); que
los italianos estaban dispuestos a arreglarse con los croatas que no anhelaban
la unión con los servios, como resulta de la insinuación de Sonnino a Supilo
(p. 94), y que con motivo del Congreso de las Naciones Oprimidas de
Austro-Hungría, en Roma, en abril de 1918, Bissolati suplicó a Trumbic aceptar
el principio étnico para Trieste e Istria occidental, haciendo lo mismo los
italianos respecto a Dalmacia y desvirtuando así el pacto de Londres (p. 114).
Lamentablemente, en el gran dilema que acosaba a los emigrados croatas al
principio de la guerras o sea trabajar para la
creación de una Yugoslavia, o tratar de conseguir las más favorables
condiciones y fronteras para la Croacia de posguerra, el comité yugoslavo,
encabezado por el Dr. Ante Trumbic, bregaba por la primera solución,
desestimando las posibilidades a favor de la segunda. Su error lo reconoció
demasiado tarde, aunque tuvo sobrantes pruebas del doble juego por parte del
premier servio Nicolás Pasic, por ejemplo, al pedir éste compesaciones en Croacia
en caso de cambiar de frente Bulgaria, actitud que a la vez motivó el éxodo de
Francisco Supilo del comité yugoslavo.
Ivan Degrel,
nacido en 1909 en Zupanja, Croacia panónica, jurista por su formación
educacional, periodista de profesión, músico y compositor por inclinación
natural, puso en su obra, cuyo tema era desde hace décadas objeto de su interés
especial, su criterio de jurista, su conocimiento y forma de exposición de
periodista y su sentido de ,proporcionalidad y equilibrio de un músico. Por tales
cualidades, traducida en el idioma castellano, esta obra cumpliría con su
propósito también para con la juventud, cuyo dominio del idioma croata no es
suficiente para esta clase de lectura, y también para con el lector del
ambiente en que fue creada. En tal caso, naturalmente, completada con ciertas
notas y aclaraciones.
El 22 de
noviembre de 1971 murió en Buenos Aires el profesor Dr. Estanislao Meciar,
destacado intelectual y hombre público eslovaco. Nació el 21 de marzo de 1910
en Eslovaquia. Se doctoró en materia de la historia de la literatura eslava
comparada en la capital eslovaca Bratislava. De joven se desempeñó como
secretario de "Matica Slovenska", la institución más importante de
aquella nación, para ocupar más tarde la cátedra en la Universidad de
Bratislava. Fue un ferviente partidario del derecho de la autodeterminación del
pueblo eslovaco, luchando denodadamente contra la hegemonía checa. Ya en su
patria natal publicó: Tatra en la poesía eslovaca y polaca (1932); Poesía y
Vida (1936), como también varias monografías de su especialidad. Entre ellas
hay que destacar aquella sobre Hviezdoslav, destacado poeta eslovaco. En la
Argentina publicó dos grandes volúmenes titulados Kukucin zivy - Kukucin que
vive. Se trata de un médico-intelectual eslovaco que desarrolló una actividad
cultural y humanitario-social dentro de los grupos eslavos en Chile y la
Argentina. El Dr. Meciar, después de una prolongada investigación de
documentos, revivió esta figura ilustre, publicando dos tomos sobre su vida y
actividad, mientras el tercero quedó en manuscrito.
La muerte de este
destacado intelectual eslovaco significa una gran pérdida para esta
colectividad, pues el prof. Meciar era también presidente del Consejo Eslovaco
de Liberación en la Argentina.
Studia Croatica
pierde así también a uno de sus distinguidos colaboradores, y la colectividad
croata a un amigo sincero que simpatizaba con su lucha nacional. Los restos
mortales del inolvidable patriota eslovaco descansan en el cementerio de la
Chacarita. Entre muchas coronas florales se hallaba también la de Studia
Croatica y la Revista Croata - Hrvatska Revija para testimoniar la
presencia y las simpatías de sus Redacciones por cuanto dolorosas por la muerte
de ese hombre distinguido que era el prof. Meciar.
