Don Isidoro, catalán y croata...

A continuación reproducimos el texto publicado en La Vanguardia Española del 4 de abril de 1973, y que se refiere a un sacerdote croata-catalán -Isidoro Macabich- quien supo vivir y actuar de tal manera que dejó un gran recuerdo de su temple catalano-croata. Siendo tal, lejos de su patria de origen, y en el ambiente nacional, que no era de todo suyo, Cataluña y Croacia tienen en él también un punto de compresión y la fraternización. (Redac. de Studia Croatica).

"Leer la noticia aquí, en un periódico atrasado, en este páramo castellano donde el horizonte es un cerrado redondel de suaves colinas y el cielo una dilatadísima bóveda que desprende una silenciosa nevada, es absurdo. Imagino que el cortejo fúnebre de don Isidoro recorrerá las encaladas callejas ibicencas, que el sol espejeará sobre el mar... Porque don Isidoro Macabich y Llobet, canónigo y prelado doméstico de Su Santidad, ha muerto, a la edad de noventa años.

"Recuerdo todavía la última vez que nos vimos, en Ibiza, un día caluroso, al umbrío abrigo de Santa María la Major. El canónigo -quizá debiera incluso decir el prelado doméstico, pero don Isidoro, era el canónigo, el "canoge Macabich" por antonomasia- llevaba una raída sotana, antiparras negras y el último cansancio se reflejaba en su faz huesuda, en su cuerpo flaco y vacilante. Me hablaba, desdentada la boca, y atalayaba la mar, adelantando su aquilina nariz.... Portador de viejos apellidos croatas y catalanes, don Isidoro fue un erudito desordenado, batallador, en el que contradicciones políticas y lingüísticas se sucedieron, bajo un poderoso cetro: su obsesión ibicenca, su encastillamiento insular.

"En 1901 publicó su primera poesía, "A la Verge Immaculada"; en 1906, su primera monografía histórica, "Corsarios ibicencos en los siglos VIII y XIX". En Barcelona, conservó la mayoría de sus libros, desde los poemas de "Dialectals" hasta los cuatro gruesos, caóticos y apasionantes volúmenes de su "Historia de Ibiza", hervidero de noticias. Sí don Isidoro fue hasta su fallecimiento una reminiscencia de erudición decimonónica, voraz y autodidacta. En la isla repleta de atolondrados tropeles de turistas, de afanes económicos, su desgalichada figura semejaba un anacronismo...

"Pero ya dije sus méritos como historiador. Y diré más: a lo largo de tres cuartos de siglo, don Isidoro llevó a cabo en Ibiza la más importante, decisiva cara al futuro, imprescindible labor que se ha realizado allí para conocer y preservar las esencias nativas. Los hoteles, los turistas, no cubrirán el hueco de su muerte. ¿Fue anacronismo él o lo es ya la actualidad? Requiescat in pace".

Baltasar Porcel