STUDIA
CROATICA
Año XXVIII – Octubre – Diciembre 1987 - Vol. 107
El perfil humano y artístico de
Ivan Meštrović
Un hijo de Croacia - Artista de
talla universal
Ante un héroe de Ivan Mestrovic
Ivan Mestrovic y la Secesión
Vienesa
La extraña suerte del monumento al
Libertador Simón Bolivar del escultor croata Mestrovic
Europa redescubre a Meštrović
a los 25 años de su muerte
Crónicas - Glosas - Comentarios
Yugoslavia está perdiendo a sus aliados internos
Nacionalismo y el patriotismo europeo
La comunidad Alpes - Adriático y los croatas
Inauguraron la mezquita de Zagreb
Javier Perez de Cuellar - Ciudadano de Honor De
Zagreb
Protestas croatas contra el mandatario yugoslavo
40 Aniversario del Coro "Jadran"
Los croatas en el "Día de Extranjeros"
en Munich
Prof. Ante Kadić en un simposio en Bulgaria
Domagoj Šola - Diputado en Ontario
Dr. Krešimir Krnjević - Officer of the
Order of Canada
Danko Brnčić, Premio Nacional de Ciencias
1987
Tomislav Koljatić ordenado sacerdote
Secretario de Studia Croatica visitó a la "Unión Fraternal Croata"
en Pittsburgh
Mons. Milan Simčić legado de Juan Pablo
II
En defensa de los derechos humanos
Nuevos documentos sobre los presos políticos en Yugoslavia
Cuándo la verdad dejará de ser contrarrevolucionaria
"Croatas abuchean a presidente yugoslavo"
Débese contar con el mapa geográfico
Ante Kadić: Domovinska Riječ II
Bogdan Radica, Nueva York, EE.UU.
A pesar de que Meštrović naciera
casualmente en las llanuras de Eslavonia, en Vrpolje, región a la que
concurrían los montañeses croatas en busca de trabajo en las épocas de cosecha,
su talento se manifestó originariamente en Svilaja y Split y su genio creador
es la expresión genuina de aquellas rocas que se yerguen en la aridez dinárica.
Esto lo llevaba en sí y no sólo
como conciencia y experiencia vital, sino también como la fuerza ilimitada de
su creatividad. Era la expresión surgida de una pequeña nación, como si
justamente de la relación entre hombres y piedras tuviera por misión, desde el
Mediterráneo, advertir a un occidente en decadencia que la tradición de
PraxIteles y Miguel Angel no agonizaba sino que por lo contrario, a través del
genio de Meštrović brindaba nuevos testimonios de sus fuentes inagotables.
Cuando Ivan Meštrović aparece en 1911 en la exposición de Roma, sorprende
al mundo con sus obras. En nada tenía que envidiar a Rodin, Bourdelle o
Maillol, mientras que superaba a la escuela italiana representada por Bistolfi
como su máxima expresión, escuela ésta que tras Canova, se perdió en un mortal
e inanimado esculturismo académico.
Era menester que surgiera un
hombre pequeño, de estatura pequeña como la de Miguel Angel, que descendiendo
de las áridas rocas croatas del monte Svilaja señalara al escultor europeo
nuevas fuerzas y abriera nuevos senderos que sorprendieron al mismo Rodin,
quien le dijera a Meštrović que era inútil su viaje a París pues no podría
enseñarle nada que el joven Maestro no hubiera ya comprendido o realizado. Lo
mismo sucede con la Secesión Vienesa, carente de sentimientos para lograr que
los mármoles toscanos y dálmatas se convirtieran en héroes y dioses.
Meštrović no podía frenar su talento que se convirtió en el mayor impulso
para que cada una de sus obras cobrara vida en el tiempo y el espacio.
El significado de Ivan
Meštrović lo sentí, por primera vez, en Europa. Como joven estudiante en
Florencia, el primero que me advirtió sobre Meštrović fue el gran converso
Giovanni Papini. En nuestro primer encuentro, Papini me habló sabre su amistad
con Meštrović, de la gran revolución que provocó en la Exposición
Internacional en Roma en 1911, y de las nuevas fuerzas que él despertó en el
arte. `Para nosotros fue como si hubiera nacido un nuevo Miguel Angel",
decía Papini. "En la terrible decadencia de la escultura europea, que tras
Rodin y Bourdelle prácticamente no dio obra alguna, la aparición de
Meštrović era como una especie de signo premonitorio de que nuevas
naciones desde el Este aportarían a las proporciones europeas un espíritu y
alcance nuevos.
El impulso vital de los pueblos
jóvenes se expresaba en toda su potencia. A pesar de su primitivismo, a pesar
de hallarse bajo la influencia asiria y babilónica, que no hallamos en Miguel
Angel, Meštrović introduce en la adormecida y cansada Europa el
movimiento, la intranquilidad, la revuelta y el grito de las nuevas
generaciones. Entre nosotros reinaba un somnoliento y aburrido neoclasicismo académico
agotado ya, que de ningún modo podíamos tolerar. En esas circunstancias,
hallarnos en 1911 en Roma con Meštrović era revitalizante. A pesar de no
conocer nosotros nada de lo que significaba Vidovdan, Kosovo, o Kraljević
Marko, esas figuras cobraban vida como hijos del Nuevo Siglo. Aquello que entre
nosotros provocó Nietzche con su poesía, Meštrović lo realizó con su
escultura. Sin su presencia en la exposición de Roma, Europa no habría tenido
nada que decir a los siglos anteriores".
Como Papini era el hombre que en
aquel entonces encarnaba una revolución contra D'Annunzio y Croce, manteniendo
supuestos diametralmente contrarios, Meštrović fue su respuesta a aquello
a lo que de nuevo se debe crear en el arte. Lo que más conquistaba a Papini era
la revolución creada por Meštrović en la escultura.
Otro escritor y pintor italiano,
aún vivo, Ardengo Soffici, también estaba deslumbrado por el genio de
Meštrović. En una ocasión me dijo que el valor de Meštrović en el
desarrollo de la cultura europea consistía, justamente, en el haber trasladado
al suelo europeo a Asiria y Babilonia. "Quizá como oriental —decía
Soffici— Meštrović logró comprender mejor cómo este arte olvidado, que
Occidente sólo captó hasta cierto punto a través de los antiguos griegos, puede
compaginarse con los sentimientos contemporáneos del hombre moderno".
Desaparecido ya Meštrović, Soffici mantiene hoy día su opinión de que la
escultura de Europa, academizada, habría muerto, reduciéndose sólo a un
tecnicismo. Rodin y Bourdelle están en la tradición occidental clásica,
mientras que Meštrović llevó a cabo una síntesis entre Oriente y
Occidente. Miguel Angel esculpió según los griegos, mientras Meštrović lo
hacía descubriendo a los asirios y babilonios redivivos. "Quizá porque ustedes
son una nación joven, con nuevas energías y no tienen nada tras de sí",
decía Soffici.[1]
F. T. Marinetti, líder del
futurismo italiano, vio en Meštrović a un futurista. Allá por los años 20
me decía con frecuencia Marinetti en Roma: "Meštrović nos despertó,
pues renegó de la academia y de las escuelas, que sólo nos adiestraron.
¡Introdujo la intranquilidad que nosotros necesitábamos! A mí no me interesaban
sus detalles no trabajados o inconclusos, no me preocupaban sus frecuentes
desprecios por las formas cinceladas. De eso estábamos hartos. La forma lo era
todo entre nosotros. Era difícil liberarse y emerger de ella. Meštrović
rompió sus cánones escolásticos e hizo que triunfara el hombre. ¡En esto
consiste todo el sentido de su revolución futurista en la escultura!"
Incluso Ugo Ojetti, considerado
en Italia como una autoridad en el arte, quien no compartía los puntos de vista
de Meštrović y con quien el Maestro había tenido algunas polémicas por
algunas esculturas, no pudo dejar de admitir que, en Roma, Meštrović abrió
una nueva dimensión en la escultura, renegando de la academia. Solamente
Benedetto Croce, criticándolo en su "La Crítica", llamó a
Meštrović el artista que conduce el arte hacia la barbarie, por su
exagerada fuga de las estructuras formales.
Mi encuentro más emocionante con
Máximo Gorki se dio en Sorrento en 1927. Gorki me recibió con estas palabras:
"¿Dónde se halla ahora Meštrović? ¿Qué hace?" Cuando hube
satisfecho su curiosidad con los datos más recientes me requirió: "¿Qué
sucede con su templo de Kosovo? ¿Está ya concluido?" A mi respuesta de que
así como estaban las cosas el templo no avanzaba y que, por razones políticas,
jamás sería erigido, Gorki comentó amargado: "Es una lástima. ¡Realmente
entristece! Meštrović es, junto a Tolstoi, el genio más grande que el
mundo eslavo dio a la humanidad". Gorki me comentó, en esa oportunidad,
cómo había conocido a Meštrović en 1911 en Roma, donde por primera vez
pudo contemplar sus obras; cómo se sentía orgulloso de que un
"eslavo" diera a la humanidad cosas tan grandiosas, que gracias a él
todo el "eslavismo" fuera contemplado de otra manera por el mundo
europeo. Durante la conversación Gorki, recurrentemente, volvía sobre el tema
de Meštrović, y al despedirnos, me solicitó que a mi vuelta lo saludara de
su parte.
Embargado aún por esos
sentimientos, me hallé un día caminando por las calles de Zagreb en la década
del 20 cuando me crucé con el Dr. Milan Čurćin, redactor de la
"Nueva Europa", quien me presentó luego a Meštrović. Cuando le
expresé al maestro los saludos de Gorki y de Papini noté la satisfacción en su
rostro, pero también lo advertí especialmente sorprendido ante mi afirmación de
que el reconocimiento a su obra se observaba más en Occidente que entre
nosotros. Desde entonces mantuve contactos personales con el Maestro al menos
una vez por año, cada vez que volvía a Zagreb desde el exterior. Esos
encuentros se realizaban en la casa del Dr. Čurćin, en el atelier del
Maestro, o en el café "Medulić", donde también conocí a Kljaković
y Kršinić. Por aquellos años yo escribía diversos ensayos para la
"Nueva Europa" dedicados a la actualidad italiana, francesa y
española, temas a los cuales también me referia en "Obzor". Así pues,
arribamos a la idea de editar un número de "Nueva Europa" dedicado a
Miguel Angel, para el cual el Maestro escribió el ensayo más extenso y profundo
que fue publicado como introducción a los demás artículos.
Papini se ofreció para estilizar
mi traducción de ese ensayo al italiano pues le fascinaba conocer el
pensamiento y la opinión de Meštrović sobre Miguel Angel, tema éste sobre
el cual Papini estaba preparando precisamente, una grandiosa obra. En esta
edición de la "Nueva Europa" recopilé todos los aportes disponibles y
traduje las principales cartas de Miguel Angel en las cuales se refiere a su
arte, como también algunas viejas y desconocidas biografías como la de Ascanio
Convivio, conversaciones de Francesco d'Olanda con Miguel Angel, Juliano Klack,
etc. Me sorprendió, mientras armábamos la edición, que el maestro conociera y
opinara sobre todo ese material, poco menos que desconocido y que jamás antes
había sido traducido al croata. Realmente era versado en toda la literatura que
sobre Miguel Angel se hubiera escrito. Así, pude sentir cuán profunda e
íntimamente Meštrović comprendió a Miguel Angel, su filosofía de vida y
aquel incierto existencialismo del gran florentino.
En las manos del maestro y a
través de sus ojos, en su mente y en su imaginación, influyó sólo un libro, que
estuvo inseparablemente cerca y siempre presente: la Biblia. Así como para
Miguel Angel fueron la Biblia y el Dante, para Meštrović lo fueron el
Cancionero Popular y la Biblia. En el exilio, en Roma. crea la Pietá. que
cruzando el océano ingresa a la Universidad de Notre Dame en los Estados Unidos,
para retornar vaciada en bronce, a la Galería Vaticana de arte religioso
contemporáneo. Habiéndose encontrado con San Jerónimo en las faldas del Monte
Marjan, y particularmente en Belén, lo plasma con la profunda fuerza que
caracterizaba al escritor y ermitaño dálmata. Y así como en José de Arimstea,
mientras sostiene el cuerpo de Jesús durante el descenso de la cruz. Miguel
Angel deja su autoretrato, Meštrović lo plasma en su última obra, su obra
maestra: su Job; la faz de éste es en propio rostro, envejecido y sufrido.
surcado por profundas arrugas. patética expresión de tristeza y dolor por la
pérdida de sus hijos Marta y Tvrtko en los caminos del exilio, rostro éste que
recibe la impresión y la profunda huella del inconsolable sufrimiento paterno.
Durante sus más recientes vivencias, Meštrović crea sus cruces y Cristos
crucificados, la Vida de Cristo en retablos de madera, expuestos en el Palacete
Kavanjin, y que el maestro remitiera allende el Atlántico a su patria, como su
perenne donación.
Cuando los caminos me llevaron a
la vieja Grecia, allí también me crucé con numerosos admiradores de
Meštrović. La mayoría de los literatos y artistas griegos conocían a
Meštrović. de quien tenían un elevado concepto. A pesar de que
Meštrović concurría a Atenas generalmente para visitar la Acrópolis y
admirar a Fidias y Praxíteles así como a los primitivos griegos de épocas
tempranas, sin embargo, jamás quiso entrevistarse con ningún griego viviente. A
mi solicitud en tal sentido el maestro se excusaba y evitaba tales encuentros.
Uno de los más consagrados poetas griegos contemporáneos, Angeles Sikelianos,
en sus odas, dedicó una a Meštrović cantando sus obras heroicas.
Sikelianos, que resucitó el teatro de Delfos, frecuentemente me decía que
algunas de las estatutas de Meštrović eran el comentario más significativo
del drama griego y que jamás ningún creador moderno, con anterioridad había
podido expresar.
Cuando hube de abandonar Croacia
en 1945, me encontré con el maestro en Roma. Junto con Kljaković
conversábamos sobre la "nueva Yugoslavia" y le informábamos de las
circunstancias que se vivían "en casa". Al maestro se le hacía
difícil quedarse en Italia. Lo angustiaba el sólo pensar que otra vez tendría
que cruzar el Atlántico. Amaba muchísimo su tierra: la Ciudad Alta en Zagreb,
el palacete en Split. Le dije entonces que aunque a él difícilmente le
sucediera algo en lo personal, tendría que ser observador impotente de la
masacre de todos sus amigos. Le manifesté que la gran noche había caído sobre
toda su generación. A mí, particularmente, me satisfacía ver a Meštrović y
Kljaković en la emigración, pues estaba consciente de que su retorno a la
patria sería un éxito propagandístico de los comunistas. En ellos veía todo lo
que nos quedaba a los croatas en el campo espiritual. Sabía que ninguno de
ellos sobreviviría la barbarie de los rojos jinetes del Apocalipsis. Aún hoy,
cuando contemplo la Pietá de Meštrović, resucitan desde mis recuerdos
aquellos tiempos apocalípticos.
Finalmente, este Apocalipsis
terminó por llevar a Meštrović a través del océano. También él, como
Thomas Mann, Stravinsky y Maritain, buscó y halló refugio en la generosa
América. El cruce del Atlántico fue particularmente turbulento, permitiendo que
el maestro, quien toleraba relativamente bien la situación, ayudara a la esposa
y al pequeño Mateo a superar la contingencia pues ellos de ningún modo podían
soportar el altamar. Hallé nuevamente al maestro en Nueva York, en el buffet de
abogado del Dr. Arthur Nikolorić, uno de nuestros viejos pioneros, que admiraba
a Meštrović. En el despacho de letrado se hallaba también, esa mañana, el
Dr. Jozo Poduje, abogado del foro de Zagreb y antiguo amigo del maestro. Apenas
arribado el maestro a América, teníamos la sensación de que todo había
revivido. Su gran exposición en el Museo Metropolitano de Nueva York, primera
en su estilo dedicada a un escultor vivo, hizo renacer el interés por nosotros,
nuestro pueblo y nuestra tierra. Allí, por primera vez, se comenzó a destacar
el hecho de que Meštrović fuera croata. A esa exposición concurrió toda la
élite de la sociedad neoyorkina. Entre sus numerosas obras se destacaba la
grandiosa Pietá como queriendo advertir a América, que realmente no había
sufrido la guerra, de todo lo que había sucedido en el mundo: las desgracias y
sufrimientos de toda una humanidad abandonada, en la búsqueda de la paz, mejor
futuro y bendición de Dios.
Así nos hablaba la Pietá de
Meštrović a nosotros, los refugiados que habíamos huido del apocalipsis
rojo. Sin embargo, otro mensaje distinto era el que captaban los críticos de
arte y los intelectuales americanos de post-guerra. Nueva York, tanto entonces
como ahora, era una ciudad del arte abstracto; sus ideales eran Picasso, y en
escultura Brancusi, Epstein, Moore, cercanos al Museo Guggenheim y al Museo de
Arte Moderno. La crítica, prestamente, encasilló el arte de Meštrović como
antiguo y clásico. No obstante, esto no era fruto del "materialismo
americano" como, a prima facie, se podría suponer. Por el contrario, el
maestro fue recibido cordial y sinceramente por todos sus viejos y nuevos
amigos americanos. Se trataba, sencillamente, de que los nuevos caminos en el
arte estaban lejos de coincidir con las formas y concepciones del maestro. La
prensa americana concedió enorme valor a Meštrović, pero éste ya no estaba
en la corriente contemporánea. El era una gloria del pasado, recuerdo de una
gran época que había desaparecido en las profundidades de la neurosis, de la
psiquiatría y de lo abstracto. El maestro se percató de esta realidad pero nada
de ello lo intimidó, ni le impidió seguir su camino. Su concepción del arte
consistía en dignificar al hombre, elevarlo del barro. El arte moderno, por el
contrario, trata de aproximar al hombre a sus pasiones enfermas y a la
insoluble aridez del vacío.
Retirándose en un primer momento
a la Universidad de Syracusa, al norte del Estado de Nueva York, y
posteriormente a la Universidad de Notre Dame, en South Bend, Meštrović no
se entregó a la quietud. Siguió trabajando en forma permanente e incansable. La
creación y el trabajo eran su continua resistencia a la muerte. El hombre vive
cuando crea, y muere cuando deja de hacerlo. Siempre, cuando lo visitábamos en
Syracusa y lo veíamos trabajar solo o modelar con sus alumnos, recordando sus
ateliers de Zagreb o Split, no podíamos dejar de admirar su esfuerzo por
adecuarse a un medio tan diverso.
Aunque como artista no logró
convertir a los artistas americanos abstractos en concretos, logró sin embargo
con su presencia, particularmente en la Universidad de Notre Dame, en South
Bend, Indiana, influir fuertemente en la reespiritualización del arte
religioso. Las iglesias católicas a lo largo de Norte América son oscuras y
llenas de hollín, de arquitectura pesada y desprovista de gracia alguna. El
maestro, en muchas de ellas, logró introducir el sentido de lo vital, estilo y
gracia, dándoles nueva vida. La multitud de alumnos que educó aporta y aportará
más aún a su obra. Para la escultura católica norteamericana, su presencia fue
fructífera. La relación con Ios católicos en Estados Unidos tenía también otro
objetivo: advertir al mundo norteamericano sobre las desgracias de la nación
croata y el sacrificio del Cardenal Stepinac.
Esto lo impulsaba a mantener
permanente relación con los prelados norteamericanos, a través de los cuales su
voz se escuchó incluso en la Casa Blanca, en las oficinas estatales y en el
ámbito del Congreso de los Estados Unidos de Norteamérica. Hallándose en el
corazón de la Universidad Católica más prestigiosa e influyente de los EE.UU.,
él servía a los intereses de su patria. Es su gran mérito haber esfumado
prejuicios y sospechas al destacar siempre su nacionalidad croata. Para él era
importante que eso se conociera y difundiera, pues no creía en el patrioterismo
ni en un nacionalismo de barricada. Cuando lo veía obrar así, y escuchaba sus
profundos pensamientos, jamás pude evitar una reflexión recurrente que me
angustiaba: ¡Pensar que semejante hombre no pudo vivir en su propia tierra sino
que tuvo que refugiarse en tierras extrañas! En este hecho consiste una de las
mayores condenas al régimen comunista yugoslavo. Si alguna vez alguien necesitó
de su tierra, ése fue él. De todas formas, sus pensamientos siempre estaban
dirigidos a ella. Gran parte de sus esculturas logradas en EE.UU., pero con
motivos croatas, eran la expresión de la nostalgia por su perdida patria.
Para todos nosotros, croatas de
diversas edades y generaciones, Meštrović será eterno. El con su arte
abrió las puertas a las nuevas generaciones, brindándoles la posibilidad de que
en numerosos casos destacasen también sus propias originalidades. Su aparición
coadyuvó al hecho de que un pueblo desconocido fuera aceptado en la cultura
europea logrando un gran prestigio y respeto que Meštrović, humildemente,
compartió con su nación de la que jamás abjuró, ni siquiera en aquellos
momentos en que transportado de idealismo e ingenuos deseos ligaba los deseos
nacionales croatas de libertad e independencia con los intereses de otros
pueblos.
Desilusionado ante el total
fracaso de Yugoslavia y de la alternativa sureslavista, Ivan Meštrović
estaba finalmente convencido de un solo hecho incontrovertible: la nación
croata podría, finalmente, hallar la plena realización de su vida nacional y su
progreso social solamente en su estado independiente. En otras palabras, él
sostenía que la separación de Servios y Croatas era inevitable y que debía
llevarse a cabo por medios pacíficos acordados previamente por líderes serios y
maduros de ambas naciones. De este acuerdo, sostenía, dependería la suerte, el
bienestar y el futuro de ambas naciones. Este pensamiento expresado ante alguno
de nosotros, sus más alegados, días antes de su muerte, debería caracterizar,
tanto en la patria como en la emigración, todos nuestros recuerdos de una de
las personalidades más completas y destacadas surgidas del genio croata del
Mediterráneo.
Traducción: Maria Lukač de Stier
Lucijan Kordić, Zurich, Suiza
Ivan Meštrović nació el 15
de octubre de 1883, en la aldea de Vrpolje (Croacia), donde se encontraban sus
padres como trabajadores temporarios, pasando su infancia en Otavice, pueblo
natal de sus padres.
Desde pequeño, mientras cuidaba
el rebaño, tallaba hermosas esculturas en madera. Su talento ya se estaba
conociendo, pero su familia era pobre y no podía solventar sus estudios. Al
fin, gracias a una colecta, pudo ser enviado en el año 1900 a la ciudad de
Split para incorporarse al taller del marmolero Pablo Bilinić. Al año
siguiente, en 1901, viaja a Viena para proseguir sus estudios.
El profesor Otto Koenig lo
prepara para el ingreso a la Academia de Artes, donde comenzó sus estudios en
1902. Siendo estudiante, forma parte del movimiento artístico conocido con el
nombre de "secesión vienesa", y en su marco expone sus primeros
trabajos en 1902. Fue muy alabado por la crítica.
