Mateo Martinic: La inmigración croata en Magallanes LA INMIGRACION CROATA EN MAGALLANES
MATEO MARTINIC
[continuación]

Después de 1920 algunas de las antiguas firmas dejaron de existir y fueron apareciendo otras nuevas como Blazina y Cía., después Violic y Blazina; Kunica y Litrica, después Nicolás Kunica, ambas casas importadoras y de comercio de comestibles; Peruzovic Hnos. (farmacia); Jorge Skarmeta, después Skarmeta Hnos. (ferretería); Simón Ruzic (metalurgia), Marangunic Hnos. (imprenta) y Rozic y Matic, sucesores de Doberti y Violic en la industria de contrucción naval.

Para la misma época y de acuerdo con la fuente mencionada, de 36 estancias (grandes establecimientos de crianza pecuaria), solamente 3 eran explotadas por inmigrantes croatas, perteneciendo la más importante a Vicente y Antonio Kusanovic. Por otra parte, de 94 hijuelas (fincas menores) rurales existentes en Patagonia, solamente 12 eran de croatas. En cambio en Tierra del Fuego les pertenecían 10 de 18 que existían en la vecindad de Porvenir.

Ha de notarse en esta pequeña reseña económica la escasa participación croata en el campo agrario. Ello tiene su explicación, en cuanto a los predios rurales menores, en que al arribar los primeros inmigrantes habían terminado de hecho las asignaciones fundiarias previstas por el decreto de colonización de 1867 y leyes posteriores, quedando así los croatas sin opción a tal beneficio. Los pocas que más tarde pudieron adquirir lo fueron por compraventa o por subarriendo a grandes compaíiías pastoriles, como fue el caso de las fincas situadas en Tierra del Fuego.

En cuanto a los campos fiscales entregados en arrendamiento para la explotación pastoril en Patagonia entre 1880 y 1900, y los vendidos en subasta entre 1903 y 1906, los croatas quedaron marginados de su acceso bien porque el primer proceso se produjo antes de su arribo masivo, o bien porque ni en aquél, ni en el segundo, dispusieron de capitales como para adquirir y desarrollar empresas pastoriles (19).

Pero con todo, los dálmatas no dejaron de cumplir un rol pionero en la colonización pastoril de Magallanes, al establecerse algunos en las tierras marginales - de suyo difíciles - del área del canal Beagle e islas Australes y en los distritos preandinos de Skyring e isla Riesco y Ultima Esperanza. Tales los casos de Antonio Milicic, ocupante de la isla Nueva ya en 1895 y de Antonio Vrsalovic y Luis Mladineo, quienes en 1896 iniciaron una explotación ovejera en Wulaia (Navarino) y que perduraría por medio siglo. También Fortunato Beban fue uno de los colonizadores de Navarino al establecerse con una estancia en las postrimerías del siglo XIX (1897), en bahía Windhond, sobre la costa sur de la isla. Entre 1915 y 1925 Jorge Jordan y Andrés Pivcevic mantuvieron en la isla Lennox una explotación ovejera, mientras que Mateo Paravic Galdames, operando en compañía, hizo lo propio en las islas Picton y Nueva desde 1915 hasta 1923. Jerónimo Serka a su turno hubo de instalarse en Yendegaia, en el litoral sur de Tierra del Fuego, dando vida a una importante estancia ovejero. Otro tanto hicieron en 1912 Santiago Vrsalovic y los hermanos Miguel, Mariano, José, Juan y Vicente Mimica en la precordiliera fueguina, donde formaron con duro esfuerzo la estancia Vicuña.

En el extremo opuesto del territorio magallánico en Ultima Esperanza, siguiendo la huella de los primeros pioneros alemanes y británicos se instalaron hacia 1905 hombres de esfuerzo como Pedro Vrlika, Nicolás Stambuk, Francisco Santic, José Antunovic y Deodato Giuranovic, poblando los valles subandinos de laguna Azul y sierra de los Baguales dando origen a pequeños establecimientos de crianza ovina y bovina.

En la parte centrooccidental de Magallanes, isla Riesco y tierra firme bañadas por las aguas interiores de Skyring, el empeño y pujanza de Vicente Kusanovic fue haciendo surgir en campos en extremo difíciles, estancias de cría lanar y vacuna y aserraderos productores de madera.

En la actividad agrícola propiamente tal se destacaron José Covacevich y Francisco Brzovic y otros paisanos, quienes demostraron en los aledaños de Porvenir, cómo podían fructificar las pequeñas fincas rurales que habían adquirido o arrendado ejemplarizando el provecho social y económico que podía obtenerse de la subdivisión de los vastos terrenos fiscales entregados a grandes compañías anónimas.

Mientras prosperaban modestamente en lo económico, los inmigrantes iban ampliando y profundizando su integración en la sociedad. Sus hijos nacidos en la patria de adopción, concurrían, los primeros, a las escuelas satisfaciendo los esperanzas de los padres que querían para ellos un porvenir mejor. Con amplio sentido de solidaridad y de servicio sociales, los dálmatas nutrían con generosidad las filas de entidades mutuales y de asistencia a la comunidad. Los sencillos y amistosos inmigrantes poco a poco se iban haciendo respetar y querer en el seno del pueblo por tantas cualidades positivas que exhibían.

Impulsados por el sentimiento proclive a la cultura que por tradición más que secular alentaba en ellos, los croatas dieron vida a numerosas manifestaciones espirituales que tanto les sirvieron a sí mismos como a la propia comunidad regional. En el terreno de la actividad social y cultural se distinguieron con notorio relieve hombres como José y Mateo Pasinovic, el profesor Pedro Gasic, Jorge Jordan, Mateo Bencur, popular y apreciado médico y hombre de profundas inquietudes espirituales (20), Juan Secul, Lucas Bonacic, Miroslav Tartaglia, Nicolás Stambuk, Andrés Jurisic, Juan Trutanic y muchos otros.

(19) Así para 1909, de acuerdo con el correspondiente Rol de Avalúos Municipal, en la propiedad rural del Territorio (328 unidades) estimada en $ 38.743.455, la participación de los inmigrantes, apenas si alcanzaba a $ 226.855, o sea sólo el 0,59% del total (26 unidades).

(20) Nacido eslovaco en 1860, radicado como médico municipal en Selca, Brac, a poco de titulado, vivó en la isla hasta 1906 en medio del afecto de sus habitantes que apreciaron hondamente su elevado sentido humanitario. En Selca contrajo matrimonio con Petronila Didolic, hija de una de las más conspicuas familias lugareñas. Con ella emigró hacia América en 1907 estableciéndose en Punta Arenas. En la ciudad del Estrecho realizó una meritísima actividad profesional, siendo recordados por años su celo y bondad, sin embargo de la cual se dio tiempo para una no menos intensa vida societaria e intelectual. Fue genuinamente un convencido yugoslavista antes de la creación del Estado yugoslavo y los inmigrantes dálmatas lo tuvieron siempre como uno de los suyos. Retornó a Europa después de la Primera Guerra Mundial, en 1922, alternando su permanencia entre su pais y Yugoslavia y cultivando las bellas letras con el sinónimo de Martin Kukucin. Falleció en 1928.

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Edición electrónica: Studia Croatica, 1998
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