STUDIA
CROATICA
La
presente publicación está destinada a la opinión pública de los países
iberoamericanos, particularmente a quienes por su vocación o función tienen
interés por el estudio de la situación imperante en la Europa Central y del
Sur, zonas sometidas actualmente a la presión comunista.
Es,
esta publicación, auténtica expresión de los exilados croatas, entre los que se
cuentan no pocos intelectuales, víctimas de la persecución comunista. Impulsa a
los iniciadores el deseo de informar al mundo libre sobre el acervo histórico-
cultural de su vieja patria, sobre sus sufrimientos, los acontecimientos y la
lucha que sobrelleva por la libertad y la independencia.
Los mueve,
al par, el agradecimiento hacia las repúblicas americanas, en las que
encontraron una nueva patria hospitalaria, lo que retribuyen comunicándoles sus
experiencias con el comunismo, que hoy en día constituye el enemigo común en
todo el mundo libre.
Es
posible ofrecer una resistencia exitosa en la defensa de las libertades
individuales y nacionales y de la dignidad humana, contra la opresión
comunista, únicamente si se conocen a fondo sus tácticas y sus fines. Pues la
causa fundamental de tantos fracasos de las democracias occidentales después de
la segunda guerra mundial, estriba en el desconocimiento de la verdadera
naturaleza del bolchevismo.
Croacia
es un pequeño país europeo a quien cupo el destino trágico de haber perdido su
libertad nacional, por lo que ni siquiera figura en los mapas políticos como
nación, aunque lo fue por más de mil años y actualmente posee todas las
condiciones para participar en un pie de igualdad en la comunidad de las
naciones libres.
Hasta
1918, Croacia, como reino asociado con atributos estatales propios, integraba
la comunidad danubiana de los pueblos de nuestra cultura occidental bajo el
cetro de la dinastía de los Habsburgos. Terminada la primera guerra mundial,
Croacia se vio privada del derecho democrática de autodeterminación y, entre
las dos guerras mundiales, se la constituía en parte integrante de Yugoeslavia,
regida por la dinastía servia de Karageorgevic.
El rey
dictador Alejandro I negaba oficialmente hasta los atributos de la nacionalidad
croata, poniendo fuera de la ley a los patriotas, partidos políticos e
instituciones nacionales croatas. En 1941 se produjo el desmembramiento de la
Yugoeslavia monárquica y al mismo tiempo fue fundado el Estado Independiente de
Croacia, suprimido en 1945, por la fuerza por los comunistas, que lo
reintegraron a la segunda Yugoeslavia, comunista y supuestamente federal, en la
que Croacia, con su territorio considerablemente amputado, constituye una de
las seis repúblicas populares, gobernadas todas en forma centralista desde Belgrado,
capital de Servia.
De
este modo Croacia se halla en doble esclavitud: despojada de su libertad
nacional y víctima del terror comunista.
Aunque
se trate de un lejano y sojuzgado país europeo, actualmente son tales las
relaciones en el mundo que ni las naciones sudamericanas -que representan no
solamente una reserva moral y material de nuestro mundo occidental, sino que
evidencian una fuerza real y ejercen influencia cada vez mayor en la comunidad
de las naciones libres- pueden ignorar las experiencias de los pueblos cautivos
en la ancha franja que corre desde el Adriático hasta el Báltico, es decir,
desde Croacia en el sur hasta Finlandia en el norte.
En
esas posiciones defensivas de la frontera oriental del mundo occidental Croacia
ocupa uno de los puestos clave. Durante más de un milenio tiene en posesión
legítima la mayor parte de la costa oriental del Adriático, en lo que se
extiende entre los Alpes, el Danubio y los Balcanes:
Ubicada
en este punto neurálgico, fue durante siglos el guardián fronterizo, el
defensor de los valores de la sociedad occidental frente a las arremetidas de
Bizancio, de los mogoles y los otomanos en una zona altamente sensible, como
vecino contiguo al espacio apenino y alpino, sedes del papado e imperio,
instituciones éstas que a través de siglos han sido la expresión fiel de la
unidad occidental.
Por
eso tuvo justificado motivo el Papa renacentista León X cuando calificó a
Croacia "scudum saldissimum ac antemurale Christianitatis".
En la
época moderna, Croacia, que por su Lengua pertenece al grupo lingüístico
eslavo, está expuesta a los embates del imperialismo ruso, primero zarista,
luego soviético.
La
resistencia tenaz y sacrificada que los países cautivos ofrecen a la opresión
comunista reviste el carácter de la defensa de la cultura occidental frente a
las embestidas de bolchevismo, que es una forma rusa específica del marxismo,
unido indisolublemente a la tradición autocrática y césaro-papista del mundo de
cultura y civilización de la Europa Oriental, cuyo exponente principal fue
otrora el imperio bizantino y en los tiempos actuales el imperio ruso.
Tan
pronto ocuparon los comunistas a Croacia, empezaron una acción exterminadora de
todas las tradiciones arraigadas, de todas las vinculaciones espirituales con
el mundo occidental, imponiendo no solamente nuevas instituciones, opuestas al
espíritu croata, sino una nueva mentalidad.