De esta época data su encuentro
con Augusto Rodin, quien colma de alabanzas al joven artista.
Termina en 1905 sus estudios en
la Academia de Viena; y sigue luego una etapa de intensa actividad artística y
de exposiciones: Londres (1906), Venecia (1907), Zagreb (1907) y Roma (1911).
En 1908 se muda a París y
establece su estudio artístico en Montparnasse. Expone en el "Salón
Internacional de Artistas Franceses".
Vuelve entonces a su patria,
pero al comienzo de la Primera Guerra Mundial emigra nuevamente, y esta vez a
Roma.
Junto a Rodin prepara una
exposición en la XI Bienal de Venecia en el año 1914.
Durante su permanencia en el
exterior toma parte activa en los sucesos políticos de la época de la Primera
Guerra. Terminada ésta, en 1919, vuelve a Croacia y abre su estudio en la
capital, Zagreb, ejerciendo al mismo tiempo en la Academia de Artes local.
Así, continúa su febril trabajo
creativo y sus exposiciones: Londres (1919), Bruselas (1919), Ginebra (1920),
Nueva York (1924), Chicago (1925).
Pasó la Segunda Guerra Mundial
en Suiza, para trasladarse luego a Roma y finalmente al exilio voluntario a los
Estados Unidos de Norteamérica en 1947. Allí enseña en la Universidad de
Siracuse (Nueva York) y se muda en 1955 a South Bend y sigue enseñando arte en
la Universidad de Notre Dame.
En 1960 es elegido miembro de la
Academia Americana de Artes y Letras.
Muere en South Bend, el 16 de
enero de 1962. Sus restos descansan en la aldea de su familia, Otavice
(Croacia) en el mausoleo familiar que él mismo proyectó y construyó.
Meštrović creó gran
cantidad de obras de arte presentes actualmente en museos y galerías de todo el
mundo, pero más que nada en las galerías de su patria, Croacia.
Teniendo en cuenta la enorme
trascendencia de su creación artística, y en conmemoración de los 25 años de su
muerte, cuatro grandes museos-galerías europeas: Berlín, Zurich, Viena y Milán,
realizaron en 1987 exposiciones de sus obras más selectas.
Ivan Meštrović fue también
escritor. Escribió, entre otras obras: "Recuerdos de hombres y sucesos
políticos" (Buenos Aires, 1961), "Sin embargo, tengo esperanza"
(Zurich, 1945), "Conversaciones imaginarias con Miguel Angel".
No es fácil caracterizar ni
ubicar a Meštrović, ni como personalidad ni como artista.
Es verdad que su arte pertenece
en primer lugar al acervo de su pueblo croata siendo al mismo tiempo un artista
universal, sobre el cual, en su momento, el mundo fijó su mirada.
Por sus ideas humanistas y la
profundidad de concepción pertenece a la comunidad de todos los pueblos de la
tierra que así lo conocieron y aceptaron. Esa aceptación se demuestra viendo
que su camino artístico comienza en las aldeas de Vrpolje y Otavice, llega a
Roma y Londres, y se impone en ambas Américas.
Toda la primera mitad de este
nuestro siglo XX en cuanto a sus principales tendencias y líneas de desarrollo
artístico, está contenida en Meštrović puesto que él se presentó ante el
mundo de una manera destacada tanto como artista clásico como moderno.
En los círculos de artistas
plásticos europeos se oyen lemas sobre la muerte del arte moderno, dándose
vivas al arte post-moderno.
Hay que reconocer que la segunda
mitad de este siglo puso en evidencia una nueva época que suele denominarse
"atómica", y que el estilo y el nivel de vida cambiaron
significativamente bajo la influencia de la electrónica, las computadoras y los
satélites. Pero, con todo esto también han variado la comprensión y las
aspiraciones de lo artístico. Por eso, la denominación el "Arte
post-moderno" ocupa su propio lugar. Se presenta como un análisis crítico
de todas estas maravillas nuevas y misteriosas. Pero el "Arte
post-moderno" no ignora a un Meštrović, ni puede hacerlo. Su
prestigio artístico permanece firme y resiste el embate de las nuevas
corrientes. Hay que recordar que han pasado ya dos guerras mundiales y que han
conmovido a todo el mundo y en modo catastrófico a Croacia, patria de
Meštrović: la Primera Guerra tuvo comienzo en Croacia con el atentado de
los servios contra el príncipe austríaco Francisco Ferdinando el 28 de junio de
1914; igual que la primera, la Segunda Guerra Mundial marcó profundamente el
carácter personal de Meštrović y a su arte, dándole el sello del dolor
universal. Esto se refleja de un modo claro y dinámico en sus esculturas:
"La Cruz" (1916) y en "La Desesperación" (1917) a las que
se suma "Job" (1946).
Ivan Meštrović es un
fenómeno inusitado de superación humana y elevación artística.
Antes que apareciera en el
horizonte la era atómica, sus ideales artísticos se elevaban, podríamos decir,
con una "velocidad atómica".
En él están dadas todas las
condiciones para proclamarlo genio artístico. Esta genialidad es una de las
características básicas de su carrera artística y de la historia de su vida.
A los 17 años llega a Viena en
su ropa campesina, parte del folklore nacional de sus antepasados sin conocer
una sola palabra del idioma alemán que se habla en esa gran capital.
Sin embargo, pudo ingresar en su
mundo artístico porque poseía desde su infancia una enorme dosis de lenguaje
artístico y de conocimientos del espíritu del arte.
Salta de un ambiente pastoril de
sus montañas croatas a la capital artística del imperio y no desaparece en
ella, por lo contrario, en un tiempo brevísimo sube hasta las esferas más
elevadas del nivel mundial.
En 1901 se estaba preparando
para ingresar a la Academia de Artes de Viena y en 1905 ya es, sin ninguna
duda, al egresar, un escultor definido y maduro.
Ya como estudiante, era miembro
activo del nuevo movimiento artístico europeo llamado "Secesión
Vienesa". Según las palabras de Dieter Ronte: "El es el abanderado
intelectual de la Secesión Vienesa". Este movimiento nació en Munich, y en
Berlín a fines del siglo 19 como enemigo del academicismo artístico y buscando
nuevas formas e ideas.
En Viena comenzó en 1897 con el
nombre de "Joven Secesión Vienesa" en el cual el papel principal lo
desmpeñaba Gustav Klimt. La "Secesión Vienesa" fue para
Meštrović un nuevo horizonte y una nueva búsqueda de cambio que al mismo
tiempo era acompañado de un sano clasicismo del tipo de Miguel Angel Buonarotti
a quien Meštrović siempre apreció y amó.
Será por esto que Meštrović
siempre fue una simbiosis de lo clásico y lo moderno; uno de los atributos
fundamentales de su auténtica grandeza.
La vida de Meštrović
transcurrió en una época de grandes movimientos y creaciones artísticas en
Europa. En esta época aparecieron y jugaron su parte el Futurismo, el Dadaísmo,
el Surrealismo, el Cubismo y los Abstractos. También crearon y actuaron Rodin,
Barlach y Bourdelle; pintaron sus lienzos más modernos y menos convencionales:
Miró, Picasso, Dalí y Masson.
En el remolino de iniciativas
artísticas y cambios caóticos el joven Meštrović nunca perdió su norte.
Conservó su equilibrio artístico en toda su potencia.
Llegó a ser el mimado, tanto de
los críticos progresistas como del público que gustaba lo moderno.
La fuente y origen de su arte
provienen desde el misterioso fondo de la historia del pueblo croata que posee
una base sólida de ideas humanísticas universales. Partiendo de éstas, crea una
rica colección de obras llenas de mística religiosa, presentándose en la escena
mundial como un realizador de carácter universal.
La herencia de la que provienen
sus inspiraciones queda enmarcada (dentro de los dramas bíblicos, mitos y
poesías sobre héroes, que se cuentan y cantan en las aldeas de Croacia; luego
cruza las fronteras de su patria y se integra a toda la humanidad.
En el año 1932 Meštrović
esculpió una forma inolvidable de mujer denominada "La historia
croata" realizada en mármol blanco, dándole la figura de su madre, que
representa a todas las madres del mundo.
Esta escultura la elabora en un
momento aciago para su pueblo, tiranizado por la gran dictadura servia con el
objeto de defender su libertad.
Con el mismo sentimiento crea en
Chicago (U.S.A.) en 1927 la escultura denominada "El indio con arco",
monumento colocado en el Grand Central Park en homenaje a la amenazada raza
indígena norteamericana.
Con sus exposiciones y su
presencia en los diversos museos del mundo, en Buenos Aires en 1928, en
Montevideo en el mismo año, Meštrović se erige como un farol colosal del
mundo artístico.
Así se extiende por el mundo el
testimonio de un artista sublime, hijo del mundo, de Europa y de las costas
adriáticas de Croacia.
La Academia de Artes de Viena
fue para Meštrović sólo su comienzo y una nueva experiencia, porque él no
era un artista académico sino un testigo de sus vivencias artísticas en la cual
desfilaban sus santos y sus héroes, sus mártires y sus luchadores, sus madres y
sus vírgenes.
En él se pueden distinguir
varias etapas y estilos; está plena de materia como de espíritu; es profano y
sacro.
En las épocas revueltas y
caóticas de su tiempo vive buscando ideales y soñando soluciones; levanta los
espíritus en los momentos de peores cataclismos, y pedía a los cielos la
redención del hombre.
Su "Príncipe Marcos"
del año 1910; sus "Arqueros de Domagoj" de 1917; su
"Moisés" de 1918 y su "Grgur Ninski" en 1917 (Gregorio,
obispo de Nin) representan la fuerza, la resistencia y la fe y triunfan en el
arte mientras "La fuente de la vida" de 1904 es la expresión de sus
impulsos y esperanzas juveniles.
Sus figuras varoniles, dan la
sensación de tenacidad y expresan una energía desligante como si fueran
descendientes de cíclopes; mientras las figuras femeninas, las madres y las
vírgenes ,gozan de una expresión espiritual de extrema ternura y respeto. Basta
observar los delicados mármoles de su primera época artística tales como:
"Recuerdo" (1907) "Mi madre" (1908) "Contemplación"
(1923) y "Muchacho" (1924). Sus figuras femeninas tienen el brillo de
la vida y un profundo sentimiento humano.
Según las palabras de
Meier-Graeffe: "Ellas no son mujeres, sino encarnaciones de la
femineidad".
Los enigmas y las realidades de
Meštrović, los conceptos artísticos y el artista mismo: ellos son la
expresión de nuestro mundo, con sus alegrías prometeícas y sus dantescos
valores y con sus aspiraciones a lo inalcanzable y lo divino. De la materia tosca
y dura del escultor nace el reflejo de la idea artística con un contenido
lúcido y pleno; se lo admira con una visión de horizontes que pocos alcanzan.
Todo el arte moderno era
contrario a la tradición, y muchas veces su razón de existir era sólo esta
oposición. Pero éste no era el caso de Ivan Meštrović, que no buscaba su
expresión en el encierro de la tradición o fuera de ella. No se dejó desviar en
ningún momento por las modas circunstanciales. En su trabajo unificaba la
experiencia de la tradición y los logros más sutiles de las realidades
modernas.
El se interesa en primer lugar
por la totalidad de la idea que se expresa con cada una de las partes del
objeto artístico y no se deja atar por las corrientes que quieren guardar los
detalles concretos de su estilo hasta el extremo.
Todo un capítulo del arte
mestroviciano pertenece a sus inspiraciones religiosas; a los motivos de la fe
cristiana; como lo testimonian sin duda sus obras él es un creyente profundo, y
hasta podría decirse un místico. Así lo dicen sus temas sacados del mundo
bíblico y los personajes y hechos tomados del Evangelio.
Las figuras bíblicas son en su
mayoría de madera: éste es un material cercano, adecuado e insustituible de su
temprana juventud.
Sus figuras extraídas de las
Sagradas Escrituras no son algo duro e inmóvil sino que expresan y resumen un
hondo y enorme drama humano.
Sus obras artísticas de este
tipo se guardan hoy en la capilla de la Santa Cruz en Kaštelet, Croacia.
Así, "La Anunciación"
(1927) "La Virgen de los Angeles" (1917); "Los mercaderes
echados del Templo" (1918); "El Cristo y la Samaritana' (1927) y
"La Cruz" (1917). La cumbre de su arte son obras donde el artista
puede expresar su fe íntima y trasladarla a los que vienen a verlas. La impresión
que uno se lleva es imborrable y duradera.
Su "Piedad" (1932),
Lleva en sí todas las características y el magnetismo de un Miguel Angel.
La capilla en Kaštelet, en
Croacia, es el panteón cristiano de Meštrović, un centro artístico tanto
nacional como internacional donde los que sienten el arte encuentran la
vivencia de una inspiración superior.
Aquí se encuentran y enfrentan
los triunfos y los fracasos, la fe y la tradición en las fronteras de la
transformación momentánea en lo físico y en lo metafísico.
El genio universal de
Meštrović se manifestó también como un artista en la arquitectura.
Construyó el mausoleo de la Flia. Radić (1927); el de la Flia.
Meštrović y el del soldado desconocido (1934) a los que se suma el
mausoleo de Pedro Petrović Njegoš (1937).
Quizás con su arte
arquitectónico pretendió llevar su arte a niveles más altos y clarificarlo
desde todos los ángulos.
Su arte está imbuido de grandes
ideas humanísticas y de una espiritualidad más que humana como si quisiera
convertirse en un satélite volador para poder ser alcanzable sólo por la
imaginación.
El resultado de todo fue que el
jovencito soñador de nombre Ivan Meštrović, con su pelo largo y
desordenado y miles de hermosos deseos transformó realmente su vida en un
enorme templo del arte donde la psiquis humana y el hombre encuentran su
realización integral ante la cual se abren las ventanas de un inmenso mundo con
su eterna belleza cósmica.
Traducción realizada por: Linki
Vlaho
Tallado
en mármol, la cintura fina,
los
muslos estallantes, la cabeza
reflejadora
de gigante empresa,
la
maravilla del cincel camina.
¿A
dónde va? La fiebre lo devora
de
vencer o morir de tal manera
que en
el esfuerzo de avanzar pudiera
hundir
el cuerpo en la lejana aurora.
Mármol
del siglo XX desvaído
a
quien un hombre púsole el latido
antiguo
y fuerte de las grandes pruebas:
¿Por
qué, por un milagro, no te vuelves
humana
forma, y al pasar me envuelves
entre
los brazos, y al azar me llevas?
Alfonsina Storni
Carlos A. E. Bozzoli, Buenos Aires, Argentina
Al comenzar el siglo XX, en
1900, Ivan Meštrović acude a Viena ayudado por su comunidad y por un rico
hombre de negocios austríaco, Aleksandar Koenig, con la promesa que, una vez
allí, se le pagarían sus estudios. A poco de llegar, y por causas poco
conocidas, Koenig suspende su ayuda y deja al joven Meštrović librado a su
suerte.
Es difícil imaginar en nuestros
días la situación de este voluntarioso joven, de innegables orígenes
campesinos, sin saber una palabra de alemán, de formación provincial, en la
capital del Imperio Austro-húngaro. Es difícil, puesto que hoy la cultura urbana
está difundida en casi todo el mundo, porque los medios de comunicación dejan
poco espacio a las manifestaciones culturales locales; lo metropolitano tiende
a subsumir, a anular lo provincial.
Meštrović llega a Viena con
su ropa campesina (la "kapa" roja croata), y allí también encuentra a
muchos como él, provincianos de distintas partes del Imperio, que vienen a
buscar trabajo o a labrarse un futuro más abierto y universal.
La capital era, a la sazón, un
torbellino de actividades de todo género.
Desde mediados del siglo XIX,
Viena dejó de ser algo más que una ciudad medieval para convertirse en la meta
cultural de Europa Central. Sin duda que esto causó un cambio tremendo en la
faz social, política y artística de la vida urbana.
Innovadores de toda clase, como
Sigmund Freud en psicología, Ludwig Boltzmann en física, Karl Landsteiner en
biología, Theodor Herzl en política, Hugo Von Hoffmannstahl en teatro, Arthur
Schnitzer en literatura, Gustav Mahler en música, Alois Riegl en historia del
arte, Julius Von Schlosder en estética son, entre otros, personajes
representativos de esta magnífica época.
En la faz política, los
trabajadores irrumpen en la escena, quienes constituirán "el cuarto
estado", junto con la nobleza, el clero y la burguesía. Las condiciones de
trabajo, propias de todo país que ingresa en la primera revolución industrial,
son muy difíciles e injustas, pues viven hacinados y con salarios muy bajos. En
su mayoría vienen de Bohemia y Moravia. De la continua crisis surgirá, como
expresión política, el partido social demócrata y posteriormente el
austromarxismo de Victor Adler.
Los pequeño burgueses estarán
bien representados por la ascensión al poder, como alcalde de Viena, de Karl
Lueger, político de envergadura, quien con una eficaz y progresista acción hace
construir la infraestructura de servicios de gas, electricidad y agua de la
pujante capital.
La gran burguesía de los
industriales y grandes comerciantes, de ideas liberales, dan el tono político
general desde 1871, a los que se agrega la burguesía de origen judío. La
influencia política de los liberales es la que mantiene al Imperio al amparo de
los fuertes sentimientos ultraístas que anidan en él, y en el resto de Europa.
La efervescencia del pangermanismo y del paneslavismo, de las tendencias
nacionalistas cada vez más crecientes, son difíciles de controlar y mantienen
al Imperio en una tensión que augura una próxima de disgregación de perfiles
oscuros.
La figura del emperador
Francisco José, luego de 50 años de reinado, se eleva sobre todas las pasiones
y constituye un punto de referencia válido, y personifica las menguantes
fuerzas centrípetas que mantendrán la unidad del estado multinacional durante
18 años más. Sin embargo, la imagen del emperador se aleja cada vez más de la
realidad, se aísla, y se convierte en un paternal símbolo del pasado, con toda
la carga de nostalgia y melancolía de una vida signada por la desventura, tanto
personal como política.
Pero lo cierto es que la
tolerancia hacia las múltiples expresiones de los pueblos que habitan su
inmenso estado, a veces contradictorias, es una actitud de modernidad que
distingue a este período, y explica situaciones que acaecen en el campo
político y artístico que en particular afectan la vida de Ivan Meštrović.
El contexto artístico en Viena
se caracteriza por la irrupción de un grupo de innovadores que contestan la
expresión académica tradicional.
Los cuerpos artísticos más
importantes eran la Academia de Bellas Artes y la Künstlerhaus, y hasta la
formación de la Secesión, estaban fuertemente ligados a la cultura del
establishment europeo de la época: en arquitectura, el eclecticismo de
inspiración clásica; en pintura, el academicismo post-romántico; en escultura,
un neobarroquismo decadente. Todas las bellas artes tenían un denominador
común: el historicismo.
Los artistas renovadores se
sentían frustrados en repetir formas poco inspiradas del repertorio académico,
formas ya agotadas, en un pobre ejercicio de creatividad que parecía mediocre
en comparación con la vitalidad exitosa de la comunidad científica. Por ello
"su arte se convirtió de improviso en menos representacional y más
temático, en la medida que expresaban sus preocupaciones y sentimientos sobre
la sociedad de la época. El período fue caracterizado por una cierta morbidez,
como si se buscase despertar al antiguo Imperio de su letargo. Temas plenos de
fantasía, alucinaciones, visiones y sueños, empezaron a aparecer. Lo erótico
ganó en popularidad. En una abrupta transición, Gustav Klimt (1862-1918) pasó
de su sitial de mejor artista académico a una transformación tal que muchos
vieneses consideraron pura pornografía" (Michael Mulnix, "Meštrovic
in Vienna", Journal of Croatian Studies, Vol. XXIV, 1983).
El personaje más conocido e
influyente es el arquitecto Otto Wagner (1841-1918) quien desde 1870 desarrolla
una brillante carrera. De formación académica sirve al estado con una serie de
grandes proyectos; participa en concursos para la embajada rusa en Viena, los
parlamentos de Budapest y Berlín, la Bolsa de Amsterdam y la Catedral de
Berlín, además de varios edificios residenciales. En 1890 es nombrado director
de la escuela de Arquitectura en la Academia de Bellas Artes, pero hacia 1894
revisa su herencia clásica y siguiendo a un grupo de alumnos talentosos
(Hoffmann y Olbrich), funda con ellos, otros pintores y artistas, en 1897, la
Asociación de Artistas Austríacos, conocida posteriormente como la Secesión
Vienesa.
Por qué Secesión? Porque se
trata de un movimiento antiacadémico que preparará el terreno a las
experiencias modernas. Wagner propugna la renovación de la cultura
arquitectónica proyectando edificios cada vez más libres de referencias
históricas. Los artistas de la secesión no reconocerán diferencias entre el
"Arte mayor" y el "Arte menor" (las artes industriales o
artesanías), considerarán que el arte es un bien común, y amplían el campo de
sus experiencias. Es significativo que por esa época se funde, en Viena, el
Museo de Artes Aplicadas (Museum für Angewiindte Kunste), lo que es indicio de
una actitud incluyente y abierta.
Naturalmente que esta apertura
sería beneficiosa para que un artista de las características del joven Ivan
Meštrović tuviese buena acogida.
El segundo personaje conspicuo
de la Secesión es Gustav Klimt (1862-1918), quien llegó a ser presidente del
grupo. Klimt en su primera época fue un pintor y decorador académico de gran
renombre, recibiendo encargos oficiales y privados de toda clase. Sus temas se
concentran en la exploración de la criatura humana, que es como un pretexto
para transformar la "vida" en "arte". Hacia el fin del
siglo (1890-1900) se difunden las ideas de Nietzche, con afirmaciones tales
como que "la existencia del mundo sólo se justificaba en tanto fuese fenómeno
estético". Klimt hace suya esta posición y concibe al arte corno una
sublimación y triunfo sobre la vida. También está implícita la idea de
redención a través del arte, el que sería capaz de conducir al hombre a un
reino supremo, "solamente capaz de procurarnos pura alegría, pura bondad y
puro amor". Su arte intenta representar la simpatía que siente por todos
los sufrimiento humanos, en toda su debilidad.
Convendrá también tener
presente, a fin de caracterizar mejor el ambiente ideológico-artístico que sin
duda influyó sobre Meštrović, lo que Hermann Bahr publicó en el primer
número de la revista "Ver Sacrum" (Primavera Sagrada), órgano oficial
de la Secesión. Dice Bahr "...queremos declarar la guerra a la rutina
estéril, el bizantinismo rígido, a todas las formas del mal gusto, y contamos
para lograr esto con todos los que creen que el arte representa una alta misión
cultural"; como se ve, un rechazo al arte académico y comercial triunfante
en la época. Además Bahr afirma que "cada época tiene su sensibilidad
propia. Despertar, estimular, propagar la sensibilidad estética de nuestro
tiempo es la razón esencial por la que editamos esta revista".