[1] Encíclicas
Pontificias, Colección Completa, Tomo I, Editorial Guadalupe, Buenos
Aires, pp. 1282/3.
[2] Mr. Hanón, uno de los hombres
públicos ingleses, estilizador de un Memorandum enviado al gobierno inglés en 1947,
protestando contra las persecusiones de los croatas por parte del régimen de
Tito, dijo que el pueblo croata es "el más católico del mundo".
[3] El Protocolo, firmado entre la Santa
Sede y el gobierno comunista yugoslavo en 1966, señalando una pauta para el
restablecimiento de las relaciones diplomáticas normales.
[4] Ver pág. 185/6 de este número de SC
el texto de la nota del Instituto Croata Latinoamericano de Cultura.
[5] Aquí reproducimos el texto del
emperador relativo al asunto: "Los croatas bautizados no harían la guerra
fuera de su país natal, porque recibieron una especie de profecía y la orden
del papa romano que, durante el gobierno del emperador Heraclio, los mandó a
sus sacerdotes que los bautizaron. Estos, pues, después de recibir el bautismo,
hicieron un pacto, firmado por su mano propia, juraron con firme y constante fe
a San Pedro apóstol que nunca iban a llevar la guerra a tierras ajenas y que
iban a vivir con preferencia en la paz con todos los que la desean. Del mismo
papa recibieron la bendición en el sentido de que, si otro pueblo pagano
penetrase en el territorio croata y ahí empezare la guerra, el Dios de los
croatas lucharía por ellos y les proporcionaría su ayuda, y Pedro, discípulo de
Cristo, les daría la victoria". El texto traducido del libro: Dr. Dominik
Mandic, Rasprave i Prilozi iz Starije Hrvatske Povijesti - Disertaciones
y Contribuciones de la antigua historia croata, Roma 1966, pp. 135/6. El autor
reproduce también el texto original en el idioma clásico griego.
[6] En la controversia participaron los
historiadores croatas y extranjeros de gran renombre. Entre los croatas hay que
mencionar a Juan Lucic: De Regno Dalmatiae et Croatiae libri sex, Amsterdam,
1666, luego D. Farlati, F. Racki, F. Sisic, M. Barada y D. Mandic, L. Duchenesne:
Le provencial romain au XII siècle en Melange d'archeologie et d'histoire de
I'ècole française de Rome, 1904 y, por fin, E. Dümler, un francés y un alemán
respectivamente, son los más destacados entre los historiadores extranjeros
para esta materia. Todos estos datos según Mandic, op. cit., pp. 110/11.
[7] S. Frondizi, El Estado Moderno,
Ed. Losada, 1946, Buenos Aires, p. 87: "Al producirse el desmoronamiento
del Imperio romano, el cristianismo lo reemplaza en la dirección del Occidente,
con ello principia una nueva época, la Edad Media, caracterizada por el
predominio de la Iglesia. Ésta se vio abocada a un primer problema, el de
incorporar las nuevas poblaciones a la cultura clásica... La Iglesia pudo
realizar tal tarea porque, entre otras cosas, si las poblaciones germánicas no
estaban en condiciones en ese momento, de asimilar la filosofía y el arte
clásicos, pudieron sentirse tocados por el sentimiento religioso; ésta fue la
puerta de entrada por donde penetró... la cultura grecorromana en las nuevas
poblaciones".
[8] "En efecto, como representante
de Dios en la tierra se consideró primero intermediario entre la divinidad y el
hombre y luego divinidad en sí y se arrogó la autoridad absoluta tanto de
carácter temporal como espiritual". S. Frondizi, Op. cit., p. 89.