Esta
presión pudo concretarse en forma violenta a causa de las siniestras
circunstancias que forzaron a los croatas, en virtud de los tratados de paz de
1919, a vivir en el Estado plurinacional yugoeslavo, heterogéneo v antagónico
en cuanto a cultura, política y credo religioso, bajo la hegemonía de la Servia
balcánica, país éste donde incluso actualmente predominan las tradiciones e influencias
bizantinas y rusas.
En ese
sentido, Yugoeslavia, en la cual Servia ejerce dominación sobre la mayoría no
servia, es análoga a Rusia, que no solamente domina a tantos pueblos de la
Unión Soviética, sino a numerosos países satélites, entre ellos antiguas
naciones que son parte integral del mundo occidental.
De
este modo Yugoeslavia aparece como la Unión Soviética "en pequeño",
incluso después del conflicto entre Belgrado y Moscú, cuando se creó el término
del "comunismo nacional".
Existen,
además, otros motivos que hacen oportuna esta publicación en el ámbito de la
lengua de Cervantes. Existen antiguos y vivos vínculos entre Croacia y el mundo
hispánico, que deben ser mantenidos y estrechados aún más.
Todavía
a principios del siglo XVI, en un momento crítico de la historia europea y de
la propia, Croacia jugó un papel activo en la constelación política, cuya
fuerza principal era España. En aquella época, el poderío militar del reino
húngaro-croata quedó destruido y con él la última resistencia a la penetración
osmanlí, cuya meta era conquistar Roma y llegar al Rin.
Los
países occidentales concertaron una amplia colaboración con fines defensivos,
muy similar a la existente hoy. Se concretó en aquel entonces una firme
comunidad defensiva entre los países danubianos bajo la égida de la casa de
Austria y con apoyo del imperio español. Los croatas eligieron en 1527 como su
rey a Fernando I, hermano de Carlos V, "en cuyo imperio no se ponía el
sol", siendo así uno de los primeros fundadores de la comunidad que con
razón fue denominada "Pequeña Europa".
Los
croatas permanecieron fieles a esa comunidad durante cuatro siglos, hasta el
término de la primera guerra mundial, cuando se operó la
"balcanización" de la cuenca danubiana, dando pábulo a la aventura
nacional-socialista y luego a la dominación soviética.
Además,
existen otras relaciones más expresivas e íntimas entre Croacia y el mundo
hispano.
Los
croatas son genuinamente un pueblo marítimo, participando ya en la temprana
Edad Media en las batallas marítimas contra los sarracenos; tomaron parte
también en la hazaña del descubrimiento del Nuevo Mundo y especialmente en su
construcción. Ya en el siglo XVI hallamos en el suelo americano a grupos de
croatas, que no llegan como conquistadores sino como pobladores.
Como
país, que actualmente supera siete millones de habitantes, el aporte de los
croatas al adelanto de las Américas fue relativamente muy alto, totalizando dos
millones de inmigrantes, aproximadamente, de los cuales varios centenares de
miles se hallan radicados en las repúblicas sudamericanas, mayormente como
agricultores y hábiles marineros, que entre otras cosas fundaron la flota
mercante argentina (los hermanos Mihanovic).
Los
croatas, debido a su civilización occidental y la religión católica, se
compenetran y asimilan sin dificultad con la población de la América latina.
Hasta los tiempos más recientes constituyen el contingente inmigratorio
principal del territorio de la Yugoeslavia de hoy.
Aunque
llegaron con los pasaportes austríaco o yugoeslavo y en sus documentos no
figura su nacionalidad croata, no por ello dejaron de ser descendientes
croatas. En cuanto al intercambio comercial entre Yugoeslavia y las repúblicas
sudamericanas, los productos de Croacia ocupan el primerísimo lugar.
Finalizada
la segunda guerra mundial, se produce la triste migración masiva de los países
europeos, caídos bajo la férula comunista. La ola de los refugiados croatas era
muy alta.
La
expatriación forzosa aún continúa, aunque erizada de peligros. Los croatas se
hallaban entre los primeros refugiados de la posguerra y pasaron por trances
muy difíciles hasta que los países del Nuevo Mundo, en gesto magnánime, no les
abrieran sus puertas, en primer lugar la Argentina, Venezuela, Estados Unidos,
Canadá, Brasil y Chile.
Trátase
de millares de refugiados, de combatientes duchos y fraguados en la lucha
anticomunista, que por eso saben apreciar el valor de las instituciones del
mundo libre y sus esfuerzos por el progreso, la dignidad humana y nacional.
Por eso,
los editores y colaboradores de "Studia Croatica", cuyo primer número
coincide con el año del refugiado y con el sesquicentenario de la Revolución de
Mayo en la Argentina, abrazan con igual amor a su vieja y a la nueva patria y
se proponen informar e ilustrar con veracidad y rigor científico a la opinión
pública hispana, sobre la situación prevaleciente en la efervescente frontera
oriental de nuestra sociedad occidental, en esa tierra caliente donde en 1914
en Sarajevo, capital de las provincias croatas Bosnia y Herzegovina, fue
disparado, el primer tiro de la primera guerra mundial, por los terroristas
servios que atentaron contra la vida del heredero del trono austro- húngaro y
dieron motivo inmediato a la guerra fratricida (1914-18), que todavía no puede
considerarse terminada hasta tanto no reine una verdadera paz, cuando todos los
pueblos y todos los hombres tengan asegurada la vida en libertad, dignidad y
justicia.