Hace también Bahr un llamado a
la individualidad, que sería recibido gratamente por Meštrović;
"Aquel que pintando, dibujando o modelando quiera divulgar el secreto de
su alma, desde ya pertenece a la Secesión". Y finalmente, el llamado
universalista: "Es por eso que nos dirigimos a todos, sin distinción de
medios o de situación. No hacemos diferencias entre el gran arte y las artes
menores, entre el arte para ricos y el arte para pobres. El arte es un bien de
todos".
El llamamiento de Bahr también
incluye, en varias partes de su desarrollo, la idea que el artista puede y debe
intervenir en más de un aspecto de la creación de obras "totales",
que incluyan la conjunción de todas las bellas artes y las artes industriales.
Está reeditada aquí la idea de la "Obra de arte total", que Richard
Wagner promovió desde 1860.
A pesar que si consideramos la
obra entera de Meštrović, notamos que su temática se ve principalmente
influenciada por la literatura de su pueblo y la epopeya bíblica, dos aspectos
integrados a su persona desde su niñez en su nativa Croacia, puntualizaremos
ahora aquellas obras que tienen rasgos emparentados con la Secesión Vienesa y
que, por así decirlo, quedaron incorporados a su poética desde su estancia en
Viena.
Una de sus obras más conocidas,
"La fuente de la vida", actualmente frente al Teatro Nacional de
Croacia, en Zagreb, fue su presentación en la exposición de la Secesión de
1905. Es una obra de su juventud. Se trata de figuras humanas rodeando un pozo,
sedientas de las aguas generosas de la vida, maravillosamente
interrelacionadas, con superficies delicadamente modeladas en su cualidad táctil.
La obra fue encargada por el mecenas más notorio de los artistas de la
Secesión, Karl Wittgenstein. La idea general probablemente le fue sugerida por
una pintura de cielorraso ejecutada por Hans Canon hacia 1884-1885 llamada
"El círculo de la vida" en el Naturhistorisches Museum, de Viena. Las
figuras no están tomadas de Canon, pero sí la disposición circular de cuerpos
humanos de varias edades, cual eslabones de una cadena.
Las enérgicas líneas y recursos
compositivos que usó Meštrović en sus primeros dibujos, recuerdan
estrechamente la técnica de Klimt, lo que sugiere una cercana relación.
La obra "Escultura de una
anciana", expuesta en la Exposición Internacional de Roma, de 1911, tiene
notorios parentescos con los dibujos de Klimt que sobre el mismo tema hiciera
en el período 1905-1911, con la posibilidad que hayan llegado a usar el mismo
modelo.
Algunos de los más importantes
rasgos y actitudes de la Secesión están presentes, sin embargo, en su obra
arquitectónica. La casa veraniega de Meštrović, en Split, de 1930-1936,
ahora la Galería Meštrović, ubicada magníficamente en el paisaje de la
costa, y pensada fundamentalmente para exhibir su escultura, es muy parecida a
la primer casa suburbana hecha por Wagner en 1886-88, la Villa Wagner.
La capilla de la Santa Cruz
(1937-1939), vecina a la casa veraniega en Split, tiene un aire clásico
despojado al máximo de ornamentación que recuerda el esquematismo clasicista
remanente en Wagner a partir de la Caja de Ahorro Postal de Viena (1903-1912).
La capilla memorial para la
familia Radić (1921-1923) es la más semejante a la obra de Wagner, aunque
traducida a una escala menor, de la Iglesia de San Leopoldo, en Steinhof, de
Wagner (1905-1907). Pocos han advertido el parentesco de esta obra con la Secesión,
quizás porque como grupo organizado la Secesión finalizó en 1918 con la muerte
de Wagner, Schiele y Klimt, y que Meštrović abandona Viena en 1915 y
emigra a Italia y luego a Londres. No solamente el parecido es formal, sino que
la intención artística está dirigida a exaltar los valores esenciales del grupo
antes que del individuo, como lo pensaban los artistas de la Secesión.
La idea de la obra de arte
total, compartida por los artistas vieneses, hubiera sido magníficamente
plasmada en el proyecto del monumento en Kosovo (1904-1911) ya que
Meštrović hubiese trabajado como arquitecto, pintor, escultor y decorador.
Las esculturas que formarían el monumento fueron expuestas en varias ciudades
europeas y recibidas favorablemente por la crítica. Desde un enfoque
arquitectónico, sin embargo, el monumento de Kosovo, si se lo juzga por un
modelo en madera, es de neto corte clásico primitivo, con un cierto manejo del
ensamblaje de los distintos volúmenes que recuerda un poco el arte egipcio. No
existen aquí las sutiles articulaciones que pueden notarse en obras inspiradas
en la poética de Otto Wagner.
Escultóricamente puede decirse
que del monumento de Kosovo queda un ejemplo, el "Victor", ubicado en
el parque Kalemegdan de Belgrado, cuyas formas esquemáticas y estilizadas
revelan hasta qué punto su sensibilidad quedó prendada del valor del grafismo y
la predominancia lineal del arte de la Secesión.
Estos recursos expresivos que
Meštrović hace suyos, por ejemplo en el crucifijo de la Capilla
Račić, o en los arqueros de Domagoj, son comparables a las estatuas
que hace colocar Wagner en el ático de la Caja de Ahorro Postal de Viena. o en
los medallones ornamentales que configuran el entablamento de les edificios de
vivienda de la Linke Wienzeile.
La trayectoria artística de
Meštrović, posterior a su período vienés, retoma temáticas ajenas a las
usuales de la Secesión. Su arte se vuelve decididamente religioso pero sin
embargo persiste, como una constante voluntad artística, la intención de
expresar a través del arabesco lineal, quizás más ascético, la simpatía por los
sufrimientos humanos a los que se refería Klimt. Quizás allí resida el aporte
de su experiencia con la Secesión vienesa.
El posterior desarrollo del modo
escultórico de Meštrović fue sin duda profundamente personal y original.
Los lazos establecidos con la poética de la Secesión vienesa, cada vez más
tenues, dada la divergencia en los temas, son sólo testigos de sus primeras
experiencias, y del brusco cambio entre su ambiente rural y campesino en
contraste con el cosmopolitismo vienes del 1900.
No obstante, aquello que
conviene señalar de la Secesión respecto a Meštrović es que ella preparó
el campo de las apetencias artísticas hacia una mayor apertura a temas
exóticos, particulares y provinciales, y amplió y difundió la idea que el arte
no es sólo para elegidos, sino manantial de goce para toda la humanidad. En
este aspecto, Meštrović demostró, a través de su obra, que tenía mucho que
decir.
Boris Široki y Z. A. Sančević, Caracas, Venezuela
Dentro de las abundantes
iconografías de los Libertadores latinoamericanos: retratos, bustos y estatuas
que embellecen las monumentales plazas y sitios históricos desde Río Grande
hasta Patagonia, periódicamente llama la atención la extraña suerte del
monumento al Libertador Simón Bolívar que el célebre escultor croata Ivan
Meštrović ideó y diseñó con motivo del Sesquicentenario Bolivariano en
1930.
En 1975, encontramos en una de
las monografías sobre Meštrović la reproducción de la maqueta de la obra y
la publicamos en el "Boletín del Centro Croata-Venezolano" [2]
como una curiosidad: un magno monumento que nunca se realizó. Nada sabíamos en aquel
tiempo como se había llegado al proyecto, ya que la mencionada monografía sobre
Meštrović apenas decía: "Este monumento fue comisionado por el
gobierno de un estado sudamericano que poco tiempo después a raíz de una
revolución cayó, de manera que fue imposible ejecutar el monumento".
La primera parte del misterio
que envuelve este proyecto del Sesquicentenario Bolivariano quedó aclarada
después de la investigación que hizo el diplomático venezolano Alberto Valero
en los archivos del Museo de Meštrović en Zagreb. Esta investigación fue
iniciada a raíz del interés suscitado en Valero y en el embajador venezolano
Abel Sifuentes Spinetti por la mencionada publicación de nuestro Boletín que le
fue entregado por la Señora Nadia Salas antes de su viaje a Yugoslavia.
Los resultados de esta
investigación fueron publicados en 1981 por Valero, en un artículo del diario
"El Nacional" de Caracas[3],
que llevaron a la luz del día el papel del promotor intermediario del proyecto
el escritor venezolano Don Rufino Blanco Fombona (1874-1944) y los excerptos
más importantes de la correspondencia Meštrović-Blanco Fombona. Sin
embargo, a pesar del esfuerzo de Valero, no se logró descubrir cuál gobierno
sudamericano estaba envuelto en el proyecto. Suponiendo que se trataba de un
país bolivariano, en 1930 han habido cambios de gobierno en Bolivia (Hernando
Siles/Junta Militar), en Colombia (M. Abadía Méndez/ E. Olaya Herrera) y en
Perú (Augusto B. Leguía/Manuel Ponce/L. M. Sánchez Cerro), de los cuales se
trata de derrocamientos solamente en Bolivia y Perú.
Pero hasta la fecha no se ha
encontrado evidencia fehaciente cuál nación o gobierno ordenó la obra. Los
personajes envueltos en la concepción de este monumento a Simón Bolívar son: el
célebre escultor croata Ivan Meštrović y el escritor e intelectual
venezolano Don Rufino Blanco Fombona. A manera de información, haremos un
esbozo biográfico de este último, por ser menos conocido. El personaje de Simón
Bolívar, gran Libertador y Padre de la Patria de Venezuela, Colombia, Ecuador,
Perú y Bolivia, es de sobra conocido por el público latinoamericano, inclusive
fuera de los países bolivarianos.
Don Rufino Blanco Fombona
(1874-1944) [4] es una de
las figuras más importantes de la literatura venezolana e hispánica de fines
del siglo XIX y la primera mitad del XX. Historiador, polemista, escritor,
ensayista, poeta, periodista, político, conferencista, viajero, hombre de
combate. Ha publicado 22 libros, pertenece al grupo de hombres modernistas que
acaudilla Rubén Darío. Desterrado político, luchador contra las dictaduras, en
España Gobernador de Navarra y fundador de la "Editorial América" en
Madrid. A Venezuela sirvió como diplomático en EE.UU. , Holanda y Uruguay y
también como gobernador del Territorio Amazonas y presidente del Estado Miranda
en el país. Murió en Buenos Aires y con motivo de la trasladación de sus restos
mortales a Venezuela se le rindió homenajes tanto en la Argentina como en
Caracas. Sin embargo, dentro de tan variada y enorme labor es en la literatura
y el pensamiento hispanoamericano de la primera parte del siglo XX donde más se
destaca, seguida por la meritoria labor de divulgador de las obras bolivarianas
y de las obras máximas de la literatura hispanoamericana.
La relación entre Don Rufino
Blanco Fombona e Ivan Meštrović en la concepción del monumento al
Libertador era netamente epistolar. Nos informa Valero, que la correspondencia
comienza con una carta de Blanco Fombona del 28 de octubre de 1929, escrita en
Madrid: "El gobierno de un país de la América Latina me ha hecho el honor
de servirse de mí como intermediario para encargar un monumento a Bolívar, el
gran héroe de nuestra raza, al más grande escultor viviente. Naturalmente,
Maestro, he pensado en usted. Se requiere que sea algo digno de usted y del
Libertador de nuestra América". En esta carta, Blanco Fombona también le
ofrece a Meštrović, en caso que acepte el proyecto, la información sobre
las características físicas del semblante del Libertador, pide bocetos en lápiz
del monumento para someterlo al gobierno interesado y sugiere como modelo la
estatua del General Alvear, del escultor francés Bourdelle, en Buenos Aires.
La respuesta de Meštrović
no se conserva, pero debió ser positiva, ya que en su segunda carta al
escultor, Blanco Fombona dice: "Usted tendrá completa libertad para la
concepción del Monumento a Bolívar. Usted sabe concebir en grande y crear
belleza. Nada le impedirá dar su medida... por espacio, no hay problema... En
cuanto a las proporciones, el precio y las condiciones de pago, le ruego
comunicármelos desde ahora; cuanto menos costosa resulte, más posibilidades
habrá de que usted la realice... mejor sería hacer un borrador, o dos, para
someterlos al gobierno, en lugar de vaciar desde ahora en bronce su proyecto.
Los gobiernos gustan de ser ellos mismos quienes deciden, o por lo menos
aparentarlo. Todo esto es muy humano y usted comprenderá fácilmente... en
Madrid han puesto oficialmente la primera piedra para un monumento a Bolívar.
El artista a quien se ha encargado el trabajo no es un hombre de primera. Se
podría colocar dicha obra en otro lugar y exigir una reproducción suya en
Madrid si usted llega a realizar lo que yo creo que usted puede hacer".
En respuesta a esta segunda
carta, siempre de acuerdo con las citaciones de Valero, Meštrović dice que
está dispuesto a llevar a cabo el monumento "...con mucho gusto, lo que
como sabrá usted no implica la seguridad de que la obra definitiva sea un
éxito... no tenemos tiempo que perder. Nuestro contrato debería estar listo
para Navidad [de 1929] o, a más tardar, para fines de enero [de 1930] ...
Gobierno en cuestión... el modelo me sería pagado si, por algún motivo no se me
confía la ejecución... Mi solicitud de diez mil dólares por la maqueta no debe
asombrarle, porque la maqueta fue hecha en una escala que servirá de base al
monumento definitivo y exige de mí por lo menos mes y medio de estudio y
trabajo intensivo...". Las dimensiones del monumento concebido por
Meštrović eran de 7 m. de altura de la figura ecuestre en bronce y 14 m.
de altura del pedestal granítico con seis relieves de la vida del Libertador.
En esta segunda carta, Meštrović establece también el precio de la obra en
300.000 dólares y acepta la invitación de Blanco Fombona para una reunión en
Zagreb o París, pero que no se llegó a efectuar.
En la siguiente, tercera carta a
Meštrović (5 de diciembre de 1929) Blanco Fombona dice: "Bolívar fue
un hombre de genio, como lo es usted y fue un gran revolucionario en política,
como lo es usted en el arte. Sepa, pues, que no se trata de hacer una obra
convencional, sino una obra de la mayor belleza y magnificiencia... según el
Ministro y el Presidente en cuestión, el precio total del monumento es algo
excesivo... Si pudiera tener proporciones menores, el precio sería inferior...
el de Alvear, del que hemos hablado, parece que ha costado bastante
menos..."
En la respuesta inmediata a esta
carta de Blanco Fombona, Meštrović dice: "...la personalidad de
Bolívar me atrae e interesa mucho como forma artística y he comenzado a
estudiarlo un poco, pero forzosamente me es necesario un cierto tiempo para que
la expresión artística de Bolívar tome forma en mí y se transforme en emanación
de mi espíritu... Le agradeceria me enviase a vuelta de correo, distintas
imágenes de Bolívar, de los trajes, uniformes y vestidos burgueses de la época,
y finalmente, indicarme con exactitud cuáles fueron los años en que Bolívar
llevaba bigotes y los años en que estaba afeitado, a fin de que sepa atenerme a
la realidad histórica al hacer los relieves. En esta carta, Meštrović
también considera que el plazo de ejecución es muy corto, de manera que los
relieves se añadirían después de diciembre de 1930... lo que sería menos caro
evidentemente, pero no convendría ni a la personalidad de Bolívar ni al lugar
donde será colocada la estatuta".
La próxima, cuarta carta
(Navidades de 1929) de Blanco Fombona lleva a Meštrović las descripciones
pormenorizadas del físico del Libertador y de los uniformes del ejército
libertador, agregando: "vuestro Bolívar se anuncia grandioso".
En la quinta carta de Blanco
Fombona a Meštrović, escrita el 3 de enero de 1930, le remite los recortes
de periódico acerca de un monumento al Libertador, construido en París, del
cual el jurado seleccionador dice que ha captado el dinamismo de la
personalidad de Bolívar, que "...no se podrá representar en un monumento
estático a un héroe que no conoció jamás la tranquilidad, agregando que
"Se espera de usted un monumento mucho más grandioso de todos cuantos existen".
Meštrović envía una carta a
Blanco Fombona el 28 de diciembre de 1929, en la cual reconfirma las
dimensiones gigantescas de la estatua (pedestal 15 m. y estatua 7m. de altura,
15 x 18 m de base) y la temática de los seis bajorrelieves (Bolívar al frente
de soldados en la batalla, Congreso de Panamá, Batalla de Junín, Juramento de
Roma en la parte inferior del pedestal y la Libertad y la Lucha en la parte
superior). Simultáneamente, Meštrović remite por vía diplomática a Madrid,
las fotografías de su maqueta, pidiendo de Blanco Fombona la garantía que esto
"...no sería publicado en ningún sitio sin permiso [de Meštrović] ni
utilizado por nadie y de ninguna manera".
En una última carta a
Meštrović, Blanco Fombona dice: "...es increíble que usted haya
podido concebir un monumento tal y sin un conocimiento más profundo de lo que
es nuestra América... Vuestro genio es magnifico. Se adapta a todo, llena todos
los vacíos". Aún cuando personalmente satisfecho, Blanco Fombona indica
una vez más que el gobierno (,,cuál?) tiene que aprobar el monumento. No se
trata de otra estatua más de Bolívar y que "...las tiene por
docenas", sino algo especial como la obra de Bourdelle en Buenos Aires.
"Ellos van a decir que es demasiado dinero por una estatua, aunque ésta
sea gigantesca y de Meštrović... y que ...no hay gran cosa en el monumento
que caracterice especialmente a Bolívar y la América Latina; que esta misma
estatua habría podido servir a un héroe de cualquier otro país". Blanco
Fombona por fin le sugiere a Meštrović, "...disponer de su tiempo
como crea más conveniente" mientras se espera la respuesta "...del
gobierno en cuestión".
Aquí Meštrović, ya un tanto
intrigado con la identidad del misterioso gobierno de un país sudamericano y de
un tanto extraño curso que ha tomado la correspondencia con Don Rufino Blanco
Fombona, abandona el proyecto, quedándose con su maqueta de la monumental obra
que todavía reposa en el Museo Meštrović de Zagreb, uno de los tres museos
del célebre escultor croata (los otros dos son de Split y de Otok, también en
Croacia). Meštrović en este tiempo estaba en el apogeo de su primera fase
de creatividad que se caracteriza por la escultura monumental épica, y por su
arquitectura colosal, sobria, estática. Parece también extraño que un intelectual
como Don Rufino Blanco Fombona, quien por un lado reconocía la genialidad
escultórica de Meštrović, por otro lado no se diera cuenta que un artista
de la talla del escultor no iba a modificar su visión artística, ideas y
estilo, aún cuando los dos, Fombona y Meštrović, tenían sus filosofías
permeabilizadas por los mismos ideales de lucha por la libertad y
auto-determinación de los pueblos.
Es por esto que las sugerencias
de Blanco Fombona en la captación del dinamismo del Libertador frente a las
ideas de Meštrović de lo grandioso de la personificación simbiótica de la
libertad en el semblante del Padre de la Patria, nos hace pensar que esto
quizás tenía que ver con las ideas de algún personaje del gobierno que ordenó
la obra. Una reunión entre los dos personajes, que fue planificada pero no
realizada, podría haber aclarado estas, relativamente pocas, divergencias en la
correspondencia. Alberto Valero en su artículo es, sin embargo más inquisitivo:
"También aguarda respuesta el enigma del país sudamericano interesado en
el monumento. ¿Existió aquél, realmente? O se trata de una más de las
inspiraciones de Blanco Fombona en lo que buscó arrastrar a una personalidad
política del momento?"
Para Meštrović de aquel
tiempo la interrupción del proyecto y toda esta experiencia no fue dramática.
El costo del estudio-maqueta lo absorbió él mismo, después de todo las cartas
del entusiasta Blanco Fombona no envolvían los legalismos de un contrato.
Meštrović simplemente había pecado de ingenuo y el proyecto no cristalizó
debido quizás a la actitud de algún desconocido funcionario gubernamental o a
su derrocamiento. Durante este período del arte de Meštrović, entre las
dos guerras, ya mencionadas como caracterizado por lo épico, monumental,
colosal, sobrio, el escultor estaba particularmente asediado por los encargos,
era figura central y máxima de las artes plásticas croatas y del sureste
europeo. En el mundo de entonces era uno de los primeros, más destacados y
admirados escultores, trabajando sin descansar en una larga sucesión de obras.
Solamente durante la última guerra mundial en el exilio en Italia y Suiza
disminuye la intensidad de su trabajo, para luego volver a intensificarse en la
postguerra en Estados Unidos, en una fase más orientada hacia el arte sacro,
enseñanza universitaria y las esculturas y bajorrelieves dedicados a su nación
croata (decoración del Instituto Pontificio Croata de San Jerónimo en Roma,
bajorrelieves en madera de la Capilla de Split, monumentos a insignes croatas:
Card. Stepinac, Kačić, Držić, Čaušević, Martić,
Gojsalićeva, etc.). Entre los encargos están Clínica Mayo y Monumento a
hebreos víctimas del holocausto en Estados Unidos, Mausoleo del arzobispo-duque
montenegrino Njegoš, etc., hasta su muerte en 1962.
Pero con esto no termina la
extraña suerte de este proyecto de monumento al Libertador Simón Bolívar, de
Meštrović. Medio siglo más tarde, Meštrović ya difunto desde hace 20
años y yaciendo en su Mausoleo familiar de Otavice en Croacia del Sur
(Dalmacia), surge de nuevo el interés por su monumento al Libertador, al
acercarse el bicentenario bolivariano (1783-1983). Esta vez, el representante
diplomático del gobierno venezolano ante la federación de las repúblicas
socialistas de Yugoslavia (RSFY), que incluye la República Socialista de
Croacia, se interesó por el monumento y buscó comunicarse con los herederos de
derechos de autor de Meštrović, sus hijos Mate y Maritza Meštrović.
El embajador venezolano en
Belgrado, Martiniano Bracho Sierra y la Consejero de la Embajada María Azócar
Silva, han hecho la promoción de la construcción del monumento de
Meštrović con el gobierno venezolano y han publicado en 1982 un folleto
bilingüe [5]sobre
el monumento en ocasión del Bicentenario del Libertador[6]
[7].
La Sra. Maritza que vive en Buenos Aires y que hace periódicos viajes a Croacia
para administrar la herencia artística de su célebre padre, entró en
conversaciones con los mencionados diplomáticos para permitir el uso de la
maqueta en la construcción del monumento. Una vez más el giro de los
acontecimientos fue adverso a la erección del ya célebre proyecto de monumento
de Meštrović. En Venezuela democrática, las elecciones de 1983 resultaron
en el cambio constitucional de gobierno, lo cual aparentemente dejó las
conversaciones con la heredera del escultor en olvido. Un viaje que hizo la
Sra. Meštrović a Caracas para fines de 1983, la convenció que se trataba
de un vaivén más en la extraña suerte del ya famoso proyecto de su padre.