[9] "Duo quippe sunt, imperator
Auguste, quibus principaliter mundus hic regitur, nuctoritas sacrata pontificum
et regalis potestas. In quibus tanto gravius est pondus sacerdotum quanto etiam
pro ipsis regibus Domino in divino redituri sut examine rationem"
("Hay pues dos cosas, vuestra majestad, por las que se rige este mundo, es
decir, la sagrada autoridad de los pontífices y el poder real. En ellas el peso
de responsabilidad sacerdotal es tanto más grave por cuanto habrán que rendir
cuenta por los reyes en el futuro examen divino"). Mansi, "Sacrorum
Conciliorum Colectio - citado según S. Frondizi, Op. cit., p. 49.
[10] André Maurois, Histoire d'Angleterre, p. 49.
[11] Luis Diez del Corral, El Rapto de
Europa, p. 248: "Y en cuanto a la nación francesa ¿se hizo a sí misma
en los días de la gran Revolución, la había conformado acaso Rousseau a golpes
de pluma o, más bien, la fueron labrando lenta y metódicamente los reyes
franceses antes de que se despertaran en ella unas ideas que respondían en
definitiva a un largo pasado y suprimía determinadas estructuras sociales,
hábitos, creencias y mentalidad previas? Para confirmar su opinión propia el
sabio español agrega la opinión de Renán: "Cette grande royauté française
avait si hautement nationale, que, le lendemain de sa chute, la nation a su
tenir sans elle"".
[12] J. Kocijanic, Pope i Hrvati
(Los Papas y los Croatas), Zagreb, 1925, p. 353.
[13] J. Kocijanic,
Op. cit., p. 18.
[14] Dr. D. Mandic, Bogumilska Crkva
Bosanskih Krstjana (La Iglesia Bogumila de los cristianos bosnenses,
Chicago, 1962, pp. 118/19/20.
[15] Friedrich Heer, Terror Religioso,
Terror Político, Barcelona 1965, p. 78.
[16] D. Mandic, Op.
cit., p. 119. Mandic explica "en Dalmacia" realmente en
Bosnia, porque los franceses de aquel tiempo usaban términos latino-romanos en
cuanto a la designación geográfica de acuerdo a esa terminología Dalmacia
abarcaba todas las tierras entre Istria y el río Drina por un lado y entre las
montañas divisorias de la planicie panónica y la Dalmacia en el sentido más
estricto.
[17] D. Mandic, Op.
cit., p. 133.
[18] D. Mandic, Op.
cit., p. 141.
[19] D. Mandic, Op. cit., p 143:
"Hungrinus archiepiscopus... erat et ipse vir belicosus et ad pugnanum
satis promptus et audax" (El arzobispo Ugrin era pues por sí un hombre
belicoso, listo y audaz suficientemente para pelear).
[20] D. Mandic, Op.
cit., pp. 155/6.
[21] J. G.
Reissmüller, Jugoslawien, Vielvölkerstaat zwischen Ost und West,
Düsseldorf-Köln, 1971, p. 48: "Es kam hinzu, dass die Kroaten, welche die
Hauptlast des Abwehrkampfes gegen die Türken zu tragen hatten..." (Era así
que los croatas tuvieron que soportar el peso principal de la lucha contra los
turcos).
[22] La
exposición fue hecha en la sesión plenaria de la Sección científica de la
Sociedad de economistas en Zagreb, VI/70.
[23] Peter
Boyl-Bowman: Índice geobiográfico de cuarenta mil pobladores españoles de
América en el siglo XVI, 403, México, 1968.
[24] Ricardo
de Lafuente Machain: Conquistadores del Río de la Plata, 31, Buenos
Aires, 1937.
[25] Enrique
de Gandía: Crónica del Magnífico Adelantado Don Pedro de Mendoza, Buenos Aires,
1936.
[26] Alonso
de Ercilla: La Araucana.
[27] Pedro
Mariño de Lovera: Crónica del reino de Chile.
[28]
Alejandro Fuenzalida Grandón: La evolución social de Chile, 46,
Santiago, 1906.
[29] Tomás Thayer
Ojeda: Formación de la sociedad chilena, 102, I, Santiago, 1939.