Karlo Mirth, Nueva York, EE.UU.
Hoy, con motivo del 25
aniversario de la muerte de este inmortal artista plástico croata, se
reavivaron con intensidad renovada mis recuerdos y encuentros, que completados
y remozados brindo al lector.
Después de su traslado de Europa
a América, por primera vez, a través de correspondencia, entré en contacto con
Meštrović. Yo editaba en Madrid "Croatia Press" que en esos
tiempos era exclusivamente un servicio periodístico de informaciones destinado
a las publicaciones de los emigrantes y los exiliados del otro lado del Océano.
Me encontré agradablemente sorprendido cuando en Madrid recibí una carta de
Meštrović, en la que me decía haber visto muchas noticias de "Croatia
Press" en los periódicos croatas y que llegó a sus manos un ejemplar, que
el contenido era muy interesante, por lo que me pidió que le mandara
directamente el boletín y, si fuera posible, por vía aérea. A tal fin, adjuntó
un cheque para los gastos.
Durante los próximos dos o tres
años, intercambié con Meštrović un par de cartas, que por sí no tenían
significado especial. Después cuando yo también me había trasladado a Estados
Unidos, en 1952, la correspondencia se tornó más frecuente y luego de mi
primera visita a Meštrović, en Siracusa, 1953, mis relaciones personales
con el gran artista se profundizaron y afirmaron en forma que nunca hubiera
podido imaginármelo antes.
En el momento de nuestro primer
encuentro, Meštrović se acercaba a los setenta, doblándome en edad.
Tomando en cuenta esta gran diferencia de edades, el hecho de pertenecer a dos
generaciones distintas que dadas las circunstancias y las dos guerras mundiales
nos llevaron por caminos distintos, y especialmente si se considera que por un
lado estaba el gran Meštrović —artista de reputación mundial— y por el
otro yo —¿y quién soy yo?—, esperaba que nuestros contactos y relaciones
obligatoriamente tendrían que tener cierta distancia.
Nuestra primera conversación
duró quince horas. En esa oportunidad escuché de su boca un montón de recuerdos
interesantes, de acontecimientos vividos, de datos, opiniones y pensamientos.
Habló del idealismo que los
guiaba a él, a Frane Supilo, Ante Trumbić y a algunos otros croatas que
habían formado el Consejo Yugoslavo en Londres, en los tiempos de la primera
guerra mundial. Ellos tenían una concepción completamente distinta del estado
de los Eslavos del Sur, del constituido después. A nadie le es fácil reconocer
que los ideales y las esperanzas, en las que puso todo su entusiasmo juvenil, habían
fracasado, pero Meštrović lo hizo sin titubear. "Por la rapacidad de
los vecinos y por las razones culturales, económicas y otras, en ese entonces,
pensábamos que un estado unificado era la mejor solución. Y hoy, cuando los
extranjeros notan que no hay mayores diferencias entre nuestros idiomas, y
observan el mapa geográfico, a primera vista parece que era mejor.
Lamentablemente no podemos vivir juntos".
Lo más interesante de estas
conversaciones fue cuando Meštrović se refería a los empeños del régimen
de Tito, por convencerlo para retornar a Yugoslavia.
Cuando el escultor
norteamericano Jo Davidson, de regreso de Yugoslavia, declaró al periodismo que
Tito le había expresado su deseo de que Meštrović retornara a su vez,
también por intermedio de la prensa, dio su contestación diciendo que él
volverá solamente cuando Tito retorne a la Unión Soviética. Aunque esto
significaba una fuerte bofetada, el régimen de Tito no se inmutó, sino que
prosiguió en su empeño por convencer a Meštrović para que volviera. En
ocasión de su llegada a América como representante de Yugoslavia en las
Naciones Unidas. Milovan Djilas, envió un mensaje a Meštrović, expresando
su deseo de reunirse con él y entregarle un importante mensaje. Meštrović
me había contado en detalle sobre esta reunión, pidiéndome que por el momento
no lo publicara, porque él mismo pensaba referirse al tema en el momento
oportuno.
Este encuentro con Djilas, según
lo contado por Meštrović, se desarrolló de la siguiente manera: Djilas en
compañía de Sava Kosanović, en aquel momento embajador de Yugoslavia en
Washington, dijo a Meštrović que "el mariscal Tito se sintió
terriblemente ofendido", por rechazar su invitación de volver, pero que
"el mariscal le tiene un gran aprecio" por su arte y que piensa que Meštrović
no estaba bien informado de todas las cosas, por lo que le cursa la invitación
de nuevo. Además, Tito personalmente le comunica que tendría plena libertad de
trabajo y acción y que se le facilitarían todos los medios necesarios para su
actividad. A continuación Djilas le dijo que no piden que se declare
políticamente a favor de ellos. Hasta podría criticarlos públicamente si asi lo
deseaba.
En el transcurso de la
conversación, Meštrović le pidió aclaración sobre la condena y los tratos
que se están aplicando a Stepinac. A esta pregunta, referente a Stepinac,
Djilas le contestó:
"Honestamente le digo la
verdad, yo pienso, y no solamente yo, que Stepinac es un hombre íntegro, de
carácter fuerte, al que es imposible doblegar; ciertamente fue condenado
injustamente, ¿pero cuántas veces ocurrió en la historia que por las
necesidades políticas fueron condenadas personas inocentes?"
En la pregunta de
Meštrović, "¿Y usted qué piensa, quién tiene más partidarios en
Croacia, Tito o Stepinac?", Djilas le contestó: "Es una pregunta
difícil, pero yo le voy a contestar honestamente. Nosotros en Croacia no
tenemos a nuestro favor, ni el 3% y en Yugoslavia, en conjunto, el 5%. Pero eso
no tiene importancia, pues incluso los cristianos empezaron con pocos
adeptos".
Además, Meštrović me contó
que durante la conversación subrayó con mucha claridad a Djilas que él no
podría sentirse feliz, porque sería el único de los no comunistas en poder
disfrutar de la libertad, inclusive de la libertad de criticar el régimen
comunista sin castigo, mientras muchos amigos suyos perdieron la vida por eso y
otros todavía siguen encarcelados.
Más tarde, cuando el mismo
Djilas fue encarcelado y condenado, en varias oportunidades comentaba yo ese
episodio ocurrido con Meštrović. Nos pusimos de acuerdo que la ironía del
destino determinó que por la misma "necesidad política" con la cual
Djilas justificaba la condena del inocente Stepinac, los amigos políticos de
Djilas de ayer, justificaban su actual encarcelamiento.
En el momento de mi visita a
Meštrović, ya sabíamos de la complicada enfermedad sanguínea de Stepinac.
Meštrović me habló de las medidas que había tomado y que todavía pensaba
tomar. Entre otras, ya se había dirigido al cardenal Spellman y a otros
representantes católicos de Norteamérica, para que intervengan ante el gobierno
americano a fin de que éste envía médicos especialistas y se despachen los
remedios especiales.
Respecto de la posición de los
círculos gubernativos de Yugoslavia hacia Stepinac, sobre todo fue muy
interesante un detalle de la conversación que Meštrović sostuvo con el
embajador yugoslavo en Washington en ese entonces, Vladimir Popović.
Popović avisó a Meštrović, que si fuera posible, le gustaría visitarlo
con su esposa para conocer sus trabajos artísticos; así que con esta excusa
hizo su visita a Meštrović en Syracuse. Hablando de esta visita y de la
conversación, Meštrović me contó entre otras cosas, que Popović le
había manifestado:
—"Nosotros personalmente no
tenemos nada contra Stepinac y si él quisiera romper sus relaciones con el Papa
y Roma, nosotros lo elevaríamos tan alto como nadie podría levantarlo
nunca".
"Lo sé —le contestó
Meštrović— lo elevarían tan alto que, al caer, se rompería en modo tal que
nada quedaría".
Durante los años 1953 y 1954,
Meštrović se encontraba muy ocupado con el arreglo de su legado artístico
en Croacia. La casa que tenía en Split, con todas sus obras de arte que se
encontraban en ella, la había legado al pueblo croata para que la convierta en
museo. En el convenio que había firmado con los representantes de la República
Socialista de Croacia, esta casa-museo, la capilla de la Santa Cruz en Split y
el mausoleo familiar en Otavice, debían ser monumentos públicos, con la
condición de que los servicios religiosos en la capilla de la Santa Cruz y el
mausoleo quedasen bajo la jurisdicción de la Iglesia. De acuerdo a este
convenio, el gobierno garantizaba a las autoridades eclesiásticas el derecho de
celebrar misas y otros ritos litúrgicos en la capilla de la Santa Cruz y en el
mausoleo familiar.
Cuando Meštrović, allí por
el año 1954, terminó el último de sus treinta relieves en madera, que
representaban las escenas de la vida y la pasión de Cristo, y cuando por fin
consiguió que fueran colocados en la capilla de la Santa Cruz, en la forma en
que lo había ideado y programado, rebozaba de satisfacción. Me parecía que
justamente en ella veía cumplirse el voto que había asumido probablemente
todavía en los días de su juventud cuando como muchacho por primera vez empezó
a moldear un crucifijo de madera, mientras caminaba detrás de su rebaño. En su
intimidad, esta colección de relieves le fue sumamente cara. No obstante que
nunca le gustaría hablar de la calidad de sus obras artísticas y sabía decir que
las mejores obras son las que todavía no había esculpido y que, quizá, se
quedarían sin ser plasmadas, me parecía que estaba particularmente satisfecho
con el logro artístico de este ciclo.
Mientras tanto, Meštrović
había recibido la noticia del obispo de Split, Dr. Frane Franić, que hasta
entonces no pudo consagrar la capilla de la Santa Cruz, como se había
convenido, porque las autoridades locales no querían otorgarle el permiso
pertinente, esperando supuestamente la autorización de los más altos órganos
del gobierno. Como siempre, Meštrović mostró una gran dosis de paciencia,
pero también una firme decisión.
Como las cosas no se movían,
Meštrović en una declaración a la "United Press", en noviembre
de 1954, expuso el problema ante la opinión pública americana. Primero explicó
en qué consistía el arreglo con las autoridades de Tito. Luego relató que las
autoridades de Split exigían del obispo Franić la exhibición de la carta
de Meštrović, legalizada por un escribano, en la que Meštrović pedía
la consagración de la capilla.
Poco tiempo después, los
periódicos católicos de América publicaron una noticia fechada en Trieste,
informando que por canales secretos se recibió el texto de las instrucciones
confidenciales del ministro del Interior de Tito, Svjetoslav Stefanović,
referente a la consagración de la capilla de la Santa Cruz. Según esta noticia,
Stefanović expresó su temor de que la bendición de la capilla provoque
"demostraciones reaccionarias anticomunistas". No obstante, como la
capilla ya de hecho estaba abierta al público para que se pudieran mirar los
relieves de madera, Stefanović, siempre de acuerdo a la misma fuente, dijo
también: "Esperemos que la capilla de Meštrović siga como hasta
ahora, un museo de arte de la era burgues-capitalista, que ya se había
extinguido en Yugoslavia con la victoria de los guerrilleros comunistas. El
escultor Meštrović ya es un hombre de edad y no vivirá por mucho tiempo
más. Cuando se muera, no será difícil olvidarnos de nuestra promesa".
Después de la declaración antedicha
de Meštrović a la "United Press" y después de esta noticia
difundida por las publicaciones católicas, en poco tiempo se había otorgado el
permiso al obispo de Split para que consagre la capilla.
Mientras tanto, en su interior
bullía otra idea: poder, por lo menos una sola vez antes de su muerte, visitar
a Croacia, especialmente la región donde se había criado.
Rechazando todos los mensajes y
recomendaciones que perseguían convencerlo de que visitara el país de
incógnito, se afianzaba en su fuero interno la persuasión de que, de acuerdo a
sus principios y con la actual política, únicamente podría considerarse una
visita corta, pero pública y a la luz del día, pues no tenía nada que ocultar y
lógicamente sería una visita con garantía de su circulación completamente
libre.
Paralelamente llegó a la
conclusión de que previamente debería jurar la ciudadanía americana. No
obstante que el derecho de obtener la ciudadanía lo había adquirido ya en 1952,
como en otras ocasiones, dejó que esta decisión madurase. Lo molestaba si su
ciudadanía norteamericana fuese interpretada como renuncia a su patria croata,
pero cuando sus amigos americanos lo convencieron de quo no se le pide ignorar
al pueblo de su origen, sino, por el contrario, ahora se espera de esas
personas enfatizar su nacionalidad, tomó la decisión final. Pero para que no
hubiera ninguna duda al respecto, Meštrović lo puntualizó en su
declaración a Owen Crumb de la "Asociated Press", el 7 de noviembre
de 1954. En esa ocasión dijo:
"Yo me siento honrado y
sobre todo feliz, por convertirme en un ciudadano de este país enorme y libre,
cuya grandeza no consiste solamente en su espacio geográfico y las fuentes de
riqueza materiales, sino en su refrescante espíritu de libertad, que al ser humano
le brinda la dignidad, una vida dentro del sistema democrático y la esperanza a
toda la humanidad".
"Yo solicito la ciudadanía
con la firme convicción y como resultado de un profundo deseo de ser
norteamericano, sabiendo que procediendo así, no debo dejar de amar a mi pueblo
croata del que procedo y al que debo todas mis inspiraciones".
Meštrović fue una de las
veintidos personalidades destacadas, que recibieron la ciudadanía americana
personalmente de manos del presidente Eisenhower, en una solemne ceremonia
celebrada en la Casa Blanca, el 11 de noviembre de 1954. La ceremonia fue
transmitida por televisión a Norteamérica entera, donde ese mismo día, se
otorgó la ciudadanía a 50.000 personas.
Ante la cambiada situación,
cuando Yugoslavia, luego de su confrontación con la Kominform dependía cada vez
más de la ayuda económica norteamericana, y ahora, que Meštrović se había
hecho ciudadano norteamericano, estaba claro que su visita a Croacia no tendría
las mismas implicancias políticas en cuanto al mismo Meštrović se refiere,
como hubiera podido tener algunos años antes.
Mientras tanto, transcurrieron
un par de años más, hasta que se concretó la última visita de Meštrović a
Croacia. En ese lapso, primero viajó su hijo Mate, quien le trajo sus impresiones.
También vino de Zagreb a Norteamérica su otro hijo, Tvrtko. Entretanto, al
mismo tiempo el desarrollo político traerá un nuevo acercamiento de Moscú a
Belgrado. Cuando a principios del mes de junio Tito se fue a Moscú devolviendo
la visita de Kruschev a Belgrado del año anterior, Meštrović justamente se
trasladó a Nueva York para recibir el doctorado "honoris causa", que
el día 5 de junio le había otorgado la Columbia University.
Aludiendo a la declaración
oportunamente hecha por Meštrović, referente rechazo de la invitación de
Tito por intermedio de Jo Davidson, le dije en esta ocasión:
—Maestro, ahora cuando Tito se
fue a Moscú, usted podría volver a Yugoslavia.
Meštrović me escuchó con
cierta sonrisa.
—No, no —contestó—. ¡Yo dije
cuando él se vaya a Moscú y allí se quede!
Esos años Meštrović iba
muchas veces a Nueva York. Durante mayo y junio vino en varias oportunidades,
después también. El día 23 de mayo, The American Academy of Arts and Letters,
le había otorgado la medalla de oro para la escultura. En la misma oportunidad,
Aaron Copland recibía la medalla de oro para la música. A principio de junio,
como ya dije, Columbia le otorgó el doctorado honorario.
Cada conversación con
Meštrović era para mí una verdadera renovación intelectual y espiritual y
un goce infinito. Meštrović salpicaba sus narraciones con anécdotas, buen
humor y toques finos de ironía. Normalmente charlábamos sobre las novedades que
se hubieren sucedido desde nuestra reunión anterior. Yo mantenía una estricta
discreción y nunca difundí sin su autorización las informaciones que él me
proporcionaba, por eso Meštrović me recompensaba con su confianza.
"Está bien que usted esté bien informado", me decía. Sin embargo,
nunca intentaba influir en mis opiniones personales. Hasta le gustaba escuchar
comentarios diferentes de los suyos y opuestos a sus ideas.
Mientras en los primeros
encuentros se refería mayormente a los sucesos de su pasado político,
principalmente a aquellos que próximamente iba a publicar en sus memorias
Recuerdos de los personajes y acontecimientos políticos —lo que acostumbraba
contar cada vez que se encontraba en presencia de grupos más o menos numerosos—
en estas reuniones nuestras generalmente hablábamos cara a cara de temas
actuales. La conversación giraba en torno de nuevos sucesos en Yugoslavia,
después sobre la gente y los acontecimientos acaecidos dentro de la emigración
croata. También tratábamos sobre la situación norteamericana.
Me resultaron especialmente
interesantes los contactos, mensajes y correspondencia que Meštrović
sostenía con Yugoslavia. No menos interesantes fueron sus conversacioes con
distintas personalidades norteamericanas, sobre lo que solía contarme algunas
particularidades. Por otro lado, Meštrović se interesaba mucho por el
desarrollo de los acontecimientos en la emigración. Se interesaba por los
sucesos políticos, pero todavía más por la actividad cultural. Cuando en alguna
publicación de los emigrados croatas aparecía un nombre nuevo, inmediatamente
me preguntaba si yo sabía algo de esta persona. Pese a que ya tenía relaciones
bastante ramificadas con muchas figuras culturales y públicas de la emigración
croata, quería tener un cuadro lo más amplio y exacto posible por lo que solía
hacerme en tal sentido muchas preguntas.
Meštrović me comentaba sus
conversaciones con el cardenal neoyorquino Spellman y el obispo de Florida,
Joseph Hurley, quien a su tiempo fue el nuncio papal en Yugoslavia precisamente
cuando el arzobispo Stepinac fue condenado al presidio. Hurley apreciaba mucho
a Stepinac y eso era el motivo primordial de su contacto con Meštrović.
Poco antes del fallecimiento de Meštrović, Hurley le propuso que entre los
dos escribieron un libro sobre Stepinac. Meštrović, quien no disponía de
tiempo suficiente y que ya no tenía las fuerzas necesarias, no pudo aceptar ese
emprendimiento. Francisco Pining, cardenal vienés, cuando estuvo en los Estados
Unidos —esto ocurrió antes de la muerte de Stepinac y del accidente
automovilístico de Kóning cuando iba al sepelio de Stepinac—, visitó también a
Meštrović en South Bend. Asimismo, lo había visitado el cardenal Pietro
Gregorio Agagianian, que vivía permanentemente en Roma, como también lo visitó
el arzobispo de Chicago, el cardenal Albert Gregory Mayer. Las conversaciones
con estos cardenales y con el ex nuncio papal Hurley fueron muy interesantes.
En varias oportunidades fue tratada la problemática del pueblo croata.
El arzobispo Hurley le encargó a
Meštrović varias estatuas que en general fueron colocadas en la jurisdicción
de su arzobispado. Entre ellas está la "Pietá", de bronce, emplazada
al norte del Mercy Hospital, en Miami, desde donde se abre una excelente vista
de la bahía Biscayne Bay. En el semicírculo hecho alrededor de este monumento,
entre las figuras de los mártires coetáneos, se encuentra también el relieve
del cardenal Stepinac. Meštrović también hizo el monumento al sacerdote
Francisco López, quien había celebrado la primera misa en el nuevo continente,
y organizó la primera parroquia en el territorio actual de los Estados Unidos.
Meštrović estuvo personalmente presente al inaugurarse este monumento en
St. Agustin de Florida, el 13 de abril de 1958. Sin embargo, ese día no se
sentía bien y por la tarde de ese día se internó en el hospital. Los médicos
constataron que debía operarse del apéndice con urgencia. No obstante su edad
avanzada, Meštrović se recuperó pronto.
Las relaciones entre Hurley y
Meštrović se exteriorizaron en sus visitas mutuas. El ex nuncio apostólico
visitó a Meštrović en South Bend en varias oportunidades. Entre otras,
vino a verlo inmediatamente después de su retorno del viaje a Croacia en 1959,
y estuvo también con él uno o dos días antes de que sufriera un leve infarto.
Meštrović estuvo también con el arzobispo Hurley varias veces en Florida y
se disponía a pasar con él —en febrero de 1962— un tiempito, para cambiar el
gris invernal de South Bend, por el clima sureño. La muerte se le anticipó. De
ese modo, el arzobispo Hurley vino en enero a South Bend, para despedirse de su
amigo croata muerto y acompañarlo en su último tramo.
Meštrović sostenía
relaciones con muchos otros norteamericanos como también con figuras de los
círculos internacionales.
Aún en tiempo de guerra, conoció
en Suiza a Allen Dulles, director de la CIA (Central Intelligence Agency), y
luego a través de él a su hermano John Foster Dulles, quien fue Secretario de
Estado en el gabinete del presidente Dwight D. Eisenhower. Probablemente cuadra
mencionar aquí, que Meštrović devolvió y rechazó el subsidio mensual que
el gobierno norteamericano otorgaba a través del Committee for a Free Europe a
destacadas personalidades políticas y públicas de Europa Central y Oriental que
cayeron bajo el dominio del poder comunista. Entre otros intelectuales
destacados Meštrović conocía bien a Theodoro Hesburg, presidente de la
Notre Dame University. Notre Dame le otorgó el doctorado honorífico y Hesburg
lo invitó a incorporarse a Notre Dame como Distinguished Professor, lo que el
maestro aceptó en 1955. Empero, Europa nunca lo había olvidado. En Austria,
particularmente en Viena, muchos se interesaban por sus trabajos en
Norteamérica. Una serie de doctorados honorarios, distinciones, su designación
cómo miembro de Academias, y uno de los últimos galardones antes de fallecer,
fue la condecoración por la ciencia y el arte que le otorgó la República de
Austria en marzo de 1961.
Interesantes fueron las
opiniones y puntos de vista que Meštrović tenía de los croatas en la
emigración y con los que mantenía relaciones. Al Dr. Vladimir Maček (Presidente
del Partido Campesino Croata, N. del T.), lo consideraba como un hombre de
envergadura y honradez excepcionales, pero se mostró muy crítico respecto a su
actuación política, o mejor dicho, a su inoperancia. Por otro lado, el Dr.
Maček, en ocasión de una de mis primeras visitas que le hice en
Washington, me dijo: "Meštrović siempre decía que no se dedicaba a la
política, pero está siempre metido en ella".
Cuando Meštrović recibió la
garantía de poder viajar por Croacia completamente libre, decidió, después de
17 años de ausencia, visitar su patria, en el verano de 1959. Salió de viaje el
23 de junio por barco desde Nueva York, y luego con el tren, pasando por París,
llegó a Zagreb, el 3 de julio por la noche, donde en la estación se había
reunido espontáneamente gran cantidad de personas, ovacionándolo: ¡Viva
Meštrović!, ¡Viva Croacia!
Antes del viaje, yo ya sabía que
la primera visita prevista era al Cardenal Stepinac. Como Meštrović
suponía que la propaganda oficial yugoslava, en uno u otro modo explicaría su
retorno en forma torcida y que seguramente ocultarían su encuentro con
Stepinac, convenimos en que él en alguna forma me iba a informar para que yo
pudiera difundir esta noticia en "Croatia Press" y en otros medios
periodísticos que considerase conveniente. Por otra parte, a su vuelta, él
mismo emitiría una declaración sobre su encuentro e impresiones.
Así fue, Croatia Press fue el
primer medio periodístico en publicar la noticia de su visita a Stepinac en
inglés y croata, y de allí la retomaron varias publicaciones extranjeras.
Meštrović, con su esposa y
su pequeña nieta, Olga Šrepel, retoño de su fallecida hija Marta, llegaron a
Nueva York con el barco "Queen Mary" el día 19 de setiembre. En el
puerto los esperábamos: su nuera Jane con su pequeña hijita Marta, y yo. En el
barco los saludó el embajador de Tito ante las Naciones Unidas, Dobrivoje
Vidić, a cuyo lado pasamos nosotros ignorándolo; también vimos a algunos
otros rostros del consulado yugoslavo. Aquí ya estaban los periodistas del New
York Times; New York Herald Tribune y del periódico Time. Meštrović les
contó sus impresiones de los encuentros con Stepinac y Tito.
Con respecto a Tito,
Meštrović en esta ocasión, se expresó favorablemente. Después, yo le dije
al corresponsal del "New York Times», que el periodismo en Yugoslavia,
como era de esperar, no había registrado ni con una sola palabra, la visita al
cardenal Stepinac, pero en cambio, al encuentro con Tito, le dieron toda la
publicidad posible. No sé si esto haya influido algo, pero el periodista en su
nota, omitió completamente mencionar la visita de Meštrović a Tito, y
destacó solamente su visita al cardenal Stepinac ("Sculptor sees Stepinac
and finds him cheerful", The New York Times, sept. 2 de 1959). La noticia
vino acompañada por la foto de Meštrović. Sobre los diplomáticos de Tito
que fueron a esperar a Meštrović no hubo una sola palabra.
Al día siguiente, Meštrović
visitó al cardenal Spellman y lo informó de su viaje. Tuvo varias reuniones más
y después se encontró conmigo y con abundancia de detalles me narró sus
impresiones, desde su llegada y enseguida por orden. Este nuevo encuentro con
Stepinac fue excitante para ambos. Meštrović me manifestó que esto fue uno
de los momentos grandes e inolvidables de su vida. Arribó frente a la casa
parroquial de Krašić alrededor de las 10 de la mañana. Fue la primera vez
que alguien visitaba a Stepinac sin un permiso especial, Las autoridades no
dejaban ni a los sacerdotes visitar al Cardenal en su presidio. Evidentemente,
de acuerdo a las instrucciones, el guardián se alejó un poquito y le dio la
espalda. Frente a la entrada se encontró con un hombre que le pareció que era
el jardinero.
Era el cura párroco Josip
Vraneković. Para Stepinac eso fue una sorpresa inesperada y extraordinariamente
grata: se dirigió hacia Meštrović cuando éste empezó a subir la escalera.
Ambos, muy emocionados, se abrazaron y besaron con lágrimas en los ojos. La
última vez que se vieron fue en Roma en 1943, cuando Stepinac vino a Roma en
avión por dos días. Se sentaron en la mesa de la habitación que al mismo tiempo
era su despacho, comedor y el salón de recepción, y entablaron una larga
conversación. Tres monjas de Bosnia que se ocupaban de los quehaceres
domésticos y de la quinta, prepararon el almuerzo. Como era viernes, la comida
consistió en pescado, queso, vino de Krašić y pan horneado por las mismas
monjas. Meštrović me dijo que había hablado de "nuestros problemas
nacionales", pero sin precisar detalle alguno. Dijo que Stepinac no mostraba
ningún resentimiento contra sus adversarios, destacando que estábamos viviendo
en un período de acontecimientos históricos desagradables, iguales a los que
hubo también antes en la historia de la humanidad. Stepinac había dicho que por
eso él rezaba todos los días, tanto por los que lo odiaban como por los que lo
querían, porque Cristo nos había enseñado que se debía perdonar, y que el
perdón era una parte del amor.
Como ya es sabido, a Stepinac se
le ofreció, en su carácter de cardenal, trasladarse a Roma, lo que al mismo
tiempo fue el deseo de las autoridades yugoslavas. No obstante, él prefirió
quedarse en el país para estar al lado de su pueblo y no vivir libremente en
Roma. Meštrović, por la ventana de la habitación de Stepinac, veía a los
campesinos que trabajaban en el campo, por eso le dijo que si ya debía estar en
prisión, seguramente se sentía más contento con encontrarse en esa pequeña
casita que confinado en el palacio arzobispal de Zagreb, porque ellos ambos
nacieron en la aldea de los campesinos y "estamos disfrutando con nuestros
aldeanos". Stepinac le contestó que era precisamente así, porque a pesar
de todas las penurias de la vida, "nuestros" hombres del campo se
encuentran más cerca de la tierra y del cielo que los habitantes de la ciudad.
En Zagreb, Meštrović se
reunió con los representantes de las autoridades gubernamentales: Žanko,
Holjevac y Sremac. En la conversación con Sremac, éste le preguntó si tenía
intención de visitar a Tito. Meštrović le contestó que él personalmente no
iba a pedir ninguna audiencia. ¿Y qué, si recibe la invitación?, preguntó
Sremac. —La invitación no la rechazaría, contestó Meštrović. AI día
siguiente recibió la invitación para encontrarse con Tito, en Brioni.
En cuanto a Zagreb,
Meštrović recogió la impresión que los comunistas de la capital de
Croacia, no son más que unos muñecos serviles, que no defienden con energía los
derechos e intereses de su pueblo ni de su República. En cambio, como ejemplo
destacó a los comunistas de Dalmacia que actúan seguros y resueltos.
Meštrović opinaba que si de este modo procediesen los dirigentes de la
Croacia septentrional, el pueblo los trataría con menos desprecio.
A través de Gorski Kotar y
Opatija, Meštrović llegó a Brioni, donde permaneció una semana. Durante
ese tiempo, en varias oportunidades se encontró con Tito. Por regla general,
allá también estuvieron los colaboradores de Tito: Kardelj, Koča,
Popović, Leo Mates y otros.
En una conversación,
Meštrović tocó la cuestión de la construcción de la vía férrea Split -
Livno - Bugojno y su importancia para la comunicación del interior del país con
el mar. Tito le contestó que había muchas dificultades, pero que hace poco
tiempo se hallaron nuevos yacimientos de carbón en esa zona, por lo que creía
que la construcción de la vía férrea sería viable. Meštrović también
señaló a Tito que muchas publicaciones turísticas y otras, especialmente las
destinadas a los extranjeros, describen a Istria y Dalmacia como regiones
aparte y no como parte integrante de Croacia; a lo que Tito replicó:
— Sé que muchos servios, incluso
afiliados al partido, en su foro interior siguen siendo "chetniks"
(nacionalistas gran-servios).
Aunque Meštrović a través
de los años tuvo suficientes pruebas de mi discreción, me dijo:
—Lo que le voy a decir ahora, le
ruego especialmente, no lo diga a nadie.
—Por supuesto que no, Maestro,
le contesté.
—Entre todos mis encuentros con
Tito, el último fue el más interesante —prosigue Meštrović— charlábamos
solos y nos quedamos un largo tiempo sentados en la terraza. De repente Tito se
levantó y se dirigió a la puerta por la que se llegaba de la casa a la terraza,
miró alrededor suyo y la cerró. Entonces se me arrimó, me abrazó y con lágrimas
en los ojos dijo: "Créame, yo no soy nada menos croata que usted".
—Esto en verdad es increble
—dije—, por lo que sé, Tito se cuidaba en extremo de definirse sobre su
filiación nacional, y particularmente desconozco si alguna vez se haya
declarado croata. Fíjese en la "Enciclopedia Yugoslava", en
"Quién es quién en Yugoslavia", en todos lados se elude precisar
quién es él. Usted, Maestro, está seguro que le habló con sinceridad?
—Absolutamente seguro. Fue una
efusión tan espontánea y emotiva. No creo que haya podido fingir. Y por qué lo
haría?
—Lo que sea, para dejar en usted
una buena impresión. Bueno, hace poco que usted mismo me hablaba de él como un
político excepcional y capaz —en lo que estoy de acuerdo con usted—, pero
también tenía usted una cierta reserva en cuanto al ser humano. el carácter y
respecto a su papel en las relaciones servio-croatas. Ahora todas esas reservas
se caen de golpe. El conoce su prestigio en el Occidente y en Croacia. Usted es
importante y su opinión favorable, puede significar mucho para él.
Naturalmente, no para que
obtenga —le dije sonriendo— más dólares de América, porque ya los tiene, sino
para su rehabilitación moral. A él le importa más que se le reconozca. en vez
de su habilidad política. su patriotismo y la nobleza de sus motivos en su, en
parte, trágico. panel en el cual se le quiso presentar. Para él es más
importante el reconocimiento de un hombre de su prestigio y fama que de todos
los comunistas yugoslavos en su conjunto.
-No me diga! Por qué yo sería
tan importante —se excusaba Meštrović—, y -qué ganaría Tito con eso? Creo
que no tenía ninguna intención especial. Me hablaba con mucha emoción.
Meštrović me contó también
que le había dicho a Tito que su decisión de residir en Brioni había sido muy
sabia, pues de esa forma se subraya que nadie más tiene nada que ver en la
costa oriental del Adriático, salvo el pueblo que la habita. Entre muchas otras
cosas que me decía, me contó que Tito le dijo que todos los otros
"criminales de guerra", en comparación con Stalin, fueron "peces
chicos', y que Stalin —literalmente hizo asesinar a millones de personas.
Meštrović me contó también
que durante sus charlas, Tito lo invitó a vivir permanentemente en Yugoslavia.
Le contestó que ahora es ciudadano norteamericano. A lo que Tito replicó que
ello no tenía ninguna importancia y que Meštrović podía seguir con la
ciudadanía norteamericana si lo consideraba conveniente.
En general, Meštrović
volvió de este viaje a su patria, espiritual y físicamente renovado y
reconfortado. En esa oportunidad me confió que con mucha fe estaba contemplando
el futuro del pueblo croata, el cual pese a todos sus terribles sufrimientos y
pruebas, demostró una vitalidad envidiable.
Cuando, inesperadamente, el día
10 de febrero se apagó en Krašić la vida del cardenal Stepinac, nosotros
en América nos habíamos enterado de su muerte mucho antes que la mayoría del
pueblo en Croacia. En un par de horas llegaban noticias, una tras otra: que las
autoridades con la milicia inundaron y bloquearon Krašić, que salvo los
pobladores de Krašić, se ha prohibido al pueblo participar en el sepelio,
y por fin, que se había prohibido su inhumación en la Catedral de Zagreb.
Esa misma noche llamé por
teléfono a Meštrović a South Bend. La noticia de la muerte de Stepinac lo
afectó profundamente. Me dijo que cuando lo vio por última vez, le pareció que
estaba excepcionalmente bien y que casi no podía creer que el fin haya podido
llegar tan rápidamente. En verdad, el mismo Stepinac lo había advertido de que
su apariencia era engañosa y que estaba enfermo, que sufría mucho y que su
enfermedad era muy pérfida. Respecto al comportamiento de las autoridades
yugoslavas le pregunté si pensaba que sería necesario hacer algo. ¿Enviar
alguna protesta o algo parecido?
Meštrović contestó que las
autoridades seguramente tenían miedo de que en el sepelio en Zagreb se reuniese
media Croacia y que esta masa de gente, aunque conservando un silencio total y
tranquilidad perfecta, sólo por su número implicaría una gran condena por el
trato del gobierno dado a Stepinac y el repudio del mismo régimen comunista;
que él pensaba que el régimen se mantendrá firme, bajo cualquier precio y con
todos los medios frustrará lo que sea una manifestación. Además puede ser que
también temiera que eso se transformara en una verdadera demostración. Lo que
se refería al sepelio, aunque no permitan que Stepinac sea enterrado en la
Catedral, nadie podrá evitar que el pueblo visite su tumba en Krašić, de
ahora en más. Acaso al mismo Stepinac le gustaría más ser sepultado en
Krašić con sus campesinos. ¡¿No era también el deseo de
Starčević ser enterrado en Šestine?! Naturalmente otras razones y la
posición de Stepinac en la jerarquía eclesiástica, podrían exigir soluciones
diferentes.
Mientras me hablaba, me acordé
de que el mismo Meštrović se hizo su mausoleo en Otavice y que me contaba,
que Stepinac y él, como hijos de campesinos, sienten por igual una profunda
unión con su terruño natal, lo mismo que sintieron en su juventud y como
herencia se la llevaron consigo toda su vida.
Mientras yo tenía la impresión
que desde septiembre último, Meštrović pensaba viajar nuevamente a Croacia
en el verano de 1960, me sorprendió recibir, un mes después de la muerte de
Stepinac, un mensaje informándome que había decidido pasar el verano en España.
Tenía programado pasar allí dos meses y lo que más le interesaba era la isla de
Mallorca. Desconozco quien lo indujo a este cambio. Me parecía que, por un
lado, lo molestó la manera en que el periodismo yugoslavo lo había tratado
durante su visita anterior y por el otro, la muerte de Stepinac, a quien
pensaba visitar de nuevo, podían haber influido en su decisión. Como yo estuve
un par de veces en Mallorca y conocía esta isla muy bien, me pidió que lo
orientara para encontrar algo conveniente. Más tarde me avisó que para las Pascuas
vendría a Nueva York y entonces hablaríamos de una serie de cosas, como también
de su programado viaje a España.
Me reuní con Meštrović el
Sábado de Gloria -16 de abril— por la tarde y nos quedamos hablando hasta altas
horas de la noche. Estaban presentes: su esposa, su hijo Mate y su nuera Jane.
Entonces les conté todos los detalles de los últimos días y las últimas horas
de Stepinac, de acuerdo al informe del sacerdote Josip Vraneković, cura
párroco de Krašić, informe enviado a la curia de Zagreb. Una copia de ese
informe llegó a los EE.UU. hacía un par de semanas. Sirviéndome de dicho
informe, publiqué en "Croatia Press" los párrafos más importantes en
croata e inglés (Croatia Press, año XIV, N 205-207 1-3), enero-marzo
1960), y a Meštrović le conté hasta el último detalle. El conocía al cura
párroco Vraneković y las monjas desde su visita a Stepinac; por lo tanto
escuchaba con mucha atención cada una de mis palabras, y a veces las iba
completando con alguna observación sacada de sus recuerdos.
En lo tocante al viaje de
Meštrović a Mallorca, escribí inmediatamente a una familia mallorquina
conocida, Sureda. El ing. José Sureda Blanes, conocedor del arte de
Meštrović aún desde sus días de estudiante, me contestó pronto agregando
varias sugestiones útiles, además de ponerse a disposición de Meštrović
para que su estadía en Mallorca le resulte más agradable y cómoda.
El viaje dependía ahora del
dictamen de los médicos. Me dijo que a la vuelta a South Bend, se haría una
revisación médica en Mayo Clinic. Los médicos consideraron que el viaje a
Europa le resultaría muy penoso. Así que el verano de Meštrović en España
fue descartado.
En vez de viajar a España,
Meštrović se fue por dos o tres semanas a las Bahamas. Estuve con él en
Nueva York antes de este viaje, lo mismo que a su vuelta de Bahamas. Este
verano no había descansado nada. El clima húmedo de los trópicos no lo podía
soportar. Me dijo que nunca se había sentido tan desanimado. Y si se retiraba a
las habitaciones del hotel, las instalaciones del aire acondicionado eran muy
antiguas y zumbaban mucho, por lo que luego le retumbaba la cabeza.
Su voz sonaba cansada y débil.
En ambas ocasiones me hablaba de lo vivido en su juventud, lo que pasó cuando
como muchacho caminaba descalzo por montes pedregosos, me hablaba de sus
familiares y parientes, de los cuentos, leyendas y creencias populares, con las
que se vivía y se moría en su aldea. La voz se le hacía tan débil que tuve que
arrimarme y escucharlo muy de cerca para poder oír solamente una parte de lo
que me contaba. Fue por primera vez, que me di cuenta que sus fuerzas menguaban
ostensiblemente.
Unos dos meses después, a
principios de octubre de 1960, recibí la noticia de que Meštrović había
sufrido otro infarto que le afectó la vista y el habla y que quedó parcialmente
paralizado. Pero luego de este golpe, en un tiempo relativamente corto, casi
milagrosamente se había recuperado y prosiguió con su trabajo en el taller y la
enseñanza en Notre Dame University.
A fines del año 1960
Meštrović había recibido la más alta distinción por sus trabajos
artísticos en los Estados Unidos. El día 2 de diciembre del mismo año se
anunció su elección como miembro de The American Academy of Arts and Letters.
El número de miembros de la Academia estaba limitado a 50, y se elegían entre
los miembros del Institute of Arts and Letters, que como máximo podía llegar a
200 miembros. Los miembros del Instituto, en este gran país de casi 200
millones, por sí mismo significaban mucho, sin hablar lo que significa ser uno
de los cincuenta académicos en los Estados Unidos de América.
Durante el transcurso del año
1961 se sentirá todavía más deprimido por la vejez y los golpes del destino;
sobre todo quedó afectado por la muerte de su hijo Tvrtko en Croacia. No
obstante, con su vitalidad y perseverancia extraordinaria, recurrió a los
últimos esfuerzos para seguir creando obras de arte.
En este último año de su vida,
publicará sus memorias. La mayor parte del manuscrito sin depurar, lo escribió
hacía varios años, casi todo aún en el año 1944 en Suiza. Sabía que era
necesario repasar de nuevo el manuscrito, realizar algunas correcciones y
mejorarlo. Probablemente, presintiendo su muerte, quería ver su libro terminado
lo más pronto posible; así que no hubo tiempo de perfeccionar el manuscrito que
en general quedó como estaba en su primera versión. Cuando a fines del año
1961, en la edición de la "Biblioteca de la Revista Croata" salió su
obra "Recuerdos de los hombres y sucesos políticos", Meštrović estaba
contento pues había logrado dejar anotadas sus experiencias para que sirvieran
a las generaciones más jóvenes como enseñanza. Pasada la Navidad, terminó
también todos los trabajos de escultura empezados, y no inició ningún otro. Ya
en el otoño había terminado el relieve sepulcral de Stepinac destinado a su
tumba en la Catedral de Zagreb.
En su conocida declaración a un
grupo de escritores y periodistas emigrados croatas, en 1953, con motivo de su
septuagésimo aniversario, Meštrović acotó que el cerebro le decía que con
esos años, el final debía encontrarse muy cerca. Aunque nuestros cerebros no
decían lo mismo, su enorme energía, su no disminuida fuerza creativa, su
correspondencia vasta y múltiple, su vivo interés por los problemas nacionales
e internacionales funcionaban tan bien, que parecía que la inmortalidad de sus
creaciones artísticas se habían trasladado también a su persona física. Desde
su septuagésimo aniversario, parecía que Meštrović no envejecía más, más
de lo que había envejecido hasta esa edad. La barba le quedó un poco
entreverada con las canas, al igual que antes. Los ojos vivaces y penetrantes,
como siempre. Aunque no era alto de estatura, su personalidad se destacaba. De
porte muy derecho y cuerpo erguido, irradiaba fuerza y vigor. Parecía que todo
eso se trasladaba a su espíritu, cuya agudeza y fuerza no pudo entorpecer ni
disminuir la carga de los años como tampoco pudo afectar el filo de su escoplo
de escultor.
Todos los que estaban cerca de
Meštrović, y con quienes yo hablé, compartían al parecer los mismos
sentimientos: la muerte de Meštrović dejó a cada uno enormemente
empobrecido. Colectivamente también empobreció a los croatas es todo el mundo y
en mayor medida a Croacia misma.
De la grandeza de Meštrović
como hombre, podemos atestiguar nosotros, sus contemporáneos. Esta grandeza,
como la había captado yo, se caracterizaba por los trazos grandes y simples,
tal como se expresaba en sus esculturas. Para Meštrović, nadie fue ni tan
pequeño ni tan baladí como para que resultara un obstáculo al acercamiento y la
franqueza de Meštrović. Por otro lado, nadie por alto y distinguido que
fuera por su posición —Meštrovic tenía muchos contactos con gobernantes de
Estado y otros representantes de la vida pública y cultural más altos— lo
impresionaba si le faltaban otras cualidades que, a criterio de Meštrović
debían ser los valores esenciales para que un hombre sea hombre. Por eso
encontraba un contacto espiritual más estrecho con un obrero o un pescador, que
con un señorito de porte artificial. Poseía una gran paciencia y se esforzaba
por escuchar aún las cosas que se encostraban lejos de su interés.
A Meštrović no le gustaban
aquellos que se remilgaban adulándolo.
Señalaba sus propias fallas, sus
debilidades y los errores cometidos. Asimismo comprendía y perdonaba los
errores ajenos. Las diferencias en las ideas, no perturbaban sus cordiales
relaciones siempre y cuando Meštrović considerase que las intenciones eran
honradas y nobles, y si se podían defender con argumentos razonables.
Con todas las dificultades y problemas
que la vida pone en el camino de todo emigrado, de lo que tampoco
Meštrović quedó indemne, en mi caso particular, los encuentros y contactos
con él me posibilitaron soportar mis propios problemas con más facilidades.
Agradezco al destino por tener estos recuerdos y lo que pasé pertenece a los
momentos más lindos y gratos de mi vida. Supongo, que tampoco fui una carga
para Meštrović, se comunicaba espontáneamente conmigo y me llamaba para
que nos encontrásemos, y nunca nos sobraba el tiempo, aunque el tema de la
conversación siempre giraba en torno a lo mismo: "el pueblo croata y su
porvenir".
Lo primero que Meštrović
había aprendido de la historia croata eran los versos de "La plática
agradable del viejo Milovan". Ahora, ya terminado el ciclo nacional y
religioso de Meštrović en la escultura, y transformado en parte de la
historia, él y sus obras, me venían a la mente las palabras que Meštrović
escribió en el prólogo de "La plática agradable" de Kačić,
editado en los EE.UU.
"Nuestro camino, Viejo, es
largo como aquel del primero al sexto día, cuando al Señor se le ocurrió crear
al hombre. La oscuridad de este camino la sentimos plenamente nosotros y
percibimos sus desvíos, pero Dios nos preservó la vista para el día
venidero".
Reproducimos a continuación
algunos comentarios de la prensa europea referentes a las grandes exposiciones
retrospectivas de la obra de Ivan Meštrović realizadas durante este año en
la Galería Nacional de Berlín Occidental (entre el 28 de enero y el 8 de
marzo); en la Kunsthaus Zurich (entre el 10 de abril y el 17 de mayo); en el
Museo del Siglo XX de Viena (entre el 5 de junio y el 19 de julio) y en el
Palazzo Reale de Milano (entre el 24 de septiembre y el 1 de noviembre), todas
organizadas en colaboración con la Galería de la ciudad de Zagreb.