[30] Carlos
Leonhardt, S.J.: Introducción a las Cartas Anuas de la provincia del Paraguay,
Chile y Tucumán, de la Compañía de Jesús publicadas en "Documentos para la
historia argentina", XIX, p. LXV, Buenos Aires, 1927.
[31] Citado
por Guillermo Furlong, S. J.: Ladislao Orosz y su "Nicolás del Techo"
(1959), 40, Buenos Aires, 1966.
[32]
Facilitado por el padre Furlong.
[33] Furlong:
Historia del Colegio del Salvador y de sus irradiaciones culturales y
espirituales en la ciudad de Buenos Aires, 296, Buenos Aires, 1944.
[34] La obra
que consta de unas 300 páginas manuscritas, fue encontrada por el padre
Furlong. Se ignoraba el autor y sólo limpiando el polvo que cubría el lomo
encontró el investigador jesuita las palabras "Plantich" y
"Lógica". En su opinión se trata de un trabajo valioso.
[35] Leonhardt, íd. X.
[36] Padrones
complementarios de la ciudad de Buenos Aires (en "Documentos para la
historia argentina", 132, 186, 222, 282 y 283, Buenos Aires, 1919.
[37] En
efecto, con posterioridad a la entrega de este artículo he encontrado otros dos
croatas venidos en la expedición de Gaboto en 1527. Éstos serán tratados en el
otro artículo que prepararé para el número siguiente.
[38]
Milutin Nehajev, Rakovica, Zagreb 1932.
[39] Bogdan Radica, "Risorgimento and the Croatian Question,
Tommaseo and Kvaternik, Journal of Croatian Studies, vol. V-VI,
Nueva York, 1964-65.
[40]
Ante Smith Pavelic, "Zaboravljena knjiga Eugena Kvaternika", Hrvatska
Revija, Buenos Aires 1960, pp. 193-203.
[41] 13 de
octubre 1970, pp. 17 y 19.
[42] 27 de
mayo de 1969, p. 8.
[43] 22 de
enero de 1969, p. 5.
[44] 11 de
octubre de 1970, p. 5.
[45] 24 de
febrero de 1970, pp. 1 y 7.
[46] Ibidem.
[47] 7 de
agosto de 1969, p. 2.
[48] 28 y 29
de septiembre de 1969, p. 7.
[49] 18 de
febrero de 1971, p. 3.
[50] 25 de
febrero de 1970, p. 9.
[51] 25 de
marzo de 1971, p. 3.
[52] Ibidem.
[53] 14 de
marzo de 1969, p. 4.
[54] Ibid.
como bajo 13.
[55] Ibidem.
[56] 26 de febrero
de 1970, p. 8.
[57] Ibidem y
del 9 de septiembre de 1971, p. 5.
[58] 13 de
octubre 1970, pp. 17 y 19.
[59] 25 de
marzo de 1969, p. 3.
[60] Ibidem.
[61] Ibidem.
[62] 13 de
enero de 1970, p. 6.
[63] 13 de
enero de 1970, p. 6.
[64] 25 de
marzo de 1971, p. 3.
[65] 25 de
marzo de 1971, p. 3. , y del 9 de abril de 1970, p. 6.
[66] 9 de
abril de 1971, p. 4.
[67] 14 de
marzo de 1969, p. 4.
[68] Dado el
alcance de sus concepciones, por supuesto que no fueron compartidas por todos.
A su tiempo el político servio Elías Garasanin lo acusaba de ser "un
agente a sueldo de Austria" (V. Vuckovic, Politicka akcija Srbije od
1859-1874, Belgrado 1965, pp. 2-3). En Enciklopedija Leksikografskog Zavoda
(tomo 7, Zagreb 1964) léese que Strossmayer perseguía "una política
oportunistas. Idéntico juicio emitió Vaso Bogdanov quien, reiteradamente,
subrayó que "la tendencia fundamental y permanente de la política de
Strossmayer era: quedar a toda costa en buenos términos con, la dinastía"
(Historija politickih stranaka u Hrvatakoj, Zagreb 1198, p. 626). Los croatas,
por su lado, siguen reprochándola el utopismo, el idealismo, cierto delirio, la
megalomanía y el descuido de los intereses genuinamente nacionales de Croacia.