Los organizadores de las tres
primeras exposiciones destacan en la Introducción del catálogo: "Al
presentar la obra de Ivan Meštrović en Berlín, Zurich y Viena, obra
bastante olvidada o erróneamente juzgada en Occidente, lo hacemos con la
convicción de que su obra es de gran significado en el arte europeo".
Obra "olvidada" o
"incomprendida" es casi un leit motiv en los comentarios europeos que
durante estas exposiciones sacaban a luz "las fascinan-tes creaciones
escultóricas de Meštrović". Estas se revelaban ahora a Europa tal
como cuando la asombraron por primera vez al ser, expuestas en Viena en el año
1911 cuando ganaron el primer premio en la exposición de Roma y, sucesivamente,
en las exposiciones de Londres, París, bienales de Venecia y luego en Nueva
York y el continente americano.
"Weltberümt, vergessen,
wiederentdeckt"
(Mundialmente célebre, olvidado, redescubierto), este título del artículo
aparecido en el Tages-Anzeiger del 11/4/87 sintetiza perfectamente con estas
tres palabras la influencia de las recientes exposiciones europeas en la
revalorización de la obra de Meštrović.
"Sacado del olvido - Ivan
Meštrović en el Kunsthaus Zurich", es el título del Badener Tagblatt del mismo día, en el que se
destaca que la exposición mencionada "documenta el desarrollo de una
existencia artística que muestra una lucha pasional por la forma plástica. El
escultor croata Ivan Meštrović, un ardiente luchador por la
autodeterminación de los pueblos eslavos del Sur, se revela en un ambiente
campesino muy sencillo como un niño prodigio al que admiraba el mismo Rodin y
lo mencionaba como a su sucesor"... "La Crucificción", realizada
en madera, de más de 4 metros de altura, la cual se puede ver ahora en Zurich
presentada en un ambiente que se asemeja a una capilla, representa su obra más
madura y por su expresividad la más fuerte y la más profundamente conmovedora
de sus creaciones".
Bajo el epígrafe de "Ivan
Meštrović - un redescubrimiento en Zürich, la Kunsthaus muestra los
trabajos del escultor croata" la comentarista Inge Sprenger Viol
(Luzerner Tagblatt del 15-4-87) destaca que "En la Europa Occidental de
hoy se conserva apenas una vaga noción del nombre del escultor croata que vivió
desde 1883 hasta 1962, aunque Meštrović tuvo durante su vida éxitos
mundiales y fue mimado con condecoraciones y encargos. Quién es el artista a
quien Rodin elogió como a su sucesor pero a quien los historiadores del arte,
los escritores y los filósofos cuestionaron y en parte hasta
condenaron?"... "Es posible que la circunstancia de una aislación
política y cultural en la que la Europa Central y del Este se encontraron
después de la Segunda Guerra Mundial sea la razón del desplazamiento del nombre
de Ivan Meštrović de la historia del arte"... Analizando su primer
período creativo la comentarista destaca que "Meštrović no se dio por
satisfecho con hacer suyos los temas de la historia de su patria croata sino
que los presentó de tal forma que el pueblo, su público, pudiera identificarse
con ellos ... El creó en este período las obras patéticas (nunca sólo
estéticas) que tuvieron como contenido la esperanza y la independencia croata
... Como otros de sus contemporáneos, influidos por otras culturas y que al
igual que él perseguían el ideal clásico, no se dejó influenciar por los
movimientos como el Dada o el Cubismo ... Su figura de Job, hecha en el exilio
en Ginebra y Lausana entre 1943 y 1946 es de un contenido determinante de su
creación. Meštrović lo concebió como símbolo de los dolores de la
guerra".
"Las esculturas del croata
Ivan Meštrović" es el título
del artículo del crítico de arte Von Niklaus Oberholzer publicado en el diario Das
Vaterland (16-4-87). El menciona también que Ivan Meštrović es apenas
conocido en Suiza y que la historia del siglo XX prácticamente no incluye a
este exponente del arte de Croacia aunque durante su vida gozaba de grandes
éxitos en todo el mundo, en Europa y América. En su monumental palacio en Split,
dice el autor, construido como morada pero que nunca habitó están expuestas sus
importantes esculturas y es visitado cada año por más de 100.000 personas.
Al comentar el arte de
Meštrović y las influencias recibidas concluye: "El verdadero suelo
del que se nutrió el arte de Meštrović es evidentemente su patria,
Croacia, un país cuyos mitos y cuya historia, como también su sentimiento
nacional de hoy son en gran medida extraños a los contemporáneos"... En
muchas de sus esculturas, opina Von Oberholzer, está impreso un gesto expresivo
y dramático, hasto indómito. Algunas veces predomina el formalismo y conduce a
un pathos. Muchas obras son concebidas monumentalmente, algunos de sus trabajos
son esculturas poderosas "a menudo puestas al servicio del nacionalismo croata"...
"Para entender el contexto en el cual surgieron sus obras hay que tomar en
cuenta las influencias de las tradiciones locales que no se conciben desde las
perspectivas centroeuropeas como lo son también desconocidas para nosotros las ideas
de los mitos nacionales croatas. Meštrović ha intentado reunir estas ideas
con el vocabulario académico aprendido".
En la sección Escultura, Tribune
de Géneve publica una interesante nota sobre Ivan Meštrović referente
a la exposición en el Kunsthaus de Zurich refiriéndose particularmente a su
obra Job. "En 1946, durante su permanencia en Roma, antes de trasladarse a
los Estados Unidos, el escultor croata Ivan Meštrović esbozó una estatua
de Job. Un bronce que será fundido recién 15 años más tarde. Representa una de
las piezas más trastornadas del inteligente resumen retrospectivo que la
Kunsthaus de Zurich consagra actualmente a Meštrović ... un artista
proteiforme, fuerte, al mismo tiempo imponente y salvaje, severo y
grandilocuente, monumental e íntimo ... Su Job, sentado como un mono, con los
dedos de los pies crispados, parece que está aullando hacia el cielo toda la
demencia de la guerra que acaba de terminar. La obra es de una violencia
inaudita. Pero Meštrović, por más interesante que sea en el expresionismo,
no menos sobresale en el dolor más contemplativo para lo que elige entonces el
mármol ... Pero sobre todo hay en él un intimismo atormentado, observador y
callado, el cual, cuando encuentra la calma, puede moldear a un flautista como
no se lo ha visto prácticamente desde la antigüedad".
"Escultor olvidado" es el título del artículo de Augusto Traversa en Il
dovere del 24-4-87. "Circunstancias varias —dice el autor— entre éstas
también el drama de la Segunda Guerra Mundial y las situaciones políticas de
tantos países europeos, creadas antes y después de la guerra, hicieron caer en
el olvido el nombre y las obras de Ivan Meštrović ... un escultor sin
ninguna duda grande, un artista que, si la comparación está permitida, puede
ser comparado a Hodler. En el sentido de que tanto uno como otro son artistas
que no sólo han extraído los motivos inspiradores de la historia de su país
sino que supieron crear un estilo dentro del cual la gente del 'país pudo
identificarse". Luego de haber acotado los puntos sobresalientes de la
vida y del arte de Meštrović, concluye: `"¡Qué riqueza de motivos,
qué seguridad de técnica y de expresión artística! Una exposición no esperada y
que no dejará desilusionados. Y un catálogo, tanto nomine dignus."
"Grandiosa exposición de escultura
en el Kunsthaus en Zurich" es el
segundo artículo de Augusto Traversa aparecido en Svizzera, Lugano. Dejando
constancia del olvido de Meštrović en Europa después de su muerte, a pesar
de los grandes éxitos obtenidos en vida, el autor acota: "Solamente ahora,
gracias a la iniciativa de los museos de Berlín y de Viena y de la Kunsthaus,
fue inaugurada en Zurich una grandiosa exposición de 65 esculturas en mármol,
madera, bronce, yeso que uno admira con sorpresa y estupor. Pues Meštrović
es un artista en contacto estrecho con su tierra, nutrido con la más auténtica
cultura de su pueblo ... Rigurosamente figurativo, revela bastante a menudo la
influencia de Miguel Angel a quien estudiaba apasionadamente durante sus
estadías en Italia ... "Meštrović, el gran olvidado, fue realmente un
gran escultor".
Las exposiciones realizadas en
Berlin, Zurich y Viena despertaron gran interés por la obra de Meštrović
también en otros países europeos, en primer lugar en Italia. A iniciativa del
Consejo Municipal de Milano fueron expuestas en el Palazzo Reale 72 esculturas
de Meštrović en mármol, bronce y madera que abarcan 60 años de intensa
labor artística desde el "Bosniaco a caballo" del año 1898 hasta la
"Mujer doliente" del 1953. "Esta exposición, según el Comunicado
a la prensa del Departamento de Cultura de la Ciudad de Milano, representa un
verdadero y peculiar 'retorno' de Meštrović a Italia, después de largos
años de silencio». El entusiasmo con el que fue acogida y comprendida la obra
de Meštrović se revela en los comentarios de la prensa de los cuales
reproducidos los dos más destacados.
"El Rodin de la fascinación
eslava" (Corriere della Sera,
26-9-87). Con este título, refiriéndose a la exposición de las obras de
Meštrović, Giuseppe Turroni comenta: "Largos años de silencio
envolvieron esta figura profundamente reveladora de los más cálidos y generosos
valores figurativos del arte de nuestro siglo. Su personalidad ha sido vista a
veces en una dimensión parcial; se habló de él a menudo como de un hombre siempre
luchando contra el poder político de cualquier color y estructura. Esto es
cierto porque Meštrović es un hombre que siempre ha combatido contra
cualquier tipo de opresión y de violencia. Pero su realidad estética sobrepasa
todas las conjeturas de orden contingente, todas las estrategias políticas.
El arte en fin, toma en su obra el aspecto
de un ideal superior de vida, un orden de suprema armonía que nos habla en
términos metafóricos, de su aspiración a la belleza y por consiguiente a la
libertad ... Un arte que en los comienzos de su brillante trayectoria creativa
se ha nutrido de la creación clásica, de aquella griega arcaica, asiria y
egipcia, de los estimulantes encuentros con la Secesión vienesa de comienzos
del Novecientos, del amor por la obra de Rodin, su maestro ideal y amigo: todo
esto a la luz de un premeditado expresionismo, siempre personal y original.
Apreciado, durante su estadía romana, por artistas de conocida fama como Arturo
Martini ... y Leonardo Bistolfi ... , Meštrović encontró también en París,
como en Viena y en Roma, un humus cultural y estético apto para hacer vibrar
sus cuerdas más auténticas... En los Estados Unidos de América, desde 1947 en
adelante, Meštrović reveló una posterior torrente creativa en muchas obras
de carácter religioso y en los retratos de las personalidades de su país. 'El
único camino de un artista es aquel del trabajo', escribió Meštrović. Qué
lección para tantos artistas de hoy, concluye Giuseppe Turroni, capaces
solamente de pronunciar palabras vanas e incapaces de lanzarse a la Lucha, o
sea, a los hechos esenciales y concretos de nuestra existencia".
Terminamos esta breve reseña de
la prensa europea con un somero pero profundo análisis de la obra de
Meštrović por Vittorio Sgarbi publicado en el Europeo del 31-10-87
y que se titula "Qué maestro aquel Meštrović".
"Inteligente y memorable es
considerada la iniciativa del Municipio de Milano de dar cabida en el Palazzo
Reale a la admirable exposición de las esculturas de Ivan Meštrović.
Italia no tardó en reconocer la
obra de Meštrović: en 1911 el escultor ganó el primer premio en la
exposición internacional de Roma y su escultura abre todavía hoy las salas de
la Galería Nacional. La emoción experimentada entonces por Emilio Cecchi se reproduce
intacta ahora. Proviene de la gran tensión espiritual de Meštrović quien
afirmaba: 'Es necesario estar enamorado de la eternidad para que una obra sea
por lo menos una sombra de ella'. A través de este principio espiritual
Meštrović era más que moderno en el sentido expresado por Arturo Martini
recordado en el bellísimo ensayo de Mario De Micheli: 'Lo moderno no es lo
novedoso sino el redescubrir nuevamente el alma de las cosas'. Meštrović
representaba en este sentido uno de los más potentes testimonios del gusto
moderno en un camino independiente pero no menos innovador que aquel de las
vanguardias. El gusto de Meštrović en su origen se mueve partiendo de
Rodin para tocar luego todos los aspectos de las búsquedas del Novecientos
desde el Simbolismo al Liberty, desde el Déco al Realismo, sin jamás inclinarse
enteramente por alguna de estas tendencias.
En su visión extraordinaria, en
su 'sueño de piedra', conviven Miguel Angel y Arp, Picasso y Brancusi,
Bourdelle y Moore. En él están los gérmenes de todos los testimonios más
destacados de nuestra escultura, desde Leonardo Bistolfi hasta Arturo Martini,
desde Arrigo Minarbi hasta Libero Andreotti, desde Modigliani hasta Darío
Viterbo. Pero lo que es solamente de Meštrović es la capacidad milagrosa
de convivir con lo sacro, de expresar siempre una potentísima alma religiosa,
hasta en los temas heroicos. Es tal vez ésta la dimensión oriental, no laica,
no racionalista sino 'bizantina' de Meštrović: eso que le permite ser
espiritualmente fuerte no solamente cuando revive a Miguel Angel, como en el
Adamo de 1939-1941, sino también cuando se vuelca a las elegancias lineales,
entre lo Asirio y el Déco, como en los relieves en madera de sus Historias de
Cristo de 1916-1917. Aquí la estilización, alineada a la Secesión vienesa, como
lo observa puntualmente Gillo Dorfles (que subraya también las 'analogías' de
estas figuras con los ejemplos más radicales del Arte Abstracto), es tan
extrema e intensa que se independiza del tema en una exaltación sublime de la
forma pura. Para reencontrar una emoción así de intensa y de análoga
naturaleza, habría que remontarse a los bajorrelieves de Agostino di Duccio en
el Templo malatestiano di Rímini."
La prensa servia, enfurecida y
preocupada a raíz del renacimiento esloveno que tiende a refirmar la identidad
nacional y el derecho a la independencia estatal, califica esta afirmación de
la identidad nacional eslovena con un epíteto insultante: el síndrome esloveno,
lo que vendría a significar que los eslovenos están sufriendo de una epidemia
(nacionalista) peligrosa. Desde que los intelectuales eslovenos empezaron a
hablar en forma clara y pública que no quieren vivir más bajo la tutela, que
reclaman la independencia de su país, que basta ya de esa explotación
sistemática y de larga data de la economía eslovena, los hegemostas servios
extendieron su odio —hasta hace poco apuntado mayormente a los croatas y
albaneses— también a los eslovenos. Por ello asistimos a una explosión
inverosímil del furor servio, incluso se llegó a decir "que habría que
exterminar a los eslovenos".
Los eslovenos, al parecer, no se
dejaron arredrar por semejantes advertencias y amenazas apocalípticas sino que
continuaron reclamando lo que la mayor parte de los demás pueblos, englobados
en el conglomerado yugoslavo, siente hondamente pero no osa expresarlo, es
decir, que están hartos del hegemonismo servio, de la mitología sobre el Kosovo
servio y de las declamaciones patéticas en torno al pueblo servio que derramó
sangre en todas las guerras que ganó para luego perderlo todo en el tiempo de
la paz, presuntamente a beneficio de otros pueblos.
Así, e.gr., Taras Kermauner,
conocido escritor esloveno, en una serie de Cartas a un amigo servio,
publicadas en el diario de Ljubljana (capital de Eslovenia) Dnevnik, hizo saber
a los servios que los eslovenos no sienten Kosovo como lo sienten los servios,
es decir, como una tragedia mayor que le tocó no sólo a Servia sino a
Yugoslavia entera. En cuanto a las explosiones de odio contra eslovenos,
Kermauner plantea a su amigo imaginario la pregunta que los croatas vienen
planteando desde hace varios decenios: 'Los servios nos reprochan que nosotros
los eslovenos los estamos explotando, que vivimos bien a costillas de los
hermanos engañados. ¿Por qué entonces conviven con el explotador? ¿Por qué los
servios y otros no permiten a los eslovenos salir de Yugoslavia?'
Kermauner, en su mensaje a los
servios les hace saber que, de hecho, es Eslovenia y no Yugoslavia la patria
verdadera de los eslovenos: "A Eslovenia la siento como un sujeto y como
un conjunto humano con el cual me siento cerca en muchísimas cosas, en algunos
aspectos hasta idéntico; pienso en la común lengua eslovena codificada, en el
horizonte cultural común, y en las fronteras nacionales. No estoy —ni quiero
serlo— unido en nada con nadie. La unidad es otra cara del terror".
Kermauner rechaza el falso lema
sobre "la hermandad y unidad" que oculta el hegemonismo servio.
"El hermano es hermano. Sin embargo, la cuestión radica en si yo quiero
vivir con mi hermano bajo el mismo techo. No basta que lo quiera él. Acaso tras
sus sentimientos fraternales se oculta el egoísmo. Acaso me perjudique tanto
que su cercanía no me alegra. Desde ya renuncio al hermano que manifiesta la
voluntad para dominar en rni casa. Le aconsejo que domine sobre quienes les
guste. Que juegue de oficial y general con el ejército. A mis hijos que los
deje en paz."
La actitud de Eslovenia para con
Yugoslavia, totalmente cambiada, sobre todo en cuanto a la comunidad con los
servios, alteró a fondo la relación interna de fuerzas en Yugoslavia entre
Servia, como la nación dominante y gobernante y otras naciones sometidas que
desde hace 70 años guardan una posición colonial frente a Servia y que quieren
liberarse de la dominación servia. Como es sabido, en la Yugoslavia monárquica
de preguerra, regía un acuerdo tácito entre la clase dirigente servia y el
Partido Popular Esloveno, conducido por el sacerdote católico Anton Korošec.
Según dicho acuerdo los eslovenos reconocían el predominio servio en Yugoslavia
y como compensación Belgrado permitía a Eslovenia cierta autonomía.
ARGENTINA
El presidente de la República
Socialista Federativa de Yugoslavia, Lazar Mojsov, llegó a Buenos Aires el 25
de octubre en visita oficial de 48 horas.
Con tal motivo la Juventud
Croata de la República Argentina, dio una declaración que en parte
transcribimos:
"Que no rigen en Yugoslavia
ni los más elementales derechos humanos, cercenándose por la ley hasta la
libertad de pensamiento; que continúa la persecución y matanza indiscriminada
de patriotas croatas —dentro y fuera de Yugoslavia—; que no abandonaremos la
lucha hasta constituir nuevamente el Estado Independiente de Croacia, tal como
su milenario pueblo lo exige y que, como argentinos, hijos de exiliados
croatas, seguiremos en la lucha por el engrandecimiento de nuestra patria
argentina".
El prestigioso diario liberal La
Prensa (27-X-1987) publicó una amplia foto con el texto siguiente:
"Jóvenes croatas pasan con pancartas alusivas a la falta de derechos
humanos en Yugoslavia, mientras Mojsov colocaba flores ante el Monumento de San
Martín".
A su vez el difundido matutino
porteño Clarín (26-X-1987) publicó íntegro el repudio de la Juventud
Argentino-Croata, donde se señala entre otros hechos deplorables:
"Yugoslavia incorporó por la fuerza, al final de la Segunda Guerra
Mundial, a la Nación croata, negándole el derecho de autodeterminación y
masacrando en Bleiburg a 300.000 croatas, entre soldados desarmados, ancianos,
mujeres y niños; Yugoslavia tiene mayor número de presos políticos que la Unión
Soviética proporcionalmente al número de habitantes. Debido a su inestabilidad
interna, Yugoslavia representa el eslabón más débil del equilibrio entre los
dos bloques y, por ende, de la paz mundial; La solución consiste en el
establecimiento de una zona neutral compuesta por estados soberanos,
resultantes de la desintegración de la actual Yugoslavia en las naciones hoy
sojuzgadas en ella".
ALEMANIA
BULGARIA
CANADA
CHILE
ESTADOS UNIDOS DE NORTEAMERICA
Amnesty International, organización
internacional humanitaria, publicó a fines de julio último un documento
especial titulado: Yugoslavia: Condiciones de encarcelamiento de los presos de
conciencia (Yugoslavia: Conditions of Imprisonment of Prisoners of Conscience;
AI Index: EUR 48/04/87). El documento consta de 50 páginas y contiene una serie
de testimonios, redactados —según se lee en el prólogo— entre 1982 y 1986,
relativos a ocho cárceles yugoslavas en Zenica y Foča, en la República
Socialista de Bosnia-Herzegovina; en Gospić, Goli Otok, Lepoglava y Stara
Gradiška, en la RS de Croacia, luego en Padinska Skela, en la prisión central
de Belgrado y Zabela que corresponden a la RS de Servia. Según Amnistía
Internacional en dichas cárceles se encontraban o se encuentran todavía los
presos de conciencia. Algunos escribieron sus testimonios una vez expiada la
pena o mientras se hallaban en la prisión al apelar o reclamar ante los
representantes carcelarios y/o gubernamentales por el trato al que fueron
sometidos.
Esos testimonios —expresa
Amnesty International— "ofrecen un cuadro de intimidación, de crueldad, de
pésimos cuidados sanitarios y malas condiciones higiénicas, de restricciones
injustas de los derechos religiosos de los presos, de tiempo insuficiente para
el recreo físico, de falta de supervisión oficial y otros abusos de las normas
legales locales y del artículo 19 del documento de las Naciones Unidas
entitulado "El reglamento sobre el estándar mínimo del trato para con los
presos" como asimismo del artículo 3 de la "Declaración de las
Naciones Unidas sobre la protección de cada persona humana respecto a la
tortura y otros tratos y castigos crueles, inhumanos y humillantes".
En Yugoslavia —prosigue Amnesty
International— los presos de conciencia están internados junto con los
criminales comunes. "Por lo tanto, las condiciones descriptas en esos
documentos reflejan las experiencias tanto de los presos de conciencia como de
los delincuentes comunes. Pero se da una excepción: en los informes publicados
aquí como en otros testimonios, facilitados a la organización Amnesty
International, se repite siempre el mismo tema: las autoridades carcelarias se
ensañan particularmente contra los presos políticos. Se quejan de no
beneficiarse con los mismos privilegios que los delincuentes comunes (como, por
ejemplo, el derecho a una licencia anual en el seno de su familia). Se subraya
también que los carceleros estimulan a los demás reclusos a que eludan a los
presos políticos y a veces se los agrede físicamente.
Amnesty International manifiesta
que, en lo que es de su conocimiento, ni los funcionarios de las cárceles ni
las instituciones responsables jamás contestaron demanda, queja o presentación
alguna, elevada por los presos políticos, consignados en la documentación comentada.