Ivan Muzic, en sus recientes consideraciones históricas, lo caracteriza en los
siguientes términos: "El obispo Strossmayer, hombre de ideas nobles, que
en el ámbito cultural hizo mucho por los croatas, en concretas acciones
políticas no estuvo a la altura de sus ambiciones, en primer lugar por no
intuir y sentir la realidad existente para abocarse a la ejecución de
determinadas conclusiones, acertadas y provechosas para los croatas"
(Hrvatska politika i jugoslavenska ideja, Split 1969, p. 22). Aunque en 1876,
en vista de la desesperante situación del pueblo croata en Austria, Strossmayer
no se oponía a la anexión de Bosnia por Servia, y disentía con el franciscano
Grga Martic, quien conociendo muy bien la situación de Bosnia, opinaba y obraba
de modo opuesto, después de 1878 Strossmayer abogaba por "la total
independencia de Bosnia" (Cf. R. W. Seton-Watson, The Southern Slav
Question, Londres 1911, p. 127).
[69] Korespondencija
Racki-Strossmayer, ordenada por Ferdo Sisic, editada por la Academia de
Artes y Ciencias de Zagreb, Libro 3, Zagreb 1930, p. 199.
[70] Bojan
Penev, Istoriia na novata bulgarska literatura, tomo 2, Sofía 1933, pp.
270-77.
[71] Jurdan
Trifonov, Istoriia na novata bulgarska literatura, t. 2, Sofía, pp.
270-77.
[72] Djela A.
Kacica-Miosica, Stari pisci hrvatski, vol. 27 Zagreb, 1942, p.
[73] Ivan
Kujcev, Il cattolicesimo in Bulgaria nel sec. XVII. Roma, 1937; el mismo
autor. "Bosanski franjevci u Bugarskoj do Ciprovackog ustanka", Franjevacki
vjesnik, 1938, pp. 262-71.
[74] Danica
llirska, 1837, Nº 32, p. 130.
[75] Kolo, 1847,
libro IV, p. 37.
[76] Kolo, 1847,
libro V, p. 54.
[77] A guisa
de ejemplo citaremos lo que escriben Cepelic y Pavic: "Ni el movimiento
ilirio, ni tampoco Gaj, se interesaron seriamente por Bulgaria, por esa rama
eslava más meridional, por esas desgraciados siervos sometidos al yugo osmanlí
por las entristecidas almas bautizadas del inmisericorde Fanario. La primera y
muy seria tarea en ese sentido, la primera obra del amor fraternal como si
hubieran esperado también a nuestros obispos. El se convertirá en el eslabón
indestructible y precioso que por siempre unirá en una sincera gratitud a los
búlgaros con la nación croata y con su capital Zagreb" (Josip Juraj
Strossmayer, Zagreb 1900-04, p. 770).
[78] A.
Teodorov, "Miladinovsite pesni y Strossmayer", Periodicsko
spisanje na Bulgarskoto knizovno druzestvo, Sredec (Sofía), 1885, libro
XVI, pp. 82-97; Pregled (1199), libro 6, pp. 39-80; S. Jurinic, "Josif
Juraj Strossmayer", Sbornik za narodni umotvorenia, libro 22 y 23 (Sofía
1906-07), pp. 1-71; M. Arnaudov, Bratia Miladinovi, Sofía 1943, pp. 153-233; I.
Konev, "K Miladinov i hrvatskiat episkop Strossmayer "Literaturna
misl", V (1961), lib. 3, pp. 117-28.