En este novísimo documento de la
Amnistía Internacional, referente a los presos políticos de Yugoslavia, se
citan casos y declaraciones de muchos presos croatas, albaneses y servios.
Entre los croatas cabe consignar: Miljenko Pehar, Vjenceslav Čižek, Janjko
Sarajlić, Dobroslav Paraga, Vlado Gotovac, Marko Veselica, Vladimir Šeks,
Arito Kovačević, Ivan Turudić, Dr. Nikola Novaković,
Tonči Maririković, Željko Cvitković, Ilija Škvorc, Milija
Vlahović y los franciscanos croatas Jozo Križić, Jozo Zovko y Ferdo
Vlašić. Luego los musulmanes croatas de Bosnia (condenados en 1983 con el
grupo encabezado por Alija Izetbegović) se mencionan: Hasan
Čengić, Omer Behmen, Džemal Latić y Mustafa Spahić.
Amnesty International publica
declaraciones o informes en cuanto al trato cruel dado a los presos políticos
albaneses de Kosovo, quienes han expiado o siguen expiando sus condenas en las
cárceles fuera de su provincia natal. También publica declaraciones y cita a
varios ex presos políticos servios.
ALMANAQUE MUNDIAL 1987 -
Enciclopedia de datos útiles y conocimientos prácticos - Directora: María E.
Alvarez del Real, PhD. Editorial América S.A., Edificio Bank of America, calle
50, piso 16, Panamá 5, República de Panamá, pp. 560.
Este es el trigésimo tercer año
de la publicación del almanaque del epígrafe, esta vez encabezada por la
fascinante sección especial: El Mundo Hispánico, en cuyo descubrimiento (las
posesiones españolas de ultramar) tomaron parte también los marineros croatas
de la república de Dubrovnik (Ragusa), según atestigua el poema
"Colón" del poeta croata Junio Palmotić (1606-1657). A este
mundo hispánico de ultramar había llegado en la primera mitad del siglo XVI el
croata Vicente Paletin, el teórico de la conquista española en América (De iure
belli contra in fideles Indiae occidentales - ad Philippum II Hispaniae regem -
1559. Studia Croatica, Vol. 86-87/1982), permaneciendo en México
(Yucatán) diez años. Luego, en el siglo XVII llegó a América Ivan (Juan)
Ratkaj, S.J. (1647-1683), primer misionero croata en la América hispana que
murió envenenado por los Tarahumaros (Studia Croatica, Vol. 40-41/1971).
A principios del siglo XVIII arribó a América Fernando Konšćak (F.
Konschak, 1703-1759), misionero croata y explorador de Baja California (Studia
Croatica, Vol. 6/1962), a quien, a mediados del mismo siglo, siguieron
Nicolás Plantich, S.J. (1720-1777) también misionero y catedrático en la
Universidad de Córdoba, en el Colegio Grande de Buenos Aires y superior en
Montevideo (Studia Croatica, Vol. 66-67/1977), y los jesuitas croatas
Francisco Javier Haller 1716-1755) e Ignacio Szentmártony (1718-1793),
matemáticos, geógrafos y astrónomos, quienes participaron en la exploración de
las Amazonas en virtud del Tratado de límites de Madrid del 13-1-1750, y
sufrieron: Haller la muerte trágica en Trinidad, el 24-6-1755, y Szentmártony
la encarcelación durante 17 años en Portugal después del extrañamiento de los
jesuitas de las posesiones portuguesas en América, en 1760.
Ahora bien, mientras los croatas
arriba mencionados, como ciudadanos del Reino de Croacia bajo el cetro de los
Habsburgo, se desempeñaban en el Nuevo Mundo y decenas de otros científicos y
artistas croatas ganaban fama mundial en el Viejo Mundo (e.g. Julio Klović
[Julio Clovio] 1498-1578, miniaturista [S.C., Vol. 70-71, año 1978] y Rudjer
Josip Bošković [1711-1787], fundador del atomismo moderno [S.C., Vol.
66-67 a. 1977]), los ejércitos croatas, juntamente con los húngaros y
austríacos, defendían a Europa occidental de los ataques osmanlíes. Al mismo
tiempo las naciones occidentales europeas se exterminaban mutuamente en las
guerras religiosas (reforma y contrarreforma). En el curso de esta defensa casi
toda Europa meridional fue ocupada por los turcos; la misma Budapest sufrió la
ocupación turca durante casi 150 años y Viena fue asediada dos veces. Mas la
capital croata, Varaždin y luego Zagreb, jamás han sido ocupadas por los turcos
aunque Croacia libre había sido reducida a sólo 18.000 km2, llamados Reliquiae
reliquiarum olim inclyti regni Croatiae.
Así pues, durante todo ese
tiempo, Servia no existía como nación o Estado desde los fines del siglo XIV
hasta los fines del siglo XIX. Este hecho histórico bien lo confirma la
presente edición del Almanaque Mundial cuando en el rubro Fechas Destacadas -
Historia remota de Yugoslavia (pág. 534), partiendo de la fecha 1389
("Servia es finalmente conquistada por el imperio otomano") retoma la
presentación de la historia servia recién con los sucesos de los años 1804-13
("Los servios se rebelan contra los turcos pero son derrotados"),
1815-1817 ("Una nueva rebelión servia es dominada por los turcos") y
1878 ("Servia se independiza de Turquía"). Tratándose de los
antecedentes históricos de Servia, todo lo citado es históricamente inobjetable
a pesar de la enorme brevedad de la fraseología y expresión histórica.
Siendo ello así, el lector se
preguntará con justa razón por qué entonces incluimos nuestras consideraciones
y reflexiones en el rubro Corrigiendo Errores de la revista Studia Croatica?
Pues he aquí la explicación:
1 — Otras ciudades: "Osijek
(867.646 hab.) ... " — el dato no es exacto, pudiendo tener hoy de 180.000
a 200.000 habitantes.
2 — Geografía: en vez de
"el macizo montañoso Kapaoik", debe ser Kopaonik, y en vez de
"el golfo de Carnaro", debe ser Cataro (Kotorski Zaljev) .
3 — Historia remota: "Bajo
la influencia bizantina, los servios adoptaron la religión ortodoxa, mientras
que los croatas abrazaron la religión católica y otros grupos se convierten al
islam" — ¿Quiénes son estos "otros grupos" y cuándo se
convirtieron al islam?
Después de haberse instalado los
croatas, en el siglo VII, entre el Mar Adriático y los ríos Drava y Drina, y
los servios, a su vez, al Este del río Drina, ambos abrazaron el cristianismo,
profesando después del cisma (s. X y XI) como católicos y ortodoxos
respectivamente. Al islam se convirtieron durante los siglos XV y XVI los
bogomiles (herejes dualistas) de Bosnia. provincia croata histórica y
étnicamente hasta la ocupación por los otomanos (1463). Estos musulmanes de
Bosnia, étnicamente croatas, en el censo de 1948 se declararon "musulmanes
indefinidos"; en 1953 "yugoslavos indefinidos"; en 1961
"Musulmanes (grupo étnico)" y en los censos de los años 1971 y 1981
"Musulmanes" en el sentido nacional, todo ello según criterios
oficiales del gobierno yugoslavo. Los 1.630.000 musulmanes de Bosnia y Herzegovina,
de los cuales la abrumadora mayoría son étnicamente croatas, constituyen una
nueva nacionalidad en Yugoslavia: ¡religión nacionalidad! Desconocemos caso
similar en todo el mundo. (Ver: artículo "El fenómeno `grupo' étnico
musulmán» en: Bosnia y Herzegovina, edición especial de Studia Croatica,
Buenos Aires 1965).
4 — La sinópsis histórica de
Yugoslavia en la presente edición del Almanaque se limita por lo general sólo a
la historia de Servia que es hoy una de las seis repúblicas que componen a
Yugoslavia. Esta historia de Servia comienza así: "s. XII: Servia,
nominalmente bajo la soberanía bizantina, conquista la independencia y se
convierte en el líder de los pueblos eslavos del Sur" (énfasis del autor
M.B.). Esta aseveración —que evidentemente tiende a justificar el papel
predominante de Servia en la "historia" de Yugoslavia— en realidad es
la única enorme aberración histórica en el relato de la historia servia.
Durante todo su pasado, Servia estaba en permanente conflicto con los búlgaros,
griegos y/o bizantinos, no teniendo con los croatas casi ningún contacto. Así
fue hasta los fines del siglo XIV; luego siguen 400 años de la ocupación de
Servia por los turcos prácticamente hasta 1878. ¿Cuándo, pues, Servia se
convirtió en el "líder de los pueblos eslavos del Sur"? ¡Jamás! Pero
sí ejercía fuerte influencia en lo religioso dentro de los territorios ocupados
por los turcos, fomentando la conversión de los católicos de Bosnia a la
ortodoxia e inculcando a todos los ortodoxos, especialmente a los refugiados en
los territorios croatas (los valacos), la conciencia nacional servia. A los
fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, mientras Croacia aspiraba a la
unificación de todas sus provincias bajo el poder del Ban (virrey), la minoría
servia en Dalmacia —administrada por Austria— hacía caso común con los
italianófilos favorecidos por Viena, y en Croacia propiamente dicha —que
formaba el subdualismo húngaro-croata (1868) dentro del dualismo austro-húngaro
(1867)— la minoría servia apoyaba la política pro-magiar contra la política
croata. De ahí, por ejemplo, el apodo "el Ban servio" del Ban
Dragutin Khuen Hedervary (1883-1903), un conde húngaro con posesiones en
Croacia. Habiendo sido esta política de la minoría servia en Croacia inspirada
por Servia, resulta obvio que Belgrado lideraba siempre y únicamente a los
servios, siempre contra los croatas.
En conclusión: el defecto
principal del párrafo Historia remota estriba en la errónea suposición que la
actual Yugoslavia, lo mismo que la anterior monárquica, es la prolongación o
continuación del reino de Servia, desconociendo el hecho jurídico y político
que el título jurídico de la constitución del primer Estado de los eslavos del
sur (1918/20) no ha sido occupatio por parte de Servia ni tampoco incorporatio
a Servia de los territorios de otros pueblos, sino unio aequali jure de
todos los pueblos que hoy componen las seis repúblicas de la RSF de Yugoslavia.
Quizás todo lo antedicho no
hubiera sido necesario si los redactores de la presente trigésimo tercera
edición hubieran reproducido la versión un tanto actualizada de la sinopsis
histórica de la vigésimo segunda edición del Almanaque Mundial 1976, con pocas
enmiendas. Por ejemplo: en lugar de "Tras varios siglos de independencia,
Servia fue conquistada por los otomanos en el s. XV, quienes también
arrebataron Croacia a Hungría" sería más preciso decir: "Tras varios
siglos de independencia, Servia fue conquistada por los otomanos en el siglo
XIV, quienes en el año 1463 conquistaron el reino de Bosnia y ocuparon otros
territorios de Croacia y Hungría".
Otro ejemplo: Mientras la
edición 1976 alega: "En la Guerra Mundial II, el reino (i.e. de
Yugoslavia) fue invadido por Alemania. Organizaron la resistencia dos
facciones: la del Gral. Mijáilovich y las guerrillas de Josip Broz (Tito)",
la edición del año 1987 completa la época de la Segunda Guerra Mundial con la
siguiente, políticamente motivada, formula: "Las fuerzas del Eje invaden
el país y crean diversos Estados títeres." No se pueden parangonar las
tres formaciones estatales surgidas durante y después del colapso y
desaparición del Reino de Yugoslavia. En cuanto a Servia, ocupada por los
alemanes hasta el fin de la guerra, fue administrada por el gobierno del
general Milan Nedić desde el 29-8-1941 sin ninguna relación con la comunidad
internacional. Montenegro proclamó su independencia bajo el alto comisionado
italiano en la asamblea popular del 12-7-1941 y nunca pasó la fase de un Estado
in statu nascendi. Croacia, en cambio, proclamó su independenhia el
10-4-1941 y fue reconocida de jure y de facto por quince Estados de los sesenta
que antes y durante la guerra componían la comunidad internacional de Estados,
teniendo su propio gobierno, ejército, diplomacia, etc. (Studia Croatica,
Vol. 22-23/1966, "El status internacional del Estado Independiente de
Croacia del 1941 al 1945", pp. 259-305).
Esperamos que la directora del
Almanaque Mundial aceptará con benevolencia observaciones, agregaciones y
comentarios puntualizados precedentemente.
Milan Blažeković
MEŠTROVIĆ, IVAN: Recuerdos
de hombres y sucesos políticos (fragmentos del libro "Uspomene na
političke ljude i dogadjaje"), N° 5 (1961), p. 243-264.
RAKOVAC, MILAN: Pintores y escultores croatas exilados, N° 3-4,(1961) p. 142-6.
BRUGHETTI, ROMUALDO V.: Ivan
Meštrović, N° 9 (1962) p. 286.
PAYRO, JULIO E.: Meštrović
innovador, N° 9 (1962). P. 284-5.
KADIĆ, BRANKO: Vida y obra
de Ivan Meštrović. N° 6 (1962. p. 69-75) TESTIMONIO DE IVAN MEŠTROVIĆ
(Documentos No 1 (1960), p. 44-46.
TOMIČIĆ, ZLATKO: "Put k Meštroviću"
(Camino a Meštrović), Ed. Biblioteca de
la Revista Croata, Buenos Aires, 1965 (Reseña por Branko Kadić) . N°.
20-21 (1966) p. 196-7.
HRVATSKA REVIJA (La Revista
Croata), volumen dedicado a Ivan Meštrović, Buenos Aires, 1962, Vol. 4, p.
297-520 (reseña por J.G. Fratija), N° 9 (1962). p. 364-6.
CASTAÑEDA, JULIA: Ivan
Meštrović - Un hito en la cultura occidental ("La Prensa, Buenos Aires,
20-3-1983. En el centenario de su nacimiento, con las observaciones de la
Redacción de S.C.), N° 88-89 (1983), p. 48-49.
ŠIMAT, ŽARKO: Ivan
Meštrović - El primer centenario de su nacimiento, N° 86-87 (1982), p.
158-165.
FRANKFURTER ALLGEMEINE ZEITUNG
(10-IX-1987) publica con el título del rubro un meduloso artículo de su
redactor en jefe Georg Reissmüller. Su análisis refleja fielmente la opinión
sobre Yugoslavia, prevaleciente en Occidente, y el comienzo de nuevas actitudes
para con dicho país. Por esa razón reproducimos íntegro el aludido editorial:
"Durante décadas Yugoslavia
atraía mucho interés y muchas simpatías del Occidente, pero también entre las
naciones del bloque soviétivo. Era el país que se había zafado del predominio
soviético y que deseaba construir un socialismo con el lema de autogestión y
unir en igualdad a varios pueblos de distintas tradiciones lingüísticas y
culturales. Brindaba a sus ciudadanos más libertades y más bienes materiales
que cualquier otro estado comunista; se presentaba como modelo al Tercer Mundo
y allí contaba con muchos amigos. Mientras gozaba del respeto tanto en Oeste
como en Este, millones de personas interesadas en país semejante no pudo saber
gran cosa; y quién podía tomar algo a mal a un Estado semejante. Yugoslavia
gozaba en los ojos de los no comunistas de mayor prestigio que los demás
estados 'socialistas', mientras que para los comunistas era fuente de esperanza
—o de envidia—cuyo origen era el reconocimiento del éxito.
Todo eso pasó hace tiempo. Hoy
para ese estado sureslavo hay poca curiosidad; raras veces despierta simpatías
y jamás envidia. Hoy para la opinión pública del Este, Oeste y Sur, Yugoslavia
no significa mucho más que Bulgaria o Grecia y mucho menos que Polonia,
Alemania Democrática o España. Ello no se debe al cansancio sino que obviamente
está ligado a distintas informaciones que llegan de Yugoslavia. Antes de allí
anunciaban novedades, éxitos y, por supuesto, dificultades, pero ninguna de
esas dificultades parecía insuperable.
Sin embargo, desde hace varios
años de Yugoslavia nos llegan noticias que casi sólo hablan de fracasos, de
desarrollos fallidos, de peligros; de entredichos que probablemente no pueden
dirimirse; de los inconvenientes que evidentemente no ofrecen salida. Todo eso
junto brinda un cuadro desolador: el ingreso real de la mayor parte de la
población disminuye constantemente; las protestas se acumulan; a las empresas
les faltan recursos de inversión; el abastecimiento empeora; los conflictos
entre los pueblos de ese estado multinacional y entre sus repúblicas y las
provincias autónomas, como asimismo entre éstas y el poder central en Belgrado
se exacerban cada vez más; la ligazón recíproca dentro de la federación está
aflojando; parece que ciertos pueblos en sus ideas y sentimientos le dan la
espalda al estado yugoslavo. El prestigio del "socialismo" está más
bajo que nunca; de su teoría y praxis el Partido Comunista, afectado también
por la descomposición, no puede sacar ninguna fuerza más.
Al principio muchos observadores
internos y foráneos atribuían los inconvenientes señalados al hecho de no
existir más Tito —al país le faltaría su figura superior, su autoridad, su
habilidad de estadista—. Era un juicio inconcebiblemente erróneo. Pues en
Yugoslavia todos los males de los años 80, desde la crisis económica hasta el
descontento nacional, se derivan de las decisiones equivocadas y de los
desarrollos fracasados que llevan el sello de Tito. El culto de la persona tejido
en torno al mariscal no permitió en su vida una opinión ponderada acerca de su
política.
Desde Yugoslavia trasciende a
menudo que el país sufre de un nacionalismo exacerbado de algunos de sus
pueblos integrantes o de todos ellos, de una mentalidad "trepadora"
de todas sus repúblicas y las provincias autónomas, prefijadas oportunamente. A
todo ello cabe agregar la conclusión de que el federalismo debe limitarse,
reforzar el poder central de Belgrado y tratar con mayor energía a los
"nacionalistas". Tales recetas encuentran comprensión en Occidente,
propenso a opinar que la defensa de los intereses nacionales en un estado
multinacional es idéntico al nacionalismo".
Pero tales consejos encaminan a
Yugoslavia por una vía a cuyo término la espera el derrumbe. Las controversias
entre las naciones que la integran, las crecientes contradicciones entre el
poder central, las repúblicas y las provincias autónomas son el resultado de
una línea que no tomaba en cuenta los intereses de varios pueblos yugoslavos.
Además, tensionaba en algunos casos la relación entre distintas comunidades
étnico-lingüísticas hasta el punto de escisión, y debilitaba su vínculo interno
con la federación.
Un conflicto abierto político
entre esos pueblos, quedó, empero, terminantemente prohibido desde hace tiempo;
de ese modo sus entredichos fueron trasladados al campo económico, donde fueron
librados con mayor acritud. De tantas injusticias, desequilibrios y
deformaciones en que se llegó, puede redimirla tan sólo una política que tuviera
mayor consideración con todos los pueblos y que permitiera un espacio mayor
para el desarrollo de sus identidades particulares. Tratar de podarlas con la
ayuda del ejército llevaría a la desintegración de ese país multinacional.
Muchos aconsejan a Yugoslavia
renunciar a su "socialismo de auto-gestión". Mientras que esa idea en
sí no es mala, ni mucho menos, nunca fue aplicada consecuentemente. Sobre la
autogestión pendía siempre la presión del Partido Comunista. Así en la vida
política no pudo plasmarse un régimen democrático. ni tampoco las empresas
encontraron el camino a una gestión económica positiva a la que, probablemente,
hubieran llegado por vía ardua e indirecta. En Yugoslavia muchas cosas estarían
en una posición mucho mejor si la clase dirigente se hubiera atenido a lo que
hace varios decenios había anunciado."
(La palabra patria); Ed. Ziral, Chicago, EE.UU., 1986, pp. 427.
A los lectores de esta revista
no suena extraño el nombre del autor del compendio del epígrafe. Trátase de un
asiduo colaborador, cuyos medulosos ensayos ilustran figuras y períodos
salientes de la historia, literatura y cultura en general de Croacia, varios de
estos publicados en Studia Croatica.
Aunque en el comienzo de su
servicio profesoral en Norteamérica A. Kadić escribió principalmente en
inglés, desde la década del 70 colabora regularmente en Hrvatska revija
y en otros periódicos de los inmigrantes croatas, como también en las páginas
de Studia Croatica. Sus mejores ensayos, publicados en la Revista
Croata (Barcelona-Munich) los reunió en el tomo Domovinska riječ I
(Barcelona, 1978). Esta segunda parte de Domovinska riječ II (La
palabra patria II) contiene ensayos de Kadić, escritos después de 1978.
Referirse a cada ensayo, incluido en el
compendio objeto de esta reseña, exigiría demasiado espacio. Por ello nos
limitaremos a sus enfoques en los estudios sobre el más dotado novelista croata
actual: Ivan Aralica; a sus pinceladas referentes a los escritos del conocido
novelista y humorista inglés Evelyn Waugh, que durante la última conflagración
mundial fue asignado, junto con el hijo del premier Winston Churchill, al
cuartel general de los guerrilleros comunistas en Croacia, a su agudo análisis
de una novela del recientemente fallecido escritor croata Ivan Raos y, por
último, a la semblanza que da acerca del escritor istriano croata (escribe en
italiano) Fulvio Tornizza y del complejo problema de la doble pertenencia
nacional, cultural y lingüística.
Además, haremos una breve
referencia a su análisis del exquisito poeta surrealista Drago Ivanišević,
su "paisano" y primer traductor al croata del Romancero Gitano del
llorado Federico García Lorca.
Ivan Aralica, uno de los más
prominentes narradores actuales de Croacia, es oriundo de la retaguardia
dálmata, nacido en 1930 en Promina. En todas sus novelas predomina la búsqueda
permanente del alma, de la verdad y de la libertad, tanto nacional como
individual. Kadić analiza su novela Psi na Trgovištu - Perros en el
mercado, editada en 1979, en la que retrata a Antun Vrančić
(1504-1573), procedente de la ciudad dálmata de Šibenik, destacado prelado
católico y renombrado poeta en latín. Vrančić ascendió velozmente en
el escalón diplomático y eclesiástico, primero en la corte del rey
húngaro-croata Iván Zapolia y luego en Viena, en la corte de Fernando I. Ambos
reyes le encomendaron delicadas misiones diplomáticas que llevó a cabo con
suprema habilidad, sobre todo ante la Sublime Puerta, en Estambul. Su
preocupación principal consistió en persuadir a los monarcas europeos de
socorrer a los pueblos de la Europa sur y centro, pues allí donde cabalgaban
los jinetes turcos, no había paz.
En su viaje desde Budim
(Buda-pest) hasta Adrianópolis (Iter Buda Hadrianapolim), escrito en 1553 y
publicado por primera vez en Viaggio in Dalmacia del abad Fortis, (1774),
Vrančić describe la situación depravada de los cristianos bajo el
dominio turco. Viajando de Smederevo hacia Jagodina encontraron a un grupo de
turcos llevando en caballos y en mulas cestas repletas de mozos. Al preguntar
quiénes eran, supo que se trataba de cautivos. "Quienes sobresalían por su
juventud u origen, iban tapados para que el sol ardiente o el polvo nocivo no
afearan sus rostros, pero también para que no sean reconocidos si algunos eran
robados en las aldeas circunvecinas. Era un cuadro terrible y repugnante el ver
que la gente era conducida como ganado al mercado y se la trataba como
mercadería cualquiera.
Por ello ocurre que la pobre
gente, enterada de que se aproximan esos recaudadores de impuestos bajo la
forma de muchachos jóvenes, escondía a los varoncitos en los bosques o los
mandaba a casa de los conocidos hasta tanto pasaba esa plaga".
Kadić entre las poesías,
más bien mediocres de Vrančić (Otia, Cracovia 1542), rescata el
siguiente dístico que simboliza su disposición anímica, pues si bien amaba y
anhelaba su lejana patria Croacia tuvo que vivir en el extranjero y servir a
amos foráneos:
Hic ubi sum, non sum, nec qui loquor ipsemet hic sum,
Atque
ibi ubi esse velim, non licet esse mihi...
(Donde me hallo, no estoy,
tampoco soy yo quien habla, aquí; Allí donde quisiera estar no me es dado
encontrarme.. )
En otras novelas históricas Aralica desmenuza la vacilación política de los croatas a fines del siglo XVIII y el comienzo del XIX, entre Venecia, Napoleón v Austria. El franciscano Andrés Dorotić organizó en Dalmacia la resistencia contra Napoleón (como tantos patriotas españoles) y a favor de Austria pues los emisarios de Viena le habían prometido unificar a Dalmacia con su madre Croacia, pero fue vilmente defraudado. Los lectores lugareños —concluye Kadić— llegan fácilmente a la conclusión coherente y única: ¡No debemos confiar en ningún extranjero sino en nuestras propias fuerzas!
Uno de los mejores escritores
ingleses contemporáneos es el católico Evelyn Waugh (1903-1966), autor de las
novelas Brideshead resisted (1945-1960); de la trilogía bélica: Men
at Arms, 1952; Officers and Gentlemen, 1955; Unconditional Surrender,
1961 (las tres últimas novelas fueron editadas en un tomo, titulado Sword of
Honor —Espada de Honor— 1965).
En la novela La Rendición
Incondicional Waugh describe su estadía entre los partisanos en la segunda
mitad de 1944 y a principio de 1945, primero en Topusko, luego en Dubrovnik
(Croacia) .
Era amigo íntimo de Randolf
Churchill, hijo del primer ministro Winston. Como escritor católico era
desconfiado frente a los procedimientos y los objetivos de los guerrilleros
comunistas, socorridos copiosamente por los Aliados occidentales. Los
partisanos no tardaron en expulsarlo.
Resulta muy interesante el
diario que el escritor inglés escribió en esos turbulentos tiempos (The
Diaries, ed. by Michael Davie, Boston 1976, pp. 571).
Conmovido hondamente por las persecuciones
de los sacerdotes y religiosos católicos croatas y por su alevoso asesinato a
manos de los guerrilleros comunistas, Waugh informó tanto a las autoridades
británicas como al Vaticano, pero sin resultado alguno. Kadić seleccionó
con agudo criterio los fragmentos más tocantes e importantes. En el último
capítulo "Los partisanos y la confesión ortodoxa", Waugh subraya que
la diferencia principal entre los servios y los croatas es la confesión. El
mariscal Tito y otros personajes son croatas y eslovenos, lo que quiere decir:
católicos por su nacimiento. Precisamente ellos tratan de conquistar la
benevolencia de los servios. Luego prosigue ad litteram: "Si el mariscal
Tito quiere de veras extender su régimen hacia el sur y el este y parece que
esa es su ambición, se enfrentará con el mayor número de ortodoxos que
católicos. Procurará complacer a los primeros a costilla de los segundos. Por
ello cabe esperar un esfuerzo creciente, tendiente a que disminuya el número de
los católicos o se adhieran a una iglesia ortodoxa, bajo el influjo de Moscú".
(Tal como ocurrió con los católicos ucranianos).
Brigadier Cape, otro oficial de enlace en el cuartel de los guerrilleros, le dijo a Waugh, entre otras cosas:
"No se olvide: nosotros no
somos políticos sino soldados. Nuestra tarea consiste en combatir al enemigo.
Ni usted ni yo viviremos después de la guerra en Yugoslavia. Es su asunto qué
gobierno iban a elegir. Manténte lejos de la política. Es el primer deber de
nuestra misión".
Kadić termina su excelente
trabajo sobre E. Waugh:
"Si bien en su Diario
dedica mayor atención a los católicos, y en la novela a los judíos, de su obra
íntegra colegimos que Waugh defiende al hombre, no importa el credo religioso
que profesa, si está perseguido a causa de ese credo".
Drago Ivanišević, poeta
talentoso se educó en las universidades europeas occidentales. Su situación
económica le permitió dedicarse al arte y codearse con los artistas europeos
por los años treinta. En Paris alquiló el taller donde antes pintaba
Modigliani. Buen conocedor de las lenguas neolatinas, tradujo obras de André
Gide, de Ungaretti, de Federico García Lorca, de Paul Eluard, incluso preparó
ciertas antologías, a saber De la antigua lírica china (1942); La
poesía negra de expresión francesa (1936).
Hasta su edad madura gravitaba a
los círculos izquierdistas, marxistoides. Mas, su conocimiento directo, después
de la guerra, del destino difícil de su pueblo, fue una de las razones
primordiales que lo distanció del cosmopolitismo y el comunismo, pues había
sentido, en sus largas estadías, en las metrópolis europeas que uno no puede
vivir fuera de su medio ambiente, como el pez no puede vivir fuera del agua.
Muy pronto chocó con el régimen opresor y fue destituido como profesor de la
Academia del arte teatral. En la poesia "Arena ansiedad" (Pijesak
strepnja, 1951), Ivanišević se lamenta por el nefasto sino que le cupo
a la aldea Gata (cercana a su aldea natal), donde los chetniks en 1942
(guerrilleros nacionalistas servios), ayudados por las tropas fascistas
mussolinianas, degollaron a todos sus habitantes:
No hay
una palma de tierra, no hay una piedra
donde
no gritaba la sangre de mi tierra...
Durante años era presidente de la Sociedad de los vecinos de Poljica en Zagreb y junto con el otro poeta local, Jure Kaštelan, consiguió que se levantara el monumento a la heroina lugareña Mila Gojsalić, obsequio del gran escultor Iván Meštrović, exiliado en aquel entonces en los EE.UU. En 1953 compuso en Bol (isla de Brač) un poema a Croacia, que A. Kadić considera uno de los más hermosos, dedicados a la patria. Va su versión castellana:
Ni
montes son,
ni
valles, ni ríos, ni la mar,
ni
siquiera las nubes,
ni la
lluvia, ni la nieve son
mi
Croacia.
Pues
Croacia no es tierra, piedra, agua,
Croacia
es la palabra de mi madre aprendida
y lo que
en la palabra es más hondo que la palabra;
eso
más hondo me une a Croacia,
a
Croacia de los croatas,
con
sus penas,
con su
risa y esperanza,
con
los hombres me une,
y yo
como croata soy hermano
de
todos los hombres. ¡Y por donde voy conmigo está Croacia!
En esta época Ivanišević emprende nuevo camino en su creación poética. Escribe en el antiguo dialecto dálmata čakavski, dialecto del pueblo, de los campesinos y pescadores y logra notables logros en ese campo. El reconocido crítico literario Vlatko Pavletić, escribiendo sobre la poesía croata de posguerra, precisó con exactitud el lugar y el mérito específico de Ivanišević: "Del crepuscularismo al hermetismo, del surrealismo al letrismo, Ivanišević recorrió el camino hasta la identidad actual, de modo que el tramo más característico y el mejor de su opus corresponde integralmente al periodo posbélico. Junto con los jóvenes Ivanišević escribió las mejores piezas de la poesía croata contemporánea; en su poesía novísima se afirman todas las propiedades características precisamente para los elementos nuevos que asociamos a la concepción de la poesía moderna".
Drago Ivanišević, uno de
los primeros poetas existencialistas en esa zona de Europa, recobró, como
Anteo, sus fuerzas en el contacto con el terruño natal y siendo un hombre
temperamental, íntegro, franco y sin doblez, a veces buscó refugio y desahogo
en el humor y la sátira.
Ivan Raos (1-I-1921 -
8-VII-1987), escritor novelista, cuentista, dramaturgo y poeta croata, describe
en detalle, a la retaguardia pedregosa y pelada de Dalmacia y el ambiente de
Split, su capital, en vísperas de la D. Guerra Mundial. Entre sus obras en
prosa sobresalen: El triste jardín de la Virgen; La sonrisa de las muchachas
perdidas; La partida de preferans; Los muertos no disimulan; Los pordioseros y
los hijos.
En estas novelas y otras obras
Raos pinta su patria chica con todos sus arquetipos y costumbres. Mientras que
en sus dramas se distinguen diálogos polémicos e intelectualoides, su fluida
prosa se caracteriza por su nostalgia constante de la niñez perdida, por su
interpretación poética de los años estudiantiles y sobre todo por su acopio
abundante y vario pintado de detalles y rasgos vitales de las aldeas en la
retaguardia dálmata y los rasgos inconfundibles de la ciudad de Split.
En la novela, objeto de análisis
del crítico literario Ante Kadić —župnik na kamenu - Párroco en el
roquerio- editada en 1975. Raos vuelve a la región de Imotski, a su terruño
natal con sus montañeses rudos y toscos, trotacaminos del mundo en busca de pan
y de trabajo, esta vez no como vendedores ambulantes sino como trabajadores
estacionales en Alemania Federal y otros países de Europa occidental. La novela
fue publicada primero en el quincenal católico Glas Koncila en 28
fragmentos sucesivos. Pinta el ambiente comunista en una aldea con hondas
tradicionales católicas. Algo parecido a la novela del italiano Guareschi — Don
Camilo y Peppone. Kadić pone de relieve la hermosa y original expresión
idomática del autor, su riqueza lingüística. la expresividad y plasticidad de
imágenes y metáforas. Prescindiendo si uno está o no de acuerdo con todos sus
juicios, Raos es tan original, interesante, chistoso, inagotable en ocurrencias
y salidas jocosas, su estilo es tan fluido y natural "que pocos libros me
proporcionaron tanto gozo y entretenimiento como sus novelas".
Raos, igual que la mayor parte
de los intelectuales croatas, cree "que es su deber señalar lo podrido que
es el régimen comunista impuesto en su patria, a la que ama con todo el ardor
de su noble corazón".
En el ensayo Fulvio Tomizza,
escritor istriano - el problema de la doble filiación, Kadić analiza el
dilema desgarrador de este novelista croata, oriundo de Istria, que escribe en
italiano, pues después de la Primera Guerra Mundial esa región correspondió a
Italia.
Mientras que la parte oriental y
central de la península de Istria es croata, poblada por habitantes de estirpe
y lengua croata, en la parte costera occidental y en las ciudades prevalecía el
elemento italiano. junto con el área de Trieste, trátase de una zona
fronteriza, donde se tocan y enfrentan dos mundos: el mundo croata-esloveno y
el mundo italiano que a veces se rechazan y con mayor frecuencia se
complementan, confunden y asimilan recíprocamente. El principal intérprete y a
la vez protagonista de la doble filiación es el joven escritor Fulvio Tomizza,
diferente de otros escritores triestinos, sus predecesores en la misma
condición: Italo Svevo y Umberto Saba. Según Bogdan Radica, el primero está más
afín a Verga y los dos últimos a Kafka. Tomizza siente mucho más a Istria que a
Italia.
Cabe puntualizar aquí un hecho
doloroso para la nación croata. Al finalizar la 2 conflagración mundial Croacia
recuperó a Istria y a ciertas islas en el Adriático septentrional, pobladas
mayormente por su gente. Sin embargo, ante el terror y el régimen totalitario
comunista, impuesto por Belgrado, y contando con la alternativa, garantizada
por los Aliados victoriosos, muchos habitantes optaron por Italia. Se calcula
que hasta 150.000 personas, a fin de evitar el mal mayor, renunciaron a su
nacionalidad. Esta es tal vez la mayor sangría nacional croata después de la
tragedia de Bleiburg.
Kadić destaca el carácter
solitario de Tomizza y su afecto a la lectura. De orientación izquierdista pero
muy objetivo. A nadie odia y procura comprender a todo el mundo. Como San
Francisco se compadece de los animales, pájaros y árboles. Tiene fama de ser
uno de los mejores prosistas actuales italianos y un comprensivo y perspicaz
intérprete de la población fronteriza italo-eslava. El autor concluye que, sin
importar si compartimos o no su cosmovisión, Tomizza es la mejor pluma que
describió hasta ahora la compleja realidad del territorio fronterizo istriano-triestino.
De su obra se colige que en aras de la paz, se impone el respeto mutuo entre
los hombres y las naciones.
En el libro que reseñamos A.
Kadić insertó también varias páginas autobiográficas y memorialistas. Se
recuerda de su niñez transcurrida en Krug, principado de Poljica; nostálgicas
páginas de su diario (1978) escrito en las playas de Puerto Vallarta (México) y
su viaje por el Lago di Garda (Italia), con reminiscencias históricas y
oportunas reflexiones humanitarias en Solferino (sangrienta batalla entre los
piemonteses y franceses por un lado y los austriacos por el otro, que tuvo
efecto en 1859). Al ver los desastres de esta matanza recíproca, el suizo Henri
Dunant se inspiró para fundar la Cruz Roja Internacional. Sirmione, conocidos
baños termales desde los tiempos romanos (A Sirmio solía venir el poeta latino
Cátulo). Luego Kadić visitó el villorio Gardone con Il Vittoriale de
Gabriel D' Annunzio, que ejerció notable influencia sobre algunos poetas de la
Moderna croata. Por otra parte, el nacionalismo enardecido de D'Annunzio
alimentó el ardor de los fascistas mussolinianos y es conocida su 'hazaña
irredentista' de invasión de Rijeka (Fiume) y de intento de conquistar Bakar,
en 1918, lo que le valió entre los italianos moderados el mote de
"beffatore di Buccari'.
Al terminar la lectura de este
extenso compendio de estudios histórico-literarios, cabe poner de resalto el
estilo expositivo del autor, claro, coherente, conciso y preciso. Se nos revela
más que un riguroso crítico literario un excelente historiador y narrador,
objetivo, moderado, ponderado, relatando los hechos ocurridos "sine ira et
studio". Lo que le interesa en primer lugar es la verdad histórica, sin
circunscribirse por ello a meros hechos, sino situándolos en su tiempo y
espacio, en el ambiente socio-cultural correspondiente y en la
"circunstancia" personal orteguiana de cada protagonista.
En cuanto a su criterio
critico-estético, trata de ser imparcial, pues no adhiere a ninguna teoría
estética prefijada. Con frecuencia cita los juicios valorativos de otros
críticos e historiadores. Empero, el hilo conductor de toda su investigación y
su criterio ético inalterable, se centran en la lucha por la libertad nacional
e individual y por los derechos humanos. Así y todo, las autoridades de
Belgrado desde hace varios años no le otorgan el visado, si bien las
instituciones culturales croatas lo invitan a participar en seminarios y
simposios y leer sus trabajos. La causa: en sus escritos se atiene
rigurosa-mente a la verdad y a los hechos históricos.
(Pedidos: ZIRAL — 4851 Drexel
Blvd., Chicago, 11, 60615, USA; precio u$s 27; o a la dirección del autor:
Prof. Ante Kadić; Dept. of Slavic Lang. & Lit.; Ballantine Hall 502, Indiana University, Bloomington, In.
47405. Pedir informes al autor sobre la
disponibilidad y el precio de sus otras obras, tanto en inglés como en croata.)
Branko Kadić
Transcribimos dos cartas de las
muchas recibidas en el curso de este año que no pudimos publicar debido al
espacio limitado de nuestras ediciones.
Agradecemos a todos aquellos
lectores que se han dirigido a nosotros para expresarnos su simpatía y
adhesión, lo que representa para nosotros un valioso aliento en nuestra
actividad periodística.
Santiago, 20 de enero de 1987
Secretario
de Redacción de "Studia Croatica"
Don
Ljeposlav Perinić
Buenos
Aires - República Argentina
Señor
Distinguido Sr. Secretario:
He henido gran satisfacción en recibir "Studia Croatica" (1986.3. [102]). Con el mayor interés me he impuesto de su valioso contenido.
Enterado que la Revista se
publica desde el año 1960, desearía, muy vivamente, poder obtener todos los
números anteriores existentes.
Mi interés por Croacia y su
pueblo es muy antiguo. Como aficionado a la Historia, conozco perfectamente el
papel trascendente que por siglos le ha cabido como escudo y brazo del espíritu
de Occidente. Y confío en que en día no lejano, Croacia vuelva a tener voz
libre en el mundo.
Personalmente, mucho me gustaría
escribir sobre Croacia, algo que fuese más allá de los artículos periodísticos.
He escrito y publicado en España un libro sobre Rumania, el que me permito
adjuntárselo, para que Ud. pueda formarse más cabal idea al respecto.
Tengo, además, un motivo personal
y afectivo: mi esposa, Ksenia Rendić Soler (periodista y profesora) es
hija de croata: el Dr. Antonio Rendić Borić, médico que alcanzó mucha
notoriedad, nacido en Supetar, isla de Brač, en 1904 y muerto en Santiago
en 1960.
Por consiguiente, mis tres pequeños
hijos Sergio (12 años) ; Felipe (10) y José Antonio Miranda Rendić (7) son
nietos de croata. Desde ya, estoy procurando educarlos en el conocimiento de
Croacia y familiarizarlos con sus tradiciones y culturas.
Por lo mismo, distinguido Sr.
Secretario, tengo un doble interés en todo lo que a Croacia y los Croatas se
refiere.
Reciba Ud. mis agradecimientos
por el envío de "Studia Croatica", que espero se mantenga, y mis
ofrecimientos de colaboración en todo sentido. Lo saluda muy atentamente,
Sergio
Miranda Carrington
Profesor
de Derecho Penal
Universidad
Católica de Chile
Presidencia R. S. Peña, 2 de
abril de 1987 ¡Las Malvinas son Argentinas!
Al
Señor Director de
STUDIA
CROATICA
Dr.
RADOVAN LATKOVIĆ
S/Despacho
Con mucho gusto me dirijo a Ud., para
saludarlo con toda la cordialidad que se merece, y preentarme con todo respeto,
ya que me siento ampliamente consubstanciada con el estilo de Studia, y
sinceramente le manifiesto que espero con avidez su llegada y veo, con orgullo
de madre, cómo mi hijo mayor —ya universitario— se disputa la tenencia de la
revista. Mi familia, en este momento, está integrada por mi esposo, médico,
argentino, pero estudioso del idioma croata y admirador de nuestra cultura, que
tuvo oportunidad de saborear en principio en vida de mis padres y después en
nuestros tres viajes a Croacia. Además tenemos dos hijos varones, uno de 14
años, estudiante del secundario, cursa en un Instituto Religioso de Don Orione;
el mayor, de 18 años ex alumno de Don Orione y actualmente estudia Medicina. De
parte mía, en el país residimos una prima y yo, que no tuve hermanos. Mis
padres llegaron en 1930, emigraron por razones políticas, porque mi abuelo
Pokec, pertenecía al Partido Campesino Croata y se desenvolvía en Podravina.
Crecí en este clima de amor y admiración por mi otra patria. He leído muchos
libros y novelas, siempre orientada por mi difunto padre, Isidoro Plantich
(Zagorje). Mi hogar respira en todas sus paredes, pasajes históricos de los
Reyes y actuales grupos folklóricos. Como así también podemos decir que nuestra
biblioteca cuenta con un buen espacio de literatura croata, óperas y melodías,
coros de las distintas regiones. Por lo que le estoy narrando puede Ud. deducir
que se justifica la llegada de Studia, cuya lectura se difunde a amigos
de origen croata, algunos dedicados a la actividad agropecuaria y otros
intelectuales.
Destaco principalmente el
artículo de la Sra. Stier, sobre los aportes de la inmigración croata a la
sociedad argentina. En fin, toda su lectura nos es sumamente interesante.
Creo que le interesará saber cómo hemos llegado a ser suscriptores de Studia. Todo comenzó con la providencial venida del Padre Vlatko Poljičak, actualmente en Estados Unidos, quien nos hizo la primera suscripción; además me une una antigua y entrañable amistad con el Padre Lino Pedišić, a quien conozco desde mi infancia, cuando allá por la década del '40, a pie, se recorría las casas y chacras de nuestros croatas, llevando consuelo a la gente que al principio sufrió todo tipo de agresiones, y la Palabra del Señor.
Finalmente, le ruego haga
presente a todas las personas que colaboran con Ud. mis congratulaciones, mi
apoyo espiritual, quedando a su disposición, como así también mi hogar para
visitarnos si le placiera. Le saludo con un fuerte apretón de manos.
Prof.
Estefanía Plantic de Varela
Supervisora
Téc. Zona IV
Presidencia
R. S. Peña – Chaco
[1] Mientras la apreciación de Soffici sobre el arte de
Meštrović es válida, no lo es su consideración de la supuesta orientalidad
de la nación croata, omitiendo su ubicación geográfica así como su rica cultura
milenaria de innegable vertiente occidental.
[2] Estatua del Libertador
Simón Bolívar del escultor croata Ivan Meštrović. Boletín del Centro Croata-Venezolano, No 30/31, Caracas, Agosto-Setiembre
1975.
[3] Valero
Alberto, El monumento al Libertador del ruso (?, es croata) Meštrović,
El Nacional, Caracas, 20-12-1981.
[4] Nucete-Sardi,
José: Rufino Blanco Fombona (1874-1944), Diccionario Biográfico de Venezuela,
Blass. S.A. Tipográfica, Madrid, 1953, p. 160-161.
[5] Las bellas
palabras de los autores del folleto bilingüe de promoción, quedaron
ensombrecidas por su traducción en el folleto en la lengua servia en vez de
traducirlas a la lengua literaria croata, idioma oficial de la República
Socialista de Croacia y también de Ivan Meštrovič, como de sus
descendientes, todos patriotas croatas. Las comunidades croatas en la América
Latina y sobre todo la comunidad venezolano-croata, quedó asombrada por esta
falta de tacto y conocimiento sobre la composición multinacional de la RSFY.
[6] Bracho Sierra
Martiniano, Presentación, Bolívar, Meštrović, 200/100, Embajada de
Venezuela en RSFY, Belgrado, 1982.
[7] Azócar Silva
María, Bolívar y Meštrović, 200/100, Embajada de Venezuela en RSFY,
Belgrado, 1982.