[79] El rev. Ivan Markovic, quien describió en detalle este
movimiento búlgaro de "unión" y tradujo algunos importantes
documentos al italiano, concluye con justa razón: "Sfortunatamente, tutto
questo movimento non fu che affare di politica" (Gli Slavi ed i Papi,
parte segunda, vol. 11, Zagreb 1897, p. 601).
[80]
Cepelic-Pavic, J. J. Strossmayer, p. 448; Viktor Novak, Antologija
jugoslovenske misli, Belgrado 1930, p. 287.
[81] Cepelic-Pavic,
op. cit., p. 659.
[82] Enciklopedija
Jugoslavije, tomo 2, Zagreb 1956, p. 291.
[83] Esta
colección de "Poesías populares búlgaras" tuvo hasta ahora varias
ediciones: en Sofía tres (1891, 1942 y 1961); esta última con el prólogo
ilustrativo de Pedro Dinekov), en Skoplje se publicó una edición bajo el título
Zbornik (sin otra indicación en 1962 con una amplia introducción del
crítico Dimitar Mitrev.
[84] El
original de esta dedicatoria se guarda en el Archivo de la Academia de Zagreb.
El historiador Smiciklas hurgó sin éxito en la correspondencia del obispo en
busca de alguna carta de Constantino. Cuando por fin ordenó (1898) la
correspondencia de Strossmayer, le comunicó como también al profesor Sismanov
de Sofía, que "no había ninguna carta de Miladinov". Cfr. sobre esta
cuestión los enjundiosos estudios de Vladimir Koglak en Historijski Zbornik,
XIXII (1958-59), pp. 356 y XIV (1961, p. 338).
[85] Resulta
interesante leer quiénes eran los abonados entre los croatas; además de un
crecido número de sacerdotes católicos y greco-católicos, figuran los nombres
de algunos conocidos escritores y políticos croatas: conde Medo Pucid y Pero
Budmani de Dubrovnik; Miho Pavlinovic de Makarska; Juraj Dobrila de Porec; el
coronel Petar Preradovic de Temisvar; Ante Mazuranic y Janko Jurkovic de
Zagreb; August Senoa de Praga.
[86] Estas
cartas de Strossmayer por primera vez en su totalidad fueron publicadas por
Aleksa Ivic en Arhivska gradja o jug. knjizevnim i kulturnim radnicima,
Belgrado 1932, pp. 334-44. De la misma correspondencia se ocuparon numerosos
estudiosos culturales búlgaros y macedonios. Me serví con el trabajo de N.
Traikov Bratia Milanovi, Prespiska. Sofía, 1964.
[87] Lástima
que hasta la fecha no hayan sido publicados ese "wichtiger Documente"
de las fuentes turcas.
[88] El mismo
día que la nota a Rechberg fue remitida, una información desde Djakovo al
periódico Pozar de Zagreb, Defendiendo a Constantino de la acusación de
estar al servicio ruso: "Pues quien conoce a Miladinov y quien conversó
con él del movimiento búlgaro y de su relación con Rusia, enseguida se dará
cuenta que la acusación debió provenir de la boca fanariota que denuncia a
todos los patriotas búlgaros ante la Puerta como paneslavistas o
rusófilos" (en Jurinic, "J. J. Strossmayer", Sbornik za narodni
umotvorenia, 1906-07, p. 56).
[89] El
artículo de Colakov está transcripto por Jurinic. op. cit., pp. 57-58.
[90] El
primero en ensañarse con el obispo fue Georgi Rakovski. En su artículo sobre los
comienzos del movimiento católico en Bulgaria (en Dunavski Lebed, Belgrado, 1
de agosto de 1861) lo definió como propagandista jesuítico. Le imputa el
propósito de sembrar el cisma religioso en Macedonia y de ayudar la publicación
de libros con el único fin de promover el catolicismo (Cfr. Rakovski, Socinenia,
en selección de Arnaudov. Sofía, 1922, pp. 458-59).
[91] Bratia
Miladinovi. Prepiska, ed. N. Traikov, Sofía, 1964, p. 255.
[92] Op.
cit., p. 259.
[93] K.
Miladinov, Pesni, prólogo de H. Polenakovic, Skoplje, 1967, p. 24.
[94]
Bratia Miladinovi. Prepiska, ed. Traikov, p. 138.
[95] Por
ejemplo, la del profesor Penev en su Istoriia na novata bulgarska literatura,
tomo IV, Sofía 1936, 3154 ("La lucha por la libertad eclesiástica").
[96]
Cfr. Jurinic, "J. J. Strossmayer", Sbornik za narodni umotvorenia,
vol. 22-23, p. 50.
[97]
Op. cit., pp. 35-36.
[98] R. W. Seton-Watson, Disraeli, Gladstone and the Eastern Question,
Londres 1962 (cap. III: The Bulgarian atrocities).
[99]
Seton-Watson, op. cit., p. 85.
[100] The
Southern Slav Question and the Habsburg Monarchy, Londres 1911, pp. 416-44.
[101]
Seton-Watson, op. cit., p. 433.
[102] "Nunc
autem vereor, ne in congrexssu futuro quaedam potentiae speciosis et egoistics
rationibus seductae in id intendant, ut haec autonomia aut saltem ejus extensio
diminuatur, quum potius in id incumbere deberet ut illa magis augeatur et
extendatur, utque illud, quod unius solius potentiae opera, in ejusdem maxime
commodum constitum est, communi omnium consensu ita constituatur et modificetur
ut onmium commodis et honestis intentionibus respondeat" (Jurinic,
"J. J. Strossmayer", en Sbornik za narodni umotvorenia, vol.
22-23, p. 61).
[103] Korespondencija
Racki-Strossmayer, vol. 2, Zagreb 1929, p. 269. Racki comparte la opinión del
obispo de que el triunfo de Gladstone es cosa positiva para los eslavos.
"Que Gladstone trate que el Oriente sea de los pueblos orientales y ganará
méritos imperecederos para la humanidad sin lo logra" (op. cit., p. 267).
[104]
Seton-Watson, The Southern Slav Question,
p. 422.
[105] Korespondencija
Racki-Strossmajer, libro 2, Zagreb 1929, p. 298.
[106] Sisic
explica que entonces era opinión generalizada que el rey Milan entró en la
guerra por estímulo de la diplomacia austro-húngara (Korespondencija, libro 3,
p. 200, b. 3).
[107]
Subrayado en el original.
[108] Korespondencija, libro
3, p. 199.
[109]
Op. cit., p. 201.
[110]
Jurinic, op. cit., p. 65. Racki comunica a Strossmayer (16 de mayo de 1886) que P.
Karavelov le escribió que hace falta establecer un vínculo más estrecho entre
los búlgaros y los croatas. No sabe --agrega Racki-- que los croatas por el
momento no pueden hacer nada (Korespondencija, libro 4, p. 446).
[111]
Cepelic-Pavic, Josip Juraj Strossmayer, p. 774; A. Teodorov,
"Miladinovskite Pesmi i Strossmayer", Periodicesko spisanie na
bulgaskoto knizovno druzestvo, libro XVI (Julio-Agosto, Sredec-Sofia, 185), pp.
82-85; Jurinic, op. cit., pp. 65-67.
[112] Teodorov, "Miladinoskite pesmi i Strossmayer", op. cit.,
pp. 82-97.
[113]
Sismanov, "Vladika Josif Strossmayer", Bulgarski pregled, V (1899),
libro 6, p. 44.
[114] E.
de Laveley, The Balkan Peninsula, Londres 1887, p. 30.
[115]
Sismanov, "Vladika Strossmayer", Bugarski pregled, 1899, pp.
39, 59, 79-80.
[116]
Cepelic-Pavic, J. J. Strossmayer, p. 949.
[117] Konev,
"K. Miladinov i Strossmayer", Literaturna misl, 1961, libro 5,
pp. 117-128.
[118]
Cepelic-Pavic, J. J. Strossmayer, pp. 810-811.